Crónica de amor en familia 2

Segunda parte de esta historia, esta vez narro otra aventura entre mi hermano y yo.

Estábamos mi hermano y yo, frente al coche, sin decir palabra se subió al auto, por lo que yo me subí al asiento del copiloto. En todo el camino no hablamos.  Llegamos a nuestra casa pero ninguno se bajó. Así estuvimos un par de minutos hasta que él habló.

  • ¿Te pusiste calzones?

  • Claro que sí

  • No te creo

  • No es necesario que lo hagas. – Dije mientras abría la puerta.

  • ¿A dónde vas, pendeja? – Dijo mientras sujetó mi brazo con fuerza, demasiada fuerza diría yo.

  • Pues te dije que me trajeras a casa, y ya me voy a meter

  • Demuéstrame que si traes ropa interior primero. – Acarició el brazo que me había sujetado

  • No, no seas caliente. – En realidad yo también ya me estaba calentando.

Tomó mi blusa con ambas manos y la rompió, fue algo que me molestó bastante, por lo cual le lancé un golpe, le di en la nariz y le comenzó a sangrar. Se sujetó la nariz con una mano y con la otra me detuvo para que no me fuera corriendo.

  • ¿Sabes lo que acabas de hacer, estúpida?

Su mirada era intimidante, no pude mantenerla, por lo que sólo bajé la mirada y comencé a llorar.

  • Fue un error hacer lo que hicimos, no es correcto. – Grité mientras agitaba las manos.

Puso en marcha el auto y lo metió a la cochera.

  • ¿Qué haces? – Pregunté, pero el simplemente me ignoró.

Estacionó el auto en la cochera, bajó de éste y lo rodeo hasta llegar a mi puerta, estando ahí la abrió. Trató de forzarme a salir pero yo me resistía, le lancé unas patadas pero las esquivó ágilmente, me tomó de las piernas y me jaló. Caí al suelo golpeándome la cabeza en el filo del auto, me abrió las piernas y me dijo

  • Veo que si traes calzones, y de mi color favorito.

Pegó su nariz en mi panocha y la olió, le dio una lamida a mi ropa interior, yo no pude hacer nada, sólo sostenía mi cabeza, pues me dolía por el golpe, afortunadamente no sangraba. Me levantó y me cargó hasta la sala para lanzarme al sofá. En realidad toda esta violencia me estaba excitando, ya estaba mojada. Acercó su cara a la mía.

  • Cometiste un error, pendeja. – Me dijo entre risas

Mi hermano tenía manchada la nariz y la boca de sangre, al parecer ya no sangraba, pero tampoco había hecho el intento de limpiarse. Lamió mi mejilla un par de veces, pude sentir su calor en mí, yo aún lloraba.

  • Deja de llorar y disfruta, porque si no lo haces voy a violarte.

  • Eres un pendejo. – Le dije mientras le levantaba el dedo.

  • ¿Oh, sí?

Tomó mis piernas y las abrió, me quitó el calzón y metió su dedo en mi ano. Traté de golpearlo de nuevo pero esta vez detuvo mi golpe con la mano que tenía libre, me apretó y comenzó a golpearme en la cara con mi puño. Sacó el dedo de mi ano y se lo metió a la boca, lo lamía y lo disfrutaba.

  • ¿Ves que si te gusta? Estas mojada. – Me dijo con una sonrisa.

  • Comete mi culo. – Le dije y cerré los ojos.

Me lamió el ano de una manera muy deliciosa, metió dos de sus dedos y luego los sacó para ponerlos en mi boca, lamí sus dedos.

  • Cógeme. – Dije entre gemidos

Dejó de lamer y se acercó a mi cara, al parecer su sangre había quedado en mis nalgas porque ya tenía la cara limpia, comenzó a besarme, metía su lengua, yo disfrutaba del sabor de sus besos, me mordió el labio, se alejó de mí y me dijo mientras reía.

  • No quiero perder mi virginidad con una puta.