Crónicas de Vhaalzord - Libro 12 - 2

Val se encuentra con la Princesa Khala, hija de la Emperatriz Samirna y saltan algunos chispazos entre los dos… De nuevo Val se mete en complicaciones

CRONICAS DE VHAALZORD

Libro - 12

Capitulo - 2

Al final no me quedo otra que volver a salir de las montañas a los dos meses, fue el tiempo máximo que logre estirar las provisiones que me lleve de la ciudad. A los pocos kilómetros de estar en la carretera me encontré con una patrulla de soldados imperiales que me dio el alto. Estuvieron haciéndome todo tipo de preguntas, al frente de la patrulla iba una mujer… empecé a mosquearme con la situación cuando después de diez minutos de preguntas, la siguiente que me hizo fue que si mi nombre era Val.

Estaba a punto de mentir cuando vi acercarse a toda velocidad a un segundo grupo de soldados. Esta patrulla que me había parado se componía únicamente de nueve soldados, pero la que se acercaba se componía de al menos cuarenta, también reconocí entre los primeros al oficial que me tropecé en mi anterior salida de la montaña, con lo que no tenía mucho sentido mentir.

Al frente de este segundo grupo también se encontraba una mujer, se giro para preguntar al oficial si se trataba de mi y este saludándome asintió. Entonces la mujer que parecía al mando me dio una orden indicándome que debía de acompañarles en el acto. Solté las riendas del caballo, o más bien el Hrull que simulaba ser un caballo. Al ver mi reacción el oficial que conocía de antes se adelantó… presentándose como capitán Killma…

- Killma : Tranquilo, no estás detenido ni nada por el estilo, simplemente tenemos ordenes de que nos acompañes a ver a la Emperatriz

- Val : ¿La Emperatriz?

- Killma : Eso es Val, tranquilo que no se te persigue por nada… solo debes de acompañarnos a presencia de la Emperatriz…

La mujer al mando se revolvió contra el capitán, por la situación que se creó y lo que dijo debía de ser la propia Princesa Khala en persona. Desde luego estaba tomándose su tiempo en poner al capitán a caer de un burro, decidí intervenir.

- Val : ¿Y para que me quiere ver la Emperatriz?

- Khala : Eso no es de tu incumbencia, únicamente limítate a acompañarnos…

- Killma : Solo contéstame a una pregunta… (Respondió ignorando a la princesa)

Killma me pregunto por un hecho muy concreto que sucedió entre Samirna y yo, esa pregunta únicamente podía venir de la propia Emperatriz, por lo que le conteste con la respuesta que estaba buscando, entonces sacando del interior de su guerrera un pergamino doblado y lacrado me lo extendió para que lo tomase…

- Killma : Toma la propia Emperatriz me lo confió para que te lo entregase cuando te encontrásemos si me contestabas la pregunta como lo has hecho.

Con sumo cuidado lo abrí, encontrándome con una sorpresita de aúpa. Empezaba llamándome Val y en un momento dado me soltaba un Vhaalzord que me dejo con la boca abierta, no podía siquiera sospechar que la tierna princesita Samirna hubiese averiguado quien era yo realmente. Me pedía que acudiese a verla, indicándome exactamente donde estaba esperándome con su campamento, disculpándose por no poder haber ido en persona debido a su salud, rogándome que no fuese un cabrito y le hiciese tener que ir a buscarme a la cabaña de las montañas… Me eche a reír al terminar de leerlo…

- Val : Esta bien princesa, vamos a ver a la Emperatriz

- Khala : Déjame ver ese pergamino…

- Val : De eso nada, es algo privado entre tu madre y yo… (Ante sus narices lo rompí en decenas de trozos)

La cara de Khala enrojeció debido a la cólera, su mano se cerró sobre el pomo de su espada, hizo intención de sacarla mientras soltaba en un grito un “desarmar a este perro”… Cuando el Capitán Killma se lo impidió, y lo que dijo me dejo de una pieza además de provocarme unas carcajadas que hicieron que la princesita Khala se pusiese aun de peor mala leche.

- Killma : No princesa, las instrucciones de su madre fueron muy claras… llevarlo tal y como lo encontremos, sin intentar desarmarlo o provocarlo de ningún modo, debe de ir por iniciativa propia, sino quiere tenemos que dejarlo marchar…

- Khala : De eso nada… no me imp… (Se cayó al sentir la punta de una de mis espadas en su garganta)

- Val : Ahora estúpida, me vas a escuchar tú a mí… te vas a callar la boca, te vas a poner al frente de esta columna y me vas a acompañar a ver a la Emperatriz… Por cierto princesa… cuando insultes a alguien, procura que no esté a tu lado o te puede suceder algo tan humillante como esto…

Levantando la pierna le pegue una patada tirándola del caballo al suelo con gran estrepito de acero debido a su armadura y armas. Sin hacerle el menor caso me puse en marcha con rumbo a donde estaba Samirna sin esperar a que se levantase otra vez mientras veía como Killma impedía que los soldados reaccionasen a mis acciones. A mi lado se coloco el Capitán Killma apenas a los dos minutos… que me miraba sonriendo socarrón… no pude por menos que preguntarle…

- Val : ¿Qué pasa que me mira así?

- Killma : Que veo que la Emperatriz te conoce bien, me dijo que estuviese atento para que no se lo hicieses pasar muy mal a su hija si tenía la mala suerte de ser ella quien te encontrase…

No pude evitar estallar de nuevo en ruidosas carcajadas. Sin duda Samirna me recordaba perfectamente, y también conocía muy bien a su hija, me empecé a preguntar qué sería lo que querría de mi Samirna. Poco después se nos unió el resto de la columna con la princesa al frente… iba enfurecida con la vista clavada al frente, paso por nuestro lado aumentando la velocidad. El capitán Killma fue a hacer lo mismo para mantener el ritmo, pero acercándome a él y sujetándolo por el hombro se lo impedí, haciendo que se mantuviese a mi ritmo. Poco tiempo después la Princesa no tuvo otra que adaptarse a nuestro paso, pese a darnos la orden de acelerarlo.

La princesita parecía ir de mal en peor, todo lo que hacía le salía rana. Cuando me dio la orden de acelerar el paso le respondí con un simple “no”. Me amenazo, pero le recordé que el único que tenía que ir a ver a la Emperatriz era yo, que ella si llevaba prisa se podía ir tranquilamente, que nadie la iba a echar de menos. Creo que en su vida se había encontrado en una como esta, era obvio que no sabía cómo reaccionar, ya que las ordenes de su madre le impedían poder hacerme nada… por lo menos hasta después de que ella me viese… vi como se mordía los labios de rabia hasta hacerse sangre en ellos.

Para terminar de rematarla se encontró con que Samirna me estaba esperando a la puerta de su tienda, en lugar de permitirme hacer una reverencia me dio dos besos abrazándome, después me cogió del brazo invitándome a entrar dentro. Cuando entramos vi una lujosísima tienda decorada con muchísimo gusto, Samirna vio mi mirada de curiosidad…

- Samirna : Todo esto es culpa tuya, desde que me convertiste en Emperatriz según mis consejeros debo de mostrar un cierto estatus…

- Val : (No pude evitar reírme) Y tienen razón Samirna, una Emperatriz debe de mostrar su estatus, mas aun en el caso de alguien tan poderosa como tú eres ahora…

- Samirna : Yo solo quería reinar sobre un pequeño y pacifico reino de montaña, y alguien que no voy a nombrar me sentó en el trono de un Imperio…

- Val : Y tu a tu heredero le sentaras en el trono de un Imperio en completa expansión, y por lo que he visto se sentara sobre un depredador durmiente…

- Samirna : Y que siga durmiendo Val, que siga durmiendo, he visto lo que hace la guerra y prefiero evitarlo si puedo…

Al llegar aquí Samirna permaneció en silencio, cuando se sentó en el trono espero un par de minutos antes de volver a hablar, tiempo más que suficiente para que en la tienda también entrase la princesa Khala junto con los guardias imperiales, acompañando a la princesa entro también el capitán Killma y algunos de los más cercanos consejeros de la Emperatriz.

Por lo que conocía a Samirna no tenía dudas de que si había interrumpido nuestra conversación debía de ser por algún buen motivo. De repente y para asombro de todos dio orden de que todo el mundo abandonara la tienda y nos dejase a solas. Sus consejeros debían de conocerla porque no dudaron, no así su hija y sus escoltas. Estos últimos se quedaron un poco a contra pie por la orden… y creedme que lo entendía, lo de dejar a su señora con un desconocido… Samirna se enfado con su hija y los guardias, estos salieron pero Khala no, incluso el capitán Killma salió sin rechistar… Samirna de repente se puso a toser de mala manera, lo que hizo que acudiese junto con Khala para ayudarla.

Sin hacer caso a Samirna emplee mi poder para ver que ocurría con ella, comprobando que estaba muy enferma, de hecho dudaba que llegase a durar más de uno o dos años. Samirna me hizo un gesto para que no dijese nada de su estado real delante de su hija, pero no le hice caso ya que tenía una idea en mente que quizá, y solo quizá pudiese solucionar en algo el problema…

- Val : Samirna, no duraras más de dos años como mucho… pero quizá exista una solución posible a lo que te ocurre… aunque es complicado y doloroso ,muy, muy doloroso…

- Khala : De qué demonios hablas, a mi madre no le ocurre nada de nada imbécil… (Mi mano salió volando golpeándola en plena cara y haciéndola volar un par de metros)

- Samirna : ¡¡¡Val no seas bruto!!!, Khala, Val tiene razón, me estoy muriendo… pero que es eso que dices de solución…

- Val : Quizá con mi poder pueda aislar y bloquear el mal que te aqueja… no te curara, no mejoraras pero tampoco empeoraras… aunque lo consiga o no será terriblemente doloroso y peligroso para ti… como mínimo de ir bien te dejara casi veinte días fuera de combate Samirna.

Khala se levanto corriendo sacando su espada, se detuvo en seco a una indicación de su madre, Samirna se había puesto la mar de seria con lo que le había dicho. A su pregunta de cuánto más podría durar le dije la verdad, que tanto podía matarla en el intento como podría durar lo mismo que de no estar enferma. El problema vino después de que lo considerara y no me gusto en lo mas mínimo, claro que menos aun le gusto a Khala por la cara que puso. Samirna decidió que lo intentaría, pero que si salía bien su puesto debería de ser ocupado momentáneamente por Khala y que yo debería de ser su sombra, convirtiéndome en su principal consejero.

Khala puso el grito en el cielo y su madre simplemente la mando callar con un tono que incluso yo me hubiese achantado si se llega a dirigir a mí. Samirna me dijo que Khala sería su heredera… si a mí me sorprendió, por la cara que puso la susodicha a ella le debió de pillar tan de sorpresa esa información como a mí. Después de eso decidió que Khala ya había escuchado lo suficiente sobre lo que teníamos que hablar y la echo sin la menor consideración. Después de que saliera me estuvo explicando a petición mia como había sabido quien era yo en realidad… según me dijo después de irme le encontró el gusto a las leyendas de magos.

Digamos para no enrollarnos mucho, que lo que las leyendas contaban sobre mí, si se unían a las declaraciones de los aldeanos de las montañas, junto con ciertos hechos que no podrían explicarse por muy mago que yo fuese dado que era el único del ejercito… amen del enfrentamiento final con aquellos poderosísimos magos contratados por el tirano… Vamos, que no os digo lo que me reí cuando me dijo Samirna aun así le costó lo suyo tragar con que de verdad hubiese estado haciendo el amor cada vez que podía con una leyenda semejante… confieso que esa salida me desarmo y fui incapaz de negarlo, le confirme que efectivamente yo era Vhaalzord. De hecho eso también fue toda una sorpresa para ella, ya que se había preparado con multitud de supuestas pruebas para impedir que pudiese negar lo que para ella había sido evidente durante todos estos años.

Dejamos de lado la conversación sobre mí, ya que tanto Samirna como yo vimos que no llegaríamos a nada, yo no pensaba contar nada y ella no tenía tiempo para ello en esos momentos. Para mi sorpresa me dijo que antes de poder hacer lo que le dije tenía que entrevistarse al día siguiente con el embajador de un reino del Continente Sur, concretamente del Imperio Khrissa, lo que me sorprendió de verdad. Dado que quería que fuese el principal consejero de su hija mientras estuviese incapacitada, a la par que debía de intentar que entrase por el aro de ser la heredera, me conto lo que el embajador esperaba obtener de ella… y sinceramente no me sonó a algo que procediese del Emperador o cualquiera de sus consejeros más cercanos… Tened en cuenta que sabiendo la posibilidad que iba a tener de destruir por fin el libro había tomado ciertas precauciones, entre ellas comprobar si el emperador seguía en el trono y recuperar ciertas cosas que puse a buen recaudo en el templo, cosas que en algún caso como este, podrían serme de utilidad.

Me asignaron una tienda en el campamento junto a la de la Emperatriz. Después de retirarme a descansar lance al cielo un Halcón Azul que partió en el acto con rumbo al templo, había ciertos conjuros que aplicados al ave podían serme de utilidad para hacer lo que pretendía, algo que por cierto ya había probado mientras estuve con los Nauruem. Después de enviarlo y a la espera de que llegase el momento salí a dar un paseo por el campamento, encontrándome con algo sumamente interesante. Vi salir del mismo a la princesa sin ningún tipo de escolta, es más, salió en completo incognito vestida como si fuese un soldado mas, por lo que decidí seguirla.

Cuando me aleje del campamento convoque un Hrull, partiendo detrás de la princesita tras haber usado los correspondientes conjuros ilusorios sobre el. Descubrí que la princesita se reunía con un caballero al inicio de las montañas, a orillas de sus grandes bosques. El campamente estaba a escasa una hora de allí, por la pinta se estaba reuniendo con algún amante, amor o lo que fuese el sujeto en cuestión. Cuando los vi desaparecer desmonte dejando al Hrull libre y listo para poder salir de allí a toda velocidad. Me fui tras ellos a ver donde se suponía que iban los dos… aunque me lo temía seriamente.

Segundos después me los encontré comiéndose a besos, el hombre estaba desnudando a la bellísima princesa como si le fuese la vida en ello. No pude evitar sonreírme para mi mismo al ver la situación, pensando en la gracia que tendría sorprenderlos y darlos un susto de muerte. A los cinco minutos la princesita estaba tendida en el suelo con el sujeto encima ensartándola con cierta violencia, que lejos de desagradar a Khala parecía estar llevándola a la gloria por los gritos de placer que pegaba.

Estuve como diez minutos mirándolos, fue entonces cuando escuche unos ruidos bastante leves en las cercanías, pero no eran ruido habitual del bosque, por lo que me moví con rapidez en esa dirección.  Me encontré con cuatro hombres vestidos con ropas ligeras y armas un tanto peculiares que reconocí en el acto, eran asesinos. Me situé tras ellos, estuve a punto de atacar pero antes de que llegase a hacerlo el jefe les susurro a los otros tres que recordasen que el jefe estaba con la zorra… que debían de tener cuidado cuando la capturasen.

Vi tranquilamente como los cuatro sorprendieron a ambos amantes, para mi sorpresa la princesa reacciono al instante apoderándose de su espada, lamentablemente se situó ante su amante para protegerle y este la golpeo por detrás dejándola inconsciente. Vi como la ataban, después de eso despertaron a la princesa que lo primero que pregunto fue si su amante estaba bien, este apareció ante ella diciéndola que estaba perfectamente, y que había sido la mejor puta que nunca se hubiese follado… la princesita lo amenazo de muerte diciéndole además que era un pésimo amante, lo que le debió de sentar francamente mal, ya que entonces él le soltó un guantazo, después la levanto del pelo y empezó a sacudirla en el estomago insultándola, fue en ese momento cuando decidí intervenir.

Los cuatro sonrientes asesinos, o mejor dicho visto lo que había visto cuando entraron a por los amantes, los cuatro imbéciles disfrazados de asesinos cayeron muertos casi al tiempo, con una daga Khlomn clavada cada uno de ellos. Después entre en acción, justo cuando el amante de la princesita se volvía como si le hubiesen mordido echando su mano a la espada. El pobrecito tuvo muy mala suerte, ya que no resulto ningún enemigo para mí, quedando tendido sin conocimiento en cuestión de segundos.

Mas trabajo me costó impedir que la princesita lo matase cuando la desate, me costó bastante lograr calmarla de hecho, parecía estar sumamente enfadada con su amante. La tierna princesita lo espabiló para interrogarlo en persona, el pobrecito. Porque por un instante me dio incluso pena, no tuvo otra que soltar todo lo que sabía sobre quien los había contratado para secuestrarla… peor se puso la situación cuando admitió que de no poder ser secuestrada debería de haber destruido su reputación aprovechando el hecho de ser su amante… Después de perder las uñas, tres dedos, los testículos, perder los pezones junto con la mitad de la piel de uno de sus hombros, piel que Khala se entretuvo en arrancar con una muy afilada daga y la mitad de sus dientes por efecto del profundo amor que la princesita sentía ahora por él. El cariñin de la princesita Khala por fin le dio el nombre de quien lo contrato.

La princesa me dio orden de matarlo mientras ella iba a reunir a su regimiento para encargarse de quien había pagado porque la secuestrasen o destruyesen su reputación. Antes de cortarle el cuello le leí la mente como precaución, entre otras cosas porque al ver partir a la princesa el sujeto había tenido un atisbo de sonrisa, y efectivamente, en su mente encontré a quien de verdad lo había contratado, que por cierto no era precisamente quien había dicho el. Lo degollé y partí tras la princesa, llegando al campamento cuando esta levantaba a todos sus hombres apremiándolos para partir. En ese momento me acerque a ella delante de todo el mundo, incluida su madre que había salido al escuchar el alboroto… sin mediar palabra le golpee con el canto de la mano por detrás dejándola inconsciente en el acto. Después ordene a dos de sus hombres que la llevasen a la tienda de la Emperatriz y que todo el mundo volviese a acostarse tranquilamente… me hicieron caso más que nada porque la propia Samirna refrendo todas y cada una de mis órdenes.

El amante de Khala le había soltado el nombre de un noble del antiguo Imperio de Nard-Tordhold, este ciertamente era un hombre nada agradable en ningún aspecto y contrario al trono, pero según me dijo Samirna ella le tenía por alguien honorable; al que pese a no gustarle la actual situación, entendía que era lo mejor que le podía haber pasado a su pueblo, más si cabe después de la experiencia habida con el lunático de su último emperador. Sin embargo el que había contratado realmente al conquistador de corazones fracasado para que sedujese a la princesa, era también un noble de Nard-Tordhold, sin embargo este no tenía tan buena prensa ante Samirna como el otro.

Por lo que ella dijo este era conocido por sus negocios poco limpios de juego, mujeres e incluso se hablaba de bandidos y piratería, aunque nada había podido serle demostrado. Khala que ya había recuperado la consciencia, al oírnos hablar permaneció silenciosa por completo, y aunque supe que estaba despierta no le dije nada a su madre. Me ofrecí a Samirna para solucionar sus problemas con tan agradable sujeto, Samirna me lo agradeció, pero me recordó que ya no era la mojigata de antaño, que gracias a cierta persona había tenido que dejarlo atrás cuando se sentó en el trono al que le empujaron.

Llamo a uno de sus ministros y ante mi le dio orden de mandar al ejercito a prender al caballero en cuestión acusado de alta traición e intento de asesinar a la princesa, ante la pregunta de qué hacer si se negaba, la orden fue muy concisa y estuvo compuesta de una única palabra… “Matadlo”. Por lo que deduje ante la falta de oposición por parte del ministro esta política un tanto extrema por parte de Samirna no debía de ser nada extraña… al ver mi cara ella misma me lo confeso, según parece había tomado la decisión en su momento de crear un sistema de inteligencia en todo el Imperio, cuando este le conseguía pruebas contundentes contra alguien se ocupaba de esa persona sin mostrar piedad, ni por cierto, mostrar siquiera las pruebas, según su propia opinión, un espía solo era útil si nadie lo conocía, y estos eran mucho más eficaces si sabían que serian protegidos a toda costa… aunque también me aclaro que las traiciones por parte de estos eran atendidas con especial esmero, al punto que normalmente preferían suicidarse antes que caer en manos de sus antiguos camaradas.

Cuando Khala dio señales por fin de vida, su madre cambio de tema al del embajador, le pedí permiso para estar presente y escucharlo todo desde algún punto que estuviese lo suficientemente a oscuras como para no ser visto con claridad por los emisarios. Ante su pregunta del porque, me limite a enseñarla algo que me había traído mi halcón escasos minutos antes de entrar en el campamento tras la princesa Khala, el anillo con el sello imperial de Khrissa… tanto Samirna como Khala abrieron los ojos como platos al verlo… ambas habían visto ese escudo en las velas de los barcos de guerra del Imperio Khrissa que en alguna ocasión habían atracado en puertos de Tharkand. Mi explicación a las preguntas de ambas mujeres sobre porque tenía eso en mi poder, fue muy simple, le dije a Samirna que por lo mismo que ella me conocía y me tenía en alta estima, porque al igual que a ella, en su momento también ayude al emperador… ante su muda pregunta asentí corroborándola que también el sabia de sobra quien era yo en realidad.

Samirna obligo a Khala a estar presente en la reunión con el embajador dos días después, al verme allí intento protestar, pero su madre con un solo gesto provoco que se callase en el acto, aunque no por ello me perdía de vista para nada, creo que la princesita no se fiaba mucho de mí. El Embajador llego a presencia de Samirna acompañado de dos magos y un par de guardias con el uniforme de la guardia personal del emperador. Los dos magos los reconocí como antiguos alumnos mío, o mejor dicho, como antiguos alumnos del profesor “Ka” en la academia, alumnos que estuvieron presentes en mi demostración final en la arena cuando tumbe los escudos de la misma. Espere pacientemente sin moverme para nada a que el embajador desglosara las peticiones y necesidades que venía a transmitir de parte del Emperador de Khrissa. A medida que hablaba me parecía todo muy extraño, ciertamente cada vez más extraño, quería bastantes cosas ciertamente lógicas, como derechos de comercio con el imperio Tharkand, pero todo esto parecía no estar en la escala correcta. Digamos para entendernos que querían algo que no se sostendría como valido para dos imperios del calado y posibilidades de Khrissa o Tharkand.

Cuando hice la petición a Samirna para estar presente bajo ciertos requisitos, era porque no me gustaba nada de lo que me dijo sobre la visita del embajador y necesitaba escuchar sin que fuese observado por él, lo de los dos magos que le acompañaban era todo un extra a mi favor en esta situación. Sabía que estando en la sombra como estaba, tenía varias opciones a mi disposición, pero estando los dos ex alumnos me seria muchísimo más fácil poder actuar ya que podría cambiar a placer mi rostro aprovechando esta oscuridad, poniendo en mi la cara del profesor “Ka”, de este modo darles un susto de muerte a ambos alumnos y por extensión también al señor embajador si no estaba de verdad autorizado por el emperador. En cualquier caso el embajador se vería en todo un lio de cuidado si me decidía a aparecer como el anciano “Ka”

Por un lado tendría conmigo el sello imperial para mostrar y poner en jaque a todo el grupo, por otro mis ex alumnos me conocían como alguien muy, muy, muy cercano al propio emperador lo que significaba que si estaba sentado en un sitio de confianza con la Emperatriz de Tharkand es porque sin duda el emperador en persona me habría mandado allí por algún motivo… si como sospechaba por la presentación del embajador el emperador no tenía conocimiento de esto, el asunto se podía poner extremadamente divertido con mi presencia allí.

CONTINUARA