Crónica de mis cuernos II

Necesitaba que mi esposa cambiara de corneador

Crónica de mis cuernos II

Con el correr del tiempo, me resulto muy monótona la relación que mantenía mi mujer con mi empleado, no veía cosas nuevas, siempre era mas de lo mismo, Patricia lo notó, pues mi rendimiento en la cama ya no era el mismo, me faltaba otro incentivo, no me oponía a que ella siguiera cogiendo con José, de hecho, aunque me oponga ellos seguirían cogiendo por que mi esposa se sentía demasiado atraída por la verga del maduro.

Hablamos con Patricia del tema y le fui sencillamente claro, ¡quería verla coger con otro tipo!, quería verla en todo el proceso de seducción, como se lo levantaba y como el se la levantaba a ella, quería que fuera un desconocido, me excitaba la idea de una relación ocasional, ella me miraba y en sus ojos se veía que su deseo y excitación iban en aumento.

-Te amo mi amor – me dijo abrazándome y besándome, -¡sos lo que toda esposa querría! – me repitió, sin dejar de besarme, esa noche volví a cogerla como me gustaba, luego le di de beber mi lechita y nos dormimos placidamente, por la mañana mientras desayunábamos arreglamos para salir juntos esa noche, -quiero que te vistan bien puta esta noche – le dije por lo bajo para que no escuchara mi hijo, - seré la mas puta hoy – me contestó susurrando mientras apoyaba su mano en mi bulto que comenzaba erectarse.

Luego bajamos al negocio, saludo a José con un beso en la boca y luego de unos toqueteos entre ambos cada uno se dedicó a lo suyo.

Muy pocas veces estuve tan ansioso por que pasaran las horas, mi calentura imaginando lo que sería esa noche lujuriosa aumentaba a cada momento, durante el día visité varias veces el baño para pajearme, pues estaba todo el tiempo al palo.

Por fin llegó el momento del cierre, José se fue a su casa después de una mamada que le dio Patry, eso le sirvió a ella para excitarse y sentirse una puta, se ducho y luego le elegí una tanga, color negra muy diminuta, me sentí excitado al ver como el hilo dental desaparecía entre sus glúteos, se coloco un vestido negro, pegado al cuerpo, con su espalda desnuda y por delante un escote tremendo que apenas podía cubrir las enormes tetazas que iban sin sostén, Me encantaba como estaba vestida, podía ver perfectamente sus muslos desnudos casi por completo, era tan corto el vestido que apenas se inclinaba hacia delante salían a relucir sus nalgas.

Fuimos a cenar a un restaurante de San Telmo y después a tomar algo a un pub de la zona, fue allí que la cosa empezó a ponerse interesante, en la mesa que estaba a nuestro lado se sentaron dos tipos maduros, mientras se acomodaban uno de ellos clavó su vista en mi esposa manteniendo la mirada por unos segundos, mi mujer hizo lo propio, mantuvo su mirada en el hombre y yo empecé a darme cuanta que es podía llegar a ser una noche muy caliente.

Patricia estaba mas atenta a las miradas y a las conversaciones de los tipos que a mi persona, en realidad era eso lo que mas me excitaba, las miradas con el tipo se cruzaban en forma cada vez mas alevosa, hasta que pude verla esbozar una sonrisa, sus gestos cambiaron y salio a relucir la hermosa carita de puta que pone cuando se esta dejando seducir, el juego empezaba, el ya la miraba lascivamente y ella empezaba a entregarse, una pequeña erección empezó a producirse dentro de mi pantalón, pero necesitaba ver como era el tipo como para calentarme mas e imaginarme todo el resto.

El tipo le pidió fuego a Pato para encender un habano, Patricia le mostró el encendedor y el se acerco a la mesa, recién en ese momento pude observarlo, era un hombre mayor que yo, quizá entre los 55 o 60 años, muy corpulento, pelo cano y corto, tenia nariz de boxeador y unos tupidos bigotes, muy bien recortados, vestía una camisa blanca y un saco color beige, con un pañuelo en su cuello, por cierto debía reconocer que a pesar de su edad, estaba perfectamente conservado y poseía un muy buen gusto para vestirse.

Patricia estiro su mano con el encendedor ya en llamas, vi como el protegía el fuego rodeando el encendedor y la mano de mi esposa con su dos manazas, nuevamente los dos se miraron fijamente a los ojos, ella irguió su cuerpo haciendo relucir sus dos hermosas tetas que el tipo no dejaba de mirar.

Escuche que ellos hablaban de ir a un lugar bailable a unas cuadras del lugar donde estábamos, casi al instante Patricia se me acercó al oído y me dijo con su mejor voz de putita -Papi….. ¿Me llevas a bailar a ese lugar que dijeron esos señores? – mientras me lo decía en tono de suplica no dejaba de mirar al tipo, para que entendiera por que me lo pedía. Los tipos se levantaron y se fueron no sin antes hacerle un gesto a Patricia que se verían allá -¡¡dale papi!! ¿Me llevas?- volvió a suplicarme, -- pero mi vida, vos sabes que no me gusta bailar – exclame, -¡¡vos no vas a bailar!!, ¡¡yo si voy a bailar!!- me dijo con un gesto que denotaba que solamente quería que yo la llevara, sus planes no eran quedarse conmigo , -¿queres ir por esos tipos?, le pregunte cariñosamente y besándola en sus labios -¿no querías cuernitos?, me vinieron muchas ganas de dártelos – me contesto y solo tarde unos segundos en darle el gusto.

Entramos al boliche, estaba repleto de gente y con trabajo llegamos hasta una de las barras, pedí me sirvieran una botella de champagne con dos copas, mientras bebíamos Patricia trataba de ubicar al tipo, se la notaba ansiosa y eso me hizo sentir contento, pues empezaba a imaginarme que esa noche disfrutaría de verdad.

Ella se metió en la pista y comenzó a bailar sola, de inmediato varios buitres se le arrimaron, pero ella los ignoraba, bailaba y movía sus caderas sensualmente, estaba terriblemente atractiva, y vestida tan insinuante que despertaba la lujuria en todos los machos hambrientos que estaban en el lugar.

Por fin el pretendiente apareció y se puso a bailar con ella, Patricia lo recibió con una sonrisa provocativa, en ese momento deje de existir para ella, pero yo la seguiría toda la noche, me había excitado la forma que empezaba a entregarse.

Bailaron un buen rato, el tipo era un verdadero experto en bailar salsa y al parecer también sabía perfectamente en que momento apretarla y apoyarle su entrepierna, ella simplemente lo miraba como una felina y en cada apoyada respondía de igual manera.

El amigo del tipo se acomodó a mi lado y bebiendo de su copa me dijo – amigo si no rescatas a tu mujer, hoy la pierdes -, - ¿te parece? – le pregunté, - si amigo, no quiero ser grosero pero conozco a mi amigo y se lo que te digo, te va a coger a tu esposa – me contesto irónicamente, pero sin saber que era lo que mas quería yo.

Llegamos casi al final de la noche y todavía estábamos ahí, me sentí un poco defraudado, había pensado que ese tipo era un verdadero semental y me estaba dando cuenta que lo único que hacía bien era bailar, además entre el y mi esposa habían tomado una gran cantidad de alcohol, cosa que me daba el indicio que no pasaría nada entre ellos y me quedaría muy caliente.

Por suerte había subestimado al tipo y me di cuenta que mis expectativas de cornudo podían seguir intactas y me percaté de ello cuando fui al baño, estaba orinando y vi que el tipo que puso en el mingitorio de al lado, me miró y me sonrió amigablemente, no pude evitar clavar mi mirada en su miembro, el había hecho deslizar el escroto hacía atrás y dejaba desnuda una cabezota inmensa y redonda, su verga no era larga, aunque la tenía más larga que yo, pero su grosor era impresionante, ahora más que nunca deseaba que se clavara a mi esposa, era el tipo de verga que a ella le gusta, -¡¡te felicito!! Tienes una esposa encantadora – me dijo son rodeos, -gracias, lo sé, me alegra que te guste- le contesté animándome a entablar la conversación, -espero no estés celoso que ella baile conmigo –, - para nada, me gusta verla feliz y me doy cuenta que con vos ella está muy cómoda – le contesté dejando abierta la posibilidad que se anime a decirme algo más –también me siento cómodo con ella, ¿te molesta que sigamos bailando?- me preguntó, - no amigo, ella es la que decide, soy su marido y no su dueño- le contesté, sabiendo que el tipo quería saber hasta dónde podía avanzar – eso es peligroso para ti, me dan ganas de seducirla – me dijo luego de lanzar una gran carcajada, - creo que la estas seduciendo desde que estábamos en el pub – respondí sonriente, - ¿y eso no te molesta? – Me preguntó, -si me molestara no la hubiese traído acá -, - me gusta tu mujer y te digo que si puedo intentaré hacer de todo con ella – me contestó más seguro de sí mismo, - ¡¡creo que tienes todo para lograrlo!! – le dije bajando mi vista a su entrepierna mientas esbozaba una sonrisa cómplice.

Me dispuse a salir del baño, pero antes de abrir la puerta me volví y le pregunte como se llamaba, - Darío! me contestó y salió junto a mí, Patricia estaba esperando en la barra bebiendo Champagne con el amigo de él, llegamos y el la tomo de la cintura llevándola de nuevo a la pista.

Pude ver a Darío mas desenvuelto, vi que su mano se apoyaba en la cintura de mi esposa y suavemente la bajó hasta apoyarla en una de sus nalgas, ella solo atino a mirarme y sonreír graciosamente, estaba todo listo, se estaba dando la noche tal cual lo esperaba, ver a mi esposa en acción, levantándose otro macho delante de mis ojos, me excité y se me paro la pija, no pude bajarla en toda la noche, Darío se tomaba mas libertades a cada minuto, la apretaba contra su cuerpo haciendo que ella sintiera en su vientre el rigor de sus atributos.

Era sencillamente hermoso verla como a medida que pasaba la noche ella iba cambiando de postura, de esposa ejemplar ahora se transformaba en una putita con esa carita de inocente que tanto me calentaba, hasta que por fin y luego de tantos rodeos vi que se besaban, la boca abierta de par en par de mi esposa recibía caliente la lengua de Darío, sus cuerpo trataban de apretarse aún más uno contra otros, la mano de su nuevo amante, que antes había acariciado tímidamente uno de sus glúteos ahora recorría frenéticamente toda la inmensidad de su culo, aferrando con fuerza sus nalgas tratando por momentos de introducirse entre ellas.

-¡¡Ya está amigo!!,¡¡la perdiste!!- me dijo su amigo, -la perdí hoy, mañana volverá a ser mía – le contesté sonríete, -¿son swingers ustedes?- me preguntó, - somos los que se dé en el momento - -solo disfrutamos – le contesté sonriente y tranquilamente.

Eran cerca de las cuatro de la mañana, Darío y Patricia ardían de deseos por coger, vinieron hasta nosotros caminando de la mano, ella estaba excitadísima, la veía agitada y su mirada era la de una felina enfurecida, -¡¡dame las llaves de la camioneta!!- me dijo jadeante, se las entregué admirándola, -¡tomate otro champagne que te esperamos en el estacionamiento!- volvió a decirme, los vi irse, rápido, el la llevaba abrazada por su cintura, recorrí su cuerpo con mis ojos, observé su culo grande y hermoso, su espalda desnuda la hacía más sensual, sabía que dentro de unos minutos el estaría entre sus piernas torneadas acribillándola a vergazos, la veía irse y sabía que estaba ansiosa por sentir la pija de Darío hurguetear dentro de su cuevita.

Bebimos con el amigo de Darío otra botella de Pomery y seguimos charlando de todo lo que estaba ocurriendo esa noche, me encontraba excitado imaginando que Patry a esa altura estaría usando su preciosa boquita para tragarse la tripa de su amante, dos chicas jovencitas se habían acomodado en la barra al lado nuestros, nos miraban y se reían en forma desinhibida, estaban bastante borrachas y insinuaban entregarse a nosotros a cambio de seguir tomando mas alcohol, pero a pesar de la belleza que poseían, no era lo que yo pretendía para mí al menos esa noche, solo quería beber la última copa y correr al estacionamiento para ver como ensartaban a mi esposa.

Salimos con mi nuevo amigo casi una hora después, caminaba despacio tratando de disimular mi desesperación por llegar a la camioneta, no quería que el otro tipo se diera cuanta de mi calentura, le había hecho creer que era algo normal entre mi esposa y yo lo que estaba ocurriendo.

Llegamos y abrí la puerta delantera, ellos se habían acomodado en el asiento trasero, el vestido de Patry estaba enrollado en su cintura, ya había perdido su tanga, Darío apoyado de espaldas contra la puerta, con sus pantalones en los tobillos y sus piernas abierta, observaba jadeante como mi esposa en cuatro y levantando su lulo al cielo, le mamaba la verga que había llegado a su máximo grosor, era tremendo ver como ella hacía esfuerzos para poder rodearla con sus labios, llamé al otro para que viera tan hermoso espectáculo y tímidamente se acerco, le dejé un buen lugar para que pudiera apreciar también el cuerpo de mi amada Patricia.

Los dos empezamos a pajearnos, - ¡¡que boca nena!!, ¡¡me vas a hacer acabar de nuevo!!- dijo Darío, al escuchar eso me di cuenta que ella ya se había tragado su leche con anterioridad a mi llegada. El la quería coger y se lo hizo saber, trataron por todos los medios de hacerlo dentro de la camioneta, pero la inmensidad de su cuerpo le impedía moverse con facilidad, entonces bajaron, mi esposa lo miraba desesperada, se apoyo contra el parante y colocó su pie derecho en el estribo, dejando su conchita depilada a merced de su amante.

Darío se acercó a ella con su gran vergota en la mano y la acomodó en la entrada de la vulva jugosa, no necesito ningún tipo de rodeos, solo empujo e increíblemente su inmensa poronga desapareció dentro de mi esposa, ella sacudía sus cabeza en círculos y jadeaba y gemía y gozaba el bombeo de su semental, yo seguía con mi paja enloquecida y el otro tipo comenzó a tocar las tetas de mi esposa, ella lo miro y aceptó el juego, el tipo empezó a chupárselas mientras Darío seguía haciéndola vibrar de placer.

Vi como ella empezaba a manotear la verga del otro, ahora era ella la que lo pajeaba mientras el mordía sus pezones, ¡¡que cojida y que fiesta le estaba propinando a mi mujercita!!, no podía creer que fuera tan puta esa noche, me gustaba, me excitaba ver como esos dos desconocidos la estaban enfiestando en mis propias narices.

El otro abrió la puerta trasera y se sentó con las piernas afuera, bajando sus pantalones les ofreció cambiar de posición, Patricia se la empezó a chupar inclinándose hacia adelante invitando a Darío que la cogiera desde atrás, el la penetró nuevamente y ahora ella gozaba con las dos vergas, la del otro tipo era más pequeña, pero bastante más grande que la mía.

Los tipos empezaron a reírse entre ellos y hablar de cogerla los dos juntos, -¿queres?- le preguntaron a Patry, - ¡¡siiiiiiiiiiiiiiiii!!- contestó ella en tono de súplica, se sentó encima del otro y se mandó la verga hasta el fondo, Darío le lamía el culo e intento clavarla, pero mi mujercita no aguantaba el dolor que le estaba provocando ese tremendo Falo y giró su cabeza para mirarme, -¡¡papiiiiiiiii, deciles que no, me duele!!-, decidí ayudarla mi esposa y les pedí que fuera al revés.

Darío desistió del intento y ella se dio vueltas, mirando hacia afuera se sentó encima del otro tipo, ella misma le tomo la verga tiesa y se la acomodó en la entrada de su orificio anal, se dejó caer suavemente y esbozo una sonrisa de placer cuando su pija entro limpita, miró a Darío y con un gesto de puta insaciable le dijo -¡¡veni vos ahora!!, ¿no ves como te llama mi concha?, Darío avanzó y se la mandó hasta los huevos, empezaron a sacudirse salvaje y violentamente, ella gritaba de locura y pedía más, se movía enloquecida, acababa constantemente y podía ver como se orinaba con cada orgasmo. Se acudieron alrededor de media hora, hasta que Darío acabó, ¡¡cuanta lechita papiii!!, exclamo ella!!-, el se quedó dentro de mi esposa hasta que la saco flácida, Patry siguió cabalgando sobre el otro mientras yo enloquecido por la calentura empezaba a despedir chorros de semen.

El otro tipo empezó a gritar anunciando su acabada, - hayyyyy, hayyyyy, decía mi esposa, - ¡¡cuanta lechita tenías vos también!!-, dejaron de moverse y mi esposa lo dejó salir de abajo, los dos empezaron a acomodar su ropa, mientras mi esposa se había echado en el asiento a recuperar el aliento, Darío me dio una tarjeta donde figuraba como ubicarlo y luego de darme la mano y felicitarme por la mujer que tenía desaparecieron entre los autos, miré a mi esposa, recostada con sus piernas abierta, de su argolla comenzaban a salir las primeras gotas de esperma regaladas por Darío, ella me miraba y se tocaba como si aún estaría caliente, -¡¡chupame mi amor, quiero verte como chupas la leche de mis machos!!, me dijo mientras se metía dos dedos en su concha, me lancé de cabeza excitado a comerme la concha de mi mujer, mi lengua hurgueteaba su cavidad apoderándose de una gran cantidad de semen aún hirviente, lo tragaba todo y me excitaba la humillación a la que me sometía mi esposa, una vez limpia su argolla hice lo mismo con su culo, metí mi lengua lo máximo que pude y también me tragué la leche del otro, luego ella aferró mis cabellos y obligó a que me levante, acercó su boca la mía y empezó a besarme apasionadamente, -¡¡te amoooo mi amor!!, me dijo,

-¡¡sos lo más maravilloso que conocí!! – volvió a decirme y comenzó a vestirse, llegamos a casa e intente cogerla, pero mientras lo hacía ella se quedó dormida, solo atiné a hacerme otra paja mirando su cuerpo desnudo y delicioso, miré la tarjeta e Darío que descansaba sobre la mesa de luz y pensé que esa noche debería repetirse de nuevo y así lo deseaba.

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