Crónicas de Vhaalzord - Libro 16 - 3
Val permite que le secuestren con la sospecha de que será llevado directamente ante aquel que contrato a sus captores para el trabajo. Al pobre le está costando horrores no hacer nada y dejarse llevar, ya que solo piensa en poder destriparlos
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 16
Capitulo- 3
Al final no me costó nada fingir estar bajo los efectos de la raíz del Esclavo con el fin de ver a que me conducía todo esto, aunque tenía mis sospechas. Pese a lo que pensaba, me sacaron del hotel junto con todas mis posesiones, sin dejar tras de nosotros el menor rastro de nuestro paso, envuelto en una alfombra para que nadie me viese.
Lo peor fue cuando abandonamos la ciudad, el ir tendido sobre el lomo de un caballo, envuelto, con un conjuro purgándote la sangre de cada nueva dosis de la raíz que te daban, con lo doloroso que eso es... no es algo que me hiciese mucha ilusión que dijéramos, estaba pesando en qué hacer con tan agradable mujer y sus secuaces en cuanto les pusiese las manos encima. Lo de que me drogase tras, supuestamente, haberla ayudado, no me hacía sentirme especialmente proclive a ser compasivo con ella, pero necesitaba aguantar con fuese.
Por las voces que escuchaba y lo que hablaban entre ellos, el que los pagaba, era sustancialmente mas generoso si me entregaban a él con vida que muerto. Aunque como digo, en todo este perfecto y magnifico plan, todo el mundo parecía haberse olvidado de contar conmigo, cosa que estropeaba todo el asunto, confiaba en que no tardásemos mucho en encontrarnos con su “contratador”. Paramos unas diez horas después de haber salido de la ciudad según me pareció apreciar, en mi supuesta inconsciencia, mi "captora" me volvió a obligar a ingerir mas raíz del esclavo, y nuevamente a que mis conjuros de protección la purgaran, con el consiguiente dolor en todo el cuerpo por el conjuro.
No tenía nada claro cuánto tiempo tendría que seguir fingiendo esta situación tampoco, pero solo estaba dispuesto a seguir soportándola durante un tiempo prudencial nada mas, por fortuna para mí solo tuve que aguantarla un día y medio. A la mañana siguiente llegamos a las estribaciones de las montañas, internándonos en ellas, solo tres horas después, llegamos a una especie de explanada rodeada de farallones, un sitio perfecto para que te cosiesen de flechas desde las alturas, pero también uno perfecto donde nadie viese nada salvo que fuese a posta a él.
Durante todas esas horas de ese día, yo había ido cabalgando por mi cuenta, simulando estar bajo los efectos de la raíz, lo que me había permitido desperezar mi cuerpo, estirarme disimuladamente y desentumecerlo, tras más de veinte horas tendido sobre un caballo como un fardo. Por lo que hablaba la dulce señora y los tres tipos que la acompañaban, estaban esperando a que hiciese acto de presencia quien les había pagado por ello... No sabría decir quien estaba más impaciente por que llegase, si ellos o yo, os lo aseguro, no os hacéis una idea de las ganas que tenia de encontrarme con él.
Por fin pude observar a quien les contrato, era lo que yo suponía desde el principio y motivo por el cual no los maté. Un hombre con una gran armadura de color rojo, armado hasta los dientes y con pinta de ser tremendamente duro. No me hacía falta que nadie me dijera nada, estaba claro que ante mí en ese momento tenia a un Dragón en su forma humanoide, y por el color de la armadura, era un Dragón Rojo... y por fin lo tenía a mi alcance, había cometido un error letal para él. La chica se acercó a él, tendiéndole la mano, que el Dragón estrecho con cierta reticencia por lo que pude observar. Este estuvo interrogándola sobre mi situación, y ella amablemente le estuvo explicando que era lo que había hecho para lograr capturarme, también le explicó las virtudes de la raíz del esclavo.
El Dragón se movió hacia mi posición tras depositar una bolsa sobre la mano de la mujer, que al abrirla y dejar caer su contenido sobre su mano, me permitió ver los diamantes que había recibido como pago por mi captura... Diamantes que sin duda al menos triplicaban la cantidad ofrecida por mi muerte. Espere de pie, potenciando sutilmente mis defensas, reforzándolas con nuevos conjuros que iba anclando a mi fuente interna de poder, midiendo con mucho cuidado la distancia entre el Dragón y yo a medida que se acercaba.
- Dizty : Aquí le tiene, todo suyo e intacto... ¿Quién es para que valga tanto dinero?
- Dragón : Eso no es de tu incumbencia humana, ya te pague, ahora vete con tus amigos...
- Dizty : ¿Humana?... Jajajajajaja, y tú que eres, ¿un fantasma? ¿un muerto vuelto a la vida? -dijo irónica...
- Val : No Dizty, es un Dragón, un Dragón Rojo para ser más exactos –dije saliendo de mi apatía y tomándoles a todos por sorpresa.
Aposente mis pies al decir eso, varios dardos mágicos partieron de mis manos alcanzando a los tres secuaces de la bella Dizty, eliminándolos en el acto. Para después dar con el revés en la cara de Dizty, derribándola mientras con uno de mis pies golpeaba sobre la armadura del Dragón, desequilibrándolo y haciéndole retroceder un par de pasos mientras conjuraba mi Shilkka del limbo mágico donde se encontraba.
Según apareció en mis manos la dirigí raudamente contra el pecho desprotegido del Dragón que recuperaba en ese momento el equilibrio tras mi empujón, abriendo una profunda grieta en su armadura, por donde empezó a manar la sangre, provocando que soltase un gran alarido de dolor al sentir la herida. Hice un pequeño molinete con la Shilkka cuando el extendió su espada contra mi hombro para detener el golpe, de seguido cruce un segundo tajo contra él, esta vez sobre su estomago de izquierda a derecha.
Hizo algo que no me esperaba de él en esos momentos, se transformó a su forma original de Dragón Rojo, dos feísimas, y por lo que pude ver, pero que muy feísimas heridas, cruzaban su pecho... Lanzó fuego contra mí, encontrándose con que mis poderosos escudos impedían que fuese alcanzado, tras eso lanzo un zarpazo brutal que tuve que esquivar, usando la hoja de la Shilkka y mi magia para desviar sus garras de mi cuerpo, causándole de paso un profundo corte en el dorso de la pata. Vi a Dizty pegada contra la pared, completamente aterrada al ver al enorme Dragón, en otras circunstancias me hubiese regodeado de ello, pero bastante tenía con prestarle atención para no morir, más que nada porque eso me dejaría fuera de combate tiempo más que suficiente como para impedirme llegar al rito de Nakriss.
Observe que era un Dragón Joven, pero sobre todo, de lo que me pude dar cuenta, es que no parecía estar nada seguro de poder salir bien librado de esta, en su mirada podía percibir cierto temor por su suerte, su poder no podía compararse al de sus mayores, pero aún así seguía siendo un poderoso Dragón... Tuve que pensar rápido al ver eso, no tenía muy claro de que podía tener miedo, desde luego no creía que fuese de mi, por muy Vhaalzord que fuese, evidentemente respeto si me tendría, pero no miedo como mostraba, debía de ser otro el motivo, y no tarde mucho en darme cuenta de que podía temerse ese Dragón... soltando una carcajada al percatarme.
- Val : Y dime Dragoncito, quien llegara antes para tratar contigo... ¿El Nahkkar Negro del Reino del Sur, o el Nahkkar Verde del Reino del Norte? ¡¡Eh!!, ¿Tu quién crees? -dije, poniendo toda la maldad que pude en mi voz.
El Dragón al escucharme pego un rugido de furia, siseo y de nuevo volvió a intentar alcanzarme con sus llamas, que nuevamente se estrellaron de forma inofensiva contra mi escudo. Por mi parte contraataque con una serie de dardos mágicos, alternando fuego con frio y energía, cambiando de la magia Arcana a la humana y luego a la Draconiana, alternándolas también, con el fin de tratar de desestabilizarle sus escudos, cosa nada probable tratándose de un Dragón, pero al menos estaba seguro que le complicaría la vida un poco. Mi principal objetivo en realidad, era poder ponerme al alcance de mi Shilkka para usar su cuchilla, algo que él se cuidaba mucho de permitirme tras haber probado lo que esta podía hacerle.
Dizty intentó escaparse, el resultado para ella fue bastante desagradable, el Dragón de un salto cayó sobre su espalda, y de un solo mordisco le arrancó la cabeza, rastrillando luego su espalda con las garras, destrozando su cuerpo por completo...
- Val : Pero que haces Dragoncito... Me has fastidiado, ¿sabes?, pensaba divertirme con ella durante un buen rato después de haberte matado, y ahora, ya no podre hacerlo... Pero que malo eres conmigo Dragoncito -dije socarrón, estallando luego en nuevas carcajadas, lo que veía que le sacaba de quicio poco a poco.
El Dragón me miro con odio, soltando un rugido de cólera al darse cuenta de mis burlas. Perdiendo toda precaución salto a por mí, extendió sus alas y se lanzo al aire, viniendo rasante con ansias homicidas. Para su desgracia eso era justamente lo que yo estaba esperando, según se acercó, me tire al suelo, protegiéndome con mis escudos y alistando mi Shilkka. Al darse cuenta de mis intenciones hizo lo peor que podría haber intentado para esquivar mi ataque, elevarse mientras pasaba sobre mí, eso quito de mi la amenaza de sus garras, exponiendo aún mas su vulnerable vientre a la hoja de mi Shilkka.
Según vi el movimiento alce el filo, descargando un golpe, aprovechando su propia velocidad para causar una mayor herida en su cuerpo a la vez que me anclaba al suelo con magia para evitar ser arrastrado. El chillido que pegó cuando sintió mi hoja penetrando profundamente en su barriga fue atronador. Cuando pasó y se detuvo unos metros más lejos, vi el alcance de la herida, era muy profunda, si no se la intentaba curar pronto seria Dragón muerto, y él lo sabía también como yo. Afiancé mi posición y mis defensas mientras me reincorporaba, pasando de inmediato al ataque para evitar que pudiese hacer nada salvo morir, lanzando de todo lo que se me ocurría contra él, tratando de evitar que pudiese escaparse de allí.
Desgraciadamente para mí, era un Dragón joven, pero no un Dragón estúpido, protegió sus alas que era donde dirigía mis ataques, alzando después rápidamente el vuelo, aceptando una serie de heridas menores por mis ataques mágicos a cambio de poder alejarse a un lugar tranquilo y curarse las heridas. Vi como alzaba el vuelo torpemente, impotente de hacerle nada serio para impedirlo, cuando una enorme flecha de color negro se cruzo con él escuchando de su garganta un nuevo alarido, solo segundos después apareció también una de color verde... Vi como el Dragón Rojo esta vez caía del cielo, abatido por dos poderosos Dragones que acababan de destrozarlo en decimas de segundo, no me costó nada reconocerles, eran Shless y R’halrhaz.
Ambos Dragones tomaron tierra junto a mí, adquiriendo de inmediato forma humanoide.
- Shless : ¿Estás bien Shaddin Vhaalzord?
- Val : Perfectamente, aunque me da la impresión, de que alguien en alguno de vuestros reinos no está muy conforme con que pase el rito de Nakriss. ¿Alguno sabe quién era ese? -señale hacia donde había caído el Dragón Rojo.
- R’halrhaz: Se llamaba K'lrio, era un Dragón joven de la casta Roja, según parece iba por su cuenta junto con un amigo, también de la casta Roja, y que ha desaparecido...
- Val : Ese supongo que fue el Dragón Rojo que murió en el templo, así que deduzco que nuestro amigo fue el que escapó de allí. Y ahora os pregunto a los dos, ¿seguro que solo esos dos jóvenes han podido organizar todo esto sin que os enterarais y con tantos recursos económicos? -pregunté irónico mostrándoles los diamantes del pago.
- R’halrhaz : Obviamente no, algún mayor ha tenido que guiarles...
- Shless : Sin olvidarnos de suministrarle una buena dotación de medios para comprar asesinos -dijo muy serio mirando los diamantes.
- Val : Bien, ahora que los tres pensamos lo mismo, ¿cómo nos deja esto?
- R’halrhaz : A ti de momento tranquilo, para organizar una nueva persecución necesitaran tiempo y poner a alguien más tras tu pista. Conmigo de regreso en el Sur y Shless en el Norte, tendrán muchos problemas para poder escabullir a alguien delante de nuestras narices, ya que no creo que hubiese nadie más que este y su amigo tras de ti en estos instantes.
- Val : Pero esos dos Dragones eran del Reino del Sur, según deduzco por tus palabras, ¿no? -dije mirando a R’halrhaz.
- Shless : En realidad no del todo, K'lrio y su amigo estaban en el Norte cuando vinieron a por ti, de modo que no podríamos decir con seguridad si el origen del problema está en el Norte o en el Sur.
- Val : Bien, al menos he logrado algo de tiempo para poder desplazarme, aunque tengo serias dudas de que no sigan mis problemas por la recompensa, aunque el ofertante ya no este.
- R’halrhaz : No te creas, sino aparecen de nuevo, en un par de semanas como mucho dejaran de considerar su oferta. Es como funciona esto en el mundo humano.
Tras estar hablando una hora más, ambos Dragones partieron de allí, aunque previamente se encargaron ambos de que el cuerpo del Dragón que habían abatido pudiese ser encontrado o reconocido como de su especie. No penséis que me quede conforme con su opinión, para que un contratador hiciese una oferta, era porque tenía el mismo el dinero, o estaba depositado en algún sitio a donde pudiese acceder independientemente de si el ordenante había muerto, desaparecido o lo que fuese, por lo que el precio por mi cabeza, aún continuaba en vigor con toda seguridad.
Cuando ambos Dragones se marcharon, me puse a recoger mis cosas, a hacerme con los caballos de mis captores que con el Dragón se habían escapado y marcharme de allí a toda velocidad, continuando con mi camino, rumbo al sur del continente. Lo único que lamente fue el no haber podido charlar después de todo esto con Dizty, estaba seguro de que me lo hubiese pasado muy bien intercambiando opiniones con ella sobre las propiedades de la Raíz del Esclavo, y porque no había sido una buena idea dármela a mí.
Tan solo un par de días después entre en una pequeña ciudad, Ploghi. Lo cierto es que no parecía gran cosa, tenía más bien pocos locales, y su barrio de diversiones estaba muy limitado, aunque cuando luego lo visite no me pareció que no abundase el dinero por allí. Me aloje en una taberna de la parte mala de la ciudad, estaba bastante cansado tras el encontronazo con el Dragón y no quería más hoteles de lujo de los que te sacan luego tranquilamente por la ventana, además, que era consciente que en mi estado de agotamiento no sería nada discreto a la hora de matar si tenía problemas. A las tres horas de estar paseando por los distintos locales, ya sabía que una única organización dominaba toda esa zona de la ciudad, no dejaba que nadie les hiciese la competencia, con pocos locales mas una zona de diversión muy bien delimitada, su control era mucho más efectivo y al no tener competidores, no tenían tampocas mermas en las ganancias.
Digo esto, porque esa situación era en extremo negativa para mi, había muchas posibilidades de que ese tipo de organización decidiese intentar hacerse con mi cabeza al entrar a sus dominios en solitario, algo a lo que no estaba dispuesto, pero claro, el problema es que en algún sitio tenía que detenerme, y una ciudad siempre era mejor opción que el campo al descubierto. En este caso necesitaba al menos un par de días de descanso tras el enfrentamiento con el Dragón Rojo.
Ya la primera noche, mientras cenaba, vi como varios sujetos me mantenían bajo vigilancia. Calcule que al menos cinco hombres habían tomado posiciones a mi alrededor, limitándose por el momento a tenerme controlado. Cuando termine de cenar y abandone el sitio, vi que los cinco se habían convertido en siete, completamente desplegados a mi alrededor, pero todavía sin tomar la iniciativa contra mí, algo que sinceramente no me gustaba, hubiese preferido terminar con el asunto de un vez, pero en esas circunstancias y contra tanta gente me sería imposible el evitar montar escándalo y que no se enterase la guarnición de un combate abierto en medio de la calle, que es en lo que se convertiría aquello.
Me busque un local apartado dentro del sector, me metí por varias callejuelas hasta dar con uno apropiado donde pudiesen enfrentarme con comodidad y sin temores de que apareciese la guardia en algún momento inconveniente. El problema que tuve, fue que me pase de listo con mis precauciones, me metí en el local que hacía de sede para uno de los jefes de la organización que dominaba la diversión en la ciudad, con lo que casi todos los parroquianos pertenecían a ella. Y si, efectivamente en algo sí que acerté, allí adentro desde luego sí que se atrevieron a enfrentarme, junto con otros varios, desgraciadamente para todos los presentes.
El problema en esa situación tan cerrada, son los escudos. Los escudos se crean con unos parámetros concretos, para que detengan ese tipo de ataques. Yo por ejemplo he matado magos con una simple estaca de madera, tenían escudos, configurados para armas de metal, por lo que la madera penetro en ellos con total facilidad. Son muchas variables, y cuando tienes mucha gente, en un lugar así, todos potencialmente contra ti, camareros, barman, las mujeres del local, clientes, y siempre sin saber que harán, es intrínsecamente peligroso. La mejor opción es poner todos los escudos posibles que puedas, con todas las configuraciones que se te puedan ocurrir, aunque eso lleva tiempo y gasto de poder, lo que para un mago son dos cosas que, habitualmente en caso de peligro, no suele tener para disponer, especialmente tiempo.
Cuando me di cuenta del detalle puse mis conjuros al máximo, procesando características nuevas para ellos, mientras preparaba silenciosamente conjuros de ataque en diversos objetos en mi poder. Los siete vigilantes entraron solo un minuto después de hacerlo yo, nuevamente se desplegaron para rodearme y tenerme controlado. También vi, y eso fue lo que me mosqueo obligándome a tomar medidas y prepararme, como varios de los parroquianos variaban sus posiciones, volviéndolas hacia donde yo estaba, algunas de las mujeres también cambiaron de hombres con los que estar, casualmente, variaron sus posiciones para ir con hombres que estaban relativamente cerca de mí, o en buena posición para atacarme. Otro dato que me preocupo, fue que discretamente, algunas de las mujeres invitaban a largarse a varios parroquianos, mientras otros distraídamente se iban situando ante la puerta, bloqueando el paso hacia el interior del local desde la calle.
Espere pacientemente a que alguien se pusiese en marcha contra mí. El primer ataque vino del sitio más inesperado, mi vaso de vino, nada mas servírmelo el camarero, le di un sorbito y solo un par de minutos después sentí como mi conjuro contra venenos se ponía en acción, purgando la escasísima cantidad de este que había pasado a mi estomago y en ese momento comenzaba a llegar a mi sangre. Decidí tomármelo con muchísima calma e ir preparando mi “contraataque”…
- Val : ¡¡Ey!! ¡¡Tú!! –dije haciendo señas al camarero para que se acercarse.
- Camarero : Si, ¿te pasa algo? –me pregunto en tono chulesco.
- Val : Si, que quiero que te bebas este vaso de vino que me has servido… -respondí empujándolo suavemente hacia él.
- Camarero : No pienso hacerlo, y creo que te convendría apurarlo hasta la última gota… -sonriendo malignamente agregó- será menos doloroso para ti hacerlo así.
- Val : Ya, pero existe un problema para que me lo termine yo –dije sonriéndole con dulzura.
- Camarero : ¿Cuál?
- Val : Que no me gusta que me envenenen –respondí clavándole a la vez una daga en el cuello.
Después de clavársela, di un tajo lateral, cortándole la yugular, de su cuello empezó a brotar un chorro de sangre a presión mientras con las manos trataba de contener desesperadamente la hemorragia, había decidido ser muy clarito con respecto a lo que pensaba de los ataques contra mi persona. Extendí mi mano sujetándole por la pechera, con dos rápidos movimientos limpie la hoja en su ropa, dándole después un violento empujón hacia atrás y enfundando de nuevo mi daga mientras me daba la vuelta rápido para enfrentar al resto de presentes. Para mi sorpresa nadie se había movido de su sitio, o más bien, nadie me estaba intentando atacar, los parroquianos solamente se habían limitado a ponerse en pie y sacar sus armas, como esperando algún tipo de orden. Fue entonces cuando habló la única persona que todavía permanecía sentado un una mesa, con una chica a cada uno de sus lados, que por cierto también se habían puesto de pie y mostraban dagas ligeras en sus manitas.
- Tipo : Deberías haberte bebido el veneno, sería mucho mejor para ti, ahora, después de matar a uno de mis hombres, me has puesto en un apuro…
- Val : ¿A si?, no me diga eso por favor…
- Tipo : Pues sí, lamentablemente tengo que hacer un escarmiento contigo por ello. De haberte bebido ese vino habrías muerto dulcemente, ahora lamentara no haberlo hecho Sr… eh…
- Val : Vhaalzord, puede llamarme Vhaalzord o El Nigromante, como prefiera… ¿Y usted?... me gustaría conocer tu nombre antes de destriparte… porque nadie de aquí saldrá con vida después de escuchar mi nombre -dije sonriendo como un Lobo.
- Ezhec : Jajajajajajaja… que gracioso, mi nombre es Ezhec… ¿y sabes una cosa?, pensaba dejar que te matasen con cierta rapidez, ahora no, me encargare personalmente de hacerte sufrir antes de morir… -sonrió irónico- por cierto, muy bueno ese intento de asustarnos con el nombrecito -terminó estallando en carcajadas, como todo el resto de los presentes.
- Val : Me encanta ver divertirse a la gente antes de que muera… -levante la mano señalando con el dedo en un amplio arco a todos los presentes- y todos vosotros… vais a morir –dije con dureza.
- Ezhec : Bueno, se termino, ya está bien de estupideces, cogedlo y traédmele, le quiero vivo… -dijo con tono de voz cruel.
En ese momento juraría que casi todos los presentes se pusieron en marcha, frenando en seco tan solo dos segundos después, mirándome con caras aterrorizadas, girando rápidamente sobre sí mismos, chocando brutalmente unos contra otros en su afán por escapar de allí. Justo en el momento en que Ezhec dio la orden hice mi movimiento, treinta guerreros Khulgan y dos magos aparecieron dentro del local, diez guerreros mas aparecieron ante puertas y ventanas, bloqueando el paso a cualquiera que intentase escapar, entonces sonriendo malignamente, extendí el brazo, y señalando a Ezhec…
- Val : Matad a todo el mundo… pero a ese le quiero vivo y para mí, no lo toquéis… Ahora guerreros… ¡¡¡MATAD!!!
Como una avalancha los Khulgan se pusieron en marcha, segando vidas a su paso, se movieron velozmente por todo el sitio, destripando y torturando a quien tenía la mala suerte de caer en sus manos con vida, tanto hombres como mujeres, los Khulgan en eso no hacen distinciones, se divierten por igual con ambos sexos. Por mi parte me ocupe personalmente del tal Ezhec, con mucha delicadeza le desarme sin herirle, con mas delicadeza aun le hice un corte horizontal con una de mis dagas, sacándole de su interior las tripas con una mano, mientras que con la otra usaba la daga para pincharle los ojos con la punta, reventándolos y dejándole ciego.
Cuando abandoné el local, quedaban únicamente unos pocos cuerpos enteros, el resto habían sido dispersos por todo el sitio por los Khulgan, que se habían divertido descuartizando vivas a sus víctimas. Ezhec presidia la dantesca imagen, ayudado por varios guerreros, le clave en una de las paredes usando varias espadas a modo de clavos… Tenía una espada atravesándole cada muslo, otra cada brazo y una quinta atravesándole el estomago, mientras todas sus tripas salían colgando por la enorme raja que había sobre el mismo. En su cara se leía el sufrimiento que debió de experimentar, le faltaban también los ojos y la lengua, esta aparecía clavada a la pared a su lado, como a modo de aviso de algo, por aquello de disimular.
Habían muerto más de setenta personas en el local, todo el que tuvo la mala fortuna de estar dentro, incluidos dos visitantes que llegaron en el peor momento posible, y en lugar de irse al ver que no podían pasar, insistieron en entrar gritando e insultando. Por orden mia los Khulgan que guardaban la puerta los dejaron pasar… o más bien, uno abrió la puerta, otros dos los sujetaron por las pecheras metiéndolos de golpe hacia adentro mientras que con sus espadas los ensartaban por el estomago, haciéndolos callar en el acto. Tras cerrar la puerta, ese mismo Khulgan que había abierto les decapito a ambos, justo cuando empezaban de nuevo con los gritos… Supongo que murieron pensando que debían de estar durmiendo y en medio de alguna pesadilla.
Si alguien piensa que después de esto abandone a toda prisa la ciudad, que se olvide, tranquilamente volví a donde estaba alojado para descansar, ya que lo sucedido en el local me había agotado, aunque cierto es también, que me había dejado la mar de relajadito. No sabía si el tal Ezhec era el señor de la ciudad o solo uno de los jefes de la organización, pero sinceramente me importaba tres pimientos, si lo era de la organización, esta estaría descabezada y posiblemente medio en guerra civil, si no lo era… pensaba que bueno, si intentaba algo contra mí, peor para ellos, ya que no estaba de humor como para andarme con tonterías y tenía pensado seguir el mismo plan de actuación que en aquel local.
Cuando llegué a mi habitación, distribuí varias de mis criaturas a modo de centinelas y me metí en el lecho para dormir tranquilamente el resto de la noche, como digo, creo que la matanza me resulto muy relajante, ya que recuerdo que dormí como hacía mucho que no dormía así de a gusto.
CONTINUARA