Crónicas de Diego: La fiesta de mi tío (Parte 2)

Después de mucho tiempo, el desenlace de lo que sucede entre Diego y el hombre que entra a su habitación después de la fiesta

Hola chicos. Sé que ha pasado ya mucho tiempo desde mi anterior y primer relato, en mi vida personal ocurrieron muchas cosas por las que en su momento no me animaba a continuar, pero este es un nuevo año y encuentro energías renovadas. Leí los comentarios de mi relato anterior y también los correos que me han enviado y de verdad agradezco todas sus sugerencias y animo a seguir escribiendo.

Pero no los aburriré más con esto, así que vamos de vuelta a la historia!

Para los nuevos lectores, recomiendo bastante leer antes mi primer relato ya que éste se trata de la continuación directa. Pueden encontrarlo entrando a mi perfil

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-Tío Erick...

No podía creer lo que mis ojos veían: mi tío, ese hombre con quien yo jugaba de pequeño y con quien después comencé a salir a fiestas, a quien había visto tantas veces seduciendo a mujeres, el hermano de mi papá… era él quien había estado atrás de mí, acariciándome y abriéndome el culo con sus dedos. No cabía en mi mente como podía estar pasando esto.

-Tío, yo… -pero el volvió a tapar mi boca con su gran mano. Aun con la confusión, la sentía firme y cálida.

-No hace falta decir nada, Diego.- dijo con voz ronca pero clara- No lo hagas. No sé qué me pasa, pero quiero hacerlo. Y sé que tú también lo estas deseando, tu culito estaba dejándome entrar muy fácil.

Al decir eso, su mano se dirigió de nuevo a mis nalgas, pero yo no podía seguir como si no pasara nada y aproveche para empujarlo con todas mis fuerzas. Logré apartarlo y sentarme en la cama, con la espalda pegada a la pared. Seguía escuchando los ronquidos que venían de fuera, entrando por la puerta entreabierta. Ahora me daba cuenta de que quien los hacia era Eduardo, y mi tío Erick era el hombre semidesnudo que estaba parado junto a mi cama. La habitación seguía a oscuras pero la luz de la luna que entraba por la ventana era suficiente para notar que me estaba viendo a los ojos. De repente se dio media vuelta y camino hacia la puerta. Pensé que se iba a ir y por un momento me sorprendí a mí mismo a punto de dar un salto para detenerlo. Por algún motivo, aun con todo… yo quería que se quedara.

Pero lo que mi tío hizo fue cerrar la puerta y poner el seguro, para luego regresar y volver a la cama y sentarse en el borde.

Y ahí estábamos, yo sentado en una esquina de la cama con mi bóxer aun a medio quitar, y mi tío en el otro borde también en boxer, ambos en un incómodo silencio. De lo ebrio que él estaba cuando llegamos al departamento, ahora se veía bastante despejado.

Por mi mente cruzaban tantas preguntas: “¿Mi tío Erick es gay? ¿Por qué hizo lo que acaba de hacer? ¿Por qué hoy? ¿Por qué conmigo? ¿Por qué quise detenerlo cuando pensé que se iba a marchar? ¿Por qué creo que se ve tan sexy? ¡¿Por qué esta ahí sentado sin decir nada?!

La confusión era tal que cerré los ojos y me lleve las manos a la cara. Estuve así unos segundos hasta que volví a descubrir mi rostro, lo vi frente a frente y le dije lo único que pude: -Tío, que pedo?!

Por primera vez en todo el rato, el dejo de verme y dirigió su mirada a sus manos.

-Tío Erick, dime algo! – le dije comenzando a exasperarme. Necesitaba respuestas. –Eres gay?-

Esto lo hizo voltear de nuevo hacia mí. –No. No soy gay. No se… No! – dijo repentinamente.

-Entonces por qué hace 5 minutos estabas metiendo tus dedos entre mis nalgas?!

-Pues tu parecías estar disfrutando mucho de eso.

Me la había regresado. Nos volvimos a quedar en silencio.

-Escucha,- me dijo luego de un momento- nunca antes había hecho lo que acabo de hacer porque nunca antes había tocado así a un hombre. No sé si soy gay, nunca antes me había pasado esto por la cabeza.

-Entonces? –le respondí yo – Por qué ahora y de repente actúas así?

-Vi lo que Eduardo y tú estaban haciendo en la sala.

Cuando dijo eso, sentí agua fría cayendo sobre mí.

-Tío Erick, yo… lo siento, pensé que estabas dormido. Perdón, no quise decepcionarte… -dije finalmente sintiéndome muy mal.

-No, no- me interrumpió- no tienes que disculparte. No debes disculparte! No estoy molesto, en ningún momento lo estuve! Eres mi sobrino favorito y también uno de mis mejores amigos. Te conozco desde que naciste y de algún modo creo que siempre he sabido que eres gay. Pero cuando vi lo que estaba pasando entre Eduardo y tú en el sofá, no solo confirme lo que pensaba, sino que también me hizo darme cuenta de que a pesar de que yo pensaba que nuestra relación era cercana, nunca tuviste la confianza suficiente para decirme lo que pasaba por tu cabeza, con tus sentimientos – dijo el mientras poco a poco iba volviendo su mirada hacia el suelo.- Siempre quise ser un buen tío para ti, un ejemplo a seguir, pero cuando creciste quise también ser tu amigo, ayudarte a vivir lo que tenías por delante. Pero creo que no pude lograrlo – terminó diciendo en apenas un susurro.

En ese momento olvide todo lo que estaba pensando, y volví a ser solamente el sobrino de ese hombre que tan triste se veía. Rápidamente me levante de donde estaba sentado, acomodándome el bóxer, y me moví al borde de la cama en donde mi tío estaba sentado. Me quede a su lado y sin pensarlo lo abrace.

-No tío Erick, no digas eso. No fallaste, tu siempre me diste la confianza necesaria para contarte todo. Fui yo quien pensó mal, pensé que te enojarías o que te decepcionarías de mi por no ser un hombre que anduviera atrás de mujeres como tú o como lo fue mi papá, sino un hombre gay. – de repente mi propia voz empezó también a apagarse - No quería que dejaras de quererme.

Al decir eso, noté como mi tío me devolvió el abrazo con aun más fuerza – No voy a dejar de quererte, Diego. Eres mi sobrino, sangre de mi sangre. Nada cambia eso – dijo mientras comenzaba a pasar su mano derecha por mi espalda.

Yo sonreí con mi rostro pegado a su firme pecho, y agradecí por dentro las palabras que me decía. Quise quedarme así junto a él un rato, sintiendo el calor de su cuerpo en mí, y el pareció pensar lo mismo porque tampoco se movió. Cuando después de algunos minutos me enderecé para verlo a los ojos, sin embargo, me vino de golpe el recuerdo de por qué estábamos ahí y por qué habíamos tenido esta conversación.

-Tío, pero de todos modos, si no eres gay… por qué pasó lo que ocurrió hace un rato?

-Bueno,- dijo el, y aun en la oscuridad pude notar que se sonrojaba- la verdad es que cuando vi la manera en que estabas sobre Eduardo, no se… verte hacer eso, a ti, con el cuerpo que los dos tienen, en el sofá de mi departamento… la verdad es que me pareció muy erótico.

Su mano seguía acariciando mi espalda de arriba a abajo, y como no nos habíamos separado demasiado puse una de mis manos sobre su pecho. Sentí como su corazón se aceleraba con mi tacto, y el mío se aceleró también. No sabía que estaba comenzando a hacer, no sabía si estaba bien o mal… pero me acerqué aún más al cuerpo de mi tío y nuestros rostros quedaron uno frente a otro. Sentía su respiración sobre mis labios, nos veíamos fijamente a los ojos, y de repente el rostro de él se movió hacia mí y me besó. En ese momento dejé de pensar y sólo me dejé llevar.

Los labios de mi tío sobre los míos se sentían suaves, y un poco nerviosos. Yo seguía acariciando su pecho, moviendo mi mano por sus velludos pectorales, y mi otra mano la lleve a su espalda y poco a poco la subí hasta llegar a su nuca. Esto pareció darle más seguridad, porque en ese momento me abrazó con ambos brazos y sus besos se sintieron con más firmeza.

Yo me moví, sin salirme de sus brazos, sentándome sobre una de sus fuertes piernas. Mi tío me movió un poco más y ahora estaba sentado sobre el con mis piernas alrededor de su cintura. Nuestros pechos peludos estaban pegados, nuestras manos acariciaban el cuerpo del otro, y mis nalgas estaban justo sobre el paquete de él.

Seguíamos besándonos, cada vez con más intensidad. La lengua de mi tío ya entraba en mi boca, jugando con la mía, y me excitaba sentir su verga cada vez más y más dura, creciendo bajo la tela de su bóxer.

De repente bajó sus brazos y los puso debajo de mis piernas, que rodeaban su torso, y sin decir más se levantó conmigo aun encima de él. Me cargó mientras me seguía besando, pero ahora movía su pelvis hacia el frente haciendo que su verga rozara mis nalgas. Esto me estaba haciendo sentir tanto placer que llevé mi cabeza hacia atrás, a lo que sin desperdiciar ni un momento mi tío se lanzó a besarme el cuello y los hombros. Pegaba sus labios a mi piel cuando de repente sentí el cálido tacto de su suave lengua en mi cuello. Esto me hizo lanzar un gemido, y a el pareció gustarle ese sonido porque movió su verga bajo mis nalgas con aun más gusto.

Estuvimos así unos minutos más hasta que se dio media vuelta y me dejo caer sobre mi espalda en la cama. Inmediatamente fue tras de mí, me quitó casi bruscamente el boxer y, tomando mis piernas, las puso sobre sus hombros. Ahora mis nalgas estaban abiertas frente a su rostro. Mi tío acercó su cara a mí y comenzó a besar una de mis nalgas mientras con su mano acariciaba mi pierna izquierda. Su boca cada vez se iba más al centro cuando comenzó a sacar su lengua. Eso me hizo gemir otra vez, y con las manos traté de llegar a él. Cuando mi mano derecha llegó a su peluda y fuerte pierna, mi tío había llegado justo al centro de mis nalgas y estaba pasando su lengua justo sobre mi hoyito. Esa situación me estaba volviendo loco, mi tío sabía muy bien cómo usar su lengua y hacia que yo me revolviera de placer sobre las sabanas de la cama. Sentía como trazaba pequeños círculos con la punta húmeda de su lengua alrededor de mi ano, para luego presionar con más fuerza sobre él. Con cada caricia de su lengua podía sentir el placer corriendo por mi espalda, y sus manos ahora acariciaban mi abdomen y bajaban hasta llegar a mi pecho. De repente me dijo: - Quiero hacer algo que nunca he hecho, así que si lo hago mal dímelo-. Acto seguido, tomó mi dura verga entre y fue ahora mi glande quien recibió las lengüetadas de mi tío.

Poco a poco fue tomando más confianza y envolviendo mi verga entre sus labios, y aunque a veces si llegué a sentir sus dientes, logró meterse toda mi carne en la boca. Decidí tomar un poco de control y aprovechando la pose, fui yo quien comenzó a mover la cintura para ir marcando el ritmo de la mamada que mi principiante tío me estaba haciendo. A el pareció gustarle porque me dejó seguir, y con una de sus manos continuó masajeando mis nalgas y llevando un travieso dedo justo a mi ano, abriéndomelo poco a poco.

Sin embargo, yo quería más y dejando de mover mi verga dentro de su boca, baje mis piernas de sus hombros para incorporarme y quedar hincado en la cama, frente a él. Besé sus labios, lamí su lengua y encontré en su boca el sabor a mi verga. Eso me excitó tanto que con mi mano tomé el paquete de mi tío que aún estaba guardado en su bóxer, totalmente parado y húmedo. Acaricie su verga sin quitarle el bóxer aun, y mi boca bajó de la suya hacia su cuello, pasando por sus hombros y llegando a sus velludo y fuerte pecho. Me divertí lamiendo el contorno de su pezón izquierdo, desplazándome de un lado al otro, lamiendo también el surco que se hacía entre sus pectorales se juntaban. Al fin llegue a su pezón derecho, el cuál encerré completamente entre mis labios, succionando mientras más abajo mi mano seguía la tarea en su verga.

Mi tío estaba gozando lo que le hacía, lo notaba en su respiración, en sus breves gemidos y en cómo se dejaba hacer por mí. Ambos comenzábamos a sudar por el calor del placer, el sabor de el empezaba a saber un poco salado pero eso no hizo más que excitarme todavía más.

-Te está gustando lo que te estoy haciendo, tío?

-Si Diego, me encanta. Uff, nunca había sentido todo eso… pero no me digas “tío”. Esta noche soy Erick. Somos sólo Diego y Erick. Esta noche no soy tu tío… soy tu hombre.

Eso que dijo me prendió todavía más. – Esta bien, Erick. Pues más te vale prepararte, porque aun viene lo mejor.

Subí una de mis manos y la puse sobre su pecho, aun mojado por mi saliva y el sudor, y lo empuje suavemente hacia atrás. El quedó con sus rodillas sobre la cama, y yo me puse a cuatro frente a él, con la cara justo enfrente de su entrepierna. Empecé a lamer la tela de su bóxer, justo sobre la cabeza de su pene. Él estaba tan excitado que aun sin quitarle la ropa interior, ya se sentía el sabor salado por todo el precum que había estado lanzando en este tiempo.

Baje la cara entre sus piernas y lamí el bulto de sus huevos, tomando con un dedo el borde de su bóxer para hacerlo a un lado y metiendo ahí mi lengua, tocando con ella la piel peluda de su escroto. Volví a subir y tome con ambas manos el resorte de su ropa interior, bajándola poco a poco mientras lamia la zona baja de su abdomen, bajando mi lengua al tiempo que bajaba su bóxer. Cuando llegue a su tronco lo descubrí de un solo jalón y su verga, por fin libre, estaba tan dura que rebotó y golpeo mi rostro. Eso me gustó tanto que la tome entre mis manos y volví a golpear mi cara con ella, una y otra vez, manchando mis mejillas con el precum que Erick soltaba por la punta. Entonces la mantuve fija y, finalmente, la metí toda a mi boca, sus huevos colgando justo al lado de mi barbilla.

-Ohhh, siiii. Eso se siente tan bien! - lo escuche decir desde arriba.

Yo seguí mamando su verga entera, sacándola de mi boca por completo para volver a meterla toda hasta mi garganta. Erick gemía como loco.

Cuando su verga entraba en mi boca, yo la envolvía con mi lengua, haciendo que con cada metida y sacada el gozara con el roce tanto de mis labios como de mi lengua.

-Lo disfrutas, Erick? O quieres que me detenga?

-No! No te detengas, esta es la mejor mamada que me han dado en la vida.

-Entonces te gusta como mamamos verga los hombres?

-Si Diego, es mejor que cualquiera que me haya dado cualquier mujer antes! Sigue comiéndome la verga, cómemela toda!- Dijo mientras tomaba mi cabeza con su mano y me devolvía directo a su tronco.

Yo estaba gozando también, su verga era gorda como la mía pero también más larga. Su cabecita era redonda y se la estaba dejando cada vez más brillosa. De repente, mientras yo seguía tragándome su verga, sentí como Erick se inclinaba hacia delante y con una de sus grandes y fuertes manos tomaba una de mis nalgas. La masajeaba y la apretaba.

-Me encanta tu cuerpo, Diego. Uffff. Eres todo un hombre dispuesto a darle placer a otro hombre. Aaahhh - gemía él.

-Me encanta que goces con lo que te hago. Eres todo un macho, Erick. Cógeme la boca. – Le dije, y de inmediato me la volvió a llenar con su carne dura y húmeda.

La mano de Erick seguía jugando en mi trasero, sus dedos volvían a jugar con mi ano y entraban en él. Ya no había ninguna resistencia, mi culo estaba bien abierto y sus dedos resbalaban en mi entrada.

-Me excita estarte llenando por los dos lados. Que tengas mi verga en tu boca y mis dedos en tu culo. Me estas volviendo loco!

Y le creía. Sus dedos en mi ano entraban y salían con rapidez, su verga en mi cara me golpeaba y me llenaba la boca. Sentía la gotas de sudor de Erick caer de su pecho a mi espalda, de su cuerpo al mío. Mi verga vibraba con la estimulación de el en mi ano y con toda la excitación, sabía que dentro de poco iba a venirme y ni siquiera me la había tocado.

Yo quería todavía más de él, quería sentirme todo lleno por él, tener su cuerpo musculoso y peludo encima de mí me hacía sentir vulnerable pero también protegido, me hacía sentir que durante esa noche el realmente era mi hombre.

Tome sus huevos con mi mano, los acaricié con los dedos y saque su verga de mi boca para lamérselos. Esto hizo que Erick diera un respingo, y metió un cuarto dedo en mi culo. Los dos estábamos gozando uno del otro.

-Quiero sacar toda tu leche, Erick. Quiero tener la leche caliente y espesa que guardas aquí- le dije mientras mi lengua seguía mojando sus bolas.

-Gánatela. Sigue haciendo lo que estás haciendo, y te premiaré dándote toda mi leche de macho.

Eso que dijo fue el límite: la adrenalina subió al máximo junto a mi excitación. Mi joven tío se había convertido en mi macho, y yo estaba causándole todo el placer que estaba sintiendo. Apoyándome en los codos, mantuve una mano en sus bolas y con la otra acaricie el tronco de Erick, mamando con mis labios la cabeza de su verga. La combinación hizo que el comenzara a gemir todavía más, bramando desde arriba: -Si, me encanta lo que me haces. Ooohhh, siii. Sigue mamando así. Uffff, que bien lo haces. Vas a hacer que me venga.

Al oír eso solté mi mano de su verga y me la metí hasta el fondo. Erick casi gritaba de placer. Saco sus dedos de mi culo y uso su mano completa para agarrar y amasar mis nalgas, mientras su cuerpo seguía sudando sobre el mío. Quería la leche de Erick, era ya una necesidad para mí. Mame su verga completa, chocando sus huevos con mi barbilla cada vez más rápido mientras lo oía decir cosas, hasta que de repente se puso rígido y, con su trozo dentro de mí, empezó a vaciar la leche de sus huevos directo sobre mi lengua.

-AAAHHHHHH SIIIIIII!!!!

Quería tragar todo, pero su corrida era demasiada y se me salía por la comisura de los labios.

-Ha sido increíble, Erick.

-Aun no has terminado: aún hay leche en mí que puedes tragar. Déjame la verga limpiecita.

Oír eso y ver la imagen de mí mismo ahí, en cuatro sobre la cama con la cara entre las piernas de semejante macho musculoso y peludo, lamiendo su leche caliente recién ordeñada de su verga, hizo que yo no pudiera más y exploté ahí mismo, sin tocarme, echando toda mi leche sobre las sabanas de la cama.

Me quedé unos momentos más ahí, con la verga de Erick en mi boca sintiendo como iba poco a poco perdiendo dureza, hasta que él se incorporó y con sus brazos me ayudó a levantarme, pero me acostó junto a él y me abrazó. De repente me beso, aunque yo aún tenía restos de su propia leche en la boca. Cuando se dio cuenta, volvió a besarme y a meterme su lengua.

-Para no ser gay, estás haciendo cosas que normalmente no haría un hetero, Erick- le dije sonriendo cuando separó su boca de la mía y ambos comenzamos a reír.

-Ayer en la mañana dijiste que me ayudarías a organizar mi fiesta. Bueno, pues simplemente te he ayudado a darme un rato de diversión.

Me abrazo todavía más fuerte, y me volvió a besar.

Cuando Erick mencionó la fiesta, recordé que el pobre de Edu seguía afuera, dormido en el sofá de la sala. Sentí un poco de pena por él, pero también sentía el cálido y musculoso cuerpo de Erick junto a mí. Así que recordando que él había puesto el seguro a la puerta, pensé que mañana sería otro día y me dejé envolver en sus brazos, hundí mi rostro en su velludo pecho y, oyendo como su respiración se iba relajando, ambos nos quedábamos profundamente dormidos.

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Gracias por leer mi segundo relato! Prometo que en los próximos trataré de no hacerlos tan largos, para que sea más cómodo leerlos. A menos que me digan que así les gustan (:

Por favor, déjenme saber sus opiniones y criticas constructivas en los comentarios, o enviándome un correo. Estaré feliz de leer todo lo que tengan que decirme!