Crónicas de Vhaalzord - Libro 18 - 4

La situación poco a poco se va complicando cada vez más… Val, ante el panorama, decide empezar a asumir riesgos con la magia

CRÓNICAS DE VHAALZORD

Libro - 18

Capitulo- 4

Llegamos cerca de la ensenada donde se suponía que debía de estar el barco que buscábamos, Mina hizo que descabalgásemos, atásemos los caballos y nos acercáramos con mucho cuidado hasta una posición donde pudiésemos ver el barco sin que ellos nos viesen con facilidad a nosotros...

-      ¿Qué es lo que estás buscando? -pregunté.

-      Creo que aún es un poco pronto para que te lo diga, aunque has podido resistir tu curiosidad mucho más de lo que esperaba, la verdad.

-      Me refiero al barco Mina, que es lo que buscas en ese barco, no te pregunto qué es lo que “tú” estas buscando -sonreí.

-      ¡¡Ahhh!!, lo siento, no te había entendido. Según averigüe ese barco se dedica a trasladar a alguien de un lado a otro, solo hace eso, nada más.

-      ¿Sabes a quién?

-      Sé cómo es, no me preguntes como, pero conozco su cara, aunque no sé cómo se llama.

Evidentemente no me hacía falta preguntarle, obviamente la lectura de mente le había facilitado conocer todos esos datos, y si no tenía nombre, o bien era porque Mina pensaba que era falso, o bien porque el sujeto había pagado el uso del barco durante una buena temporada por adelantado, con abundante oro por delante, lo cual evitaba los nombres. En cualquier caso, aunque evidentemente yo no tenía los datos que manejaba Mina, me resultaba muy extraño lo referente a ese posible "mensajero", porque ciertamente eso era lo que parecía.

-      Y bien, ¿qué es lo que quieres que hagamos?

-      Tenemos que hablar con ese sujeto... -dijo Mina-.

-      Ya, el problema es que esta en ese barco -dije señalando el navío.

-      Tengo que subir a él... -dijo pensativa.

-      Vale, esta noche..., iremos con cuidado y veremos de pasar desapercibidos.

-      ¿Crees que podremos?

-      Subir será sencillo, pasar desapercibidos también, pero no tengo muy claro cuánto tiempo tendremos... o si levara ancla antes de poder hacer nada.

-      Bien, de todos modos lo intentaremos, si logro estar ante él no tardare mucho en saber lo que queremos.

-      Entendido, yo te allanare el camino hasta ese sujeto, pero eso sí, en esto mando yo, harás todo lo que te diga, y si en algún momento digo que nos vamos, es que nos vamos en el acto, ¿entendido?

-      Perfectamente, hare lo que tú me indiques...

Tras la conversación nos retiramos para descansar, ya que quería estar cerca del barco antes de que anocheciese para, más que nada, ver como organizaban las guardias de cubierta. Desde dos horas antes del anochecer, estuve tendido en el suelo, en un punto alto, desde donde podía ver los pequeños bultos que se movían sobre su cubierta. En la pequeña playa habiz un pequeño grupo de marineros con la pequeña barca que llevaba a bordo el navío. Contabilice un total de cuatro hombres en la playa, y según aprecie, dos más en la cubierta del barco, uno en popa y otro en proa.

Hacía ya algunas horas que había anochecido, Mina estaba tendida a mi lado, preguntándome cuanto íbamos a tardar en ir al barco, la contuve, pidiéndole paciencia. Estuve esperando pacientemente a que los de la playa realizasen el cambio de guardia, tres dormían y uno vigilaba. Cuando considere que era el momento oportuno me deslice con mucho cuidado hasta la espalda del centinela, cortándole el cuello nada más llegar hasta el, luego me ocupe de los tres que estaban dormidos, a los que también elimine.

Use las camisas de los muertos para envolver las palas de los remos de la barca con el fin de reducir el ruido en todo lo posible. Puse la barca en el agua, hice que Mina subiese y después estuve remando despacio, introduciendo con suavidad las palas en el agua, lentamente para no hacer ruido. Llevaba preparada mi cerbatana, esta constaba de tres partes, con las tres ensambladas era factible poder disparar desde una más que considerable distancia, mucho más que suficiente para llegar de extremo a extremo del barco.

Nada más subir a cubierta hice uso de mis dardos, eliminando a ambos centinelas en segundos. Guie a Mina hacia donde pensaba que se encontraría el camarote de nuestro blanco, que posiblemente fuese el del capitán, y este hubiese pasado al de oficiales. Nos cruzamos con un marinero que por las pintas debía de pretender ir a la cubierta para orinar desde la borda, tuvo mala suerte, una daga Khlomn se enterró en su cuello, y por fortuna, tampoco hizo mucho ruido al caer muerto al suelo.

Alcanzamos el camarote, encontrándonos en el con una sorpresa, al mensajero y al capitán en pleno combate amoroso sobre el lecho. El mensajero se encontraba a cuatro patas, con la cabeza inclinada hacia abajo, jadeando, mientras el capitán estaba tras él, con su polla dentro de su culo, envistiéndole con fuerza, resoplando por el esfuerzo. Di tres pasos, sujete al capitán por el pelo y le rebane el cuello, después use la empuñadura de la daga para golpear con fuerza sobre la nuca del mensajero. Mina se acercó a él, puso sus manos sobre su frente e hizo una lectura, después de eso únicamente dijo un escueto "vámonos ya"...

La mire fijamente, asentí con la cabeza, moviéndola en gesto, indicándola que fuese delante de mí. Tras degollar al mensajero me dirigí al pañol de repuestos, donde había velas, aceites, grasas diversas para encerar las velas y las sogas, etc... Use un par de velas, aceite y unos trozos de soga encerada para hacer una mecha que  nos diesen unos pocos minutos para escapar del barco antes de que este se incendiase. Estábamos llegando a la playa cuando en el barco empezaban a verse las primeras lenguas de fuego. Nos dirigimos a por nuestros caballos a toda velocidad, poniéndolos tras montar a un trote rápido para alejarnos de allí todo lo posible, evidentemente, fue Mina quien indico el camino. Paramos solo veinte minutos después, un rato más tarde Mina enviaba un ave mágica con un mensaje, supuse que al gobernador de Filestra.

-      ¿Y ahora?

-      Bueno, recibía instrucciones de un hombre que no conocía, se dónde seria su próximo encuentro, aunque primero debemos de impedir un nuevo ataque contra la hermandad que se llevara a cabo en esta zona, de otros dos más que están planificados he mandado aviso al gobernador, supongo que sus propios hombres o la Orden Carmesí se ocuparan de ambos ataques -explico Mina.

-      Entiendo... -dije.

-      Tenemos tres días para llegar a la ciudad de Cigbler, por lo que sabía el tipo del barco una importante caravana de especias de las tierras salvajes seria robada en esa ciudad o sus alrededores, lo cual tampoco es que fuese muy especificado. De todos modos queda claro que ese es nuestro siguiente paso, evitar que esa caravana le pase algo, y se exactamente por donde tenemos que empezar.

-      Eso espero, vamos a ver qué podemos hacer, aparte de matar a unas cuantas personas, porque no creo que dejen en paz la caravana por las buenas.

Una cosa que nos preocupaba, es que estábamos, por así decirlo, en pleno corazón del territorio de la Hermandad, por esa ciudad pasaba una de las rutas “comerciales” más importantes procedentes de las Tierras Salvajes. Sabíamos de cierto, yo por Mina evidentemente, que en la ciudad había un buen número de hombres de la Hermandad, de sus soldados, precisamente para proteger ese tráfico comercial que tanto dinero dejaba a sus arcas, y creedme que conociendo esas Tierras, merecía la pena hacerlo como fuese. Por los datos que Mina manejaba procedentes de la mente del mensajero, este le había vendido la información a una banda de asaltantes extremadamente peligrosa que actuaba muchísimo más al norte, fuera del territorio de la Hermandad y ajenos a ella.

Nuestro problema es que para que esa funcionase, se necesitaba a alguien en la ciudad que les avisase de la presencia de dicha caravana, y según parece, ese era un dato desconocido para el mensajero. Según me conto Mina, el mensajero entregó un pergamino lacrado al jefe de la banda, que este leyó muy atento y luego, ante él lo destruyó, encargándole que dijese a su jefe, que si las caravana era como prometía, cumpliría con su parte del trato, pero evidentemente, el mensajero no sabía nada sobre eso.

Una vez en la ciudad recorrimos por separado el mayor número de locales posibles, para ver que se cocía por ellos. Comprobamos que en la ciudad había todo tipo de gente indeseable, que caravanas de todo pelaje pasaba por allí. No tuvimos excesivos problemas en identificar la teórica caravana que sería atacada, aunque tras confirmar que todos los datos que teníamos nos llevaban directos a ella...

-      ¿Qué pasa Mina?

-      Que no me fio...

-      De que exactamente

-      Al jefe de la banda el mensajero le entregó un pergamino lacrado con lo que supongo que serían instrucciones de algún tipo, o algo referente a ese supuesto acuerdo que te comente, pero sin embargo, el objetivo del ataque de la banda contra la caravana se lo dijeron a él en lugar de incluirlo en el pergamino... no tiene sentido.

-      Ya me había dado cuenta de ello, pero creo que el ataque a la caravana es cierto, aunque quizá viéndolo todo en conjunto, es más probable que eso solo sea una parte de lo que es banda tenga que hacer aquí.

-      Sí, eso es más factible y encaja mejor con lo que sabemos. De todos modos no podemos permitir ese ataque... -Mina abrió los ojos con asombro- ¡¡¡eso es... el ataque...!!! –exclamo dándose un golpecito en la frente con la palma de la mano.

-      Claro, una distracción, tanto los soldados como el resto de los miembros de la hermandad en la zona tendrá que ir en ayuda de una de sus caravanas... Uhmmm, entiendo… -asentí.

-      Y creo que ya sé cuál es el verdadero objetivo, vamos, tengo que hablar con alguien -dijo Mina poniéndose en marcha.

Según vi Mina se dirigía directamente a la Alcaldía de la ciudad, evidentemente para entrevistarse con el responsable de ella ante la Hermandad. Esta ciudad pertenecía al área de otro gobernador diferente, por lo que según me conto Mina tras salir de hablar con el alcalde, este se había enfadado al considerar nuestra presencia allí como una injerencia en sus asuntos. Pero lo que de verdad enfadaba a Mina es que el Alcalde la informo del tiempo que teníamos los dos para abandonar su territorio antes de que le diese por ordenar nuestra muerte. Si Mina estaba enfada por semejante imbécil, yo ni os cuento.

No nos quedó más remedio que marcharnos de la ciudad. Únicamente tuvimos que esperar tres días, sobre la mitad de la llamada llego un aviso de que la caravana en cuestión estaba siendo atacada, el inútil del Alcalde, pese a nuestro aviso mando en su ayuda a casi todas sus fuerzas. En la ciudad apenas quedo gente de armas de la Hermandad como para controlar las posibles peleas en los garitos y poco más.

Cigbler es una ciudad de unos once o doce mil habitantes tan solo, con un flujo de forasteros de unos mil a dos mil aproximadamente. Tanto Mina como yo pensamos lo mismo, el verdadero objetivo era la misma Cigbler, ya que la banda en cuestión se rumoreaba que contaba con unos quinientos miembros activos más un buen número de infiltrados y espías en su territorio. Eran más que suficientes como para montar el ataque sobre la caravana y saltar sobre la ciudad a la vez, especialmente si como sospechábamos sus hombres posiblemente ya estuviesen dentro mezclados con los forasteros.

A mi pregunta a Mina sobre qué haríamos en caso de que nuestras sospechas fuesen ciertas, ella me dijo que entraríamos en la ciudad e intentaríamos aprovechar el ataque para indagar y obtener más datos sobre ellos, quería que averiguásemos todo lo posible. Tan solo cuarenta minutos después de haberse ido el grueso de las fuerzas de la Hermandad, estallaron tumultos por toda la ciudad, los pocos hombres de esta que aún quedaban en la ciudad fueron rápidamente suprimidos por los atacantes. Las puertas de la ciudad fueron velozmente tomadas, ya que custodiándolas apenas quedaron cuatro soldados por cada una de las dos existentes.

Al observar los primeros síntomas, como por ejemplo la muerte de los guardias de la puerta más cercana a nosotros, nos pusimos en marcha. Al llegar hasta la dichosa puerta los atacantes ni se molestaron en preguntar, intentaron matarnos de inmediato nada más llegar hasta su lado. Por desgracia para los cinco que allí había, nosotros dos éramos infinitamente mejores. Capture con vida al que parecía el jefe, le pregunte por quien fuese que mandase sobre ellos y su ubicación, empezó a contar lo que quería de él tras cortarle la nariz, las orejas y cuatro de los dedos de su mano izquierda, tras ello le clave la daga que estaba usando en el cuello.

Me di cuenta de que Mina se parecía mucho a mí, bastaba también que alguien la atacase para que todo su sentido de humor desapareciese también como por ensalmo. De camino hacia donde se suponía que estaba su jefe nos fuimos topando con algún que otro problemilla menor. Por ejemplo un par de magos con media docena de bandidos que nos intentaron… bueno, que en realidad intentaron capturar a Mina y matarme a mí debido a mi look.

Un mago apareció por cada uno de nuestros costados, y los hombres por nuestro frente y espalda, tres y tres para ser más concretos. Los magos lanzaron sobre nosotros un conjunto de atadura para inmovilizarnos, algo de lo que Mina se deshizo sin el menor problema. Los magos entonces dieron orden a los tipos de atacarnos, pero antes de que pudiesen hacer nada, los que estaban ante nosotros se encontraron conmigo avanzando a la carrera los apenas cinco metros que nos separaban con mis dos espadas en las manos. No les dio tiempo a nada de nada, dos de ellos murieron casi en el acto debido a sendos cortes en sus gargantas realizados con el filo de mis hojas, el tercero tuvo algo más de suerte, ya que lo de él, fue instantáneo, con una hoja desvié su ataque mientras que con la otra le atravesaba lateralmente por los riñones, cruzando su cintura de lado a lado, de izquierda a derecha. Al abrir los brazos cuando sintió entrar mi hoja, aproveche para meterle la segunda por el frente, atravesándole el estómago a la altura del ombligo, rozando en su interior mi otra hoja. Sin dar tiempo a nada, a la vez que las extraía me revolví en dirección a mi espalda, a los tres restantes los estaba conteniendo Mina con su magia, junto con los dos magos.

Al hacer yo frente a los tres en ese instante, Mina quedó liberada para centrarse por completo en ambos magos, o mejor dicho en uno nada mas, ya que el otro tuvo la mala suerte de recibir, por un lado un ataque de Mina que provoco que sus defensas se derrumbasen, en segundo, justo cuando caían una Daga Khlomn salía de mi mano para ir a enterrarse en su cuello, matándole en el acto. El otro pobre infeliz se quedo solito frente a una Mina muy enfadada por el ataque sobre nosotros, por mi parte me olvide por completo del otro mago para centrarme únicamente en los tres idiotas que tenía delante. Me lance sobre ellos, eligiendo para el ataque a los dos que peor parecían trabajar juntos, aproveche varios fallos graves entre ellos como para cuchillar de muerte a uno y decapitar al otro, el tercero intento escapar, pero su espalda fue atravesada por una docena de dardos mágicos, al darme la vuelta pude ver a Mina haciéndome señas de seguir mientras empezaba a andar.

Apreté el paso para ir tras ella, mientras miraba sorprendido lo que quedaba del segundo mago, puesto que no había visto lo que pasó… ¡¡le había explotado la cabeza!!. Sospechaba que conjuro podría haber usado Mina, pero sin ver como lo realizaba no quería andar haciendo especulaciones, aunque cada vez tenía más sospechas de que esa chica, Dhialmina, no llevaba ese nombre por casualidad por el mero hecho de que cuando nació fuese muy popular en medio mundo… La verdad es que si la observaba detenidamente, me dejaba ciertos Deja Vú a las Talkinq, aunque llevando tanto como ella rodando por el mundo, era muy difícil saber de dónde procedería… Como pensar en ello era un auténtico dolor de cabeza, lo dejé para mejor ocasión, o para cuanto tuviese mas datos…

Por el camino hacia la Alcaldía de la ciudad, vi a tres de los bandidos meterse en un callejón con una chica adolescente que iba gritando y pidiendo socorro. Le dije a Mina que me esperase solo un instante y me fui tras ellos. Eran realmente rápidos, cuando llegue ya estaban dos sujetando a la chica y el tercero listo para follársela, no medie palabra u aviso alguno, simplemente use mis espadas sobre sus espalda, atravesándoles de parte a parte. Salude a la chica y lo único que le dije fue “que aprovechase para irse a casa ahora que esos ya no la molestarían.”

Cuando regrese donde estaba mina llevaba conmigo las dos ballestas que había visto que esos tipos llevaban con ellos cuando entraron en el callejón. Mina rechazo una de las dos, quedándomelas yo, disfrutando de ese modo por fin de armas de largo alcance y una precisión más que aceptable como no tarde mucho en comprobar. Reconozco que solo por diversión y para cabreo de Mina, iba haciendo uso por el camino de ambas armas. Cada vez que nos cruzábamos con uno de estos un dardo partía de mis armas, Mina me miraba asombrada de mi puntería, ya que ambas eran manejadas con una sola mano. Desde donde las conseguí hasta la puerta del ayuntamiento había matado a 11 más. Según nos acercábamos a la puerta podíamos escuchar los gritos y chillidos del Sr. Alcalde, al que mas que posiblemente estuvieran torturando.

Al llegar a la puerta encontramos una guardia de honor compuesta por media docena de tipos que parecían ser muy duros, sin duda los escoltas del jefe del ataque. Los pobres no le duraron a Mina ni un asalto, les disparo una autentica cortina de dardos mágicos sorprendiéndome con ello, no por haberlos usado, si no por la cantidad de ellos que lanzó, más de un centenar. Los seis sujetos cayeron acribillados, siendo rematados los dos únicos supervivientes por ambos al pasar por su lado, yo le clave una de mis espadas en el cuello y Mina le metió cuatro dardos mágicos más al otro en el pecho.

Cuando llegamos al sitio de donde procedían los gritos y gimoteos del Alcalde, nos topamos con un mago y dos tíos más, de los que dimos cuenta en el acto, yo de los dos “guerreros” y Mina del mago. Cuando terminamos nos fuimos a encontrar con el jefecillo parapetado tras el Alcalde, con una Daga sobre su costado y amenazándonos con matarle si no le permitíamos irse… mis carcajadas atronaron el ambiente. Con un rápido movimiento di dos pasos y con la punta de una de mis espadas le corte el cuello al Alcalde ante los atónitos y cada vez más aterrados ojos del bandido.

-      Problema solucionado, ya le he matado yo para que no tengas tu qué molestarte –le dije socarrón al bandido.

-      ¡¡¡Estúpido!!! No le queremos a él, te queremos a ti… -apostillo Mina con una sonrisa cruel en su cara.

-      Os matare si os acercáis más a mi –dijo chillando mientras movía su Daga de modo enloquecido en todas direcciones.

Con toda parsimonia saque uno de los tubos de mi cerbatana, introduje un pequeño dardo en un extremo, me lo lleve a la boca y sople contra el bandido, que recibió el dardo en una de su manos… solo un minuto después caía redondo al suelo inconsciente… Vi la mirada que Mina me hecho al verle caer…

-      Tranquila, solo esta inconsciente, aquí está el antídoto para despertarle –dije extrayendo un pequeño frasquito de uno de los bolsillos interiores de mi capa.

-      Menos mal, aunque no creía que hubieses hecho la tontería de matarle…

-      Vamos Mina, tenme un poquito de confianza, ¿vale?, no representaba el menor riesgo como para tener que matarle en este momento… eso lo hare luego, cuando tu termines con él.

-      Bien, ese plan me parece muy adecuado.

-      Perfecto entonces, te lo despertare para que lo interrogues –dije sabiendo perfectamente que no era necesario.

-      No te preocupes, déjale así, me será más fácil leerme la mente en este estado, yo me encargo.

-      Como quieras –dije retirándome y dejándola espacio para “trabajar” con él.

Tardo poco menos de cinco minutos en extraerle todos los recuerdos que necesitaba, después de levantarse me dijo que era mi turno de hacer lo que quisiese… ni me lo pensé, me acerque y le degollé, lanzándole después por la ventana a la calle.

-      ¿Y ahora?

-      Por lo pronto salgamos de la ciudad, ya sé lo que pretendían hacer estos…

-      No me lo digas, desvalijar la ciudad, echar a la gente y quemar el mayor número de locales posibles, ¿no?

-      Si, más o menos, han plantado unas cuantas semillas diseminadas por la ciudad para que al investigar, en la Hermandad aten cabos y piensen que ha sido cosa del gobernador de Filestra. Aunque sigo sin ver mucho sentido en todo esto…

-      Yo creo que empiezo a entenderlo…

-      Vale, pero vámonos ya, me lo explicas por el camino –se puso en marcha hacia la salida.

-      De acuerdo, venga –dije poniéndome en marcha tras ella.

Nada más salir de la ciudad me pregunto por mis ideas. Le dije lo que pensaba, que alguien dentro de la organización del Gobernador de Filestra era un traidor y todo esto daba la impresión de que estaban intentando separar la Ciudad de la Hermandad, de que intentaban obligar al gobernador a romper sus lazos con ella. Mina pensativa estuvo de acuerdo conmigo, pero en cambio ella sí que apunto en dos posibles direcciones, una era una cofradía de magos. Estos eran extremadamente poderosos, pero todo su territorio se reducía al interior del continente, y si bien Filestra no es que fuese la mejor opción posible para conseguir un puerto al mar dada la distancia hasta sus plazas fuertes en el interior, si era lo bastante importante y estaba lo suficientemente bien situada como para pensar en plantearse algo semejante.

La otra posibilidad y quizá la más factible de las dos, era la de una poderosa organización del estilo de la Hermandad con base en el Norte del Continente Oriental, estos no tenían puertos fuertes en el Gran Continente lo que les colocaba en una clara desventaja con respecto a la Hermandad, y quedarse con una ciudad como Filestra sería un autentico golpe de genialidad, le restaban una Gran Ciudad a la Hermandad a la vez que la conseguían para sí, asegurándose de ese modo un poderoso Ancla en el Gran Continente. Filestra sería una perfecta Daga apuntando directamente al flanco más débil de la poderosa Hermandad de la Costa.

Saber o sospechar esto, no hacía que supiésemos como demontres pensaban llevar a cabo sus planes. De momento lo único cierto es que lo que parecían haber conseguido con todo esto era fastidiarla, ya que la Hermandad había respondido trasladando a la Orden Escarlata a Filestra, acuartelando en la ciudad a su fuerza más poderosa.

Mina y yo cabalgábamos pensativos rumbo al Sur, de nuevo de camino hacia Filestra para volver a hablar con su gobernador… No me gustaba nada todo esto, decidí arriesgarme a que Mina me descubriese usando más magia de la debida para un Abraxx y poner al menos un Halcón Azul en el cielo para vigilar nuestro entorno… sin olvidar de volver a disponer de todos mis conjuros defensivos sobre mí de nuevo con extremo cuidado para evitar provocar sobre mí los efectos secundarios de usar el poder de Nakriss… Todo esto no me estaba gustando para nada… era consciente del riesgo, un solo ataque que me sorprendiese y activase mis escudos, me delataría en el acto… pero no tenía intención de volver a morir de nuevo, o al menos, no en esos momentos… que no sabía si despertaría, aunque lo suponía o peor aún, cuanto tiempo me volvería a llevar hacerlo…

CONTINUARA