Crónicas de Vhaalzord - Libro 10 - 1
Poco a poco alguien sale de las entrañas de la montaña alguien que no sabe ni quien es, ni que hace allí. Alguien que no sabe nada de nada y está completamente perdido hasta que se topa con Tok, un pastor.
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 10
Capitulo- 1
Abrí los ojos completamente perdido, en casi total oscuridad, sintiendo un leve soplo de aire… hacia allí me empezó a arrastrar intentando encontrar alguna salida. Tras unos minutos angustiosos logre llegar a una especie de espaciosa cueva por lo que pude tocar, o más bien entrever en la penumbra, apenas podía ver nada, pero algo era algo, había pasado de una total oscuridad a un rayo de luz. Solo se veía un tenue resplandor de luz en un lateral de donde fuere que estuviese. Me arrastre en aquella dirección como buenamente pude, metiéndome por sitios realmente inverosímiles, rozándome con todo, arañándome la piel al pasar, por fin pareció que lograba llegar a algún sitio, encontrándome tras doblar un par de recodos con la apabullante claridad de un día soleado. Salí por una estrecha abertura en una pared de la montaña. Por raro que pueda suponer solo me di cuenta de mi desnudez cuando estuve bajo la luz del sol y sentí su calor sobre la totalidad de la superficie de mi piel… por otro lado también me di cuenta que debido a que había tenido que arrastrarme, mi piel estaba lacerada por el roce contra las rocas y la tierra.
Me encontraba en una vereda de montaña, tenía a un lado la lisa superficie de la roca, al otro un despeñadero bajo el cual circulaba un pequeño rio. Fui avanzando lentamente por la vereda en la dirección que me pareció más correcta, simplemente porque era un tramo que descendía y pensé en llegar cuanto antes lo hiciese, llegando así a las más que probables zonas ricas de las llanuras, por lógica las más habitadas, podría conseguir ayuda.
Apenas habría recorrido dos kilómetros cuando empezaba a notar ya mi debilidad, por el dolor que sentía en todo el cuerpo sin duda no debía de ser una persona que habitualmente se moviese mucho. El problema es que no lograba saber quien se suponía que era, todo este tiempo andando había estado intentando recordar algo sobre mí, lo que fuese, daba igual, cualquier cosa, pero nada, no recordaba absolutamente nada de nada sobre mí, ni quién era, ni que hacia allí, ni a que me dedicaba, ni siquiera como me llamaba.
Unos kilómetros después encontré una pequeña meseta en la que se hallaba sentado un anciano pastor sobre el tocón de un árbol. Según me miro se levanto de un salto cogiendo el bastón que descansaba a su lado. Yo estaba solo y desnudo, así que la situación era notablemente apurada. Entonces todo se empezó a mover a mí alrededor, fundiéndose mi vista por completo. Lo siguiente que recuerdo fue levantarme tumbado sobre unas pieles y cubierto por una manta de Lana. Gire la cabeza en todas direcciones reconociendo el terreno, estaba en una cueva, en una especie de explanada en su interior, en el centro de la cual brillaba una gratificante y cálida hoguera.
Según después vi entrar a un hombre de edad avanzada en la cueva que se quedo parado mirándome unos instantes, después de eso continuo avanzando hasta sentarse en otro. Extendió las manos hacia la hoguera que ardía en el mismo sitio. Fue entonces me empezó a preguntar...
- Anciano ¿Cómo te llamas?
- Val : No tengo ni idea...
- Anciano : ¿De dónde eres?
- Val : Tampoco lo se... no sé nada de nada...
- Anciano : Ya veo, por tus trazas han debido de golpearte, sin duda has debido de perder la memoria... he conocido algunos casos en los que un golpe ha provocado esto, unos la recuperaron y otros no, veremos en tu caso.
- Val : Podría ser, pero no recuerdo nada...
- Anciano : No importa, no te preocupes... pero lo primero es buscarte algún nombre que puedas usar y no llame mucho la atención... alguno de esta zona...
Eso era algo que no sabía, sin embargo cada vez que le anciano mentaba algo relacionado con mi nombre, una vocecita interna, una voz rasposa y un punto irónica parecía decirme un nombre, Vhaalzord, parecía que fuese ese mi verdadero nombre. Este me miro con cara muy extraña. Riendo me miro y me dijo que si no quería tener problemas, nunca más repitiese ese nombre que era imposible que fuese el mío, ya que nadie en su sano juicio se atrevería a ponérselo a sus hijos. Por lo que me dijo ese nombre era el mismo de una leyenda de varios continentes, si los soldados te escuchan tendrás problemas, y créeme que estos serán mortales de necesidad.
- Val : Pero es mi nombre... o al menos eso creo.
- Anciano : Pues deja de creer joven. Créeme que es algo imposible del todo, lo primero... uhmmmmmmm... darte un nombre... T'sal, Garant o incluso puede que Valtar. ¿Con cuál te quedas?
- Val : (Perplejo no pude evitar contestar al anciano) Creo que me quedare con el de Garant...
- Anciano : bien... algo es algo para empezar, entonces te llamaras Garant, no te olvides de ello hasta que averigües quien eres de verdad.
Al anciano se levanto y revolvió en unos grandes alforjas que había en una esquina de la caverna, sacando de ella algo de ropa como la suya, que por cierto me quedaba... digamos que "pequeña"... misteriosamente fui capaz de arreglármela por completo a lo largo del día, logrando que me quedara más o menos bien para asombro del anciano y más aun mío. Durante casi un mes estuve con él allí arriba, ayudándole a cuidar de su rebaño, pero pese a haber pasado todo ese tiempo intentando recordar alguna cosa no funciono, no me acordaba de nada absolutamente.
Poco a poco fui adaptándome a la vida de pastor en las montañas con el viejo Tarkin, o Tok, como me dijo que le solían llamar y como yo mismo decidí empezar a llamarlo desde el primer día. Un mes después bajamos a la aldea de donde era Tok, me aloje con él en su casa, era una casa de adobe con el techo de paja y madera... lo primero fue improvisar algo para que yo pudiese dormir también.
Nos hicimos con ropas para mí nada más llegar y poco a poco me fui integrando en la vida de la aldea. Una de las cosas curiosas me sucedió en la herrería y fue por absoluta casualidad. Tok estaba hablando con el herrero mientras este trabajaba, en un momento dado se distrajo porque los rescoldos empezaban a bajar de temperatura, de modo que el metal que estaba moldeando en ese momento sufriría las consecuencias de ello. Sin decir nada me acerque al fuelle de la fragua y empecé a actuar sobre él..., reavivando los rescoldos tal y como se supone que se debe de hacer para mantener la temperatura de la fragua, ambos hombres al darse cuenta de lo que acababa de realizar se me quedaron mirando, pero sobre todo el herrero.
No me detuve ahí, cuando lo fui a dejar, el mismo herrero me pidió que no lo hiciese, que siguiese echándole una mano con el trabajo poniéndose manos a la obra mientras me miraba de reojo, ni corto ni perezoso acepte, cogiéndole de la mano el martillo y siguiendo con su trabajo ante el asombro de ambos hombres que me miraban con la boca abierta. Después entendería que el herrero se había referido a ayudarle con el fuelle, con el material, con la leña y no a "fabricar" que fue lo que en realidad hice, y según el, muy bien además. Durante ese mes Tok y yo nos dedicamos a esquilar el enorme rebaño de Tok, pero cuando terminábamos por la tarde, entonces me iba donde el herrero para ayudarle, lo que me supuso poco a poco ir fortaleciendo mis músculos, ampliando su masa pero sin perder elasticidad para nada. En ese mes tuve mi primer encuentro con los soldados... para mi desde luego no fue nada, pero que nada agradable. Entraron en la aldea al trote y a mi casi me llevan por delante al pasar... no creo que imaginéis lo mal que me sentó, pero ellos eran soldados y tenias que callarte por la cuenta que te traía, por lo que averiguaría después eran muy aficionados a sacar la espada a la mínima. Por lo que me fije debían de estar recaudando los impuestos o algo así.
Tok me saco de dudas, me dijo que eran unos auténticos salvajes que aprovechaban la mas mínima para abusar del infeliz con el que la tomaran. Me pidió que estando ellos cerca me andará con precauciones y lo que fuese a hacer en sus cercanías. Averigüe que en esas montañas pululaban las bandas de bandidos y estaban más o menos organizadas, a ellas los pastores de las aldeas de la zona les pagaban una especie de impuesto en animales. Estos soldados pertenecían al Gran Duque Lorat del reino de Rayaran, por lo visto cuando el nuevo rey subió al trono unos años antes fue poco a poco perdiendo fuerza y poder a medida que los tres grande señores, el Gran Duque Lorat, el Gran Duque Ismit y el Gran Duque Sartha empezaron a actuar por su cuenta. En esos instantes el reino estuvo a punto de saltar por los aires en una guerra civil, pero el rey no tenía fuerza para poder someter a ninguno de ellos...
Ciertamente podría hacerlo uno por uno, pero obviamente ninguno de los tres lo permitiría, eran conscientes de que su fuerza era esa precisamente... que los tres a la vez no podían ser derrotados por el rey. Pero por el contrario, a su vez ninguno de ellos se fiaba lo suficiente de los otros dos como para atreverse a iniciar una guerra para derrocar al rey, mutuamente también se temían, algo que sin duda era alentado por los espías reales, ya que ciertamente el rey no podía permitir que estas diferencias y desconfianza existentes entre ellos se solucionasen, ya que sería su perdición automática. De todo esto me fue informando poco a poco Tok, que parecía estar muy bien informado sobre política y la situación real en el país, algo ciertamente extraño en un simple pastor.
Estos soldados recaudaban los impuestos del rey para entregárselos luego a su señor que era quien se los quedaba, de facto se podría decir que todo territorio perteneciente a cualquiera de las tres Grandes Casas era independiente del Reino de Rayaran a todos los efectos prácticos. Cerca de la aldea, a dos días de distancia estaba la torre de Khaabar, base de un amplio destacamento del ejército del Gran Duque Lorat, se supone que toda la región está bajo su protección, pero lo que en realidad hacen es esquilmarla y abusar todo lo que desean de su población.
Me entere de historias sobre los soldados, sobre los bandidos, como violaban a las jóvenes y mataban a quien se interponía, motivo por el que las mujeres solían salir poco de sus casas, sobre todo cuando los soldados estaban cerca de la aldea. Una semana después estaba con Tok y el rebaño en las montañas, una vez allí todo pareció ir perfecta hasta que aparecieron los bandidos exigiendo unos cuantos animales... Tok no dijo ni media, solo se limito a seleccionar algunos animales para entregárselos. Creo que mi cara de desagrado llamo la atención de los bandidos, que por algún motivo decidieron irse a toda prisa hacia algún sitio en lugar de ocuparse de mí.
Esa semana Tok se encontró mal, decidió bajar a la aldea para que le viese la curandera de la misma. Yo me quede de responsable del rebaño. Al día siguiente aparecieron en escena cinco bandidos con sus caballos, salieron por entre la bruma, después pusieron rumbo directamente hacia donde yo estaba. Acercándose con rapidez. Si os digo la verdad estaba un poco preocupado por la situación, me preocupaba que no estuviese Tok conmigo, no tenía muy claro cómo comportarme con esta situación, aunque afortunadamente ellos mismos me dieron la solución a mi problema.
Me exigieron ocho animales, cosa a la que me negué argumentando que el rebaño no era mío, sino de Tok y el resto de la aldea. Evidentemente no sirvió de nada mi petición de esperar a que algún dueño del rebaño llegase, para colmo los cinco hombres decidieron que era hora de que yo supiese quien mandaba allí. Vi que los cinco sacaban sus armas y se venían a por mí con sonrisa cínica en la cara. Mire a mi alrededor completamente acorralado, mirando de encontrar cualquier cosa que pareciese un arma con el que defenderme de ellos.
Rogué a los dioses porque se apiadase de mi y encontrara algo que me pudiese servir como arma, cualquier cosa que acudiese a mi mano... entonces sucedió... había estado rogando con vehemencia por un simple palo cuando de repente un largo, duro y extraño bastón completamente negro se materializo en mi mano. Uno de los bandidos al ver el mismo me dijo que me iban a matar con una sonrisa maligna en los labios... Me aferre con fuerza al bastón usando mis dos manos, en ese momento sucedió el segundo "milagro". Uno de los bandidos tiro con su espada a por mí por sorpresa y para mi posterior asombro cuando pude pensar en ello una vez que todo termino pareció que mi cuerpo reconociese el patrón de lo que estaba pasando, porque prácticamente tomo el control esquivándolo sin el menor atisbo de problema, fue algo totalmente instintivo.
Otro de los ladrones intento hacer lo mismo que su compañero con la sana intención de atravesarme de parte a parte. Para su desgracia en ese momento mi cuerpo estaba ya en movimiento, reconozco que estuve haciéndolo todo de forma instintiva. Agite el bastón haciendo que este pasase sobre mi cabeza yendo a caer sobre la suya... no me lo esperaba, estaba alucinando en colores, casi le había abierto la cabeza como una fruta madura. Entonces aun sin recuperarse del todo del bastonazo y aunque sangrando profusamente por la brecha se unió a sus compañeros contra mí. Los cinco se abrieron en abanico para rodearme, una vez hecho esto se lanzaron a la vez... fue lo último que los infelices hicieron en sus vidas.
Lo que sucedió a continuación no me alucino, en realidad me aterrorizo. El bastón que apareció de la nada se transformo, de su extremo más estrecho surgió una larga y ancha hoja convirtiéndolo en algo muy parecido en una herramienta de siega... mi cuerpo empezó a moverse, hubiese incluso jurado que el extraño arma cantó en mis manos al sentir mi movimiento y mis intenciones de muerte para con mis enemigos. Deduje que al moverse con enorme velocidad el sonido que su filo emitía al cortar el aire era lo que hacía parecer que cantase algún tipo de canción que a mí personalmente me pareció... una alegre y maligna canción de muerte... apenas un minuto después de esto, a mi alrededor todo era sangre, restos de cuerpos despedazados, cuerpos mutilados... tire aterrado el extraño arma cuando me di cuenta de lo que había hecho, había segado vidas humanas con el extraño arma. Para mi sorpresa este desapareció igual que había llegado, sin dejar el menor rastro de su presencia… quedándome como un idiota mirando mi mano extendida que parecía estar agarrando el vacio.
Lo que hice cuando me recupere, fue enterrar esos restos, deshacerme de los caballos de los cinco y trasladar el rebaño a otro sitio distinto. No le conté lo que había pasado a nadie, estaba tremendamente asustado de lo que había hecho... no dejaba de preguntarme quien era yo en realidad, el bastón, mi inercia al moverme cuando use ese extraño arma, mis conocimientos como herrero, como pastor... pero sobre todo, la efectividad, el desapego y lo que era peor, el malsano placer que había sentido al matarlos. Me estaba empezando a dar cuenta de que sabía mucho de muchísimas cosas, aunque desde luego no fuese de forma consciente, pero cuando necesitaba usar algo de ese conocimiento este surgía sin problemas.
Me tranquilice completamente cuando una semana después de aquello no pareció que pasase nada de nada. Tok regreso conmigo a los tres días de haberme cambiado de sitio, me pregunto el porqué pero conseguí una escusa más o menos plausible. No había motivo, pero digamos que debido a mi inexperiencia coló perfectamente mi razonamiento. Dos semanas después regresamos a la aldea tranquilamente. Por las noches tras mi experiencia con el extraño bastón había tenido multitud de sueños sobre muchísimas cosas... cosas tan raras como la magia, armas extrañas como el bastón con esa hoja de siega. También empezaron los sueños sobre mi combatiendo... sobre mi matando... y de muchísimas otras cosas que no comprendía, que era incapaz de discernir su significado.
Le pedí permiso al herrero para usar su fragua cuando el no estuviese para "ayudarle" y seguir practicando, alegue que de ese modo fortalecía mi cuerpo, viéndole asentir dándome la razón en ello, concediéndome el permiso que le había pedido. Siguiendo mis sueños logre hacer para mi total, absoluta y aterrada sorpresa una completísima colección de armas. Una especie de extraños cuchillos arrojadizos que se sujetaban en los antebrazos (Dagas Khlomn), dos extrañas medias lunas terroríficamente afiladas (Colmillos de la Luna), finas puntas metálicas insertadas en caña con alguna plumas (Dardos de cerbatana), dos espadas cortas de hojas terroríficamente filosas, capaces de cortar en dos a un hombre de ser necesario.
Lo malo de mi petición vino después, cuando comprobé que mi cuerpo parecía recordar perfectamente cómo usar esas armas... pero sin duda lo peor, lo peor de todo, fue que supe, no sé cómo porque no había forma de hacerlo, pero supe cómo se llamaban todas y cada una de aquellas extrañas armas, incluido el bastón negro con hoja... mi mente cuando lo recordaba gritaba un nombre... "Shilkka". No creo que nadie pueda darse cuenta de lo aterrador que todo esto resultaba, más aun cuando fui capaz de crear los instrumentos de sujeción necesarios (fundas) para poder llevar todas esas armas bajo mis ropas sin que se notase ninguna de ellas para quien me viese. Parecía conocer perfectamente las medidas necesarias para hacerlos de forma que me quedasen a la medida perfecta en cada una de las ocasiones y para que en un solo segundo cualquiera de ellas estuviese en mi mano de ser necesario.
Poco a poco empezaba también a reconocer las plantas con las que me cruzaba, concretamente reconocía sus "propiedades", pero con especial énfasis mis recuerdos iban hacia venenos y demás cosas que solo tenían una única utilidad, matar. Llegue a la terrible conclusión de que quizá fuese un asesino, una sombra, como sabían que los llamaban de forma profesional, aunque tampoco podría haber dicho como podía saber algo así. Aunque los sueños sobre todas estas cosas continuaban... paradójicamente no eran pesadillas que me despertasen, digamos que solo eran una especie de sueños vividos... incluyendo algunos sobre cómo hacer determinadas cosas con las plantas que iba reconociendo... era como si mi memoria usase esos sueños para ir dándome los conocimientos que tenia almacenados sobre todo aquello que veía en el día a día... o sobre cosas que quizá pudiese llegar a necesitar antes o después. Otra particularidad es que esos sueños me producían cierta ansiedad… ciertas ganas de recuperar lo que ello significara o las sensaciones que despertaban en mí.
Durante mi siguiente estancia en que estuve a solas en las montañas comprobé una cosa más, algo que me dejo completamente perplejo, si por ejemplo tiraba mis dagas Khlomn sobre un blanco de forma consciente fallaba estrepitosamente, sin embargo si me ponía de espaldas y giraba con rapidez tirándolas sin pensar para nada en apuntar, solo lanzando en dirección a los blancos, entonces las dagas los alcanzaban con precisión milimétrica, incluso cuando estos estaban colgados de una rama y balanceándose por acción del aire, no fallaba por muy inverosímil que fuese la postura que adoptase al lanzar. Cuando yo intentaba controlar conscientemente mis armas era un autentico desastre, pero digamos que cuando dejaba que mi cuerpo decidiese que hacer en cada momento, estas tenían una eficacia total.
Lo bueno es que poco a poco esta forma de entrenar hacia que fuese recuperando mi puntería “consciente” a marchas forzadas, como si mi cuerpo fuese poco a poco volviendo a sincronizarse con mi actual mente. Cada vez tenía más claro, como era el caso de aquellas extrañas armas, que mis sueños, despacito, me estaban devolviendo mis conocimientos, quizá con el tiempo incluso terminara por devolverme mi anterior vida, y estaba ya clarísimo tras esta última experiencia que en esa "vida" sabia usar perfectamente todas aquellas armas de forma letal. Eso fue algo que me dejo entrever que no debía de haber sido ningún corderito precisamente.
Otra circunstancia que me sorprendió fue un suceso que tuvo como protagonista a Mirtha, la hija del herrero. Después de llevar ya seis meses allí, yéndonos un mes de cada dos a las montañas con los rebaños, una noche cuando estaba trabajando en la fragua se presento en ella Mirtha, estuvo cerca de mi hablando de diversas cosas... me parecía una chica guapísima, con un cuerpazo y ciertamente guapísima, de hecho todos los jóvenes de la aldea y de la de los alrededores andaban tras ella, sin que hiciese caso a ninguno en concreto. Cierto era también que a Mirtha, la había sorprendido alguna vez en situaciones "comprometidas" con algunos chicos... aunque no creía que ninguno de los protagonistas llegase a saber que había estado allí observándoles... Esa era otra de mis rarezas, podía moverme con total y absoluto sigilo si me lo proponía... o más bien si dejaba a mi cuerpo hacerlo por mí... bueno, más o menos.
Tras estar conmigo hablando casi tres cuartos de hora se puso de pie acercándose a mí, situándose a mi espalda... yo seguía golpeando el hierro que estaba trabajando mientras que empecé a sentir sus manos pasando por mi espalda. Yo me encontraba solo con un pantalón, con el torso a aire, cubierto por delante con una gran mandil de cuero crudo que me protegía del calor de la fragua y de los posibles saltos de material o de rescoldos sobre mí, evitando de ese modo que pudiese quemarme seriamente.
Sentía sus manos pasando suavemente por mi sudorosa espalda, acariciándome mis músculos, perfectamente definidos que se movían con cada movimiento de golpeo que realizaba. Sus brazos pasaron por debajo de mi mandil, abrazándose a mi espalda, posando sus labios sobre mi columna, sintiendo como su lengua pasaba a lo largo de la misma en dirección hacia mi nuca... Mientras una de sus manos subía a mis pectorales para tironear y acariciar mis pezones, otra bajaba hacia mi pantalón, intentando entrar en su interior, directa hacia mi polla, algo que le permití que hiciese... agarrándomela al instante, empezando a meneármela con suavidad, acariciándomela todo lo larga que era, logrando incluso sacarla del pantalón en solo unos segundos, masturbándome por debajo del mandil...
Entonces hice lo mismo que con todo lo anterior, simplemente me deje llevar. Deje lo que estaba haciendo, sacando las manos de Mirtha de donde estaban, mirándola con fijeza... Me quite el mandil en el acto, abrazándola contra mí, levantándola en el aire a pulso llevándola en vilo hacia uno de los rincones de la fragua, o más concretamente al anexo a la misma donde había cierta cantidad de paja que sabia podía servirnos como lecho. Ni me lo pensé, al llegar allí la tumbe sobre la paja, le subí las faldas abriéndola de piernas, y entonces le metí la polla hasta el hígado... Soltó un agudo gemido al notar como la invadía sin piedad.
Empecé a moverme con violencia, manteniéndola sujeta por los hombros con el fin de ejercer un punto de presión y poder así darla con toda la fuerza de que era capaz... la cara de Mirtha parecía desencajada mientras fóllabamos... por la comisura de sus labios parecía caerle un poco de saliva... la embestía como una animal, cosa que a ella parecía agradarla sobremanera, ya que no hacía más que pedirme que fuese aun más duro con ella... me empezó a llamar "su animal", "su bruto", "su semental"...
Lo cierto es que para ser sincero tampoco sabía muy bien lo que estaba haciendo, solo estaba dejándome llevar, ver que se me iba ocurriendo. Pero otra cosa que tuve claro era que sin duda virgen no debía de ser, porque viendo a Mirtha diría que no se me daba nada mal esto de follar con chicas. Deje de pensar para centrarme por completo en intentar atravesar por completo con mi polla a Mirtha, porque eso era lo que parecía que pretendiera hacer con mis embestidas. Cuando le llego su primer orgasmo emitió lo que me pareció un mugido de placer... aunque intento evitar ser muy escandalosa, no sé cómo no se entero la mitad de la aldea cuando se corrió por primera vez.
Jadeante y medio destrozada intento que me quitase de encima para poder descansar, arguyendo que estaba deshecha y que en ese momento no podía con nada porque estaba hipersensible, según me dijo tenía el coño medio escocido por la fuerza de mis embestidas. Pretendió que me tumbara para hacerme una mamada y aliviarme... yo tuve una idea muchísimo mejor que eso, ya que tenia al coño fuera de servicio, pensé que todavía tenía un orificio por el que poder continuar con aquello, así que cogiéndola por la cintura la hice caer de frente en la paja, dándome la espalda.
Pasando mi mano por su coño recogí todo el rezume de flujos que este poco a poco seguía expulsando, pasándolo por mi polla para lubricarla. Cuando miro para atrás y vio lo que estaba haciendo sin duda supo en el acto lo que pretendía, porque intento levantarse diciendo...
- Mirtha : ¡¡Ah, no!!, eso sí que no, por ahí no, ni de coña... y menos con el aparato que te gastas... de eso nada...
- Garand : Si, claro que si, desde luego que si... te voy a follar ese culo tan alucinante que tienes...
No la deje moverse, la inmovilice con mis manos situándome tras ella... me situé con la polla en ristre, buscando enhebrar la aguja en su agujerito, pero debido a todo lo que esta se movía no lograba atinar bien. Entonces me apoye con mi peso sobre ella, le sujete por el cuello con una mano mientras que con la otra guiaba mi pija contra su agujero trasero. Situé en su entrada la cabeza y empecé a empujar entre sus gritos de que le estaba haciendo daño.
Empecé a moverme despacio dentro de ella mientras que mi mano seguía sujetándola por el pelo, me tumbe sobre ella besándola el cuello, haciendo que su placer poco a poco se disparase, le estaba gustando la situación, estaba empezando a sentir placer, un placer de un modo distinto al que ella estaba acostumbrada. Ella alcanzaba su segundo orgasmo cuando yo me corrí en su culo, llenándoselo de leche. Por lo que me dijo después, era el tercer tío que se lo hacía por ahí, pero el primero con el que lograba disfrutarlo... después de esto me dio un beso con intención de irse, pero cuando pasaba junto a la fragua la sorprendí por la espalda, subiéndola las faldas y enterrándola de nuevo mi polla en su coño... me había vuelto a empalmar con enorme rapidez y facilidad.
Mirtha me dijo que se notaba que debía de hacer mucho que no follaba, porque estaba enormemente excitado y agresivo con ella... algo que según me confesó le había encantado que sucediese, ya que le había hecho disfrutar como nunca. Mi polla empezó a barrenarla de nuevo el coño, solo que esta vez estábamos de pie, ella apoyada en la fragua, inclinada hacia adelante con la falda enrollada a la cintura y el culo en pompa conmigo dándola todo lo fuerte que era capaz. No se cortaba ni media la cabrona, gemía y jadeaba en voz alta, sin cortarse en lo mas mínimo...
Después de correrme por segunda vez, en esta ocasión en el interior de su coño y ella alcanzar su tercer orgasmo nos fuimos cada uno por nuestro lado ya que era tardísimo. Tumbado sobre mi lecho estuve pensando que me había encantado eso de follar... que en los últimos seis meses no lo había hecho con ninguna mujer, cierto era que tampoco lo había echado de menos porque tampoco había sentido la necesidad de ello, pero debía de reconocer que me había encantado muchísimo todo esto... pero bueno, ya veríamos con el tiempo, ya veríamos como me las apañaba para volver a hacerlo con alguien otra vez, porque ahora tenía claro que iba a desear volver a hacerlo de nuevo otra vez.
CONTINUARA