Crónicas de Vhaalzord - Libro 14 - 5 (Final)
La situación de Val con el uso de la magia cada vez se vuelve peor, al extremo de verse obligado a pedir ayuda, o consejo, según se mire.
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 14
Capitulo - 5
En el Harem, a la princesa Kriryn aún le quedaban tres de sus eunucos "especiales", se formó otro pequeño escándalo cuando esos tres aparecieron muertos. De nuevo, todo el recinto fue puesto patas arriba por la guardia del rey. Yo aproveche para escaquearme de allí y meterme en el palacio. Quería aprovechar esos momentos de confusión total dentro del Harem, para poder hacer mi siguiente movimiento. Me colé en la zona de almacenamiento de hierbas y plantas de los doctores del rey, llevándome pequeñas cantidades de ciertos elementos muy concretos.
Cuando llegué a los aposentos de la princesa Lessay, me hice con un rinconcito donde empecé a trabajar con lo que había robado. Advertí muy seriamente tanto a la princesa como a las cuatro esclavas, que lo que allí estaba preparando era veneno, y que si por error tenían la mala suerte de entrar en contacto con él, estarían más que perdidas del todo. Lo cierto es que me hubiese dado un cierto margen para establecer sobre ellas un conjuro que filtrase el veneno, ya que no era de acción rápida, al menos no todos, puesto que pretendía que alguno de mis blancos tardase unos cuantos días en fallecer.
Por si alguien se lo está preguntando, os diré que ese objetivo que quería que muriese despacio era el Rey en persona. No le tenía el menor aprecio, era un déspota, un salvaje, un autentico animal que solo aguataba por el terror que inspiraba y por un aun más temido servicio de espionaje. Tenía a las doce grandes familias del reino en un puño, de hecho todas tenían vivienda asignada en el completo del palacio, donde por ley siempre tenían que estar como mínimo tres miembros importantes de cada una para ofrecerle asesoramiento..., en realidad rehenes que pagarían en caso de que alguien intentase cualquier cosa poco inteligente.
Mi intención era simple, envenenar al Rey y a su primer ministro, único capaz de mantener todo tranquilo hasta que alguien ascendiese al trono, incluso puede que siendo capar de elegirlo el mismo a su conveniencia, e incluso intentar ocuparlo por su cuenta y riesgo. Desapareciendo él, todos los demás ministros con algún poder estaban comprados por una u otra facción familiar, con lo que durarían poco, ya que se convertirían en las primeras bajas en caso de rebelión.
Si yo entendía cómo funcionaba esto, y algo sí que sabía, en cuanto la vida del rey empezase a apagarse y el primer ministro desapareciese, las familias empezarían a poner gente dentro del palacio con la autorización de sus sobornados ministros. Una vez dentro, en lo alto de la meseta, esperarían su momento propicio para hacerse con el poder a la muerte del Rey, especialmente la familia de la princesa Kriryn, a la que ella y sus hijos otorgaban legitimidad para ello. Mi intención, era evitar precisamente eso, pensaba colocarles a todos ellos en el disparadero, sin darles tiempo para pensar, únicamente para actuar y reaccionar a los movimientos de las demás familias.
Mi siguientes movimientos estaban muy claros, el Rey con su primer ministro por un lado, por otro la princesa Kriryn con sus dos hijos, y con ellos, el resto de los príncipes herederos... Estaba claro que para que Lessay pudiese hacerse con el trono, toda esa gente debía de desaparecer para siempre, y lo malo, es que salvo la princesa Kriryn todos los demás estaban en el exterior del Harem. El que empezase a morir gente cada vez que yo salía seria tremendamente sospechoso. Por eso todo este trabajo que me iba a tomar, cuando considere que todo estaba listo, inicie mi plan, me disfrace con conjuros de modificación e ilusión sobre mí, me moví entre los príncipes a los que suministre, a cambio de determinadas cantidades de dinero suficiente, veneno suficiente a cada uno de ellos como para poder matar a todos los demás varias veces.
Me estuve reuniendo con ellos, de uno en uno, en los lugares más inverosímiles, cobre autenticas fortunas por mis venenos. Únicamente un príncipe entendió que al ser su posición, pese a tener solamente trece años, infinitamente superior a la de un simple mercader infiltrado en palacio, se iba a quedar con mi género y tendría encima que dar gracias por no hacerme prender. Cuando el infeliz se quiso dar cuenta de su error, una daga estaba rebanándole el cuello mientras una suave voz a sus espaldas, le explicaba la estupidez que acababa de hacer al pretender faltar a un trato. También me toco ocuparme con el mismo sigilo de los tres escoltas que había llevado, no me duraron mucho, dos cayeron sin saber que pasaba y el tercero, aunque desenvainó su espada, no pudo hacer nada contra la daga que se clavo en su garganta.
Fue todo un éxito el plan de los venenos para los príncipes, a la semana de terminar el reparto, solo sobrevivían tres de ellos, habían caído como ratas, y ninguno de los supervivientes era hijo de la princesa Kriryn entre otras cosas, porque a ellos no les suministre mercancía, ambos habían caído victima de algunos de sus hermanastros. Me encargue de manipularlo todo, de forma que los investigadores llegasen a la conclusión de que a ambos hermanos los habían matado entre varios de sus hermanastros, hice que las sospechas se dirigieran hacia varios de ellos, en concreto contra tres, cuyas madres eran las concubinas más peligrosas del Harem.
La situación en el Harem tras esto, se volvió muy volátil. En los tres días posteriores a esas muertes, dos de las concubinas fueron degolladas en sus propias habitaciones, muriendo junto a varios de sus sirvientes que debieron de estar presente en ese momento y que también fueron masacrados, pronto les siguió la tercera sobre la que puse las sospechas de la princesa Kriryn. Cuando terminó la siguiente semana, solo ocho concubinas seguían vivas, y los príncipes supervivientes habían sido también eliminados, esta vez usando el cuchillo sin la menor delicadeza y por las heridas parecía que los asesinos querían asegurarse de que les doliese.
Evidentemente fue obra de Kriryn, que pretendía hacerse con el trono para ella y su familia, vengando de paso a sus retoños. Para terminar de complicar la situación..., tras mi paso por cierta celebración en el que corrió abundante vino, ricos manjares e incluso ciertos frutos especiales del desierto, el Rey termino muy "enfermo", y hubiese muerto también en el acto como su primer ministro, de no haber sido atendido enseguida. Según todas las especulaciones, los dos debían de haber comido algo en muy mal estado y ese era su castigo por su inconsciencia de no usar un catador, todos apuntaban a los frutos del desierto, peligrosos como ellos solos si se comían sin la adecuada preparación. Todos los cocineros fueron ejecutados en el acto por la guardia real siguiendo órdenes de uno de los ministros que intentaba hacerse con el control.
Las familias reaccionaron ante esta situación acumulando muchísimos "criados", todos ellos armados hasta los dientes, en sus domicilios familiares del interior del palacio, ciertamente eso fue un error de cálculo por mi parte, me di cuenta tarde de que de seguir de ese modo, los "criados" en conjunto, superarían amplísimamente a la guardia real, puede que incluso en una relación de cinco o seis a uno. Estaba seguro que esta se vería totalmente impotente para controlar la situación de guerra civil técnica en cuanto el rey muriese, máxime si esta estallaba en el propio palacio y con todas las facciones allí encerradas. Me espere que las familias reaccionasen reforzándose, pero no con esa velocidad y en esas cantidades de hombres.
Ese fue el momento preciso en el que, valiéndome de ciertos o conjuros de ilusión y ciertas sutilezas, me estuve ocupando de los mandos de la guardia Real, a los que fui poco a poco, y a lo largo de casi tres semanas, introduciendo en sus cabezas la idea que de cuando el rey muriese, la única persona que legalmente podría hacerse cargo del trono sería la que fuese su primera esposa en ese momento, y que estaría en el Harem sin protección. Si esto me salía bien, y ciertamente estaba más que convencido de que si, la guardia real se replegaría sobre el Harem para ponerse bajo las ordenes de la nueva reina, protegerla y cumplir con su deber para con el trono.
Para mí era importante que esos hombres estuviesen en el interior del Harem protegiendo a la nueva reina, y que sobrevivieran, ya que en esos momentos según mis planes, ya seria Lessay la primera esposa. Era consciente de que el apoyo de la guardia Real seria decisivo para que esta pudiese ocupar el trono. Con ellos fuera del palacio, dentro del Harem a salvo, y la propia Lessay perfectamente protegida por los mejores soldados de que disponía el reino..., mi trabajo en los recintos del palacio para estabilizar el trono de Lessay seria coser y cantar, creedme que sí… y de paso ciertos amiguitos míos se podrían divertir organizando una autentica carnicería.
Una de las ventajas con que ahora mismo contaba Lessay, es que después de todo lo sucedido Kriryn se había quitado por completo la máscara de buena persona y que durante tanto tiempo engañó a todo el mundo allí adentro. Me ocupe detenidamente y con calma, de todos los espías que tenia entre el personal de las concubinas que aún vivían. Durante toda esa semana, empezaron a aparecer degollados, tanto eunucos como esclavas, y ya que estaba, pensé en que porque no extenderme también al de las difuntas. Una vez solucionado esto y que por el Harem corriese una nueva ola de miedo a estar mucho tiempo fuera de los lugares considerados como "seguros", pasé a mi siguiente movimiento.
Justo cuando estaban preparándose para expulsar a todo el personal de las concubinas muertas fuera del Harem, Lessay siguiendo mis indicaciones los reclamo a todos ellos para sí misma en calidad de segunda esposa, y de tener únicamente a su servicio a cuatro esclavas junto con uno de los tres "tontos" exclusivamente. La familia de la princesa Kriryn estaba preparándose ya para poder vender a todos esos "excedentes" del Harem real. Únicamente por el mero hecho de proceder de él, tanto los eunucos como las esclavas, que se vendiesen alcanzaría precios realmente exorbitantes, y mi muy queridísima princesa Lessay les acababa de estropear por completo el negocio.
Para terminar de fastidiar por completo a Kriryn, Lessay reorganizo a todos sus nuevos sirvientes, apropiándose de los grandes pabellones que había junto a los suyos y que anteriormente pertenecieron a la primera concubina, a aquella que yo mate con el mago del Harem. Cada pabellón destinado a una concubina o una princesa era un recinto cerraron con una pequeña tapia y un amplio jardín. Lo que Lessay hizo fue unir con puertas internas esos pabellones que destino a sus nuevos siervos. Ninguno de ellos fue introducido en el antiguo recinto de la princesa, eso únicamente nos estaba permitido a mí y a las cuatro esclavas, única y exclusivamente. La ventaja es que al poder accederse desde el nuestro a los demás, toda entrega de comidas, bebidas o cualquier otra cosa siempre se hacia atraves del pabellón de la princesa Lessay..., evitando de ese modo más muertes en las que sin duda Kriryn estaría pensando. Yo por mi parte revisaba con conjuros mágicos que no hubiesen venenos en lo que nos entregaban desde palacio.
Tanto esos nuevos eunucos, como las nuevas esclavas tardaron poco en comprender que la reorganización y la nueva situación creada por la princesa Lessay sobre sus limitaciones de movimiento al no poder abandonar los pabellones asignados, en realidad, si lo había ordenado así eran para poder protegerles de forma eficaz. Todos temían el momento de tener que ir a por alimentos para ellos y para la princesa, eran conscientes de que muy probablemente Kriryn haría asesinar a los encargados para impedir ese suministro. Se quedaron boquiabiertos cuando todo aquello que los había aterrado por tener que salir le llegaba atraves de la propia princesa, usando su poder e influencia para protegerles. Lentamente esto empezó a generar un cierto sentimiento de lealtad hacia ella, no estaban acostumbrados a que un ama por buena que fuese, llegase a semejantes extremos de arriesgarse ella, o más bien, de no usarlos sin que les importase tres pimientos lo que sucediera con ellos.
Pacientemente estuvimos esperando a que el rey falleciese. Cuando por fin ocurrió, aunque yo me entere por una criatura mágica, el resto del personal del Harem lo hizo porque fuera de sus muros a los diez minutos escasos del luctuoso hecho, se empezaron a escuchar ruidos de lucha. Tanto la princesa Lessay como yo, sus cuatro esclavas, todos sus demás sirvientes y el resto de la gente del Harem, salió fuera de los pabellones para intentar saber que ocurría. Minutos después, apareció la princesa Kriryn con sus tres eunucos “especiales”, y otra media docena más de ellos, todos perfectamente armados y listos para la lucha. Lo siguiente que escuche fue a la princesa Kriryn pasándose de lista...
- Kriryn : Todo el mundo de nuevo a sus pabellones, excepto tu Lessay... tu morirás aquí y ahora...
Los tres eunucos avanzaron hacia ella a toda velocidad con las armas en la mano, uno de ellos a la vez pareció protegerles con un pequeño escudo solo por si acaso sacase sus uñas a relucir, es decir, las dos dagas pesadas que Lessay mostraba en su cintura. Esta vez no avise para nada, convoque eso si mi magia Draconiana, simplemente y como siempre por el mero hecho de poder disfrutar de su terror al ver mis ojos... El supuesto eunuco dominante de la magia desapareció dentro de una bola de fuego, cayendo segundos después al suelo su cuerpo completamente calcinado. Uno de los otros dos intento esquivar mi avance pero se tropezó con uno de mis alfanjes que le penetro en el cuerpo por la boca del estomago. El otro intento un ataque por mi espalda pero un medio giro con el cuerpo de mi última víctima aun ensartado por el arma, me permitió esquivar su ataque y lanzar un tajo lateral que le corto el cuello de un solo corte muy preciso, digno de un asesino de mi categoría... poco falto para que cállese decapitado, pero la cabeza se mantuvo unida al cuello, aunque fue casi únicamente por la piel. Les siguieron los otros seis, un rápido ataque con dardos mágicos termino con ellos sin que llegasen siquiera a moverse, sin duda paralizados por la sorpresa.
Todo el mundo me miraba entre asombrado y aterrorizado, de ver al tontito como ahora se me veía. Me acerque a la princesa Kriryn que pálida como una muerta retrocedía sin poder retirar su mirada de mis Draconianos ojos. Extendió las manos intentando apartarme de su vista, pero mis dos alfanjes se las amputaron entre sus cada vez más terribles alaridos. Aun sin manos intento darse la vuelta para correr e intentar escapar..., una bocanada de sangre acudió a su boca, cada uno de mis alfanjes le había entrado por completo a cada uno de los lados de su cintura, atravesando varios órganos vitales, cuando saque las espadas supe que Kriryn ya estaba muerta, ahora solo quedaba, que tanto su mente como su cuerpo, fuesen consciente de ello... Pero mientras tanto, y hasta que muriera, su dolor debía de ser completamente atroz, de eso me asegure personalmente, divirtiéndome y gozando con cada segundo de su sufrimiento.
Siguiendo con mi plan le corté la cabeza a Kriryn, entregándosela a Lessay, que abrió las puertas del Harem, encontrándose con que la guardia Real estaba combatiendo y perdiendo ante ellas, evitando que nadie pudiese entrar allí adentro, siguiendo los últimos deseos de su señor. Lessay, enseñando la cabeza de Kriryn reclamó sus derechos sobre el trono al ser la primera esposa... Después de eso ordenó que todos los soldados de la guardia real entrasen dentro del Harem para protegerlo desde el interior, cuyos muros les ofrecería mejor defensa que el espacio abierto, por pequeña que esta fuese. Vacilaron durante casi veinte segundos, después el comandante jefe de la guardia aceptaba sus tesis y daba orden de entrar para obedecer a la Reina, gritó eso de "El Rey ha muerto, Viva la Reina", todos sus hombres corearon el grito aceptando el hecho consumado.
Antes de que cerrasen, salude a la princesa quedándome fuera. El comandante y los capitanes indicaron a Lessay que loco o no loco, eso ahí afuera, tal y como estaba todo no me serviría. Lessay les indico que no se preocuparan, que posiblemente yo estaría más seguro ahí fuera que todos ellos allí adentro. En su interior Lessay no estaba tan segura, yo le había prometido que no tenia de que preocuparse, que mi poder era más que suficiente como para solucionar el problema sin excesivo peligro... Y dije eso de excesivo, porque era consciente que si decía que sin ninguna duda, era cuando me intentaría obligar como fuese para que no me quedase fuera.
Según salí, me fui a una posición donde no llamase la atención, fue un intento inútil, tres tipos armados saltaron sobre mí, encontrándose con mis alfanjes que se encargaron de ellos en segundos. Concentre sobre mí los más poderosos escudos que conocía usando los tres tipos diferentes de poder, luego hice aquello que me salió tan bien para poder sincronizar todos esos escudos en uno solo, lográndolo. Una vez conseguido esto, lo siguiente fue empezar a reunir exclusivamente poder Arcano, grandes cantidades, inmensas cantidades de poder Arcano... Cuando hice uso del mismo, a mi alrededor aparecieron treinta magos Khulgan y el Gran jefe de estos. A una orden mia empezaron con sus convocaciones..., cinco minutos después de esto, ordene a los Khulgan el exterminio de todo el que fuese encontrado en lo alto de la meseta, en el interior de sus muros, pero prohibiéndoles expresamente la entrada en el Harem.
Un rugido inhumano surgió de las gargantas de cerca de mil guerreros y treinta magos, el jefe de ellos me miró con sus brillantes ojos, poniéndose a mi lado junto con tres guerreros y dos magos, mientras el resto se dispersaba dando inicio la cacería... Apenas un minuto más tarde, se empezaron a escuchar alaridos de terror y gemidos de agonía, pero sobre todo bramidos de maléfico placer. Mientras recorría el palacio con mi escolta, matando a todo el que nos encontrábamos en el camino, iba sintiendo como me embargaba un más que preocupante gusto por todo lo que allí estaba pasando, sobre todo por matar y el olor de la sangría. Todo el palacio olía al intenso aroma de la sangre derramada..., tanto yo como mis acompañantes, íbamos hasta las cejas de ella como se suele decir.
Por orden mia, varios Guerreros Khulgan tomaron las cuatro puertas de la muralla que rodeaba el palacio, también su muralla, así como las dos puertas que comunicaban con el Harem. La orden era también clara para ellos, todo el que intentase atravesarlas tenía que morir sin piedad, todos los que lo intentaron terminaron siendo descuartizados vivos por los Khulgan, que dado que tenían que estar de guardia, se esmeraron en que sufriesen antes de morir. Por fortuna, el muro que separaba el harem del resto de palacio solo era eso, un muro ancho y resistente, por lo que nadie del interior podía saber lo que ocurría afuera del mismo, nadie vio la carnicería que hicieron mis guerreros a sus puertas, solo escucharon los alaridos. La guardia real, una vez dentro del harem, simplemente se situó debajo para impedir que nadie que intentase saltarlo llegase vivo al suelo. Lessay, siguiendo instrucciones precisas mías, impidió que nadie abriese las puertas o intentase asomarse por encima de la muralla, pese a las solicitudes constantes de los oficiales de la guardia, que querían saber qué demonios estaba pasando afuera, con tantos gritos y aullidos de terror.
Seguía recorriendo todo el palacio con mi escolta cuando alguien muy parecido a la princesa Kriryn me ataco, el resultado para él fue muy desagradable, uno de los guerreros de mi escolta levanto su enorme hacha golpeándole con ella, abriéndole en canal de arriba a abajo. Allí por donde pasábamos, tras de nosotros solo quedaban cadáveres. Nos encontramos con un grupo de una veintena de atacantes a los que masacramos destripándolos vivos a todos ellos..., dejándoles agonizar, mientras que continuamos con nuestro paseo. La sensación de sed de sangre era parecida a la que sentía cuando me dominaba el Dios Loco, pero sin embargo, ahora mismo me sentía totalmente cuerdo y con dominio completo sobre mí, lo que me preocupo muchísimo realmente. Lo peor, es que los Khulgan, ya crueles de por sí, parecían verse también arrastrados por mi sed de sangre, volviéndose aún peores de lo normal en ellos.
Los guerreros se lanzaron sobre los primeros enemigos organizados que nos salieron nuevamente al paso, los magos empezaron a lanzar dardos contra los atacantes, mientras yo me colaba entre los guerreros Khulgan, alcanzando a los que estaban detrás de la primera línea que había sigo reventada por el ataque inicial, mis espadas rápidamente empezaban a segar miembros de los incautos que no me habían visto venir por ese hueco, entraba moviendo mis espadas sin parar, rajando los primeros cuerpos que se me ponían por delante... La sangre salpicaba por todos lados, manchándonos del mismo modo. En un momento dado y de forma involuntaria, enfoque magia Draconiana sobre mis hojas, calentándolas casi al extremo de alcanzar su temperatura de fundición, dedicándome a rajar tripas con ellas, junto al aroma de la sangre, se empezó a extender también el de la carne quemada.
Cada vez me encontraba más salvaje, lo más grave de todo esto es que, sin darme cuenta, estaba usando magia Draconiana mientras tenia bajo control a los Khulgan con magia Arcana, mezclándolas. Sin embargo por alguna extraña razón, todo parecía funcionar a la perfección entre ellas y sin interferirse..., creí notar también la presencia de la magia Humana, pero no estaba nada seguro con nada de lo que sentía en ese momento. Poco a poco los Khulgan se iban volviendo más y más salvajes, llegó un momento en que no se molestaban ni en usar sus armas, simplemente mataban con sus manos enfundadas en acero, arrancando literalmente de cuajo las cabezas de sus enemigos, o golpeando con las manos rígidas, introduciéndolas en los cuerpos, para luego sacarles las entrañas o el corazón y dejarlos allí tirados, agonizantes.
Andaba rápidamente por los pasillos del palacio en cabeza de mi grupo, abriéndome paso con magia, y mis espadas, mientras, mis escoltas cada vez se comportaban de un modo más despiadado..., era una situación dantesca, llego un momento a las cinco horas, en que no quedaba nadie vivo en el palacio. Poco a poco fui recuperando mi tranquilidad, por primera vez me di cuenta de un detalle un tanto escabroso y muy peliagudo para mi, los Khulgan, incluido su Gran Jefe me miraban otra vez raro..., no sé bien como definirlo, digamos que solo podría calificarlo como "muy nerviosos". Los desconvoque al instante..., realmente estaba agotado al extremo. Llegué a las puertas principales del Harem, toqué y hablé. Cuando se abrieron, apareciendo Lessay, avance un paso para decirle: "Majestad, el palacio es todo suyo", tras lo cual me caí redondo.
Cuando recupere la conciencia tres días después, me encontré tumbado sobre el lecho de Lessay en sus aposentos. Palpe con cuidado para encontrarme con dos cuerpos, uno a cada lado, supongo que mis manos debieron de recordarles que yo estaba allí, porque las dos chicas se pegaron a mi quedando abrazaditas, poniendo la cabeza sobre mi pecho. En ellas reconocí a dos de las primeras esclavas de Lessay... no intente moverme de nuevo únicamente por no despertarlas y así poder pensar con tranquilidad en todo lo sucedido, incluidas las sensaciones con los Khulgan y eso que me parece pasar de forma tan rápida, de lo sanguinario que me volví, aunque afortunadamente solo por unos instantes.
Cuando por fin me incorpore me llevaron a ver a Lessay, para mi sorpresa había ocupado el trono en el acto, el apoyo otorgado por la guardia real le dio la legitimidad que necesitaba puesto que no había nadie vivo de entre los descendientes del Rey. Por otra parte las doce grandes familias estaban descabezadas por completo, casi todos sus miembros masculinos habían muerto en el palacio, llevándose con ellos a la mayor parte de sus hombres de confianza. Cuando se presento ante el ejercito, este al comprobar que la guardia la consideraba como la reina legitima y ya le habían prestado fidelidad, hizo lo mismo, el ejercito entero prestó juramento a Lessay aceptándola como nueva reina, incluido también la fortaleza de Nixhekrim y las tropas en ella establecida para la protección de las imponentes minas de Oro.
Tras realizar esto siguiendo mi consejo hizo que las matriarcas de esas familias le jurasen fidelidad. Tal y como supuse al menos una de ellas se negó, la de la princesa Kriryn. Lessay no se inmuto, tal y como le aconsejé antes de que todo empezase, les había dejado para lo último. La matriarca alzo la cabeza con orgullo, Lessay estuvo sentada ante ella, mirándola muy seria. Le rogo que por favor se lo pensase, y ella por toda respuesta negó… hasta en tres ocasiones Lessay se lo rogo encontrándose todas y cada con una negativa aun mayor que la anterior.
Durante aproximadamente media hora Lessay permaneció sentada sin hablar y sin moverse, con la mirada fija en esa arrogante mujer. Llegó un momento en el que incluso, tuvo la arrogancia de volverse para contemplar a los demás por encima del hombro, imagino, que de ese modo, pensó que así les demostraba quienes merecían el trono por su fuerza… Cuando se giró, se encontró con Lessay a su lado, la miró sorprendida ya que no la escucho moverse y situarse tan cerca de ella.
Apenas segundos después emitió un gemido de dolor… cuando miró hacia abajo se encontró con que la mitad de la hoja de la espada que la nueva Reina sostenía en su mano, estaba dentro de su cuerpo… la miró con los ojos abiertos por el asombro…
- Lessay : En estos momentos eres la última superviviente de tu familia, todos los demás han sido ejecutados por orden mia al negaros a jurarme lealtad… Creo que no me mediste bien matriarca… yo no me escondo como vosotros a la hora de matar o hacer matar a alguien, no me importa mancharme las manos de sangre… Y no me ha gustado nada, ni me ha hecho nada feliz, el que mi primera orden seria como reina, haya sido el exterminio de toda vuestra estirpe…
Tras decir esto sacó la espada del estomago de la mujer, después con un rápido giro la decapitó delante de todo el mundo allí presente. Se volvió a sentar en el trono, con mucha calma y tranquilidad, les dejó a todos claro que no le agradaba matar a nadie, que no era su forma de ser y de enfocar las cosas, pero que no por esto se iba a privar de dar ese tipo de instrucciones si no le quedaba más remedio, justo como acaban de obligarla solo unos minutos antes. Sinceramente creo que esa acción la estabilizo en el trono con firmeza, aunque aún tendría que luchar por ello e indudablemente matar a muchísima más gente, pero no dudaba de que lo lograría, acababa de demostrar a todos, que iba en serio y no sería manejable para nadie.
Permanecí junto a ella durante el siguiente mes, esperando a que ciertos acontecimientos de que Lessay fuera informada se desarrollasen. En ese mes estuve todas las noches entretenido con ella y con sus cuatro esclavas, ciertamente entre ellas mismas eran mucho más que capaces de entretenerse, pero cuando estaban conmigo confieso que me agradaba ver como las cinco se desvivían por poder tenerme un ratito para ellas, en cada caso siempre preferiblemente a solas. Por fin llegó la noticia de que los demás reinos del desierto se habían coaligado contra Nixhem y su actualmente más que débil trono.
Un ejército de quizá mas de cien mil soldados, había sido movilizado, actualmente avanzaba desde dos direcciones distintas, en el grupo que avanzaba desde el norte iban unos sesenta mil, mientras que el del Noroeste era de unos cuarenta a cuarenta y cinco mil. Después de recibir estas noticias y ubicación exacta de ambos grupos me despedí de la princesa con la sana intención de encargarme de ellos por mi cuenta… durante este mes había hecho muchas pruebas e investigado incluso una corazonada que resulto positiva, ahora me era necesario comprobar la realidad de todo esto. Lessay no estuvo conforme ya que opinaba que era un suicidio…
Al día siguiente cuando acudí a despedirme de ella, por sorpresa apareció un Halcón en el cielo, vi como Lessay se puso roja como la grana cuando le vio llegar hasta ella. Reconocí en el acto un halcón mensajero de Khrissa. Ante mi más que evidente pregunta, Lessay me confesó que había establecido contacto con el servicio secreto de su tío en Nixhem ordenándoles mandarle un mensaje notificándole personalmente su ascenso al trono junto con unas cuantas preguntas sobre mí. Le inste a leer la respuesta de su tío… cuando saco de la pata del halcón el papelito me miró perpleja.
- Lessay : Me dice que te pregunte directamente a ti, que sabré si me dices la verdad por lo fuerte que sea la incredulidad inicial que sienta, lo fuerte que me ría y luego, cuando sea capaz de razonar de nuevo con frialdad, por lo mucho que te tema, puede que incluso me aterrorice por tu presencia ante mi…, que de ese modo sabré si me dices de verdad quien eres, ¿Qué narices significa esto?
- Val : Eso solo significa que tu tío no quiere contrariarme, tiene un trato conmigo en el que se incluye no decir nada a nadie sobre mi… -dije sonriendo como un Lobo.
- Lessay : Venga ya Val, admito que seas un mago muy poderoso, pero de ahí a que mi tío pueda tener miedo de decirme quien eres… Supongo que eres alguien muy importante en Khrissa, quizá incluso estés bajo algún conjuro de ilusión y lo que este viendo no sea real, pero por favor, me molesta bastante que tanto tu como mi tío me toméis por imbécil… -Se la veía realmente enfadada, decidí dar el pasito.
- Val : Mi nombre real es Vhaalzord, también conocido como El Nigromante…
La cara de asombro de Lessay fue de chiste, luego rompió en carcajadas, al punto que tuvo que sentarse en una silla por no poder aguantar de pie. Los guardias que había en su puerta entraron alarmados por el escándalo, pero Lessay sin poder parar de reír les hizo salir de nuevo con un tranquilizador gesto de su mano, ordenándoles salir de nuevo. Luego me miró intentando aguantarse… La risa se le corto de golpe cuando se fijo nuevamente en mi cara, que no solo no me estaba riendo sino de que estaba de lo más serio mirándola. Repentinamente se puso como la cera, miró hacia la puerta de salida, luego lentamente hacia mí y todavía empalideció más aun si eso era posible, incluso las piernas empezaron a temblarla pese a permanecer sentada en la silla.
- Val : No está mal Lessay, no está nada mal… -sonreí irónico-, has tardado muy poco en unir cabos sueltos… Ahora majestad, saldré por esa puerta y me iré de la ciudad, puede que jamás nos volvamos a ver. Si como presupongo vas a intentar seguirme para ver qué pasa con esos ejércitos que se aproximan… -suspire-, ve sola y cuando empiece la batalla… -calle unos segundos y endurecí mis rasgos-, lárgate o morirás también junto con todas esas tropas, pues no habrá cuartel para nadie que vea lo que va a pasar, incluida tu misma si permaneces allí más de la cuenta.
Después de decir eso salí de allí dejando tras de mí a una más que asustada Lessay, por estar usando un leve conjuro de lectura sobre ella se que asocio la carnicería que presencio cuando salieron del Harem a lo que acababa de decirla. Nadie entendía cómo podía ser factible que yo hubiese podido hacer todo eso, era imposible, y sin embargo era lo que parece haber sucedido… En ese momento, la carnicería y el que yo pudiese ser de verdad quien decía se asociaron a todas las leyendas e historias que había oído sobre mí desde pequeña… Si yo era quien decía ser, esa masacre que presenció, entonces sí que tenía una explicación…, pero saber que yo no le haría nada tras ver lo que vio, no hacía que sintiese menos pánico de mí.
Cuatro días después un ejército de unos sesenta mil soldados en orden de marcha se extendía hacia mí, un grupo de unos cuarenta jinetes avanzaba a toda velocidad contra mí, sin duda con la sana intención de matarme, pensando en que era un explorador de Nixhem y evitar de ese modo que diese la alarma. Mis Halcones Azules habían detectado tanto este como el otro ejército a solo un día de distancia… Tras de mí se encontraba la reina Lessay en solitario, su escolta de setenta soldados de la guardia estaba a media hora tras de ella. Convoque mi poder, concentrando gigantescas cantidades de magia arcana en mí, saturando mi cuerpo casi hasta su límite, casi hasta hacerlo explotar por la energía concentrada antes de liberarla… Desplegados junto a mi aparecieron el jefe de los Khulgan, veinte guerreros y a ambos lados de mi escolta, casi dos centenares de magos.
Solo segundos después un enorme ejercito Khulgan hizo su aparición en una formación de media luna, la cantidad de poder drenado de mis reservas a cada segundo era enorme…, más aun al aumentar el suministro de forma voluntaria para otorgarles más poder aun a los magos, quería probar hasta donde llegaban mis nuevos límites tras esta nueva resurrección, y ciertamente no quede insatisfecho de ello. Cuando detuve las convocaciones de los magos por encontrarme casi al límite, más o menos veinte mil Guerreros Khulgan formaban junto a mí. Levante la mano y señale hacia el ejército que teníamos enfrente, entonces los Khulgan se lanzaron sobre los infelices dando unos aullidos aterradores, los cuarenta jinetes que venían a por mí fueron simplemente arrollados por mis guerreros. Mande a dos de mis Halcones Azules a por Lessay…, por sus ojos vi la extrema palidez de su cara cuando todo aquello ocurrió ante ella… Mirando fijamente a uno de mis Halcones que se había posado sobre una duna mirándola, le hizo un gesto de despedida y le lanzo un beso con la punta de los dedos, gesto que entendí perfectamente, después partió al galope en busca de su escolta. Cuando se encontró con ellos dio orden de emprender el regreso, pese a que algunos le sugirieron investigar esos ruidos de combate que arrastraba el viento…, no lo permitió, e hizo que todos la siguiesen rumbo a la capital.
Tres días después las patrullas del reino de Nixhem encontraron los restos de ambos ejércitos, habían sido completamente masacrados sin piedad, muchos de ellos despedazados literalmente, incluso a mas de cinco kilómetros de las batallas encontraron soldados muertos que parecía que habían intentado huir, eso les indico que quien fuese que les ataco no dejo que nadie escapase. Para su asombro no encontraron ni un solo atacante entre todos esos muertos, pensaron que se llevaron sus caídos, pero tampoco parecía existir más huellas llegando hasta allí, que la de los ejércitos masacrados, parecía como si los atacantes hubiesen surgido de la nada. Las leyendas empezaron a aparecer en torno a estos misterios… No sé, y no creo tampoco que lo consiga averiguar, excepto que procediese de la mismísima Lessay, como mi nombre fue asociado al hecho. Según decían pretendían atacar a Nixhem, pero se tropezaron conmigo e intentaron matarme confundiéndome con un soldado del reino… Eso fue su fin, como antaño, use mis guerreros Muertos, exterminándolos a todos…, eso o algo así, parecido según donde se contase, era lo que empezó a circular, añadiéndose a mi leyenda.
EPILOGO
Después de terminar con el primer ejercito desconvoque a todos, sin descansar me fui a por el resto del ejercito de la coalición. Nuevamente hice lo mismo, esta vez sin embargo reduje a la mitad el número de guerreros convocados. Tras lanzarlos contra los enemigos, intente de nuevo combinar mis tres tipos de magia… volvieron a mí los Ojos de Dragón, volvió esa increíble sensación de enorme poder que me embargaba… y mis ansias de sangre. Los Khulgan se mostraron aun más salvajes que de costumbre, aun mas que la vez anterior, o que el día del palacio… hice entonces una llamada telepática y volví a cerrar mi mente a cualquier contacto exterior. No aguante más allá de unos minutos antes de lanzarme a la batalla seguido de mi escolta. No recuerdo cuando perdí el conocimiento debido a la presión de mi propia magia sobre mí, pero para ese instante mis ropas, cara y montura debíamos de estar cubiertos por completo de sangre de los soldados enemigos que había masacrado personalmente.
Cuando desperté, supe en el acto que mi llamada había tenido recompensa y que mi sospecha era cierta. Estaba en alguna montaña no sabía exactamente donde, hacia algo de frio, me encontraba junto a una hoguera y justo enfrente de mí, al otro lado, en forma totalmente humanoide se encontraba R’halrhaz, y no parecía especialmente contento según pude apreciar. No le gusto que descubriese que me tenía bajo observación, no le gusto que le llamase y mucho menos aun lo que le pedí que hiciese por mi… pero no le quedo otra que hacerlo, ya que se lo reclame como futuro Shaddin-Nur.
Tras unas cinco horas de conversación entre los dos R’halrhaz modifico su aspecto, cambiando a su forma real de Enorme Dragón Negro, después de eso despego y se marchó… Aunque supuse que no excesivamente lejos de mi. Ahora ya sabía que ambos reinos Dragones me tenían vigilado… lo que no es que me importase mucho que dijéramos.
Una cosa que si me preocupaba es lo que logré sacarle a R’halrhaz , aunque como siempre, ni era toda la verdad, ni todo lo que podía contarme, aunque no por ello digo que fuese falso. Me enseño un par de cosas que no sabía, una como limitar mi poder…, todos mis poderes de hecho, e incluso como los podía sellarlos por completo de forma momentánea y completamente segura, pero esto solo fue lo que saque bueno de mi charla.
Lo malo es lo que me dijo sobre lo que sentía. Por fin había empezado a conseguir aunar y coordinar mis tres magias…, el problema es que bajo ciertas circunstancias estas se amplificaban de forma extraña y me costaba mantener el control sobre mí, especialmente en situaciones comprometidas… Eso no sucedía así por algún efecto negativo de mi coordinación de las tres magias como me temí al principio, según lo observado por R’halrhaz cuando le hice la demostración, eso era perfecto, según él, tenía mucho mas control que ningún Shaddin anterior a mí.
El problema real era otro, una opción que también estuve barajando y rezando por que no fuese la correcta. El problema es que en esos momentos de salvajismo, digamos que me descontrolaba porque sentía sobre mí la llamada de Nakriss, pero sobre todo la presencia de su poder intentando alcanzarme a toda costa, alterando mi propia percepción mágica al hacerlo, también mi forma de actuar… Me quedó de lo más claro con mi charla con R’halrhaz , que yo no era el único que ignoraba el motivo de que Nakriss me estuviese “llamando”, y no, tampoco era en esos instantes el único que estuviese preocupado por ese hecho. Por lo que deduje, el mío debía de ser el primer caso del que tuviesen constancia, o eso, o disimulaba muy bien, lo que tratándose de un Dragón también podía ser factible, aunque en este caso, improbable por lo que vi.
Lessay mantuvo el trono sin problemas, nunca se caso, si tuvo en cambio dos hijos, el mayor de ellos le sucedió en el trono. Lessay no era idiota, modifico muchísimas cosas en Nixhem, pero ciertamente no modifico para nada la política que el reino había seguido sobre su Oro desde hacía siglos. Si funcionaba perfectamente no había necesidad de cambiarla. El poder de Nixhem en el desierto aumento, así como el de su ejército, Lessay alquilo a su tío medio centenar de magos con los que doto a su administración, incluyendo en estos una veintena de magos militares que adscribió a su ejército mejorando sus capacidades tanto de defensa como de control del territorio del Reino.
Tras eso formalizo una alianza con su tío de ayuda mutua para la defensa y asistencia económica. Esto último traducido quería decir que si Nixhem necesitaba del soporte militar del Imperio Khrissa la propia Lessay correría con los gastos de ello, lo que suponía de facto la presencia como mínimo de una parte importante del ejército imperial en cuanto se le requiriese… Tanto las minas de Oro, como las gigantescas reservas acumuladas por Nixhem durante estos siglos en cámaras secretas hacían eso posible, incluso Lessay de desearlo podría estar sosteniendo el enorme gasto de ese ejército durante todo un siglo, quizá incluso más. Por parte del Imperio Khrissa el apoyo económico del Oro de Nixhem en caso de necesidad significaba la estabilidad económica total aun en caso de una larga y agotadora guerra.
FIN
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