Crónicas de Vhaalzord - Libro 11 - 1
Mientras espera a Rhalrhaz, Val se retira al Templo de la Isla de Nauruem, en los Archipiélagos con el fin de investigar ciertos datos allí sobre los Shaddin-Nur pero el asunto se le complica.
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 11
Capitulo- 1
Llegue a la isla de Nauruem con una Chalupa que deje en la cueva de siempre, aunque debidamente protegida con varios conjuros mágicos que impedirían que se estropeara, o por lo menos que de no usarla en bastante tiempo se pudiese pudrir de forma más o menos inmediata por la temperatura habitual en esas latitudes. También igual que siempre, tarde mis buenos cuatro días en llegar al templo con el fin de no ser detectado por los Nauruem y que no supiesen de mi estancia allí, me relaje una vez que estuve en las cercanías del templo, lugar al que como ya dije, los Nauruem eran sumamente felices si podían evitar acercarse.
Durante los tres primeros meses estuve compaginando mis estudios de las runas del templo con la investigación sobre mi magia... y no es que lo que pude averiguar me quedase nada claro ciertamente. Por las runas del templo logre deducir que un Shaddin-Nur era una especie de titulo que alguien se ganaba cuando se daban ciertas circunstancias con su poder... circunstancias que no logre averiguar. La traducción más o menos factible de Shaddin-Nur sería la de "Señor de la Magia"... aunque tan pomposo y pálido nombre no logra describir con total precisión lo que en verdad parecía significar ese vocablo, lo uso para poder daros una idea. Otra cosa que logre hacer es descubrir el punto débil de mi aparentemente mayor capacidad de uso de mi poder...
El problema en este caso es que a partir de determinada cantidad, contra más poder emplease mas afectaría este al sello que había en mí. Logre una especie de solución al problema... solo que al probarla estuve a punto de matarme por imbécil. Concentre una enorme cantidad de poder, alimentándola con todo el caudal que fui capaz de emplear... poco a poco pude sentir como el sello se iba resquebrajando. Para evitarlo desvié mediante un conjuro parte de ese flujo de magia al sello para que este pudiese repararse a sí mismo y protegerse... funciono a la perfección salvo por un detalle, mi cuerpo.
Otra limitación a la que no preste atención preocupado solo en mi magia, fue la de mi propio cuerpo, llego un momento en que no pude evitar que se resintiese de la cantidad de poder que debía de manejar, en parte porque por algún extraño motivo mi poder pareció descontrolarse por completo sin que encontrara después al pensar en ello ningún motivo aparente... afortunadamente no fui estúpido del todo y emplee todo ese poder al aire libre, en lo más alto del templo, en una especie de terraza que allí había. En el último momento logre enviar toda esa ingente cantidad de energía mágica al cielo, donde logre que se dispersara sin mucho escándalo... Debo también de confesar que queda bastante herido con esto, pero increíblemente mi cuerpo reacciono de forma increíble a los conjuros curativos que ancle sobre mi fuente interna de poder... algo que me hubiese debido de llevar más de dos meses para curarme por completo, lo hizo en apenas poco más de veinte días. No por ello deje de estudiar las runas del templo o de emplear mi poder, pero debido a las heridas me vi obligada a hacerlo con gran mesura y aumentando mi nivel de concentración.
Otra de la ventajas de esa terraza, es que te permitía ver una enorme extensión de jungla a tu alrededor, y algo que se podía observar desde allí era si alguien se acercaba al templo o había exceso de movimientos por los alrededores. Aunque el manto verde impedía ver nada bajo el, determinados animales permanecían cerca de las copas de los arboles cuando los humanos estaban en el suelo bajo ellos, o por lo menos lo suficientemente cerca. También las aves tendían a espantarse lo suficiente cuando alguien estaba cerca, señales inequívocas de movimiento sobre el suelo, y de movimiento de humanos además.
Viendo un exceso de movimiento en una zona de jungla relativamente cercana al tempo, lance varias criaturas a investigar, me encontré con que eran los Nauruem los que se acercaban, pero no solo ellos, sino que se trataba de varias de sus aldeas al completo internándose en lo más profundo de la jungla de la isla. Algunos de los guerreros parecían ir heridos de más o menos gravedad, lo que significaba algún tipo de encuentro bélico con alguien, y por las trazas no debían de haber salido muy bien librados que dijéramos. Tuve una sospecha al respecto, la base comercial que se encontraba en el Sur de la Isla... lance al aire tres poderosos Halcones Azules, mandando a dos de ellos ir en aquella dirección, quería verificar que ocurría con ella y de si todos estos aparentes problemas procedían de allí, el otro lo mantuve en los alrededores del Templo, haciendo un amplísimo circulo al volar, de modo que pudiese controlar la situación de la Jungla en mucha mayor distancia de lo que yo sería capaz desde lo alto del Templo.
Efectivamente, mis aves me mostraron el puesto del sur de la isla y ciertamente había sufrido cambios sustanciales. Ahora en lugar de varias edificaciones rodeadas de gruesos muros de maderas con una única puerta mirando hacia la jungla... se alzaba una fortaleza con muros de piedra de aproximadamente tres metros de altura, coronados por una empalizada de madera que se alzaba otro metro y algo, más o menos. Contra este tipo de elemento los Nauruem no tenían prácticamente nada que hacer, la empalizada original del puesto podría haber supuesto un problema para ellos, pero antes o después hubiesen podido con ella, pero esos tres metros de muro de gruesa piedra... eso era definitivo.
No obstante seguía siendo un puesto comercial en toda regla, aunque se divisaba en su interior ciertos edificios que me parecieron barracones para tropas. Haciendo un rápido calculo de acuerdo a mis conocimientos en la materia, calcule la presencia de aproximadamente unos trescientos soldados. Ya que la bandera que ondeaba en la plaza del asentamiento seguía siendo la de la Corporación Comercial Tholinsen y no la de ningún Reino de los Archipiélagos, esos soldados debían de ser mercenarios contratados por ellos.
No podía permitir eso, conocía de sobra a esa corporación y como hacia las cosas. Si se les permitía eran muy capaces de intentar colonizar esa isla, esclavizando a sus habitantes, lo que no me preocupaba en exceso, ocupándola como si fuese su propio reino, incluyendo en el lote el Gran Templo... que ciertamente sí que me preocupaba, y mucho además.
A estas alturas ciertamente ya tenía bastante controlado mi poder. En mis actuales circunstancias, con mi actual poder y teniendo el debido cuidado, no tendría excesivos problemas en convocar incluso un millar de magos Khulgan pudiendo sostenerles tranquilamente junto con unos veinte mil guerreros que ellos convocasen... algo que por otro lado jamás había intentado y solo pensar en tener que controlar semejante cantidad me ponía los pelos de punta. Mi actual poder daba para eso y para mucho más, podéis creer lo que os digo... Pero era todo un peligro, antes me contenía por la presencia en mi interior del Dios Loco, ahora con el sello no tenía ese problema. Sin embargo... podía ser peligroso que me acostumbrase a usar mi poder sin control y sin freno, mas ahora que tantas cosas habían cambiado en mi interior... incluso... no sé, ya no estaba tampoco tan seguro sobre mi total ausencia de sentimientos... no podría decir que estuviesen ahí, pero tampoco podría asegurar lo contrario. Esta última resurrección estaba resultando ser todo un complicadísimo dolor de cabeza, pero al menos ahora, de lo que si estaba seguro es que había recobrado mis recuerdos por completo.
Si quería proteger el templo no me iba a quedar otra opción que convertir a los Nauruem en una nación en toda regla, o por lo menos dotarlos de los medios necesarios para que fuesen capaces de defender su forma de vida. Desde que quede con R’halrhaz habían transcurrido seis meses, de modo que me quedaban al menos otros seis hasta que se presentase allí a verme. Esos seis meses era el tiempo que tendría para ayudar a los Nauruem, además de para convencerles luego que se apartasen del camino del Dragón cuando llegase... R’halrhaz era más que capaz de exterminarlos a todos si alguno de ellos llegara a mostrarse ante sus ojos.
Empezaron a montar las aldeas como una sola bastante cerca del Templo, incluso diría que excesivamente más cerca de este de lo que a ellos mismos les gustaría estar, lo que me indico con claridad la gravedad del asunto. Disperse criaturas por los alrededores de forma que supiese en todo momento si alguien se acercaba en exceso. Al final esta vigilancia dio resultado, mis pequeñines detectaron a varios jóvenes Nauruem en el exterior... sin llegar a salir a las explanadas que conducían a la base de piedra, pero si en la linde de la jungla con el templo. De que la jungla no se hubiese comido todavía al Templo se encargaba la magia que manaba de este, eso era lo que había impedido que la vegetación a estas alturas lo hubiese devorado.
Salí por una de la puertas laterales, justo delante de sus narices... todo un panel de piedra que parecía ser del mismo material que el resto de la pared se desplazo hacia adentro para dejar visible la negrura de una entrada, por donde yo aparecí tranquilamente. Me estire con pereza y calma, mostrándome ser de lo más humano, lo último que quería era que me pudiesen confundir con algún dios o algo así. Después emití un sonido muy agudo en voz muy alta, como si fuese una especie de llamada, poco después uno de los Tres Halcones Azules que mantenía en vuelo vino a posarse sobre mi brazo, que había levantado al aire para recibirlo... le ofrecí algunas golosinas y después lo envié otra vez al cielo.
Me asegure de que me divisasen perfectamente, después de ello me volví a meter dentro del templo mientras varias criaturas seguían los movimientos de los jóvenes. Aproximadamente una hora después de haberme metido en el interior del templo, los jóvenes parecieron reunir el valor para acercarse al mismo, especialmente dos chicas y un chico, memorice sus rostros enseguida, posiblemente fuesen los más propensos a establecer contacto conmigo, o por lo menos, si no eso, si los tres mas lanzados de todos ellos. Al día siguiente vi como habían regresado precisamente esos tres jóvenes, solo que esta vez no venían con sus compañeros, esta vez les acompañaban una docena de guerreros armados hasta los dientes.
Nuevamente volví a salir por la misma puerta de la vez anterior, tampoco esta vez se movió nadie, repetí la misma operación que el día de antes. Nuevamente tras dar de comer al halcón volví a entrar en el Templo. Esta vez sin embargo, dos horas después de entrar quienes se acercaron fueron los guerreros, que estuvieron examinando con todo detalle el panel de piedra por donde yo había desaparecido en el interior de la gigantesca construcción. Estuvieron con su examen durante más de tres horas sin que aparentemente encontrasen nada de nada y para sorpresa mia, sin llegar a rozar el templo para nada.
Decidí hacerles esperar, durante los tres siguientes días no aparecí, aunque los guerreros, esta vez acompañados de lo que parecían ser dos brujos esperaron pacientemente sin mostrar signos de nerviosismo o ansiedad por mi ausencia. A diferencia de la vez anterior, desde este tercer día los guerreros se habían multiplicado, en vez de la docena inicial, acudieron una treintena con los dos Brujos y otro hombre más, que por su pinta debía de ser uno de los jefes de alguna de las aldeas que se habían instalado allí cerca.
Al tercer día de su presencia allí decidí salir de nuevo. Esta vez también ellos salieron a mi encuentro, pero ciertamente de muy malos modos, con las armas por delante. Me lanzaron una decena de flechas mientras los brujos conjuraban magia, por cierto bastante básica, contra mí. Me falto poco para reírme de mi propia estupidez, había olvidado por un momento como eran los Nauruem con los extranjeros, y estaba claro que yo entraba perfectamente en dicha definición. Me deje de estupideces, convoque mi poder, de hecho convoque grandes cantidades de poder.
Las flechas no llegaron ni a tocarme, extendí una mano con la palma hacia ellos, moví después el brazo como si les empujase y una enorme ola de energía salió lanzada contra ellos, haciéndolos caer hacia atrás por la fuerza del impacto. Acto seguido reclame mi bastón de la especie de limbo donde este se hallaba. Con él en la mano lo extendí apuntando hacia ellos, que se levantaban aturdidos, mas aun cuando a mi alrededor vieron como hacían su aparición varias decenas de poderosos Lobos Espectrales... una especie totalmente desconocida para ellos y que realmente les impresiono de forma nada agradable por la forma quien tuvieron e echar a correr todos ellos...
Después de esto regrese de nuevo al Templo, decidí que al día siguiente ira yo a verles a ellos... Estuve trabajando durante el resto del día, preparando una enorme cantidad de conjuros. Una cosa que verifique con desagradable sorpresa por mi parte, es que si concentraba magia o algún conjuro en el bastón y hacia que este desapareciese, cuando lo llamaba de regreso no quedaba ni rastro de lo que en él hubiese puesto. Me eche a dormir unas pocas horas antes de ponerme en movimiento hacia la gran aldea que habían montado, me lleve una nueva sorpresa cuando llegue a sus inmediaciones, ya que parecían estar desmontándola a toda prisa.
Mi suerte fue que antes de llegar me tropecé con los tres jóvenes del primer día, los tres que demostraron mas agallas. Como suponía que de verme con tiempo saldrían corriendo, les sorprendí para terror suyo. Estaban andando tranquilamente cuando aparecí ante ellos de repente, cuando intentaron darse la vuelta para echar a correr se encontraron tras ellos con cuatro poderosos Lobos que los miraban fijamente mientras les mostraban sus enormes y aterradores colmillos. Intente hablar con ellos con rapidez antes de que alguno hiciese una tontería...
- Val : Perdonad mi forma de presentarme, mi nombre es Val... y digamos que soy... bueno, lo cierto es que soy un mago. Brujos creo que nos llamáis nosotros... ¿Vuestros nombres por favor? (Solo contesto una de las jóvenes)
- Diera : Mi nombre es Diera, y soy (alzo la barbilla con orgullo) una Nauruem.
- Val : Bien Diera, podríais por favor intentar encontrar un modo de conducirme antes vuestros jefes sin que alguien me intente matar... creo que podéis confiar en mí, cuando los tres os acercasteis el primer día a la puerta del templo por donde me metí no os hice nada... igual que al día siguiente cuando los tres regresasteis con los guerreros...
Vi como los tres abrían los ojos por la sorpresa con lo que acababa de contarles, además les di detalles exactos de lo que hicieron en todo momento mientras estuvieron espiándome, igual que lo que hicieron cuando pensaron que yo estaba dentro sin que pudiese verles. Eso en definitiva creo que les definió para guiarme a su aldea... bueno, eso y el que los Lobos junto a mi presencia no es que les dejasen muchas opciones, claro.
Cuando estábamos a punto de llegar a su campamento, los otros dos me dijeron de adelantarse con el fin de buscar a los jefes, o al menos a alguno de ellos. Diera me tendió la mano en un gesto, entregándose como rehén por la veracidad de sus amigos, tomo mi mano con la suya. Pero lo cierto es que la soltó en el acto y ciertamente no me extraño ya que pude sentir un pequeño latigazo de poder cuando su mano tomo contacto no la mia… creo que ella sintió el mismo latigazo. Después de eso concedí a los otros dos lo que me pidieron, desconvocando a los cuatro lobos a continuación.
Después bajo estricta observación a Diera según avanzábamos los dos, incluso use algún conjuro sobre ella, descubriéndola como una posible maga en ciernes, aunque también poseía alguna que otra característica especial por lo que me pareció. Por otro lado vi como Diera estaba más cautelosa conmigo desde ese fogonazo de poder al tocarme, incluso me pude dar cuenta cuando suceptriciamente hizo saber a sus dos compañeros que no solo debían de avisar a los jefes... no entendí muy bien lo que les insinuó, pero supuse que también pediría la presencia de alguno de sus Brujos cuando llegásemos a las aldeas.
Cuando asomamos en la entrada de su campamento me encontré con la presencia de numerosos guerreros armados hasta los dientes, pero lo que más me dejo sorprendido fue una mujer de unos... aproximadamente cincuenta años o por ahí que avanzando por delante de todos ellos se acerco a nosotros dos, saludo a Diera y después nos dijo un lacónico "seguidme los dos", algo que no dude en hacer.
Por lo que yo conocía de los Nauruem, esta mujer debía de ser una de sus... digamos que sacerdotisas, aunque ese no sería un término muy exacto para describir lo que eran, pero para que nos aclaremos creo que servirá. También invito a cuatro de los Guerreros presentes, que supuse serian jefes, y a dos Brujos. Me fije en que todos ellos la siguieron como corderitos, sin decir esta boca es mia, señal más que clara de su importancia entre su pueblo. Su tienda era una mezcla curiosa de tienda de curandero y tienda de Chaman... lo vi como una mezcla de médico del cuerpo y medico del alma... o una cosa similar a eso, ya dije que lo que son realmente sus sacerdotisas es difícil de describir.
Nos sentamos alrededor de un círculo de piedras que había formado en una lateral de la tienda, una vez todos colocados la mujer tiro desde una especie bolsa una cierta cantidad de huesos, conchas, piedras y algunos otros objetos indescifrables. Entendí que se trataba de algún método de adivinar el futuro, de ponerse en contacto con sus dioses o vete tú a saber qué narices podía ser eso. Después de mirar el resultado durante largo rato, tiempo en el que para lo único que se movió o hablo fue para pedirnos a todos calma y tiempo para hacer lo que según ella, "tenía que hacer"... me pidió que le tendiese una de mis manos, algo que hice, después de cogerla, la miro por todos lados con evidente atención, para dejarla quieta poco después. Con cada una de estas cosas su cara cada vez si iba poniendo más pesada.
- Jhorka : Soy Jhorka, sacerdotisa de los dioses Nauruem, todo lo que puedo ver sobre ti es realmente curioso... extranjero...
- Val : Mi nombre es Val, y sinceramente, tampoco creo que sea para tanto, sacerdotisa...
- Jhorka : Llámame Jhorka por favor, solo Jhorka... y créeme que las Naurr que he lanzado me han mostrado ciertas cosas... al menos extrañas...
- Val : Jhorka entonces... como te digo no creo que sea para tanto, ten en cuenta por favor que los sucesos de mi vida posiblemente no tendrán mayor importancia...
- Jhorka : Puede ser, pero no soy capaz de discernir tu nacimiento... o tu muerte ya que estamos... y además las cosas sobre ti parecen mantenerse en la oscuridad, algo que antes nunca me había pasado...
Entendí que Jhorka debía de estar sumamente recelosa por todo lo que me estaba indicando. Sus poderes supuse que debían de contener también cierto tipo de presciencia... o de adivinación, como prefiráis llamarlo. Me dejo muy claro después de eso, que sabía que yo debía de ser un mago sin duda, el problema es que por otro lado también había intentado medir mi poder sin lograrlo en modo alguno, era como si yo no fuese acorde con el resto del mundo, supuse que su poder nunca debía de haberle fallado de modo tan estrepitoso y mucho menos fallarle con la misma persona una vez tras otra, intente quitarle hierro al asunto yéndome por las ramas, explicando autenticas tonterías solo para despistarla de sus preocupaciones. Pero creo que pensó que esto no era algo que ninguno hubiese llegado a planificar a propósito para confundir a nadie. Lo siguiente que me dijo más o menos me puso en un apuro...
- Jhorka : Es curioso lo que ocurre contigo... si tuviese que hacer caso a lo que los Naurr me indican, tu tendrías mas de dos mil años, y lo peor de todo, según eso tu habrías muerto innumerables veces... y muchas más que aun te quedan por morir... Ciertamente eso es algo imposible del todo...
- Val : Jajajajaja... creo que ciertamente no funciona bien conmigo, al menos me alegro ver que conserva usted el buen humor...
- Jhorka : Puede ser, pero antes de que se alegre hay otra cosa más que mis Naurr me parecen indicar... indudablemente usted es un mago, pero jamás vi nada parecido a lo que me indican al respecto... de hecho lo que me preocupa es que no entiendo nada de lo que me indican sobre usted... Es una persona enormemente curiosa Sr. Val... creo que el consejo de jefes haría bien en escucharle... por nuestro propio bien…
Hasta el momento todos los que nos habían acompañado habían permanecido en silencio ante lo que esta dijese, sin embargo nada mas decir lo de que los jefes me atendiesen... empezaron ellos a hablar.
- Jefe : Si la Sacerdotisa lo dice serás escuchado extranjero... ¿Qué quieres de los Nauruem?
- Val : Bien, pregunta clara y directa, le contestare pues del mismo modo. Quiero ayudarlos a echar a los invasores del Sur de la Isla, y quiero hacerlo con el fin de proteger este templo, con el fin de que nadie pueda llegar hasta el... eso es lo que quiero de los Nauruem.
- Jefe : Es un extranjero, creo que bastante debía de dar gracias, ya que no le mataremos por violar nuestro territorio... supongo que aprovecho nuestros enfrentamientos para colarse desde ese sitio...
- Val : Me parece que se está equivocando... llevo viniendo al Gran Templo desde hace años, solo que hasta ahora no me había encontrado con un problema como el que sucede en estos momentos. Tenga en cuenta de que de no ser así, hubiese seguido pasando por delante de sus narices sin dejarme ver... tal y como he hecho hasta ahora...
No le deje seguir con la diatriba, en esos momentos fui al grano, les ofrecí mi ayuda para desembarazarse de ellos a cambio de su promesa de convertirse en los custodios del Gran Templo, y de por supuesto, permitirme libre acceso por sus territorios para poder llegar a él sin ser molestado en el futuro.
Una de las cosas más molestas en estas situaciones, es que todo el mundo supuestamente es mejor que tu, y además en todas las cosas que pudiese hacer. No me creyeron en nada de lo que dije que podía conseguir o hacer, de modo que me toco humillar de forma determinante a sus mejores guerreros y a sus más poderosos Brujos, incluso una de las veces a dos guerreros a la vez. No tenía tiempo para sutilezas estúpidas, de modo que fui lo más clarito posible sobre mi valía. De ese modo, aunque lo mas probable es que no me ganase amigos, al menos obtendría su respeto, que era de lo que en esos momentos se trataba.
Primero me toco encargarme de los guerreros, estos salieron ante mí en un espacio que rápidamente acotaron en el centro de su aldea. Me ofrecieron armas, de hecho toda una colección de ellas para elegir, me limite a agradecerlo y alegar que prefería mis propias armas… de ese modo podría evitar tener que matar a nadie, sus carcajadas fueron atronadoras, por lo menos hasta el instante hasta que extendí mi mano derecha, chasquee de forma aparatosa los dedos y en ella apareció mi oscuro bastón, ahí dejaron todos de reírse, sobre todo los brujos, sin embargo quien si empezó a sonreírse como para sí misma, y asintiendo levemente ante mi acción fue Jhorka.
El primer guerrero con lanza y escudo tardo menos de treinta segundos en caer al suelo y recibir tres golpes leves del extremo de mi bastón, para mi sorpresa se rindió arguyendo que de ser una lanza hubiese muerto del primer lanzazo, igual suerte corrieron los tres restantes. Fue entonces cuando dos de los jefes hicieron una seña y entraron dos guerreros, por sus caras debían de ser los dos mejores de entre todos ellos. Llevaban enormes y poderosos escudos alargados, uno llevaba una larga lanza y el otro por el contrario una espada de hoja curva… me rodearon y entonces cuando se preparaban para atacarme hice surgir mi Shilkka, cogiéndola por el extremo rote sobre mi girando rápidamente con lo que corte la parte superior de sus escudos mas los extremos de su lanza y espada respectivas… recupere mi posición… de forma teatral hice que el bastón recuperase su original forma… Esa transformación por lo que vi causo una hondísima impresión en todos ellos.
Tras los guerreros llegaron los brujos… con estos fue aun más humillante para ellos, deje que todos y cada uno de sus ataques me alcanzasen mientras me apoyada de forma cansada en mi bastón. Cuando llego el momento del enfrentamiento mágico a fin de que fuese aun más escandaloso que con los guerreros, solicite que hiciesen entrar a sus cuatro brujos más poderosos a la vez para que luchasen contra mí, los mismos a los que ahora miraba con aire cansado como se esforzaban en usar de todo contra mis invulnerables defensas. Cuando los vi jadeantes y medio agotados, solicite que permaneciesen quietos sin moverse… entonces me acerque a ellos y les pedí que observasen atentamente. Empecé a convocar mi poder de forma que pudiesen medir mis capacidades, o al menos lo que me interesaba que comprobasen… fue automático, unos segundos después los cuatro aceptaron que yo era mucho más poderoso que ellos, aconsejando que si de verdad podía ser su aliado sin duda sería muy útil.
Pedí permiso al consejo de jefes que parecían haber formado para esta especial situación de la invasión, para acercarme al Sur y ver con mis propios ojos cómo estaba constituida la fortaleza enemiga, aunque sabía por los ojos de mis aves como, preferí verlo a pie de tierra también. Antes de que ninguno de los jefes o los Brujos pudiesen hablar, la Sacerdotisa hizo que el trabajo de hacerme de guía hasta llegar allí y llevarme por un sitio seguro recayese sobre Diera. Me alegre de ello, aunque me pregunte por el motivo que pudiese tener la sacerdotisa al mandarme con la chica cuando lo más obvio hubiese sido enviar conmigo algún o algunos guerreros.
El camino me fue muy provechoso con ella, por un lado logre sonsacarla sobre lo que sintió la vez primera que me tocó... llevándome una sorpresa. Según me dijo vio ciertas cosas muy extrañas, enormes seres con pinta de guerreros de ultratumba que me servían, innumerables batallas, varias muertes y nacimientos... tuve claro que Diera tenia algún tipo de poder clarividente como la sacerdotisa, aunque desde luego no parecía adiestrado en absoluto, algo en lo que por cierto yo no le podría ser tampoco de ninguna ayuda ya que no conocía bien ese tipo de magia o poder innato. Pero lo cierto es que si vio eso solo con tocarme, debía de ser tremendamente poderosa, mas le valía que fuese adiestrada, y a su pueblo no cometer la estupidez de dejarla escapar.
Lo cierto y aunque me costó lo mío, es que durante el viaje logre convencerla de sus aptitudes para la magia. Conseguir que pudiese realizar pequeños conjuros simples, muy simples, pero que para ella resultaron increíbles de hacer. Cierto que tampoco quise explayarme mucho con ella en ese sentido, no quería condicionarla, ni ofrecerla algo a lo que luego su pueblo no le permitiese optar, aunque me dio en la nariz que esto era precisamente lo que la sacerdotisa esperaba que sucediese al mandarla conmigo… que yo hiciese que abriese sus ojos al mundo de la magia.
Yo pretendía enseñarlos a que ellos mismos se desembarazaran de sus atacantes, no pretendía ser yo quien hiciese el trabajo, ya que eso sería algo contraproducente para mis planes para los Nauruem. Cuando nos acercamos estuve indicando con infinita paciencia a Diera lo que debía de hacer para ser tan sigilosa como yo quería que fuese... con uno de los guerreros no hubiese tenido que estar tan pendiente, el ya sabría que hacer en todo momento para no ser detectado por nadie, pero ella... en fin, que hacía falta mucho trabajo para que no metiese ruido y fuese descubierta su presencia en el acto, no obstante debía de ser una buena cazadora, ya que se movía como tal. Pero una cosa era cazar animales y otra muy distinta, hombres.
Una cosa que tenia de lo más claro a los dos días de estar allí observando es que nadie se aventuraba fuera de los muros del recinto sino le era absolutamente imprescindible, aunque en sus puertas la vigilancia era un poco laxa, o mejor dicho, era casi ridícula... se les veía de lo más confiados, aunque pese a todo seria difícil sorprenderles... al menos de día. Enseguida me di cuenta de uno de los puntos débiles del emplazamiento del puesto comercial... la ausencia de agua potable en el sitio. Hasta ese momento simplemente llevaban barriles con caballos hasta un manantial cercano a escasas dos horas de viaje, los llenaban y regresaban, los Nauruem hasta el momento nunca los habían molestado en ello... indudablemente el asentamiento en su interior tendría algunos aljibes de agua para aguantar una temporada si la cosa se ponía fea y eran sitiados por los Nauruem, pero los mantendrían fuera de uso corriente para no ser sorprendidos con las reservas de agua bajas.
El encontronazo con los Nauruem había sido más grave de lo que pensé en un principio. Esos mercenarios debían de haber causados serios daños en los Nauruem, o por lo menos eso debían de pensar ellos, ya que para mi sorpresa vi salir una patrulla de diez guerreros que por las trazas iban a por agua al manantial con una reata de veinte cabalgaduras, cada una de ellas lleva un enorme barril a cada costado para llenar. Cierto es que los Nauruem había quedado sin duda un poco bajos de moral, pero sus bajas por lo que había deducido en los tres días que había estado en su campamento, apenas habían llegado a los cuarenta guerreros, aunque eso sí, habían tenido cerca de trescientos heridos de distinta consideración, viéndose obligados a retirarse.
Mis criaturas me facilitaron la información de que por parte de los mercenarios apenas habían caído cuatro de ellos y una veintena de heridos, por ese motivo estaban total y completamente exultantes, menospreciando a sus enemigos de forma tan escandalosa. Ante la atónita mirada de Diera me limite a matar a los diez guerreros en poco menos de cuatro minutos usando diversas armas, tácticas y triquiñuelas, desde mis espadas, pasando por la Shilkka, las dagas Khlomn o los Colmillos de la Luna, amén de destruir los barriles con muchísimo cuidado.
Después habían cometido también un erro de bulto, aunque en este caso no quise que salieran de el tan rápido, pensaba emplearlo de forma más adecuada más adelante. De regreso hasta el campamento de los Nauruem estuve ayudando a una contentísima Diera a entrenarse en varias disciplinas, combate y magia sobre todo. Debo de decir además que desde luego aprendía muy rápido, me recordó a cierta joven guerrera Talkinq del Gran Continente cuando empecé a entrenarla, sonreí con cariño ante ese recuerdo repentino... y me sorprendí por esa sensación de cariño repentino… sin duda se podía tomar como que había sentido algo… pero no era ni el momento ni el lugar para análisis sobre mí, deje todo eso de lado, no quería mas preocupaciones de las necesarias.
Durante el camino de regreso, en una de las veces que paramos empecé a aprovechar para entrenarla en un combate cuerpo a cuerpo sin armas simulado... paso lo que tenía que pasar y que llevaba fraguándose los tres últimos días despacito. Los dos terminamos sobre el suelo besándonos y quitándonos mutuamente la ropa... sabiendo ambos lo que sucedería a continuación.
Mi lengua busco la suya, introduciéndose su boca y explorando cada rincón de la misma... Diera se defendió torpemente de mi beso, intento imitarme, enlazando su lengua con la mia, haciéndolo todo más intenso y placentero. Mis manos volaban por su cuerpo acariciándola hasta llegar a su entrepierna, motivo por el que Diera cada vez gemía mas alto, mi mano se perdió en su sexo, introduciéndose dos dedos en el interior de su sexo mientas que mi lengua y mis labios no paraban con ella.
Una vez los dos completamente desnudos me situé sobre ella, entre sus piernas, apuntando con mi miembro a su raja empuje suavemente introduciéndome poco a poco en sus sedosas entrañas. Mi polla fue abriéndose paso lentamente hasta lo más profundo de su ser, una vez que la tuve completamente clavada en ella espere unos instantes a que se acomodase a mí para después iniciar las embestidas con todas mis fuerzas.
Tendido sobre ella mis manos se cerraron sobre las suyas llevándolas por encima de su cabeza mientras que dejamos de besarnos para que nuestros ojos pudiesen mirarse fijamente. Empecé a embestirla con todas mis fuerzas mientras nos mirábamos gimiendo y jadeando ambos por el placer que sentíamos. Pocos minutos después me corrí en su interior un poco antes de que ella también alcanzase su orgasmo. Rodé de encima de ella para quedar tendido a su lado jadeante, igual que Diera, que pareció no quedar satisfecha, pese a todo. Echamos un polvo mas para al terminar Diera levantarse deprisa con afán de continuar la marcha. Después de esto la imite, vistiéndome a su lado y como podéis suponer, poniéndonos de nuevo en marcha, ya que estábamos a menos de dos días del campamento de los Nauruem.
CONTINUARA