Cristina y Marcos/ Obsesión (9/ 12)

Adaptación del "clásico" que a nadie ha dejado indiferente y que ha animado a muchos lectores a escribir su propio final... ahora no es Marcos quien nos cuenta su versión de la historia... ahora alguien diferente nos cuenta cómo vivió toda la historia.

Capítulo 9

Miré el reloj del coche y era la una de la tarde... ¿qué le había pasado a Cristina?... estaba completamente histérica, lloraba desconsoladamente y apenas conseguía articular dos palabras seguidas... yo que apenas acababa de despertarme, no entendía absolutamente nada de lo que me decía o intentaba decirme, así que intenté tranquilizarla como pude y le dije que en media hora estaría en su casa.

Llamé al timbre del portal y cuando llegué a su piso la puerta de entrada ya estaba abierta... entré para encontrarme a Cristina tirada en el sofá hecha un mar de lágrimas mientras gritaba una y otra vez de forma desgarradora diciendo que Marcos se había ido – ¡por fin! – grité en mi interior mientras corría a abrazarla y me senté junto a ella intentando consolarla como podía... la abrazaba con fuerza contra mi pecho y le acariciaba la espalda.

Minutos y minutos en los que ella sólo respondía a mis intentos de consolarla con gritos y más gritos... hasta que desesperada por su actitud y viéndome incapaz de consolarla me separé ligeramente de ella para mirarla a los ojos... le di un beso en la mejilla y acariciándole un brazo entre el hombro y el codo le susurré al oído que tal vez que Marcos se hubiera largado era lo mejor que podía haberle pasado, que no necesitaba a aquel fracasado en su vida para nada... rápidamente se revolvió entre mis brazos separándome de ella y me pegó un tremendo tortazo que me dejó congelada y temblando.

Asustada tras haber recibido aquel fuerte tortazo, retrocedí llevándome una mano a mi mejilla mientras ella empezaba a gritarme que yo tenía la culpa de todo lo que había pasado, que me había aprovechado de que nos conocíamos de toda la vida para manipularla... me defendí como pude de su ataque sin querer hacer demasiada sangre, pues entendí que lo que decía sólo era producto de la frustración de aquel difícil momento que vivía.

Sin embargo, en lugar de callarse mencionó a Marcos y comenzó a insultarme dejándome completamente en estado de shock... no sabía qué decir, y tampoco sé lo que en realidad le dije, aunque creo que también la insulté... entonces sus ataques y sus reproches se volvieron todavía más virulentos, me gritaba culpándome de todo lo que había pasado en su vida desde aquel día que nos confesamos en mi casa, ella borracha y yo drogada, tras haber salido de fiesta, mientras lloraba y lloraba... finalmente reaccioné y gritando más alto que ella, también empecé a atacarla con furia mientras ella me gritaba que me callara una y otra vez... pero yo también estaba desatada y le decía todo lo que se me ocurría, fuera verdad o no.

Hasta que finalmente se levantó de aquel sofá mirándome con unos ojos rojos de ira que me dieron verdadero pavor... entonces sí que me callé por miedo a que volviera a pegarme... levantando las dos manos como pidiéndole calma, acepté mi derrota en aquella discusión y me senté frente a ella mientras la miraba todavía algo asustada.

Agachó la cabeza y volvió a sentarse en el sofá llorando a lágrima viva... de vez en cuando levantaba la cabeza y me fulminaba con la mirada... una y otra vez... hasta que finalmente se recompuso un poco y me miró con auténtico desprecio, como si no fuera más que una bolsa de basura que estaba tirada en medio de la calle...

  • Como Marcos no vuelva te pienso arruinar la vida, como has hecho tú con la mía... ahora lárgate de mi casa, de nuestra casa, para siempre – dijo con tono gélido amenazándome.

  • Cristina ¿mi amor?... era así como te llamaba el cornudo, ¿verdad?... ¿mi amor?... Marcos sólo te pidió una cosa a cambio de su amor, FIDELIDAD... no eches a los demás la culpa de haberlo perdido, cuando no has sabido darle lo único que te pedía – dije buscando hurgar más en la herida y hacerle todo el daño posible en aquel momento, igual que ella había hecho instantes antes conmigo insultándome.

  • ¡TE ARRUINARÉ LA VIDA HIJA DE PUTA! – volvió a gritarme cuando yo ya caminaba hacia la puerta de su casa pensando que lo mejor que podía hacer en aquellos momentos era dejarla sola.

  • ¿Es una amenaza? – le respondí con rabia por la situación, intentando burlarme de ella – tal vez sea yo quien arruine la tuya – dije para luego marcharme de aquella casa dando un tremendo portazo.

La verdad es que a pesar de haberme hecho la dura delante de mi amiga, fue cerrar la puerta de su casa y empezar a llorar yo también de forma desconsolada... nunca había visto a Cristina tan enfadada conmigo desde que la conocía y la veía muy capaz de cumplir con su amenaza de destrozarme la vida... especialmente después de haber visto una cara de ella que desconocía... aquella otra cara de Cristina, que había intimidado a Laura con sólo dos frases en el salón de mi casa la semana anterior, nunca la había visto de aquella manera, ni imaginado que fuera posible.

Ya de vuelta en mi casa estaba muy triste... me esnifé un par de rayas para intentar animarme y me senté en el salón... empecé a pensar en todo lo que había sucedido en casa de Cristina, en cada detalle de aquella estúpida discusión que habíamos tenido por culpa del imbécil de siempre... ¡cómo lo odiaba!... ¡MARCOS!... ¡EL PUTO MARCOS!... ¡SIEMPRE MARCOS!...

¿De qué tenía yo la culpa?... fue ella la que se había llevado a Marcos de putas... fue ella la que quería conocer a Pedro e Inés cuando yo le hablé de ellos y su especial relación de pareja, estaba interesada en saber cómo poder llegar a tener esa misma relación con Marcos... fue ella la había insistido una y otra vez en forzar la situación con Pedro e Inés después de lo sucedido en la playa con Marcos... fue ella la que había dejado que Marcos se fuera sólo a casa el día que salieron a tomar una copa, mientras se quedaba mirando a Pedro con cara de puta, pidiéndole con la mirada que se la follara y no la dejara a medias como había hecho en la playa... fue ella la que se folló a Pedro en su casa pasando olímpicamente durante toda la noche de Marcos, hasta tal punto que se durmió entre ellos y que ni siquiera se enteró hasta que amaneció el día siguiente de que Marcos se había ido de casa... ¿y lo de mis amigos del gimnasio?... ¿también me los había follado yo a todos, día y noche, durante dos días completos?... pero en su versión de los hechos, ella era una santa, era inocente de todo.. y yo era el diablo, la culpable de todos sus males... ¿cómo se podía tener tanta cara?

Y encima me mentía a la cara... casi un año sin pasar un fin de semana con su marido, al que decía que amaba con locura, para irse con Roberto ¿por trabajo?... no se lo creía ni ella, lo que iba era a follar con Roberto todo el fin de semana o con Roberto y el cliente/ clientes de turno... eso si es que era verdad que tenían alguna reunión y no se iban a follar directamente por gusto... si hasta se había hecho el mismo tatuaje en el pubis que tenía Laura y donde podía leerse que era la Puta de Roberto ... ¿también tenía yo la culpa de su historia con Roberto?

¿Y qué coño hacía con Paco todos los miércoles en secreto, y en su casa, a la hora de comer?... ¿jugaban al parchís?... lo que pasó es que se arrepintió de no habérselo follado cuando nos encontramos en aquella discoteca de Córdoba o no se atrevió a hacerlo porque estaba conmigo... puede que incluso ya estuviera liada con Paco antes de aquella noche, recordaba aquella mirada cuando salía del baño y ellos bailaban en la habitación... hasta ella misma me lo dijo de su propia boca el día que la sorprendí en su casa nada más irse Paco – me ha puesto a cuatro patas en ese sofá y me ha follado como una perra mientras le gritaba que quería que me preñara y que me diera por el culo – ¿qué iban a estar haciendo si no?... pero claro, me lo dijo de aquella manera tan brusca y soez confiando en que yo no me lo creyera... y probablemente no me lo hubiese creído, de no haber visto con mis propios ojos que aquel día no era ni la primera, ni la segunda vez que habían quedado solos los dos en su casa.

Quizá me había pasado con lo de los negros porque de eso sí que no tenía ni idea si había pasado... pero entonces, ¿por qué le pidió el teléfono a aquellos chicos el lunes cuando se reunió conmigo en aquel club de intercambios para darme aquel pequeño y sospechoso maletín metálico?... si no me quiero follar a alguien no le pido el teléfono móvil y mucho menos le digo después de que me lo haya dado, que ya le llamaré... ¿qué coño iba a estar haciendo los tres en aquel club en el que me pareció verla el viernes por la noche cuando estaba con mis amigos del gimnasio?... ¿te vas a una sala VIP de un club que la gente frecuenta para follar con desconocidos y no follas?

¡Vamos JODER!... que yo había sido puta en la empresa de Roberto, donde ahora trabajaba Cristina y sabía perfectamente cómo funcionaba todo, a esos clubs no iba a firmar ningún contrato... a esos clubs se iba, en todo caso, después de haber firmado para celebrarlo por todo lo alto – ¡ quiero mucho a Marcos!... ¡Marcos es lo primero!... ¡Marcos es lo más importante de mi vida! – hasta dije aquellas frases en voz alta tratando de imitar su voz y no pudiendo evitar reirme... no se lo creía ni ella... quería mucho a Marcos y en vez de irse a su casa el viernes por la noche a celebrar la firma del contrato que según ella lo resolvía todo... ¿estaba encerrada en una sala VIP de un club donde la gente va a follar acompañada de dos negros y sabe dios de quién más?... ¡qué Roberto ya estaba muerto y enterrado!... hasta yo hubiese podido encontrar una disculpa mejor para seguir con aquella vida... y aunque todavía tuviera alguna excusa el viernes... ¿dónde se había metido el sábado durante todo el día, que no se había enterado hasta el domingo por la mañana que Marcos se había largado de casa?... lo que le pasaba es que se había vuelto tan puta como yo y trataba de ocultármelo... si no lo reconocía, era porque se mentía a sí misma igual que me mentía a mí a la cara, y eso que yo era su supuesta mejor amiga... igual que me mentía cuando me decía que Marcos acabaría aceptando su nuevo concepto de relación abierta... mentiras y más mentiras.

Y por si todo eso fuera poco, cuando el imbécil de Marcos, por fin, se había largado de casa... ¿me echaba la culpa de todo a mí?... si tendría que estar dando palmas por haberse librado del aquel fracasado que no le llegaba ni a la suela de los zapatos... por no valer, según ella, no valía ni para echar un buen polvo... ya no digo que tuviera que darme las gracias, pero por lo menos debería haberse comportado algo mejor conmigo... para aguantar sus insultos y sus acusaciones no me habría molestado ni en contestarle al teléfono, porque después de todo, era ella la que me había llamado llorando... yo sólo fui a su casa a verla preocupada por su llamada.

Y aún así, pasé toda la tarde muy preocupada pensando en Cristina, pensando si sólo debía enviarle un simple mensaje para saber cómo estaba o si por el contrario debía llamarla... entraba en la aplicación de mensajería y empezaba a escribir, pero luego me lo pensaba mejor y me decía que quizá fuera mejor llamarla... el problema era que cuando ya tenía el número marcado no me atrevía a llamarla... y otra vez a escribir en la aplicación de mensajería y borrar a mitad de frase... al final acabé decidiéndome por enviarle un mensaje corto para preguntarle cómo estaba, eso me serviría para valorar el estado de nuestra relación.

¿Me contestaría?... eso sería una buena señal y me indicaría si, como otras veces que nos habíamos enfadado a lo largo de nuestras vidas, acabaría perdonándome... ¿ignoraría mi mensaje?... eso ya sería un poco más preocupante para nuestra relación de amistad después de cómo había terminado nuestra charla en su casa.

Tras enviarle un mensaje, me quedé mirando la pantalla de mi teléfono móvil como hipnotizada esperando una respuesta por su parte... una respuesta que llegó, finalmente, como a las dos horas de haber enviado mi mensaje... la contestación fue un tanto extraña y Cristina me decía, que si quería, nos veríamos a las ocho de la tarde en casa de sus padres.

Cuando llegué a casa de los Sánchez faltaban algunos minutos para la ocho de la tarde, llamé a la puerta con timidez...

  • Hola Gema... ¡qué sorpresa! – me dijo la señora Sánchez bastante arreglada, como si estuviera preparándose para salir a algún lado.

  • Hola... me ha escrito Cristina que me pasara por aquí sobre las ocho de la tarde para verla – respondí.

  • ¡Qué raro!... mi hija no está y tampoco me ha llamado para avisarme de que vendría hoy... de hecho ahora me iba con Esther a cenar fuera... ¿seguro que te ha dicho que iba a estar aquí? – me dijo mirándome confundida – me parece muy raro que Cristina venga a vernos un domingo por la noche... ¿es que ha pasado algo?

  • Marcos se ha ido de casa, creo que va a dejar a Cristina – dije ante la atónita mirada de la madre de mi amiga.

  • ¡¿CÓMO?! – gritó sorprendida – ¿QUÉ HA PASADO?

  • ¿Qué pasa mamá?... ¿por qué gritas? – apareció Esther corriendo, también bastante arreglada, con cara de susto.

  • Esther... Gema dice que Marcos se ha ido de casa de tu hermana y que van a separarse – dijo todavía en shock.

  • Pasa y cierra anda – me dijo Esther abrazando a su madre que parecía muy afectada por la noticia que acababa de recibir y empezaba a llorar.

Unos cinco minutos más tarde, con el ruido que hizo la puerta de aquella casa al abrirse, la señora Sánchez salió corriendo del salón en busca de su hija... la cara de Cristina asustaba, sus ojos completamente rojos demostraban que debía haberse pasado todo el día llorando desde que me fui de su casa... pero en su mirada podía verse un tremendo odio, parecía que venía dispuesta a matar a alguien.

Madre e hija se fueron a la cocina y desde la distancia me pareció entender que Cristina le decía a su madre que estaba totalmente desesperada, que nadie le había contestado a ninguna de las llamadas que había hecho durante todo el día... ni Marcos, ni sus suegros, ni sus cuñados, ni siquiera Paco... no pude evitar reírme al escuchar que había llamado también a Paco... ¿qué le habría preguntado primero?... ¿si quería quedar de nuevo el miércoles para follar o si sabía dónde estaba Marcos?

  • ¿Y a ti qué coño te hace tanta gracia Gema? – me dijo Esther muy seria, en plan borde total, devolviéndome a la realidad.

  • Nada, nada... perdona Esther – dije muy bajito, como intentando que no me dijera nada más por aquella carcajada fuera de lugar.

Tras varios minutos hablando en aquella cocina las palabras desaparecieron y se hizo el silencio total... la madre de Cristina intentaba consolar como podía a su hija, le limpiaba las lágrimas con la yema de sus dedos y asentía con la cabeza cuando Cristina le susurraba algo... tras un rato de silencio, la señora Sánchez salió muy decidida de la cocina...

  • Esther, recoge tus cosas que nos vamos a cenar al restaurante... de hecho ya llegamos tarde – dijo a su otra hija mirando el reloj.

  • Pero mamá... – intentó protestar Esther.

  • Ni mamá, ni nada... ¡nos vamos a cenar que ya llegamos tarde! – le dijo a su hija cogiendo su abrigo del sofá y agarrando su bolso.

  • ¿Y Cristina?... ¿cómo está?... ¿la vamos a dejar sola? – protestó Esther.

  • Cristina necesita estar sola un rato Esther, vamos a dejarle un poco de espacio... cuando llegue tu padre que se ocupe – dijo la señora Sánchez con una sonrisa un tanto fingida por la situación.

Sentada en el sofá, desde donde había presenciado toda la escena, escuché como ambas se despedían de mí y el ruido de la puerta de salida de aquella casa al cerrarse... ¿dónde estaba Cristina?... me levanté y fui camino de la cocina a buscarla... Cristina estaba sentada, codos apoyados sobre la mesa y la cabeza hundida entre las manos.

  • ¿Cómo estás? – le pregunte.

  • ¡GEMA!... si de verdad quieres hacer algo por mí... ¡CIERRA LA PUTA BOCA Y VETE AL SALÓN!... ¡DÉJAME TRANQUILA! – me dijo mirándome con verdadero odio.

  • Bueno... bueno... si necesitas algo... estoy en el salón – dije algo apesadumbrada por la actitud que tenía mi amiga... ¿para qué coño me había llamado?

El silencio en aquella casa sólo fue interrumpido por el sonido del motor de un coche... un par de minutos más tarde Don Rafael Sánchez entraba por la puerta de su casa encontrándome sentada en el sofá del salón de su casa.

  • Buenas noches Gema... ¿qué haces por aquí chiquilla? – me dijo Don Rafael sonriéndome y poniendo a la vez cara de sorpresa.

  • Hola señor Sánchez, he venido con Cristina – respondí a su pregunta.

  • ¿Cristina también está aquí? – preguntó sorprendido – espero que sola, que no haya venido con ese... – dijo Don Rafael mirando a su alrededor sin terminar la frase.

  • … – simplemente le sonreí y negué con la cabeza.

  • Mi mujer creo que iba a salir a cenar hoy con Esther... ¿las habéis visto por aquí? – preguntó.

  • Si señor Sánchez, se han ido hará un cuarto de hora – respondí.

  • Bueno Gema... yo si no te importa voy a irme al despacho que todavía tengo algunos temas importantes de la empresa familiar pendientes de resolver – dijo señalando con su mano una puerta al final del pasillo – como si estuvieras en tu casa.

Don Rafael Sánchez puso rumbo a su despacho dejándome sola en el salón... un par de minutos después apareció Cristina con una expresión en la cara que reflejaba toda su ira...

  • ¿DÓNDE ESTÁ?... ¿DÓNDE ESTÁ ESE HIJO DE LA GRAN PUTA? – me gritó con un tono seco e intimidándome con la mirada.

  • … – ni siquiera tuve valor para contestar de palabra a su pregunta, simplemente apunté con el dedo en dirección a la puerta del despacho, donde acaba de entrar Don Rafael.

  • ¡SÍGUEME! – me ordenó Cristina.

Recorrimos el pasillo... ella con decisión y yo dubitativa, completamente asustada y sin tener ni idea de lo que iba a acontecer en aquel despacho... abrió con violencia la puerta de aquel despacho y una vez dentro me hizo un gesto sin girarse para que me sentara, señalándome uno de los pequeños sillones que había nada más entrar.

  • Cristina hija... estoy al teléfono – dijo Don Rafael tapando con una mano uno de los extremos de aquel antiguo teléfono de su despacho.

  • ¡CUELGA! – le gritó Cristina de forma autoritaria.

  • Cristina hija... esto es un tema importante de la empresa familiar, no puede esperar... si quieres hablar conmigo... ¿por qué no vienes mañana lunes después del trabajo? – dijo Don Rafael.

  • ¡QUE CUELGUES JODER!... no pienso volver a repetírtelo – repitió Cristina de forma aún más autoritaria.

Don Rafael no le hizo ningún caso y continuó la conversación sin prestar más atención a su hija... hasta que Cristina avanzó por el despacho con paso firme y ella misma colgó apretando con su mano sobre el lugar donde se colgaba aquel teléfono.

  • ¡CRISTINA HIJA!... ¿se puede saber qué estás haciendo? – dijo Don Rafael.

  • ¡TE HE DICHO QUE CUELGUES RAFA !... ¿nunca entiendes nada de lo que se te dice? – le dijo manteniendo su mano firme sobre aquel teléfono e impidiendo con ese gesto que su padre pudiera volver a realizar la llamada.

  • ¡Bueno ya está bien hija...! – dijo Don Rafael poniéndose en pie frente a ella.

  • ¡YO YA NO SOY TU HIJA, RAFA ! – le gritó Cristina a un palmo de su cara interrumpiendo a su padre – espero que esta haya sido la última vez que me llamas así, Rafa – le dijo en claro tono amenazante.

Don Rafael observó a su hija plantada de pie frente a él y esbozó una ligera mueca que no supe cómo interpretar... ¿contrariedad?... ¿sorpresa?... ¿enfado?

  • Mira Cristina... tengo un asunto muy importante que resolver ahora mismo de la empresa familiar y no puede esperar... sal por esa puerta antes de que pierda la paciencia – le dijo Rafael con el teléfono en una mano y señalando la puerta con la otra.

  • ¿Y qué vas a hacer si no lo hago Rafa ? – dijo Cristina mirando desafiante a su padre a la cara.

  • ¡CRISTINA JODER!... ¡QUE ESTO ES IMPORTANTE! – gritó Don Rafael intentado apartar la mano de su hija del teléfono.

  • ¡YO SOY LA EMPRESA RAFA ! – le gritó Cristina – lo que tengas que decir sobre la empresa familiar, me lo dices a mí Rafa .

  • ¿PERO QUÉ DICES...? – le gritó Don Rafael.

  • Ahora yo soy la empresa, Rafa ... ¿de verdad piensas que Roberto hacía algo más que firmar los papeles que yo le ponía delante e irse de putas?... ¡qué ingenuo eres, Rafa !... no se los leía ni por encima... cada proyecto, cada cliente, cada transferencia bancaria, cada número de cuenta... cada comisión, cada sobresueldo, cada soborno... cada cena, cada fiesta, cada gramo de droga, cada puta... ¡TODO RAFA !... no sabes la de viernes que me quedé en la empresa cuando empecé, hasta la madrugada, para ir leyendo poco a poco todos los papeles que había en la caja fuerte de Roberto... ni la cerraba, Rafa... tenía prisa por irse de putas, Rafa ... ¡AHORA TODO EN LA EMPRESA FAMILIAR LO CONTROLO YO! – dijo Cristina – ¡YO MANDO RAFA !

  • No sé a qué te refieres Cristina – dijo Don Rafael muy serio.

  • Pues es una pena, Rafa ... lo único que lamento, es que el hijo de puta de Roberto no esté sentado aquí contigo para escucharlo de mi boca... me refiero a que a partir de ahora mismo ya no soy Cristina, Rafa ... a partir de ahora mismo soy el miembro más fuerte de la todopoderosa familia Sánchez, la familia que controla Granada, Rafa ... la señora Sánchez Sánchez, Rafa ... orgullosa además de llevar dos veces el apellido de mi madre y sólo lamentando que uno de esos apellidos coincida con el tuyo... ¡CABRÓN! – le gritó con rabia a Don Rafael a un palmo de su cara mientras le miraba a los ojos desafiándolo.

  • Cristina... hija... – dijo Don Rafael intentando suavizar el tono de su hija.

  • ¡TE HE DICHO QUE NO ME LLAMES HIJA!... ¡TÚ Y YO YA NO SOMOS FAMILIA CABRÓN! – le gritó Cristina de nuevo a un palmo de su cara.

  • ¿Y qué quieres niña ? – preguntó Don Rafael en un tono un tanto burlón con una sonrisa en la cara.

  • ¡GANAR RAFA !... ¡GANAR!... ¡UN SÁNCHEZ SIEMPRE GANA! – le gritó Cristina – tú lo decías constantemente... ¿ya no te acuerdas, Rafa ?

  • ¿GANAR?... JAJAJAJA... ¡¿GANAR?!... Cristina, niña , para ganar en este mundo hay que tener todas las cartas – dijo nuevamente Don Rafael en tono claramente de burla.

  • Ya tengo todas las cartas excelentísimo HIJO DE PUTA llamado Rafael Sánchez... ¿negociamos cabrón? – fue la respuesta que obtuvo Don Rafael.

¿Aquella era mi amiga Cristina?... hablando con una chulería a su padre que no le había visto nunca... insultándolo a gritos a un palmo de su misma cara... desafiándolo con cada frase que le decía... llamándolo todo el tiempo Rafa con un tono tremendamente despectivo... con la boca abierta vi como Cristina se sentaba tranquilamente frente a su padre sin pedirle permiso mientras ambos se miraban con gesto desafiante... ¿de verdad eran padre e hija?... porque aquello tenía pinta de que iba a convertirse en la madre de todas las batallas...