Crónica de una Venganza.... Capítulo 2
Segunda parte de un relato que empecé en el 2016 sobre mi relación con Lucía.
Crónica de una Venganza Capítulo 2
Escribí la primera parte del relato en el 2016, han pasado 4 años, lo que antes de pequeño me parecía una eternidad ahora ha pasado rápidamente. Me pregunto si este cambio en la percepción del tiempo es generalizado, cuando era pequeño un año escolar entero representaba una cantidad de tiempo muy importante, ahora no siento que haya pasado demasiado tiempo desde que subí la primera parte de mi confesión.
En cualquier caso vuelvo a este relato para finalizarlo, mi perspectiva ha cambiado desde entonces y la venganza, si esta se puede llamarse así, ha sido consumada.
Con 19 años y con mi primera relación seria, quién podría culparme de clavarme con mi primera novia, una chica linda, agradable rostro y labios especialmente destacables, con sus lentes, su nariz aguileña y su cabello lacio por debajo del hombro. Había tenido algunas experiencias sexuales anteriores, pero tan esporádicas que se contaban con los dedos de una mano. Y ahora por primera vez en ese cuarto que la familia de Lucía le rentaba para que fuera a la facultad de arquitectura en la UNAM tenía sexo varias veces al día… típico de adolescentes que tienen un lugar adecuado, privacidad, deseo y más hormonas que neuronas.
Posteriormente cuando tuve acceso a sus conversaciones, se que ella me catalogó inmediatamente platicando por messenger con sus amigas como “un buen chico”. La habilidad casi innata de las mujeres para medir a las personas después de unas pocas impresiones, incluso después de únicamente la primera impresión es algo fascinante y debo admitir que generalmente es una correcta primera impresión, a menos que sepamos desde un inicio que botones accionar para dar una imagen deseada, pero a esa edad no tenía ni idea, no tenía ni idea de muchas cosas.
En efecto era un buen chico y fui relativamente lento con ella, mientras ella ya realizaba felaciones en el asiento de una pick up a su otro pretendiente los fines de semana que regresaba a Texcoco, conmigo se limitaba a fajar, frotarnos por encima de la ropa, a veces hasta lastimar mi pene y llegué a tocar sus senos y nalgas metiendo mis manos por debajo de su ropa, pero las sesiones de besos eran fantásticas y para ser honestos han sido las mejores que recuerdo aunque ni hablar sobre quitarse la ropa aún. Cada día avanzaba un poco más y por pequeño que fuera este avance a mi me sabía a gloria hasta que llegaron las vacaciones de verano y con ellas el final de mi etapa en la preparatoria.
Mi pase automático lo utilicé para ingresar a Química en Alimentos en la UNAM, después de clases la seguía acompañando en el pumabus a su departamento que quedaba en Xochimilco, tres cosas importantes sucedieron en esta etapa. De estas tres cosas la más importante por mucho fue que empecé a tener sexo con ella al menos unas 4 veces por semana y había días que repetía 3 o 4 veces, vamos que cogíamos como conejos y aunque generalmente nos protegíamos muchas veces las precauciones se omitieron, con mi corazón bombeando la sangre necesaria para mantener una erección y no al cerebro, sabía desición evolutiva el priorizar el placer en esos momentos sobre algun otro inconveniente.
Quiero creer que respecto al sexo fui un buen alumno, que aprendí a pasos forzados y que la práctica hace al maestro. Y yo practique mucho en esa época. Si bien mi técnica con los dedos sobre su clítoris aún era deficiente, mis movimientos de cadera combinados con mi juventud y buen cardio me hacían un amante con potencial, podía recuperarme en 10 minutos después de terminar y generalmente aguantaba sin correrme el tiempo necesario para que ella lograra alcanzar el clímax al menos una vez pero no eran raras las ocasiones donde tenía dos o tres orgasmos. Pero ya encasillado como buen chico, ella decidió que tenía que protegerme de mi mismo.
Las inevitables preguntas que toda pareja hace sobre la historia pasada de su amante llegaron. Por mi parte fui honesto, no fue mi primera vez con ella pero si la primera mujer con la que repetía, mi primera novia de verdad, ella no fue tan honesta conmigo.
La sociedad al menos en Latinoamérica premia al hombre que se acuesta con muchas mujeres, “eres un cabrón” “que chingón” “el todas mías”. Mucho tiempo más adelante pude leer algunos libros sobre psicología evolutiva y esto a pesar de toda la corrección política de la actualidad, es algo que no se puede suprimir. Vemos como un ganador a un hombre que se acuesta con muchas mujeres y lo opuesto de un ganador es “un pajillero” “el chaquetas”, aquel macho que solo puede encontrar placer con su mano en la soledad de su cama o en la ducha, o para ser más modernos, enfrente de la computadora al lado de una caja de pañuelos desechables. Algo cercano en su nivel de patetismo es el hombre virgen dependiendo de la edad hay un punto donde es incluso humillante seguir siendo virgen, recuerdan la película de “Virgen a los 40”? y lo siguiente es el hombre con poca experiencia y ahí estaba yo en ese momento de mi vida.
Que Lucía ya tuviera más camino andado que yo explorando su sexualidad la apenaba, no porque yo hubiera pretendido encontrar una virgen para casarme como antiguamente se acostumbraba, nunca insinué algo así. Porque toda mujer sabe que ejercer su sexualidad libremente está mal visto, tanto por mujeres como por hombres. Las otras mujeres no la bajaran de “zorra” o “puta” mientras que a una mujer demasiado promiscua difícilmente un hombre la va a considerar para algo serio.
Hay bastante de hipocresía en estas dos formas de juzgar la misma conducta dependiendo del sexo del que coge con varias parejas pero no por ser hipócrita deja de ser algo real y casi instintivo.
Desde un punto de vista evolutivo, en efecto el que coge con muchas es un “ganador” pues tiene más chances de pasar sus genes a la siguiente generación y una chica en una sociedad de cazadores recolectores como era toda la humanidad hace unos pocos miles de años necesitaba de un macho competente que la defendiera y proveyera de lo necesario para su sobrevivencia y de sus crías. Y afrontémoslo un hombre es mucho más probable que decida luchar con un leopardo armado sólo de una lanza para proteger a la madre de sus hijos que a una golfa cuya prole lo más seguro es que no sea de él, aparentar ser más "buenas" de lo que son en realidad es instintivo, pues una chica de cascos ligeros sabe que es menos probable que un chico haga sacrificios por ella si este sabe que es una zorra.
Así que Lucía tuvo el instinto o la genial idea de decirme que era virgen, que no había tenido relaciones sexuales con nadie. Un faje en los asientos de un autobús en una excursión de su facultad a Puebla eso era a lo más que había llegado. Omitir al Borrego que se la había cogido borracha en una tienda de campaña mientras sus amigos bajaban la música para escuchar sus gemidos o el ruido de como la embestían mientras estaba a 4 patas, no mencionar su afición a darle mamadas los fines de semana o el detalle que ese faje en los asientos de un autobús había sido con el exnovio que posteriormente mandó golpear y que se la había estado cogiendo durante su última etapa en la Preparatoria de Texcoco, era por mi bien, pues no quería que pensara mal de ella.
Naturalmente yo le creí sin siquiera cuestionarlo, tal vez si era algo tonto aparte de inexperto porque debía de haber sospechado que esa forma endiablada de mover sus caderas cuando me montaba no era un talento innato sino resultado de abundante práctica. Al día de hoy 15 años después y con un número respetable de parejas sexuales, son muy pocas las que pueden competir con la velocidad a la que movía sus caderas y su depurada técnica.
El segundo suceso fue que la amiga que compartía el departamento con ella un buen día decidió volver de casa de su novio, desconozco la razón, pero predeciblemente y como de costumbre al estar solos, lo que sobraba entre Lucía y yo era la ropa. Al escuchar el ruido de las llaves en el zaguán ambos entramos en pánico, para cuando Liliana entró al departamento los dos estábamos evidentemente mal vestidos. Procedí a despedirme y por primera vez ella se enojó conmigo seriamente. Lo que la contrariaba era arruinar su imagen de chica buena enfrente de Liliana que inevitablemente hablaría de lo sucedido de regresó a Texcoco entre sus amistades y familia. Por lo que decidió tomar una acción preventiva y esta fue declarar a su familia que estaba viendo a un chico en la ciudad (osea yo).
Esto no sentó del todo bien con su padre que después de todo por una parte estaba haciendo un esfuerzo económico por rentarle el departamento para que su hija mayor estudiara y por el otro como todo hombre mayor conoce sobre las intenciones y forma de pensar de un chico joven, después de todo el mismo a una edad parecida había embarazado a la madre de Lucía, motivo por el cual terminaron casándose. Prefería que su hija se centrara en el estudio en lugar de salir embarazada de un chico que posiblemente a estas alturas lo más importante para él sería el sexo.
Así que un buen día y de improviso llegó de visita en la tarde y como no podía ser de otra forma estaba yo en el departamento con Lucía. Afortunadamente y por motivos que he olvidado ese día estábamos comiendo en lugar de retozando desnudos, que suerte la mía. Esa fue la primera vez que vi a mi entonces suegro y no fue una primera impresión muy afortunada, pues aunque no vió nada indebido, porque su hija tenía de invitado a un hombre estando sola en el departamento que él le rentaba, en lugar de estar haciendo alguna tarea o estudiando?. Muy comprensible que no le cayera muy bien, lo entiendo y solo hacía lo que todo padre normal busca para una hija.
Este último suceso desembocó en que su padre ya no quiso seguir rentando el departamento y aunque su hija tuviera que gastar 5 horas en el transporte todos los días, si quería seguir estudiando Lucía tendría que hacer el trayecto desde Texcoco hasta la facultad de Arquitectura todos los días, aun con el inconveniente de tener que transportar maquetas en el transporte público y aunque le quedara menos tiempo para estudiar y hacer las tareas y lo que es casi tan importante perdía un lugar donde poder tener sexo casi del diario, una tragedia en lo que a mi respecta. Pero como buen chico aunque la frecuencia del sexo se viera gravemente disminuída no la iba a dejar por esa razón.
Para ese entonces mi padre había comprado un jetta color verde olivo 2004, que compartía con mi hermano, un día él y al siguiente yo. Hasta que por esas fechas mi hermano decidió que era mejor probar suerte en Canadá y aceptó irse con mi madre y comenzar los trámites como menor de edad justo antes de cumplir los 18 años. En retrospectiva esa fue una excelente decisión de mi hermano, yo por mi parte preferí quedarme. Utilicé como excusa que me iba a cambiar de carrera de Química de Alimentos a Economía y que esta vez sí iba a terminar esta carrera, pero la realidad es que amaba a Lucía y no quería irme y dejarla. Entre la facilidad del coche y una condición económica desahogada me volví cliente frecuente de moteles.
Los moteles del sur de insurgentes al lado de la universidad Intercontinental, los de la salida a Cuernavaca, el motel pirámides al sur de la ciudad y hasta moteles de Texcoco, todos me vieron pasar de manera más o menos frecuente. Al menos una vez por semana dedicabamos el día a estar encamados, coger, descansar, coger, comer, coger, descansar y coger. De hecho es algo con lo que me quedé. La costumbre de dedicar un día entero a coger si se es posible, costumbre que para mi contrariedad descubrí no todas las mujeres comparten, para muchas coger una o dos veces es más que suficiente. Si me era posible 3 o hasta 4 veces por semana la regresaba a su casa, Lucía por su parte me invitaba a comer seguido y conocí a su madre y a su hermano y hermana menores, incluso su perro un pastor alemán fue amigable conmigo cuando generalmente es raro el perro que no me ladra.
Entonces fue la primera vez que Lucía intentó terminar conmigo, justo después de mi cumpleaños, lo recuerdo bien, la fui a dejar a su casa y me dijo que tenía que hablar conmigo. Que lo pasaba muy bien en mi compañía, que era un chico excelente pero que teníamos que terminar, que no me amaba.
Después de un silencio incómodo, y creyendo hacer lo correcto le di las gracias por todo, que fuera muy feliz y le deseaba lo mejor. Camino a casa y bastante triste recibí una llamada de ella para decirme que lo olvidara que ella quería estar conmigo. Aunque detesto el drama gratuito tengo que reconocer que me sentí muy bien en ese instante, entiendo porque hay mujeres adictas a esas montañas rusas de emociones de cortar y volver contínuamente, creo que Lucía se sorprendió en esa ocasión de que no le rogara permanecer con ella.
Por esas épocas por primera vez me puse celoso, su exnovio Luis aquél que había mandado golpear, que se la había fajado en un autobús en una excursión escolar y que aunque no lo sabía había tomado la virginidad de Lucía seguía hablándole ahora únicamente como "amigo", según Lucía el ya no insistía en otra cosa y se trataba únicamente de amistad y además tomaban el mismo autobús de regreso a Texcoco desde la terminal de autobuses TAPO al oriente de la ciudad de México. En parte por eso siempre que me era posible la regresaba a su casa, aunque confiara ciegamente en Lucía, lo mismo no aplicaba para su exnovio. A la distancia parece increíble que aunque los primos de Lucía le pusieron una madriza este seguía insistiendo, sin duda el sexo con Lucía era bueno pero tanto como para olvidar que lo habían mandado golpear??? aparentemente en su caso la respuesta era afirmativa. Aunque por las conversaciones que posteriormente leí, en esta época Lucía me era totalmente fiel, de hecho estaba correspondido y ella se estaba enamorando de mí.
De los enojos significativos que tuvimos en esa etapa, aunque en extremo raros, el más importante fue cuando ella se puso celosa por ciertos sucesos en una fiesta de los amigos de mi preparatoria.
Los canales de Xochimilco al sur de la ciudad son sólo accesibles por medio de unas lanchas llamadas trajineras. Hay una zona habitada donde la gente que vive ahí tiene estacionamientos donde deja sus coches y llegan a su casa en trajinera. En una de estas casas fue el cumpleaños de la amiga de un amigo en común. Con el pasar del tiempo y el consumo de cerveza la cumpleañera de buenas a primeras decidió sentarse en mis piernas y empezar a acariciarme el cuello. Cierto que había cruzado algunas palabras antes con ella pero esto me tomó totalmente por sorpresa.
Esto resultó incómodo para mí pues aunque la chica era atractiva, bastante más nalgas y tetas que mi novia y nada desagradable de cara y alejado de cualquier conocido de Lucía. Yo no quería nada con ella, tal vez la mayoría habría aprovechado la ocasión y agasajarse con la zorrita que se ofrecía, pero un muy limitado número de hombres y yo en ese momento preferían ser fieles. Después de pedir amablemente que se retirara, la chica lo debió haber tomado como una broma, poco acostumbrada a ser rechazada en esas situaciones. Pero no era ninguna broma y cuando lo entendió no se lo tomó muy a bien, las cosas llegaron al punto de que me insultó y trató de correrme de su casa pero ya era demasiado tarde para el servicio de trajineras y tuve que quedarme a dormir ahí.
Mis amigos de idiota no me bajaron, ¿porqué no había aprovechado una oportunidad que se me servía en bandeja de plata? y cuando llegue el lunes a la facultad y después a ver a Lucía, inocentemente le conté lo sucedido. Ella se molestó bastante, no importaban mis argumentos en mi defensa, si esa chica se había sentado mis piernas era porque yo le había tenido que dar entrada, después de todo…. el león cree que todos son de su condición.
Fuera de esa pelea sin consecuencias todo iba bien, sin embargo había dos detalles que no me agradaban y una curiosidad sobre Lucía, pues siempre hay algún detalle.
La curiosidad es que Lucía en su papel de chica buena, decía no tomar ni una cerveza y yo lo aceptaba sin reechistar. Si iba a una fiesta con ella le daba únicamente refresco o jugo pero nunca insistí en servirle alcohol. Hasta que años ya dentro de la relación en una navidad con sus amigos, una de sus amigas le arruinó la mentira. Cuando hicieron la cooperación para ir a comprar alcohol ella dio 20 pesos pero mencionó que no iba a tomar nada y una de sus más cercanas amigas Cynthia le dijo - pero si tu eres de a mínimo dos caguamas - y mostró una foto de ella supuestamente reciente tomando directamente de la caguama. Cuando le reclamé me dijo que en efecto tomaba pero muy de vez en cuando y si no me lo había dicho era porque no quería que pensara mal de ella.
El problema de esos engaños inocentes que utilizamos hombres y mujeres para proteger a nuestras parejas de ciertas verdades incómodas es que en el fondo nos saboteamos a nosotros mismos. Una mujer para amar a un hombre tiene que respetarlo, no tiene que ser el macho alfa infalible, pero la mujer tiene que tener la imagen de que tiene a su lado un macho capaz de protegerla y engañar continuamente a su hombre con mentiras “inocentes” tiene el efecto colateral de que inconscientemente al saber que lo engaña tan fácilmente, empieza a considerarlo tonto o bobo y nadie respeta a alguien que considera bobo y tarde o temprano se pierde el amor por lo que no se respeta.
Posteriormente cuando leí sus conversaciones me enteré de la verdad. Lucía tomaba tanto como cualquier otra chica de mi generación, no era ninguna alcohólica pero emborracharse una vez al mes amigos de la preparatoria y ahora en la universidad era normal y en efecto como su amiga mencionó cuando la delató sin querer, sin problemas podía tomar dos caguamas. Eso sí aunque a partir de ahí tomó alguna cerveza conmigo nunca se emborrachó ni tomó más de la cuenta, después de todo quería que pensara bien de ella. Lo que no impidió que cuando saliera con amigas si se emborrachara aunque nunca me contó esto y posteriormente con los amantes que tuvo no pusiera inconvenientes en emborracharse e irse a coger.
El primer detalle es que a Lucía le encantaba bailar y yo no sabía en lo absoluto, herencia de mi paso por una escuela particular donde únicamente escuchaban música electrónica y pop y falta de vida familiar y por lo tanto la imposibilidad de que alguna tía o prima me fuera enseñando lo básico.
En las primeras fiestas que fui con ella, era a quedarse sentada junto conmigo y si alguien se acercaba a preguntarle a ella o mí si podía bailar una canción yo les decía “seguro que sí cansala” pero la realidad es que yo quería aprender para bailar con ella. Le dije de tomar algún curso de baile, pero ella no podía por falta de tiempo, le dije que me fuera enseñando lo básico pero a ella le daba pena enseñarme en público. Y el destino quiso que aprendiera a bailar de otra forma.
En una excursión por parte de la facultad a Tlaxcala, mis compañeros de cuarto decidieron quedarse en el cuarto de hotel a ver un partido del Cruz Azul, mientras que yo quería salir, al punto de que salí solo del hotel únicamente a caminar y entonces un grupo de 5 chicas del mismo curso de economía que se disponían a salir de antro me vieron y me invitaron a ir con ellas. Una noche realmente memorable y a partir de ahí establecí una curiosa amistad con este grupo de chicas, aunque mi plan original era que me enseñaran a bailar y a cambio yo les espantaría a algún borracho que fuera muy insistente. Lucía no dijo nada cuando empecé a salir con este grupo de chicas, pero no se lo tomó muy a bien y aunque mi finalidad última era poder bailar con ella, lo que causé fueron celos.
El otro detalle es que Lucía era impuntual, terriblemente impuntual, despistada para según qué cosas y tendía a no prestarle demasiada atención a su celular. Lo que desembocó en que no importaba si yo quedaba de verla a una hora fuera de su facultad en “las islas”, en el kiosco del parque de Texcoco o donde fuera, ella siempre llegaba mínimo media hora tarde, no importaba si el lugar quedaba a una hora de su casa o a 5 minutos, el retraso que se podía esperar era siempre el mismo unos 30 minutos tarde mínimo.
Prefería no discutir, después de ver a mis padres hacerlo toda mi vida, creía que uno podía obtener mejores resultados evitando discutir cuando fuera posible. La técnica de llegar 30 minutos tarde, esperando que Lucía llegará aún más tarde poco después fue satisfactoria pero esto no evitó que algunas veces ella me dejara plantado. Sin tomarse la molestia de contestar el celular para informarme que no me podía ver, después de la tercera vez que se repitió esta conducta, le informe con un tono de voz calmado y en términos serios que de verdad me iba a molestar si lo volvía a hacer… evidentemente que lo volvió a hacer. Si algo he aprendido a partir de entonces es que si quieres que una mujer haga algo, el camino más certero es pedirle que no lo haga.
Fue un viernes. En la UNAM a diferencia de la preparatoria, uno se encuentra gente de todos los rumbos de la ciudad, incluso del Estado de México. Así que reunirse en un lugar que sea cercano a todos los amigos resulta complicado. Mis amigos de economía querían ir a un bar por el norte de la ciudad, para “estudihambres” no cobraban la entrada antes de las 4 de la tarde y te daban un vaso de cerveza de cortesía pero únicamente antes de las 4 pm. Lucía iba a acompañarme pero a la hora en que quedó de verme ella no apareció y no contesto mensajes ni llamadas. Normalmente la esperaría, pero mis amigos no, así que mande un último mensaje y partí. Una vez en el metro la señal del celular se perdió y Lucía fue incapaz de comunicarse conmigo.
Llegamos al antro a tiempo, obtuvimos nuestro vaso de cerveza gratis y me dispuse a pasar la tarde, cuando recibí la llamada de Lucía, al contestar, por primera vez me gritó al teléfono.
Cómo era posible que yo la hubiera dejado? ¿Quién me creía que era? ¿Dónde estaba? que me regresara por ella. No lo hice le di mi dirección y que si quería que fuera a buscarme.
Al salir de la estación del metro más cercana volvió a marcar mi celular, que fuera por ella y esto sí lo hice, me disculpé con mis amigos y salí a buscarla. La encontré a medio camino entre el antro barato y la estación del metro, me recibió a gritos como si yo hubiera hecho algo malo.
No fue el hecho de que fuera impuntual, aunque incómodo podía vivir con ello. La terminé porque me gritó aunque yo no había tenido la culpa, porque llegó a utilizar alguna palabra altisonante cuando yo no había hecho nada malo.
- Terminamos… No puedo estar con una persona que no sabe como disculparse.
Su cara cambió, de inmediato bajó el tono de voz. ¿Sería esto sólo un farol?
- Sí? pues como quieras - Si era un farol había que mantenerse firme pensó Lucía.
- Adiós Lucía que te vaya muy bien - di media vuelta y me marché. No era ningún farol.
Corté contacto con ella en redes sociales y bloquee su celular y durante los siguientes 8 meses no supe nada sobre Lucía, me entristecía profundamente pensar en ella, pero pensaba que mis motivos para terminar eran más que justificados.
Aproximadamente al quinto mes de terminar con Lucía empecé a andar con un zorrón de cuidado Andrea. Compañera desde el primer semestre de la facultad de economía era linda de cara, usaba lentes, pelo lacio y negro, delgada lo justo y el mejor trasero de toda la facultad.
Como se movían ese par de nalgas al andar y la niña era consciente de lo que tenía y no dudaba en utilizarlo. Únicamente los pantalones más ajustados podían ser parte de su vestuario.La chica disfrutaba enormemente que los hombres voltearan a verla.
Estaba alrededor de cuarto semestre y todo el mundo sabía de sus andanzas con varios compañeros de la facultad desde primer semestre y era imposible no ver a los chicos de otras facultades que continuamente iban a recogerlay que cambiaban con pasmosa regularidad. Parte de los chismes que contaban sobre ella serían falsos, pero entre tanto invento también había una parte de verdad.
Los primeros meses después de terminar con Lucía no hice nada, simplemente no me nacía buscar otra novia, aún pensaba en Lucía. Pero el destino quiso que tuviera bastantes clases en común con Andrea y por requisitos de algunas materias formamos equipo en ciertas clases. El punto es que empecé a convivir con ella y la chica era naturalmente coqueta, no tenía reparos en abrazarme o en espontáneamente subir mi playera y empezar a jugar con mi torso, subiendo sus manitas hasta pellizcarme un pezón medio en broma medio enserio.
Un día al salir de la facultad íbamos platicando hacia el patio de las jacarandas, discutiendo sobre lo fáciles que eran los hombres. Yo argumentaba que no todos eramos tan fáciles mientras que ella sostenía lo contrario, todos sin excepción éramos unos calientes.
De pronto se detuvo, me abrazó y mirándome fijamente me dijo.
- Bésame José -
A mi favor, resistí cerca de 15 segundos (calculado de forma optimista) antes de besarla.
- Jajajajaj lo ves? todos son iguales.
No había forma de combatir contra tan buen argumento.
Después de reírnos y aceptar que tenía razón nos besamos de nuevo y no dejamos de besarnos, nuestras lenguas se enroscaban y mis manos aún en su cintura querían bajar a disfrutar de ese enorme trasero.
- Vámonos - le dije tomándola de la mano y emprendiendo el camino hacia el estacionamiento del estadio olímpico donde estaba el coche
Termine dedeandola en el coche mientras llovía y el agua cubría nuestras actividades, ella me regaló la hasta entonces mejor mamada de mi vida y se lo tragó todo para recompensar que ella se había corrido sobre el asiento del auto con dos dedos de mi mano izquierda encajados en el coño mientras que con mi otra mano frotaba su clítoris. Recordarla espatarrada con el pantalón con el cierre abierto y su cara de hembra en celo respirando agitada aún me excita. Lo aprendido con Lucía rendía sus frutos.
Pero eso no tenía ningún futuro, como pronto descubriría, dos meses más tarde para ser exacto.
Al llegar las vacaciones de verano, Andrea desapareció, mis intentos de verla tuvieron como replica que su abuelita estaba muy enferma y que iba a ir a un poblado del estado de México a cuidarla donde no había señal de celular. Ante esta inapelable buena razón yo no podía hacer nada excepto desearle pronta recuperación a la abuelita de mi chica.
Pero con lo que Andrea no contaba era que un buen amigo y un poco de mala suerte podían arruinar sus planes… Se acercaba mi cumpleaños y quise organizarlo en un bar por el sur de la ciudad en San Ángel, por supuesto que pensé en invitar a Andrea cuando recibí la llamada de un amigo de la facultad, Rodrigo que me pedía conectarme al messenmger para pasarme unas fotos.
Durante el semestre un amigo en común había sido engañado por su novia, toda la facultad se enteró y nuestro cornudo pero resignado amigo lo tomó relativamente bien. Nos pidió que si volvía a estar en esa situación y nosotros sabíamos algo prefería que se lo dijéramos y que nos creería dijera lo que dijera su novia, él a cambio prometía decirnos si alguna vez veía a una novia ponernos el cuerno.
Una tarde de ese vernao Rodrigo camino a su casa en el metro de la ciudad, vió a Andrea con otro y para asegurarse de que le creyera tomó la precaución de inmortalizar el momento haciendo fotos con su celular. En ese entonces los celulares tenían una cámara de 2 megapixeles o algo así pero era capacidad suficiente para sus propósitos. No se conformó únicamente con una foto, tomó como 7, en el metro, a la salida del metro y a lo lejos en un parque. Sin duda tenía talento innato para ser detective privado.
En las pixeleadas fotos se podía notar perfectamente a Andrea y a su acompañante agarrados de la mano y abrazados. Gran detalle de este amigo que espero algún día devolver su ayuda, aunque espero sea en algo más agradable que la infidelidad de una pareja.
Deje de hablar con Andrea, mientras seguía organizando lo de mi cumpleaños, en el fondo sabía que ese era un desenlace bastante probable a mi relación con esta chica y nadie quitaba el hecho de haber disfrutado del mejor trasero de la facultad y unas imágenes de ella en 4 que espero no olvidar jamás.
Unos 3 días antes de mi cumpleaños recibí una llamada de Andrea y colgué, volvió a llamar varias veces hasta que conteste.
Si me vas a cortar ten el valor de decírmelo de frente, cobarde.
Andrea mira, tú sabrás lo que has hecho.
Mi conciencia está tranquila yo no he hecho nada malo - insistió ella convencida de que no tenía nada en su contra.
De verdad quieres que te muestre lo que has hecho?- respondí - mira conectate al messenger y ahorita hablamos.
Como quieras pero no se a donde quieres llegar con esto.
Ya en la computadora le pase las fotos que le había tomado Rodrigo.
Imbécil pero como se te ocurre me seguías!!!!!
No es así, tuviste mala suerte un amigo te las tomó.
Estas enfermo me mandas seguir, no lo puedo creer, eres un idiota.
Mira ahora falta que el regañado tenga que ser yo cuando tu eres la que sale con otro y dice mentiras sobre estar cuidando a su abuelita.
Pues piensa lo que quieras si quieres piensa que soy una zorra no me importa.
Yo no he pensado eso de ti.
Y qué piensas entonces??
Que eres una zorrita jajaja
Imbécil
Hasta el día de hoy haberla llamado zorrita en ese momento fue una de las mejores respuestas que he tenido. Ahí terminó mi relación con Andrea. Pero al volver de las vacaciones estando en el mismo grupo de amigos era muy incómodo no hablarle así que hice las paces con ella.
- Mira lo que pasó ya olvidalo no es tan serio después de todo.
Y sorprendentemente ella aceptó, pero le remordía algo la consciencia porque ese semestre en la materia de introducción a la econometría me anotaba en la lista si llegaba tarde y me hizo literalmente todas las tareas de ese semestre. Irónicamente me volví a acostar con ella algunas veces cuando ella andaba con otro chico de la facultad con el que duró unos 5 años e incluso pensaban en casarse. No únicamente se acostó esporádicamente conmigo, además me contaba sobre otros dos chicos que llegaba a llamar por si se enojaba con su novio. Me alegra que no se casara con su novio, no se merecía a la zorra que tenía por novia.
Inmediatamente después de ella hubo otra chica, muy delgada y francamente no muy agraciada pero que bailaba increíblemente bien, después de una noche de fiesta y un agasaje en el coche, salimos algunas veces, pero aunque me caía bien, desgraciadamente era fea para ser honestos.
Y en eso estaba cuando un día al salir del estacionamiento del estadio olímpico alguien tocó la ventana, era Lucía que me pedía le abriera para poder hablar conmigo.
Sin dudarlo, le abrí la puerta… CONTINUARA.