Crónicas de Vhaalzord - Libro 10 - 2

Poco a poco Val va recuperando retazos de su pasado, aunque quizá lo vaya haciendo de un modo un tanto doloroso….

CRONICAS DE VHAALZORD

Libro - 10

Capitulo- 2

Poco a poco mi trabajo en la herrería iba formando mis músculos y durante mi estancia en las montañas con el ganado, parecía que con mis prácticas empezaba a igualar de forma consciente mi habilidad anterior con las armas. Seguía soñando con determinadas cosas, magia, poderes inhumanos, dioses, ciudades destruidas, ruinas remotas... y un montón de cosas más que no entendía. Otra cosa que había logrado era controlar ese bastón misterioso que aparecía y desaparecía, había encontrado un modo de que viniese a mi cuando lo necesitara... todavía seguía probando como hacer para que se convirtiese en arma, pero eso me costaba más, alguna vez lo lograba, pero pocas.

En una de las visitas de los soldados durante sus patrullas, normalmente en grupos de seis o siete, me sorprendí a mi mismo pensando en cuál sería el momento idóneo para eliminar a la patrulla sin que ninguno tuviese tiempo de reaccionar en contra mia. Lo cierto es que encontré la solución incluso para el caso de que estuviesen a caballo, una mezcla de uso de mis dagas, los Colmillos de la Luna, el bastón con la cuchilla en su extremo (La Shilkka, obviamente) o bien mis dos espadas de fina y afiladísimas hojas.

Me di cuenta de que me debía de estar comportando como sin duda lo haría un asesino, calculando como matar a sus objetivos y poder escapar luego ileso por completo. Lo peor del caso es que instintivamente supe que había conseguido desarrollar mentalmente una forma valida de poder hacerlo como yo quería y eliminar para siempre a esos soldados. Los soldados como de costumbre hacían lo que les venía en gana, tomaban lo que querían, abusaban de la gente y si sorprendían a alguna mujer solitaria esta podía tener serios problemas con ellos. Normalmente procuraban no hacer nada delante de testigos para evitar cualquier posible revuelta, las patrullas eran pequeñas y cualquier aldea podía tener del orden de cien hombres o más, por simple superioridad numérica podían acabar con cualquier patrulla, y eso los soldados lo sabían.

La patrulla continuo su camino abandonando la aldea, en esta ocasión no había sido muy malo. Solo se habían llevado hogazas de pan, casi todas las que el panadero había hecho para la aldea y las aldeas vecinas, herramientas recién terminadas por el herrero, habían bebido en la taberna lo que les había dado la gana sin pagar, habían golpeado a un par de hombres, etc... Eso era casi con cada patrulla, aunque algunas veces se habían divertido de forma mucho más seria, hiriendo de gravedad con sus armas a algún pobre que se cruzo de mala manera en su camino, o intento defender lo suyo.

Tok me mando de regreso a las montañas a sustituir a uno de los otros pastores cuando se dio cuenta de cómo miraba a los soldados mientras estaban golpeando a uno de los granjeros de la aldea, creo que temía que hiciese alguna estupidez que me costase caro. Lo malo es que por alejarme sin querer me metió en la boca del lobo, yo iba andando y los soldados a caballo, de modo que al irse también en dirección a las montañas me alcanzaron rápidamente... solo que al pasar por mi lado, cuando me aparte volviéndome para mirarles pasar, como sin duda se debían de aburrir muchísimo, para divertirse me dieron una patada en la cara alejándose entre fuertes carcajadas, dejándome allí tirado con la cara ensangrentada. Sinceramente creo, que si alguno de esos soldaditos de pega, hubiese podido siquiera sospechar lo que esa patada supondría para ellos más adelante... jamás de los jamases me la hubiesen dado.

Debí de despertarme horas después del golpe, debido a este había rodado del camino hacia un lado, quedando oculto entre varios matorrales, con lo que nadie que pasara por ahí podría haberme visto. Para mi sorpresa aunque la cara me dolía no tenía nada roto, es más, incluso la inflamación se me estaba pasando con muchísima rapidez... calcule por la posición del sol casi ocultándose que debía de llevar sin sentido casi doce horas más o menos. Si algo sabia es que los soldados no tardarían mucho en regresar, si no lo habían hecho ya no tardarían mucho, no locos serian capaces de pasar la noche en las montañas en tan corto número.

Avance a la carrera  hacia las montañas, intentando encontrarme con ellos lo más cerca posible de ellas. Escuche gritos en uno de los bosquecillos que había a orillas del camino, reconocí la voz que pedía socorro, era la de una de las hijas de uno de los granjeros de la aldea, concretamente la de Niara, la hija mayor. Cuando llegue al lugar de donde procedían los gritos me encontré con la patrulla de valientes soldados intentado violarla, la sujetaban entre dos mientras otro se situaba encima de ella para meterla su pene por el coño. Los otros cuatro se reían de la desesperación de la chica... se cortaron en seco cuando vieron caer a sus tres compañeros con una daga clavada cada uno en su espalda... justo sobre la columna, seccionándosela.

Los otros cuatro rápidamente intentaron sacar sus espadas, pero los dos más cercanos a mi posición se encontraron con que las mías en ese momento estaban entrado en sus estómagos y saliéndoles por la espalda. Los dos restantes se encontraron con sendas dagas Khlomn en sus gargantas, solo que en lugar de lanzárselas me limite a sostenerlas con las manos y clavárselas... fue una mala decisión llevar sus dos manos a la espada, una a la empuñadura y otra a la funda, eso me dejo vía libre para poder acuchillarlos a placer. Los tres primeros a los que sorprendí en el intento de violación no estaban muertos, me ocupe apropósito de que asi fuese, pero al seccionarles la columna quedaron sin sensibilidad y movimiento de cuello para abajo poco más o menos. Tranquilamente recupere mis armas, entonces me situé sobre ellos y lentamente les fui cortando el cuello usando una de mis afiladísimas espadas... degollándolos como a cerdos mientras chillaban desesperados sin poder hacer nada por evitarlo.

Después de esto me dirigí a Niara que estaba aterrorizada de lo que había sucedido, me costó casi quince minutos que se calmara, y casi diez más que entendiese que no debía decir nada a nadie de lo que allí había sucedido o nos buscarían a ambos... logre que entendiese la situación, se fue muy asustada para su casa. No estaba muy seguro, pero tras despertarme de la patada, podía recordar infinidad de cosas, todas ellas relacionadas con el arte de suprimir molestias... tal y como había hecho en esta ocasión. Fruncí el ceño pensativo porque ahora estaba seguro de una cosa más, de saber cómo hacerlo... extendí mi mano y me concentre en el extraño bastón negro... este apareció en mi mano como por arte de magia, solo segundos después de su extremo salía una finísima hoja que parecía vibrar levemente, de forma casi imperceptible. No sabía cómo, pero lo cierto es que ahora era capaz de llamar a tan extraño arma de donde quiera que estuviese sin la menor dificultad.

Enterré a los soldados, borre las huellas de lo sucedido allí, sabía que solo si inspeccionaban el sitio con detenimiento podrían encontrar algo... una vez más, esos fueron conocimientos que aparecieron en mi mente tras la patada, sin duda esta debía de haberme hecho recuperar parte de mi memoria... no sabía cómo los había obtenido en el pasado, pero sin duda ahora mismo los tenía otra vez. Me lleve los caballos a las montañas, enterré sus sillas y los deje en libertad, después me presente donde los rebaños como si nada hubiese sucedido, marchándose uno de los otros pastores que estaban cuidándolos. Durante determinadas épocas, según donde estos estuviesen, con un pastor o dos era más que suficiente para controlar los rebaños, solo cuando llegaban los buenos pastos y los bajaban a las llanuras era cuando se necesitaban bastantes pastores, por eso podía estar tranquilo allí arriba, donde aprovechaba para entrenar y sobre todo, para poder pensar con calma.

Necesitaba pensar detenidamente en todo lo que había sucedido, más si cabe cuando a la semana no quedaba ni rastro en mí de la fortísima patada que recibí en la cara... era muy extraño, ya que el soldado debía de haberme destrozado el rostro debido al terrible golpe que me dio con la punta de su bota cubierta de metal. Cuando llegue y me preguntaron por mi cara, alegue haberme caído por un terraplén, golpeándome en la cara... estuvieron riéndose de mi durante un par de días por "torpe". Una semana después llego Tok con un par de pastores mas, sustituyendo a los que estaban hasta ese momento conmigo ya que pronto empezaríamos a bajar de la montaña.

Por las mañanas me perdía de vista de los demás pastores y practicaba todo el tiempo posible con las armas. Cuando un mes después regresamos a la aldea nos enteramos de que los soldados habían estado revolviendo por toda la zona durante este tiempo, buscando a la patrulla que paso por allí antes de irme yo, según dijeron parecía que habían desaparecido sin dejar rastro y sus compañeros estaban buscándoles por toda la región y la entrada de las montañas, temiendo que hubiesen sido emboscados por bandidos, pero no habían logrado encontrar nada de nada y por lo visto los soldados estaban muy nerviosos... se comportaban de forma más dura que la habitual. Nos contaron que la última patrulla que había pasado por allí había matado al pobre Sr. Deghor... intentaron abusar de su mujer y lo atravesaron con una espada sin piedad... después de ello se alejaron de la aldea ya que los hombres de la misma habían empezado a empuñar distintos objetos, hoces, guadañas, horquillas...

Ni me lo pensé, averigüe discretamente hacia donde se habían dirigido esos soldados y para mi sorpresa logre averiguar que estaban acampados en las cercanías... únicamente a una hora de viaje como mucho. Como la casa que compartía con Tok estaba a las afueras no me resulto difícil salir de ella al anochecer sin ser visto. Una hora después estaba observando el campamento de los soldados... se les veía muy contentos, el vino corría entre ellos con generosidad, algo que me venía muy bien a mi por cierto. Ya de madrugada todos los soldados estaban durmiendo, unos cómodamente y el que estaba de guardia dormitaba medio borracho sentado delante del fuego, por cierto el peor sitio posible para un centinela.

Me deslice sin hacer el menor ruido hasta llegar al centinela. Le corte el cuello con una daga mientras le tapaba la boca, murió sin enterarse, no emitió el menor ruido. Tras cortarle el cuello le hice caer lentamente al suelo para evitar cualquier ruido. Despacio y con cuidado fui desplazándome de un soldado a otro cortándoles el cuello sin piedad uno a uno. Ninguno de ellos volvió a despertarse mas... cuando me retire de allí deje tras de mí los cadáveres de siete soldados que habían muerto degollados mientras dormían.

En las dos semanas siguientes el paso de patrullas de soldados era casi diario, todos ellos procedían de la Torre de Khaabar, fortaleza defensiva que cubría toda esta región del reino, en su interior había capacidad para una guarnición de hasta trescientos soldados más o menos. Los soldados allí apostados por el Gran Duque Lorat no eran otra cosa que asesino y ladrones reconvertidos... su jefe era uno de los antiguos líderes de la más poderosa partida de bandidos que hubo en las montañas, y casi todos sus hombres estaban ahora bajo sus órdenes como soldados.

Cada vez que pasaban de un sitio a otro se les veía muy nerviosos, pero nada comparado con la patrulla que encontró a sus compañeros, el miedo de esos hombres me provoco una gran sensación de placer... ver el miedo reflejado en sus ojos fue lo más… sin duda reconocieron que eso desde luego no podía haberlo hecho ningún campesino, ya que no molestaron en las aldeas de la zona. Las patrullas ahora habían aumentado de número de componentes, antes solían ir seis o siete, ahora cada patrulla estaba compuesta por al menos quince soldados y era dirigida por alguien con galones que supuse que sería un cabo... las cosas parecían haber cambiado un poco. Aunque tampoco en exceso, la mayoría de ellas seguía cometiendo sus tropelías con total impunidad pese a ir con un superior ya que estos eran uno más a la hora de rapiñar.

Quince días después de todo esto, estaba solo con Tok en las montañas a cargo del ganado de la aldea cuando se presento una patrulla de quince miembros. Los muy cabrones le pidieron una veintena de los corderos que teníamos ya casi listos para poder llevar a vender. Para asombro de Tok me adelante a contestar al jefe de los soldados... Le solicite que me dijese cuales quería, entre risas me los indico, entonces todas sus risas se cortaron en seco al oírme darles el precio de lo que debían de pagar por ellos si los querían. Tok intento intervenir pero era demasiado tarde, dos de los soldados desenfundaron sus espadas y arrancaron a por mi... sendas dagas Khlomn se enterraron en sus cuellos... matándoles en el acto.

El resto se movió todo la rápido que pudo, pero para cuando pudieron abalanzarse sobre mí con sus armas en las manos cuatro soldados mas yacían sobre el suelo muertos, dos por dagas Khlomn y dos por los Colmillos de la luna. Otros dos cayeron victimas de otras dos dagas Khlomn que se enterraron en sus costados, justo por debajo de sus brazos cuando levantaban estos para golpearme con sus espadas. Las dagas entraron en sus cuerpos justo por donde su armadura no los protegía, por el sobaco, alcanzándoles los pulmones. Con los siete restantes emplee la Shilkka, llame al bastón y lo transforme mientras ellos se acercaban... un leve movimiento y los tres que en ese momento estaban a mi alcance relativamente juntitos perdieron sus cabezas... creo que estaban tan sorprendidos al ver lo que había aparecido en mis manos que estuvieron muy lentos intentando defenderse... fue muy tarde para ellos cuando quisieron reaccionar.

Moví mi Shilkka como si fuese un molinete, manteniendo a los restantes soldados a una distancia prudencial. Deje caer mi Shilkka y empuñe mis dos espadas, me lance sobre los restantes supervivientes... en veinte segundos había dos soldados vivos menos... desvié sus espadas aprovechado la brecha en su guardia para rajarles las tripas (mala suerte llevar armaduras de cuero), debía de ser una muerte ciertamente dolorosa por como chillaban los cerdos, digo los soldados. Los dos restantes intentaron huir... y el darle la espalda a alguien como yo es tanto como suicidarse. No se habían alejado ni veinte metros cuando dos flechas lanzadas por el arco de uno de sus propios compañeros los dejo tendidos en el suelo. Tras esto remate a los que estaban agonizando, y no penséis que lo hice por piedad, que no, lo hice simplemente para evitar que alguno aguantara más de lo previsto y pudiese hablar con algunos compañeros dando mi descripción, de modo que usando sus propias espadas los decapite. Decir que Tok estaba impresionado seria quedarse corto, pero para mi sorpresa se limito a ayudarme a preparar el escenario, no comento nada sobre lo sucedido… en ese momento y por cómo me ayudó, más que un pastor, me pareció un anciano soldado retirado.

Por otro lado, desde el golpe que me dieron y que provoco que recuperara parte de mis recuerdos, mis sueños se habían vuelto más persistentes, mas vividos, mas reales por definirlos de algún modo comprensible. Incluso aquella voz rasposa que cuando desperté por primera vez sin saber quién era me dijo que me llamaba Vhaalzord... me decía algo una y otra vez en un extraño idioma que no lograba reconocer y mucho menos entender... aunque me sonaba a la vez extrañamente familiar pese a ello. Esa voz machacaba lo mismo en mi mente una y otra vez sin que lograra nada. Lo peor es que últimamente notaba cierta frustración en la voz, causándome un gran desasosiego.

Tras este ultimo tropiezo de los soldados, estos ya no pasaban las noches al descubierto, siempre usaban alguna casa de las aldeas expulsando a sus ocupantes para pode estar ellos a sus anchas sin extraños cerca que pudiesen ser un peligro, por mínimo que este fuese. Obviamente no pensaba atacar a ningún destacamento de soldados mientras estuviesen alojados en alguna aldea, sabía lo que podría sucederle a esta después si aparecían asesinados, pero había otros muchos sitios donde poder sorprenderlos.

Apenas un par de semanas después Tok me dijo que debería de ir con algunos de los miembros de la aldea a la ciudad para vender nuestros productos, algo que me sorprendió un poco ya que normalmente se solían vender a los comerciantes que pasaban por allí. Tok me dijo que determinadas mercancías se llevaban a la ciudad portuaria de Shurpel, porque allí se podía conseguir vender por un tercio más caro que si se hacía con los comerciantes que iban de paso. De modo que me vi en una caravana de carretas cargaditas hasta los topes con algunos de los hombres y mujeres de la aldea… aunque supuse que más que nada Tok me envió para apartarme de las cercanías de la guarnición de la Torre de Khaabar, visto lo que había sucedido en la montaña.

A nuestro regreso esas mismas carretas regresarían cargadas con productos de la ciudad que los demás habitantes nos habían encargado comprar. Esto por lo visto se hacia una vez al año. En la reunión que hicieron para decir que llevar, que quería comprar cada uno, etc, me advirtieron seriamente sobre Shurpel ya que yo recibiría la parte correspondiente a los corderos y ganado de Tok. Me advirtieron de los peligros de una gran ciudad, el alcohol, las mujeres, el juego, los diversos locales de diversión y por su puesto los ladrones. Estuvieron todos de lo mas colaborador con su información para que no me sucediese nada malo durante la estancia en la ciudad y que pudiese regresar sin percances.

El ultimo día tuve que ir a ver al padre de Niara para que me dijese donde estaba lo que él quería llevar para vender en la ciudad, me mando con su hija a uno de los corrales a por un par de vacas y al granero para que viese donde estaba el grano que debíamos de llevarnos. En un principio me iba a acompañar a todo esto la hermana mediana, pero al final fue Niara quien se avino a venir conmigo a enseñarme lo que quería su padre. Cuando salimos la vi con enormes ganas de hablar. Espero a que no hubiese nadie cerca nuestra para preguntarme por aquellos soldados que mate en su presencia cuando intentaban violarla, no le dije nada al respecto.

Una vez en el granero estaba mirando atentamente la cantidad de grano que deberíamos llevarnos cuando sentí las manos de Niara sobre mi pecho, acariciándomelo mientras se pegaba a mí como una lapa, besándome en la espalda. No lo dude, me di media vuelta rápido, quedando ella también entre mis brazos. Nos besamos con ganas, poco a poco fuimos tumbándonos sobre la paja mientras nuestras manos buscaban afanosamente bajo las ropas del otro. En apenas treinta segundos estábamos tumbados, ella debajo abierta de piernas por completo u yo encima con la pija apoyada en la entrada de su coño, listo para clavársela hasta el fondo.

Me situé de forma que estuviésemos lo mas cómodos posibles y entonces se la clave hasta el fondo, empezando a moverme con suavidad dentro de ella, lentamente, acompasándome a ella que intentaba también mover su pelvis para ayudar. Estuve dentro de ella durante varios minutos fòllandomela sin parar, sin dejar de embestirla cada vez más duro entre sus jadeos y gemidos de placer.

Antes de que ninguno no corriésemos me quite, bajando a su pelvis, posando mis labios sobre su mojado sexo, metiendo la lengua en su interior, llevándola al orgasmo un par de veces al comerla el coño con sana. Esto la enloquecía, era incapaz de articular más de dos palabras seguidas mientras mi lengua devoraba mansamente su coñito. Después de que se corriese la segunda vez, se abalanzo sobre mi polla, metiéndosela en la boca con una cara de deseo que era increíble, parecía que se hubiese roto algún tipo de dique en ella, resultaba difícil ver en esa voraz y sexual mujer a la dulce, a la simpatía e inocente Niara... su transformación era casi total.

Después de correrme en su boca tras la mamada y una vez que mi pene estuvo otra vez a punto, me tumbe de nuevo encima suyo y empecé a follàrmela a lo bestia, intentando taladrarla por completo embistiéndola sin piedad. Se abrazo a mi pasando sus piernas por mi cintura para sí lograr que mi polla llegara más profundo en su interior... unos minutos después nos corríamos los dos entre gemidos... Quedamos tumbados juntos, me comento que pensaba ir con su padre a llevar las cosas a la ciudad, que esperaba que repitiéramos mas veces tanto en el camino como en la ciudad, que le había gustado muchísimo. Se levanto yéndose corriendo para su casa mientras se arreglaba el vestido para que no se notase lo que había pasado entre los dos en el pajar aquel.

CONTINUARA