Cristina y Marcos/ Obsesión (8/ 12)
Adaptación del "clásico" que a nadie ha dejado indiferente y que ha animado a muchos lectores a escribir su propio final... ahora no es Marcos quien nos cuenta su versión de la historia... ahora alguien diferente nos cuenta cómo vivió toda la historia.
Capítulo 8
¿Qué te pasa Cristina? – pregunté agarrando su mano muy preocupada por ella en cuanto nos sentamos en aquella cafetería.
Mi matrimonio se hunde... se cae a pedazos Gema... se rompe ya por completo – me dijo con lágrimas en los ojos.
¡Ya era hora Cristina! – dije con una gran sonrisa interior de triunfo.
¡GEMA JODER!... ¿por una PUTA VEZ EN TU VIDA podrías comportarte como un ser humano?... ¡UNA PUTA VEZ!... ¿es mucho pedir Gema? – me dijo Cristina con una mirada que me congeló la sangre.
Perdona... sabes que nunca me gustó Marcos – intenté justificarme.
Eso ya lo tengo más que claro... pero, ¿no puedes por una vez olvidarte Marcos y escuchar lo que te estoy diciendo?... ¡UNA VEZ GEMA!... ¡UNA PUTA VEZ! – me rogó con el dedo índice levantado.
¿Me estaba poniendo a prueba?... pero si Marcos era lo peor que nos había pasado en la vida a ambas... ¿es que de verdad no se daba cuenta de eso?... pero por una vez haría un esfuerzo por mi amiga.
Está bien Cristina... te escucho... ¿qué ha pasado?... ayer me dejaste muy preocupada cuando me colgaste y luego cuando te llamaba, una y otra vez, no me contestabas.
Perdona Gema... ayer tuvimos una pelea muy fuerte... creo que nunca nos hemos peleado así desde que nos conocemos... me iba a ir de casa Gema, me iba a ir y dejarlo sólo... cada vez que lo pienso me dan ganas de llorar... ¿a dónde voy a ir sin él Gema?... ¿a dónde?... ¿qué haría si no estuviera en mi vida? – se lamentaba mientras las lágrimas recorrían su rostro.
Mejor no te contesto a ninguna de esas preguntas Cristina – no me atreví a decirle que estaría mejor sin Marcos, eso tendría que quedar para otra conversación – ¿por qué me llamaste Laura? – pregunté curiosa.
Quería irme de casa y no tenía donde ir... tú fuiste la primera persona que se me ocurrió llamar, pero tampoco quería echarle más leña al fuego Gema... tienes que reconocer que no eres la mejor compañía para una mujer casada... y Marcos lo sabe – me dijo sonriendo con tristeza intentando secarse las lágrimas.
En eso vas a tener razón... jajajaja... ¿y por qué os peleasteis? – pregunté.
Marcos quiere que nos vayamos a vivir a Barcelona, que empecemos allí de cero juntos... incluso ha encontrado trabajo para los dos como arquitectos en un estudio – dijo con pena.
Y tú no quieres ir con él... ¿verdad?... ¿ese es el problema? – pregunté.
Claro que quiero ir con él Gema... Marcos es lo primero, lo más importante de mi vida y se lo recuerdo siempre... ¡CADA DÍA!... pero ahora no puedo, no puedo... necesito un poco más de tiempo... sólo un poco – dijo Cristina volviendo a derramar lágrimas.
¿Tiempo para qué? – pregunté.
Es muy muy largo de contar Gema... pero no puedo dejarlo todo ahora que ya lo tengo casi en las manos y marcharme a Barcelona con Marcos aunque lo desee – dijo contrariada.
¿Y por qué no os separáis un tiempo?... que él acepte el trabajo y se vaya a Barcelona... tú solucionas tus asuntos aquí en Granada y luego le acompañas – le dije... si te dejo pensé para mí.
Gema... si Marcos se va a Barcelona lo pierdo para siempre... no me esperará mucho más tiempo... incluso aquí, con los dos juntos en Granada el tiempo se me acaba... hace meses que tiene una amiguita... por eso ya no va nunca al pueblo a ver a sus padres – dijo para mi sorpresa.
¡NO JODAS!... ¡MENUDO CABRÓN! – dije sorprendida... a ver si iba a resultar que en el fondo Marcos no era tan imbécil como yo pensaba – ¿por eso llorabas en todos aquellos desayunos?
SÍ Gema... lloraba en aquellos desayunos cuando la veía los domingos irse de nuestra casa – dijo con tremenda tristeza.
¿Encima en vuestra propia casa?... ¡MENUDO HIJO DE PUTA!... ¡DÉJALO CRISTINA!... ¡DIVÓRCIATE DE ÉL!... te irá mucho mejor en la vida sin él, no lo necesitas para nada – dije abrazando a mi amiga.
No le culpo Gema... en verdad que no le culpo... sé que todo es por mi culpa, pero me da rabia... hace demasiados meses que no intimamos, que ni siquiera dormimos en la misma cama... prácticamente somos un par de desconocidos que sólo comparten casa.
¿Es por el tatuaje? – pregunté.
El tema del tatuaje ya está solucionado aunque él no lo sepa... el verdadero problema es que pasa demasiado tiempo sólo en casa sin que yo pueda estar a su lado... ¿sabes que hace más de diez meses que no he pasado un sólo fin de semana completo en casa junto a Marcos? – me dijo con resignación.
¿Y dónde te metes Cristina? – pregunté preocupada – ¿por qué nunca me has contado nada de todo esto?
Trabajo Gema... siempre trabajo... – dijo sin querer precisar más el asunto.
¿Tienes problemas en el trabajo? – pregunté de forma ingenua sabiendo la respuesta... Roberto más el tatuaje que le había visto en Córdoba, era lo mismo que decir que dos más dos son cuatro.
Los problemas ya están casi solucionados... Laura está de vacaciones... veo la luz al final del túnel... la cuestión es que no creo que Marcos esté a la salida del túnel esperándome cuando salga – dijo poniéndose a llorar de nuevo – ayer nos dijimos cosas terribles... terribles Gema... no te lo puedes llegar a imaginar lo que salió de nuestras bocas... puede que según su punto de vista tuviera razón en muchas cosas de las que decía, pero no me callé la boca y me dejé llevar por el calor de la discusión, mi enfado y mi decepción por su comportamiento... fui a hacerle daño, a herirle en su orgullo de hombre, a humillarle... nunca he humillado o pretendido humillar mi marido Gema... ¡NUNCA!... pero ayer lo hice... ayer me arrepentía de cada palabra que le decía nada más salir de mi boca y no me callaba Gema... no me callaba – dijo abrazándome muy fuerte hecha un mar de lágrimas.
¿Y qué vas a hacer Cristina? – pregunté mientras la abrazaba.
Rezar Gema, sólo me queda rezar... sé que el camino que elegí era muy peligroso para mi matrimonio, pero ahora no hay marcha atrás, abandonar una vez empezado todo nunca fue una opción... pero me prometió que me apoyaría siempre a pesar de todo, que siempre me esperaría, que siempre estaría ahí para mí... sin hacer preguntas... sé que suena demasiado egoísta, en realidad sé que es muy egoísta... pero merecerá la pena, cuando todo termine nos merecerá la pena – decía mi amiga.
¿Y por qué no hablas con él?... ¡explícaselo todo! – le dije a Cristina.
Ya es muy tarde Gema... me dijo que nunca haría las preguntas y yo nunca le di las respuestas... ahora ya es muy tarde para todos esos formalismos... nunca lo entendería, aunque se lo intentara explicar sé que no lo entendería... contárselo todo ahora sólo empeoraría las cosas, nunca me perdonaría... tampoco queda tiempo... todo se acaba, el momento está llegando... dos semanas, como máximo tres... luego todo se arreglará... volverá a salir el sol para nosotros – decía mientras seguía llorando desconsoladamente.
Son tres semanas Cristina... pasan volando – dije intentando calmarla, muerta de rabia al ver el mismo panorama de siempre... ¡MARCOS!... ¡EL PUTO MARCOS!... ¡SIEMPRE MARCOS!...
¡GEMA!... no creo que a mi matrimonio le queden esas tres semanas... ¿es que no lo entiendes? – me preguntó mi amiga sacudiéndome con fuerza mientras me agarraba por los hombros.
Acepto, pero no consiento... tú me dijiste que te dijo eso Cristina... con esas palabras Marcos sólo te pedía que recapacitaras y le dieras fidelidad... ¿se la has dado? – pregunté a mi amiga.
Y me equivoqué... yo tampoco quería esto... tuve que consentir, pero nunca lo acepté Gema... ¡NUNCA LO ACEPTÉ!... por eso elegí este camino... sé que todo ha ido demasiado lejos... pero era el mal menor, he hecho todo esto por no humillar a mi marido como le prometí... yo también me estoy sacrificando por la felicidad de mi matrimonio – dijo Cristina desesperada.
¿Follando con Roberto todos los fines de semana?... ¿es eso lo que de verdad haces y no me has contado? – pregunté con rabia.
¡MUCHAS GRACIAS GEMA! – me dijo mi amiga soltándose de repente de mi abrazo – me voy a trabajar...
Pero Cristina... ¿qué te pasa? – pregunté confundida.
¡GEMA!... como siempre que hablo contigo de algo serio, parece que no te has enterado de nada... nunca he estado hablando de sexo – dijo Cristina levantándose y yéndose a trabajar.
Fueron pasando los días sin noticias de Cristina y llegó aquel viernes, recuerdo hasta la fecha, treinta de julio... era temprano, alrededor de las ocho y media de la mañana... recuerdo la hora porque todavía no me había acostado... supongo que Cristina iría de camino al trabajo cuando de repente, recibí una extraña cadena de mensajes en mi teléfono móvil.
Laura lo ha descubierto todo y quiere verme... le he dicho que estaba en tu casa... voy para allá lo más rápido que pueda... Gema, por lo que más quieras, no puedes dejar que llame a Roberto... tampoco puedes dejar que se vaya hasta que yo llegue a tu casa... si todo esto sale bien, mañana sábado se acaba todo... pero Roberto no puede enterarse ahora... por favor Gema, sin preguntas... ¡HAZ LO QUE SEA NECESARIO!... cuando llegue yo a tu casa, se lo aclararé todo a Laura... pero tienes que retenerla ahí como sea hasta que yo llegue... y tienes que impedir que hable por teléfono con Roberto
No entendí absolutamente nada de lo que me decía mi amiga, estaba muy confundida... así que, en lugar de responder sus mensajes, decidí llamarla a su teléfono móvil para saber qué pasaba...
Hola Gema – contestó mi amiga.
¿Qué está pasando Cristina?... ¿qué va a pasar el sábado?... ¿por qué no me dejas acompañarte el sábado y me lo explicas todo? – tenía tantas preguntas que hacerle.
¿Este sábado?... imposible – respondía mi amiga.
¿Qué pasa con Laura?... ¿tengo que hacer cualquier cosa para retenerla aquí hasta que tú llegues?... ¿cualquier cosa? – pregunté confundida.
Sí, ya sabes – respondió Cristina con una sonrisa desde el otro lado.
¿Y cuándo me cuentas todo con todos los detalles? – pregunté a mi amiga.
Te llamo el lunes y quedamos para cenar, un beso – se despidió Cristina antes de colgar.
Nada más colgar sonaba el timbre de la puerta... Laura llegó a mi casa y cuando le abrí la puerta entró hecha un auténtico torbellino dando voces...
¡¿Dónde está Gema?!... ¡¿dónde está esa hija de puta que lo ha puesto todo patas arriba?!... ¡¿DÓNDE?! – gritaba Laura fuera de sí, recorriendo toda la casa buscando a Cristina como si estuviera desesperada.
La única hija de puta que veo yo aquí Laura, la tengo justo delante – le respondí con una sonrisa burlona.
- Gemita ... hoy no estoy para tus tonterías, esto es demasiado grave... ¡¿dónde demonios está Cristina?! – me volvió a gritar Laura.
- Tranquila Laura... Cristina estará aquí de un momento a otro, ya ha salido de su casa... siéntate que te voy a traer algo para que tomes mientras esperas... ¿quieres un café? – le dije señalando el sofá.
Pareció tranquilizarse ligeramente cuando le dije que Cristina llegaría de un momento a otro... se sentó aún bastante nerviosa en el sofá y aproveché su estado de nerviosismo para cogerle el bolso que había dejado a su lado e irme a la cocina para preparale un café.
Diez minutos después de la llegada de Laura, apareció Cristina en la puerta de mi casa... venía en taxi...
¡¿Qué coño has hecho Cristina?! – le gritó Laura como loca poniéndose de pie como un resorte.
Buenos días a ti también Laurita ... ¿qué tal tus vacaciones? – dijo Cristina con claro tono de ironía mientras se sentaba con una tranquilidad pasmosa en uno de los sillones frente a ella – ¿no te lo has pasado bien de vacaciones que has regresado al trabajo un par de días antes?... ¿vuelves con las pilas cargadas y con ganas de convertirte en la perra de tu nueva ama?
¡¿Qué coño has hecho este último mes Cristina?! – le gritó de nuevo Laura.
¿Cristina? – dijo Cristina negando con la cabeza – desde ahora para ti Laurita señora Sánchez Sánchez... o si lo prefieres Laurita , señora de Ruiz Ramos – le dijo en tono imperativo.
Está bien señora Sánchez – dijo Laura sentándose de nuevo en el sofá y agachando la cabeza.
Me quedé alucinada... el comportamiento de Laura había cambiado con una sola frase de Cristina y ya no sólo no gritaba, esperaba con atención instrucciones y hablaba muy bajito, como si temiera algo...
La política de la familia Sánchez ha cambiado mientras tú estabas de vacaciones Laurita ... ahora ya no necesitamos jugar teniendo todas las cartas, como solía decir mi padre Rafael... ahora nos regimos por algo tan simple como una moneda... con una cara, que representa los actos de cada uno... pero también con una cruz, que representa las consecuencias de esos actos... ¿lo entiendes Laurita ?... ¡no te oigo Laurita ! – dijo Cristina.
Sí señora Sánchez – dijo Laura muy bajito ante mi total desconcierto.
Este último año la moneda mostraba su cara a los demás... se han reído mucho, casi todos en la empresa familiar, de Cristina y su marido... pero la moneda ya ha girado Laurita... ahora ya no muestra cara, ahora muestra cruz... una enorme cruz... es el momento de que cada uno pague las consecuencias de todos sus actos... ¿lo entiendes Laurita ? – preguntó Cristina de nuevo.
Sí señora Sánchez – repitió Laura muy bajito ante mi total desconcierto.
Siempre has sido una mujer tremendamente inteligente Laurita ... por eso estás aquí sentada frente a mí ahora mismo, porque lo has descubierto todo antes de que pasara aunque ya no puedas evitarlo... también eres la única persona con poder en la empresa que siempre me ha tratado bien y me ha respetado desde que empezó todo... nunca te has aprovechado de las circunstancias... entiendo que estés preocupada, pero tú nunca has sido la persona contra la que quería luchar... a pesar de lo que puedas pensar, a ti te interesa tanto como a mí que hoy se firme finalmente contrato... ¿lo entiendes Laurita ? – preguntó Cristina por tercera vez.
Sí señora Sánchez – repitió Laura mientras yo seguía sin entender nada.
Actos y consecuencias Laurita ... Gema te va a traer el bolso donde tienes tu teléfono móvil... puedes dejarlo donde está, salir por esa puerta y seguir con tu vida con toda normalidad, como si no pasara nada... o puedes sacarlo para llamar a Roberto y decirle lo que pasará si hoy se firma ese contrato... no cambiará el resultado, ya debes saber que todo está atado y bien atado, sólo retrasaras lo inevitable... pero quizá no te convenga tanto elegir esa segunda opción y hacerme perder la paciencia... la decisión es sólo tuya Laurita ... tú decides tu propio futuro Laurita , ese privilegio te lo has ganado durante todo este tiempo con tus actos – dijo Cristina.
Gracias señora Sánchez... ya lo he entendido, el teléfono móvil seguirá en mi bolso hasta nueva orden de usted... tenemos un pacto – dijo Laura.
Perfecto... ¿sabes Laurita ?... nunca nos hemos llevado demasiado bien, se puede decir incluso que éramos enemigas... pero eso ha sido porque siempre te consideré una amenaza... dejando eso a un lado, te admiro mucho y también envidio tu tremenda inteligencia... en otras circunstancias, creo que hubiésemos podido ser muy buenas amigas – dijo Cristina dándole la mano como despedida.
¿Qué significa todo esto Cristina? – pregunté sin que mi amiga mebprestara la menor atención.
En cuanto Laura se fue Cristina sacó su teléfono móvil y empezó a escribir olvidándose por completo de que yo estaba alli...
¿A quién le escribes Cristina? – pregunté.
A Marcos... estaba muy raro esta mañana... muy muy raro Gema – dijo mi amiga mientras escribía y un par de lágrimas comenzaban a deslizarse por sus mejillas.
Una ligera sonrisa apareció en su rostro, pese a las lágrimas, tras recibir una respuesta a su mensaje.
¡GRACIAS A DIOS! – susurró mirando hacia arriba.
¿Qué pasa Cristina?... ¿te ha contestado? – pregunté mirándola con expectación.
Le he dicho que si quería que hablásemos hoy y se ha negado... me dice que hablaremos el domingo, sólo espero que esté en casa el domingo por la mañana, cuando todo esto haya terminado.
¿Cristina?... ¿qué ha pasado en este salón con Laura?... ¿por qué le has dicho todo eso de que en otras circunstancias hubieseis sido muy buenas amigas? – pregunté confundida esperando esta vez una respuesta.
Laura fue la novia de Marcos gran parte del instituto Gema... su primer gran amor... sin embargo, por alguna razón se separaron justo antes de empezar a la universidad... cuando ella volvió tras el primer curso intentó de todas las maneras posibles reconquistar a Marcos sin conseguirlo – dijo Cristina para mi sorpresa – sin embargo, Marcos nunca me ha querido hablar o explicar nada de ese tema... ni siquiera Paco sabe con certeza qué pasó entre ellos.
¿Y todo lo demás? – pregunté.
¡JAQUE MATE GEMA!... ¡JAQUE MATE!... en cuanto se firme hoy ese contrato, esos hijos de puta son todos míos, se van a enterar de quién es Cristina Sánchez Sánchez – dijo con rabia mientras apretaba los puños.
¿Qué contrato? – pregunté confundida.
Gema... lo siento, pero voy a llegar tarde – dijo mirando su reloj – ya son más de las diez y cuarto... la reunión empieza a las once.
Cristina se fue y aunque lo intenté, no respondió a ninguna de mis llamadas para intentar preguntarle qué demonios estaba pasando... no fue hasta el sábado a media tarde cuando me enteré que habían asesinado a Roberto... cuando llegué a la sala del tanatorio nadie de la familia Sánchez parecía especialmente triste por lo que lenhabía pasado a Roberto... bueno, quizá un poco el patriarca de la familia, Don Rafael Sánchez... sin embargo, no conseguí encontrar a Cristina entre la gente por ningún lado, hasta que finalmente pregunté y me dijeron que estaba en la cafetería.
Fue desolador verla allí sentada sola en una mesa y completamente abatida, con los ojos completamente rojos de haber estado llorando... casi parecía que ella era la que se había quedado viuda y no su hermana Esther... pedí dos cafés al camarero y me senté con ella en su mesa.
¿Qué te pasa Cristina?... casi pareces tú la viuda – dije agarrando su mano.
Otra semana y nada Gema... no se ha firmado... todo esto debería haberse terminado hoy... a esta hora... – dijo mirando el reloj y rompiendo a llorar de nuevo – ya debería estar todo firmado... mañana debería empezar mi nueva vida con Marcos... si es que todavía está en casa esperándome para comenzarla juntos – dijo mientras dos nuevas lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.
Tranquila Cristina... todo se solucionará – le dije intentando consolarla mientras pensaba todo lo contrario... ¿para qué quería solucionar los problemas de su matrimonio?... cuanto antes se fuera Marcos mucho mejor, primero conseguiría ser verdaderamente feliz.
No lo entiendes Gema... en Agosto la gente se va de vacaciones y necesito que se firme definitivamente ese contrato ya... ¡no puedo esperar a que llegue septiembre!... ¡no me queda tiempo con Marcos!... ¡mi matrimonio se muere Gema! – dijo con mucha rabia.
Miré al techo desesperada... ¡MARCOS!... ¡EL PUTO MARCOS!... ¡SIEMPRE MARCOS!... por cierto, ¿dónde estaba el muy imbécil?, no lo había visto por ningún lado.
Ahora que lo mencionas Cristina... ¿dónde coño está?... no lo he visto por ningún lado – dije.
¡Dios! – suspiró Cristina mientras se le escapaba otra lágrima – espero que este en casa... ayer me tuvieron todo el día en la puta comisaria para tomarme declaración, no me dejaron irme hasta casi medianoche... cuando llegué a casa, estaba muy borracho Gema... muy muy borracho...
¿No le has llamado para preguntarle cómo está?... ¿no desearías que estuviera aquí contigo? – pregunté a mi amiga.
Claro que sí Gema, nada me gustaría más que tenerle aquí conmigo... pero no me he atrevido a llamarle ni siquiera para preguntarle cómo está... ¿qué le digo si se ofrece a venir a acompañarme?... mi matrimonio se está desmoronando Gema – dijo secándose las lágrimas con un pañuelo – lo que menos necesito ahora, es ponernos delante de mi padre, para que ese cabrón nos dé el último empujón con sus continuas burlas y humillaciones a Marcos – dijo agachando la cabeza y dejando escapar otra lágrima.
El domingo a mediodía en una iglesia completamente abarrotada se celebraba el funeral de Roberto, un acto solemne donde apenas se derramaron lágrimas... el silencio majestuoso del interior de aquel templo cuando se esperaba el inicio de la ceremonia sólo fue interrumpido por las campanas del campanario anunciando que eran las doce en punto y las lágrimas de mi amiga Cristina que miraba constantemente el reloj que llevaba en su mano.
Muchos en aquel templo cuchicheaban... ¿por qué lloraba tanto Cristina si ella no era la viuda?... ¿por qué estaba tan afectada por la pérdida de Roberto?... evidentemente, se preguntaban confundidos el motivo de sus lágrimas... ¿tan unida estaba a Roberto?... ¿qué relación tendrían?
Para mí desgracia yo sabía la verdad... era domingo, eran las doce de la mañana y Cristina estaba en un funeral... sin Marcos... no como ella desearía entrando por la puerta de su casa para besarlo y abrazarlo... claro que no lloraba por Roberto como pensaban muchos... lloraba por su matrimonio que se desmoronaba, lloraba por miedo a perder a su marido como me había reconocido en la cafetería del tanatorio un día antes, lloraba ante la posibilidad de que Marcos no estuviera en casa ese día cuando ella llegase... ¡MARCOS!... ¡EL PUTO MARCOS!... ¡SIEMPRE MARCOS!...
Tras el funeral en la iglesia me despedí de mi amiga, el entierro en el cementerio del pueblo natal de Roberto era un acto privado donde sólo podrían asistir los familiares más allegados... Cristina me dijo que de allí irían a casa de los Sánchez para una cena familiar.
Esa noche, a las cinco y media de la mañana me llamó... me dijo que venía conduciendo desde de Córdoba y que teníamos que vernos urgentemente... yo estaba en medio de otra noche loca llena de excesos, bastante borracha y todavía algo colocada en un club de intercambios, EL EXCHANGE ... cuando llegó me agarró de la mano y me hizo sentarme en una de las mesas más apartadas del local, tenía aspecto de no haber dormido nada en toda la noche y me entregó un pequeño maletín metálico, diciéndome que tenía que esconderlo en mi casa... que tenía que hacer unas llamadas y que en cuando pudiera, quizá hoy o quizá mañana, iría a mi casa a recogerlo.
Mientras hablábamos se nos acercaron dos chicos jóvenes muy guapos, de piel negra como el ébano y que parecían auténticos armarios empotrados... intentaron darnos conversación y se ofrecieron a acompañarnos a casa a pesar de las continuas negativas de Cristina que les decía una y otra vez que nosotras teníamos que irnos solas... finalmente, Cristina tomó nota de sus teléfonos diciéndoles que ya les llamaríamos y ellos, algo contrariados, accedieron a dejarnos solas.
Cuando salimos de aquel club Cristina me pidió un taxi... me dijo, más bien me ordenó, que fuera directamente a casa y que guardara bien aquel maletín... mentiría si dijera que no tuve curiosidad por saber el contenido del mismo, pero no puede abrirlo, estaba bien cerrado... tenía dos pequeñas cerraduras, una a cada lado y sin la llave, abrirlo, me resultó una tarea completamente imposible... a las once de la mañana se presentó Cristina en mi casa con una cara de tremenda felicidad... ¿qué había cambiado?
¡JODER CRISTINA!... cuando nos vimos antes parecías un zombi y ahora pareces la mujer más feliz del mundo... ¿qué ha pasado? – pregunté con una sonrisa, que rápidamente su respuesta borró totalmente de mí cara.
¡MARCOS!... me lo he encontrado en el portal esta mañana, se marchaba a trabajar cuando yo llegaba a casa... ¡DIOS! – suspiró – tenías que haber visto cómo me ha mirado Gema... todavía hay esperanza Gema... ¡volverá a salir el sol para nosotros!
¿Vienes a buscar tu maletín? – le dije mientras abría el camino.
Y para hacerte un regalo Gema... había reservado una casita muy romántica en Sierra Nevada para pasar el fin de semana a solas con Marcos, para comenzar de cero en nuestro matrimonio... pero, tras lo ocurrido con la muerte de Roberto, no se ha firmado el contrato... así que no va a poder ser esta semana – dijo con tristeza – ¡quiero que aproveches la reserva y vayas tú con Manuel Enrique!... ¡tú también te mereces ser feliz Gema! – me dijo ofreciéndome los papeles de la reserva.
¡GRACIAS CRISTINA!... ¡JODER QUÉ DETALLAZO! – dije abrazando a mi amiga.
Cristina se fue con su pequeño maletín metálico y yo miraba los papeles de aquella reserva... ¿Manuel Enrique?... era una opción, pero rápidamente la deseché y pensé en otra que podía ser todavía mejor... ¡Ernesto, Carlos y Andrés!... hacía bastante tiempo que no los veía y sus atenciones eran más tentadoras, y sobre todo esta segura que serían más placenteras, que las que podría ofrecerme Manuel Enrique.
El jueves por la mañana llamé a Cristina para preguntarle cómo iba todo y agradecerle nuevamente aquella reserva que me había regalado... la noté increíblemente feliz... me dijo que todo había ido mejor de lo que esperaba con Marcos y que además había conseguido, a pesar de ser la primera semana de agosto, arreglar una nueva reunión para poder firmar finalmente aquel misterioso contrato – por fin se acabará todo esto Gema, ¡por fin podré ser feliz y disfrutar de mi matrimonio como siempre tuvo que haber sido! – yo seguía sin saber de qué hablaba, pero tampoco tenía la cabeza para pensar, en aquellos momentos, en otra cosa que no fuera lo que iba a suceder en aquella casita de montaña con Ernesto, Carlos y Andrés.
El viernes a mediodía llegamos a aquella pequeña casita de dos plantas en la montaña que había reservado mi amiga Cristina... por motivos labores, Carlos no podría unirse a nosotros hasta el anochecer... los demás nada más cruzar la puerta soltamos las maletas y no perdimos más tiempo, simplemente corrimos escaleras arriba sonriéndonos, besándonos y metiéndonos mano, buscando descubrir con prontitud dónde estaba la habitación con la cama grande.
Rápidamente Ernesto se pudo manos a la obra para preparar el polvo blanco con el que íbamos a amenizar aquella velada... mientras tanto, yo ya estaba arrodillada frente a Andrés examinando de forma oral que la parte más importante de su cuerpo funcionaba como debía y estaba donde debía.
Tras dar buena cuenta cada uno de nuestra parte, los tres nos lanzamos juntos sobre aquella cama dispuestos a disfrutar juntos de los placeres de la carne... el sexo fue ¡BESTIAL!... anochecía y nos encontrábamos los tres pegajosos, sudados y medio dormidos por el agotamiento sobre aquella cama cuando apareció Carlos preguntándonos si ya se había acabado la fiesta... tras regalarle mis atenciones, o abandonarme a las que él me regalaba, decidimos salir a cenar algo y continuar en algún sitio la fiesta.. ya habría tiempo el sábado para volver a disfrutar de la intimidad que aquella casita de la montaña nos ofrecía.
A todos nos pareció una buena idea... bajamos a Granada para cenar y luego decidimos ir a tomar un par de copas a uno de los locales de intercambios que acostumbrábamos a visitar.
Carlos y Andrés habían desaparecido en una de las salas persiguiendo a una madurita que se les había insinuado... Ernesto tomaba algo en una de las mesas conversando con una pareja extranjera de bastante buen ver y yo regresaba del baño después de haberme empolvado un poco la nariz sobre uno de los lavabos... entonces la vi... acompañada de dos hombres de color, de pie, al otro lado de la barra pidiendo unas cuantas copas al camarero de la barra – ¡¿CRISTINA?! – grité.
Rápidamente corrí hacia ella y sus acompañantes, pero desaparecieron tras una puerta... al intentar seguirla un par de hombres de seguridad me cortaron el paso diciéndome que aquella era una zona privada... me di la vuelta con un sentimiento de rabia, me fue imposible comprobar si aquella era mi amiga o simplemente lo había soñado.
En seguida aparecieron Carlos y Andrés, abrazándome y besándome para después preguntarme si podíamos irnos a seguir con la fiesta a la casita de la montaña... cuando fuimos buscar a Ernesto, nos dijo que si nos importaba que aquella pareja extranjera también se fuera con nosotros... no pusimos impedimentos ninguno... evidentemente, cuantos más mejor.
No tengo palabras para describir aquel fin de semana, igual que no tuve tiempo para dormir... alcohol, sexo, drogas, orgías... ¡menudo fin de semana inolvidable!... ¡IRREPETIBLE!
El domingo regresábamos a casa exhaustos... yo iba dormitando en el coche cuando sonó mi teléfono móvil desperezándome... era Cristina, parecía completamente histérica y estaba llorando... era más o menos la una de tarde y Cristina estaba en casa... ¿qué coño le había dicho o había hecho el imbécil de Marcos?