Crónicas de Vhaalzord - Libro 18 - 1

Mina y Val rondan por el Suroeste del Gran Continente, la búsqueda de Mina les lleva a involucrarse en algo muy peligroso

CRONICAS DE VHAALZORD

Libro - 18

Capitulo- 1

Llevábamos unos cinco meses, desde que salimos de los desfiladeros, moviéndonos por el Suroeste del Gran Continente, concretamente por la zona costera al Oeste del antiguo estrecho de Kliwn. No sabría decir que era lo que estábamos haciendo, pero a mí eso francamente, me importaba poco, me dejaba llevar por Mina, mientras poco a poco iba aprendiendo a desenvolverme en esta nueva realidad en que se había convertido mi vida. Los más de 600 años que habían pasado eran muchos años, y se habían producido una inmensa cantidad de cambios en todos los aspectos.

Dejamos atrás la aldea de Chaldran, situada en la zona donde yo nací hacia ya tantos años, y que para mi sorpresa no había cambiado excesivamente desde mi última visita. Nos internamos en la principal ruta hacia el sur, una ruta que bordeaba toda la costa. Una vez que entramos en ella le pregunte a Mina por nuestro nuevo destino, me respondió que iríamos a la ciudad de “Filestra”, al Este del estrecho de  Kliwn. Me dijo que la ciudad pertenecía a “Los Hermanos de la Costa”, ante mi pregunta de a qué distancia estaba la ciudad, y de quienes eran esos “hermanos” se me quedo mirando de un modo muy extraño, tanto que cualquiera lo hubiese notado. No pude evitar preguntar si ocurría algo…

-      No, nada, solo que eres alguien muy curioso, sorprendente… y extraño -dijo pensativa.

-      Y eso porque…

-      Porque cuando vinimos a Chaldran nos guiaste sin ninguna duda directos a la aldea, hemos ido de aldea en aldea sin necesidad de preguntar, incluso nos has llevado por atajos solo conocidos por los naturales. Sin embargo, no conoces “Filestra”, la ciudad portuaria más importante de todo el Sureste del Gran Continente, y tampoco a la “Hermandad de la Costa”, cuando cualquiera en el Gran Continente, y cualquiera dedicado al comercio en el Continente Sur o el Continente Oriental, por ende cualquiera en un puerto saben quienes son… Eres una persona muy extraña Val, mucho más de lo que me pensé al principio, pareces conocer cosas que no deberías de conocer, y desconocer aquello que si que deberías de saber…

Tras esto se perdió en sus pensamientos y no volvió a hablar más, aunque no por eso dejo de mirarme y tenerme controlado. En seguida reconocí para mí que había sido un error por mi parte, lo que Mina decía era cierto, no resultaba lógico lo que ocurría con mis conocimientos. Por lo que me contó, la ciudad de Filestra había sido fundada unos trescientos años antes por la mismísima “Hermandad de la Costa”, la mayor y más poderosa organización criminal de todo el Suroeste del Gran Continente, algo que obviamente debería haber sabido, y que sin embargo por mis especiales circunstancias, desconocía por completo. Tendría que andarme con mucho más cuidado aun cuando hablase con ella.

Cuando entramos en Filestra, una ciudad ciertamente grande, lo primero que hicimos fue buscar alojamiento, Mina nos condujo directos a lo que según ella, era un alojamiento de los “Hermanos”. Después de eso me dio algunas instrucciones, del estilo de hacer únicamente lo que ella me dijese, como me lo dijese, pero sobre todo, procurar no matar a nadie bajo ningún concepto, por lo visto en Filestra eso estaba muy mal visto. A la mañana siguiente tras descansar cómodamente toda la noche, nos dirigimos a lo que parecía el centro de gobierno de la ciudad, una fortaleza en pleno centro, protegida por una enorme muralla y por lo que vi, con bastantes centinelas presentes en sus cercanías.

Entramos en la fortaleza por la única puerta que se podía apreciar en sus murallas. Mientras yo esperaba aparte, Mina solicito un encuentro con el gobernador de la ciudad, nos indicaron que esperásemos en un patio interior mientras miraban si este podía recibirnos. Se trataba de un patio rectangular ajardinado, estaba rodeado por un pasillo flanqueado por columnas y soportales. Estábamos esperando cuando Mina se quedo mirando fijamente a un pequeño grupo de hombres que en ese momento pasaban por uno de los laterales, desapareciendo dentro de la edificación, al ver como torció levemente el gesto le pregunte…

-      ¿Quiénes eran esos? –hice un gesto con la cabeza señalando.

-      Son miembros de un grupo especial de la Hermandad, he reconocido a uno de esos tipos. Son de la Orden Carmesí, por lo menos ese tipo en concreto –vi como apretó la mandíbula al decir aquello-, pero no estoy completamente segura de los demás, aunque desde luego apostaría por ello.

-      ¿Qué tienen de especial?, porque por tu gesto es obvio que no son miembros normales…

-      No, no lo son, esos hombres son la elite entre las fuerzas de la Hermandad de la Costa, aunque normalmente suelen permanecer cerca de su señor, excepto que les encomienden alguna misión.

-      ¿Cómo de grave es su presencia aquí para nosotros?

-      Depende de por lo que estén aquí, pero de cualquier modo, su presencia no pude ser por nada bueno.

Asentí a las palabras de Mina, procurando mantener mi rostro impasible por completo sin dejar escapar ni la mas mínima expresión. Después de eso le pregunte por el hombre al que había reconocido, ya que cuando le menciono, luego había apretado los dientes en un gesto de rabia, estaba claro que debía de tener algún tipo de cuenta pendiente con él. Me miro fijamente y me dijo que bajo ninguna circunstancia se me ocurriese hacer algo que me colocase en mitad de su camino…

-      De acuerdo Mina, intentare hacer lo que dices, pero antes dime, ¿qué pasó entre ese tipo y tu para que le odies así?

-      Yo no… -la interrumpí.

-      Ni lo intentes, solo había que ver tu cara para saber que es así, de modo que dime, ¿qué ocurrió?

-      Mató a mi último escudo, le provocó para que reaccionase, y cuando lo hizo, le elimino sin inmutarse. Por eso te digo que no te cruces en su camino, es un mal bicho…

-      ¿Y como es que todavía no has hecho nada al respecto? –baje la voz a menos que un susurro-, eres la Bruja Roja, no debería de haberte sido muy difícil matarle –dije.

-      No, es el segundo jefe de la Orden Carmesí, siempre tiene alguno de sus hombres con él, me descubriría si hiciese algo así, y no quiero que la Hermandad sepa quién soy o que de verdad. De todas formas no me preocupa, se que antes o después terminare por echarle el guante a solas, y entonces, morirá a mis manos.

-      De acuerdo, dime otra cosa, ¿cómo se llama?.

-      Su nombre es Golbar, pero no se te vaya a ocurrir ninguna tontería cerca suyo, no dudaría en provocarte para que te enfrentases a él y poder matarte legalmente aún en el caso de que estuviésemos bajo la protección del gobernador, algo que no estamos.

-      Ya te dije que no te preocupases, no iré a buscar a ese tal Golbar, solo pregunte por su nombre para saber de quién se trataba y a quien debía de vigilar. Pero de todos modos, Mina, creo que te olvidas de un pequeño detalle, yo no soy un guerrero o un simple asesino, soy un ejecutor, mi honor me preocupa solo lo justo, y sinceramente, no creo que ese hombre se haya enfrentado nunca a nadie como yo.

-      Todo lo que tú quieras, pero recuerda lo que te he dicho…

-      Tranquila, sabes que te hare caso en todo lo que pueda.

Fui consciente de que Mina me miraba especulativa, sin duda preguntándose si no intentaría alguna solemne estupidez de presentárseme la oportunidad, algo que no tenía intención de hacer para nada. Para que me enfrentase a ese tipo, este me tendría que forzar a hacerlo, y dudaba de que tuviese oportunidad para ello. No tarde mucho en darme cuenta de que quizá con esa opinión había sido muy optimista.

Seguíamos esperando cuando nuevamente paso por allí aquel tipo con sus compañeros o lo que fuesen, me di cuenta enseguida de que había visto a Mina, y de que en el momento en que sus ojos se posaron sobre ella, reconociéndola, una sonrisita maligna se apodero de él. Luego sus ojos se clavaron en mi, que no hice el menor gesto que delatase que mi había dado cuenta de su expresión al ver a Mina, me miró fijamente, su sonrisa maliciosa aumento y continuo su camino como si nada. Mina me sorprendió…

-      Vamos a tener problemas, ¿tú también lo has visto verdad? –me pregunto Mina sorprendiéndome.

-      ¿Golbar, no?

-      Si, por la forma de sonreír, estoy segura de ira a por ti a la mínima que pueda, quizá fuese mejor que salieses de la ciudad y me esperases fuera de ella. De ese modo estarías a salvo.

-      Mina, te lo repito, no te preocupes por mí, siento lo que paso con tu anterior escudo pero yo no soy él.

-      Ya, eso mismo era lo que decía. Bueno, eso y que era el mejor guerrero del mundo, y así le cundió, Golbar lo mató en un instante, además de un modo muy humillante.

-      Mina, creo que aún no entendiste bien que es lo que soy…

-      Claro que se que eres, un “ejecutor”, ¡¡pero si no paras de repetírmelo en cuanto puedes…!! -su voz sonó exasperada-.

-      Ese es el nombre. Soy un asesino especializado en matar de cualquier modo posible, mi honor es el triunfo en mi misión. Yo no soy ningún guerrero, no tengo problemas con cosas que uno de estos jamás haría, mi único fin cuando combato, es matar, lisa y llanamente es eso, matar, como sea.

-      No peleara limpio, y seguro que varios de sus hombres andarán cerca, no tendrás ni la más mínima oportunidad contra ellos, si a Golban le fuese mal, intervendrían… y morirías.

-      Mina, no quiero que pienses que te estoy vacilando, o que soy un chulo presuntuoso, pero si ocurre eso que dices, les matare a todos. Recuerda lo que siempre digo cuando tenemos los dos algún problema con alguien… Tú siempre avisas o adviertes como lo quieras decir, yo no, yo tan solo mato. Esto es igual, si tengo que enfrentarme a ellos, simplemente, les mataré.

Lo cierto es que por mucho que intentase animar a Mina yo no lo estaba tanto. El que me enfrentase a ellos si eran pocos no sería un problema, sabía que podía matarles, el problema es que fuesen bastantes y la atacaran también a ella. Entonces, puede que me viese forzado a reclamar refuerzos, y esos refuerzos os podéis imaginar de quienes se trataba. Prefería no tener que hacer eso, delante de Mina seria casi tanto como decirle directamente quien era en realidad, por mucho que le pudiese costar aceptarlo, tenía claro que lo terminaría por hacer.

Por fin recibimos las noticias que queríamos escuchar, el gobernador de la ciudad nos recibiría, bueno, concretamente recibiría a Mina en solitario, según dijo el mensajero, el escudo debía de permanecer fuera del recinto de la fortaleza puesto que allí yo no pintaba nada de nada. Antes de ponerse en camino, Mina me volvió a recordad que tuviese muchísimo cuidado con no meterme en líos, y que procurase esquivar al famoso Golban, que si me encontraba sin duda intentaría provocarme. Le dije que fuese tranquila que no tendría problemas con él puesto que evitaría cualquier contacto  con él. Bueno, pues tuve contacto con él a la entrada del local que se encontraba en la parte baja del hotel, me acerque a la barra a por bebida procurando no fijarme de manera obvia en nadie…

Estaba tranquilamente bebiendo, cuando repentinamente a mi espalda escuche un comentario sumamente desagradable…

-      Vaya mirad, si esta aquí la mascotita de la golfa esa que vimos antes en el palacio del gobernador… jajajajajajajaja.

-      No quiero líos, así que dejadme en paz… -intente parecer razonable, aunque muriéndome de ganas por levantarme y matarlos.

-      Miradle, el perro ha hablado… jajajajajajajaja –termino el comentario haciendo gestos hacia mi ridiculizándome, no obstante no me inmute.

-      Vale, entendido,  queréis molestarme para que salte y si tener una escusa para hacer algo, ¿no?, y decidme, ¿qué se supone que queréis hacer? –me gire encarándoles, aunque sin levantarme del asiento.

-      No lo sé, levántate y entonces lo averiguaras… perrito, jajajajajajaja…

Para su mala suerte en ese momento entro Mina buscándome, se quedó en la puerta parada en cuanto vio la situación, buscando con la mirada a alguien, sin duda al tal Golban, que por cierto, no estaba con sus hombres. Con un gesto le indique que se estuviese tranquila, que no pensaba reaccionar a sus provocaciones. Mina vino a mi lado, estuvieron como cinco minutos molestándonos… por fin llego un momento en el que pensé que se darían por satisfechos y nos dejarían en paz, pero no, no lo parecían tener tan claro.

Eran seis hombres, por las ropas que vestían, muy parecidas a las del tal Golban, por lo que evidentemente, pensábamos que todos ellos pertenecían también a la Orden Carmesí. Yo seguía tranquilamente sentado, con mis manos alejadas de mis armas, sin demostrar el menor comportamiento violento, asegurándose además Mina de que fuese así de verdad.

Un serio problema con los matones, es que por algún motivo, cuando alguien no reacciona ante ellos, presuponen que es porque está asustado o porque no sabe pelear, con lo que sus… “gentilezas” suelen aumentar en tamaño, dureza y violencia.

Siguiendo las instrucciones de Mina, no reaccione hasta el último instante, justo cuando uno de ellos le puso la mano en un pecho, en ese momento, el atrevido gracioso cayó al suelo degollado por una de mis dagas. Los otros cinco se dispusieron a atacarme, pero otros dos más siguieron la estela de muerte de su compañero, siendo también blanco de sendas dagas Khlomn por mi parte. Los tres restantes murieron víctimas de varios dardos ígneos que Mina les lanzó, sorprendiéndoles por completo…

-      Lo siento, pero como viste no ha sido culpa Mina, seguí lo que me pediste que hiciese, pero… -me encogí de hombros-, en todos sitios siempre hay algún estúpido.

-      Lo sé, ya me he dado cuenta, pero veremos ahora como se lo toman los Hermanos… Por si no te has dado cuenta, acabamos de eliminar a seis miembros de la Orden Carmesí, y eso suponen problemas…

Vi que Mina parecía realmente preocupada, cosa que yo por mi parte no estaba en lo mas mínimo. En mi caso, de necesitarlo, sabía que podía levantar un ejército Khulgan y terminar directamente con los Hermanos… con todos ellos, a lo bestia si era preciso. El problema es que eso sería descubrirme ante Mina, que era lo que no quería hacer, aunque como comprenderéis, una cosa era no descubrirme, y otra permitir que nos matasen.

Otro problema, fue que al final Mina no se había podido entrevistar con el Gobernador, su visita se había cancelado a última hora sin que le diesen motivo de porque, únicamente la rogaron que esperase noticias en su hotel, que allí le mandarían recado de cuando seria la entrevista con el gobernador. Al día siguiente de nuestro “problema”, Mina recibió la cita con el gobernador, debía de ir en un plazo máximo de dos horas para verle, sin hacer el menor caso a lo que me dijo, decidí unilateralmente que iría con ella a la misma por los motivos evidentes, sorprendentemente para mí, no se opuso, lo que me mosqueo un poco al no esperármelo.

Cuando llegamos a la fortaleza me di cuenta de por qué motivo no se había opuesto a que le acompañase, allí, al estar invitados por el gobernador, estaríamos a salvo de que nadie hiciese nada, provocaciones incluidas. Me toco esperar en el mismo jardincillo de la vez anterior, me senté en un banco de piedra tranquilamente. A los pocos minutos de estar allí sentí unos ojos clavados en sobre mí, tranquilamente me gire para ver de quien se trataba, pude ver de pie, apoyado contra una columna al tal Golban, que por cierto, cuando le miré, me hizo una leve inclinación de cabeza a modo de saludo, algo que repetí en su misma dirección. Pude ver cuando le devolví el gesto como me sonrió con crueldad… supuse que lo de sus hombres, me lo tendría guardado, tras esto le ignore.

Le sentí a mi lado, aunque no me moví ni medio milímetro, ni si quiera di la impresión de haber notado su presencia, aunque por sus palabras, supongo que no le engañé…

-      Puede seguir ignorándome si quiere, aquí está a salvo, pero no dude de que me pagara lo de mis hombres, usted y esa zorra…

-      La culpa no fue nuestra, sino de los cretinos que tenía usted bajo su mando, le sugiero que reconsidere sus intenciones, le pueden salir muy caras…

-      No lo creo…

-      Usted mismo, parece que no se está dando cuenta de que nos está amenazando a los dos…

-      Jejejejejejeje… -soltó una risita chirriante-, el que no se da cuenta es usted-, no es el primer escudo de esa zorra que mato. No moverá ni un dedo para ayudarle, pero en esta ocasión, ella también pagara un precio, aunque quizá no la mate…

-      Creo que no comprendió lo que dije, pero bueno, ese es su problema, no el mío… ya se dará cuenta de su error… -le mire directamente a los ojos, sonriéndole como un lobo- cuando sea demasiado tarde.

-      Esperare impaciente a que se presente la oportunidad de matarle, porque no dude ni por un instante, que le matare.

Tras esto se marchó, retrocedió unos cuantos pasos antes de darme la espalda de forma consciente. No vi a nadie, pero sabía que debía de haber varios de sus hombres observándonos, posiblemente incluso en esos instantes habría más de una ballesta apuntándome, esperando que les diese una oportunidad para acribillarme en defensa de su jefe… Sonreí y continúe sin moverme de allí, esperando a Mina. Cuando regreso volvía muy seria, excesivamente seria para mi gusto, aunque pareció relajarse un poco al verme allí, esperándola tranquilamente. Nos marchamos de allí, cuando llegamos a nuestros cuartos del hotel…

-      Y bien, ¿qué ha pasado?, por cierto, ¿a qué venía ese suspiro de alivio cuando me viste esperándote?

-      El gobernador me dijo que quizá cuando saliese no te encontrase vivo, por lo visto Golban le había pedido permiso para poder hablar contigo y se lo había concedido.

-      Si, estuvimos hablando los dos, fue muy simpático, no parecía muy conforme con que matásemos a los imbéciles que nos molestaron en la cantina del hotel. Nos amenazo a ambos, a mí de muerte, pero según dijo, a ti no te pensaba matar aunque sí que te haría pagar por ello de forma muy desagradable.

-      ¿Y ya está? –me miro sorprendida.

-      Si, ya esta, cuando se marcho me dio la espalda apropósito, supongo que tendría varias ballestas apuntándome por si me daba por hacer alguna estupidez…

-      Qué extraño… -se puso muy seria, quedándose pensativa.

-      ¿Extraño, por qué?

-      Porque no te ha provocado en serio para que reaccionaras, simplemente ha hecho ante ti una declaración de intenciones, que por otro lado teníamos claras desde que matamos a sus hombres… es muy raro –siguió pensativa.

-      Bueno, dejemos a este tipo a un lado, ¿qué paso con el gobernador?

-      Nos ha ofrecido un trabajo, que he aceptado, de modo que mañana por la mañana temprano salimos de la ciudad… tras esto se marcho a su habitación sin decir nada más.

No sabía qué era lo que Mina quería del Gobernador, no me lo había dicho y yo por mi parte, tampoco se lo había preguntado en ningún momento. Sobre lo que quería el gobernador que hiciésemos, bueno, tampoco le pregunte, ya lo vería cuando llegase el momento. Esto de volver a tener sentimientos estaba siendo un problema, ya que la única forma de tenerlos bajo un total control, era procurar no darme por aludido con nada. Por ejemplo, cuando el tal Golban me interpelo en la fortaleza, estaba que me moría de ganas por cortarle el cuello, por eso trate de no reaccionar a nada de lo que dijese… Quiero que me entendáis, no es que fuesen deseos muy fuertes, o que no pudiese controlar, pero tras más de dos mil años sin sentir algo, resultaban muy… “incómodos”, y el peor de todos, el sexual, ese sí que le llevaba mal.

Abandonamos la ciudad al día siguiente, como a la hora de viaje hacia el norte bordeando la costa, Mina me pidió que me acercase a ella todo lo posible, que juntase mi caballo al suyo como si estuviésemos hablando de algo en voz baja. Sabia de sobra porque lo decía, desde que salimos, me las había apañado para situar un Halcón Azul en el cielo sin que ella lo notase, también yo sabía de los cuatro hombres que había emboscados un poco más adelante, y estaba totalmente preparado para ellos, pero, hice lo que me dijo.

Me resulto refrescante, nos metimos de lleno en la trampa… y murieron los cuatro sin llegar a saber que ocurría. Mina nada más entrar en el centro, situándonos en medio del fuego cruzado de sus ballestas, les acribillo con dardos de energía, solo uno llego a disparar contra nosotros y el poderoso escudo que Mina había levantado desvió el dardo sin problemas, pese a que detecte que estaba imbuido en algún tipo de conjuro.

Al estar tan cerca de Mina, en esta ocasión si pude obtener datos concretos sobre su “halo rojo”. Se trataba sin duda de magia Arcana en estado “salvaje”, sin domeñar, esta se adhería a cualquier conjuro que ella hiciese, especialmente a los de corte defensivo, al estar con una conexión permanente con ellos desde su fuente interna de poder. Ese era el principal motivo de porque sus conjuros defensivos eran tan poderosos, como en el caso del dardo que nos habían lanzado, la magia humana que empleaban contra ella, resultaba sumamente ineficaz contra la mezcla que sus defensas tenían con la magia arcana, defensas creadas con magia humana.

Sus ataques normalmente no poseían poder Arcano, ya que este solo se adhería a aquello que estuviese en contacto permanente con su fuente interior de poder. Si bien la magia Arcana o la Draconiana por si mismas no resultaban necesariamente más poderosas que la humana, sino que únicamente distintas, al mezclarse con esta, el conjunto, si que convertía cualquier hechizo conjurado de ese modo en más poderoso. Ahora, si sabía que eso era, porque al unir dos de los espectros de la magia, estos conjuros quedaban más cerca del poder total de Nakriss, de la magia pura.

Registramos a nuestros atacantes, encontramos varias cosas útiles en ellos, entre otras cosas sus cuatro caballos, por los que en la próxima población medianamente importante que encontrásemos, podríamos sacar un buen pico de dinero. Nos quedo claro, que esos cuatro pertenecían a los Hermanos de la Costa, aunque no a la Orden Carmesí. Tras conocer esto, le pregunte a Mina por nuestra misión…

-      ¿Para qué quieres saberlo?

-      Bueno, en primer lugar por curiosidad, y en segundo, por saber si ese ataque es debido a la Orden Carmesí, o por lo que sea que nos hayan encargado.

-      ¿Y si te dijese que posiblemente por esto último…?

-      Pues te preguntaría cual es el problema que tienen los Hermanos exactamente. Porque si es por lo que nos han encomendado, está claro que se trata de investigar, comprobar o solucionar algún tipo de problema interno en la Hermandad…

-      Qué raro, ¿y no has pensando que solo se trate de que el Gobernador nos haya encargado de quitarle de encima a sus enemigos directos? –preguntó irónica.

-      Tratándose de ti, no, para nada. No eres como yo, tú necesitas motivos para poder matar –vi que me miraba muy seria.

-      Vaya, algunas veces me olvido… con tanto “Ejecutor”…

-      Pues no lo hagas Mina. Soy un “Ejecutor”, pero eso solo es una definición más de Asesino. La única persona que está a salvo de mí en estos instantes eres tú…

-      ¿Y porque yo?

-      Muy simple, porque soy tu escudo, digamos para que me entiendas, que tengo un contrato contigo –levante la mano para impedirla hablar-. Tranquila, mientras tenga un contrato contigo no aceptaría ningún otro, fuese el que fuese, y sí, eso también me obliga a obedecer tus ordenes… -sonreí irónico- dentro de lo razonable, puesto que no me estas pagando nada.

Mina se echo a reír al escucharme. Me dijo que de acuerdo, que sí, que lo entendía y que había captado el mensaje que le había querido transmitir. Como Ejecutor y mientras tuviésemos una relación profesional mi lealtad seria absoluta por completa, y en caso de que esta finalizase, mi discreción y silencio también los tendría garantizados. Entonces me dijo cual era el trabajo que nos habían encargado, según parecía, últimamente los negocios de la Hermandad en su demarcación estaban teniendo problemas de seguridad, y el gobernador quería que alguien externo a la organización, metiese sus narices para investigar… Traducción, se temía que todo el problema fuese que tenía un traidor cerca.

Sabiendo esto, los motivos de la presencia de los miembros de la Orden Carmesí en la región, estaban más claros que el agua, alguien de la organización situado por encima del Gobernador debía de conocer los problemas y había mandado a la elite de la Hermandad. Conociendo cómo funcionaban este tipo de organizaciones, para el Gobernador seria malísimo no ser capaz de arreglar por su propia cuenta el problema, la Orden podía estar allí tanto para arreglar el problema, como para sustituir a un Gobernador inepto, con lo que esa “sustitución” más que posiblemente, supusiese para su vida.

Continuara