Crónica de amor en familia 3

De cómo perdí mi virginidad.

Quedé pasmada con su comentario, todo el calentón que había sentido momentos antes se esfumó con unas cuantas palabras.

  • ¡Y yo no quiero perderla con un niño tan estúpido como tú!. – Mis palabras salieron entre sollozos, pues sus comentarios me habían ofendido.

Recogí mi ropa interior y subí a mi cuarto, esa noche lloré hasta que no pude más.

Desperté y noté que algo estaba diferente en mi alcoba, pero no podía identificar que era. Me senté en el filo de la cama y descubrí que algo espeso estaba en mi ano, me removí un poco y tuve una extraña sensación. Me levanté y llevé mis dedos a mi trasero, no traía el calzón que llevaba ayer, era una sustancia espesa, color transparente con algo blanco. La llevé a mi nariz y olía como a cloro, la llevé a mi boca y sabía algo raro, no puedo describir el sabor. Era la primera vez en mi vida que veía semen,  no es necesario ser adivina para saber de qué se trataba. Me metí a la ducha y me arregle para bajar. “Probé el semen de alguien, ¿de quién es? ¿Por qué estaba ahí?” pensé.

Todos estaban en la mesa del comedor desayunando, mi madre y mi hermana me miraron de manera normal, pero mi padre y mi hermano me dirigieron una mirada extraña, algo coqueta de parte de mi padre y algo deprimente por la parte de mi hermano y después se miraron entre ellos. Algo tenían entre manos. ¿De quién era el semen? En realidad me excitaba la situación. Me senté junto con ellos, mi plato estaba servido.

  • Fui a hablarte para que bajaras a desayunar, pero vi que estabas durmiendo muy cómodamente y dejé que durmieras un poco más. – Dijo mi padre.

“Bien, el semen era de él” pensé.

  • ¿Qué tal dormiste? – Preguntó mi hermano.

  • No tan mal.

Fue todo lo que se habló en el desayuno. Me levanté y fui al baño. “Si piensa que soy una puta, ¿por qué no serlo?” Comencé a desvestirme, pues tenía planeado salir y coquetear con alguien para llevarlo a mi casa y tirármelo. Justo cuando estaba completamente desnuda alguien llamó a la puerta.

  • ¿Estás cagando? – Era la voz de mi hermano.

  • No. – Respondí secamente.

Se abrió la puerta de golpe y por mi parte tapé mis pechos con las manos.

  • ¡Pero no te dije que podías entrar, lárgate, tonto!

  • Tranquila, todos salieron. – Dijo mi hermano y comenzó a acercarse a mí. – Tengo algo que enseñarte. – Continuó.

  • Deja me visto.

Levantó mi blusa del suelo y me la aventó.

  • Toma, póntela.

Consideré ridículo pedirle que se saliera para cambiarme así que accedí a ponérmela. Sólo tenía puesta la blusa, el resto de mi cuerpo estaba completamente desnudo. Él me devoraba las piernas con la mirada, pero había algo en su cara que demostraba preocupación.

  • Cuando papá se iba a ir tomé su celular sin que se diera cuenta, pude escuchar lo que hacía en tu cuarto y lo grabó en video, míralo.

Me alargó el celular, yo lo tomé y presté atención al video.

El video comenzaba con mi padre entrando a mi cuarto, me veía tendida en la cama completamente inconsciente, mi falda estaba arriba y se podían ver mis calzones mal acomodados, mi blusa estaba desgarrada y no llevaba sujetador por lo que mis pechos estaban al aire. Mi padre acercó su mano a mis nalgas, comenzó a sobarlas y a lamerlas, me quitó el calzón y comenzó a masturbarse mientras besaba mis tetas, no duró más de un minuto masturbándose y eyaculó en mi culo. Para terminar acercó la cámara a mi rostro y grabó mientras me daba un beso.

Estaba atónita, no hbía sentido nada y no podía creer eso de mi papá, ¿ya lo había hecho antes?

  • Papá me vio cuando salió, me enseñó el video, al principio me pareció buena idea, pero la culpa comenzó a invadirme, perdón por lo de ayer, sé que no eres una puta y te amo, eres hermosa.

Me acarició la mejilla y me dio un largo beso en la boca, cuando se alejó lo alcancé y lo rodeé con mis brazos, no quería estar lejos de él. Comencé a besarlo, necesitaba sentir sus fuertes brazos rodeando mi cuerpo. Tomó mis nalgas con ambas manos y las abrió, sobó mi ano y después mi vagina.

  • perdón por lo de tu camisa, en la tarde te compro una.

Sólo asentí y el me quitó la blusa con cariño, ahora era un hombre diferente, me trataba con amor. Comenzó a besar mis tetas, mientras lamía una sobaba la otra, pellizcaba mi pezón, lo movía y lo zambutía. Se despegó de mis pechos y me levantó, yo me sostenía de la parte trasera de su cuello. Tomó su verga y la arrimó a mi vagina, comenzó a meterlo lentamente. Sentía un gran dolor, pero era más la satisfacción. Comenzó a acelerar el ritmo.

  • ¡Me duele!, ¡Me duele! – Gritaba mientras en mis ojos comenzaban a acumularse lágrimas.

Clavé mis uñas en su espalda y recargué mi cabeza en su hombro, la saliva comenzaba a desbordarse de mi boca, mi hermano me estaba entiendo su enorme verga en mi estrecha vagina, cada vez lo hacía más rápido y cada vez lo disfrutaba más

  • ¡Más rápido mi amor, más rápido!

Me apretó con la suficiente fuerza como para hacer que esbozara un gemido y aumentó la velocidad, ambos estábamos sudando. Tuve un orgasmo, varias partes de mi cuerpo comenzaron a temblar, traté de alejarme de sus brazos, pues sentía muchas cosquillas, pero él me sujetó con fuerza, con una mano tomó mi cabeza y unió nuestros labios. Pude sentir su semen dentro de mí, fue como una explosión. Me dejó con cuidado en el suelo, se sentó a mi lado y me abrazó.

  • Te amo, cabrona. – Me dijo mientras recargaba su cabeza sobre la mía.

  • Yo también te amo, mi amor.