Crónicas de Vhaalzord - Libro 18 - 3
Mina y Val poco a poco avanzan con la investigación Mina encuentra una razón plausible para los extraños conocimientos y capacidades de Val
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 18
Capitulo- 3
El hecho de que mis deseos me pudiesen, el hecho de que Saya Duello fuese toda una fiera follando, el que te dejase deshecho, el que provocase tal excitación como para perder la cabeza, no obstaba para que tuviese más de dos mil años de andanzas por el mundo a mis espaldas. Una cosa era que tuviese que andarme con cuidado con lo que hacía estando con Mina, y otra muy diferente el que no usase mis conjuros defensivos más habituales, incluyendo el eficaz destinado a librar mi cuerpo de cualquier veneno que pudiese entrar en él, cuando no estaba delante.
Sentí una arañazo en la espalda mientras me follaba a lo bestia a Saya y esta gemía como desesperada, inicialmente lo achaque a sus uñas, pero cuando note en mi cuerpo la dolorosa quemazón en mi sangre, la activación del efectivo, pero doloroso conjuro de purgación, supe que la tal Saya me había debido de envenenar con aquel arañazo. Debido al dolor que sentía, a la quemazón provocada por el conjuro, todo ello sumado a mi enfado, hizo que empezase a, literalmente, empotrar a pollazo limpio a Saya contra el lecho. Lo más surrealista es que a la muy zorra aquello parecía estar sacándola de quicio, parecía que se hubiese descontrolado por completo con la fortísima follada a la que le estaba sometiendo. Al final, alcanzamos un gran orgasmo que me dejo derrumbado sobre ella, y a Saya medio inconsciente, aunque no tardo mucho en recuperarse.
Espere tranquilamente a que Saya me diese algún tipo de pista sobre lo que había usado contra mí. Por fortuna cometió un error gravísimo, se confió y se consideró muy buena, mucho más de lo que en realidad era, creyó que había tenido éxito, por lo que obró como si lo que fuese que me había metido hubiese funcionado ya…
- No intentes moverte, te dolerá y veras que poco a poco no podrás…, aunque tranquilo, que no te matara.
- ¿Qué me has hecho?
Me sonreí para mi, después de esas palabras había podido identificar que era lo que me había dado. Una vez acotado el posible efecto, y con mis conocimientos no me fue difícil identificar un compuesto paralizante. Sabiendo eso, me dispuse a hacer mi mejor interpretación ante ella… Entraron tres hombres y otra mujer en la habitación, los cuatro armados hasta los dientes por lo que pude observar, permanecieron apartados, apoyados contra la pared de modo displicente, pero a una distancia que podían cubrir de un solo paso y matarme al instante. No tarde ni tres segundos en clasificarles como asesinos, y el que más peligroso me pareció de los cuatro fue la mujer.
- Estas paralizado –dijo Saya, confirmándome mis conclusiones.
- ¿Pero porque?
- Porque quiero saber que haces aquí, para que me querías… hombre escudo…
- Vaya, y eso como lo sabes.
- Yo sé todo lo que ocurre en esta ciudad. Eres el hombre escudo de una maga y has entrado en mi local buscándome, no has sido nada discreto mientras me vigilabas.
- Bien, entonces pongamos las cosas claras, ¿por qué mandaste dos asesinos contra mi maga? –vi como arrugaba el ceño.
- Yo no he mandado a nadie tras tu maga… -me miró muy fijamente.
- Pues no es lo que ellos dijeron, te señalaron a ti y a tu local como instigadores del ataque.
- Y viniste para matarme…
- No, vine para investigar, si hubiese querido matarte… ya estarías muerta.
- Jajajajajajaja, sabes, eres muy…
Se calló en ese instante al sentir uno de mis cuchillos sobre el cuello, no le había dado tiempo a ninguno de los cuatro guardianes a reaccionar, eran asesinos no escoltas, por lo que no se situaron bien. Cuando vi como tomaban posiciones y lo que hacían, como se colocaban entendí que tenía una oportunidad de salir de aquello sin tener que matar a ninguno, habían cometido un error de bulto al apoyarse displicentemente contra la pared, eso retrasaría su reacción un par de segundos de más, justo el tiempo que necesite para saltar de la cama por sorpresa, sujetar a Saya por un brazo recoger del montón de mi ropa una daga y ponérsela al cuello…
Sentía el corazón de Saya golpeando muy fuerte contra su pecho y el incipiente estado de pánico que sentía, me sorprendió, ya que estaba empezando a controlarlo con férrea voluntad. El único motivo de no matarla y deshacerme también de sus escoltas, era que un leve conjuro de lectura había detectado su confusión cuando le dije que había mandado asesinos contra Mina, lo que me indico con claridad que ella no sabía nada de nada. La solté, empujándola hacia la mujer…
- Te creo, por lo que te dejare vivir… -la empuje con suavidad hacia la asesina.
- ¿Por qué me has soltado? –me preguntó a la vez que con un gesto impedía que los cuatro asesinos me atacasen.
- Porque al igual que tú me has intentado envenenar, yo te he dado algo que te impediría mentirme de forma eficaz –sonreí, viendo por como arrugo la frente que se había tragado lo que le acababa de decir- y ahora con vuestro permiso me voy a vestir, me es incomodo seguir desnudo.
Vi como la nariz de Saya se contraía al ver como de nuevo me colocaba todas mis armas, no por ello en sí, sino porque posiblemente, dado como me desnude, no creo que se imaginase el arsenal que llevaba sobre mí. Tanto ella como los cuatro asesinos me miraban fijamente mientras me terminaba de vestir, en esta ocasión los cuatro permanecieron cerca de Saya, la mujer se situó entre ella y yo, en un lado, sin molestar, pero ahora sí, lista para en un solo segundo interponerse entre ambos.
- ¿Quién eres?
- Tú lo dijiste antes, el hombre escudo de mi Maga.
- Si claro, por supuesto, lo había olvidado –era evidente que no me creyó a tenor de mi arsenal-, dime, ¿donde están los hombres que atacaron a tu maga?
Le dije donde podrían encontrarlos, aunque no comente nada de su estado. Fui invitado por Saya a acompañarla hasta el momento en que sus hombres regresasen, cuando lo hicieron se dirigieron directamente a su lado, la mujer de antes se agacho y le hablo al oído. A una seña de Saya la mujer se sentó con nosotros mientras el resto de sus hombres se retiraban lo justo como para no poder escucharnos bien.
- Nishia me dice que ambos están muertos y fueron torturados antes de que les matasen…
- Sí, me dieron algo de guerra, pero logré sacarles la información, y antes de que alguna de las dos me lo diga, no, no me engañaron. Te nombraron a ti y a tu local como instigadores del ataque…
- ¿Entonces porque no me intentaste matar directamente?
- Porque siendo quien suponía que eras en esta ciudad, me pareció tremendamente estúpido contratar a esos dos ineptos de aquel modo –dije mezclando una pizca de verdad y una de mentira-. Por eso preferí investigarte antes de decidir qué hacer contigo… -vi como Nishia se tensaba en el acto.
- Y dime, ¿qué decidiste?.
- Que es evidente que no sabes nada sobre este ataque contra mi maga, por lo que deduzco que alguien está tratando de jugártela e implicarte en los ataques contra el gobernador de la Hermandad en Filestra.
Se mordió los labios, vi como uno de sus hombres se acercaba rápido hacia ella, le hablaba al oído y Saya simplemente le decía que “le acompañasen hasta allí”. Poco después vi entrar a Mina acompañada de tres hombres, uno de ellos el que Saya mando con la invitación. Cuando Mina llego hasta nosotros…
- ¿Todo bien?
- Si, perfectamente, aquí, hablando amigablemente con Saya.
- ¿Sacaste algo de esos dos hombres?
No me sorprendió que Mina pudiese saber que había dos asesinos intentando matarla, ni que yo había intervenido evitando el intento. Era la famosa Bruja Roja, y al igual que yo, si tenía esa leyenda tras ella y de verdad llevaba más de dos siglos andando por el mundo, difícilmente tanto la emboscada como yo mismo habríamos pasado desapercibidos. En mi caso, con mi habilidad y usando adecuadamente mi poder, podría haberlo logrado, pero eso hubiese sido tanto como descubrirme. Según mis cálculos me debió de descubrir entre los cinco y los diez minutos de estar siguiéndola.
A una seña de Mina me dirigí hacia el mostrador seguido de Nishia, dejando solas a las dos mujeres, que esperaron a que nos retiráramos antes de empezar a hablar. Al llegar allí pedí dos bebidas, invitando a mi forzada acompañante a la suya, vi que Nishia me miraba con atención e interés, calibrando mis posibles habilidades, algo que me hizo mantenerme en mi idea de que era realmente peligrosa de verdad. Solo media hora después Mina acudió a mi encuentro, hizo un gesto de saludo hacia mi acompañante y luego nos largamos de allí.
- ¿Y bien?
- El barco se llama “Achiat”, es un barco propiedad de un tal Llomarten. Tanto el tipo como sus barcos tienen su base aquí, con una única excepción…
- Ya, precisamente el “Achiat” que es justo el que nos interesa, ¿no?
- Exacto, ¿una casualidad? –me preguntó irónica.
- Si, seguro. ¿Quieres que le hagamos una visita al señor Llomarten?
- No, por lo que me contó Saya duello, ese tipo usa ese barco como corsario, por lo que la libertad de su capitán es prácticamente total, no tiene que dar más cuenta de lo que hace que a la hora de ingresar sus “beneficios” a la organización.
- Entiendo, de modo que esto podría ser únicamente implicación del capitán del mismo.
- Exactamente –asintió Mina.
- Pero sin embargo, alguien intento atentar contra ti cargándole en el proceso a Saya la responsabilidad de nuestra muerte, todo un problema para nosotros de haber actuado en consecuencia con las apariencias. Eso quiere decir que aquí mismo hay alguien que sabe algo importante, algo que posiblemente nos convenga averiguar antes de marcharnos, o quizá, que a él no le convenga que sepamos.
- Sí, creo que tienes razón… -se paró un momento, quedándose pensativa un minuto- de acuerdo, vamos a ver que conseguimos averiguar, aunque no creo que Saya vaya a terminar estando muy contenta con ninguno de los dos.
- Tengo la impresión de que tampoco lo sentirá mucho si el pobrecito pasa a mejor vida. Se terminara también por dar cuenta de que es el único que puede tener interés en lanzarnos contra ella.
Tras esto estuvimos por la ciudad haciendo algunas preguntas. Logramos localizar donde vivía tan magnánimo sujeto. Cuando llegamos a la casa, estuvimos paseando, comprobando que tenía un fuerte dispositivo de seguridad, diría yo que excesivamente fuerte y nutrido para un simple comerciante... Tras reconocer la zona llegamos a la conclusión de que los guardias tenían más de piratas que de soldados o mercenarios contratados, lo que nos iba a facilitar las cosas.
Mi principal problema era Mina, que se quería meter dentro conmigo, lo que me restringiría en mucho mis posibilidades mágicas al estar tan cerca mío. No me quedo otra que usar a plena capacidad mis habilidades como Ejecutor, deslizándome sin ser visto e ir abriéndole una brecha en la seguridad a Mina para que pudiese entrar tras de mi e interrogarle. Fue lamentable, apenas tarde cinco minutos, pero desafortunadamente cinco guardias no lo contaron, ya que me vi obligado a eliminarlos.
Cuando interrogamos al tal Llomarten, me lleve una desagradable sorpresa. En primer lugar use un leve conjuro de lectura mental, con mucha precaución para que no fuese detectado por Mina, con el conseguí averiguar que el simpático señor tenía algún conocimiento de lo que fuese que estaba haciendo su barco, por mucho que nos lo negase. Empecé a rumiar como podría informar de ello a Mina, cuando para mi sorpresa, le puso las manos sobre la frente y lanzo sobre él un poderosísimo conjuro, muy parecido al que usaba yo, solo que con magia humana. Igual que el mío, hecho con magia Arcana, ese conjuro tenía el mismo punto débil, desafortunadamente destrozaba la mente del que tenía la malísima suerte de recibirlo.
Tras ver como lo usaba, me fije atentamente en ella. Con sumo cuidado aproveche que se quedo como perdida en otro mundo pensando, para hacer algo que debería de haber hecho desde el principio con Mina. Me maldije por mi estúpida seguridad en mí mismo, use conjuros mágicos de rastreo sobre ella, quería saber que tenía sobre si exactamente como protección. Pasó lo que me temí cuando vi aquel conjuro, comprobé que sobre ella, en modo pasivo de defensa, existían dos conjuros muy concretos, uno defensivo general, con sus correspondientes limitadores, y otro capaz de purgar cualquier tipo de veneno de su sangre. Dos conjuros que mientras no se activaran por sí mismos, tenían un consumo de poder realmente ridículo.
El problema con el que ahora me enfrentaba era que esos tres conjuros eran míos, total y absolutamente míos. Eran originariamente conjuros Arcanos, que yo modifique para usarse con magia humana, podía enumerar la gente a la que había cedido el conocimiento de ellos, pero más aún, podría contar con los dedos de las manos el numero de los que habían conocido los tres a la vez. De la gente que aparece relatada en mis crónicas solo eran cuatro, Valara de las Talkinq e hija mía, Jhorka sacerdotisa Naruem, aunque era posible que ella después se lo enseñase a Diera, futura sacerdotisa con la que también tuve relación, por último Lizeth y Nhizra, estas dos últimas magas militares del Imperio Khrissa. Aparte de estas cuatro personas seguras, cinco probables contando a Diera, existían cinco más a las que también les enseñe estos y otros conjuros, en total nueve posibles candidatos a ser el origen de los conocimientos de Mina.
A cada una de estas personas les enseñe varios conjuros Arcanos adaptados a la magia humana, dependiendo si lograba ver algún otro en acción podría saber de donde procedían los conocimientos de Mina. Por su nombre real, por lo menos el que aseguran sus leyendas, Dhialmina, todo apuntaba a las Talkinq, desgraciadamente era un nombre que por algún motivo se había hecho popular durante un largo periodo de tiempo por todo el mundo, lo que matizaba en mucho esa posibilidad. Lo que si fue evidente para mí, es que después de esto, sentía un enorme interés por conocer más cosas sobre Mina.
Después de interrogarle, Mina descubrió que el “Achiat” estaba anclado en una pequeña ensenada al Norte de la ciudad. Por lo que sabíamos teníamos un total de cinco días para alcanzarlo con el fin de investigar sus últimos “viajes”. Según lo que sabía su dueño, este había sido alquilado a un hombre cuyo último paradero estaba precisamente a bordo de ese barco, por eso, como comprenderéis, estábamos muriendo de ganas por abordarlo y ver a tan misterioso caballero.
Nuevamente sufrimos una emboscada, a los dos días fuimos atacados por cuatro sujetos con intención de “robarnos” según nos dijeron al darnos el alto. Mis espadas entraron en acción sin que mediase ninguna palabra más, el más cercano a nosotros fue degollado en segundos. Hice avanzar mi caballo un par de pasos, saque mis espadas y mientras con una paraba el golpe de mi adversario, con la otra le degollaba de un preciso tajo en el cuello. Por su parte, Mina se ocupo de los otros tres, varias descargas simultáneas de dardos mágicos los abatieron. Después de despacharlos seguimos cabalgando rumbo a la ensenada
- ¿Qué te parece? –me preguntó Mina.
- Muy estúpido, si como parece nos han estado vigilando, deberían de saber que era imposible que esos cuatro lograsen nada, no tiene sentido.
- Podría tenerlo si lo que querían era retrasarnos para que no llegásemos al barco a tiempo. Pero desde luego, con esos cuatro tan malos era imposible que no se dieran cuenta de que no lograrían detenernos, ni siquiera nos harían aflojar el paso para deshacernos de ellos.
- Si, tienen que tener otro motivo, pero soy incapaz de verle lógica…
- Excepto que fuese un robo de verdad, claro -argumente.
- Podría ser, pero con toda esta situación… será mejor considerarlo como una emboscada, mas nos vale pasarnos de precavidos que luego lamentamos ser unos confiados –me apoyo Mina.
Vi que Mina se quedaba unos minutos pensativa. Luego me miro fijamente, estudio mi perfil, me observo de arriba abajo, se froto la barbilla como si estuviese persiguiendo alguna idea que no terminaba de sonarle del todo. Solo diez minutos después…
- Oye Val, una pregunta…
- Dime
- ¿Te intento Saya hacer alguna jugada?
- Si, lo cierto es que me dio una droga paralizante…
- ¿Cómo?
- Con una arañazo en mi espalda cuando estábamos los dos en el lecho…
- Entiendo… y dime, ¿cómo te libraste para estar después con ella tomando algo tranquilamente en su bar?.
- Porque vine a verla para averiguar algo, pero que quieres Mina, soy un ejecutor, no puedo fiarme de la gente así como así, y desde luego, esa mujer tenía la cara menos fiable que había visto en mucho tiempo. Por si acaso me prepare un compuesto para forzarla a no poderme engañar y por sistema me suelo tomar algunos antídotos para los venenos más probables cuando me meto en una situación así.
- Comprendo, una cosa más Val, ¿Cómo te llamas?... ya sabes, tu nombre real.
- Vhaalzord, mi nombre es Vhaalzord –respondí apretando los dientes, pensé que eso me descubriría, pero no tenía más opciones, si mentía luego podría ser muchísimo peor.
- Claro, ahora lo entiendo todo… espera un instante…
En ese momento pensé que la había jorobado por completo, ya que un conjuro rastreador cayó sobre mí, buscando trazas mágicas. Suspire, preparándome mentalmente para darme a conocer y ver cómo reaccionaba Mina ante mi identidad. Sonriendo para sí retiro sus manos, poniendo el caballo de nuevo al trote con una sonrisa…
- Eres un Abraxx, por eso eres tan extraño. Tranquilo que no tengo nada contra ti y los que son como tú. Pero procura disimularlo un poco mejor evitando ponerte en situaciones como la de esa mujer. Tanta destreza en escabullirte… no es muy normal -termino diciendo mientras meneaba la cabeza.
- ¿Un Abraxx?..., bueno… yo… veras… es que yo… -no sabía muy bien cómo seguir ya que no tenía ni repajolera idea de lo que era eso de Abraxx, por fortuna me cortó.
- No te hagas el tonto, ese nombre, Vhaalzord, estuvo de moda hace unos cien o… uhmmm… quizá noventa años, luego más o menos se dejo de usar, igual que el mío, el típico nombre que aparece y luego desaparece sin más de casi todos lados. El tuyo creo que fue por la influencia de los cuentos de ese mago nigromante… -dijo, aunque le note una entonación un poco extraña.
A razón de esto, me enteré que un “abraxx”, como se les conocía en esa época, es alguien que nace con poder mágico en su interior, pero que es tan nimio que no hay forma de hacer magia con él, y en muchos casos ni siquiera tienen una fuente de poder interna formada que lo retenga. La ventaja de esto es normalmente, que ese escasísimo poder confiere a su dueño una más larga longevidad, unas decenas más de años. Incluso en algunos casos, realmente casi inexistentes, les confiere algún tipo de ventaja física sobre la gente normal o una longevidad realmente de mago, por encima de los trescientos años aproximadamente, más en algunos casos. Por algún motivo que desconocía, es algo que a los magos “auténticos” nunca les ha gustado, pero es algo que siempre ha ido por rachas, y según parecía, estábamos en una en la que la moda era exterminar a este tipo de gente.
La buena de Mina por lo que me dijo había detectado en mi trazas de magia, muy extraña, cosa según ella normal en un “Abraxx” ya que “nuestras” fuentes internas habitualmente no estaban formadas y esta tendía a disiparse atraves de nuestros cuerpos de forma natural, dando a los hechizos de rastreo resultados muy variados, y en algunos casos, como este, raros. Era algo que yo sabía, a lo largo de mi existencia siempre ha habido este tipo de sujetos con diferentes nombres según la época, aunque yo sinceramente, nunca les hice el menor caso.
Según la composición de lugar que Mina se hizo conmigo, yo debía de tener unos ochenta y pico de años, quizá alguno menos, y por esa razón, por esa misma longevidad mía como Abraxx, era tan bueno con las armas. Incluso me “aplaudió” la idea de enmascarar mis habilidades tras tantos años de lucha bajo el disfraz de un “ejecutor”, ya que también ella pensaba que llamaba menos la atención y daba una lógica a mis capacidades. Creedme, me falto el canto de una pestaña para estallar en carcajadas en su cara… No me podía creer la historia que se había montado ella solita, eso sí, en ningún momento dije o admití nada de nada ante ella para evitar mentirle, algo que consideraba muy importante no hacer por otra de mis celebres corazonadas, aunque me sonreía como si esta falta por mi parte, también fuese normal a su modo de ver.
Por un lado esto del “Abraxx” me iba a permitir poder usar magia casi en sus mismo morros sin que se diese cuenta, aunque con la debida moderación, y además, tenía un problema, no sabía muy bien que usar, si la magia Arcana o la magia pura de Nakriss. La magia Arcana era más débil, la controlaba muchísimo mejor pero sin embargo era detectable si usaban un conjuro de rastreo sobre mí, y posiblemente esto me delataría en el acto como mago, me sería imposible ocultarlo. La magia de Nakriss por el contrario, tenía el problema de que si se disparaba su uso aparecerían sus efectos secundarios sobre mí, mis ojos negros sin fondo y los zarcillos de protección, pero en cambio, era prácticamente indetectable para cualquier mago que no supiese que buscar exactamente, le pasaría como a Mina, detectaría magia, pero magia extraña, incluso es posible que también llegasen a la misma conclusión que ella, que era un Abraxx de esos, con el consiguiente problema de que algún imbécil intentase matarme. Cada una tenía sus ventajas y sus inconvenientes.
Seguía cabalgando junto a Mina mientras pensaba que demonios de magia debía de usar, mientras por el rabillo del ojo a ella la veía la mar de satisfecha tras su “descubrimiento” sobre mí…
CONTINUARA