Crónica de amor en familia 1
Les contaré la historia de amor y sexo en la que se ha visto envuelta mi familia, una historia verdadera donde muchos factores entran en juego, como hacerlo a escondidas, el chantaje, entre otras cosas. A día de hoy recuerdo todo como si hubiese pasado hace unos días.
Hola a todos ustedes, estimados lectores, primero que nada me gustaría describirme a mí y a mi familia, para que puedan imaginar las situaciones con mayor facilidad. Mi nombre es Andrea, soy de piel blanca, tengo 19 años y vivo en un pueblo poco conocido de México. A lo largo de mi humilde, pero feliz vida, me han sobrado pretendientes, pero rechacé a todos exceptuando uno, (del cual les hablaré más adelante) por lo cual me puedo considerar una mujer con buen cuerpo, mis nalgas son redondas, bien definidas y levantaditas, los pantalones me quedan ajustados y todos miran mi delicioso trasero, soy delgada y de pechos no tan grandes, pero no pequeños. Mis manos son pequeñas y uso las uñas cortas, regularmente las pinto de rojo o negro. Mis pies son chiquitos y arqueados, mi hermano dice que son los pies más hermosos que ha visto. Todos dicen que mi cara es bonita, que parezco un ángel, dicen que mis labios seducen y provocan ganas de besarlos, mis ojos son verdes y mi cabello es rubio natural. Mi padre es un hombre atlético, cabello negro y facciones duras, es el más alto de la casa y el más fuerte, es el sueño de muchas mujeres. Mi madre es muy parecida a mí. Yo soy la de en medio, tengo una hermana 2 años menor que yo y un hermano 1 año mayor que yo, él es muy parecido a mi padre, es muy guapo, pero jamás se le ha conocido una novia.
Un día, hace dos años (para entonces era menor de edad) me encontraba en mi recamara, acababa de salir de la ducha, ya había secado mi cuerpo y estaba totalmente desnuda sentada en mi cama mirando el ropero para ver qué me ponía, pues por la noche tenía una fiesta familiar en la cual iría toda mi familia. Se abrió de golpe la puerta, tomé rápido una almohada y la coloqué sobre mis dulces pechos, para cubrirlos de la mirada del que se encontraba en la puerta.
- Oh, disculpa, no sabía que acababas de bañarte. - Dijo mi hermano mientras cerraba la puerta.
Al momento me sonrojé, pero al levantarme me percaté de que estaba mojada, mis mejillas estaban rojas y mis pezones se habían levantado. Estaba excitada y no podía quedarme con la calentura. Tomé una blusa con escote color rosa y me la puse sobre mi piel, sin brasier. Tomé una falta blanca y me la puse sin tanga ni nada, por lo cual no llevaba ropa interior y se me notaban los pezones, levanté la falda hasta que casi se me vieran los cachetitos de las nalgas. Salí en busca de mi hermano, no lo vi por ningún lado así que decidí ir a su habitación. Pude escuchar voces, la puerta estaba entreabierta así que me acerqué para escuchar.
¿Y cómo son sus tetas? - Era la voz de mi padre.
Son redonditas, están bonitas y sus pezones son rosas, está bien buena. - Contestó mi hermano.
¿Te cogerías a tu hermana?
No lo sé pa, está buena, pero no creo que sea correcto.
Ay hijo, si supieras.
Escuché que alguien venía, por lo cual retrocedí unos pasos para que pareciera que iba llegando. Era mi hermano el que salía.
¿Ya estás lista?
Claro, ¿qué ocupabas?
Oh, necesitaba que me prestaras tu portátil, se averió la mía y ocupo consultar unas cosas.
está bien, sígueme.
Lo guié hasta mi cuarto, estando ahí se sentó en mi cama y yo busqué mi computadora, cuando volteé a verlo estaba oliendo mi almohada.
¿Por qué haces eso? - Pregunté mientras le arrebataba la almohada. Pero en realidad eso me estaba excitando bastante.
Lo siento, no sé por qué lo hice. - Respondió mi hermano cabizbajo.
Está bien. - Me giré de golpe lo más rápido que pude, procurando que mi falda se levantara.
Lo logré, mi falda se levantó y dejó ver mis redonditas y vírgenes nalgas, las cuales nadie había visto ni tocado. Mi hermano se puso de pie.
- ¿Por qué no llevas calzones? - Tomó mi brazo y me hizo girar, estábamos cara a cara.
No contesté, sólo lo miré fijamente, el miraba mis labios, se podían ver los deseos que tenía de besarme, podía sentir su calor, su aroma, pude ver como cerraba los ojos y se acercaba lentamente a mi. Yo estaba ya bastante mojada, prácticamente escurrían mis jugos vaginales. Cerré mis ojos y me acerqué un poco, nuestros labios estaban a punto de tocarse, sentía un cosquilleo por todo mi cuerpo, todo era muy lento, y de pronto pasó. Nos unimos en un beso, así estuvimos por un par de segundos, entonces me alejé, pude ver su mirada, el también estaba caliente, el también deseaba cogerme, y yo quería darle mi virginidad, quería que me cojiera toda la noche, quería sentir su verga en mi vagina, en esos momentos pensaba en él sin ropa.
- Pendeja. - Dijo mi hermano.
Tomó mi cara con ambas manos, y fuertemente la pegó con la suya, metió su lengua en la boca, pude sentir el sabor de sus besos, me dejé llevar por el momento y lo empujé hasta la cama, fue un beso largo y apasionado. Puso sus manos en mis nalgas, pero yo las subí hacia mi espalda, hizo el intento de nuevo un par de veces pero me resistí.
Escuchamos el grito de nuestros padres, que nos llamaban para ir a la fiesta, ¿cuánto tiempo había estado besándo a mi hermano? sinceramente no lo sé, pero debo admitir que fue mi segundo beso, el primero fue con un amigo de secundaria. Nos levantamos y acomodé mi pelo.
¿Quieres ver mi verga? - Dijo mi hermano mientras se sobaba el paquete.
No seas tonto. - Le contesté, pero en realidad mentía, ya que deseaba tomar su verga y meterla en mi boca, saborearla, sentirla.
Bueno, sólo decía.
Salió de mi cuarto y yo aprobeché para ponerme ropa interior, bajamos y fuimos a la fiesta, era en un local donde había muchas personas, la mayoría adultos, yo estaba aburrida, me acerqué a mi papi y comencé a hablar con el.
Papi, estoy canzada, ya me quiero ir a la casa.
Espera, todavía falta mucho y no te puedes ir caminando.
Entonces que Ricardo me lleve (Ricardo es mi hermano) en el carro y que se regrese.
No sé, pregúntale a él.
Me dio las llaves, pero yo no sabía manejar, así que busqué a mi hemano en la pista de baile, estaba bailando con una chica no más guapa que yo, así que le enseñé las llaves y le dije que me llevara a casa.
¿De verdad te prestó las llaves?
Si, die que me lleves y regreses
No quiero, estoy bailando.
Me acerqué a su oído y susurré
- Te conviene, putito.
Me miró y no dijo nada, sólo tomó mi mano y me jaló hasta el coche.
Si quieres saber que sucedió después espera la siguiente parte, muy pronto...