Crónicas de Vhaalzord - Libro 17 - 4
Val recibe un encargo de la Emperatriz, acompañar a una preciosa y sorprendente joven a la peligrosa Torre de los Huesos
CRÓNICAS DE VHAALZORD
Libro - 17
Capitulo- 4
La Emperatriz me estuvo hablando durante casi hora y media sobre la Torre de los Huesos. Según me dijo, era una secta de magos, eran extremadamente peligrosos y todo el mundo procuraba mantenerse apartado de ellos, aunque también me comentó que no solían salir mucho de su territorio. La Torre estaba situada a caballo entre el Continente Sur y el Gran Continente, concretamente en una zona llamada Kliwgord, según me contó allí hacia cientos de años existió una ciudad que fue sepultada por un cataclismo… luego añadió un “aunque supongo que eso lo sabes de primera mano”.
El Gran Caudillo de la Torre era alguien muy poderoso, se decía que era el mismo desde hacía más de ciento treinta años por lo menos, y que no estaba del todo vivo, pero tampoco estaba muerto, lo que me hizo sospechar que podía ser exactamente de ser cierto lo que escuchaba. En realidad, sobre él en concreto no había más que rumores, ya que ningún espía de los que habían sido enviados tanto durante su reinado como durante el de su padre, ni uno solo, había logrado regresar a informar de nada, nunca más supieron de ninguno de ellos.
El poder de la secta se basaba primeramente en la situación de la propia Torre, en un altísimo Farallón en una zona completamente inexpugnable solo accesible por largos desfiladeros o altísimas sendas al pie de acantilados. En segundo lugar estaba el fanatismo de sus integrantes, todos capaces de morir por ella con una enorme y gran sonrisa en sus labios. Y en tercer lugar según dijo la Emperatriz, por la poderosa magia que usaban, y el tipo de esta que era, mi pregunta pues, fue obvia… aunque me lo suponía.
¿A que os réferis con lo del tipo de magia que usan?
A magia Nigromántica, cualquier ataque sobre la Torre estaría condenado al fracaso, de hecho se ha intentado en algún ocasión, pero tus propias bajas se vuelven a levantar para engrosar su ejército… Esa ciudad como sabes, sufrió un cataclismo, por lo que allí existe un ejército que pueden levantar cada vez que alguien se atreve con ellos…
Entiendo, por eso quieres que sea yo quien vaya, ¿no?
Si, en parte, pero quiero que acompañes a otra persona y que la ayudes a conseguir averiguar que ocurre allí… -dijo mirándome fijamente.
¿Puedo preguntaros una cosa Majestad? –dije mirándola fijamente.
Claro, dime.
¿Por qué no me habéis preguntado si de verdad soy yo, o que os lo demuestre? –pregunté curioso.
Porque estoy segura de que sois quien se supone que sois, aun resultando increíble. Pero lo cierto es que ya es bastante duro para mí tratar con el secreto de una Leyenda, como para confirmar del todo la presencia de un Mito o la realidad de un antiguo cuento en teoría inventado, creedme que prefiero no tener también ese secreto sobre mí.
Pero ya lo tenéis, sabéis quien soy… -dije sin saber muy bien a qué se refería.
Si, lo sé, pero tal y como está la cosa me sirve… no quiero saber más… -dijo suspirando.
Después de eso cambio de tema, empezó a darme instrucciones de lo que quería, luego me indico quien sería mi compañera de viaja, la joven morena que se ocupó del tercer atacante contra la emperatriz durante la fiesta. Según quedamos y a petición expresa Mina, me presentaría ante ella como un hombre de armas, perfecto para compenetrarse con una maga. Sorpresa, cuando nos pusimos en marcha para que me presentase a ella, la Emperatriz se encontró con que la joven se había marchado un par de horas antes, justo tras el ataque y que acudiese a verme a mí. Por increíble que parezca, no nos habíamos dado cuenta real de que llevábamos con todo esto más de cinco horas, que era más o menos el tiempo que me sacaba.
La verdad es que la niña iba rápido, muy rápido, me llevó siete días lograr darle alcance, y descubrí, que tuvimos suerte cuando se marchó sin esperar. La estaban siguiendo, y en varias capas además, todo apestaba a una trampa muy bien organizada, aunque no terminaba de entender el sentido de hacerlo de ese modo, un seguimiento escalonado de aquella forma. La estaban siguiendo una veintena de tipo, concretamente veintitrés, a estos les seguían seis mercenarios con un mago, después, a estos les seguía un individuo de aspecto grimoso, pero sin duda el más peligroso a mi parecer, era el que seguía a este último, un profesional, un asesino.
Mi problema es que iba el último, justo tras el asesino, y para que este no me detectase, debía de ir con muchísimo cuidado, por lo que si la chica era atacada, iba a tener que defenderse sola, y el primer ataque sin lugar a dudas lo recibiría de esa veintena de individuos. Dudaba seriamente que fuese capaz de salir viva de eso y me dispuse para intervenir, aunque significase descubrirme tan pronto como Mago… Me equivoque por completo, en cuanto la vi en este primer ataque supe en el acto el motivo de este tipo de trampa contra ella, aunque también me quedó meridianamente claro que sabían perfectamente a quien se estaban enfrentado.
Tenía un par de halcones en el aire, no tuve más remedio que recurrir a mis “nuevos” dones. La convocación la realice usando el poder puro de Nakriss, mis ojos se transformaron, a mi alrededor surgieron los zarcillos negros, por fortuna lo que si podía hacer era un pequeño conjuro a mi alrededor que amortiguase el sonido que estos creaban al chocar entre ellos. También envié un número suficientemente elevado de mis pequeñines como para no perderme detalle, controlando a la vez a todos los grupos, o al menos intentándolo. Estuve seriamente tentado de invocar a los guerreros Khulgan y terminar con esto rápidamente ante el peligro de que la matasen, pero de momento aún tenía cierto margen de maniobra por lo que si podía evitar usar magia podría continuar ocultando mi poder, esto último fue lo que me decidió a no traerles para que ayudasen en esta ocasión, algo de lo que luego me alegraría, ya que como dije, no le hacía falta mi ayuda para defenderse sola.
El primer ataque cayó sobre ella por sorpresa a los cinco o seis minutos de entrar en un pequeño bosquecillo… Sorpresa para los atacantes en realidad, cuando salieron rodeándola, atacando desde todas direcciones, se encontraron con una maga perfectamente preparada para la lucha. En los dos primeros segundos cayeron una docena de asaltantes por causa de dardos mágicos, el resto se vio repentinamente atacado por media docena de grandes felinos convocados en un instante. Obviamente debía de llevar varios conjuros preparados de antemano por si era atacada. Solo dos minutos después, los veintitrés asaltantes yacían muertos sobre el terreno. Entonces ataco el segundo grupo y yo acelere mi paso para poder colocarme en disposición de ayudarla si era necesario, solo que me moví directamente para cubrir al solitario del final.
Este segundo grupo era mucho más serio, sin dejarla recuperarse mientras los Mercenarios se ocupaban de los felinos, el mago atacaba a la chica sin piedad. Entonces surgió la sorpresa para los asaltantes, en cierto modo también para mí, aunque termine sonriendo, entendiendo por fin las extrañas palabras de la Emperatriz cuando dijo que con el secreto de un Leyenda ya tenía bastante. El poder mágico de la joven aumento de forma exponencial, entonces, cuando este llego a determinado nivel, una especie de aura rojiza empezó a envolverla… Eso era algo que ya había escuchado antes, en la protagonista de un famosa Leyenda en esos días, la leyenda de La Bruja Roja.
Los atacantes vacilaron, fue muy poco, pero más que suficiente para que ella tomase ventaja, matando al mago y reforzando tanto su vínculo, como el poder volcado sobre sus felinos, aumentando su fuerza, potencia y velocidad. Mientras estos se encargaban de distraer de forma eficaz a los Mercenarios con sus ataques, ella se dedicó tranquilamente a matarlos a base de dardos mágicos en considerables cantidades… Al menos lanzó treinta o cuarenta sobre cada uno, al final sus armaduras terminaron fallando y todos fueron sucumbiendo, uno tras otro, quedando la Maga casi agotada cuando el último cayó.
En ese momento actuó el tercer atacante, fue entonces cuando entendí porque no me gusto su aspecto, entro en la zona de visión de la maga, sonrió malignamente y extendiendo los brazos hacia adelante, con voz potente hizo una reclamación al reino de los Muertos… lentamente, todos los abatidos anteriormente por la Maga fueron alzándose de nuevo acudiendo a la llamada del Nigromante. Los muertos son muy lentos y extremadamente torpes… Aunque lo cierto es que hay formas de evitarlo, pero depende del poder y conocimientos del Nigromante, y en este caso, este desde luego, no los tenía. A la maga sería difícil que los muertos la matasen, mas con la ayuda de los felinos, pero tenía el problema de enfrentarse al Nigromante y se apreciaba que estaba bastante cansada.
Los felinos se encargaron de protegerla de los alzados, aunque poco podían hacer contra ellos, ya que por muchos destrozos que provocasen en su carne, nada sentían y eran incapaces de hacerles parar. El Nigromante se protegía principalmente, aguantando los ataques de la joven, esperando pacientemente a que se agotase, protegido a su vez de ser atacado por las fieras de la Maga por su ejército de ultratumba. La maga entendió a la perfección la situación, pero había una forma de evitar sucumbir, no en vano era la famosa Bruja Roja.
El mantener un grupo de muertos combatiendo de ese modo requería de gran concentración, también de importantes cantidades de poder, por lo que era muy probable que el sobrante fuese lo que estaba usando para sus escudos y defensas. La Bruja Roja era más poderosa que el Nigromante, pero sus escudos y protecciones consumían mucho de su poder, limitando seriamente sus ataques, sin embargo sus fieras eran independientes, por eso, se dio cuenta de que lo único que tenía que hacer era reducirlos al mínimo durante un segundo, y en ese momento concentrar todo el poder de que fuese capaz en un único ataque. Si este salía bien mataría al Nigromante, y en caso de salir mal, como mínimo perdería el control de su ejército y este caería de nuevo al reino de los muertos, con lo que sería presa fácil de sus felinos.
Fue exactamente lo que hizo, redujo al mínimo sus escudos, lanzo su poder y logro perforar las barreras del Nigromante causándole importantes heridas, suficiente para que perdiese su concentración, su ejército cayese y los felinos pudieran lanzarse contra él. Justo tras ella, a unos ochenta metros, escondido entre sus ramas, se encontraba el último atacante, por las pintas era un asesino profesional. Cuando vio que la maga se disponía a bajar sus escudos aprestó su ballesta, en la cual se hallaba preparada una flecha dotada de energía mágica suficiente como para permitir al dardo traspasar los escudos debilitados… justo en el momento de disparar, recibió un dardo de cerbatana en el cuello.
Antes de que el dardo partiese de la ballesta, el asesino ya estaba muerto, cayó del árbol como un fardo. El dardo falló por medio metro, enterrándose junto a la maga, que se volvió como si la hubiese mordido una serpiente. Salté desde el árbol donde yo me escondía a unos cuantos metros de donde había caído el asesino al suelo, alcé el brazo saludándola mientras me dirigía al asesino muerto. Estaba registrándole cuando sentí los pasos de la Maga y sus felinos acercándose lentamente a mí…
¿Qué haces aquí?
Salvarte el pellejo por si no te has dado cuenta todavía.
Gracias por salvármelo, y ahora repito, ¿qué haces aquí?
Obviamente me manda la emperatriz, según parece seremos compañeros en esta misión de exploración –dije sonriendo.
¿Cuánto has visto? –preguntó muy seria.
Desde hace dos días lo he visto todo, incluido tu… halo rojizo al hacer magia, si era por lo que preguntabas –respondí también muy serio.
¿Entonces sabes quién soy? –apretó los dientes.
No, no nos han presentado, soy Val, encantado, ¿y tú? –dije extendiendo la mano.
Mina… -dijo entrecerrando los ojos y frunciendo el ceño.
Veras Mina, tu eres… esa persona… -dije sonriendo- y yo soy… bueno, alguien que tiene ciertas facultades entre las que se haya el manejo de las armas de un modo más o menos eficaz.
Vamos, un asesino –dijo seria.
Ejecutor sino te importa, es más exacto… -admití.
Bien –apretó los dientes-, pero se hará lo que yo diga, soy quien está al mando, no lo olvides, o lo pasaras mal… ¿está claro? –preguntó.
Muy claro, pero… ¿por qué has aceptado tan pronto? –pregunte perplejo ante lo rápido que había ido todo, cuando esperaba algún tipo de discusión con ella.
Dime una cosa –me miro irónica-, eres un ejecutor como tú dices y tu misión es acompañarme, ¿me harías caso o te podría convencer de que no vinieses pese a las instrucciones que hayas recibido?
Evidentemente, no –admití.
Pues por eso, en lugar de discutir contigo por algo que no tiene arreglo salvo que te mate, prefiero gastar mis energías en dejarte claro cómo vamos a funcionar, ¿mejor ahora?
Si, gracias.
Bien, ve por tu caballo y continuemos, pararemos a descansar dentro de tres o cuatro horas, alejémonos de aquí lo más posible antes de buscar un lugar donde poder pasar esta noche.
Hice lo que me dijo, mientras yo recuperaba mi caballo ella se encargó de registrar y recuperar todo lo que pudiese ser de valor en los muertos. Vi que prestaba especial atención al último hombre que había caído, el que yo elimine con mi cerbatana, también se había acercado a él, pese a que ya lo había registrado yo antes. Lo cierto es que no me extrañó, ni que mirarse detenidamente al árbol del que yo me había bajado, ya que la distancia desde la que dispare era considerable para un cerbatana, lo cierto es que yo había usado un par de conjuros, uno sobre el dardo y otro sobre el interior de tubo de la cerbatana, desencadenando en el interior en el mismo instante de soplar el dardo una pequeña ventolera, aumentando de ese modo el impulso del proyectil en mucho.
Durante la pelea, cuando apareció a su alrededor el halo rojizo me pareció sentir una diferencia de poder en ella, no había podido precisarlo debido a que por un lado estaba excesivamente lejos, y por otro tenia todos mis sentidos sobre el asesino, para poder matarle en el momento preciso. Por la reacción de Mina conmigo, comprendí que pensaba que era algún tipo de agente del Imperio Khrissa enviado por la Emperatriz para ayudarla, lo que obviamente no le gustó ni medio pelo, aunque no se molestó en perder tiempo en algo que no tenía ninguna solución ya. A las cinco horas de viaje acampamos en un sitio que según vi era fácil de proteger y en el que sería difícil sorprendernos... Terminamos de cenar cuando Mina se dirigió a mí, directamente al asunto...
Pasaras por ser mi escudo, eso dará un significado a que los dos viajemos juntos.
De acuerdo -no puse pegas, sabía que un escudo era un hombre de armas que viajaba junto a un mago, este era su escudo, le ofrecía el valioso tiempo necesario para poder usar a plenitud su poder-, ¿dónde nos dirigimos?
Vamos a Nixhem, intentaremos que nos contraten en alguna caravana de esclavos de las que regresan con sus beneficios al puerto de Gorath a unos trescientos kilómetros nada mas de Kliwgord... desde allí nos las tendremos que apañar solos hasta llegar a la Torre -explico-, pero recuerda, limítate ser mi escudo, déjame a mí lo demás.
De acuerdo, me atendré entonces a mi papel como escudo, tú llevaras la voz en las conversaciones.
Después de esto nos echamos a dormir durante unas cuantas horas con toda tranquilidad, aunque note que Mina dejaba algunas pequeñas trampas mágicas que nos despertarían en caso de acercarse alguien. Por la mañana tras comer algo nos volvimos a poner en marcha de nuevo, solo cinco días después entrabamos en la enorme ciudad de Nixhem. Mina estuvo explicándome detenidamente cómo funcionaba la ciudad, y que se podía esperar uno en ella, que problemas nos podríamos encontrar, como actuar, etc... Me sonreí, estaba claro que su opinión sobre mí no era muy elevada que dijéramos. Durante el viaje me preguntó por mi curioso lenguaje, según ella era un tanto arcaico, aunque poco a poco me iba poniendo al día con él. Me preguntó si había estado todos estos años en las remotas zonas del sur, y yo, técnicamente sin mentirla ya que no especifico donde exactamente, se lo confirme, lo que le hizo poner una cara de "lo que me faltaba".
Lo cierto es que mi forma de hablar progresaba a un ritmo vertiginoso, pero de vez en cuando no podía evitar que se me escapasen expresiones que hacia cientos de años que no se usaban y que incluso algunas de ellas, nadie sabía en ese tiempo que significaban salvo que fuese muy culto en historia antigua, llamando considerablemente la atención. Tras solo una par de días en Nixhem y un par de estas fugas lingüísticas en sitios inapropiados, de los que escapamos sin pelear gracias a las buenas artes de Mina, me prohibió terminantemente hablar más de lo estrictamente necesario, y si tenía que hacerlo, de pidió que me limitara a los monosílabos, si, no, quizá, puede... etc...
Tres días después de nuestro último problema en Nixhem por mi forma de hablar, estaba Mina negociando con el jefe de una caravana cuando entraron varios hombres buscando a este. Al verlos entrar se puso pálido como un muerto e intento escabullirse, junto con los dos hombres que le acompañaban. No lo consiguieron, los seis recién llegados se dirigieron directamente hacia dónde estábamos sentados, abriéndose en abanico para que nadie pudiese escaparse de ellos. Vi que Mina me miro un poco preocupada, me hizo una discretísima seña de que no me metiese, y ni que me moviese para nada. El que parecía el jefe de los recién llegados se dirigió al hombre con el que negociábamos acusándole de cosas realmente graves.
En realidad, era lo de siempre a lo largo de todas las épocas, el más fuerte se impone al más débil, y en este caso estaba claro lo que esos seis hombre pretendían, cobrarle al otro una especie de impuesto por traficar en su "territorio". Lamentablemente para ellos, uno se fue a fijar en la silueta de Mina, exigiendo de paso también, que les entregaran como parte del pago a la "zorra" morena. Cuando puso su mano en el brazo de Mina, esta con una daga le hizo un profundo corte transversal en el antebrazo, conjurando además algo de su poder, creando un visible escudo entorno suyo... luego...
- Solo ha sido una advertencia, si volvéis a equivocaros no seré tan compasiva, soy una maga, no vuestra madre... ¿quedo claro? -repuso Mina.
Parece ser que no lo debieron de entender del todo, ya que el que estaba junto al sobón, decidió darle a la maga un escarmiento con su espada, la saco, la alzo y cuando estaba dispuesto para descargar el pomo de la empuñadura sobre su cabeza, cayó al suelo como un fardo, muerto, con el mango de una Daga Khlomn saliéndole del cuello... entonces hable yo...
- Ella advierte, yo directamente mato...
Ni por un solo instante había fijado mis ojos en ninguno de ellos, seguía en la misma posición inicial, aparentemente solo pendiente de mi vaso con licor. Otro de los sujetos saco también su espada para igual que su compañero caer con una Daga Khlomn clavada en el cuello. La precisión que demostraba, la sangre fría y la aparente falta de atención que demostraba sobre ellos, creo que les estaba imponiendo más que si me hubiese puesto como un energúmeno a amenazarlos. Los cuatro restantes se marcharon despacio, sin darnos la espalda y con la vista fija en mí, antes de salir, el que hacía de jefe me dijo que no se olvidarían de esto y me lo harían pagar caro. Cuando se marcharon, el hombre con el que negociábamos no lo dudo ni por un instante, con contrato de inmediato para escoltar su caravana y sus beneficios.
Salíamos cuatro días después, tiempo más que de sobra para que nuestros amigos con más compañeros nos buscasen las cosquillas. Nos tendieron un emboscada en una calle amplia de la zona baja de la ciudad, en una zona muy aislada, donde no parecía haber nadie, y si lo hubiese habido, habría tenido la sensatez de largarse de allí lo más rápido posible. Eran diez sujetos armados hasta los dientes con un mago, todos ellos listos y deseando terminar con nosotros. Vi como Mina se ponía tensa, como sus ojos buscaban una posible salida, o como mínimo un punto que nos permitiese defendernos con ciertas garantías... sonriendo me volví hacia ella...
Limítate a ocuparte del mago, de los otros me encargare yo...
Claro, diez contra uno. Te recuerdo, Asesino, que ahora no tienes la ventaja de la sorpresa de tu parte... -dijo Mina en tono tenso.
No me entendiste para nada Maga -menee la cabeza-, te dije que era un ejecutor, no un asesino... No es lo mismo, ¿sabes?
Después de esto Mina me ignoró, y yo me centré en mis adversarios, a los cuales por cierto, se veía muy confiados, espere el momento oportuno, únicamente me puse en marcha cuando considere que estaban lo bastante cerca de mí. Me moví veloz como el rayo en cuanto el primero se puso a mi alcance, sorprendiendo todo el mundo con mi rápida y sorprendente reacción, incluida Mina. Solo veinte segundos después de haber arrancado cuatro de los diez hombres yacían tendidos en el suelo sobre una gran mancha de sangre, con profundas cuchilladas sobre sus cuerpos, muertos.
Dos más cayeron en cinco segundos victimas de mis Dagas Khlomn, pasando a centrarme en los cuatro restantes mientras el mago se encargaba de mantener a Mina a raya, por lo que vi era alguien realmente bueno y sabía perfectamente lo que hacía en cada momento. Su principal problema es que se suponía que los diez hombres que le acompañaban se encargarían de la maga y su escudo, pero sin embargo, estaban muriendo uno tras otro. Cuando el séptimo sujeto cayó bajo el filo de mis espadas perdió la concentración durante unos breves segundos, tiempo más que suficiente para colarle un colmillo de la Luna en la espalda... El efecto de retorno del colmillo cuando "fallé" en mi lanzamiento le sorprendió, igual que por lo que vi, también pillo desprevenidos a todos los demás. Cayó muerto con el colmillo sobresaliendo del centro de su espada, una vez eliminado, Mina, al estar libre de oponente, terminó con facilidad con los tres sujetos restantes, que para terminar de fastidiarla, intentaron huir dándonos la espalda, lo que facilito aún más su completa aniquilación.
Sabes una cosa -se dirigió a mi entrecerrando los ojos-.
El que -respondí.
No sé qué harías para el Imperio antes de que te asignaran a esta misión conmigo, pero está claro que no eres un asesino normal, te he subestimado todo este tiempo, mis disculpas -hizo una inclinación de cabeza.
Como ya te dije, soy un ejecutor, no un simple asesino...
¿Según tu cual es la diferencia entre ambos?
El asesino es una sombra que mata sin delatar su presencia y se retira del mismo modo. El Ejecutor es una sombra experta en todo tipo de formas de matar, incluyendo el combate abierto como el de ahora…, y siempre cumple con su cometido.
Me miró con el ceño fruncido, con los brazos cruzados, dándose inconscientemente golpecitos con el dedo índice sobre sus labios, con sus ojos clavados en mí, pensativa.
Creí que hacía más de ciento cincuenta años que no existían los ejecutores, pero ahora veo que me equivoqué -replicó-. Sabes, todo en ti parece extremadamente obsoleto y arcaico, como de alguien salido directamente del pasado -añadió sorprendiéndome.
No dije ni media, no quise entrar en ese terreno tan quebradizo para mí. Volvimos de regreso a nuestro alojamiento, por supuesto yo delante ejerciendo mi papel de escudo. Podía sentir sus ojos clavados en mi espalda, también juraría que podía escuchar los engranajes de su mente dándole vueltas a todo lo que había vivido hasta el momento relacionado conmigo y mis "rarezas". Pensé que tendría que empezar a andarme con mucho cuidado con ella de ese momento en adelante, por la cuenta que me traía.
CONTINUARA