Crónica de la seducción a una mujer

Hay mujeres que son difíciles de seducir, pero no imposible. Difíciles de contentar, porque no las han sabido tratar y prefieren seguir con su vida soporífera. Solo se ven como ESPOSA, MADRE, TRABAJADORA, ESCLAVA de toda la familia. Seducirla es un reto casi imposible de lograr.

Una de las situaciones más morbosas de mi vida, no digo que sea la mas, solo una de las mas morbosas. Todo se inicia por una serie de carambolas de esas que se dan en la vida. Había vendido dos propiedades que me dejaron mis padres, que no quería hacerlo, pero las ofertas fueron imposibles de rechazar. Una vez vendidas, el dinero estaba parado y en estos tiempos poco producían. Mi amigo de Valencia, el que me gestiono la compra de mi piso, se dedicaba a comprar pisos, los reformaba y los vendía. Me puso en contacto con una inmobiliaria ya que me interesaba comprar para invertir y a ser posible, un lugar nuevo donde vivir, que pudiera reformar al cien por cien y completamente a mi gusto, no solo algún retoque.

Me concertó una entrevista con esa inmobiliaria. Todavía se podía tomar un café en las cafeterías, no las habían cerrado completamente. Preferí quedar tomando un café al aire libre que en unas oficinas. Mi amigo acompañaría a la persona que viniera y nos dejaría tranquilamente. Así ocurrió, venía con una pareja que serían más o menos de la misma edad, muy cordiales y se les veía buenos vendedores. Lo primero que me llamó la atención fue el nombre de la inmobiliaria, porque conocí a alguien que tuvo negocios con ellos. Eso ya podía ser una señal, porque mira que hay inmobiliarias. Traían una idea preconcebida y después de mostrarme pisos muy bonitos, casi todos listos para entrar a vivir, les tuve que aclarar lo que quería. La pareja eran Sergio y Araceli, como dije eran de la misma edad y casi seguro que de la mía. Al rato la que llevaba la voz cantante era Araceli que ya la describiré. “Vemos que no te acaba de gustar nada de lo que te enseñamos. Si quieres nos puedes decir de esta casa me gusta esto, de esta otra me gusta esto… y así nos podemos hacer una idea de lo que quieres”.

Me sonreí, porque es que no me había dejado meter baza, lo hablaban todo entre ellos y usaban una técnica muy buena, para tratar de convencerme de lo que me gustaba y de lo que iba a ser mejor para mí. Lo primero que hicieron fue con mucha sutileza, dar vueltas para sonsacarme si era soltero, casado, si tenía hijos, si iba a vivir solo, acompañado y por fin pude hablar. “Soy soltero, no le deis más vueltas, vivo de momento solo, esta parte zanjada. Lo que quiero es un ático, que sea grande, pero muy grande. Que me gustan los espacios grandes. Buena terraza, con varias plazas de garaje como mínimo tres y en el mismo edificio, nada de plazas cercanas, me da igual que estén en el edificio de al lado. No me importa que necesite una reforma total, porque seguro que se la haré este como este. En buena zona y que tenga portero”

No eran lo que se esperaban y me enseñaron deprisa y corriendo algunos. De todos me interesó ver dos y quedamos al día siguiente para verlos. De los dos uno nada más entrar y ver un par de cosas dije que nos íbamos, porque decían que era ático, pero no teníamos el mismo concepto de lo que es un ático. El otro podía ser aceptable, pero prefería ver alguno más y antes de irnos, los dueños me dejaron claro que si lo compraba, no podría ocuparlo hasta el mes de junio, ya que a ellos les entregaban su nueva casa en esas fechas. Lo que me hizo rechazar la posible compra. Casi todos los días me llamaban para ir a ver uno nuevo. Ya venía solo Araceli, que me daba la sensación que en algún momento había un tonteo por parte de ella, que lo mismo era por ser simpática y pensé que me podía equivocar. Una semana más y con Araceli había un buen rollito, me caía bien, lo que no quería decir que estuviera intentando llevármela al huerto, que no. Incluso comimos juntos dos días.

De nuevo a ver otro ático, estaba muy bien, me tentaba pero no tenía nada más que una plaza de garaje y para coche pequeño, mas bien minúsculo. Por lo que hacía imposible que me interesara. Pasamos junto a una cafetería que hacían un buen café, de los que me gustan y paramos a tomar uno. La vi contrariada y pensé que era por darle otra negativa. Quise animarla.

  • No te pongas triste Araceli, que es que soy muy raro, tengo las ideas claras de lo que quiero y en cuanto lo vea lo sabré. Que no estoy buscando por ningún otro sitio y estoy convencido que tú me encontrarás lo que quiero.

  • Si eso lo sé, si hay un ático en Valencia como el que tú quieres, lo encontraré.

  • ¿Entonces qué es lo que te pasa?

  • Porque tenemos en cartera un ático que lo mismo te interesaría, es mi opinión, que lo tenemos en cartera, pero por unos problemitas todavía no lo ofrecemos.

  • Pues enséñamelo y salimos de dudas.

  • Déjame que hable con mis jefes y mañana te lo digo.

  • Pues no te lo piense, que por verlo no perdemos nada.

Lo dejamos en ese punto y al día siguiente a las nueve de la mañana en punto me llama y me dice que a la hora que me venga bien podemos verlo, porque ya tiene las llaves y la casa está vacía. Me venía fatal, pero por haber insistido me busque un hueco esa mañana y fuimos a verlo. Estaba el portero que nos “intercepto” para saber dónde íbamos. Una vez que Araceli habló con él, nos dejó pasar. De entrada el portal me gustó mucho, como la puerta de entrada de la vivienda, que había una sola, lo que quería decir que solo había un ático, otro punto más, no tener vecinos molestos en la pared de al lado. Araceli no había visto el ático, llevaba las características anotadas. Abrió la puerta y estuvo a punto de salir corriendo. Salió un olor a cerrado que tiraba de espaldas. La vivienda era bastante tétrica, porque no la habían tocado, ni le habían dado una mano de pintura, o mejor decir, no habían cambiado el papel pintado en lustros.

Los techos eran muy altos, otra cosa que me gusta. metros cuadrados había para dar y tomar. Lo que me sorprendió y a ella también fue ver una escalera de madera que indicaba que había otra planta, efectivamente era un ático dúplex. En la parte de arriba Araceli se me quedó mirando cuando de una llave de la luz que había suelta, la termine de soltar y ella no sabía porque lo hacía, simplemente era para ver el tipo de cableado que había. Si era ese había que sustituirlo todo, tampoco me asustaba. Los baños nunca había visto ese tipo de lavabos y tampoco los inodoros. De las bañeras ya ni las describo. Estaba tan mal la vivienda que Araceli quiso que no viéramos más y nos fuéramos. Seguí mirando y tenía varias terrazas de buen tamaño. Las vistas espectaculares y cubrían 360º me había gustado. Bajando le pregunté por el tema del garaje, miró sus papeles y me dijo que si había, cuatro plazas y dos trasteros. Nos acompañó el portero y las plazas estaban juntas y de buen tamaño, lo único que no pude ver eran los trasteros pero el portero que no supo decir los metros, nos orientó diciéndonos que eran como habitaciones normales. No era muy orientativo, pero la verdad que cuando dije lo que quería, no se me ocurrió lo de que hubiera trasteros. Mi intención era irme a mi trabajo, pero como me había interesado la vivienda fuimos a tomar algo.

  • Bien Araceli, me interesa. Ahora quiero saber cuáles son esos “problemitas” según me dijiste.

  • Es una herencia. Son varios hermanos y no se ponen de acuerdo en el precio. Eso sí todos quieren vender.

  • Eso no es problema, prepara una reunión con ellos, donde queráis y nos vemos todos, seguro que llegamos a un acuerdo y vosotros vuestra comisión. ¿Es posible?

  • No te puedo contestar, hablaré con mis jefes que te interesa y a ver que dicen, pero no te he dicho la horquilla que manejan los propietarios.

  • Da igual, sé más o menos lo que cuesta el metro cuadrado en esta zona.

Hacía tiempo que no me ilusionaba tanto por algo y es que según veía el ático, visionaba como podía quedar. Incluso había algún mueble que me interesaría, sobre todo los que había en una habitación que hacía de despacho. No perdí el tiempo y me informe del valor exacto de los pisos en esa zona, contacte con mi amigo y le explique todo, me dijo que se informaría. No tardó en llamarme, porque cuando supo con exactitud de la vivienda que hablaba me dijo… “Carlos es una misión casi imposible. Son tres hermanos y dos hermanas. Que no se ponen de acuerdo, porque aunque dicen llevarse bien, se llevan como el perro y el gato. Como tampoco les va la vida en vender, porque económicamente van bien… pues no venden y llevan más de dos años desde que heredaron”, quise saber algo sobre los hermanos, pero no pudo añadir nada más.

Araceli me llamó para decirme que si me venía bien el sábado a las once de la mañana nos podíamos reunir y quedamos ese día. Avise a Ray para que se viniera conmigo, cuatro ojos ven más que dos y había que observar a cinco personas. Quedé con Araceli a las diez, tomamos un café los dos solos y me informó que estaría su jefe, le pregunté por los hermanos y solo me pudo dar una información de oídas, porque ella no había tratado con ellos, pero sí había oído comentarios de sus jefes. Fui a donde quedé con Ray y nos fuimos a la ubicación de la inmobiliaria. Nada más llegar ya habían dos de los hermanos, presentaciones cordiales y primer problema. Esos dos querían un sitio donde poder fumar. El de la inmobiliaria estuvo rápido, porque hablo con alguien por teléfono y dijo que estaba solucionado. Ya estaban dos de los hermanos, dos cuñados no las hermanas y esperábamos al tercer hermano, o eso creía yo. Llamaron por teléfono y nos fuimos a una cafetería próxima donde había llamado el dueño de la inmobiliaria, porque el hermano que faltaba se retrasaría. Que no era el dueño en sí, porque era una franquicia. Araceli se quedó para esperar a él hermano que faltaba y acompañarlo a la cafetería.

Durante la espera teníamos una conversación de lo más anodina, si llevaba mucho en Valencia… me estaban cayendo un poco gordos, porque hablaban algunas veces entre ellos en valenciano, pensando que no me enteraba de nada, cometiendo una doble falta de respeto, porque entre otras cosas se creían que era tonto. No le di más importancia. Araceli llegó acompañada de una mujer, llamada Genoveva. Al verla y lo digo con todo respeto, era una gordibuena, se quitó la mascarilla y su cara y sigo con todo el respeto, era cara de zorra consumada. Que una cosa es que uno se lleve esa impresión y otra que sea la realidad. El caso que verla y decirme, me la tengo que follar, fue todo uno. No me salían los números o se habían equivocado, porque en teoría faltaba un hermano no una hermana.

Lo que me daba cuenta de que eran un poco machistas en la familia. En vez de acudir las hermanas vinieron los maridos y Genoveva, era la cuñada, ya que el marido tenía algún tipo de indisposición y ella venía en su representación, algo que a nadie le sorprendió por lo que era normal y empezó el “mercadillo” porque todos querían tener la razón y ser el gallo del corral. Ray me miraba sorprendido, le hice una seña de que no dijera nada y la única que no hablaba era Genoveva. El de la inmobiliaria tomó la palabra, logró que cerraran la boca y que escucharan. Le dijo que así no se podía llegar a un entendimiento. Las cantidades que decían cada uno, estaban desajustadas tanto al precio del metro cuadrado como al estado de la vivienda. Entonces hablé yo, me escucharon y les expuse mi oferta y en qué me basaba, les quise hacer ver el mal estado de la vivienda, algo que era más que obvio. Al final les dije la cantidad que ofrecía y que no subía ni un euro más. Les añadí que si aceptaban el lunes podía estar hecha la operación, ya que era sábado y que no se preocuparan que me encargaba del notario. Antes de que se pusieran otra vez a vociferar entre ellos, les dije que me daría una vuelta y en un rato volvería para saber la decisión. Ray no tardó en decirme…

  • Se te han ido los ojos detrás de la Genoveva.

  • Jajaja… como me conoces. Pues sí, la he visto muy morbosa.

  • Que va. Morbosa Elvira. ¿Qué tiene esta tía que no tenga Elvira? No me contestes que ya te lo digo yo, Elvira le da cien mil vueltas a esta.

  • Para gustos y colores no hay reglas.

  • Pero hay gustos que merecen palos, porque mira que está Elvira buena y te fijas en esta, que no es que no esté para follársela, pero si comparas… no hay color.

  • Ray tú tienes tus gustos, yo tengo los míos.

  • Si tus gustos son muy dispares. Porque te han gustado algunas que yo no me hubiera fijado.

  • Por eso tú eres tú y yo soy yo. A ti te gustan altas y esbeltas, vas más a lo físico, yo busco otras cosas además del físico.

Mientras paseábamos y hablábamos a Araceli se le había ocurrido mandarme whatsapp donde me indicaba cómo iba la balanza, empezó con un apoyo y cuatro en contra. Luego dos contra tres y al final cinco a favor y una interrogación. Acabamos de dar el paseo y fuimos con la “amable” familia. Les había gustado saber que todo se podía hacer de forma inmediata. Quisieron poner dos pegas, una que querían una parte del pago en B, algo que rechace de plano. La segunda era que una de las plazas de garaje era del marido de Genoveva por entero. El de la inmobiliaria a mi pregunta del valor que tenían una plaza de garaje en esa zona, lo dio y dije que se restará del total. Con algún disgusto aceptaron, ahora quien tenía que estar de acuerdo era el marido de Genoveva. Quedamos para el lunes a las doce de la mañana en el notario que les dije, siempre y cuando a las nueve tuvieran toda la documentación en él. El de la inmobiliaria dijo que él se encargaba.

Se levantaron y se fueron los cuatro hombres. Pasaron de la cuñada y prácticamente del resto, porque no se molestaron ni en hacer el amago de pagar las consumiciones. El de la inmobiliaria pregunto si queríamos consumir algo mas y sin cortarme le dije que no se preocupara que seguiríamos tomando algo, para resolver lo de la plaza de garaje. El hombre fue listo y acabó marchándose después de pagar, Ray buscó una excusa y se fue también. Había observado a Genoveva desde que se sentó. Mi primera opinión es que era una mujer frágil cuando digo frágil me refiero a que estaba hasta el mismísimo de sus cuñados y por lo que fuera tenía que aguantar, tenía un punto de sumisa y mucha rabia dentro no dolor, pura rabia.

Genoveva casi media el 1,70, melena ondulada, castaña con reflejos cobrizos. Calculo que no más de 45 años. Como dije al principio algún kilito de más, pero que le habían caído en los mejores sitios, pecho y culo. Tenía un negocio que podía ser una farmacia, un estanco, una administración de lotería, una ortopedia… lo digo para que se puedan hacer una idea sin necesidad de decir con exactitud a lo que se dedica, un negocio con puerta a la vía pública. No la note nerviosa ni preocupada, más bien cansada y no físicamente. Casi una hora de conversación, donde saque mis conclusiones y si cuando la vi tenía ganas de follar con ella ahora más. Nos teníamos que ir y antes de que desapareciera, quise quedar con ella el lunes a desayunar o tomar algo a mitad de la mañana. Me respondió que imposible y a petición mía intercambiamos los números de móvil y le dije que el lunes le enviaría un WhatsApp por si había cambiado de opinión. Ni me dijo que sí ni que no, se fue. Calcule a la hora que podría abrir y le envié el WhatsApp, lo recibió, lo leyó y no respondió. A las once de la mañana me contesta… “Es que me es imposible quedar a mitad de la mañana, porque no se si tendremos muchos clientes o no. Al mediodía suelo salir a comer una ensalada, si te viene bien sobre las 14:00 estaré en…” me sonreí y no conteste, pero a esa hora estuve en el sitio. Nos saludamos, me pedí otra ensalada y hablamos de lo divino y lo humano, hasta que ella dio un giro de rumbo total…

  • Me agrada que un hombre como tu quiera tomar algo conmigo, pero sinceramente, si buscas algo más que compartir una ensalada o un café, no pierdas el tiempo conmigo.

  • Jajaja… quien sabe nunca me rindo.

  • Venga ya no me vaciles. Qué puedes querer de una mujer mayor que tú y además con unos kilos de más, que desde que estamos así, he dejado de ir al gimnasio, que no me fio de su seguridad.

  • No eres tan mayor y si has cogido unos kilos, te sientan… muy bien.

  • Jajaja… eso se lo dices a todas, ¿Verdad? porque lo que no entiendo es que estés tirándome los trastos, cuando seguro que tienes chicas de diez revoloteando.

  • Que va, no exageres, que además soy muy raro…

  • Menos lobos, caperucito.

La conversación fue tan fluida, que llamó a su negocio diciendo que llegaría tarde, que si había alguna urgencia que la llamaran. Claro al oír eso me imaginé con ella en mi casa y me debió de leer el pensamiento, porque me dijo… “No te equivoques, vamos a tomar un café y a un sitio público. Que hablar contigo me está sentando mejor que ir a mi sesión en la psicóloga”, aunque rechazaba cualquier acercamiento y se le notaba que lo decía muy en serio, aunque de vez en cuando no podía evitar tener algún coqueteo muy leve. Fui llevando la conversación a mi terreno, sin forzar nada, de tal manera que se encontrara a gusto. Los dos días siguientes compartimos nuevamente ensaladas y cafés. Observe que esos días tuvo cambios sutiles en su forma de vestir, como a todos, le gustaba gustar y ese día llegamos a más en nuestras conversaciones. No dejaba ni un segundo sin intentar ir seduciéndola, no voy a detallar pero no se me daba nada mal y en un momento de la conversación nos adentramos en lo más íntimo y personal.

  • Lo que no entiendo es que se te ve una mujer independiente, inteligente, simpática y te encuentro lánguida, haciendo un esfuerzo constante hasta para sonreír.

  • No te digo que no, si tu supieras…

  • ¿Que tienes una familia para echar a correr y no parar?

  • ¿Por qué dices eso? (Me lo pregunto intrigada)

  • Porque tus cuñados además de machistas son gilipollas y esa combinación es descorazonadora. La duda está en tu marido, que no quiero opinar de él porque no se el tipo de incapacidad que tiene.

  • Jajaja… ¿De verdad que no eres psicólogo? Porque has acertado en todo y la incapacidad de mi marido… que le pesan mucho las pelotas.

  • Jajaja… ¿Cómo?

  • Si, es que es un creativo intelectual y no se lleva con su familia, dejándome a mí todos los marrones, porque si no, no se hace nada. Además de que pasa de todo o eso me dice. De momento pasa de mí.

  • Si es así lo aguantas porque quieres…

  • Hombre, es que no es malo, luego están nuestros hijos, es que es un poco maniático y de ideas fijas.

  • Pues con lo guapa que eres no te faltaran candidatos para ayudarte a sobrellevarlo.

  • Jajaja… ni de coña.

  • Ya será menos. ¿Cómo has llevado este último año?

  • Jajaja… si te refieres, que te veo venir, al sexo, cero sobre cero. Más funesto imposible.

  • No te creo. Porque no se te ve una mujer frígida.

  • Y tú que sabrás, lo mismo. Pero nunca he sido infiel a mi marido.

  • Eso es cuestión de planteárselo… jajaja…

  • Jajaja… mira en confianza y muy en serio. Si tuviera que engañar a mi marido con alguien, sería antes con una mujer que con un hombre.

  • No me digas… ¿Y eso?

  • Pues porque los hombres son muy egoístas y muy torpes. También porque en este año he tenido más de un sueño “especial”. Pero más que el sexo, me preocupa poder volver con seguridad a un gimnasio que no hay manera de quitarme los kilos que he cogido en este año. Que llevo una vida muy sedentaria.

  • Eso tiene fácil solución, poseo un gimnasio en mi casa, que no le falta de nada. Es todo tuyo y me comprometo a ser un buen chico.

  • Jajaja… no me lo creo.

  • De verdad no falta nada en el gimnasio.

  • Jajaja… no me refería a eso, me refería a lo de buen chico. Jajaja…

  • En serio, te lo digo de verdad, si lo intento sería fuera de mi casa.

Al ver que se lo decía en serio, se quedó cortada y pensativa, fue diplomática en su respuesta, me daba la impresión de que quería ser cortés con mi ofrecimiento respondiendo un… “Lo pensare”, salí de ese momento con un par de gracias que le sacaron una sonrisa y la sorpresa me llego estando en casa con un WhatsApp… “Acepto tu proposición y no puedo comer contigo, pero si me das la dirección de tu casa, a las cinco estaré si te viene bien”, me hizo gracia porque era una manera de tener mi dirección y sentirse tal vez más segura. Le conteste dándole mi dirección y diciéndole que a esa hora nos veríamos.

Creo que ha sido la mujer más puntual, incluso lo mismo estuvo esperando para que fuera la hora, porque el portero me avisó a las cinco en punto y Genoveva subió. Llego vestida normal y con una bolsa de deportes muy elegante. Le acompañaban los nervios, se le notaban demasiado. La acompañe a una habitación, le dije que se podía cambiar tranquilamente y que tenía baño también. Como estaba cambiado solo me quedaba esperar y espere entre un cuarto de hora y media hora. Al verla tuve que concentrarme en no tener una erección de caballo. Si le hubiera elegido yo el que ponerse, no lo hubiera elegido mejor. Fuimos a los aparatos y después de hacerle calentar un poco, nos pusimos a hacer cinta, quedando uno enfrente del otro. “¿Para qué quieres la casa que has comprado teniendo esta? Porque si es para impresionar con esta impresionas a cualquiera, aunque por lo que he visto, la has dejado a medio decorar”, algo que me decía todo el mundo, que estaba a medio decorar y era verdad.

Le expliqué que no trataba de impresionar a nadie. Reconocí la falta de terminar la decoración y le explique que con la casa nueva, la voy a hacer totalmente a mi gusto, luego la decoración sería otra cosa. Nuestras miradas estaban pasando a otro nivel. Empezaba a notarse el esfuerzo en Genoveva, algo normal con todo el tiempo que llevaba en modo sedentario. A la cabeza me venía que si era cierto que llevaba todo el COVID-19 sin follar, sería una locura poder seducirla. En nuestra conversación pasábamos de un tema a otro, sin ningún motivo en particular. De cómo había pasado el COVID-19 y no le pude decir mucho porque casi ni me entere. De ahí pasamos a ella y sin anestesia.

  • ¿Entonces es verdad que llevas un año sin nada de sexo?

  • Créetelo porque es verdad.

  • Y tu marido… ¿ Tampoco tiene digamos que necesidades?

  • Lo que le sobre es cabezonería, egoísmo y ser sincero.

  • Pues para no ser malo, le pones… guapo.

  • Lo de cabezonería es porque antes de llegar esto del virus estaba empeñado en que fuéramos a un sitio al que yo no quería ir, para supuestamente me inhibiera un poco, me estuve negando mucho tiempo y cuando estaba por decir si, llegó toda esta mierda. Egoísta porque en algunos aspectos de la pareja va a su aire y lo de sincero… es porque en todo lo es sin fisuras menos en alguna situación personal por la que pasa.

  • Cuanta intriga y ahora… ¿Me toca preguntar qué es lo que le pasa?

  • Que malo que eres…

  • Da igual que me lo imagino.

  • Vamos a ver… ¿Qué es lo que te imaginas?

  • Pues que tiene algún problema o desgana, que no le estar en condiciones del sexo.

  • Que bien lo has dicho, pues si y no es que antes fuera un Nacho Vidal, pero se defendía.

  • No todos podemos ser un Nacho Vidal.

Nos reímos y seguimos con nuestros ejercicios, sabía por su mirada que ya no estaba reacia a tener algo, pero de la misma manera se la veía firme en no pasar esa barrera. Deje la cinta y me fui al banco de musculación, Genoveva quería saber cómo fortalecer más las piernas y glúteos. Le explique el funcionamiento de una máquina que tengo específica para fortalecer los cuádriceps, los isquios y los glúteos. Me hizo caso y se lo tomó con calma, porque de lo contrario no aguantaría ni cinco minutos. Mientras me puse en la jaula a hacer mis ejercicios, deje de mirarla porque me excitaba verla y no quería que se me notara una erección, porque como iba se notaría cualquier cambio. Estaba tumbado en el banco subiendo y bajando la barra con bastantes kilos. En esos momentos mi concentración está al completo en ellos, porque distraerse no es bueno ni seguro. Según iba haciendo el desarrollo, la respiración se me vuelve más profunda y sonora. No estaba pendiente de lo que ella hacía.

Apareció inesperadamente, pasó una de sus piernas por encima del banco y quede entre sus piernas. Aminore el ritmo, la miraba y sin más, acaricio mi polla por encima de la ropa, diciéndome… “Así que… ¿Piensas que esta madurita es atractiva?” mi respuesta estaba en la reacción automática de mi polla, que se puso en milésimas de segundo a tope y ella exclamo… “Uuuummmmm… pues parece que le haces la competencia al Nacho Vidal…”, ya deje la barra en su sitio, pero seguí tumbado mirándola, viendo su cambio de mujer “formal” a mujer “fatal” y me gustaba más esta última imagen. Lo siguiente fue decirme… “UUUFFFFFFF… cuanto tiempo” se sentó sobre mi polla, se agacho y me beso en la boca, un beso caliente y ávido. El beso fue largo y profundo, nos comimos la boca con mucho deseo, como si nos hubiésemos deseado mucho más de lo que creíamos. No dejaba de mover su cuerpo, frotándose con mi polla.

Nos acariciábamos y según lo hacíamos más calientes nos íbamos poniendo. Nos fuimos para mi habitación porque ella me lo pidió, que me la hubiera follado allí mismo. Al entrar y ver tanto espejo, me volvió a mirar como una mujer maliciosa y me decía… “Donde me he metido… con un “pervertido” vicioso… Uuuhhhmmmmmm…” y no tardamos nada en estar desnudos, bueno me quede con el bóxer puesto. Acariciaba sus pechos y sus pezones no podían estar más duros. Como tampoco podía estar más mojado su coñito, cuando se lo toqué se estremeció y me comió la boca de forma muy cachonda. Cuanto más la tocaba más “inquieta” se mostraba y otra vez me acaricio mi polla, pero no la sacaba, la acariciaba con más furor por encima del bóxer. Era tal el furor que, en algunos momentos, me producía algo de dolor. La tranquilizaba para que lo disfrutáramos los dos. Se escabulle y se fue hacia mi polla, bajo el bóxer y la polla casi le da en la cara. No pudo evitarlo, soltó algo así como un… “GUAU…” y a continuación ni se lo pensó, se la metió en la boca, ese fue su punto de inflexión, porque se olvidó de todo lo demás, podía ver su culo en el reflejo del espejo, era un buen culo, un culo para ser disfrutado y sobre todo para hacerlo disfrutar.

Me puse en una posición de que pudiera seguir haciendo lo que me estaba haciendo y yo poder follarla con mis dedos. Tan mojada estaba que contra más rápido metía mis dedos, se producía un sonido excitante. En mi era algo normal lo que hice a continuación, con uno de los dedos bien lubricado en su coñito, fui a por su culito y Genoveva lanzó una protesta que se reiteró al seguir intentándolo. Lo que me dijo a continuación me llamó la atención… “No quiero dejarte, porque después de los dedos querrás… y NOOOOOOO”, eso me dio pie para meterle bien el dedo en el culito, gimió y exclamo… “Me quieres echar a perder, pero ya te aviso que no” e instintivamente le di un azote potente en una de sus nalgas, gimió fuerte diciendo… “Lo que me faltaba…”, no le permití que continuara y me puse a comerle su coñito, había empezado a protestar por quitarla y en el momento que sintió mi lengua, dejo de decir nada o más bien cambio lo que decía por gemidos.

No hay mayor placer y no me canso de decirlo, el sentir como una mujer se abandona al placer, como sentir como con la boca se deshace en ella, como me llenan de placer al inundar mi cara, mis labios, mi lengua y poco a poco, sentir que va llegando ese momento tan especial del orgasmo, en este caso deseado y necesitado. Pude hacer como otras veces, parar y hacérselo eterno, pero no quise, quería que se viniera como si fuera una inundación inevitable. Fue uno de los orgasmos más brutales que mi boca provocó y sintió. Se entregó en cuerpo y alma a su orgasmo, voceo, se quejó con placer, chillo hasta quedarse casi sin respiración y cuando pare, me acerqué y nos miramos, recibí un beso especialmente caluroso. Me daba la sensación de que se había quedado agotada, pero sutilmente abrió las piernas, me puse un preservativo sin dejar de mirarla, ahora sí jugué con mi polla y su coñito, se la pasaba por toda su rajita y hacía especial hincapié en su clítoris.

Me gustaba como levantaba su cintura para provocarme y que se la metiera. Después de un rato “martilleándola” y cuando menos se lo esperaba, le metí solo unos pocos centímetros. Su mirada me lo decía todo y se la fui metiendo poco a poco, con cada centímetro, su boca hacía mil muecas, sus labios se apretaban y su pecho aumentaba. Esta vez no decía nada, se lo estaba aguantando y cuando se la había metido casi hasta la mitad, me pare y pocos segundos después se la metí de un solo empujón. Ahora si… se produjo un leve susurro, un leve gemido que fue en aumento hasta decir un profundo y sonó… “¡SIIIIIIIIII!...” y no paraba de moverse. Le costaba articular algo que quería decirme con mirada fija en mis ojos… “Me has llegado a donde nunca me había llegado nada… AAAAAHHHHHHH… y que caliente la tienes, como me pone AAAAAHHHHHHH…”, no dijo nada más que se pudiera entender, porque solo se le oían gemidos potentes.

Cambien el ritmo y con sus piernas sobre mis hombros, la follaba embistiéndola potentemente. Se movía con mucha soltura y ver su cara, ver el movimiento de esas tetas tan hermosas, me ponían a mil. Estiró sus brazos, me quería abrazar, separe sus piernas y me tumbe sobre ella. Nos besamos con mucha pasión, de forma muy encendida y en ningún momento deje de follarla con potencia, con pasión y desenfrenadamente. Estábamos los dos a punto de corrernos. Genoveva me esperaba a mí y yo la esperaba a ella, hasta que me dijo que ya no se aguantaba más y en cuanto empecé a oírla, me deje llevar y me corrí con ella. Aunque no fue mi corrida más sonora, fue potente y se unió a los gritos de ella. Nos quedamos relajados de momento y me pidió algo fresco, lleve dos refrescos uno para ella y otro para mí. Mientras lo tomamos ella se volvió más sincera en su forma de hablar.

  • Me has quitado las telarañas, jajaja… ha sido un pasada. Te imaginaba un “chulito” de esos que muy buen cuerpo, mucho hablar, pero al final un bluf.

  • Me alegro, porque eso quiere decir que te lo has pasado bien.

  • Más que bien ha sido la caña. Eres una pasada porque le pones una pasión de alucinar, lo que sería follar contigo teniendo sentimientos, seria… (Algo que ya me habían dicho más de una vez, lo de los sentimientos)

  • Puede ser…

  • Ha sido inimaginable y con ese tamaño, me has llegado a sitios desconocidos, jajaja… y ya estabas pensando hacerlo por otro sitio, si casi parecía mi primera vez, de lo que te he notado y lo caliente que se te pone, que eso es un plus de placer.

  • Hacerlo por delante o por detrás es lo mismo y si es cierto que por detrás me gusta mucho. Ves como no se puede renunciar a un hombre por una mujer.

  • Pues que sepas que eso es un sueño redundante que tengo.

  • ¿De verdad? ¿Y por qué no lo has hecho ya?

  • Hacerlo con un hombre es más sencillo, vamos muy fácil. Que siempre alguien lo intenta. Lo que falla o fallaba era mi falta de predisposición, hasta que llegó un zalamero como tú. Con una mujer es mucho más difícil y no ha habido ninguna que lo haya intentado y si lo han intentado no me he enterado.

  • ¿Y cómo es esa mujer en tus sueños?

  • No tiene cara, está muy bien físicamente, es más joven que yo y es su primera vez. Un imposible.

  • Tampoco un imposible, es más fácil de lo que te imaginas.

  • Pisa el suelo con los pies, soy por decírmelo muy sutilmente una mujer madurita, sin experiencia en esas situaciones, porque quiero que lo sepas, solo he estado con dos hombres, desde que estoy con mi marido con nadie y bueno ahora tu eres el tercero. Siempre me han conquistado.

  • También veías imposible hacerlo con un hombre y mira…

  • Si, pero es distinto.

Aunque ella decía de irse ya, no quería dejarla ir, le propuse un baño relajante con hidromasaje. Se puso encima de mí, me beso, me tiro de las orejas y me llamo perverso, por provocar a una mujer casada. me dio un no como respuesta, pero fui al baño, abrí los grifos y empecé a llenar la bañera mientras ella se duchaba. Me metí dentro y deje que el agua me fuera cubriendo, ella al salir me miraba y se reía, diciéndome que no iba a lograr provocarla. Se secaba y evitaba mirarme, me levanté me senté en el borde y le dije que mirara como estaba, tenía una erección extraordinaria, más risas y uno no prolongado pero que prometía. Genoveva con una sonrisa, me dijo… “Solo cinco minutos”, dejó la toalla y se metió conmigo. Lo siguiente que dijo fue… “Que bien se siente, una de estas me hubiera gustado poner en mi casa, pero me metía en una habitación o no había sitio, jajaja…”

En el momento que empecé a acariciar su pierna y su muslo, con poca convicción me decía que no siguiera que me iba a quedar muy mal. Pero no quito mi mano y en cuanto llegue a su coñito, se echó para atrás y se dejó tocar, la masturbaba en silencio, había cerrado los ojos, me gustaba ver su respiración en su pecho, como iba en aumento y esta vez sí, cuando estaba a punto de obtener su deseado orgasmo, quite mi mano. Abrió los ojos de golpe, me fulmino con la mirada y me dijo… “Conmigo no se juega, ya puedes acabar lo que has empezado”, hice que creyese que me había dominado, otra vez mi mano estaba en su coñito y llegó el momento culmen e hice lo mismo, su respiración agitadísima y ella de mala leche. Se puso encima y muy melosa esta vez me susurraba que no la hiciese eso, entonces mientras agarraba sus nalgas y le metía un dedo en su culito, le decía que quien mandaba era yo. No sé lo que iba a decir, pero con la otra mano inicie las caricias en su coñito y entonces ronroneaba. Hasta que por tercera vez pare y ya estaba que se subía por las paredes.

Intente que se diera la vuelta, porque quería follarme su culito, pero no había manera y para ser la primera vez, no quería forzar nada que la molestase. Todo llegaría, porque sabía que nos veríamos alguna vez más. Por lo que continué y le hice tener un orgasmo muy deseado. En su cara le apareció una gran sonrisa y quiso hacer lo mismo, me senté en el borde y después de echarme agua para quitarme la espuma, se puso a hacerme una mamada de lo más excitante, mientras ella no dejaba de tocarse. Necesito pararse más de una vez para no correrse y cuando me llegó mi turno, no le dije nada, tampoco lo habíamos hablado. Si no le gustaba que se corrieran en su boca ya se apartaría. Nos corrimos de nuevo juntos, porque cuando le llenaba la boca ella se corría también. Me dijo que estaba alucinada por mi corrida y no le había molestado, porque no se apartó y lo saboreó bien.

Cogió un colutorio que tengo y se enjuago la boca, luego mirando y sonriendo, me dijo… “Hombre por lo menos hay que disimular y no llegando sabiendo a nada… ya sabes” le ayude a secarse y mientras se secaba, sin perder la sonrisa me decía… “Reconozco que nunca había ido a un gimnasio donde me trataran tan bien y me dieran un trato tan especial, creo que volveré. Bueno si me vuelves a invitar…” como supondréis claro que le dije que siempre que quisiera. Eso sí le especifique que en los próximos días tendría un viaje. Se marchó y antes de hacerlo el pedazo de morreo que me dio, me indicaba que si nos veríamos más de una vez. Pero antes de irse y sin abrir la puerta me dijo… “La verdad que no sé si contárselo a mi marido y tampoco sé cómo podría reaccionar… ¿Que me aconsejarías tu?”, mi respuesta fue inmediata… “Esa decisión solo la tienes que tomar tú. Por mi… si se lo cuentas me parece bien y si no lo haces, me parece igual de bien”.

Cuando se marchó, en lo primero que pensé fue en hacer realidad la fantasía de estar con una mujer. A la cabeza me vinieron dos nombres, de dos mujeres que podían ser las mejores, por un lado Valentina que era muy fogosa, pero lo mismo no reunía los requisitos que Genoveva quería y la otra mujer era, Olga mi vecinita de 19 años. Estaba espectacular, no sabía si había tenido relaciones con otra mujer, pero toda ella era puro vicio, su manera de moverse, de mirar, de hablar y en continua provocación. Físicamente Genoveva no podía poner ninguna pega, un cuerpo perfecto, claro con 19 años como iba a estar, unas tetas que se intuían grandes e envidiables, un culo perfecto y vuelvo a decir, muy buena predisposición, por lo menos a tener algo conmigo. Me pondría manos a la obra.