Cronica de mi primera humillacion (2-final)

Continuacion de la cronica

Faltaban diez minutos para la hora de la cita con mi Ama. Conecte el skype y encendí la cam. El plug seguía en mi culo. Me vende los ojos con el pañuelo siguiendo las instrucciones de ella. Estaba aun excitada y empapada después de la cita en el centro comercial.

No sé cuánto tiempo paso cuando de repente oí que me decía:

-Hola puta.

Di un salto en la silla. La única vez, que mi Ama me habló, fue para castigarme.

-Hola Ama –conteste-

-Veo que has seguido mis órdenes, enséñame el plug.

Me levante y gire, subí la falda y saque un poco el culo.

-Ponte de rodillas en la silla –me dijo- quiero verlo mejor.

Lo hice.

-Ahora –prosiguió- Sácalo lentamente.

-Bien –la oí- Límpialo.

Me senté para que pudiera verlo. Comencé pasando la lengua por el plug, luego como si fuera el pene de un hombre lo lamí hasta que me mando parar.

-Te has ganado el derecho de verme, zorra. Quítate el pañuelo.

Lo que vi en la pantalla me gusto y además me excito. Allí estaba mi Ama, mi bella Ama. Una mujer de unos 35 años, con un vestido negro. Me emocione a pesar de mis nervios. Era la primera vez que veía su cara.

-Gracias Ama –balbucee-

Desnúdate, bramó el micro del pc. Como un resorte me puse de pie y me quite el vestido. Luego el bra y finalmente el tanga. Permanecí frente a la cámara, exhibiéndome ante mi Ama. Orgullosa de mi y esperando que ella también se sintiera orgullosa del cuerpo de su sumisa.

-Siéntate frente al pc –ordeno- Sube las piernas y sepáralas.

Lo hice apoyándome en los brazos de la silla.

-Ábrete los labios de tu coño –trono su voz-

Con dos dedos de cada mano, agarre los labios y los separe, abriendo mi vagina para mi Ama.

-Ahora mete un dedo y muévelo.

Me estaba follando con un dedo delante de mi Señora. Mis flujos comenzaron a salir de su cueva que hacía rato que estaba inundada.

Debió ver el brillo ya que me hizo enseñárselo directamente a la cam. Luego me dijo:

-Ahora, mastúrbate para mí.

Comencé a frotar mi clítoris con movimientos circulares. Cuando llevaba un rato, me hizo para y acercar la cámara ya que deseaba ver de cerca mi botón.

Estaba como en un sueño, súper excitada. No la oí la siguiente orden por lo que me la repitió.

-Sigue masturbándote- dijo-

Por supuesto que la obedecí. Estaba suspirando y comencé a gemir. Me iba a correr muy pronto.

Se me vino el mundo encima cuando oí:

-Perra, para y vístete.

-Por favor –comencé a balbucear.

-Obedece puta y date prisa.

Me vestí todo lo rápido que pude. Luego me senté ante la pantalla.

-Eres una perra caliente y eso me gusta –dijo- Pero necesitas contención.

-Si Ama –me atreví a contestar-

-En tu cuerpo solo quiero pelo en la cabeza, así que ya estas quitándote esa ridícula fila de pelillos que tiene en tu coño. Lo quiero completamente depilado ¿entendido?

-Entendido.

Estaba a punto de llorar. No me había dejado correrme y encima llamaba ridículo a mi excitante depilado vaginal y que me gusta tanto.

-Esta noche cenamos juntas. A las diez de la noche me esperas en la puerta del centro comercial.

-Allí estaré Ama –respondí-

Me prepare muy bien, súper arreglada, maquillada, como se que a ella le gusta. Estaba nerviosa y se acrecentó cuando eran ya las 22.10 y mía ama no llegaba.

Suena el teléfono, veo el número, es ella.

-Tienes dos minutos para llegar al baño donde estuvimos esta tarde –dice y cuelga-

Corro hacia allí. Cuando entro en la cabina, veo escrito en la pared quítate las bragas y te espero en tal restaurante.

Vuelvo a correr. Llego fatigada. La veo. Esta sentada en una mesa del fondo. Me acerco y sin levantar la vista me dice que me siente.

-¿Tus bragas? –Pregunta-

-En el bolso –contesto-

Se acerca un camarero.

-Dámelas –dice-

Se las entrego justo cuando llega el mozo. Me pongo colorada. Ella las tiene en la mano, mientras que pide la cena, sin preguntarme. Comeré lo que ha decidido mi Ama, como de ser.

Cuando salimos del restaurante, fuimos en su coche, no me dijo a donde, no hacía falta. Ella mandaba y yo obedecía.

Estaciono el vehículo.

-Desnúdate.

Qué vergüenza, en un coche, en medio de la calle, me quería desnuda. Lo hice.  Era fácil solo llevaba un bra y el ligero vestido de verano.

Cogió mi ropa y se bajo.  Dio la vuelta y abrió la puerta de mi lado.

-Baja -ordeno-

Mi cara debía ser un poema ya que se rio de mi. No quería bajar, pero la segunda  vez que mi vagina rezumo juegos fue como un muelle en el asiento y me levante. Caminamos un poco por la acera y abrió un portal. Entro y yo detrás. Debía ser su casa. Me gusto que me llevara a sus dominios.

En el ascensor hizo que me pusiera de rodillas. Cuando se abrió la puerta salió y me dijo:

-Sígueme a cuatro patas, perra

Era un pasillo un poco largo, con varias puertas. Casi al final estaba su casa. Entramos en un piso de dos dormitorios, salón, cocina y baño.

Se sentó en el sofá.

-Acércate y lame mis pies.

Pensé ponerme en pie, pero me dije, para que si luego me tengo que arrodillar. Pase la lengua por sus delicados dedos, luego por el resto. Me ordeno quitarle las sandalias y seguí lamiendo sus deliciosos pies. Estaba muy excita, lo hacía por primera vez y me sentía bien y deseosa de seguir.

Al rato retiro sus pies y me enseño a sentarme sobre mis talones, me dijo que cuando estuviera de rodillas sin hacer nada debía estar en esa postura, la postura de espera.

Se fue, dejándome sola, de rodillas. No sé cuanto tardo en volver pero se me hizo eterno. Volvió con una copa en la mano.

-Bien zorra –dijo- te voy a dar la oportunidad de que decidas por última vez en tu vida. Quieres seguir adelante o irte a casa y olvidarnos de que nos hemos conocido.

Fui a contestar pero me mando callar.

-Si te vas, serás libre, si sigue adelante serás de mía, como lo es cualquier mueble que hay en la casa o mi coche.  Piensa lo que vas a contestar.

-No tengo que pensar nada –dije- Seré lo que tú quieras que sea.

Me hizo una seña para que me incorporara y me enseño la vivienda. Entramos en su cuarto preferido.

Me explico que estaba insonorizado, vi en las paredes algunos instrumentos, varios no sabía para que servían.

Había un sillón, elevado sobre una tarima, como si fuera un trono. Fue a un armario y saco ropa.

-Ponte esta ropa –dijo-

Vi que había medias, liguero, tanga, bra, una blusa de botones, una falda cortísima que debía dejar ver el culo o casi y unos zapatos todo en negro. Me la puse.

Se acerco y me reviso. Debió quedar satisfecha ya que no hizo ningún comentario. Se sentó en el sillón-trono.

Hablamos un rato de cosas generales y algo de nuestra relación, cosas que yo ya sabía.

De pronto me ordeno desnudarme lo más rápido que pudiera y colocar la ropa sobre una mesa. Controlo el tiempo.

Cuando ya estaba totalmente desnuda y la ropa en su sitio, dijo:

-Has tardado tres minutos y treinta y cinco segundos. Vuelve a vestirte.

Una vez que había terminado, volvió a inspeccionarme.

-Tienes tres minutos para desnudarte como antes lo has hecho, todo igual. Por cada segundo de exceso te daré un azote.

Me desnude lo más rápido que pude mientras ella tenía un cronometro en la mano.

Me pase doce segundos del tiempo. Me sentí mal por no cumplir con la orden y temía los azotes.

Hizo que me tumbara sobre sus rodillas. Paso los dedos por mi vulva, que esta mojada.

Comenzó la azotaina despacio, como recreándose, yo contaba.

El calor en mis nalgas fue aumentando, así como el dolor, aunque no muy excesivo.

Cuando termino, volvió a sobarme la vagina.

-Te ha gustado, perra. Estas más mojada que antes.

Me tiro al suelo y me dio un par de patadas mientras que me llamaba puta.

Mi Ama se desnudo. Me agarro de los tobillos, girándome. Se sento sobre mi cara, dejando su coño junto a mi boca.

-Come –dijo-

No podía creer en mi suerte. A pesar de no cumplir con sus ordenes, me dejaba darle placer. Comencé a lamerle despacio. Estaba empapada y yo más.

Al rato se dio la vuelta, me puso su culo en la cara y sin que me dijera nada seguí comiéndola el coño o el culo, a lo que llegaba, según ella se ponía.

Empezó a masturbarme metiéndome los dedos en mi vagina. De vez en cuando me azotaba los pechos. Sentía una sensación rara pero agradable y muy excitante.

De repente me llego el orgasmo, fuerte, salvaje, como nunca. Joder con mi Ama, que bien lo hacía.

Poco después se corrió en mi boca pringosa de sus jugos. Cuando se aparto me relamía los labios.

Nada mas recuperarse, me agarro del pelo, diciendo como se me ocurría correrme antes que ella. Al mismo tiempo me abofeteaba la cara. No podía responder, pero es que ella tampoco quería que lo hiciera.

Me llevo al centro de la habitación, del techo colgaban unos cordeles con los que ató mi manos, subiendo los brazos.

De la pared cogió una cola de gato. La exhibió ante mí. Me asuste, mi primera azotaina había sido hace un rato y ahora un instrumento diabólico iba a tocar mis carnes.

Comenzó a usar el artilugio, era un dolor no muy fuerte pero que se extendía por mis nalgas, en cada lugar que una cola tocaba, alternaba nalgas con muslos. No sé cuantos fueron pero bastantes, poco a poco mi culo fue ardiendo.

De repente paro y me ordeno separar las piernas. Sentí como las puntas de la cola de gato recorrían mi espalda, pero sin ser azotada. En un momento dado, se demoro  en recorrer mi espalda. De repente sentí siete punzada en mi pubis y labios vaginales, desde atrás y entre mis piernas me azoto en esa zona.

Grite mucho porque fue doloroso, me retorcí según estaba atada y junte mis piernas.

-Separa las piernas, puta –oí que decía mi Ama-

Obedecí, llena de temor ya que sabía lo que me iba suceder. El segundo azote fue más doloroso, volví a gritar, retorcerme y juntar las piernas, saltándoseme las lagrimas.

Esta vez no hablo,  me dio una cachetada en el culo y con sus pies me separo las piernas.

El siguiente azote fue inenarrable, lloraba a lagrima viva, cuando deje de moverme, se acerco y me agarro de la cara.

-Esto pasa cuando no obedeces –me dijo-

Me dejo ata y se fue el cuarto-mazmorra. Sola, con el cuerpo dolorido, lloraba.

Cuando volvió se acerco y me separo las piernas con el gato en la mano. Se fue detrás de mí, ya sabía lo que venía. Hice propósito de no juntar las piernas.

El primer azote lo aguante bien, el segundo, mas fuerte, junte un momento las piernas pero rápidamente las separe y comencé a llorar. El tercero fue terrible, me retorcí y junte las piernas de nuevo, pero inmediatamente las separe.

Se acerco y cogiendo mi cara dijo:

-Parece que la perra aprende.

Luego me beso en la boca y fue recogiendo mis lagrimas con su lengua. Me sentía contenta y feliz por complacer a mi Ama y recoger su recompensa.

Luego me puso un collar de cuero y me desato. Se sentó en su trono.

-Ven como la perra que eres –me ordeno-

Me puse a cuatro patas, dirigiéndome hacia ella.

Al llegar me estaba ofreciendo su delicioso coño. Chorreaba. Lentamente comencé a comerlo, realmente estaba bueno. Fui aumentando el ritmo, ella gemía y de vez en cuando me decía más despacio. Por supuesto que bajaba la velocidad, pero luego la incrementaba lentamente. Seguimos así un buen rato, hasta que no me dijo que frenara. Mi Señora se corrió en mi boca, dándome el gran placer de poder saborear sus jugos y limpiarle toda la zona con mi lengua.

Cuando se recupero del gran orgasmo, se levanto y cogió algo de la pared. Era una cadena de perro que engancho en mi collar y a cuatro patas me llevo hasta un mueble que tenía en la pared. Me hizo poner de pie y dijo:

-Ofrece a tu Ama los agujeros que tienes entre las piernas.

Obedecí, quede con el culo en pompa ofreciéndole mi vagina y ano. Sentí algo frio que caía en mi ano, luego supe que era lubrificante. Con un dedo me lo extendió y por primera vez algo se introdujo en mi culo, su dedo. No era igual que plug, era mejor.

Oí como se alejaba. No me atreví a mirar por si le molestaba.

Volvió con un consolador puesto en su cintura, se ocupo de que lo viera. Supe lo que se proponía y me asusto que algo tan gordo me lo metiera por el culo. Pero estaba super excitada y chorreando.

Penetro mi coño y comenzó a follarme. Pronto me puse muy a tono y viendo que me podía correr en cualquier momento se lo dije. Se paró en seco y con dos dedos comenzó a entrar por mi ano. Evidentemente se corto el próximo orgasmo que se avecinaba.

Lentamente comenzó de nuevo a follarme y sus dedos dieron paso a un consolador en mi culo.

Me llevo tres veces al borde del orgasmo pero se paraba. La cuarta vez si me permitió correrme, nunca lo había hecho de esa manera, fue salvaje y de mi boca salía la palabra gracias, gracias, muchas veces.

Luego agarro la cadena de perro y de rodillas fuimos a su dormitorio. Se acostó mientras que yo seguía en el suelo a cuatro patas.

-¿Satisfecha? –me pregunto-

-Si tu lo estas, si, Ama.

-Lo estoy, puta –me contesto- Como me agradecerías el placer que te he proporcionado.

-Como tú quieras –dije-

-Piensa en algo, pero piénsalo rápido.

Sin pensar, me subí a la cama y comencé a lamerle la vagina, recreándome y despacito como sabia que le gustaba. No sé cuánto tiempo duro la comida, pero lo hice hasta que se corrió y me dolía la boca.

Luego nos bajamos de la cama. Me puso unas pinzas en los pezones, que dolieron lo suyo. Ato mis manos por la espalda y la cadena de perro la ato a una pata de la cama.

-Hora de dormir –dijo-

Se acostó y apago la luz.

Yo estaba incomoda, me iba a costar dormir en esa postura. Pero estaba feliz y por primera vez me sentí, mujer, sumisa, perra y puta.