Crónica de un castigo

Es un relato erótico, basado en los juegos mentales que mi ex Amo, Arcturus y yo jugábamos en SL. Esta escrito a tres voces, así que hay que prestarle atención. No esta de más repetir que lo que describen los relatos eróticos con tintes BDSM no reflejan la realidad, si no la fantasía de quien lo escribe. El mundo BDSM tiene sus normas específicas que deben cumplirse para que pueda ser llamado sano. El relato esta publicado con autorización de sus protagonistas

Estaba hecho, todo se había ido al carajo, salido de madre; esta vez la había hecho buena. Había sobrepasado su paciencia, había presionado demasiado, y él había estallado en ira. Lo recordaba como si hubiera sido ayer, lo recordaba perfectamente. Uno siempre recuerda cuando es sometida a la voluntad de dos machos,-en el más puro sentido de la palabra- por las buenas o por las malas.

Yo estaba parada en el living, frente al Amo, que de pie y con las piernas abiertas, me miraba con los ojos helados de ira, absolutamente enfurecido. Yo me quería desaparecer, quería esconderme bajo la mesilla entre los sofás, quería arrinconarme donde no pudiera hacerme daño.

Intenté rodear la mesa y correr hacia la salida de la casa , pero él se me atravesó en el camino. Yo me detuve y me pensé por un instante, cuantos pleitos así de adrenalinicos habría visto el living de esa casa que no era la mía, si no la suya.

-Perdón Amo, lo siento,  retiro lo dicho, retiro el tono, retiro la amenaza

El me miraba,rojo de ira , queriendo golpearme, pero deteniéndose para no hacerlo, jamas lo habria hecho.

-Te dije hasta el cansancio, que dejaras el tema de lado, que no me cuestionaras, que no me reprocharas. No sabes obedecer una orden sin querer saltarla y que se haga tu voluntad, olvidando quien manda en esta relación. Hasta aquí llego mi tolerancia María Elena.

Intenté de nuevo rodearlo para salir corriendo de la casa, y ganar la calle, pero él volvió a atravesarse. Mi 1.57 no era rival para su 1.75 y su rapidez.

-Tengo comida en la estufa Amo, se me va a quemar y ella se dara cuenta cuando vuelva por el olor.

El, midiendo el siguiente paso, se hizo a un lado para dejarme pasar hacia la cocina, y yo pensé que si lograba llegar al lavadero, me encerraría y estaría a salvo hasta que se le bajara el enojo.

Inmediatamente eché a correr para pasar a su lado, con el corazón golpeándome en el pecho, pero con la entrepierna hecha agua. Me calentaba espantosamente la ira de mi Amo, era un vicio que no podía controlar. Sentía los pezones endurecidos rozar la playera que llevaba puesta, sin nada debajo, como acostumbraba andar en  mi propia casa. El me miro pasar corriendo a su lado y esperó paciente contando los segundos y cuando yo pensé que le había ganado la movida, el dio una zancada para alcanzarme y me tomó por el pelo, haciendo que me detuviera de golpe.

Yo grite por el jalón, y me detuve en seco. Por instinto lleve mi mano hacia la suya, intentando que me soltara, pero era inútil. La entrepierna palpitaba a toda velocidad, empezando a lubricar a borbotones por la calentura que me provocaba el acto violento. Intenté pegarle en el pecho para que me soltara, totalmente ladeada por el jalón de pelo. Pero solo se hizo hacia atrás, y mi baja estatura no ayudaba, no podía alcanzarlo.

-Me duele  Amo, por favor suelteme!

El me ignoró, y empezó a andar hacia su recamara, su casta recamara, conmigo caminando agachada y a tropezones detrás suyo para que no me doliera más el cuero cabelludo.

Me vi arrastrada por mi Amo, del pelo arrastrada, él  enfurecido, sin importarle mis lloros y ayes, sin importarle nada más que su desquite. Me ví  caminando, directo a su habitación, a esa inmaculada y casta cama, testigo de diez noches de sexo de juguete durante toda una vida.

Bufaba de ira, helada, aterradora, que me calentaba como bestia. Suplicaba piedad, perdón, pero él solo atendía su venganza.

Me aventó sobre su cama de matrimonio, y yo caí como fardo, con la falda que solía usar porque él odia los pantalones; la falda se subió y dejó mis nalgas al descubierto, sin ropa interior, como solía vestir. Me di vuelta y lo miré, él vociferaba:

– “ Te advertí que no me presionaras,que me tenías harto, y no entendiste, pendeja de mierda, ahora verás quien manda”.

Miraba su rostro endurecido y sentía como mi coño se mojaba aún más, ! Me deliraba su ira! Pero era tan paradójica que estaba muerta de miedo también. El estaba rojo de coraje, salido de sus cabales, como solo yo podía hacerlo sentir.

Aún ahora lo recuerdo, cierro los ojos y me lubrico al instante ; es tan excitante mirar a un montón de testosterona dispuesto a hacerme pagar mi necedad!.

Lo miré e intenté disculparme, con voz temblorosa y torpe:

-Perdón Amo, lo siento mucho, no volverá a pasar, deberás!.

Pero a la vez recogía mis piernas abiertas sobre la cama, con la falda alzada hasta la cintura por el aventón. Y él entrecerró los ojos y se le oscurecieron. Mis genitales ahí, semi expuestos, mojados, turgentes, deseosos.

No sentía ningún riesgo, la casa estaba sola toda la semana, y yo tenía motivos para ir todos los días. Y mi perversa mente jugaba con fuego, un fuego igualmente perverso.

El Amo se estaba endureciendo, lo podía ver en su entrepierna, en sus ojos y en su respiración. Me levanté de la cama y me arrodille a sus pies, tomando sus piernas con mis brazos, pegando mi cara a su regazo, restregando mi rostro en sus genitales semi erectos.

– “Siento mis fallas Amo, por favor no me castigue”

-”Demasiado tarde-” me dijo.

Yo me encogí de miedo, pero seguía restregandome contra su regazo, delirante de ganas.

El sacó su celular del cinturón, y se puso a escribir. Yo aproveché para desabrocharle, y meter mis manos dentro buscando su verga endurecida, babeante de ganas. El me dejaba hacer, se erectaba cada vez más, y yo acariciaba con mis manos inexpertas, ansiosa de montarme en ese pene que era mi delirio.

Entretenida con mis manoseos, no escuché la puerta, ni los pasos. Solo seguía manoseando y gimiendo por la delicia de poderlo tocar, y ansiando el momento en que lo metiera en mi boca y pudiera chupar con ansia, como niña engolosinada.

El me miraba, jadeaba pero bajo control absoluto. Me tomaba del pelo y ayudaba a mi boca a hallar su pene duro, que yo buscaba con los ojos cerrados, restregándome contra su regazo,  buscando lo que ansiaba mamar.

Dios, como gemí cuando me lo metí en la boca…..aún salivo de pensarlo.

-“ Muy bien putita, te gusta chupar, te gusta la verga, y te gusta un buen macho entre las piernas. Quieres redimirte, y que yo te perdone…..”

Me sacó su pene ensalivado de la boca, me volteo el rostro jalandome el pelo y me dijo:

-“Abre los ojos”

Yo obedecí, caliente como el infierno y odiando la interrupción.

Ahí, en la puerta de la recámara casta, mirándome chupar la verga del Amo, estaba Carlos.

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Sentí que se me iba toda la sangre del cuerpo, se me enfriaron las manos, y el corazón me saltaba de miedo en el pecho. Me levanté del piso y me quedé mirándolo totalmente pasmada. Lo miro como si fuera ayer, en mi mente. Llenaba el marco de la puerta, me miraba con los ojos ardiendo como carbones, negros de vicio.

Yo me eché hacia atrás  y por instinto, me quise refugiar detrás del cuerpo de mi Amo, pero el me tomo del brazo y me detuvo. Su pene, aun endurecido por mis atenciones, se erguía entre su ropa abierta y  se endurecía más, al mirar el miedo en los ojos de esta sumisa tan suya. Estaba perfecto, había elegido el mejor castigo como lección.

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Carlos se erguía ante la puerta, alto, totalmente imponente, su pelo blanco y su barba tan hermosa le cubrían de elegancia y distinción. Lo había sacado de una fiesta Alejandro, en la que por cierto se aburría poderosamente. El mensaje no pudo ser más escueto y directo:

-“Ven a mi casa, ella es toda tuya, lo demás es tu tema”

Cuando entró a la casa sin seguridad en la puerta, intentó no hacer ruido, y caminó buscandolos. Se detuvo ante la recamara matrimonial de Alejandro, y lo que miró le calentó la sangre, pese a la dureza de su estado de ánimo.

Maleni estaba de rodillas, con la verga de su Amo entre los labios  y se la chupaba tan golosamente que sintió un tirón brutal entre las piernas. Alejandro alzó la cabeza y lo miró, sonriendo con los ojos negros de placer. Se sonrieron socarronamente, como dos bestias alfa que se ponen de acuerdo para cazar a la misma presa, que no tienen nada que hacer ante su dominio.

Alejandro le volteo la cara a ella hacia él, y le ordenó abrir los ojos, ella lo hizo, con la saliva escurriendo de sus labios y los ojos vidriosos de placer. Al verlo se levanto de golpe del suelo, e intentó esconderse de él detrás de Alejandro. El sintió un placer inmenso ante su temor, esta vez no sería como las demás, esta vez era SU noche.

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Estaba perdida, no tenía escapatoria, el Amo me agarraba fuertemente del brazo y me echaba hacia adelante de él, más cerca de Carlos, quien  con un smoking precioso, me miraba socarronamente, con aire de dureza, de resentimiento, de deseos de venganza. Dios, su aspecto me deliraba, nunca lo había visto tan hermosamente elegante, tan masculino y tan apetecible. Al instante corregí mi pensamiento, sintiendo que no hacía bien pensar de ese modo de alguien que no fuera el Amo. Mis manos se retorcían  frente a mí, autónomas, sin saber que hacer o qué decir. Finalmente, solo atiné a balbucear:

-”Hola, lobo estepario”

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Carlos sonrió con el placer del mundo pintado en el rostro, eso, eso quería, que sufriera de ansia de no saber qué esperar, que tuviera que debatirse entre los nervios de su ser macho y del  gusto que sabia había sentido cuando tuvo su pene entre las piernas. Los latidos de un coño no se pueden fingir.

-”Hola maleni”

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Alejandro  veía el intercambio de saludos con mucho placer. Su mujer estaba aterrada, la saliva seguía haciendo un hilillo en sus comisuras, la que igual bañaba su verga, que endurecida pero perdiendo dureza, se apresuró a cubrir con su ropa. Miró al hombre que tenía una deuda pendiente con su sumisa, una deuda de honor y de masculinidad. Maleni debía a los dos, a uno por haberlo rechazado y dañado su hombría, y al otro por haberlo desobedecido.

Se apresuró a quitarse la corbata que colgaba de su camisa, y se la arrojó al vuelo a Carlos, que con una sola mano la atrapó en el aire. Carlos la tomó, agradeciendo con la vista la herramienta tan necesaria y se la enrollo en su enorme puño izquierdo.

-”Te vas a quedar aquí, con Carlos, y vas a hacer todo lo posible por cumplir tus deberes de sumisa por una puta vez en tu vida. Vas a honrar el collar que inmerecidamente te puse en el cuello y vas a demostrarle a Carlos de que madera esta hecha mi perra. Eso, si quieres volver a serlo, claro está”

-”Amo, por favor, por favor….”

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Mi voz temblaba de nervios. Dentro de mi se debatía el vicio por saberme en esa habitación, donde se orquestaba un juego sexual de lo más perverso del mundo, algo que nunca se vería en esas cuatro paredes. Donde el hombre que me había llevado a la cama más de una vez, estaba para cobrar una deuda pendiente de años. Donde mi Amo me iba a dejar para que yo hiciera lo que tanto me pidió y yo jamás hice de verdad. Estaba perdida, esta vez no tenía salida.

Alejandro se paró frente a mi, y me dijo totalmente frío:

-”Tienes algo que decir en contra Maria Elena?”

-”No mi Señor” contesté en voz baja.

-”Bien”

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Carlos miraba la escena sonriente, jamas se había divertido tanto de los nervios de una mujer. Y ESA mujer en especial, era una meta que se le había negado hacia mucho tiempo.

Se enrollaba y desenrollaba la corbata en la mano, mirándolos hablar, esperando, esperando.

Alejandro la dejó parada a media habitación, pasó frente al televisor que estaba al pie de la cama, pero cerca de la puerta, tomó sus llaves y salió del cuarto.

Carlos miró a maleni intentar seguir a su Amo fuera, por instinto, pero el se le atravesó y le tapó el paso. Ella se detuvo de golpe, y el le sonrió con sarcasmo, cerrando la puerta suavemente a sus espaldas.

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Yo sentía que el corazón se me salía por la boca, que las piernas no me soportaban, quería echar a correr, pero no había donde. Me quedé tan cerca de él que podía oler su perfume y sentir su calor a través de la ropa. Por un segundo cerré los ojos, embriagandome de su masculinidad. Al abrirlos, el me miraba, sonriendo aun, sin cansarse de disfrutar mi estado de ánimo.

-”Tu y yo tenemos una cuenta pendiente, hermosa. Vamos a ver hoy, de que estas hecha, si es que deveras eres una hembra, si es que deveras eres sumisa, si es que deveras yo soy un hombre.”

-”Escucha -le dije temblorosa- no es necesario que hagas esto, podemos decirle al Amo que paso todo y que estuvo genial, no es necesario hacer nada”.

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Al escucharla, Carlos miró de reojo la cámara que estaba encendida, oculta detrás de la televisión, entre un montón de triques.

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Pobrecita maleni, tan reprimida, ten fieramente caliente pero tan reprimida. Casi me daba lástima su situación, pero no. Mi orgullo herido por el rechazo una y otra vez necesitaba ser saciado, y es es lo que iba a hacer. A satisfacer mi ansia de revancha. Aun recordaba como me enterraba entre sus piernas, como sentía palpitar su coño alrededor de mi verga, que entraba y salía bestialmente de su cuerpo. Pero aún recordaba su falta de respuesta emocional, su reprimirse, su controlarse, solo cumpliendo por orden de su Dueño.

Tome su mano izquierda con mi mano libre y se la levanté, tomé la otra y las junte sin pedirle permiso.Ella se encogió y me miró azorada, sus ojos abiertos y su respiración agitada. Se miraba su miedo, pero se miraba también su ser mujer reaccionar ante mi firmeza.

Eso me gustó.

Até sus muñecas con la corbata, ella no atino a resistirse. Solo quería evitar que se le ocurriera golpearme, ya que no era una mujer débil. Miré lo que su cuerpo me decía: sus pezones endurecidos, su respiración agitada, sus ojos muy abiertos, sus mejillas enrojecidas, su pelo despeinado, largo y negro, listo para cabalgar con él entre las manos.

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Lo vi desviar su mirada a mis pechos, que dolían de lo llenos que los sentía. Mi entrepierna palpitaba, pero mi interior moría de miedo  y de vergüenza. De golpe y sin más, extendió las manos y me paso las palmas por los pezones, y yo sentí un tirón de placer entre las piernas que casi me hizo correrme. Dios…. maldita mezcla de miedo y placer, no podía evitarlo, eran mi vicio. Gemí , y el reacciono dilatando las fosas nasales y mirándome con ojos inyectados de pasión. Siguió  endureciéndome las tetas, en círculos, con las palmas, con calma. Yo intente soportar sin retirarme, mi collar estaba en juego, pero Dios…. se me mezclaban las ganas y el miedo. Mis genitales se humedecían ante su cercanía, no podía evitarlo.

Ante un tirón, yo acabe pegada a su pecho, y el me rodeo la espalda con un brazo, y con la otra me apoyó la cabeza en su hombro, porque no llegaba más alto.

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El la miró, y sintió ternura. Controlada, fiel, leal, reprimida,tan sexual y tan ardiente, pero tan brutalmente controlada. Y la tenia ahí, para el solo, temblando como animalito asustado, reaccionando a sus caricias  y temiendo a la vez por su reacción. Solo un hombre la había tocado así, antes de él, y era el hombre al que amaba.

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Sentí como el resbalaba sus manos hacia arriba, metiéndolas bajo mi falda, buscando la orilla, y de golpe, le dio un jalón y me la quito hacia abajo. Yo sentí que me arrebataba de vergüenza y me quedé quieta sin atinar a moverme. Dios dios dios….. su olor a macho me deliraba, era tan grande, tan imponente, que me superaba lo que sentía. El amasó mis nalgas con deleite, mirándome soportar sin quejarme , solo vestida con la playera sin mangas que no ocultaba el peso de mis pechos sobre su propio pecho. Sus caricias tan suaves, tan eróticas me hacían temblar las piernas, pero intentaba no gemir por no delatarme. Eran años de control y me salía natural el silencio.

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Carlos fue metiendo los dedos en medio de sus nalgas y sintió como ella se hacia hacia delante, pegándose a su paquete, que ya semi endurecido, acabo por levantarse, haciéndole notar a ella en el abdomen que estaba ardiendo de ganas. Dios… ese orificio entre las nalgas, la entrada al paraíso, el modo en que se somete a una esclava que se resiste, el culo en el que se corrió como loco hacia tanto tiempo.

Ella sintió su verga dura, pero no se alejo de el, se quedo quieta, respirando agitada,con las manos atadas enfrente y su respiración bañandole el cuello donde su cabeza descansaba.

Que delicia carajo,que delicia era sentirla así, tan indefensa, tan nerviosa  y tan excitada. Baje mis dedos entre sus nalgas, buscando sus labios entre sus piernas , y cuando los hallé, cerré los ojos, intentando controlarme. Estaba tan húmeda que se me bañaron los dedos de fluidos. Casi me corrí en los pantalones.

La eché hacia atrás, y le mostré mis dedos mojados, y ella se enrojeció de vergüenza y se agacho. Dios, que delicia de inocencia. Como puede ser tan penosa una mujer que es tan caliente y tan entregada a su Dueño?.

Le hice levantar los brazos y le saque la playera que traía puesta, que se atoró en sus muñecas.  A mis ojos surgieron dos tetas llenas, turgentes, de pezones oscuros y duros como piedras, que se derramaban en mis manos. Dios….

-” Ves mis dedos?, puedes negar lo evidente, sumisa? Puedes negar que me quieres entre tus piernas, que quieres mi verga dentro de ti, cabalgandote?, puedes dejar de ser tan hipócrita y aceptar lo que sientes, por una puta vez en tu vida?”

La rodee con un brazo, y con la mano libre, metiéndola entre sus piernas, le encaje dos dedos de golpe, haciendo que se alzara de puntas en el suelo, y gimiendo con sorpresa y placer.Sentí como sus  paredes vaginales apresaban mis dedos, y exprimían sin poderlo evitar. Ella escondía su cara en mi traje y gemía suavecito, al compás de mis dedos que entraban y salían. Su pelvis se vasculaba contra mi verga endurecida, intentando encajarsela lo más posible. Yo sentía que bramaba de deseo.

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Al sentir que Carlos me encajaba dentro los dedos creí  que me fallaban las piernas e intente alzarme en puntas para menguar un poco la brutal invasión a mi cuerpo. Dios….. como me deliraba sentir la mano de un hombre entre mis piernas, era absolutamente erótico.

Me pesaban los pechos, mi calentura mojaba sus dedos y mis manos sin poderlo evitar, intentaban desabrochar su traje para poder tocar ese enorme pecho que me cubría toda. Alce mi rostro y miré sus ojos ennegrecidos, y levantando mis manos, pedí en silencio que me desatara y cuando lo hizo, las pase por detrás de su cabeza, me alce de puntas y me pegue a su boca.

Dios… hacía tanto que no recordaba siquiera si un  día me había besado. Sabía a hombre, a sexo, a ganas. El sorprendido, solo atino a responder a mi tímido beso con ansia, comiéndome la boca mojándome los labios y chupando mi lengua dentro de su boca. Sus manos me alzaban una pierna que me apresure a rodear en su cadera, y su mano dentro de mi cuerpo, se movía con delirio.

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En el living, unos ojos ardiendo de calentura observaban todo en la TV. En silencio, sin hacer ruido, manipulaba su verga endurecida, viendo las reacciones de su mujer, siendo manoseada  por otro hombre, el hombre que él había elegido. Cuando la vio alzarse para alcanzar su boca, respingo de sorpresa, y puso mayor atención.

Su mano subía y bajaba sobre su verga, enviciado con su mayor fantasía. Entregar a su casta y pura mujer a la  verga de otro hombre. Ver como se desarrollaba el acto, sabiendo que estaba luchando dentro suyo su ser hembra con su ser tímida y controlada con otros.

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Carlos soltó mi boca y bajando mi pierna y sacando sus dedos de mi cuerpo, se arrodillo y se metió un pezón en la boca, y mamando con un bebé, cerraba los ojos de placer, Yo gemía, ya sin freno, completamente caliente, deseosa, pérdida de placer carnal. El se agarraba a mis nalgas, y bajando más aún, buscaba la entrada a mis piernas, donde yo no podía fingir que nada sentía.

Al primer lenguetazo grite sin poderlo evitar. Estaba tan caliente que habría bramado de poderlo hacer. El se comía mi coño con deleite, con ansia, y yo estaba a punto de correrme en su boca. Dios…. pero lo necesitaba dentro, el Amo tenía 5 meses sin tocarme, castigándome cruelmente,  no podía mas con la abstinencia, necesitaba coger ya.

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Que delicia, que delicia era comerle el coño, saborear su carne, su calor su humedad, hacer que se corriera en su boca, y después ensartarle el culo hasta la raíz.

Moví mi lengua con rapidez por la punta de su clítoris y ella gritaba quedito, acostumbrada a controlar sus ruidos, pero tan caliente como la mas puta de las sumisas.

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Dios… me iba a correr, me iba a correr si no paraba, Yo alce mi pierna derecha  por puro instinto, y la pase sobre su hombro, dejando al alcance mi entrepierna, y el no perdió el tiempo. Metió dentro de mi su lengua, y la movió como si fuera su pene. Yo gemía y gemía al sentir ese trozo de músculo dentro de mi cuerpo, mis fluidos se confundían con su saliva y mis gemidos hacían eco en la recamara cerrada. Me aferraba a su cabeza intentando mantener el equilibrio y disfrutar a la vez su invasión. Intentaba no correrme, sintiendo  la picazón de su barba entre mis muslos, aferrada a su pelo blanco.

-”Por favor, Carlos por favor”

-”Pídemelo, pídemelo maleni, ruégame como te rogué, pídeme como te pedí, que quieres?”

-”Quiero tu verga, quiero tu verga dentro. Quiero, necesito que me cojas, necesito que te corras dentro de mi, donde solo Alejandro se ha corrido. Te necesito dentro de mi”

-”Y si me niego?, y si te dejo así, emputecida y ardiendo?, y si te niego mi verga?”

-”Por favor, por favor Carlos, por favor no puedo soportarlo, necesito tu pene ensartandome el culo, lo necesito de verdad”

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Escucharla rogando,  pidiendo verga, una verga que no era la de su Dueño, me enloquecía. Esta vez no fingía, esta vez no se reprimía, esta vez estaba sintiendo sus fluidos en mi boca y sus manos crispadas en mi pelo mientras vasculaba su cadera hacia mi lengua.

Me levanté del piso, me quite la ropa y los zapatos,  y arrastrandola hacia la cama, la eché hacia la cabecera, me subí sobre su cuerpo, rodeando su cabeza con mis piernas y acerqué mi palo lleno. Ella me miraba y automáticamente, como sumisa obediente, abrió la boca y le ensarte mi verga hasta el fondo.

Tomándome de la cabecera, le di y le di y le di, cogiendo su boca con ansia, sintiendo como su boca húmeda y su lengua me rodeaban y me chupaban,. Un territorio semi virgen donde solo él había entrado. Una boca que me prometí un día vencer.

Sentía como su lengua me lamia, me succionaban sus mejillas y la saliva escurría de su boca llena de carne. Por momentos se ahogaba con mis embistes, pero no me detuve. Sabía que le gustaba tenerme dentro, que le deliraba tener la verga de su amo en la boca, como la vi cuando llegué a la casa.

Intentaba aguantar, no quería correrme en su boca, quería hacerlo entre sus nalgas, en ese orificio por donde se somete a una sumisa.

Nada me dentendria ahora.

Saliendo de su boca, me levanté de la cama, la tome por las piernas  y la arrastre hacia la orilla.Ella me miraba atenta, enfebrecida de deseo.

-”Ahora te voy a dejar así, para que sepas lo que se siente. Te vas a quedar con las ganas de tenerme dentro, y vas a tener que correrte en tus dedos porque yo no te voy a coger”

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Sentí que se me hundía el piso, no podía hacerme eso, no podía¡¡

Actuando automáticamente, me levanté de la cama y lo seguía de rodillas por el piso, el me miraba atentamente, pero sin dejarme acercarme demasiado.

-”Por favor, por favor, no me dejes así. Cógeme, cógeme como aquella vez en Kingdom, al pie de esa cama, cójeme hasta que no puedas más. No se lo digas al Amo pero, aquella vez, en ese sitio, me corrí como loca,delirante por completo.

El me miraba gatear siguiéndolo, haciendo lo que fuera por que calmara su ardor. Estaba tan  erecto que me relamía los labios de ansia.

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Yo me detuve, y levantándola del piso, la voltee boca abajo en la orilla de la cama, le alce el culo con una almohada y me prepare para metersela. Dios, su misma lubricacion me sirvió para no ser tan duro con su cuerpo. Sin dilatarla , ella palpitaba por ese orificio, por los dos y yo sentía que me perdía de verlo.

Con mi verga mojada, enfile entre sus nalgas y empecé a entrar.

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Yo sentí su verga entre mis  nalgas y el dolor que sentía me hacía perder la visión. Dios, que dolor mas único, que  ganas de ensartarme de un golpe su palo lleno de semen,. Pero no, quería que me cabalgara, que me cogiera como solo el Amo lo hacía.

Una eternidad se me hizo, el tiempo que tardó en entrar en mi cuerpo, y su ir metiéndose fue haciendo que yo fuera gimiendo en voz alta, a  veces con queja a veces no. Me senti llena, sentí deseos de pujar, pero por instinto, me vasculé suavecito hacia su cuerpo.

_” quiero tu semen dentro, quiero que brames tus ganas.  sientes como mojo tu verga? Como resbalas dentro de tan caliente que estoy? sientes como te envuelvo con todo el vicio del puto mundo?”

_”ffffffffff”  -gimió el enloquecido-

-”Me voy a correr en tu ano, el que poseía en kingdom, y luego me negaste. Me lo negaste y acá estas, bien puta, arrepentida, y empinandolo, para que te lo coja. Tanto prurito, que mierdas. Mojigata.

-”Dios si, siiii, Te lo ofrecí, ahora te lo ofrecí. Mira como te lo paro, como te lo ofrezco, Me venciste. “

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Yo la veía enloquecida, bramando su deseo, basculando el culo sobre mi verga completamente dura. Yo entraba y salía sin poderme contener, cogiendomela como siempre quise, disfrutando mi triunfo que llegó después de años de espera. Al fin era mía.  Mi verga horadaba entre sus nalgas, sentía como su culo apretado me aprisionaba dentro, y gemía con mis embistes en su cuerpo caliente.

Tomada de ese largo y negro pelo, le echaba la cabeza hacia atrás y la ensartaba más hondo, lo más posible. Ella se dejaba hacer, con los ojos entrecerrados, enloquecida de deseo, totalmente metida en la escena que se desarrollaba en esa casta cama.Gemía con cada entrada y salida, gemía con todas sus ansias, sin recatos de silencio, sin lágrimas de arrepentimiento, sin pena por su Dueño.

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Sentado en el sillón, yo miraba atento la tv, escuchando como mi mujer se le ofrecía a Carlos, como le ofrecía el culo, y gemía como animal en celo ante sus embistes. Satisfecho de mi orgasmo, me dedicaba a mirar atento la derrota de Elena, ante Carlos y ante mi.

Pero, realmente acabó siendo un castigo?

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No soportaba más, me iba a correr dentro suyo, rodeado por las paredes de su ano, sentía que me exprimían sus ganas y que no iba a soportar más.

Aceleré mis embistes, la cabalgue con más ganas, Nuestros gemidos se confundían, la cama crujía con cada empujón dentro de su culo. Yo incline su torso sobre la cama, con la cabeza ladeada pegada al colchón, y me eche sobre ella sin miedo. Mi cuerpo podía cubrirla sin problema y su complexión me evitaba temor de lastimarla. Apoyando una mano cerca de su cabeza, acerque mi boca a su oreja, susurrandole palabras fuertes en el oído.

-”La sientes maleni? Sientes mi verga sometiéndote? entrando donde me negaste tantas  veces? sientes cómo tu cuerpo me recibe goloso? sientes como he entrado por fin en tu sacrosanto culo?”

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Yo sentía enloquecer por la postura, por su aliento en mi cuello, por sus labios pegados a mi oído, por su verga partiéndome el culo. Gritaba sin vergüenza, sin pudor y sin miedo. La cama soportaba la cogida con singular aguante y yo estaba a punto de correrme de placer.  Me deliraban las palabras fuertes, que solo mi Amo solía decirme, y de vez en cuando. Enloquecía con la violencia sexual, enloquecía con el sometimiento físico, pero sobre todo, enloquecía porque el me había torcido la voluntad férrea que siempre tuve.

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En el living, Alejandro disfrutaba el espectáculo, viéndola gritar como animal en celo, enloquecida por una verga que no era la suya, si no la de otro. Viciosa de la forma de coger de Carlos, tan caliente por la abstinencia que se entregó sin reservas una vez superado su miedo por la calentura que él despertó en ella.

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Yo sentía que la verga palpitaba dentro mio, que se iba a vaciar ya y le dije entre gemidos:

-”Por favor, por favor Carlos, necesito correrme ya, necesito que te corras dentro mio, no puedo aguantar más”

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Carlos y ella sudaban por todos lados, gemían al alto audio, se apareaban como animales en celo, sin reservas sin penas que valieran.

-”Eso, eso es hermosa, déjate llevar, bañame la verga de tus ganas, córrete en mi, como tanto soñé harías de nuevo”

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Ella sintió que él se enterraba lo más posible, y se dejó llevar, tuvo un orgasmo tan brutal que no acababa, gritaba en voz alta y se contraía con violencia alrededor del pene de Carlos que empezó a vaciarse a borbotones dentro de su cuerpo.

Era tan brutal el orgasmo pero a la vez tan incapaz de vaciarle tanta energía, que ella empezó a llorar en cuanto sintió los últimos coletazos de placer. Lloraba con todas las ganas que no podía sacar de otro modo de su cuerpo.

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Carlos se vació por completo dentro del cuerpo de esa pequeña mujer que le había hecho enfurecer tantas y tantas veces. Absolutamente exprimido, la escuchó llorar y solo atinó a salirse de su cuerpo y rodearla con sus brazos para que llorara sobre el. Se sentía el macho más poderoso del mundo, con esa pequeña mujer  -que no era la suya- acurrucada en su hombro llorando como una niña después de un bestial orgasmo.

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En el living, el primer impulso de Alejandro fue ir a la habitación y levantarla de la cama para consolar sus lágrimas. Se enderezó pero en eso vio que Carlos lo hacía por él y se quedó a medio movimiento, y volvió a sentarse. Se acordó fugazmente de O, cedida a Sir Stephen, con quien acabó quedándose definitivamente. Sintió desazón, pero no se movió de su lugar.

El era Alejandro, y jamás daba paso atrás.

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Sin fuerzas, así me sentía después de recordar esta historia, abstraída de la charla que había estado teniendo. Solo el ruido de un mensaje me volvió al presente y lo que leí en la ventana me dejó perpleja:

-“Entonces maleni, tienes 47 años, eres soltera, no tienes pareja ni te has casado. Dime, eres virgen?”

Me quedé perpleja por la pregunta y no supe qué contestar: Antes habría dicho que mi Amo no permitía esas preguntas. Hoy no sabia que decir. Lo era??.

AUTORIA: maleni Elan