Cristina y Marcos/ Obsesión (4/ 12)

Adaptación del "clásico" que a nadie ha dejado indiferente y que ha animado a muchos lectores a escribir su propio final... ahora no es Marcos quien nos cuenta su versión de la historia... ahora alguien diferente nos cuenta cómo vivió toda la historia.

Capítulo 4

Tras llegar a casa me encontré con Pedro e Inés preparando la comida... rápidamente les puse al tanto de la nueva situación que se vivía ahora dentro de la relación de pareja de Cristina y Marcos tras lo que ella me había contado esa mañana... les comenté también que la intención de ellos era que nos juntáramos todos en una cena algo informal para ver si surgía algo... sonrieron mirándose entre ellos y me miraron encantados.

  • Yo creo que lo mejor es que vayáis a la cena sólo vosotros dos – dije complacida por su disposición a acudir a aquella cena mientras sacaba los platos, ni siquiera había tenido que insistir.

  • Gema... no te parece que esto va demasiado rápido – dijo Pedro.

  • Pero bueno cariño... si tú al principio tampoco querías y ahora estás más que encantado – le afeó Inés.

  • Sé de lo que estoy hablando Inés – dijo Pedro poniendo cara de pocos amigos mientras yo salía al comedor para llevar los platos.

Y evidentemente Pedro lo sabía... Inés se había tirado de cabeza a pesar de sus reticencias y cuando llegó el momento de la verdad salió corriendo por patas... eso esperaba yo que hiciera el imbécil de Marcos, que saliera corriendo por patas cuando viese como se follaban a su mujer y que no volviese nunca más a la vida de mi amiga Cristina... regresaba a la cocina cuando los escuché hablando entre ellos y me quedé semioculta escuchándolos, dejándoles un poco de espacio.

  • Bueno Pedro, ya está hombre... tampoco vamos ahora a recordarlo todo de nuevo, el pasado es pasado... aquello, aunque no te lo creas, fue un mal momento también para mí, para ambos... cuando descubrí que te habías ido entendí que quizá yo me había precipitado un poco... pero sabes tan bien como yo, que si lo hubiese dejado todo en tus manos nunca habríamos llegado a nada – le dijo Inés a su marido dándole un tierno beso en los labios.

  • Por eso no debemos presionarlos Inés, porque tengo la sensación de que nuestra amiga Gema nos está ocultando una parte de lo que pasa aquí... hablando con Cristina a solas en la playa cuando Marcos se fue el otro día, inmediatamente me di cuenta que podría llegar con ella, allí mismo, hasta el final... la masturbaba mientras hablábamos y noté que se calentaba, pero al mismo tiempo también noté que estaba completamente paralizada, no colaboraba para nada... era como si quisiera, y al mismo tiempo estuviera completamente aterrada ante la idea de que todo ocurriera... me hubiese sido muy muy fácil follármela allí mismo, pero yo no quiero romper ningún matrimonio Inés... ¿qué pasa si Marcos se lo toma mal?... yo regresé cuando tú diste el paso, pero ¿y si Marcos no lo hace?... tenemos que hablar con ellos y dejarles muy claro lo que van a hacer y cuáles pueden ser las consecuencias de sus actos... nosotros lo sabemos mejor que nadie – dijo Pedro en tono muy serio.

  • Está bien Pedro... está bien... que a veces te pones de un pesado... el día de la cena, antes de nada, hablamos con ellos con sinceridad – concedió Inés.

¿Iban a dejarme en la estacada?... por un lado, Inés parecía muy convencida de hacerlo y no tengo dudas de que era por la idea de follar con Marcos y también con Cristina... a pesar de ser bisexual y seguro que tenía cierto interés en Cristina, la había notado especialmente insinuante en la playa con Marcos... ¿tanto atractivo tenía aquel imbécil?... pero por el otro lado estaba Pedro que tenía muchas dudas al respecto... sólo confiaba en que, llegado el momento de la verdad, un último empujoncito de Inés y su género, era un hombre y la mayoría de los hombres no suelen pensar las cosas con la cabeza adecuada en ese tipo de situaciones, hicieran el resto.

Por fin llegó la noche, al final convencí a Pedro e Inés para que fueran a la cena ellos solos... sin embargo, un par de minutos después de que salieran, recibí un mensaje de Inés diciendo que al final iban a encontrarse en un bar llamado EL DUENDE ... ¿no había cena?... me puse nerviosísima, otra vez se iban a estropear todos mis planes... seguro que era todo culpa suya, del de siempre... ¡MARCOS!... ¡EL PUTO MARCOS!... ¡SIEMPRE MARCOS!...

Con toda la prisa del mundo subí a mi habitación para vestirme y me metí un par de rayas... llegué al bar donde habían quedado y había muchísima gente, eso me vendría bien para que ellos no me vieran... en la puerta Marcos e Inés hablaban tranquilamente mientras ambos fumaban... ¿dónde estaban Pedro y Cristina?... intenté buscarlos entre la multitud hasta que finalmente vi que Cristina y Marcos salían agarrados de la mano.

Comenzaron a hablar entre ellos y enseguida vi como Cristina empezaba a llorar... ¿qué le había dicho ese hijo de puta?... comencé a caminar en su dirección y vi como, de repente, se comían a besos... ¿qué coño estaba pasando allí?... cuando me vieron, Cristina me dijo rápidamente que se iban a casa e intenté como pude disimular mi rabia... afortunadamente Pedro e Inés salían por la puerta.

Tenía que impedir por todos los medios que Cristina se fuera a casa y me abracé a ella... la cara de Pedro era de circunstancias, supongo que a pesar de sus reticencias iniciales estaba caliente como una plancha ante la idea de poder follar con Cristina... Inés en cambio, sí parecía bastante decepcionada con todo lo que ocurría... ¿tantas ganas le tenía a Marcos?... Marcos le dijo a Cristina que la copa que él había ido a tomarse ya estaba vacía y tras darle un tierno beso en la boca, se despidió de todos agitando su mano... mientras las lágrimas volvían a asomar en los ojos de Cristina...

  • No llores Cristina... Marcos es un soso de cojones – susurré tratando de consolar a mi amiga.

  • Gema... vete a la mierda puta – dijo Marcos, lo bastante alto para que todos pudiéramos oírlo, sin darse la vuelta mientras se alejaba... ¿me habría oído?

Nada más irse Marcos, a Cristina le dio una pequeña lipotimia y tuvimos que sentarla como pudimos allí en la calle... Pedro muy amable nos acercó una botella de agua mientras Inés intentaba abanicarla... cuando se recuperó un poco, fuimos andando a un local cercano que estaba casi vacío y me senté en una mesa con Cristina... rápidamente Inés agarró a Pedro de la mano para llevárselo a bailar y dejarnos solas.

Cristina y yo comenzamos entonces una acalorada discusión hasta que aparecieron Pedro e Inés alarmados por nuestros gritos... Cristina podía decir lo que quisiera de palabra, pero si todavía estaba allí era porque estaba cachonda como una perra y deseando que Pedro la cogiera y la empotrara... sin embargo, por cabezonería, acabó marchándose a casa acompañada por Inés, que se ofreció con insistencia a acercarla.

  • Vaya numerito... se veía venir, pero no me escucháis – me dijo Pedro cabizbajo cuando arrancaban en el coche.

  • ¡Tranquilo Pedro!... ya se le pasará... en el fondo lo único que desea, aunque no se atreva a reconocérselo a sí misma, es poder disfrutar de esto – le dije sonriéndole mientras metía mi mano por dentro de su pantalón para agarrarle la polla.

  • ¿Qué hacemos ahora?... ¿esperamos aquí a Inés o nos vamos los dos solos al hotel a esperarla? – preguntó inocente.

  • Pedro... ¡estas como una moto! – tenía una erección de caballo que ya noté nada más agarrar su polla, y no era precisamente por mis todavía escasas atenciones – ¿de verdad vas a ser capaz de esperar hasta que llegue Inés?

Y nos fuimos los dos al hotel dándonos arrumacos y sobeteos en cada esquina a la menor oportunidad... llevábamos ya un buen rato follando cuando Inés entró en la habitación y fue directamente a besar a su marido, para luego desnudarse y unirse a nuestra fiesta que duró hasta altas hora de la madrugada... no sé si tendríamos vecinos en el hotel, pero estoy segura de que si así fue aquella noche, no se marcharon al día siguiente muy contentos y descansados.

Al día siguiente teníamos programada una excusión todos juntos... bueno todos NO, tenía la esperanza de que el imbécil no apareciera, de esa forma sí que podría ser un gran día... sin embargo, la cara que traían Pedro e Inés cuando llegaron a mi casa no me gustó para nada...

  • Gema... siéntate, tenemos que hablar – me dijo Inés muy seria... ¿qué habría pasado ayer cuando ella y Cristina se fueron a casa?

  • Vas a contarnos ahora mismo qué es lo que pasa aquí... ¿qué pasa con tu amiga Cristina y su marido que no nos has contado? – me dijo Pedro negando con la cabeza.

  • No pasa nada... ¡de verdad! – mentí... ¿qué iba a responderles?

  • Gema... nunca has sido tonta... sabes perfectamente de lo que estamos hablando... aquí hay algo más y los dos lo sabemos – dijo Inés girándose para mirar a su marido.

  • Sé prácticamente lo mismo que vosotros... os lo juro... Cristina es mi mejor amiga y un día me confesó sus fantasías, que le gustaría digamos que liberarse sexualmente y me preguntó si podía ayudarla porque su marido no estaba por la labor – mentí de nuevo... Cristina no quería liberarse de nada, era yo quien quería liberarla del imbécil de su marido.

Justo en aquel momento llegaron unos mensajes de Cristina diciendo que pasaba el día con Marcos y que no vendrían a la excursión con nosotros... mismo mensaje que supongo estaría leyendo Inés en su teléfono móvil a juzgar por la expresión de su cara.

  • Nos han invitado a cenar a su casa... a Pedro y a mí – dijo Inés agitando el móvil en su mano frente a todos.

  • ¿Sólo a vosotros? – pregunté incrédula... aunque no pude esconder la sonrisa que se dibujó en mi cara ante la idea de que por fin Marcos iba a ver cómo se follaban a Cristina en su puta cara... además en su propia casa... después desaparecería, por fin, de nuestras vidas.

  • Gema... ¿qué hacemos?... ¿aceptamos la invitación? – dijo Pedro mirándome expectante.

  • Espera, no contestes tan rápido – dijo Inés levantando la mano antes de que me diera tiempo a contestar – Gema, ¿eres consciente de que si todo esto sale mal perderás para siempre a tu mejor amiga? – preguntó ante mi total incredulidad.

  • Eso no es posible... eso no pasará nunca – dije tomándomelo a broma.

  • Tu amiga nunca ha estado buscando liberarse de nada Gema – dijo Inés para mi sorpresa – ayer cuando la acercaba, me di cuenta que lo que ella busca es todo lo contrario, busca someterse para obtener placer... es una sumisa de manual... quizá en un futuro alguien sepa ver en ella esta debilidad y la aproveche, dándole el placer que busca y crea incluso poder dominarla... pero será sólo una dominación ficticia y temporal, porque nunca nadie podrá llegar a controlarla realmente... ella siempre acabará volviendo a casa y estará supeditada a lo que le diga Marcos... porque Marcos es el amor de su vida, es su seguro y porque es, además, la persona con la que ella en realidad fantasea experimentar el placer de sentirse dominada.

  • No lo entiendo... – dije boquiabierta.

  • Es muy fácil Gema... mañana podemos ir a cenar a su casa y follar con ella... los dos juntos o por separado... una hora, toda la noche o toda la semana... cumpliremos su fantasía y la someteremos sexualmente para darle ese placer con el que fantasea... pero ninguno de los dos – dijo mirando a Pedro que asentía con la cabeza – ni nadie en el futuro podrá impedir que, cuando ella dé por acabado ese momento de sumisión sexual con el que espera obtener placer, vuelva a casa con Marcos... no podremos nosotros y no podrá nadie en el futuro... si Marcos supiera darle eso, no tendría esa fantasía... y lo que es todavía peor... si ella tuviera claro que por cumplir esa fantasía, perdería para siempre a Marcos, no habría ni una remota posibilidad de que intentara llevar a cabo esa fantasía... eso lo entiendes Gema... ¿verdad? – dijo Inés.

  • Nos hemos dado cuenta que Marcos no te cae nada bien Gema y pensamos que has sido tú la que ha ido empujando a Cristina hasta el punto de no retorno donde está ahora, alentándola a vivir más en su fantasía que en la propia realidad... si has hecho todo eso por intentar separarlos como pareja para mejorar tu relación de amistad con ella, ya te puedo garantizar que tu plan está condenado a salir mal y sería mejor que lo parases todo ahora mismo diciéndonos que no vayamos a esa cena... una vez que ocurra esa fantasía de Cristina que creemos que tú has alentado, nadie más podrá hacer nada... todo dependerá sólo y exclusivamente de cómo se lo tome Marcos... si se lo toma mal y se marcha para siempre, tu amiga perderá al amor de su vida, su marido... y tú perderás a tu mejor amiga, porque no te lo perdonará en la vida... ¿entiendes eso Gema? – dijo Pedro muy serio.

  • Creo que lo entiendo – dije desconcertada por aquellas palabras.

  • Pues si lo entiendes, míralo así Gema... si lo dejas en este punto, quizá un día tu amiga se atreva a realizar esa fantasía utilizando sus propios medios para lograrla... pero ahora mismo, los medios que tiene para realizar su fantasía somos nosotros dos... y se los has proporcionado tú... si todo esto sale mal y Marcos se marcha para siempre... tú pagarás todos los platos rotos de la situación – dijo Inés.

  • Y sabes que nada nos encantaría más que ir a casa de tu amiga esta noche Gema, porque lo hemos hablado ya... incluso diría que Inés le tiene muchas más ganas a Marcos de las que quiere reconocerme... pero piénsate bien tu respuesta... tú la conoces mejor que nosotros y es tu amistad con ella lo que está en juego – concluyó Pedro.

  • Eso de Marcos no es cierto – dijo Inés con una sonrisa golpeando con el codo a su marido.

  • Ves Gema... ¡confirmada mi sospecha! – dijo Pedro para acabar susurrándole a Inés al oído – ves cómo te conozco cariño – antes de guiñarle el ojo ante el sonrojo de ella.

El dilema moral ante el que me dejaron Pedro e Inés podría haber sido difícil para algunas personas, pero yo en ningún momento tuve ninguna duda de cuál debería ser mi decisión... eso sí, fingí ante ellos preocupación y que me tomaba mi tiempo en tomar la decisión adecuada... ¿Cristina romper nuestra amistad?... ¡JAMÁS!... y mucho menos por un imbécil como Marcos... habíamos sido amigas toda la vida, se enfadaría quizá al principio y estaría un tiempo sin hablarme, pero al final entraría en razón y se daría cuenta que le había hecho un tremendo favor... ¿una vida con Marcos?... ¡bastante vida había desperdiciado ya al lado de aquel imbécil que no le llegaba ni a la suela de los zapatos!

Pedro e Inés me miraron con curiosidad durante todo aquel tiempo en el que yo fingí tener un tremendo dilema moral entre manos... tras un par de horas de fingida valoración sobre todas las posibilidades les dije que aceptaran aquella propuesta... la suerte estaba echada.

Cuando se fueron a casa de Cristina estaba hecha un manojo de nervios... ¿qué estaría sucediendo en aquella casa?... ¿cuánto tardaría aquel imbécil de Marcos en largarse y dejar para siempre a mi amiga?... pasaba el tiempo estaba tan nerviosa que tenía que hacer algo y nada mejor que llamar a mi empotrador particular para una noche de desenfreno.

Carlos no tardó demasiado en llegar y tras poner sobre la mesa aquel polvo blanco del que pronto dimos cuenta, nos entregamos a una noche de pasión y lujuria entregados a los placeres de la carne... no sabría decir a qué hora nos quedamos dormidos, ni tampoco el número de orgasmos que consiguió sacarme aquella noche antes de que nos durmiéramos extenuados.

El día siguiente... alrededor de las diez de la mañana me despertó una llamada de Pedro a mi móvil...

  • ¡Hola Pedro!... ¿te la has follado? – pregunté ansiosa.

  • Gema... ¿en serio?... ¿eso es todo lo que te preocupa? – respondió Pedro con un tono muy serio.

  • Bueno... ¿entonces qué ha pasado? – pregunté intentando serenarme y tratando de disimular mi ansiedad.

  • Todo ha salido mal... exactamente cómo te advertimos ayer durante  nuestra charla Gema – dijo Pedro.

  • Entonces... ¡Marcos se ha ido! – exclamé emocionada.

  • Ya veo Gema, ya veo... hemos hecho el pardillo fiándonos de ti... lo tenías todo planeado desde un principio... te preguntamos ayer si tenías algo que ver en lo que sucedía y nos mentiste a la puta cara – un largo suspiro se pudo escuchar desde el otro lado de la línea.

  • ¿Pedro?... ¿sigues ahí? – pregunté asustada.

  • Sigo aquí Gema... sigo aquí... que sepas que has perdido dos amigos, no vuelvas a llamarnos Gema... no vuelvas a llamarnos... – y Pedro me colgó.

¿Pero qué coño había pasado?... aunque por lo que me había dado a entender Pedro por teléfono todo había salido como ellos me advirtieron... ¿significaba aquello que Marcos se había largado?... no podía ser verdad, era demasiado bueno para ser verdad.

Llamé inmediatamente a Inés sin perder tiempo...

  • Hola Inés me ha llamado Pedro y me ha dejado muy preocupada... ¿qué ha pasado?... ¿dónde está Cristina? – le pregunté intentando disimular mi ansiedad un poco mejor que cuando hablaba con Pedro.

  • Hola Gema... Cristina está en la ducha, está inconsolable porque Marcos se ha marchado de casa y no sabemos nada de él... ni le responde al teléfono cuando le llama – respondió Inés con tono bastante triste.

  • ¡POR FIN! – grité... ni pude, ni logré contener mi grito de alegría.

  • ¿Cómo que por fin?... espera un momento Gema... creo que Pedro me está llamando ahora mismo – dijo Inés.

¡JODER!... no me lo podía creer, mi plan había funcionado... por fin me había librado de aquel imbécil, por fin mi amiga Cristina sería libre para buscar una vida con alguien acorde a lo que se merecía... estaba tan contenta...

Eres una hija de la gran puta... tenía razón Pedro desde el principio... nos estabas engañando y utilizando para romper una pareja... ¿por qué no le habré escuchado?... hago mías todas y cada una de las palabras de mi marido... tienes dos amigos menos... no vuelvas a llamarnos – eran los mensajes que me había enviado Inés con su teléfono.

Intenté responderle o volver a llamarla, pero me fue del todo imposible, ni siquiera el teléfono daba tono... supongo que me había bloqueado... pero bueno, el sacrificio había merecido la pena... ya no estaba, se acabó el tener que recordarlo... sonreía, daba saltos y aplaudía con las manos entusiasmada... ¡MARCOS!... ¡EL PUTO MARCOS!... ¡SIEMPRE MARCOS!... byebye .

Dejé pasar un tiempo prudencial para llamar a Cristina ya que Inés me había dicho que estaba en la ducha... una llamada, dos llamadas, tres llamadas, cuatro llamadas... ¿por qué no me contestaba?... acababa de hacerle el favor de su vida y librarla del imbécil de Marcos... bueno, a lo mejor necesitaba un poco de tiempo para poder asimilarlo.

Después de comer y de innumerables llamadas que Cristina no me contestó, decidí ir a su casa para ver cómo se encontraba... estuve más de una hora llamando al timbre y nadie me abría... ¿dónde estaba Cristina?... ¿se encontraría bien?... ¿tenían razón Pedro e Inés cuando me decían que no me volvería a hablar en la vida si aquello salía mal?... eran tantas preguntas las que me hacía en aquel momento... hasta que finalmente y sin saber ya que hacer intenté llamarla una última vez antes de volver a mi casa.

Cuando entré en su casa Cristina estaba totalmente desolada... ¿de verdad estaba así porque aquel imbécil se había ido?... pero si no merecía ni un solo segundo de sus pensamientos.

Tras una pequeña discusión conseguí finalmente que Cristina accediera a venir a mi casa... no podía dejarla sola allí a pesar de que insistía una y otra vez que tenía que estar allí por si volvía Marcos... lo mejor que le podía pasar en la vida a Cristina, era que aquel imbécil no volviera nunca... se había ido, que no volviese nunca... ¡MARCOS!... ¡EL PUTO MARCOS!... ¡SIEMPRE MARCOS!... byebye .

A pesar de mi insistencia en que no debía deprimirse, sólo conseguí arrancarle la promesa de que al día siguiente saldríamos de casa... con los ojos rojos de llorar, Cristina se fue a la cama nada más empezar a oscurecer sin haber probado bocado desde que la había visto en su casa.

Amaneció un nuevo día, pero para Cristina parecía que no había salido el sol... a regañadientes cumplió su promesa y salimos de casa, paseamos, hicimos unas compras y comimos unas pizzas acompañadas de un par de cervezas... sin embargo, en cuanto llegamos a casa Cristina se despidió de mí y me dijo que se iba a la cama... estaba tan deprimida y triste que no sabía cómo podía animarla.

Muy temprano al día siguiente un ruido que provenía del jardín me despertó... me puse la bata y cuando llegué al jardín me encontré a Cristina sentada junto a la piscina hablando con mi gata... pensé que lo mejor era darle algo de espacio, preparé algo para desayunar y luego me acerqué a ella... estuvimos hablando largo y tendido hasta que se fue a desayunar.

Por la tarde me di cuenta de que tenía que cambiar de táctica, y para ello decidí organizar una pequeña fiesta en casa esa noche con unos chicos que conocía del gimnasio... en realidad Cristina ya los había visto una vez, pero no creía que los recordara... nos bañamos en la piscina y nos tomamos unas cuantas cervezas... sin embargo, a pesar de que intenté animarla parecía estar muy muy triste...a las diez de la noche Ernesto, Carlos y Andrés llamaban puntuales a la puerta de mi casa.

Cenamos juntos y luego llamé a Ernesto para que me ayudara a preparar unas copas... Ernesto era el ligón del grupo y le dije que tenía que intentar animar como fuera a mi amiga... guiñándome un ojo y con una sonrisa en la cara, agarró su copa y la de Cristina diciéndome que estaba todo controlado, puso después rumbo al salón para reunirse con los demás.

Cuando llegué con el resto de las copas, Ernesto esparcía el polvo blanco que presidía todas nuestras fiestas sobre la mesa y con un billete de cincuenta euros enrollado, dábamos buena cuenta él... mientras Ernesto y Cristina mantenían un duelo de miradas retándose ante la negativa de mi amiga a esnifar su parte... agarré a Carlos y a Andrés y los tres nos fuimos a la piscina a darnos unos arrumacos... tenía que darle tiempo y espacio a Ernesto para que hiciera su magia .

Media hora más tarde, cuando volvía al salón con Carlos y Andrés... vi como Ernesto y Cristina, cogidos de la mano, ya subían las escaleras rumbo a una de las habitaciones superiores... decidimos darle un poco más tiempo a la parejita y de paso, esnifarnos otra raya... luego subíamos las escaleras los tres juntos y acariciándonos, escuchando con nitidez los gemidos y jadeos de Cristina... sin pensármelo dos veces, abrí la puerta de aquella habitación y agarré a Carlos y Andrés para arrastrarlos conmigo también a aquella cama.

La orgía fue de las que hacen época... besé a Ernesto, besé a Carlos, besé a Andrés... y por primera vez en mi vida besé a mi amiga Cristina... la acaricié, lamí sus pezones e incluso le comí el coño y succioné su clítoris hasta degustar su más íntima esencia... mientras tanto, los hombres repartían entre nosotras todas sus caricias y atenciones... fue una noche gloriosa como debería haber sido siempre... en la que disfruté de mis orgasmos en compañía de mi mejor amiga y donde ambas recibimos gustosas las duras y fogosas penetraciones de aquellos tres sementales jóvenes, por todos y cada uno de nuestros orificios.

A la mañana siguiente cuando nos levantamos Cristina seguía dormida, no había nada en la nevera y teníamos que ir a comprar para hacer la comida... Carlos se ofreció rápidamente voluntario para cuidar de mi amiga Cristina guiñándole un ojo a Ernesto... con un tremendo morreo le di las gracias por su sacrificio para luego susurrarle al oído – Carlos, empótrala como sólo tú sabes – para sonreírle cuando nos íbamos.

Cuando llegamos ambos estaban ambos tumbados desnudos en la zona de la piscina... me fijé en que Cristina parecía tener la mirada algo perdida... una fugaz mirada a Carlos que me sonreía con el pulgar apuntando hacia arriba, me confirmaba que todo entre él y Cristina había ido tal y como yo esperaba en nuestra ausencia.

Entre Carlos y yo preparamos la comida... estábamos acabando ya y fui a buscar a mis amigos para comer todos juntos... me sorprendí al ver a Cristina en medio del salón a cuatro patas, empalada por Andrés mientras se la chupaba a Ernesto.

  • ¿Comemos o follamos? – dije divertida.

  • Comemos... comemos – dijo Cristina incorporándose algo desorientada.

Cristina se pasó la comida ausente, como si en su cabeza no estuviera allí, como si se librara una gran batalla en su interior entre el bien y el mal... la cocaína volvió rápidamente para presidir la tardía sobremesa y para nuestra sorpresa Cristina apenas dudó un segundo cuando le llegó su turno... pasamos el resto de la tarde charlando y dormitando sobre aquel sofá.

Serían las ocho de la tarde cuando los chicos se fueron... habíamos quedado más tarde en reunirnos todos en EL EXCHANGE , un club de intercambios al que solía ir con ellos... Cristina me dijo que iba a ducharse y yo aproveché para acompañarla... me metí con ella en la ducha, y con una facilidad pasmosa se dejó hacer mientras yo la besaba, la acariciaba, la masturbaba... en definitiva la hacía mía.

Tras la ducha y aduciendo que se encontraba cansada me dijo que ella no quería salir... simulé estar de acuerdo con su propuesta de palabra mientras mi mente, contrariada por su negativa, pensaba rápidamente un plan alternativo... así, justificándome en que no teníamos nada de comida, le propuse ir a cenar fuera y luego quizás si teníamos ganas pasar a tomarnos una copa y bailar en EL APOCALIPSE.

Durante la cena tuve que buscar una excusa para ausentarme y poder avisar a mis amigos del cambio de planes... era el segundo día en la nueva vida de Cristina y no pensaba dejar bajo ningún concepto que se fuera a casa, teníamos que divertirnos... cuando entramos en EL APOCALIPSE me di cuenta de que había metido la pata, ver a Cristina paralizada mirando a su alrededor, me hizo recordar que aquel sitio tenía mucha historia para ella y para Marcos... ¡MARCOS!... ¡EL PUTO MARCOS!... ¡SIEMPRE MARCOS!...

La llegada de los chicos pareció sacar a Cristina de su mundo... rápidamente nos tomamos una copa y ellos estuvieron rápidos para decir que invitaban a otra en EL KIKI , otro local de intercambios cercano, antes de que Cristina tuviera opción de decir que nos íbamos a casa.

Cuando entramos en el local Cristina miraba a todos lados con curiosidad... Carlos perfecto conocedor del local la acompañaba no perdiendo ocasión de acariciarla y meterle mano sin pudor en ningún momento... todo ello vigilado por la atenta y envidiosa mirada de Ernesto.

Con Cristina bien acompañada por mi amigo, me fui a dar una vuelta por las salas del club y estuve un rato disfrutando de los placeres que podían obtenerse en ellas.. después de alcanzar un par de orgasmos y una paradita en el servicio para, con dos rayas de coca recuperar fuerzas, finalmente me decidí a ir a buscar a Cristina y a los chicos... me quedé más blanca que la coca que acababa de esnifar, al ver que Cristina estaba hablando con su cuñado Roberto... también apareció rápidamente Laura... ¡JODER!... no podía haber tenido peor suerte.

Corrí hacia Roberto para abrazarlo... ¿habría hablado ya más de la cuenta?... ¿ya le habría contado a Cristina que trabajé de puta para él?... intenté disimular, decirle que hacía mucho tiempo que no lo veía y comenzamos una breve conversación donde volaron las pullitas entre ambos... nos dimos un abrazo mientras le decía al oído que esperaba que no se hubiera ido de la lengua y él me agarraba el culo sin disimulo.

Estuvimos un rato más en local de intercambios hasta que Carlos agarró a Cristina y le dijo que quería follársela junto con Ernesto... pensé que sería mejor no hacerlo allí mismo, que sería mejor que lo hicieran en mi casa, lejos de las posibles miradas indiscretas de Roberto y de Laura... nada más subir al coche Carlos le ofreció otra raya a Cristina, que ésta no dudó en esnifar... luego durante el camino, no paró de agarrarla de la cabeza para intentar que se la chupara... no sabría decir si Carlos tuvo éxito en su tarea porque yo iba delante con Andrés que conducía y tenía la boca demasiado ocupada como para preguntarle a mi amiga qué estaba haciendo... al llegar a mi casa, me despedí rápidamente de ellos y continué con mi tarea, mientras Andrés conducía en dirección a su piso.

Fue noche de sexo entre ambos no demasiado memorable... pero me levanté feliz en casa de Andrés la mañana siguiente, aunque más bien ya era por la tarde... y con esa felicidad comencé a pensar qué haríamos Cristina y yo juntas durante la tarde de ese nuevo día.

Sin embargo, al llegar a casa, me encontré a Cristina ya duchada, vestida y sentada en el sofá del salón junto a su maleta que yo días antes había preparado... me acerqué a ella en silencio, temerosa... y pude comprobar que estaba de nuevo triste y llorando...