Crónicas de Vhaalzord - Libro 18 - 5 (final)

Mina y Val regresan a Filestra para informar al Gobernador, allí se encontraran con algo… turbador

CRÓNICAS DE VHAALZORD

Libro - 18

Capitulo- 5

Mientras regresábamos a Filestra sufrimos una emboscada bastante seria, ya que se trataba de Mercenarios. Estábamos cabalgando tranquilamente hablando de nuestras sospechas, cuando el Halcón Azul que había puesto en el cielo después de nuestra marcha de la ciudad de Cigbler, me advirtió de la presencia de al menos siete hombres armados con arcos en nuestra cercanía, y todos ellos con los arcos tensos y apuntando hacia nosotros. No me lo pensé, salte sobre Mina derribándola del caballo, justo a tiempo, tan solo un segundo después las flechas pasaron volando sobre nosotros, sin rozar para nada nuestros escudos.

Saltamos de nuevo sobre los caballos, Mina realizó un conjuro defensivo amplio sobre nosotros dos y nuestras monturas protegiéndonos, eso impidió que el mío se tuviese que activar delatándome. El conjuro de Mina aguantó perfectamente el impacto de al menos cuatro flechas, pero todo se complicó cuando de repente empezaron a llegarnos dardos mágicos procedentes de diferentes direcciones, aunque aun así, resistió. Salimos de allí a uña de caballo, a todo galope, Mina seguía aguantando ataque mágico tras ataque mágico que lanzaban contra nosotros. El problema para ella no era aguantar, el problema era yo, al tener que cubrirme su escudo era muy amplio, lo que necesitaba muchísimo poder y eso la estaba agotando a marchas forzadas.

Mi Halcón Azul me informó de que los Mercenarios habían salido tras nosotros. De hecho, se trataba de bastantes mercenarios, más que suficientes como para ponernos en serios problemas si lograban darnos alcance. Habíamos logrado esquivar su ataque por los pelos, y porque no decirlo, gracias a los conjuros defensivos de Mina, pero con esos tipos debían ir no menos de cuatro magos, que al atacarnos a la vez mientras intentábamos escapar del cerco habían conseguido cansarla… y cansarla mucho además.

Necesitaba idear algo para que aceptase separarse de mí, de ese modo podría encargarme de todos ellos por mi cuenta sin verme en la necesidad de descubrirme, mi mente trabajaba a toda prisa buscando una excusa plausible para que lo hiciese como algo lógico. Solo se me ocurrió una cosa, y era algo que sabía de sobra que no le iba a hacer la menor gracia según se lo comentara… pero que analizándolo fríamente, era “cierto” y realista…

-      ¡¡Mina!! ¿Podrías anclar a mi algún tipo de imagen tuya?

-      Claro que sí, me costaría un poco y tendría que retirar el escudo, pero sí, porque… -se calló de pronto poniendo cara de cabreo-, de eso nada, no voy a permitirlo…

-      Es nuestra mejor opción y lo sabes…

-      ¡¡No!!, te matarían, si te quedas solo te alcanzaran y te mataran, no puedo…

-      Mina, te olvidas de lo que soy, como siempre… Si me alcanzan ahora mismo estando solo estarán muertos antes de saber que les pasó, perdieron la sorpresa y viene tras nosotros a toda velocidad, yo soy quien puede emboscarlos en estos momentos. Pero yo no tengo la habilidad necesaria, con la cantidad de ellos que hay, como para defenderte y mantenerte a salvo mientras los mato.

-      ¿Me estás diciendo que soy un estorbo?

-      Sí Mina, aunque no es exactamente eso lo que digo, pero sí, ahora mismo más que ayudar, me estorbas. Soy un ejecutor Mina, o un asesino e elite si te hace entenderlo mejor, puedo matarlos de 1000 formas distintas, pero no puedo defenderte a ti a la vez que lo hago, ese no es mi entrenamiento. Mi protección es mi rapidez, movilidad, agilidad y experiencia, pero todo eso no me sirve de nada si tengo que proteger algo externo a mí, no es ese mi entrenamiento… el protegerte me inmovilizaría… perdiendo mis mayores ventajas con ello…

-      ¿Entonces?

-      Entonces, llevando una falsa imagen tuya a mí lado y tú mientras, ocultándote donde no te detecten, me seguirán a mí, así podré llevarlos hasta un terreno que me favorezca, y entonces descubrirán que su presa no era tal… -sonreí como un Lobo-, morirán… todos ellos… te lo garantizo…

-      Pero llevan al menos cuatro magos, no podrás…

-      Mina, regla número uno de cualquier Asesino, el primer blanco siempre debe de ser el objetivo más peligroso. No sabrán que me he revuelto contra ellos hasta que vean morir a todos los magos que les acompañen. Por favor, confía en mí, es mi profesión, como ejecutor soy un experto en este tipo de trabajos y soy extremadamente bueno… pero necesito que tú estés lejos y a salvo, que no te puedan usar para obligarme a defenderte en lugar de atacarles…

-      De acuerdo, ¿recuerdas cuando hablábamos al abandonar la ciudad del otro camino que te dije que se podía tomar desde Cigbler para llegar hasta Filestra?

-      Si, lo recuerdo…

-      Bien, es el que tomare en cuanto me recupere, búscame en él, y procura hacerlo cuanto antes…, y no te arriesgues innecesariamente.

-      Tranquila, te alcanzare en un par de días o tres…

Mina hizo lo que le pedí, aunque seguía mostrándose un poco reticente a separarnos y dejarme a mí en peligro. Dos horas después encontramos el sitio perfecto en el que Mina se podría ocultar con su caballo y darles el cambiazo a nuestros perseguidores con la falsa imagen. Diez minutos después de haberlo realizado comprobé que funcionaba a la perfección, ya que ninguno de nuestros perseguidores se había desviado tras ella. Puse en cuanto pude tres nuevos Halcones Azules en el cielo, dos estos los use para intentar buscar un buen sitio donde detenerme a “conversar” discretamente con mis perseguidores, el tercero para vigilarlos, mientras que el otro que ya tenía volando se encargó de vigilar a Mina, no quería sorpresas con ella.

Al final encontré un sitio perfecto tras tres horas de persecución, en la que por cierto, tuve que mantener con mi magia las fuerzas de mi exhausto caballo, que ya no daba más de si el pobre. Se trataba de una pequeña hondonada para llegar a la cual tuve que dar algunos rodeos con el fin de que anocheciese lo suficiente como para que nadie pudiese vernos ni por casualidad. Al final “fallé” en una de mis maniobras, justo cuando entré en dicha hondonada, y mis astutos perseguidores me lograron acorralar por fin. Por primera vez pude verles a todos juntos, eran treinta y ocho en total, más cinco magos, fueron la mar de amables conmigo…

-      Por fin, aunque veo que esta solo –dijo el que parecía el jefe de todos ellos.

-      Si, ella tenía un compromiso previo y no podía quedarse para hablar con vosotros –respondí risueño.

-      Sabes, te mereces nuestro respeto, has hecho lo que debe hacer un escudo, proteger a su mago hasta el final…

-      ¡¡¡Ohhhh!!! Creo que se equivoca conmigo, sabe. No hice que me dejase como cebo por eso, no lo hice por salvarla, sino para que no viese como voy a terminar con todos vosotros…

-      Jajajajajajajajajaja, para eso más te hubiese valido no separarte de ella –dijo-, ¿sabes quién es en realidad tu maga?, dime, ¿lo sabes?

-      Si, ella es mi maga, la persona que debo de proteger –respondí.

-      Ella es la famosísima Bruja Roja –replico riéndose uno de los magos-, con ella quizá hubierais matado a algunos de nosotros, pero tú solo, no tienes la menor oportunidad.

-      Podría haberte salvado de haber seguido contigo, no merece tu lealtad. Porque no me dices donde esta… Si lo haces, te dejaremos irte en paz -me ofreció el jefe.

-      Jajajajajaja, buen intento, pero no cuela, me mataríais de todos modos cuando os lo dijese. De todos modos, creo que no entendisteis lo que os dije, aquí, los únicos que estáis en peligro, sois vosotros…

-      ¡¡Ah!! ¿sí?, no me digas que nos vas a matar a todos, ¿tú y quien más?, jajajajajaja – pregunto un mago, empezando a reír todo el mundo.

-      Antes porque no nos dices quien es el que nos va a matar -preguntó con evidente cachondeo el jefe de todos ellos.

-      Mi nombre es Vhaalzord, también conocido como “El Nigromante” –dije sonriendo.

Las carcajadas atronaron el ambiente, diciendo casi todos ellos que estaba loco de atar. Me acorde de lo que me habían contado sobre mis historias y menee la cabeza, me había olvidado que ya no era una leyenda, que lo mío solo eran cuentos, de modo que sin poder evitarlo también yo me eche a reír a carcajadas.

-      Prepárate hombre escudo, porque es ahora cuando vas a morir, le concederé el placer de matarte a los magos. ¿Sabes una cosa curiosa?, sienten especial predilección por matar a los hombres escudo de otros… -me dijo el jefe sonriente.

-      Perdonad, es que no me acordaba que ahora solo soy un cuento para niños y creí que diciéndoos eso os asustaríais, como ocurría hace mil años… por cierto, una última aclaración antes de empezar… Veréis, realmente, ni estoy loco, ni soy un cuento, soy quien he dicho, alguien muy real y por tanto, también soy un mago, el más poderoso que nunca haya existido y vosotros habéis tenido la mala suerte de enfrentaros a mi… -sonreí como sonreiría un lobo a los corderos-, y no permitiré que nadie escape vivo de aquí con esa información…

Nada más terminar de hablar concentre mi poder en grandes cantidades, decidí concentrar la magia pura de Nakriss no solo sin ocultárselo a los otros magos, sino mostrándoselo, haciendo que se sintiese su presencia, por cierto, que enseguida vi en su rostros que estaban notándolo perfectamente. De repente todos ellos se pusieron pálidos al ver como mis ojos se volvían agujeros de profunda oscuridad, como una serie de zarcillos negros de magia pura rodeaban mi cuerpo siseando, como advirtiendo del peligro de ponerse cercanos a ellos. Claro que peor se puso luego…

-      Y ahora que veo que tengo vuestra atención, os presentare un nuevo cuento para niños relatado en mis historias… -chasquee los dedos-. ¡¡¡Los Khulgan…, mis Guerreros!!!... y algo más… -solté una carcajada.

A mí alrededor aparecieron una treintena de Guerreros Khulgan y tres de sus Magos, todos ellos con los ojos idénticos a los míos, entre sus filas también había aparecido “el algo más”, media docena de Lobos Espectrales con las mismas características que estos, sus ojos también eran negros pozos sin fondo, mientras que de sus fauces parecía escaparse la saliva, como si estuviesen ansiosos por obtener su “comida”. Sentía a mi alrededor como todos ellos, Lobos y Khulgan, como sus cuerpos, rezumaban poder mágico de Nakriss, me di cuenta de que ninguno necesitaba ya contacto con mi fuente interior, ahora, todos ellos eran diferentes por completo e independientes, aunque de algún modo, aún sometidos a mi voluntad. Unos cuantos Mercenarios dieron media vuelta tratando de escapar de aquello, pero el resto se dispuso a enfrentarse a la pesadilla que acababa de convocar, los cinco magos parecían completamente aterrorizados… No tuve la menor duda de que todos y cada uno de ellos se habían dado cuenta de la magnitud de mi poder, también de que no tendría piedad ninguna, ni de que cumpliría mi palabra, que no permitiría que nadie escapase para revelar mi secreto, que yo en verdad era quien decía ser, “Vhaalzord el Nigromante”, el mismo de los cuentos, un ser de pesadilla, de modo que se dispusieron a luchar por sus vidas.

Los Khulgan sin esperar orden mía ninguna cargaron contra ellos nada más estabilizarse su materialización, los Lobos Espectrales partieron a su vez del mismo modo tras los que intentaban fugarse, y yo cuando pude reaccionar a la sorpresa de su ataque me dedique a los cinco magos con la ayuda de los magos Khulgan tras reclamar mí queridísima Shilkka. Los Lobos Espectrales me sorprendieron nuevamente al observarlos, cuando salieron corriendo tras los fugitivos sus siluetas parecieron difuminarse con el terreno, exactamente igual que su pelaje blanco-azulado hacia que pasase en los yermos paramos helados del norte…, sin embargo, tampoco era eso exactamente. Me había parecido como si sus formas rielaran, como si fuesen solo niebla o algo de ese estilo, como si se transparentasen o algo así, como si se mimetizasen con el terreno, como si su pelaje alterase de algún modo su tonalidad para adaptarse al entorno…

El primer mago que me atacó, recibió de regreso un conjuro de energía ígnea cargado con todo el poder que pude reunir en solo unos segundos, para mi sorpresa fue más que suficiente como para calcinarlo por completo. El problema fue que al lanzarlo arrastre con el ataque también el poder que alimentaba mis defensas, de no ser por uno de los Magos Khulgan que me protegió con un escudo, uno de los magos enemigos me habría matado al lanzarme una docena de dardos mágicos en ese preciso momento. Cuando le devolví el favor, puse toda mi atención y cuidado en restringir el conjuro al exclusivo uso del poder destinado para él, sin tomar nada más de su alrededor. Mi ataque esta vez solo derribo sus barreras, momento que aprovechó un Khulgan para clavarle una espada por la espalda junto a su columna a la altura de los hombros casi, luego le clavo otra al otro lado de la misma, tiro de ambas hacia abajo pudiendo ver como a continuación soltaba las empuñaduras, y metiendo sus manos dentro del cuerpo del mago extraía por las heridas abiertas sus pulmones. Fue muy desagradable verlos hincharse y marchitarse en segundos mientras su dueño intentaba respirar desesperadamente sin lograrlo, su muerte fue terrible. Con sus pulmones de ese modo, parecía tener alas y estar intentando moverlas, como ya dije, la brutalidad de los Khulgan parecía haberse exacerbado.

Solo cuatro minutos después de empezar la situación estaba resuelta, todos los atacantes habían muerto, todos ellos habían sido completamente exterminados por los Khulgan y los Lobos Espectrales junto a mi pequeña colaboración. Tras desconvocarles a todos, recorrí el sitio viendo y registrando los cadáveres, la violencia ejercida había sido brutal, el que no había sido destripado, había sido decapitado, el que no descuartizado, el que no… en fin, era una escena dantesca. La muerte de todos esos hombres había sido en su mayor parte puro y duro sadismo. Me puse en marcha de inmediato con el fin de reunirme de nuevo con Mina, solo que en esta ocasión, junto a los Halcones, mantuve a mi lado dos Lobos Espectrales como compañía, insuflando poder mágico a mi caballo para que aguantase el ritmo.

Apenas un par de horas después, en plena madrugada, me encontré con un carro fuera de la carretera, tres hombres con antorchas y al aldeano en el suelo hecho un ovillo mientras los hombres le daban patadas. Sus risas atronaban el aire, sus voces me traían palabras de humillación y contaban como iban a matarlo tras robarlo. No me lo pensé, lance a mis dos guardianes contra los asaltantes, sacando mi Shilkka de la nada me fui directo a por el tercer ladrón. Cuando pase a su lado le decapite de un certero golpe, segundos antes de eso pude ver como un Lobo Espectral literalmente le arrancaba la cabeza a uno de los ladrones mientras que el otro devoraba las tripas del último ladrón, todo esto sin matarle antes, comiéndoselas mientras estaba vivo. No pare para nada, hice un saludo con la mano al más que alucinado Aldeano y continúe mi camino al galope, con ambos Lobos, que enseguida se me unieron de nuevo, flanqueándome, uno de ellos con una ristra de tripas volando tras de sí mientras se las comía, parecía que llevase longanizas… La imagen que dábamos al pasar para quien nos viese debía de ser fantasmagórica y aterradora.

Para mi sorpresa me encontré con Mina solo tres horas después de esto, solo tuve el tiempo justo para desconvocar a los Lobos Espectrales, y retirar mi poder el caballo, todo gracias a que yo la vi antes que ella a mí, sino las explicaciones que hubiese tenido que dar… digamos que decir que serían complicadas era quedarse corto, muy corto. Según me comentó, pese a lo que pensé, ocho hombres que iban tras los que inicialmente nos seguían, no fueron engañados y al reducir la marcha pensando que estaba a salvo la alcanzaron. No le quedó otra que derrotarles de modo humillante y matarlos, según me dijo estaba muy cansada, mucho, por lo que no se podía permitir lujos como para andar corriendo riesgos estúpidos por capturar a algunos para interrogarles, y directamente les eliminó.

Regresamos a Filestra, donde pedimos entrevistarnos con el Gobernador, en lugar de salir él, apareció Golbar en su lugar, diciendo que él nos atendería, todo con una sonrisita socarrona en los labios. Mina apretó los dientes, pero se abstuvo de hacer comentario alguno, se limitó a explicarle todo lo que habíamos averiguado y hacia donde apuntaban las sospechas que teníamos. Le prevenimos sobre lo que pretendían, pero nos ignoró por completo, se limitó a decirnos que él se encargaría de comunicárselo al gobernador, pero que lo mejor que ambos podíamos hacer, era salir de la ciudad y del territorio dominado por la Hermandad.

Mina se puso muy seria, le dijo que antes de irnos, el gobernador tenía que cumplir su parte del acuerdo, que sin eso no pensaba irse. Vi en los ojos de Golbar un brillo de alegría al escuchar a Mina, a una seña suya aparecieron una decena de hombres rodeándonos. Después de eso…

-      ¿Estás segura de que no te quieres marchar con tu amiguito ahora que aún estáis a tiempo? –dijo sonriendo con sarcasmo.

-      Te he dicho que no hasta que el Gobernador cumpla su parte del trato, después nos iremos con mucho gusto.

-      Me parece que vas a perder otro Hombre Escudo… maga… -dijo haciendo una seña.

-      Pues yo creo que tú eres el que ha perdido algo… o a alguien –dije.

Tres de sus hombres se habían movido contra mí a su señal, solo un segundo después los tres estaban sobre el suelo muertos, cada uno con una de mis Dagas Khlomn en su cuello. Su rostro se tornó lívido al verlo, el resto de sus hombres sacaron sus armas, yo en cambio permanecí tranquilo, mirándole fijamente, taladrándole con mis ojos mientras que por el rabillo del ojo veía como Mina empezaba a prepararse para combatir…

-      Ve a buscar al Gobernador o esto terminara muy mal –dijo Mina.

-      He dicho que no está disponible –replico Golbar.

-      Pues entonces vamos a tener un serio problema, porque me estoy empezando a cansar, y eso es muy peligroso –dije muy serio.

-      ¿Y qué harás si te cansas?

-      Convertir al Gobernador en mi próximo objetivo, y te garantizo que ni tu ni tus hombres sois rival para mi…

Dos de sus hombres al escucharme decir eso decidieron por iniciativa propia atacarme, encontrándose con que matarme no era tan fácil como ellos habían pensado. Cada uno venia de una dirección, ambos de direcciones opuestas, le di la espalda a uno y fingí centrarme en el otro, cuando se acercó confiado a matarme por la espalda se encontró con la hoja de una de mis espadas en las tripas. Clave como unos diez centímetros en sus tripas, luego hice un giro con la hoja, tirando con violencia hacia arriba, rajándole y liberándola con el tiempo justo. El otro se me hecho encima, use la espada libre para parar su ataque, libere la segunda espada del cuerpo de su compañero con el tiempo justo para clavársela de forma lateral en los riñones, cruzando su cintura de parte a parte. Ambos cayeron bajo mis espadas en menos de treinta segundos…

-      Dos menos, a este paso te quedaras sin ninguno, ¿no crees que deberías de ordenarles que sean buenos y se estén quietecitos? –pregunté irónico.

-      Ya vale Val, no le pinches más… -me susurro Mina.

-      Golbar, queremos ver al gobernador, porque no le preguntas, cuanto antes le vea para que cumpla su parte del trato, antes nos marcharemos de aquí –dijo Mina.

La cara de Golbar estaba completamente roja por la cólera, su mano se cerraba sobre la empuñadura de su espada, poniéndose su mano completamente blanca y temblorosa por la fuerza que hacía. La cólera le inundaba, pero pese a eso y aunque a duras penas, lograba mantenerla en todo momento bajo control.

-      No creo que…

-      ¡¡¡Vale Golbar!!! Yo les atenderé… retira tus hombres de aquí… -el recién llegado hizo una leve inclinación de cabeza hacia nosotros a modo de saludo.

Un nuevo personaje acababa de entrar por una puerta lateral y había hecho callar a Golbar de un modo tremendamente eficaz, este se puso pálido y agacho la cabeza, susurrando un “si mi señor” para luego hacerse a un lado y quedarse estático por completo, sin volver a abrir la boca para nada. De reojo observe, como al verle, Mina retrocedió un paso de modo instintivo, como convocaba su poder en masa empezando a formarse un halo rojizo y luego, apenas décimas de segundo después, como volvía a relajarse haciendo un terrible esfuerzo, empleando toda su voluntad para evitar tener ninguna reacción más… después…

-      Cállate y no hables para nada, déjame a mí… y pase lo que pase, escuches lo que escuches, no reacciones… o estaremos los dos muertos… -me susurró Mina.

-      De acuerdo… obedeceré… -le dije también en un susurro.

-      ¿Y bien, que es lo que querías exactamente? –preguntó el recién llegado.

-      Señor, tan solo quería hablar con el Gobernador, llegue a un acuerdo con él, yo investigaba lo que estaba sucediendo, averiguaba que era y se lo contaba, con pruebas evidentemente. A cambio de esto, él tenía que proporcionarme algo que le solicite…

-      He escuchado lo que habéis informado a Golbar, por cierto, disculpadle por favor, se toma sus deberes muy en serio para proteger los intereses de la Hermandad. Estoy de acuerdo con vosotros y vuestras conclusiones, desgraciadamente para el gobernador llegan un poco tarde, hace tres días tomo la fatal decisión de  escindirse de nosotros… y ahora lamentablemente, no está en condiciones de hacer nada que no sea alimentar a las alimañas con sus restos.

-      Entonces… -Mina fue interrumpida.

-      Tranquila, toma –le lanzó a mina un pergamino enrollado que esta recogió al vuelo-, hay tienes la información que pediste como pago. Te darán una habitación, podéis quedaros por hoy para que tengas tiempo de estudiarlo, aprovéchalo bien porque antes de marcharos tendrás que devolvérmelo, ¿todo claro?

-      Si, perfectamente, gracias, mañana se lo devolveré… -dijo Mina sin dejar de vigilar de reojo a Golbar.

-      Mientras permanezcáis aquí estaréis bajo mi protección personal, si alguien os molesta o intenta cualquier cosa contra vosotros, me ocupare personalmente de que lo lamente cada uno de los escasos segundos que le queden de vida –replicó el recién llegado.

Resulto obvio que esto último que dijo iba dirigido a Golbar, y que este desde luego se lo tomaba de lo más enserio, dado lo lívido que se puso al escuchar eso. Cuando nos retiramos a la habitación que nos asignaron le pregunté a Mina, esta me explico detalladamente quien era esa persona y porque todo el mundo parecía tan asustado, me conto todo lo que sabía… o casi todo más bien. Según Mina se trataba de uno de los doce consejeros de la Hermandad, el más temido de todos ellos, incluso más aún que el Gran Consejero, se creía que era un poderosísimo mago y a su cargo se encontraba la Orden Carmesí, él era el Jefe directo de ese cuerpo y ante el único que Golbar respondía.

Con todo y con eso, pese a ser alguien tan peligroso, quien era no explicaba el gran sobresalto que Mina se había llevado al verle, aunque la verdad es que tenía mis sospechas de la razón de ese gran susto que se había dado. El recién llegado era un hombre alto, muy fornido, con una gran Armadura verde cubriéndole el cuerpo y el rostro por completo, su voz era rasposa, metálica, rechinante… No tenía la menor duda de que probablemente Mina al verle lo hubiese reconocido tan bien como yo mismo, ese hombre no era tal, se trataba de un Dragón en su forma Humanoide, concretamente y según el color de su Armadura, se trataba de un Dragón Verde. Mina estuvo mirando detenidamente el pergamino, o más correctamente, los cinco pergaminos que en realidad componían el royo que el Dragón le había dado.

-      ¿Y bien? –le pregunté.

-      ¿Sobre los rollos?

-      Sobre todo…

-      Mira, sobre ese tipo no te puedo explicar mucho, y créeme que es por tu propio bien, es mejor que ciertas cosas simplemente las desconozcas. Sobre esto –me mostró los pergaminos-, más o menos contienen lo que buscaba, no exactamente, pero algo es algo, por lo menos me dan una nueva pista sobre lo que busco.

-      Vaya, admites que buscas algo, eso es nuevo…

-      Jajajajajaja, si, lo admito, busco algo, llevo doscientos años buscándolo, y no pienso cejar hasta encontrarlo –me miro muy seria el decir aquello.

-      Créeme si te digo que estoy completamente seguro de ello… ¿Y ahora?

-      Ahora lo primero será devolver al consejero estos pergaminos tal y como me los entregó, después, yo seguiré hasta donde me muestra esta nueva pista, tu… no se… ¿Qué piensas hacer ahora?

-      Obviamente seguir contigo, es divertido y quiero seguir viendo cosas, así que si no tienes inconveniente…

-      Jajajajajajaja, para nada, encantada de que me acompañes –dijo abrazándome de alegría para mi sorpresa.

A la mañana siguiente, sobre casi el medio día volvimos a ver al consejero, al que Mina devolvió los pergaminos. Golbar también estaba en la entrevista, detrás y a la derecha del consejero, en la misma posición que estaría un guardia personal. Mina, muy seria, se despidió del consejero con un enorme respeto, yo por mi parte me limite a imitarla, aunque sonreí al consejero, que me devolvió la sonrisa… Cuando nos retirábamos escuchamos una conversación un tanto curiosa…

-      Mi señor, han matado a varios de mis hombres, déjeme castigarlos…

-      No seas tonto Golbar, cállate y por favor, evita que me arrepienta de estar salvándote la vida.

-      Pero mi señor, le aseguro que esa Maga no es rival… mis hombres y yo una vez que salgan de nuestro territorio podemos… -escuchamos como el consejero le corto tajante.

-      Eres aún más idiota de lo que pensaba… no os estoy salvando a ti y a tus hombres de ella, os estoy salvando de él, si se pone serio de verdad no le duraríais más que segundos. Si te lo vuelves a tropezar de nuevo, procura evitar enfrentarle si es que deseas seguir con vida…

Luego de eso ya no escuchamos más puesto que cerraron tras nosotros las pesadas puertas de la sala donde se quedaron. De reojo me fije en que Mina me miraba también de reojo mientras caminábamos, pensativa, como analizando lo que habíamos escuchado, porque ambos lo habíamos podido escuchar igual de bien… por mi parte según dijo aquello sobre mí me acorde de todos los Dragones habidos y por haber. No me hacía falta ningún conjuro de lectura mental para saber las preguntas que se estaría haciendo en esos momentos Mina sobre mí, tras escuchar aquello de boca del Dragón…

Yo a mi vez iba más o menos igual que ella de preocupado, aunque por diferentes razones. En mi caso me preguntaba cómo demonios podía saber mina que ese consejero, era en realidad un Dragón, como podía ser que supiese de los Dragones y continuara aún con vida, y lo que si tenía muy claro, de lo que tenía total certeza por sus reacciones, es que algo sabía. Pero sin duda lo que se llevaba la palma en cuanto a mi curiosidad, era pensar en qué demonios hacia un Dragón Verde, uno de los súbditos de Shless o como se les quisiese llamar, metido a dirigir una organización criminal humana… Porque lo que si tenía claro, es que ese Dragón Verde pertenecía al Reino del Norte y casi con total certeza estaba trabajando para su Nahkkar. Cuando salimos de la ciudad…

-      Y bien Mina, ¿ahora hacia dónde?

-      Al Norte, vamos a los páramos… tengo que encontrar un lugar en ellos… un sitio muy antiguo…

Tras decir esto azuzo un poco su caballo para que fuese más rápido, viéndome obligado a hacer lo mismo para seguirla y no quedarme retrasado. Al salir de la ciudad llevaba conmigo un buen número de preguntas, empezando por la búsqueda de Mina y finalizando con la presencia allí de un Dragón Verde del reino del Norte.

Los páramos eran territorio de los Hombres del Norte, o por lo menos su inmensa mayoría lo eran en mis tiempos. Para llegar allí había dos modos, por mar y adentrarnos por su territorio, lo que era muy peligroso ya que no les gustaban los extranjeros, solían matar a todo el que se encontraban y no les había pedido permiso para estar allí. Y con esto de dar permiso para pasar, me refiero casi exclusivamente a los comerciantes.

El otro modo de llegar era cruzando las Tierras Salvajes procurando tener cuidado de que territorios cruzar, especialmente el llamado territorio de las Tribus, ya que muchas de estas eran igual de agradables con los extraños que los hombres del Norte. Era todo un bonito dilema, que por fortuna le tocaba solucionar a Mina, y no a mí, yo únicamente seria su acompañante.

EPÍLOGO

Por lo que luego nos enteraríamos, la jugada contra la Hermandad fracasó por completo, descubriéndose quien había sido el directo responsable infiltrado en la Hermandad y ejecutado, consiguiendo pruebas también de quien estaba detrás de todo esto. Y durante al menos un año ambas organizaciones estuvieron en Guerra no declarada, en la que la Orden Carmesí tuvo mucho que decir, siendo una pieza fundamental para esta.

Al final la Hermandad salió triunfante y la otra organización termino sucumbiendo, perdiendo a sus manos un buen número de posiciones en el continente Oriental, lo que supuso su principio del fin. A duras penas sus líderes aguantaron tres años antes de perder por completo el control sobre ella, esta se dividió en varios bloques que terminaron luchando entre sí por el control de su cadáver agonizante, lo que termino de debilitarla y rematarla, para regocijo de la Hermandad, que reforzó aún más su posición predominante en la zona.

FIN