Crónicas de Vhaalzord - Libro 13 - 5 (Final)
Val alcanza por fin el Reino Dragón del Norte allí descubrirá ciertas cosas sobre su actual situación que jamás pudo siquiera llegar a sospechar
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 13
Capitulo - 5
Hice caso de lo que me indico Shless, no creí que me mintiese, aunque seguía algo perplejo por todo lo sucedido entre nosotros. No entendía nada de lo que había ocurrido con Shless, pero desde luego en esos momentos me alegre, no estaba en condiciones como para haber continuado, cierto que el tampoco es que pareciese andar mucho mejor, pero era mejor de este otro modo. Entre en el reino por donde me dijo, directamente a un frondoso bosque donde corría un cristalino arroyo, incluso había un lugar un tanto protegido donde este hacia remanso, perfecto para bañarme.
El agua me sorprendió porque estaba un poco caliente, ya que procedía de la zona de las cumbres, del deshielo forzado por el calor de los volcanes, lo que derretía el hielo y calentaba levemente el agua. Estuve bañándome, reparando mis ropas, curando mis heridas y sobre todo usando mis criaturas con sumo cuidado para espiar mi ruta. Estaba investigando las posibles rutas, con que me podía encontrar en cada una y cómo funcionaban allí los humanos, porque en los reinos había humanos, también humanos que dominaban la magia, en realidad generaciones de esclavos de los Dragones, pero que veían los reinos como si fueran parte de ellos. Para los Dragones estos no era considerados como "humanos" normales, estos si merecían un respeto, pero no así los externos a los dos Reinos.
Por este motivo pasase lo que pasase no se podía confiar en ninguno de los humanos de los reinos cuando estabas en ellos. Tenía que lograr camuflarme, pero hacia más de cien años desde la última vez que pise uno de ellos. Debía ponerme al día incluso en las cosas más tontas, ya que al final eran estas las que te terminaban siempre por descubrir. Estuve tranquilo en el remanso, una cosa que si observe es que se veían soldados humanos a caballo por los caminos, soldados que se paraban a conversar con la gente que se cruzaban, intente que mis criaturas se posicionasen lo bastante cerca como para pode escuchar lo que decían.
Eran conversaciones irrelevantes, pero cuando trataban temas de tierras, pueblos, caminos, etc... Para mí algo así sería un problema ya que no conocía nada sobre el reino y los soldados parecían encontrar casi siempre algún punto de referencia en común. Empecé a tomarme mi tiempo para ir haciéndome un pequeño mapa de la zona y así poder dar respuestas a las posibles preguntas que me topase. También averigüe el nombre de los principales pueblos humanos de la zona, los nombres de la gente importante, herrero, medico, alcaldes, jefe militar de la zona, e incluso tuve la suerte de escuchar quien era el Dragón que controlaba toda esa comarca, para mi relativa sorpresa era cierto Dragón que me mando en esta dirección, el Dueño de todo eso era Shless. Toda esta parte del reino pertenecía a los Dragones Verdes y Shless como Nahkkar era su señor.
Decidí lo primero hacerme un portador personal para cargas al estilo de los que vi en esa región. Una plataforma unida a unas correas para poder colgar de mi espalda, sobre eso pondría mi cofre con el huevo. Si al quien me preguntaba en el camino hacia la capital, iba para presentarme a los torneos humanos que por lo que escuche se celebraban cada tres años. Los ganadores en las distintas disciplinas podían optar a alcanzar premios importantes o ciertas peticiones hechas ante los Dragones antes de que estos festejos empezasen. Era algo que me resultaba muy, muy, muy curioso de ver, o más que de ver, de saber para mirar de intentar aprovechar la ocasión de entrar en su capital sin llamar la atención entre la multitud que sin duda acudiría.
Me puse en marcha procurando usar solo caminos de ganaderos o de campesinos, fuera de las carreteras principales para evitar tropezarme con los soldados. Fui con cuidado de no llegar cerca de ningún pueblo de día, procuraba pasar en sus cercanías por la noche, cuando todos estaban dirimiendo. De día procuraba ocultarme por los sitios más inaccesibles que podía encontrar y descansar allí. Todo parecía ir saliéndome bien cuando una de las mañana cerca mío pararon dos jóvenes Dragones rojos. Use únicamente Magia Draconiana para camuflarme con varios conjuros que intentaban anular mi presencia y hasta cierto punto incluso mi propia magia, pensé que con ella si la detectaban al ser también Draconiana quizá no investigasen mas, mientras que de usar la humana y no digamos la Arcana, de ser detectada cualquiera de ambas seguro que saltarían a por mí en el acto.
Lo bueno a parte de no detectarme es que estuvieron hablando los dos, y el tema de conversación era yo y su situación actual, en territorio de los Dragones Verdes. Estaban buscándome, sus mayores parecían seguros de que debía de estar muy cerca del reino del Norte, según decían uno a otro había rumores de que Shless el Nahkkar Verde había regresado herido de su excursión fuera del reino tras el enviado del Reino del Sur. Ambos jóvenes Dragones parecían ansiosos por enfrentarse a ese humano que habían mandado, en este caso sí que detecte cierto desprecio en sus voces al mentar al "humano".
Debo de reconocer que se marcharon y no me descubrieron, pero había cometido un error de bulto bastante considerable por lo que escuche. Había evitado de forma consciente los caminos generales y los Dragones parecían haberlo tenido en cuenta, parecían estar situándose dentro de sus fronteras, a cierta distancia de sus entradas, asumiendo que yo intentaría profundizar lo más posible para quitarme de las zonas más expuestas a vigilancia. Los dos dragones además andaban preocupados porque estaban en territorio verde y no rojo, podían tener problemas de ser descubiertos por algún mayor de los verdes. Tentado estuve de salir para hacerles frente, pero eso habría sido el sumun de la estupidez.
Seguí mi camino aun con más cuidado, con calma y con la misma idea o planificación que llevaba, solo que ahora además procuraba cuando descansaba usar conjuros que me ocultasen de cualquier tipo de inspección mágica por parte de los dragones. Seguí avanzando despacio, sin prisas pero sin exponerme para nada. La capital se hallaba al pie de unos de los volcanes más altos del continente. Las arenas estaban en lo alto, cerca del cráter, en una cueva y la capital se extendía bajo sus lomas. Había un muro de protección que rodeaba el solitario pico de la montaña durante los más de 30 kilómetros de diámetro. El edificio que hacía las veces del palacio de la reina Dragón estaba unos doscientos metros bajo las arenas. Dentro del muro solo los Dragones tenían permitido el paso salvo que la Reina llamase a algún humano específicamente, cualquiera sorprendido allí dentro era muerto en el acto, así de severo y duro era el tema de las crías entre ellos… imaginad lo que le podrían llegar a hacer a un humano que pillasen allí dentro.
En la capital no me seria nada difícil mezclarme con el pueblo y pasar desapercibido, excepto por un pequeño detalle sin importancia, que no tenía dinero valido en el Reino del Norte. En los campos podía robar fruta o legumbres con que alimentarme sin que se notase, pero en la ciudad eso sería imposible. Tenía que buscarme algo que poder hacer para conseguir dinero, algún tipo de trabajo, además uno que no llamase excesivamente la atención de nadie. Una vez que me vi obligado a cruzar una aldea, vi una cosa que atrajo mi atención, una fragua. Me di cuenta que una oportunidad podía ser como herrero... era muy bueno en ello aun sin el uso de magia, podía encontrar algo de ese estilo en la capital mientras veía como dejar el huevo en su lugar.
Seguía por los campos, andando entre poblaciones por los caminos transitados por pastores o aldeanos para ir a sus siembras, evitando las principales rutas. Esquive un par de veces más a los Dragones, en este caso uno azul y dos más Rojos. Según parecía todos los Dragones del continente estaban buscándome, además estaban buscando a un poderoso mago humano. Desde luego si me llega a dar por usar magia por las buenas sin mantener un estricto control sobre la cantidad usada, me hubiesen detectado desde el principio, pero al evitarlo cuidadosamente y solo usar el mismo tipo que lo saturaba todo, la Draconiana, pasaba completamente desapercibido.
Andaba no obstante un poco preocupado por la reacción de Shless cuando nos enfrentamos en el Mar de Hielo, algo debió de ver en mi que parecía desconocer, y eso me dio la impresión que era mi dominio de la magia Draconiana, o más bien, con la presencia en mi de la escama de Dragón Albino, que es lo que me dio la impresión que de verdad le afecto conocer. Otra cosa que no entendí, es como mis conjuros cuando le ataque parecieron deshacer sus propios conjuros de protección, no entendía como podía ser posible eso... no tenía ningún sentido para mí, no estaba tan debilitado como para que mi magia fuese tan superior a la suya… eso no debería de haber sucedido, era imposible que nuestros poderes hubiesen estado tan igualados en todo momento… había algo muy extraño en todo esto.
Al final resulte detectado cerca de la capital, se me cayó el mundo a los pies, estaba tan cerca ya, sabía que eso sería mi fin, un joven Dragón Rojo me ataco casi por sorpresa. Estaba lavándome en un arroyo, alejado del Cofre cuando surgió el ataque, pude esquivarlo de forma muy apurada. El Dragón se situó ante el cofre, de ese modo este no correría peligro y podría matarme tranquilamente, fue un ataque tras otros que solo podía esquivar. Estaba usando magia Draconiana, lo peor es que el Dragón no me daba tiempo para poder deshacerme de ella y conjurar la más poderosa en mí, la magia Arcana… sabia que de hacerlo sería detectado en el acto, pero era eso o morir a sus manos y vete a saber qué ocurriría si volvía allí mismo de la muerte sin recuerdos, no tenía otra que arriesgarme… si es que me dejaba, claro.
Al final no me quedo otra que atacarlo con mis armas, imbuirlas en todo la magia Draconiana que pude en un intento de generar más daño tal como sucedió con Shless y atacarlo, con mis Ojos de Dragón veía las urdimbres de sus conjuros, veía como nuevas se formaban cuando conjuraba sus ataques. Ataqué las más antiguas que solo se modificaban ante mis ataques por lo que calcule debían de ser sus defensas, y para mi sorpresa paso lo mismo que con Shless, mis armas aparentemente cortaban sus urdimbres, permitiendo a mis espadas perforar sus escamas al caer sus protecciones mágicas... además al ser muy joven sus escamas aun no tenían la consistencias de las de por ejemplo Shless. Empezó a recibir heridas muy, muy serias a mis manos, el remate final fue cuando usando la velocidad de creación de los dardos mágicos por la magia Draconiana, en dos segundos le encaje seis dardos gélidos. De los seis solo uno logro perforar su defensa, pero nuevamente me di cuenta que fue por determinado punto de la trama de sus urdimbres, como si esas zonas fuesen los puntos débiles de los conjuros ya sin duda defensivos que estaba viendo en esos instantes.
Al Dragón aullando de rabia se lanzo al cielo, retirándose de allí renqueante, entendí que debía de estar bastante mal para hacer eso. Me puse en marcha a toda velocidad huyendo de allí, sabiendo que en poco tiempo toda la zona se llenaría de Dragones. Encontré un escondite que creí que me permitiría pasar desapercibido cuando llegasen, me protegí del modo en que mejor sabía hacerlo usando como podréis imaginar, únicamente magia Draconiana y medida, solo la estrictamente necesaria. Se presentaron innumerables Dragones, detecte incluso a Shless entre ellos, no me detectaron en ningún momento cosa que me extraño, supuse que por alguna extraña circunstancia Shless no debía de haber participado en ella, sabia de sobra que el seguro que si que podía localizarme, es más, estaba casi convencido de que posiblemente el si supiese donde estaba al poco de haber llegado a la zona.
Tuve mucho en que pensar mientras los Dragones recorrían toda la zona. Por algún motivo parecía que esa visión que yo tenía de las urdimbres mágicas me permitía localizar los puntos débiles de estas y aprovecharlos, empezaba también a pensar que quizá los Dragones no tuviesen ese tipo de percepción, o al menos, no todos los Dragones, sino únicamente unos pocos de ellos. Empezaba a sospechar que quizá ese fuese el motivo por el que los Dragones Albinos fuesen tan temidos, no importaba cuan débiles fuesen, si podían ver en el acto cualquier punto débil a lo que usases, sin olvidar que las Urdimbres con la debida experiencia, les podrían indicar mucho tiempo antes de usar el conjuro, de que se trataba lo que se avecinaba contra ellos. Empezaba a entender porque creí notar entre los Dragones cierto temor por los Dragones Albinos, o Blancos, como se prefiera.
Después de saber que estaba allí supuse que la capital estaría tomada literalmente por los Dragones. No me quedaba otra que dirigirme allí, aunque no veáis la gracia que me hacia tener que hacerlo. Entre en la capital por una de sus puertas, ante las narices de aproximadamente una veintena de guardias que debían de estar buscándome, el problema es que se centraban en los carros con mercancías, ignorando a los que entrabamos a pie. En apariencia en mi espalda llevaba un enorme cajón cargado de manzanas para vender. En realidad dentro del cajón que me apañe para fabricarme, como comprenderéis, iba el cofre con el huevo.
Una vez en la ciudad me las apañe para deshacerme del cajón y de las pocas manzanas que llevaba, dándoselas a varios niños. Después me puse a buscar trabajo en alguna de las fraguas, por fin en la tercera que mire me admitieron. Me las apañe para inventarme una historia y dar detalles de la zona por donde entre, también que venía para participar en los torneos, aunque este se estuvo riendo de mi, ya que según me dijo para participar había que haberse inscrito al menos un mes antes. Pero pese a todo me ofreció el trabajo ya que por la aglomeración de gente que esperaban para el torneo sin duda se le amontonaría el trabajo.
Estuve trabajando todos los días en la fragua, se cerraba por la noche sobre las ocho, momento en que como en cualquier otro sitio el herrero aprovechaba para ir a tomar algunos vinos a la taberna con sus vecinos. Aproveche para que el me introdujese en el ambiente, pensaba que de ese modo no llamaría tanto la atención de nadie, y evitaría comentarios que sin duda se dispararían si no mantenía contacto con la gente a mi alrededor. Esos pequeños detalles sabia que eran el sello de cualquier buena tapadera. Incluso estuve tomando algunos vinos con soldados y todo. En una semana me paseaba por la ciudad como si siempre hubiese sido de allí, aproveche para hacer de mozo para el herrero, llevando los encargos a sus clientes, de ese modo podía inspeccionar el terreno sin despertar sospechas.
Entendí que mi momento propicio seria en pleno torneo, durante los combates entre aspirantes a soldados, estos se llevarían a cabo ante el Gran Nahkkar Dragón del Reino del Norte y actual regente hasta que naciese una nueva Reina. Este estaría acompañado por todos los restantes Nahkkar del Reino. Sabía que el herrero ese día tendría que trasladar algunas armas de especial forjado al gran palacio, en el interior de la muralla. Sería la perfecta ocasión para acceder e intentar llegar a las arenas de cría de la reina. Procure hacerme casi indispensable para el herrero, que por cierto si no era el mejor de la ciudad sin duda le faltaría poco, incluso le ayude con la creación de las armas para los ganadores, ya que se convertirían en soldados de pleno derecho del Reino. Este herrero para mi suerte era el encargado de los premios y estaba excelentemente relacionado.
Cuando empezaron los torneos era enloquecedor la presencia de la gente, no podía creerme que en los Reinos Dragones existiese tal cantidad de humanos. También había una enorme presencia de Dragones en la capital, no solo los señores o sus guardias, si no todo tipo de Dragones menores de todos los colores posibles o imaginables. Yo sinceramente pensaba que solo existían unos pocos colores, pero para mi sorpresa no era así, además entre los colores las familias se distinta por sus tonalidades, creedme que era algo enloquecedor siquiera el intentar pensar en ello.
Para mi sorpresa incluso vi varios jóvenes Dragones Dorados, no entendía lo del huevo, ya que ellos con alguna de sus hembras podría haber subido al trono del Reino. En fin, como siempre digo, política Draconiana, no hay, ni habrá quien la entienda. Durante los torneos todo se relajaba bastante, incluso los Dragones lo hacían, no digamos ya los guardias humanos. Cuando por fin llego el momento del gran torneo de los soldados llamaron al herrero para que el día anterior a la gran final acudiese por la tarde al palacio con los premios que deberían de entregarse al día siguiente. Ese era el momento que yo quería aprovechar, ya que me entere que dada la confianza en él podía ir solo sin ninguna escolta... imagino que eso era suficiencia Draconiana, pero a mi desde luego me ofrecería una oportunidad envidiable.
Obviamente yo no podría entrar en su lugar del mismo modo en que él lo haría, eso estaba descartado, sería un desastre intentarlo siquiera, pero pensaba aprovecharme de su inexperiencia y décadas de nulas incidencias con problemas en referencia al palacio, incluso un Dragón puede llegar a ser extremadamente complaciente consigo mismo, más aun cuando tiene enormes dosis de autoconfianza. Me pensaba servir de que tanto ellos dentro de las murallas, como los soldados humanos en lo alto estas y fuera de ellas pensaban ver esa tarde noche a un humano en el interior en dirección de ida y vuelta del palacio o por los alrededores de este. Yo pensaba ir por el lado contrario al que tomase el herrero, que por cierto no me costó nada averiguar. Deje una pequeña criatura vigilándolo, cuando esta me indico que había traspasado la muralla la desconvoque y con mi preciada carga acuestas salte la muralla esquivando a unos cansados soldados por las fiestas, como todo hijo de vecino muchos aprovechaban el día para ver los espectáculos y por la noche se turnaban para dar un sueñecito relajador, algo con lo que contaba de antemano, bueno, eso y el que no se hiciesen muchas preguntas sobre el porqué entro el herrero desde esa dirección concreta en lugar de la de su herrería en caso de que supiesen ese detalle o fuesen informados del camino que este tomaría.
Conseguí salirme con la mia, logre llegar sin incidencias hasta la altura del palacio que era mi objetivo, ya que desde allí y hasta la entrada de las arenas solo tenía unos doscientos metros... Pero también sabía que en cuanto uno de mis pies marcase dicha dirección o el herrero llegase a su destino dándose cuenta de que alguien mas había entrado en la montaña del palacio sin permiso, los Dragones vendrían a por mí sin piedad. Hasta aquí podía servirme el engaño, desde aquí tendría que luchar para abrirme paso hasta las arenas si no era lo suficientemente rápido. Por suerte sabia que todos los Dragones estarían por detrás de mí y que con el huevo conmigo no se atreverían a atacarme con exceso de saña o sin estar muy seguros de su puntería. Salí a la carrera rumbo a la cueva de las arenas, reforcé mis defensas y las del huevo con mi máxima capacidad de poder, sabía que si quería tener éxito no tenía tiempo para detenerme a hacer frente a nadie.
Había recorrido apenas veinte metros cuando empezaron a sonar los rugidos de cólera, odio y gritos de venganza de los Dragones en mi espalda. A los cuarenta metros pude escuchar el sordo aleteo de sus alas batiéndose en mi dirección, provenientes de los cuatro puntos cardinales. A los sesenta metros este sonido era auténticamente atronador, me preocupaba el procedente de enfrente ya que en mi espalda iba el huevo. A los ochenta empezaron a volar todo tipo de terreno a mí alrededor, mis escudos fueron alcanzados solo de forma indirecta, supuse que estaban simplemente midiéndome, también asegurándose de que no le hacían nada al huevo.
A los cien metros un Dragón joven intento aterrizar ante mí, para su desgracia me cole por su lateral y él fue quien recibió los regalitos que sus congénedes me lanzaron a mis lados con el fin de obstaculizarme lo más posible, quedo tras de mi herido. A los ciento veinte metros el primer problema serio de verdad... un Dragón aterrizo con espacio suficiente como para no sufrir por accidente con los ataques de los demás Dragones. No tuve opción, saque ambas espadas embutiéndolas en la más poderosa magia Arcana que fui capaz... magia de frio y viento, frio glacial y viento cortante. Tras ello y al tener todos los conjuros sobre mis armas anclados, recurrí como pude a mis ojos de Dragón, concentrándome en que no se mezclaran ambos poderes mágicos, usando algo de magia humana como amortiguador, me mordí hasta hacerme sangre mientras me concentraba en ello corriendo sin aflojar en ningún momento... Pase junto al Dragón acuchillándolo en los puntos teóricamente débiles de sus urdimbres mágicas mientras esquivaba una de sus garras de chiripa, causándole para su sorpresa varias heridas, leves, pero heridas totalmente inesperadas, lo que provoque que al sorprenderse se apartase para esquivarme, grave error que me permitió seguir mi carrera dejándole atrás, impotente para poder hacer algo sin alcanzar el cofre con el huevo antes que a mí.
A los ciento cuarenta metros arreciaron los ataques mágicos contra mí, pero mis escudos los rechazaron todos, estuve casi al límite de mi capacidad de generar poder sin entrar en colapso con los otros tipos de magia, ya que fueron ataques consecutivos de casi treinta Dragones. Por suerte a los ciento sesenta metros debieron de aparecer los Nahkkar gritando y chillando a los suyos sobre el huevo, ya que se formo un caos de Dragones esquivándose para evitar lanzarme los conjuros que tenían preparados y descargarlos en otro lado, ya que eso era mucho más rápido que intentar reabsorber ese poder, lo que indirectamente provoco que se molestasen unos a otros.
A los ciento ochenta metros una poderosa sombra alada se cernió sobre mí, me lance al suelo por puro instinto, paso volando con sus garras a tan solo milímetros del bulto de mi espalda. Me reincorpore corriendo con mis últimas fuerzas los últimos metros que me separaban de la entrada a las arenas... lanzándome dentro de la cueva literalmente de cabeza. Una vez dentro desconvoque gran parte de mi magia Arcana para concentrar la Draconiana y entre otras cosas evitar riesgos ya que mis fuerzas estaban casi al límite por el agotamiento de la carrera... Retrocedí sin ofrecer mi espalda a la entrada por la que accedieron o al menos lo intentaron varios Dragones. Se dieron cuenta pronto de que con su cuerpo de Dragón no podían acceder con comodidad para matarme, así que modificaron su aspecto al humano, seis poderosos Dragones convertidos en caballeros con armadura fueron a por mí… desgraciadamente para ellos en esa situación la ventaja era mia, ellos se comportaban como guerreros y yo en realidad, era un asesino… aunque era también consciente de que debía evitar en lo posible hacer daños serios a ningún Dragón.
Mis ojos de Dragón para mi sorpresa me permitían ver en la penumbra allí existente. Estuve conteniéndoles sin dejar de retroceder hacia las arenas, ni atacarles en las múltiples ocasiones que se me presentaron para poder hacerles verdadero daño aprovechando esa transformación, pero como digo pensaba que era algo que debía evitar casi a toda costa. Ellos eran más, pero no tenían mi habilidad con las armas... de repente sorpresa, dos dragones mas aparecieron por mi espalda, entonces comprendí que por el cráter las arenas debían de tener algún tipo de entrada también para ellos. Sin duda esta entrada "pequeña" era para uso de las crías antes de que fuesen capaces de volar, o incluso quizá puede que para esclavos humanos... un error gravísimo por mi parte lo confieso, no se me ocurrió pensar en ello. Lo único que pude hacer fue centrarme repentinamente en los dos Dragones de mi espalda dejando de lado el cuidado con mis armas e intentar usar un pequeño truco pasar entre ellos como último recurso para no verme obligado a causarles daños serios. También en este caso mis espadas cortaron zonas concretas de sus urdimbres mágicas causándoles heridas, aunque no fueron graves les sorprendieron lo suficiente como para permitirme un par de fintas que me situaron a su espalda... Por fin llegue a la arena, donde deje caer el cofre, abrirlo apresuradamente con un conjuro mágico y hacer rodar el huevo al tumbarlo con el pie tras abrir la tapa. El huevo apenas rodo un par de metros, justo hasta que quedo en el centro mismo de las arenas.
Los Dragones al estar en aquel sitio amplio que les permitía permanecer cómodamente con sus grandes cuerpos volvieron a tomar su forma nativa y se prepararon para matarme, concentre mis escudos al máximo de poder que fui capaz. Entonces un rugido atronador lo paró todo, los Dragones descendieron furiosos y mirándome con odio, dos Dragones habían entrado en las arenas, uno de ellos también aparecía visiblemente enfadado, el otro no, el otro me miraba con algo que podría interpretarse como admiración, o por lo menos, un incipiente y muy serio respeto, que tratándose de un Dragón, quizá fuese aun mas valioso.
- Dragón : Humano, soy el Gran Nahkkar, has logrado traer el huevo de nuestra reina, te aconsejo que abandones nuestro territorio antes de que te matemos...
- Shless : Perdona a nuestro señor, Shaddin-Nur... no sabe quién eres en verdad, por favor, acompáñanos al salón del trono para que hablemos, mientras, las hembras podrán hacerse cargo del huevo, y será mejor que no haya aquí ningún macho cuando ellas lleguen... solo el Shaddin-Nur podría estar aquí junto al huevo sin peligro...
Tras esto último que pillo a todo el mundo, empezando por mí dada la situación que se había generado, a contra pie y por sorpresa, nos fuimos al salón del trono entre la reticencia de todos los Señores Dragones, pero nadie dijo nada, mas cuando Shless, el Nahkkar Verde tuvo la deferencia de acompañarme transformado en humano. No dude en preguntarle...
- Val : Que ocurre, creí que cuando entregase el huevo estaría a salvo de ataques...
- Shless : Ten paciencia por favor, habrá mucho que explicar cuando lleguemos al salón del trono, no es culpa tuya, es solo que R’halrhaz nos la ha intentado jugar contigo.
- Val : No lo entiendo, ¿no os dijo que era yo quien vendría?
- Shless : Si, y nos dijo que eras un mago humano, un Shaddin-Nur, lo que nos pareció un autentico insulto... pero por favor, espera hasta que estemos todos reunidos, te aseguro que entonces todo se te aclarara, aunque más de uno va a rugir de rabia... créeme. Pase lo que pasa, veas lo que veas no reacciones por favor, después yo mismo te lo explicare todo a tu satisfacción.
Me calle la boca, entre otras cosas porque no sabía que más podía hacer en esa situación, rodeado de furiosos Dragones, aunque por lo que dijo Shless supuse que alguien que no pienso nombrar intento jugársela aprovechándose de sus prejuicios con los humanos. Pensé que había sido una suerte el encontronazo con Shless en el Mar de Hielo, de otro modo hubiera podido tener serios problemas para salir de allí. Cuando llegamos al salón que Shless definió como del trono me encontré con una enorme sala semí circular con planas superficies en altura que los Dragones ocuparon incluido el propio Shless con sus formas Draconianas. Bajo cada una de las superficies había varios símbolos escritos, supuse que estos se referirían al título de cada uno de sus ocupantes. La única que no estaba ocupada, era una en piedra blanca, exactamente igual a las otras, sola que un pelín más aislada, en una posición considerablemente más alta y con la única diferencia del color, supuse que ese sería el trono o algo así, el Gran Nahkkar ocupaba la más cercana a esa superficie Blanca. Ocupe el centro de la sala.
Esperaba gritos, rugidos, siseos airados, incluso alguna que otra llama que se escapase durante la conversación, pero no lo que me encontré, el silencio más absoluto. Por sus gestos, comportamientos y miradas, entendí que hablaban entre ellos empleando la magia, quizá incluso por petición del propio Shless. En un momento dado todos giraron sus cabezas hacia mí, visiblemente sorprendidos, después las volvieron a centrar en Shless. Al poco el Gran Nahkkar se dirigió a mí, pero esta vez vi que cuidaba muchísimo sus palabras al hablar conmigo... cambio por completo su forma de dirigirse a mí, de repente todo se volvió extremadamente formal…
- Gran Nahkkar : Enviado del Sur, por favor, podrías enseñarme tu dominio sobre la magia Draconiana, simplemente con que te concentres sería suficiente...
- Val : Por supuesto Gran Nahkkar, (hice lo que me pidió igualando de paso su formalidad al hablar. Al ver mis ojos el Gran Nahkkar siseo con furia, pero se controlo rápido)
- Gran Nahkkar : Podrías también permitirme usar el mismo conjuro que el Nahkkar Verde dice que uso contigo, por mi honor te juro que nada te ocurrirá...
Como comprenderéis también acepte, pero en esta ocasión sí que casi me quedo sordo, en mi vida había visto semejante furia en ningún Dragón, lo peor es que la furia desatada del Gran Nahkkar parece que se contagio a todos los demás excepto claro, Shless que ya tubo ese mismo enfado durante nuestro enfrentamiento en el Mar de Hielo. Estuvieron bastante tiempo rugiendo, cuando se calmaron y hablo Shless, bajando de su pedestal, empezando a mostrar las cicatrices de sus heridas... temí en serio que me atacasen por el modo que tuvieron de mirarme, un modo extrañísimo que no supe definir.
Sentí como otra vez el conjuro procedente del Gran Nahkkar me tocaba suavemente... entendí que estaba tan fuera de juego por lo que fuese que Shless hubiese contado que no se había acordado siquiera de pedirme permiso para ello. La que se armo después fue de escándalo, Shless se transformo en humano y se acerco junto a mí en el centro del gran salón, puso su mano sobre mi hombro a modo de tranquilizarme por la que se había liado allí a dentro entre los Dragones, rugidos, llamas escapándoseles, chillidos de furia asesina... me susurro que por favor no hiciese nada extraño, que no ocurría nada que me pudiese afectar para mal.
Desde allí sin más explicaciones fui conducido por un terriblemente respetuoso Dragón Rojo a un palacio en el centro de la capital. Una vez allí salieron varias jóvenes que sin que pudiese evitarlo me desvistieron y me condujeron a una especie de gran bañera en la que se metieron conmigo. Tres jóvenes que se encargaron de lavarme suavemente y con mimo. Llego un momento que tras tanto tiempo sin una mujer, tras las tensiones sufridas y estar allí desnudo con las tres preciosidades, mi pene alcanzo su máximo esplendor.
Estaba un poco apurado por la situación, cuando una de las jóvenes sin cortarse ni media se puso a lamérmelo, arrodillándose ante mí y haciendo que el mundo casi desapareciese de mi vista. Pareció se la señal para que las otras dos se uniesen a su compañera en sus caricias. Estaba tumbado, con los brazos extendidos en el borde del baño, mientras una de las chicas me chupaba el miembro, las otras dos se entretenían con mi pecho y mi cuello, lamiendo, besando y chupando. Unos minutos después, dejo de chuparme la polla para subir sobre mí y empalarse lentamente.
Hice intención de acariciarla pero las otras dos me lo impidieron con dulzura, una de ellas me indico que simplemente me dejase llevar por ellas, que me limitase a disfrutar de la experiencia. Puedo decir que sentí como todos y cada unos de los músculos de la vagina de la chica parecían intentar ordeñarme el miembro… que placer me transmitía, las otras dos con sus caricias me llevaban al éxtasis total. Estuvimos allí aproximadamente tres horas, lograron que me corriese al menos tres veces, sinceramente no se las que se correrían ellas… pero yo termine la mar de relajadito.
Al día siguiente temprano acudió a mi Shless con algo aun más extraño que todo lo anterior que había acontecido. Un ruego de todo el consejo de Dragones del Reino, que permaneciese en la capital hasta la eclosión del huevo de la Reina, y que por supuesto asistiese a este evento tan importante para ellos. Shless transformado en humano se sentó conmigo para intentar que entendiese lo que sucedía. Por lo que parece, de ser un mago simplemente no hubiese sido preciso esto, de ser un Shaddin hubiese sido un problema el que me fuese, nada serio pero quizá un levísimo problema a corto o puede que incluso a medio plazo. Sin embargo el que siendo un Shaddin-Nur en potencia me fuese por orden suya, eso sí que podría llegar a convertirse en un autentico problema para ellos, y de lo más grave tras nacer la cría, su futura reina.
No dije nada de nada, solo me limite a pedir por favor a Shless que me explicase todo lo que le fuese posible, que desde luego me quedaría a la eclosión del huevo de ser estrictamente necesario para ellos… pensé que el hacer amigos o que al menos te debieran una, nunca estaba de mas, incluso en el caso de los Dragones. Inconscientemente me eche a temblar al pensar que eso de esperar quizá fuesen años. Según me comento era muy factible que al ser un Shaddin-Nur, o al menos al tener la capacidad de poder serlo algún día, hubiese establecido algún tipo de vínculo con la mismísima cría nonata de reina.
Los Dragones nacen sabiendo gran cantidad de cosas que sabían ya sus antepasados, a la cría le quedaría aun más de un siglo para acceder al trono, pero si había un vinculo conmigo seria al primer ser que al nacer quisiese ver allí, eso era algo normal entre los Dragones, pero no con humanos, eso jamás había pasado por lo que me conto Shless, pero según dijo yo era un Shaddin-Nur, no un humano, otro Dragón o un “simple” Shaddin. Cuando las crías establecían un vinculo y luego ese Dragón no estaba presente en su nacimiento… las cosas se ponían muy feas, mas aun si esta eran crías de reina, no decir ya lo problemático que podría ser según Shless en el caso de una que en su momento ascendería al trono del reino… y nadie quería arriesgarse a ello conmigo por si acaso, además que también podría ser considerado como un gravísimo insulto hacia mí, lo que por algún motivo que no me explico parecía ser algo que no querían hacerme bajo ningún concepto.
Al final no pude evitarlo, logre maniobrar para que me hablase de los Shaddin. La conclusión tras lo que me dijo fue de lo más desconcertante, un Shaddin es un poderoso mago que es capaz de manejar además de controlar de manera uniforme y a la vez los tres tipos de magia, siendo incluso capaz de usarlos todos con el mismo hechizo sin que entre ellos surgiesen incompatibilidades.
Básicamente según Shless un Shaddin era lo mismo que me explico R’halrhaz que era un Shaddin-Nur, pero por lo que Shless dejaba entrever cada vez que hablaba de ello, no eran lo mismo de ninguna de las maneras. Cuando pregunte por la diferencia entre uno y otro Shless se me quedo mirando muy serio… dentro de lo que se pudiese considerar como serio en un Dragón. Me pregunto qué sabia, que me había contado R’halrhaz , le dije la verdad, que solo lo que era un Shaddin, pero no las diferencias existentes con un Shaddin-Nur. No me contesto, se levanto en lo que me pareció un Dragón bastante alterado y me informo que tenía que ver al consejo urgentemente, dejándome allí con la boca abierta por su reacción, ciertamente como ya he dicho, parecía muy alterado tras mi confesión. Me pareció que Shless estuviese considerando que alguien muy concreto del Reino del Sur, se la hubiese vuelto a intentar jugar al Reino del Norte… y de un modo también muy desagradable para ellos.
Por fin regresó a verme a los tres días, se sentó junto a mí, justo enfrente y empezó a hablar muy serio. Me dijo que escuchase atentamente, porque era todo lo que podría decirme sobre el asunto, lo único que le permitía el consejo decirme, y solo porque me había comportado con ellos de un modo tan razonable tras todo lo que había sucedido. Me dejo muy claro que el resto debía de ser R’halrhaz quien me lo dijese… Aunque una cosa es cierta, me dio la impresión de que lo hizo de un modo especial, como dándome a entender que sin duda R’halrhaz era quien más sabia sobre el asunto de entre ellos.
- Shless : El poder del Shaddin-Nur es mayor de lo que ahora puedas llegar a imaginar, su poder proviene única y exclusivamente de Nakriss.
- Val : ¿Qué es Nakriss?
- Shless : Nakriss es Tenebra en la lengua Arcana, supongo que así si te sonara…
- Val : He leído esa palabra, pero no se su significado…
- Shless : ¿Conoces el nombre de las lunas que se ven en el cielo?
- Val : Por supuesto, Arcania, Humun y Dracos
- Shless : Muy bien, esas son las tres lunas origen de los tres grandes poderes… Las tres lunas que todos podemos ver, pero existe otra más. También esta Nakriss según nosotros, Tenebra según los Arcanos… la cuarta luna, la luna negra que no pude ser vista porque no acepta la luz de las estrellas y rechaza cualquier cosa que no sea su propia sustancia.
- Val : Pero que…
- Shless : Existe créeme… el poder de un Shaddin-Nur procede en exclusiva de Nakriss, por lo que sabemos lo consigue desechando en el proceso el que procede de las otras tres lunas y que en su momento hicieron de él un poderoso Shaddin… Solo los Dragones Blancos han logrado alcanzar el estado del Shaddin-Nur, concretamente solo tres de ellos desde que tenemos memoria, pero ninguno llego vivo muchos más años tras lograrlo…
- Val : (Tuve un sobresalto y una extraña sensación de estar cerca de mis anhelos, todos muertos, mi oportunidad por fin) Y como consiguieron eso…
- Shless : Te he dicho ya demasiado, incluso algo más de lo permitido… eso es cosa de R’halrhaz no mia o del Reino del Norte… cuando le veas pregúntale directamente por Nakriss, no permitas que se te escabulla, en último extremo háblale directamente como Shaddin-Nur y reclámale que te explique… pero ten claro que solo él puede hacerlo… nadie más de entre nosotros lo hará…
- Val : De acuerdo, mientras espero a que el huevo se abra que debo de hacer, no creo que pretendáis que permanezca aquí sentado todo el tiempo, ¿verdad?
- Shless : No, personalmente seré responsable de ayudarte a controlar tu poder para que mejores tus capacidades, mientras el huevo no se abra seré tu maestro, cuando se abra serás libre de hacer lo que desees, pero por nuestra parte se te dejara de adiestrar. Considera esto una especie de pago por tu generosidad hacia nosotros en lo que te hemos pedido hasta el momento.
No dude en aceptar, tampoco me hizo falta que me lo dijera para saber que eso era en cierto modo una disculpa de parte del consejo por la escena de las Arenas de cría, también un modo sutil de mantenerme allí quieto hasta que el huevo eclosionase. Tenía también muchas cosas que pensar, y esperaba que suficiente tiempo como para terminar averiguando algo más sobre mí. Gracias a Shless avance bastante en el control de mi poder, del mismo modo que observe también muchas mejoras en Shless al estar combatiendo conmigo y mi magia Draconiana sin cesar.
EPILOGO
De mi estancia durante todo ese tiempo y con la libertad de movimiento que tenia, descubrí la presencia de magos humanos con poderes Draconianos, estos los obtenían en el llamado “Ritual de la Sangre”, que por cierto no logre averiguar absolutamente nada sobre él, excepto que se hacía cuando Dracos estaba en cierta posición con Humun según creí entender. Me recordó a ciertos rituales bastante sangrientos que vi en el culto del Dios Loco y que permitían el uso limitado de magia Arcana por parte de sus sacerdotes, rituales que hacían cuando Arcania estaba también en conjunción con Humun… Creedme que todo esto que poco a poco iba averiguando empezaba a darme dolor de cabeza.
Otra cosa es que estos magos humanos con capacidad de uso de la magia Draconiana parecían tener unos poderes muy específicos y restringidos, especialmente además dedicados las artes curativas y de manipulación de elementos. También había algún que otro mago humano, pero estos eran muy escasos y sus poderes también bastante limitados, supuse que los Dragones tendrían que ver algo en ello.
No logre averiguar mucho mas de Shless de lo que ya me había dicho, pero si logre algunas conclusiones con las pistas que pienso que dejo caer de forma intencionada. De algún modo Nakriss y el pozo de lava conocido como La Puerta del Inframundo estaban conectados, y esa conexión a su vez a los Shaddin-Nur. Averigüe que todo el que había logrado conseguir para sí el poder de un Shaddin-Nur no había durado mucho después de ello, eran Dragones, que son casi inmortales y fueron pocos meses los que vivieron para ser más exactos… para mi más profunda alegría, por cierto.
Logre sin embargo información sobre los Dragones Albinos, eran temidos por su capacidad para ver la magia, eran capaces de destruir los conjuros de los demás, eran imposible de sorprender y era aun mas imposible defenderse de ellos, por eso generaban tanto miedo entre los suyos. Eran mágicamente los más débiles, pero también paradójicamente los más precisos con la magia en cualquier tipo de conjuro que hiciesen, lo que les hacia aun más temibles también. Yo ahora tenía el poder Draconiano de un Dragón Albino, con sus debilidades y ventajas… Precisamente por esa precisión, esa capacidad de control y ese poder de ver la propia magia, eran los únicos seres que había sido capaces de conseguir ser Shaddin-Nur y seguir vivos, aunque como ya sabéis eso fuese por muy poco tiempo.
Deduje que lo que quizá mas nerviosos ponía sobre mí a los Dragones, no era el que lograse ser un Shaddin-Nur y luego muriese, eso sin duda les haría llorar por mí con muchísima tristeza. Esa muerte tan próxima al logro en cada caso anterior es la razón de que no había problemas porque alguien alcanzase a ser un Shaddin-Nur, por eso parecía que les trajese sin cuidado hasta cierto punto. El problema de todo esto conmigo, no era el que también pudiese ser capaz de alcanzarlo sin saber que podría pasar con alguien así hoyando el mundo, ya que indudablemente pese a mi inmensa fuente interna de poder, ciertamente según todo lo indicaba, terminaría muriendo en poco tiempo como todos mis antecesores.
El verdadero problema que más que probablemente veían en mi caso particular, es que normalmente tendía a morir de vez en cuando, pero luego de eso también tenía la feísima costumbre de no seguir muerto, sino la de regresar de nuevo al mundo de los vivos todas y cada una de las veces, algo de lo que me dio en la nariz que Shless solo se entero cuando me perseguía al escuchar sobre mis leyendas. Sospeche que ese posiblemente fuese el motivo de que R’halrhaz no me quisiese hacer estas pequeñas matizaciones sobre los Shaddin y los Shaddin-Nur.
Su error creo que fue el no poner sobre aviso al Reino del Norte con ciertos detalles concretos sobre mis particularidades ya que por lo que deduje debía de ser el Dragón que más sabia sobre mí de forma veraz y no como en el caso de Shless únicamente por las leyendas que circulaban. Posiblemente también el pasar por alto el hecho de que pudiese crearse un vinculo entre el huevo de reina y yo, eso obligase al reino del Norte a hacerme concesiones para permanecer allí tanto tiempo, fue otro gran error por su parte. No diré que sea mucho esto que descubrí, intuí, sospeche o averigüe, pero sí que me ofrecía nuevas perspectivas de futuro… y ciertamente no sabía todavía si están eran buenas o malas.
El huevo se abrió al año de estar allí, efectivamente fui el primero al que saludo tras nacer. Pegó su frente a la mia y sentí un suave contacto con su mente, algo que expresaba confianza y respeto. Tras eso la cría pareció contentísima y me ignoro por completo. Tras que se la llevasen para su primera comida, obtuve mi ansiada libertad para marcharme de allí. El propio Shless me condujo fuera del reino… y no, desde luego montar sobre un Dragón os garantizo que no es nada divertido. Me dejo con todo el equipo que había llevado en lo alto de las montañas, en las tierras de nadie situadas entre los Hombres del Norte y las tierras Salvajes.
Antes de irse Shless me dijo que recordase que solo contaba con un límite de cinco años para lograr que R’halrhaz me hablase de Nakriss y los Shaddin-Nur… Después de decirme esto me miro fijamente, hice una inclinación como agradecimiento por su aparente desliz, entonces sonrió y se lanzo de regreso al cielo, marchándose en dirección al reino del Norte. Una cosa que también conseguí sacar en claro, es que como Shaddin-Nur tenía paso franco a cualquiera de ambos reinos Dragones, tal y como R’halrhaz me dijo, y creedme que sobre eso si que tenía algunas dudas pese a todas las seguridades que este me dio en su momento. Tuve la ligerísima impresión tras mi año en el Reino del Norte, que el Gran R’halrhaz no era precisamente adorado por aquellos lares, y ahora mismo mucho menos aun que antes tras mi pequeña visita.
Otra cosa que deduje de rebote con todo esto, es que yo hasta ese mismo momento solo había sido un vulgar humano para todos los Dragones, alguien completamente insignificante para todos ellos y que no merecía la pena su atención, con una única excepción, el Gran R’halrhaz. Él, a saber por qué motivo, sí que había seguido dentro de sus posibilidades mis andanzas y sospechaba que además lo había hecho durante mucho más tiempo del que me gustaría tener que admitir, para colmo además había sido sin que me diese cuenta de ello. Cierto que todo lo mío referente a él era un tanto peculiar y que había estado dos veces en su reino, enfrentándome a él en ambas ocasiones… que por cierto ahora mismo ya no estaba nada seguro de que mis dos fugas no hubiesen sido únicamente habilidad mia, sino también cierto interés suyo porque lo consiguiese. Ahora mismo era plenamente consciente de que tenia puesta sobre mí humilde persona, la mirada inquisitiva de los principales Dragones de ambos reinos, mas el particular interés personal en mi de dos Nahkkar en concreto, R’halrhaz y Shless . Para mí fue toda una alegría y una enorme tranquilidad el saber esto, creedme que si, por si no tuviese ya suficientes problemas… me gustase o no, desde ese mismo momento los puñeteros Dragones me iban a estar rondando de un modo u otro, los detectase, los viese o no, sabía que andarían cerca, o al menos lo más cerca mío que se pudiesen permitir estar.
FIN