Crónicas de Vhaalzord - Libro 15 - 5 (Final)
Val navega como tercer oficial de un barco de guerra de Khirland hacia la isla de Nauruem tras una flota muy superior de barcos de guerra Dankhares , y con la sanísima intención de hundirla.
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 15
Capitulo - 5
Tres días después tuvimos una nueva reunión, esta vez sobre el asunto de los magos que la flota llevaban con ellos... según la opinión generalizada era un suicidio el intentar nada, si ellos contaban con magos no tendríamos ninguna oportunidad... Permanecí en silencio meditando si descubrirme o no, lo cierto es que cuando nos encontrásemos con esa flota lo tendría que hacer quisiese o no, y ese quizá fuese un momento tan bueno como otro cualquiera. La Capitana siguió explicando más o menos como deberíamos de proceder en el momento en que localizásemos a la flota enemiga, la prioridad ante todo era evitar que llegasen... si no podíamos entonces de ninguna manera podían descubrir qué punto se estaba usando para el comercio, teníamos que evitarlo a toda costa. Tras esto fue saliendo todo el mundo, cada uno a seguir con su labor.
- Val : Capitana por favor, ¿podemos hablar un momento a solas?
- Capitana : Claro, dime, ¿qué ocurre?
- Val : Tengo seis Halcones Azules en el cielo intentando encontrar la flota Dankhares sin resultado por el momento... Si llega el caso de tener que hacerles frente no se preocupe, yo me ocupare de esos magos. En realidad ese es el motivo de encargarme de las guardias de la noche, evitar descubrirme como tal por accidente si ocurría algo...
- Capitana : ¿Me estás diciendo que eres un mago?
- Val : Si, eso mismo es lo que le estoy diciendo, que soy un mago…
- Capitana : Supongo que tendrías tus motivos para no querer que se supiese... Es una buena noticia pese a todo, al menos ahora contigo tendremos una oportunidad, por pequeña que sea... es un rayo de luz...
- Val : Capitana... vera lo cierto es que yo...
- Capitana : Tranquilo, tampoco espero que seas el no va mas como mago. Antes no teníamos ninguno, ahora por lo menos tú nos podrías conseguir algún tiempo. Regresa a tus funciones... y gracias por la confianza que me has demostrado.
Me fui sonriendo para mí al pensar en lo último que había dicho de conseguir más tiempo para todos, lo cierto es que si me tenía que descubrir, revelar de verdad el alcance de mi poder, los que se iban a quedar sin nada de tiempo en sus vidas eran los miembros de la flota Dankhares. Volví a mi lugar habitual en el barco, en la proa bajo cubierta a mi hamaca para intentar dormir un poco. Apenas conseguí pegar ojo media hora, de pronto sentí como unas manos me acariciaban, abrí un ojo encontrándome con mi arquera preferida mirándome con lascivia... ni lo dude, la sujete firmemente por sus caderas y la alce, sentándose por ella misma sobre mí a horcajadas, sus manos se apresuraron a liberar mi miembro y enfundárselo en su húmeda gruta.
Me dijo que estaba muy cachonda, que se oía que pronto volveríamos a entrar en acción y antes de que esos pasase quería volver a follar conmigo una vez más. Le empecé a masajear los pechos mientras ella me cabalgaba jadeando y gimiendo, con su cabeza echada hacia atrás y sus ojos fijos en el techo pero sin ver realmente nada. Notaba sus endurecidos pezones bajo las palmas de mis manos, parecía que pinchasen de lo duros que estaban. Nos balanceábamos sobre la hamaca mientras ella me cabalgaba dando grititos cada vez más altos... al poco se desplomó sobre mi mientras yo por mi parte me derramaba también dentro de ella por completo.
Esa misma noche volví a mi guardia de siempre, sobre las cuatro de la mañana por fin uno de mis halcones localizo lo que parecían las luces de posicionamiento de varios barcos navegando juntos... Mantuve la vigilancia hasta que llego el alba y pude hacer que el halcón pasase sobre ellos para de ese modo poder asegurarme de que en efecto eran ellos y no otros cualquiera, cosa extraña en esa zona por otra parte, pero bueno. Sin duda eran ellos, pero se habían desviado bastante... me di cuenta de que estaban siguiendo la antigua ruta que solían seguir los mercantes de la corporación Tholinsen... lo que ya de entrada no me gusto nada de nada.
Con toda discreción informe de ello a la capitana, que rápidamente dio las órdenes correspondientes al respecto. La idea que tenia la capitana era simple, les adelantábamos, algo que no nos costaría mucho habida cuenta de que a su pregunta de si podía hacer algo al respecto le dije que si, después apareceríamos ante ellos como uno de los mercantes que sin duda estarían buscando e intentaríamos forzarlos a una persecución tras de nosotros. Estuvimos toda la noche navegando hasta conseguir adelantarles, cosa que no ocurrió hasta por la mañana, luego invertimos el rumbo para aparecer ante ellos como procedentes de la misteriosa Isla de Nauruem.
Fue automático, nada más aparecer desde esa dirección con nuestra bandera y cambiar rápidamente de rumbo, fue ver como la flota Dankhares se desplegaba con las birremes en el exterior del arco para darnos caza... nuestra superior maniobrabilidad y velocidad dejo pronto muy claro que únicamente las Ligeras Birremes podrían ser capaces de darnos alcance... Lo que pese a las apariencias supuso un desastre para nosotros, ya que dos de las tres Birremes salieron en nuestra persecución mientras el resto de la Flota, el Quinquerreme, el Trirreme y el ultimo Birreme volvía a poner rumbo en dirección a la isla de Nauruem y nosotros no podíamos hacer nada de nada hasta no habernos librado de nuestros dos atacantes, cosa que tampoco podíamos hacer estando aún al alcance del resto de su flota.
Para terminar de joderla del todo al usar la magia Draconiana vi con los Ojos de Dragón como cada una de las Birremes llevaban urdimbres mágicas a bordo que variaban de forma de modo continuo, lo que suponía que en cada uno de los barcos iba un mago que empleaba su poder para controlar el viento. Llevaban casi una hora de persecución cuando estuvieron lo suficientemente a tiro como para que sus dos magos disparasen haces de fuego contra nosotros... Al verlos venir todos se pusieron pálidos pensando en que era su último segundo de vida, cuando de repente retemblo contra una especie de cúpula que rodeaba el barco. Vi la incredulidad reflejada en todas las caras.
Ante la atónita mirada de todos ellos me situé al borde de la popa, alce las manos y las moví como si empujase contra uno de los dos barcos que nos perseguían, segundos más tarde el barco en cuestión se empezaba a hundir debido a una gran brecha abierta en el costado del barco. Todos los tripulantes y oficiales del Dragón del Mar con excepción de la capitana me miraban con la boca abierta sin terminar de creérselo.
El segundo barco no por ello aflojo, es mas su mago era mucho más poderoso que el anterior, su ataque con haces de fuego no tumbo mis defensas porque era yo y las tenia ancladas a mi fuente interna, desde luego si no estaríamos todos nosotros asados habida cuenta de la potencia del conjuro. Devolví el mismo tipo de saludo que él también se ocupo de detener sin aparente dificultad, después de eso estuvimos ambos intercambiándonos algunos saludos variados, pero no quería que se descubriese el verdadero alcance de mi poder, único motivo real por el que no termine con él en un instante. Al final, treinta minutos después de haber empezado el combate los dos barcos se abordaron, dándose entonces cuenta el Birreme de que nosotros no éramos un pacifico mercante con la suerte de tener un mago abordo, sino un barco de guerra por mucho que no tuviésemos montado ningún espolón en la proa.
Salte sobre la cubierta del Birreme para ser yo mismo quien se encargase del mago. Lo cierto es que me dio hasta pena el pobre hombre, se enfrento a mi preparándose para un violento combate de magia y murió por la hoja de una de mis espadas que le entro por el estomago saliéndole por la espalda. Pareció olvidar que si bien un escudo mágico funcionaba también como una armadura de metal, también se podía imbuir magia en las hojas de las espadas para atravesarlo, esto hizo que penetrasen sus escudos, mientras la izquierda le atravesaba el estomago la hoja derecha cruzaba su estomago de riñón a riñón. El ver caer de ese modo a su poderoso mago no fue muy bueno que dijésemos para la moral de los enemigos, pero aun así y para mi asombro ninguno pidió cuartel o se rindió, todos ellos tuvieron que caer por las hojas de nuestras espadas. Perdimos casi una veintena de hombres, antes de irnos de allí dejamos la birreme en llamas tras derramar todo lo inflamable que pudimos encontrar en ella. Luego El Dragón del Mar puso rumbo directo hacia la Isla de Nauruem.
Tras esto ya no hacía falta que nadie dijera que yo era un mago, todo el mundo había podido verlo con sus propios ojos. Gracias a los halcones pude saber la posición exacta de lo que quedaba de flota enemiga y nos llevaba bastante distancia como para sernos imposible del todo darla alcance antes de que arribara a la isla, otra cosa es que luego pudiesen acercarse a tierra en lo mas mínimo, algo que yo ya sabía más que de sobra como ya sabéis todos. Mi situación en el barco había cambiado considerablemente, seguía siendo el tercer oficial, me seguía encargando de las guardias de la noche, pero todo el mundo ahora parecía tratarme con pies de plomo y como con cierto miedo o nerviosismo.
Cuando llegamos a la vista de Nauruem la flota enemiga estaba circunvalándola en busca de los mercantes que comerciaban con ella, en precaución envié un nuevo Halcón Azul sobre Nauruem, solo que esta vez iría como mensajero. Supuse con acierto que la aparición de los Diamantes Negros de la isla en el mercado había llamado la atención de determinada gente muy bien relacionada. De todos modos también sabía que la expulsión de la isla del puesto de la Corporación Tholinsen había tenido también sus repercusiones en los mercados de Los Archipiélagos. Había muchísima gente interesada en la posibilidad de sustituirlos, pero nadie sabía cómo poder hacerlo cuando de repente empezaron a aparecer esos diamantes y se descubrió que procedían de Nauruem, lo que quería decir que alguien estaba haciendo negocio allí… y mucho más rentable que el que en su día hizo la Corporación.
El lugar donde estos se realizaban por sugerencia mia además, era una pequeña bahía muy protegida, con una única y pequeña playa de acceso, dentro de ella podían permanecer anclados tranquilamente tres o cuatro barcos sin que fuese posible divisarlos desde alta mar, eso sí, el lugar era un autentico callejón sin salida. Salvo la playa el resto del sitio estaba rodeado de altos farallones, cualquiera que entrase allí tendría serios problemas para poder salir con vida si una fuerza hostil tomaba esas alturas, que era el caso de los Nauruem a los que enseñe como situar poderosas balistas y catapultas, situándolas en puntos en que no podían ser divisadas desde abajo, también a tomar los datos necesarios para saber cómo orientarlas para dar positiva y certeramente en cada metro cuadrado de la bahía o su acceso. También les deje claro que si alguien se intentaba pasar de listo y tenían que usarlas, procurasen que preferiblemente nadie del intento saliese con vida, si había mercaderes inocentes serviría de aviso, si no había nadie más, se mantendría el secreto de las maquinas de guerra.
Informe a la capitana de donde estaban los mercantes y la flota enemiga, el problema era como poder llegar hasta ellos, todos sabían que para acceder donde se suponía que estaban esos barcos debería de hacerse por algún tipo de canal navegable, pero sin conocerlo exactamente lo más seguro es que el barco embarrancase sin remedio. Mientras se discutía lo que se debía de hacer el tiempo pasaba y la flota enemiga cada vez estaba más cerca... Yo era el encargado de cubierta en esos instantes pese a estar en la reunión, pero decidí actuar por mi cuenta de modo que me retire procurando pasar inadvertido.
Cuando llegue a cubierta me dirigí donde el piloto y desde allí impartí una serie de órdenes que todo el mundo se apresuro a cumplir de inmediato, al ruido acudió la capitana seguida del resto de oficiales...
- Capitana : ¿Qué ocurre?
- Val : Nada señora, usted quería entrar en la bahía y eso es lo que vamos a hacer
- Primer Oficial : ¿Y lo de montar el espolón y las protecciones?
- Val : Porque creo que será más eficaz que entremos como un barco de guerra de Khirland, ya que los dos mercantes fondeados llevan nuestra bandera... esto dejara las cosas claras sobre quien tiene el mando sobre los barcos en la presente situación...
- Capitana : Estas seguro de que sabes cómo entrar...
- Val : Perfectamente señora, créame...
Ante el asombro de todo el mundo logramos pasar por entre las rompientes y el arrecife entrando en la bahía lentamente impulsados por los remos únicamente. Dirigí el barco a fondear entre ambos mercantes, cuyos oficiales y tripulaciones nos miraban con los ojos muy abiertos por la sorpresa de ver allí un barco de guerra, pero sobre todo de que hubiese podido llegar sano y salvo hasta la bahía, cuyo camino era el secreto mejor guardado de todos los que comerciaban allí.
Desde el principio tenía claro que el mando de la flota de Khirland debía de tener bastantes datos sobre el comercio que algunos de su mercantes hacían con Khirland, porque lo primero que la Capitana hizo al anclar es prohibir que nadie en el barco intentase bajar a tierra o abandonarlo sin una orden expresa y especifica suya bajo pena de un severísimo castigo... dejando colgado en el aire que podría incluso tratarse de pena de muerte para el infractor. Me sonreí para mi mismo, ya que tal y como acorde con ellos, con los capitanes con los que hable cuando les ofrecí la posibilidad de comerciar con los Nauruem eran inflexibles con el asunto del desembarco, el que ponía pie en tierra moría irremisiblemente a manos de los propios capitanes de los barcos con la excepción de los que fuesen designados para comerciar con ellos, aun así estos no podían alejarse más de unos metros de la playa sin órdenes expresas o autorización de los propios Nauruem. Era un comercio de centenares de monedas de oro al año, como para estar jugando con semejante negocio por culpa de algún imbécil, y parece que alguno debió de hablar con el alto mando de Khirland y estos habían impartido consignas especificas a sus capitanes… por si acaso, o al menos, y mucho más probable, en este caso y para esta misión en concreto a los interesados.
Como el calor era sofocante hicimos lo que los mercantes, largamos dos velas al agua colgándolas desde dos de los palos que las sostenían en altura. El otro extremo de las mismas se ato a la borda, de modo que la vela quedaba tendida sobre el mas, aunque poco después esta desaparecía bajo un metro de agua aproximadamente, quedando de ese modo construida una especie de piscina para los hombres, donde incluso los que no sabían nadar o los heridos con la debida ayuda podían bañarse sin peligro. La capitana organizó una reunión con los otros capitanes dejándoles clara la situación en la que todos nos encontrábamos. Estuvimos allí tres días anclados en la bahía mientras los barcos de los Dankhares pasaban por delante de la entrada sin detectarnos.
Lo cierto es que en esos tres días hubo suficiente tensión en el ambiente, ya que todo el mundo fue consciente de la presencia de los Guerreros Nauruem en las alturas de los farallones, además el nerviosismo aumentaba porque según los capitanes de los mercantes nunca hasta el momento se había visto algo así durante los "negocios", los guerreros desde nuestra llegada no paraban de aumentar por lo que contaron... Los mas que obvios Guerreros Nauruem que se veían desde la bahía no se movían ni un metro, pero su simple presencia allí suponían una amenaza para la vida de todos los presentes ya que nos tenían completamente rodeados y sin posibilidad de salir vivos de ese sitio cerrado, además estaba claro que no tenían ni idea de cómo reaccionarían a la mas que obvia presencia de un barco de guerra. Estaban los dos capitanes con la nuestra en el barco en una de sus habituales reuniones, alarmados con la situación tanto por los propios Nauruem como por la flota Dankhares navegando en aquellas aguas, cuando avisaron de que desde la playa se hacían al agua varias canoas Nauruem con lo que parecía una más que abundante representación de estos, además dirigiéndose hacia nuestro barco y no como seria de suponer hacia cualquiera de los mercantes.
Cuando se acercaron todo el mundo pudo ver que las canoas llevaban o escoltaban a una mujer que según los comentarios de los otros dos capitanes sobre la necesidad de ser prudentes con ella, debía de ser alguien muy importante, según uno de ellos era una de sus principales sacerdotisas. Cuando la canoa se pego a la borda los Nauruem que iban en ella treparon a toda velocidad ayudándola luego desde la cubierta a que ella también, yo estaba situado tras los capitanes junto con otros oficiales, y cuando me miro le sonreí. Vi como sus ojos sin embargo no mostraron “excesivo” asombro al reconocerme allí en medio ya que le había avisado de mi presencia por medio de un halcón azul, luego, eso sí, reflejaron genuina alegría de verme.
- Capitana : Mi nombre es Shazha, y soy la capitana de este navío al que le doy la bienvenida...
- Jhorka : Mi nombre es Jhorka y soy una de las sacerdotisas del pueblo Nauruem...
- Capitana : Sea bienvenida a mi barco sacerdotisa, ¿puedo ofrecerle algo de beber, comer...?
- Jhorka : Tranquila Capitana Shazha que nada de todo eso será necesario...
Lo cierto es que todo el mundo estaba bastante nervioso, junto con la sacerdotisa y los guerreros, también les acompañaban una serie de mujeres armadas con cortas espadas y ballestas, algo que por lo que parecí apreciar nadie conocía hasta el momento sobre los Nauruem, nadie sabía nada de que las mujeres Nauruem también fuesen guerreras. Eso si eso creo cierta sorpresa entre quienes creían conocer algo sobre ellos, lo siguiente que hizo Jhorka fue considerablemente más "sorprendente"... pasando ante la capitana y los otros dos capitanes de los mercantes se planto ante mí y tras saludarnos al modo Nauruem...
- Jhorka : Val tienes que venir conmigo, el consejo quiere verte... cuanto antes...
- Val : ¿El gran consejo?
- Jhorka : Si, además del nuestro y madre... todos están deseando verte cuanto antes... es sobre Diera, la última vez que estuvo en la terraza del templo... bueno, digamos que vio algo imposible y todos quieren que tú la veas.
- Val : ¿Cuanto dirías que tardaran en llegar las tormentas?
- Jhorka : Uhmmm... espera... -se sentó tirando los Naurr-... no más de veinte días ni menos de dieciséis, es lo mas que puedo afinar con mi don...
- Val : De acuerdo, es el tiempo que tenemos para ir y volver... ¿Podrías por favor encargar que este barco sea reabastecido de comida y agua para antes de que regresemos?
- Jhorka : Claro, pero eso podías haberlo ordenado tu mismo desde que llegaste... que por cierto, podías habérmelo avisado antes... menudo lio has organizado...
Entonces entendí lo de las Ballesteras presentes, me fije detenidamente en todos los que acompañaban a Jhorka y vi que todo el mundo eran de los primeros guerreros que entrenaron conmigo cuando expulsamos de la isla a la corporación Tholinsen. Entonces y para rematar aun más el asombro en la tripulación junto con los dos capitanes de los mercantes les fui saludando a todos ellos y ellas al modo Nauruem llamándoles en cada caso por su nombre. Me di cuenta que a todos ellos les complació enormemente ver que les seguía recordando ya que fui preguntando por cosillas de cada uno de ellos.
No penséis que tengo tan magnífica memoria, pero tras saludar a los tres primero y de los que si me acordaba más o menos, lance un conjuro para leer los pensamientos más superficiales del resto, vamos, para saber en qué pensaban, y una de las cosas en todos los casos era su nombre junto alguna anécdota sucedida conmigo o algo de sus familiares, lo que no os digo como me vino para quedar tan bien con todos. Todos estaban con los negociadores como escolta y por lo visto me reconocieron nada más que entro el barco en la bahía, tuvieron sus dudas al ver que no intentaba bajar a tierra, dudas que se disiparon cuando apareció Jhorka al recibir mi halcón indicándola con un mensaje donde me encontraba.
Estaba hablando con Jhorka ante la atenta y atónita miradas de los tres capitanes, cuando volviéndome a uno de los guerreros le hice entrega de un gran banderon de color rojo y le indique que quería que vigilaran a los barcos que estaban navegando alrededor de la isla, y que cuando se acercaran a menos de dos horas de la bahía en cualquier dirección colgaran ese banderon de uno de los farallones pero de forma que desde alta mar no se pudiese divisar. El guerrero lo cogió, saludándome se retiro a toda prisa junto con alguno de los demás guerreros y alguna ballestera para llevárselo a tierra empezando con la vigilancia desde ese momento. Dirigiéndome a los tres capitanes les dije que ya sabían si veían esa gran bandera colgando lo que significaba. Luego me dirigí a mi capitana...
- Val : Señora, me gustaría poder ausentarme con su permiso para ir a atender unos asuntos particulares...
- Capitana : ¿Y si digo que no?
- Val : Daria igual... me seguiría marchando igualmente con Jhorka...
- Capitana : Tienes mi permiso Val... aunque creo que cuando regreses, si regresas, tu y yo vamos a tener una pequeña charla sobre una gran cantidad de asuntos... ¿me explico con claridad Val?
- Val : Perfectamente señora, lo que no sé es si podre aclararle algo...
- Capitana : Veremos Val, veremos... ahora venga, creo que tienes prisa, pero procura estar antes de las tormentas... no me gustaría seguir aquí para entonces...
Cuando Jhorka se retiro con los guerreros hacia las canoas y yo me dirigía también hacia ellas hablo uno de los oficiales del ejército de nuestro barco...
- Oficial : ¿Y ya esta señora? dejara que se marche así... sin mas...
- Capitana : Por supuesto que sí, confió en Val...
- Capitán : Además su capitana poco podría hacer contra eso, creo que no es consciente de la cantidad de guerreros que hay ahí afuera en estos momentos mirándonos... más de ochocientos... y créame que es algo de lo que estoy seguro...
- Val : Pues en estos momentos está equivocado, ya no están en ese número, según me ha dicho Jhorka este va creciendo poco a poco, en cuestión de dos o tres días el numero de guerreros y ballesteras habrá subido mucho, pero ahora mismo el numero de ellos a nuestro alrededor rondara los tres o cuatro mil. No teman, esos guerreros se dedicaran a proteger esta bahía y a todos ustedes... procuren no molestarles, no hacer el tonto y no tendrán que preocuparse por la seguridad de los barcos... regresare lo antes posible...
- Capitana : (Me siguió a despedirme en la borda) No me dirás porque este trato que te dan, ¿verdad?
- Val : (En voz baja) ¿Sabe lo de la corporación Tholinsen en el sur de la Isla?
- Capitana : (Ella me imito con la voz) Si, y opino como muchos otros, que vinieron menospreciando a los Nauruem hasta que estos se cansaron decidiendo que molestaban...
- Val : Más o menos pasó eso... Digamos que yo estaba junto con los Nauruem en esos momentos, echándoles una manita, y cuando todo terminó, me adoptaron en su pueblo, así que podríamos decir para que usted se aclare, que técnicamente hablando, ahora también soy un Nauruem.
Después de esto me fui con Jhorka con rumbo a la aldea donde estaba el gran consejo tanto de jefes como el de sacerdotisas y Madre. Cuando llegue tuve una larga conversación con ambos consejos y con Madre en referencia a Diera y lo que regreso contando muerta de miedo una de la veces que acudió a la terraza del Gran Templo para "meditar", en realidad para practicar a concentrar su poder, como por lo visto solía hacer con cierta asiduidad desde que estaba entrenando con Jhorka sus habilidades, especialmente su magia curativa. Estuve hablando con ella y me estuvo explicando todo lo que paso... por petición expresa mia solo Diera, madre y yo estábamos en ese momento en que hablamos...
- Diera : ¿Entonces no crees que este loca con lo que te he contado?
- Val : No, tus sentidos no te engañaron...
- Diera : Pero cómo es posible... se supone que no existen... solo son un mito, es imposible que...
- Val : Y no existen Diera... métetelo en la cabeza, no existen... si algo de esto trasciende morirás tu y puede que incluso muchos de tu pueblo... deja que se olvide el tema...
- Diera : Tranquilo Val, guardare el secreto de su existencia, no lo contare a nadie...
- Val : Entiende esto Diera... si se llegase a enterar de que lo viste no pararía hasta haberte matado...
- Diera : Pero y tú, como sabes tú que...
- Madre : Basta Diera, ahora ya sabes que no era una alucinación lo que viste... ya se nos ocurrirá algo para justificarlo... pero déjalo estar así... Estoy segura de que Val nos ha dicho al respecto todo lo que podía...
- Diera : Pero...
- Madre : Sin peros Diera... yo no durare muchos años más, Jhorka será una tumba sobre esto y no preguntara por ello porque conoce a Val más que de sobra. Diera, tu tendrás una larga vida, y esto es una parte importante en la vida de una sacerdotisa, guardar secretos y más secretos, únicamente debes tomarte este como uno más de los que iras coleccionando a lo largo de los años de trabajo... ¿entiendes lo que te digo hija?
- Diera : Si madre...
Tras esto y despedirme de las tres mujeres regrese solo al barco dejando allí a Jhorka, ya que por lo visto Diera empezaba con su último periodo de aprendizaje como sacerdotisa y era ella quien debía de supervisarla en persona. Me iba tranquilo ya que sabía que ni Madre ni Diera revelarían a nadie el perturbador hecho de que los Dragones existían, suponía también que Jhorka no dudaría en hacerse una idea precisa de la situación sin necesidad de preguntar en cuanto viese la reacción de las otras dos mujeres, pero que como ellas, tampoco revelaría nada jamás. No podía evitar ir pensando en qué coño haría un Dragón en el Gran Templo, o más bien, intentando entrar en él.
Cuando regrese al barco lo hice justo a tiempo ya que por algún motivo que no llegaba a comprender el almirante enemigo puso a los barcos en dos grupos navegando ambos en contra dirección con el otro. La idea no era nada mala, pero la distribución que había hecho de los barcos desde luego sí que lo era... había dejado juntos al Quinquerreme y al Trirreme, dejando en solitario al Birreme. Posiblemente fuese debido que ni nuestro barco ni ningún otro barco de guerra había dado señales de vida, el birreme era mucho más liviano y rápido que los otros dos, de salir algún mercante solo el tendría opciones serias de verdad de capturar alguno... los otros dos barcos lo tenían casi imposible para cogerlos en velocidad.
Aprovechando que el viento soplaba hacia el norte y el birreme navegaba a remo cuando paso por delante de la bahía, unos quince minutos después ambos mercantes izaron las velas partiendo a toda velocidad rumbo al sur, los barcos fueron vistos en minutos por el birreme que giro de forma cerrada largando todo el velamen posible para perseguirlos... para su desgracia nosotros salimos tras de un promontorio en ruta de colisión, nuestro espolón contra su costado. Al llevar mucha velocidad no le era posible maniobrar con eficacia para esquivarnos, con lo que solo les quedo prepararse para aguantar el choque de nuestro espolón.
Según estábamos en popa la capitana y yo con el piloto, dando las órdenes para lanzarnos sobre él, dado que estábamos en un aparte la capitana hablo conmigo...
- Capitana : ¿Quién eres Val?
- Val : Su tercer oficial señora...
- Capitana : Déjate de rollos... Primero sabes mucho más que de sobra como manejar un barco de guerra en acción de forma muy precisa, algo nada sencillo, segundo eres un mago y además no creo que seas tampoco nada malo con ello, pese a que no hayas mostrado nada del otro mundo, tercero tienes también el entrenamiento de un ejecutor, y por lo que he visto cuando has luchado, nada malo con las armas en batalla campal. Pero para terminar, aún con todo y con eso, resulta que además, incluso te mueves por la Isla más impenetrable de todos los Archipiélagos con el consentimiento de los propios habitantes de la misma, que no son otros que los terroríficos Nauruem, y no me vengas con la historia de la adopción... ¿Quién coño eres en realidad Val?
- Val : Alguien que necesitaba un sitio tranquilo, y este barco era perfecto... hasta que nos metimos en líos, pero bueno, todo esto me ha sentado muy bien. Capitana –le hice un gesto con la cabeza para que mirase hacia proa- ya casi hemos llegado... –me miro fijamente y se giro para gritar las ordenes.
- Capitana : ¡¡¡¡¡TODO EL MUNDO PREPARADO PARA EL IMPACTO DEL ESPOLON"!!!!! ¡¡¡¡¡ "SUJETAOSSSSSSSSSSSSSS"!!!!!!
El barco entero se estremeció cuando el espolón perforo profundamente el costado del Birreme. Luego de eso y mientras defendíamos el paso por el espolón los remos halaron hacia atrás con el único fin de que nos separásemos del Birreme y este se hundiese... El problema es que toda su tripulación lo sabía de modo que se lanzaron sobre nosotros desesperados... cuando por fin nos liberamos creo que al menos una veintena de contrarios habían caído por mis espadas. En el espolón junto conmigo y la capitana se agruparon casi sesenta soldados haciendo un muro para evitar la invasión... solo tuvimos tres bajas. Cuando nos alejábamos del barco que se hundía vimos aparecer en el horizonte las inconfundibles siluetas de los dos barcos restantes...
Para evitar que pudiesen coger a ninguno de los mercantes por error, fuimos sesgándonos de ellos en algunos grados, bajando la velocidad lo suficiente como para que se centrasen en nosotros y no miraran, o intentasen mirar más allá, al fin y al cabo éramos el "maldito" barco que prácticamente había destrozado su impresionante flotilla trocito a trocito. Logramos llegar a la zona del archipiélago, donde pusimos rumbo al puerto de Maslech cuando una tormenta nos alcanzó, causándonos algunos daños serios... Al navegar con el espolón montado, la proa sufrió algún que otro problema durante la tormenta, obligándonos a desmontarlo en medio de ella con el consiguiente riesgo, aún así no pudimos evitar cierto número de daños que nos restaron velocidad.
También teníamos una vía de agua, y para terminar de arreglarlo, uno de los palos había caído a la mitad, con lo que quedamos al alcance de los dos barcos que nos perseguían... Según la velocidad de diferencia entre ambos, todos nos dimos cuenta de que estábamos perdidos, jamás lograríamos llegar a puerto antes de ser alcanzados por esos dos barcos que poco a poco se nos echaban encima. No tenía pensado descubrirme como un excepcionalmente poderoso mago, pero parecía que no iba a poder evitarlo salvo que permitiese que nos destruyesen, matándome en el proceso, con el riesgo que eso suponía para mis planes futuros, cosa que no me podía permitir. Además..., tenía una cita en la Isla de Khirland, y una de esas en las que convenía llegar puntual, cita que solicite, y por partida doble además, estando en la Isla de Nauruem nada más enterarme del problema en el Templo.
Ambos barcos se nos echaron encima, al segundo teníamos a los magos lanzando conjuros ofensivos contra el barco... por como los lanzaron debían de estar pavoneándose ante su almirante... para su desgracia contraataque, y lo hice contra los espolones de ambos barcos destrozándoselos... Los muy imbéciles no esperaban la presencia de ningún mago y salvo sus escudos personales no habían protegido la estructura de los navíos, cosa que sabía que no tardarían en hacer... pero de seguido y antes de que pudiesen hacerlo un nuevo ataque alcanzo al Quinquerreme en el palo mayor, tirándoselo al suelo, pero de modo que cayese sobre una de las líneas de remeros... si habían cubierto con las redes no pasaría nada, pero si no desde luego las bajas habrían sido altas... y por los gritos de dolor no parecía que hubiesen tomado precaución ninguna confiando en su superior poderío.
Cuando nos lanzaron desde ambos lados los ganchos de abordaje aseguré a todo el mundo que no se preocupasen de los magos porque no podrían perforar mis escudos y de ellos me encargaba yo, pero que de todos los demás debían de encargarse ellos. La capitana distribuyo a todos los hombres disponibles para defender el barco..., nadie pensaba en tomar ninguno de los otros dos, solo en aguantar lo suficiente como para poder soltarnos y escapar, ya que aún con la vía de agua, ahora debido a sus daños éramos mucho mas rápidos que ellos de nuevo. Cuando uno de mis halcones Azules, que aún seguían explorando las cercanías, me transmitió una imagen que había captado, no pude por menos que sonreír irónico al darme cuenta que iba a poder evitar mostrar el verdadero alcance de mi poder, ahora solo necesitaría hacernos escapar de los Dankhares por velocidad, y no masacrarlos para poder salvarnos.
Los magos estaban en el Quinquerreme, conté hasta cinco en total, que pronto fueron reducidos a dos. Tres de ellos, como imbéciles, se pusieron a comandar el asalto..., según los vi, modifique mia magia con cuidado para no mezclar el origen de mi poder, pase del Arcano de mis escudos al Draconiano... Solo fueron segundos, pero se me hicieron eternos. Media docena de dardos sobre cada uno de ellos y cayeron abatidos... Lance dardos mezclados, dardos ígneos con gélidos y energéticos, los escudos lograron rechazar dos de los tipos, pero el tercero los colapso al intentar reajustarse por tercera vez de forma tan repentina, entrando a por ellos y matándolos...
Los asaltos de ambos barcos fueron rechazados por la tripulación, las arqueras desde los palos hacían estragos entre los enemigos, al estar protegidas también por las propias velas solo podían derribarlas de un impacto directo de una flecha, algo muy difícil, además también contaban con un ligero escudo de mi parte... no evitaría que fuesen alcanzadas, pero al menos no morían por ello. Únicamente seis fueron alcanzados durante el combate... Al final logramos desasirnos de los dos enemigos, alejándonos a trompicones, con el barco hecho un desastre, pero a flote y capaz de navegar más rápido que ellos... Lo bueno fue que a los veinte minutos de estar escapando divisamos la isla y con ello nuestro ánimo mejoro, ya que el puerto de Maslech estaba como si dijéramos a tiro de piedra. Además y aunque los demás no lo sabían, el motivo por el que no los destruí yo mismo no tardaría mucho en aparecer ante nosotros según información que me paso uno de mis halcones.
Nos pegamos a la isla lo más posible para evitar que ellos pudiesen acercarse, ya que usando los remos habían conseguido aumentar su velocidad por encima de la nuestra. El motivo de pegarnos a la cosa era debido a su superior calado, si se acercaban mucho corrían el riesgo de embarrancar, fue entonces cuando le dio un vuelco el corazón a casi todo el mundo en el barco. Doblamos un promontorio y nos encontramos frente a una flotilla. Eran cuatro Trirremes y seis Birremes, pero eran barcos de Qhorit, nuestro aliado... Con regocijo vimos como nos mandaban saludos mediante banderas, a la vez que se desplegaban para lanzarse contra nuestros dos perseguidores, que con lo dañados que estaban y todo el castigo sufrido, no podrían oponer mucha resistencia a una flota en perfecto estado, pero principalmente a unos barcos cuyos espolones estaban intactos y que llevaban también al menos un mago por barco, ya que mis Ojos de Dragón me permitieron apreciar urdimbres mágicas en todos ellos.
En Maslech se repararon las vías de agua en tres frenéticos días de trabajo, junto con los daños del palo que nos tumbaron, algo de lo que se encargo la tripulación. Resultó que no nos encontramos con la flotilla de Qhorit por casualidad, los mercantes se encontraron con ella y les indicaron donde deberíamos de estar manteniendo a raya a los dos barcos enemigos. Se apresuraron para ver si podían llegar a tiempo para darles caza, y se encontraron con nosotros en la situación en que estábamos. Por lo visto veinte minutos después de tomar contacto, los dos barcos Dankhares se habían hundido debido a la gran cantidad de daños sufridos... Las birremes enterraron sus espolones en los costados de ambos buques, que no pudieron esquivarlos gracias a los daños que nuestro encontronazo les produjo.
En Maslech también nos encontramos con el Capitán Siklar, que ahora estaba al mando de tres Birremes y ocupándose de nuestro trabajo en el archipiélago, manteniendo a raya a los corsarios o piratas. Cuando vio el estado del Dragón del Mar dio órdenes a la capitana para llevarlo a la base principal en Khirland, ya que iba a necesitar de un gran astillero para volver a dejarlo en condiciones de operar de nuevo por muchos parches que se le pusiesen, y desde luego según parecía, no estaba muy por la labor de que eso se realizase fuera de los de una base naval de la flota de Khirland. Zarpamos de Maslech con rumbo al puerto de Khirland, a la base de la flota en el. La travesía fue sin casi incidencias, salvo que se volvió a abrir una de las vías de agua y tuvimos que repararla sobre la marcha como mejor se pudo. En todo este tiempo nadie había comentado nada sobre mí, solo la capitana que estuvo hablando largo y tendido conmigo en su cámara aunque sin lograr que le dijese más de lo que ya sabía.
Cuando entramos en puerto a remo, en dirección a la base de la flota creo que fue la primera vez que el Dragón del Mar no era menospreciado, o por lo menos ignorado. Veíamos perfectamente como todos los marineros y oficiales de los barcos anclados miraban fijamente al Dragón avanzando penosamente en dirección a su anclaje habitual en un extremo apartado de la Base Naval. Sin embargo en esta ocasión y mediante las señales de banderas nos ordenaron no amarrar o fondear, sino, para nuestra total y absoluta sorpresa, dirigirnos directamente, asegurándonos total prioridad, al astillero principal de la flota en la base. Cuando entramos en el dique seco y empezaron a ajustar los laterales al barco con el fin de sacarlo del agua os aseguro que hizo un ruido como si las cuadernas estuviesen gimiendo de dolor... fue un tanto tétrico el sonido del casco del barco.
Por lo visto las noticias de todo lo sucedido había llegado al alto mando por los barcos correo mucho antes que nosotros, incluso alguno de ellos dijo que cuando vio entrar al Dragón en Maslech en el estado que estaba, no entendía como podía ser capaz de seguir flotando. También sorprendente fue ver como muchos de los altos mandos, e incluso otros capitanes de la flota, visitaron el dique para comprobar in situ la situación real del barco y el castigo que había sufrido. Según el maestro del astillero, el barco no podría estar de nuevo operativo y completamente reparado antes de ocho meses como mínimo, que era casi desmontarlo y medio volver a reconstruirlo del todo. Todo el mundo pensó que la capitana y el resto de tripulación serian, licenciados los marineros o bien destinados a otros barcos, y en el caso de los oficiales, como solía ser normal también, te les serian concedidos permisos hasta que el barco estuviese listo sino podían darles nuevos destinos. Sin embargo, en esta ocasión por lo que supimos, en el alto mando a nadie se le paso por la cabeza siquiera destinar a nadie a otro sitio que no fuese el Dragón del Mar, querían mantener esta tripulación junta a toda costa, por lo que oficialmente todo el mundo seguía adscrito al barco.
Pero lo cierto es que ni uno ni otro, porque por un lado no había barcos libres para los oficiales o marineros, y por otro no quisieron tampoco dejar fuera de su alcance a la dotación completa del barco. Resultó que en el tiempo de nuestra misión un segundo barco como el Dragón había sido botado y entregado a la flota, desgraciadamente en esos momentos también estaba en otro dique en reparaciones... El capitán destinado a él lo había encallado en unas rocas al ser sorprendido por un accidente al perder el espolón, ya que fue indebidamente colocado. Lo que el mando pretendía es que cuando al mes siguiente, el "Dragón del Viento" saliera de sus reparaciones, se hiciese de inmediato a la mar, por lo que pretendían que fuese la tripulación del "Dragón del Mar" la que instruyese a la otra sobre todas las características y trucos del navío..., también que durante la reparación de este último, querían que participaran e intentaran mejorar todo lo que considerasen oportuno en él de acuerdo a su experiencia.
Por lo visto estuvieron a punto de vender el Dragón del Viento cuando se termino de construir y lo entregaron, ya que el mismo filántropo del nuestro se empeño en crear un segundo "engendro", pero las noticias de nuestro desempeño con los corsarios, les había contenido de hacerlo hasta tener más datos de los hechos. Después, nuestra aventura y las noticias remitidas por el capitán Siklar sobre lo sucedido al principio con la Flota Dankhares les hizo desistir de deshacerse de él. Por eso mismo y por la enorme cantidad de daños que habíamos sufrido sin hundirnos, no se permitió que un astillero ajeno arreglase el barco, no querían que nadie supiese como estaba construido...
El problema con que se encontraron al poner en funcionamiento el Dragón del Viento, es que el nuevo barco se mostró como una caja de sorpresas, tanto agradables como desagradables. Resultaba veloz hasta extremos increíbles, maniobrable como pocos, duro como si fuese de acero, pero por el contrario, el menor descuido o error y te lo hacía pagar carísimo, como con el espolón, aunque lo cierto es que cualquier otro barco tras el golpe que se llevo contra las rocas, se hubiese hundido, mientras que el Dragón del Viento fue capaz de llegar a puerto a salvo, aunque no sin dificultades.
Más tarde, nuestra llegada, al comprobar personalmente el alto mando el terrible daño que el barco aguanto, el más que evidente destrozo sufrido sin hundirse, junto con el daño que habíamos causado a una flota tan superior, hizo que definitivamente decidiesen que ese nuevo Dragón tenía que ser puesto en el mar como fuese, también que su tripulación requería de entrenamiento especial para él, y para todo eso llegaron a la conclusión, que ahora tenían libre a la tripulación perfecta para adiestrar a la del otro barco en todos sus trucos…, visto el desastre ocurrido en solo unos días de pruebas con él.
Yo me despedí de todos y de la flota para luego dirigirme al interior de la Isla, en cuya parte más oriental había algunas montañas bastante abruptas e inhabitables, el sitio perfecto para encontrarme con mis dos queridos Dragones, Shless el Nahkkar Verde del Reino del Norte, y R’halrhaz el Nahkkar Negro del Reino del Sur, a los que invite en cuanto Diera me informo de la presencia en la terraza del Gran Templo de un Dragón Rojo, y por lo que me contó que vio, creía que intentando acceder al mismo.
EPILOGO
Los barcos de la Clase del Dragón del Mar no se llegaron a construir en grandes cantidades, solo hubo ocho de ellos, empleándolos como barcos cazadores de corsarios dada su habilidad para poder camuflarse como mercantes. El barco dejo de ser un apestado, pero por el contrario se volvió el encargado de cuanto trabajito difícil se escapaba, a su mando solían ir colocando a los capitanes más experimentados, llegando antes de su retirada del servicio a ser el mando más deseado de la Flota de Khirland, su paso por su mando, suponía prácticamente el asegurarse el ascenso a Almirante antes o despues. La Capitana logro alcanzar en su momento un importante puesto en el alto mando de la flota. La primera y la segunda oficiales hicieron también carrera como Capitanas de dos nuevos Dragones cuando se construyeron, su experiencia en el barco fue su mejor aval para ese mando.
Cuando me encontré con mis dos entrañables Dragones lo primero que observe es que no parecían llevarse muy bien entre ellos, digamos que se soportaban poco, pero que bastante poco. Yo les había citado allí, pero no les había dicho para que les quería ver, fue una sorpresa para ambos lo del Dragón Rojo... ninguno de los dos se molesto en preguntarme como supe que el Dragón había estado en el Templo, supuse que pensarían que yo mismo lo había visto. Shless no parecía saber nada sobre la situación de ese Gran Templo de la Raza Arcana, R’halrhaz evidentemente sí, pero me quedo muy clarito que ninguno de ellos había mandado a nadie a ver nada allí... Mucho menos por lo que pude apreciar, a un Dragón de otro “Color”, y menos aun al Templo en que según parecía yo mismo tenía mi "base", un más que probable futuro Shaddin-Nur, al que encima, Nakriss parecía estar reclamando para sí cada vez de forma más evidente, según me dijeron ambos. Por cierto que enterarse de ese interés de Nakriss por mí, en ese instante, hizo que Shless mirara de un modo nada divertido a mi querido R’halrhaz.
Cuando nos despedimos nos deseamos todo tipo de parabienes, pero había una cosa que deje muy claro ante los dos, pensaba pasar el rito de Nakriss para convertirme de verdad en un Shaddin-Nur, momento que por cierto aprovecho Shless para auto invitarse al mismo cuando tuviese lugar, para enojo y disgusto de R’halrhaz , que parecía no muy conforme con que yo hiciese semejante cosa, por lo menos, hasta saber porque Nakriss parecía quererme tanto. Cuando nos separamos yo me volví sin inmutarme al puerto de Khirland para buscar un barco que me llevase a otro sitio tranquilo para seguir con mis entrenamientos, pero los dos Dragones no, ellos por lo que vi se marchaban muy preocupados con el tema del Dragón Rojo que apareció en el Templo...
Mi verdadera intención cuando me marche, era regresar rápido al Templo y ver que se suponía que pudiese ser en lo que ese Dragón estaba tan interesado, como para arriesgarse como se arriesgo a ir hasta allí y desafiar los conjuros más poderosos de que la Raza Arcana era usuaria. Esos conjuros defendían el Gran Templo de intrusos indeseables, y por lo que empezaba a vislumbrar, los Dragones parecían ser o estar, entre los más indeseables de todos los posibles visitantes para los Arcanos, aunque en esos instantes, aún no sabía hasta que extremos.
FIN