Cristina y Marcos/ Obsesión (2/ 12)

Adaptación del "clásico" que a nadie ha dejado indiferente y que ha animado a muchos lectores a escribir su propio final... ahora no es Marcos quien nos cuenta su versión de la historia... ahora alguien diferente nos cuenta cómo vivió toda la historia.

Capítulo 2

Tras pensar detenidamente todas mis opciones, no me quedó otro remedio que reconocer que no tenía ninguna otra opción... el lunes a las nueve y cuarto de la mañana estaba en aquel banco, de rodillas bajo la mesa de aquel despacho, comiéndole el coño a Laura... en una escena que se repitió muy a menudo durante los siguientes meses de mi vida... un coño, por cierto, sobre el que un tatuaje con las letras PR en mayúsculas, me llamó mucho la atención...

  • ¡MADRE MÍA

GEMITA

!... hemos contratado toda una profesional – dijo suspirando todavía, mientras se recomponía la ropa, tras el último de los orgasmos que le había provocado.

  • ¿Cuándo me pagas?... porque esto no lo he hecho ni por gusto... ¡ni mucho menos gratis!

  • Te voy a dar un teléfono de empresa

Gemita

, sólo tienes que estar pendiente de mis mensajes y contestarme cuando te escriba... ¿serás capaz de hacerlo

princesita o lo ves demasiado complicado para tus limitadas capacidades?

– dijo con tono burlón sacando un móvil de uno de los cajones de su mesa – luego te mando una hora y la dirección, para que te pases por mi casa.

  • ¿Empresa?... ¡pero si voy a ser puta! – exclamé indignada – además Laura, ¡quiero discreción!

  • Bueno Gemita, hablaré con los de arriba... pero no te prometo nada.

A las siete y media de aquella tarde entraba en casa de Laura, que me recibía vestida con una bata de andar por casa... tras hacerme pasar al salón, me invitó a sentarme en el sofá... llenó las dos copas de vino que ya tenía previamente sobre la mesa y se acercó al mueble del salón.

  • Primer mes de paga... ¡60000€

GEMITA

! – me dijo ofreciéndome un sobre cerrado – ¿te dejo un rato a solas para que puedas contarlo?... ¿sabes por lo menos contar

Gemita

? – preguntó recuperando el tono burlón con el que me había hablado en su despacho.

  • No... no... me fio... me fio – dije dubitativa mientras agarraba aquel sobre un poco asustada.

  • ¡Tranquila mujer!... jajajaja... ¡que no muerdo! – dijo antes de beber vino de su copa y sentarse a mi lado.

  • Entonces me voy – dije levantándome.

  • ¡ESPERA!... jajajaja... ¡qué prisa!... ni si quiera has probado el vino... jajajaja... además, ¿no quieres también hablar sobre los incentivos? – dijo golpeando el sofá con la mano, en una clara invitación para que me sentara junto a ella mientras sostenía en especie de estuche.

  • Laura... yo... – dije dubitativa al ver que sobre la mesa donde estaban las copas de vino, empezaba a preparar varias rayas.

  • No te preocupes

Gemita

... – me interrumpió acariciando mi muslo y subiendo su mano por debajo de mi falda – seguro que haces un gran trabajo... jajajaja... mira que estamos hablando, para empezar hoy de diez gramos... sólo tienes que sentarte, beber tranquilamente el vino que quieras y tomarte lo que quieras de lo que hay sobre la mesa... cuando creas estar preparada, entras en aquella habitación del fondo para desnudarte y demostrarme que vales hasta el último euro que te pagamos – me dijo abriendo ligeramente aquella bata y dejándome ver que llevaba ya atado un arnés negro bastante gordo, pero sobre todo muy largo.

Y durante las siguiente tres horas en aquella casa, bebimos un par de copas de vino, esnifamos algo de coca, hablamos de temas banales... pero sobre todo follamos, bueno más bien me folló... con aquel arnés negro, Laura, me penetró incansable una y otra vez en casi todas las posturas imaginables... mentiría si dijera que no acabé entregada y disfrutándolo... al marcharme de aquella casa completamente extenuada y dolorida por la larga sesión de sexo, me despidió con un gran beso en la boca, felicitándome por haber conseguido mi primer trabajo... diciéndome con retintín que esperaba que me dejara el culo por la empresa y recordándome que estuviera pendiente del teléfono móvil que ella me había dado... cabizbaja regresé a casa con un único pensamiento en mi cabeza... soy puta, soy puta... ahora soy puta... mientras mis lágrimas comenzaron a nublar mis ojos y recorrían sin descanso mis mejillas... ¿cómo he acabado así?... ¡Cristina nunca hubiera permitido esto!... entonces lo vi claro, la culpa era suya... ¡MARCOS!... ¡EL PUTO MARCOS!... ¡SIEMPRE MARCOS!

Mis dos teléfonos móviles, simbolizaban las dos vidas que intentaba separar... la que anhelaba y la que deseaba olvidar... muchas conversaciones con mi amiga Cristina sobre cómo nos iba la vida, puesto que apenas nos veíamos en aquella época por la incompatibilidad de nuestros horarios, y muchos mensajes de Laura en el otro... dos o tres fines de semana al mes, fueron poco a poco convirtiéndose en todos los fines de semana... cenas en restaurantes exclusivos, fiestas en zonas VIP de clubs de alto standing, citas en hoteles, fines de semana en casas de lujo... siempre con hombres ricos y poderosos... veladas interminables que siempre acaban conmigo en una cama tumbada boca arriba y bien abierta de piernas o como una perra a cuatro patas poniendo el culo, tras haber consumido gran cantidad de alcohol y de drogas.

Hasta que un día recibí una llamada diferente de Cristina...

  • Gema... ¡qué poco nos vemos últimamente!... un café muy de cuando en cuando y poco más, cualquiera diría que somos buenas amigas – dijo Cristina con tono jovial.

  • La verdad es que yo también echo mucho de menos a mi amiga – no sabes cuánto, pensé – pero tú trabajas toda la semana – dije con tono de reproche.

  • Y tú todos los fines de semana te vas de fiesta hasta las tantas – me interrumpió entre carcajadas.

-

Touché

– concedí mientras me entristecía al pensar la triste realidad que le ocultaba sobre mis salidas de fiesta.

  • Sin reproches Gema... ¿qué haces este fin semana?... ¿sólo chicas como en los viejos tiempos? – me preguntó.

  • ¿Y Marcos? – pregunté sorprendida, en los últimos años podía contar con los dedos de una mano las veces que Cristina y yo habíamos estado solas... es cierto, que nos veíamos SÍ, pero siempre estaba allí... ¡el imbécil vigilaba!

  • Marcos tiene que ir el fin de semana a casa de sus padres... dice que su padre y su amigo Paco necesitan que les eche una mano con un trabajito importante que están haciendo.

  • Entiendo... venga te lo reservo... ¿vienes a mi casa? – dije entusiasmada.

  • ¿Qué te parece si salimos a cenar fuera el viernes?... luego si quieres puedo dormir en tu casa, Marcos no regresa hasta el sábado por la noche o el domingo por la mañana, todavía no lo sabe seguro.

  • Lo organizo todo Cristina... ¡como en los viejos tiempos! – exclamé encantada.

  • ¡GEMA!... ¡noche de chicas!... ¡sin hacer demasiadas locuras!... que tú y yo nos conocemos – dijo mi amiga en tono serio.

  • Te lo prometo... ya te envío el nombre del restaurante.

Tuve que inventarme la excusa de que me había bajado la regla el día anterior, para decirle a Laura que aquel fin de semana no podía ir a trabajar... bueno más que a ir trabajar, ir a ponerle el culo al ricachón de turno... tras varios tiras y aflojas, acabó aceptando a regañadientes y me dispuse a prepararlo todo para que nuestro fin de semana de chicas fuera perfecto, inolvidable... como en los viejos tiempos.

Cenamos en un buen restaurante con abundante vino, mientras hablábamos y reíamos recordando viejos tiempos juntas, para mí buenos tiempos en comparación con los que estaba viviendo... más acostumbrada al alcohol por la vida que llevaba, bebía vino abundantemente, pero cuando llegó la hora de pedir los postres puede comprobar que Cristina ya iba bastante perjudicada.

Cuando salimos del restaurante tuve que llevarla un rato agarrada del brazo para intentar que caminara recto...

  • ¿Dónde vamos Gema?... yo me quiero ir a ya casa – me dijo con voz pastosa y acelerada.

  • De eso nada Cristina, todavía son las once... ahora

nos vamos a bailar... ¿recuerdas cuándo salíamos de fiesta juntas, nos tomábamos una copa y bailábamos toda la noche?

  • Hace mucho tiempo de eso Gema... yo no quiero beber más... quiero ir a dormir – seguía hablando con voz pastosa y de forma bastante atropellada.

  • Una copa y unos bailes Cristina, como cuando

éramos jóvenes... ¿recuerdas cuándo salíamos y no me dejabas beber más que una o dos copas?... pues hoy igual... nos tomamos una copa, bailamos y te prometo que en un par de horas estamos en casa – dije recordando con nostalgia aquellos tiempos en los que ella era el ángel que frenaba todas mis locuras.

  • Está bien Gema... ¡una sola copa!... como muy tarde a la una de la mañana nos vamos a casa – cedió Cristina.

Llegamos a un pub y nos sentamos... aunque la música ya sonaba, todavía había demasiadas mesas libres puesto que todavía era muy temprano... me acerqué a la barra para pedir las copas y volví junto a Cristina que permanecía sentada con la mirada algo perdida... continuamos hablando de nuestras cosas hasta que yo terminé mi copa, ella había tomado poco más o menos la mitad... entonces agarré su brazo y tiré de ella para salir a bailar.

Tras un rato bailando, el pub comenzó a llenarse rápidamente de gente y Cristina me dijo que mejor nos volvíamos a la mesa... agarré su copa caliente y le dije que iba a pedir que le echaran más hielo sin hacer mucho caso a sus quejas y sus ruegos para que nos fuéramos a casa.

Junto a la barra me encontré con Ernesto, Carlos y Andrés, tres chicos jóvenes y guapos que conocía del gimnasio... Ernesto era el ligón del grupo, Carlos el empotrador y Andrés, quizá el más guapo de los tres, era sin embargo, el más paradito del grupo...

  • ¡Gema!... ¡qué sorpresa verte hoy por aquí!... llevas meses desaparecida del mundo de la noche – me dijo Ernesto llamando mi atención.

  • Hola chicos – dije saludándolos a todos con dos besos y mirando de reojo intentando ver la mesa donde estaba sentada Cristina entre la gente.

  • ¡Como siempre estás preciosa! – me dijo Carlos metiendo sin ninguna vergüenza la mano debajo mi falda.

  • Hoy no Carlos... de verdad... hoy no... otro día – dije apartando su mano.

  • Porque tú no quieres preciosa... si cambias de opinión... – me dijo sonriendo mientras se daba ligeros golpecitos con la mano en uno de los bolsillos de la camisa.

Regresé a la mesa y me senté junto a Cristina, que para mi sorpresa, agarró su copa y le dio un gran trago para acabarla para justo después girarse a recoger sus cosas dando nuestra noche de fiesta por acabada... en ese momento llegaron Ernesto, Carlos y Andrés con dos copas extras para invitarnos y sentarse junto a nosotras... Cristina se levantó automáticamente y me dijo que iba al servicio mientras me lanzaba una mirada que mezclaba a la vez enfado y reproche... sus ojos parecían decirme que se lo había prometido y a la vez que me ordenaban que me deshiciera de ellos.

  • Chicos, ya os he dicho que hoy no podía ser... por favor, no insistáis.

  • Está bien Gema, perdónanos – dijo Andrés agarrando a Ernesto del brazo y tirando de él para levantarlo.

  • Que esté tu amiga no quiere decir que no puedas ir al servicio cinco minutos – me dijo Carlos besando mi mejilla y acariciando suavemente mí brazo antes de alejarse y reunirse a sus amigos.

¡JODER!... había sido una noche estupenda y tenían que aparecer éstos para joderlo todo...

  • ¿Ya se han ido? – escuché la voz pastosa de Cristina, de pie a mi espalda, parecía por su tono bastante enfadada.

  • ¿Por qué no te sientas un momento antes de irnos y hablamos? – dije suavemente intentando con mi tono calmarla.

  • Me lo prometiste Gema... ¡ME LO PROMETISTE!

  • Yo no he hecho nada Cristina... son unos chicos que conozco del gimnasio, me han visto y han pensado que podían sentarse con nosotras un rato – me defendí – mira, todas las mesas están ocupadas... incluso nos han traído una copa intentando ser amables.

Cristina se calló un momento, como pensado qué decir, mientras su mirada algo nublada por el alcohol se fijaba en las dos copas que había sobre aquella mesa... agarró su copa y le dio un trago.

  • Vale Gema... nos acabamos esta copa y nos vamos... lo estábamos pasando muy bien juntas y no quiero discutir por esto, puede que tengas razón y sea sólo un malentendido.

Como si nada hubiera pasado continuamos de charla entre risas hasta que nos terminamos la copa que nos habían pagado mis amigos, entonces le dije a Cristina que me iba al servicio y nos íbamos para casa... entré en uno de los cubículos del servicio a orinar y cuando abría la puerta me encontré con Carlos en medio del servicio de mujeres... con un leve empujón volvió a meterme dentro del cubículo cerrando la puerta con el pestillo.

Rápidamente se bajó los pantalones y sujetando su polla ya semierecta con una mano, vertió el contenido de una papelina sobre ella... ni me lo pensé, me senté en el retrete y con la lengua fui poco a poco lamiendo todo aquel polvo blanco mirándole a los ojos, luego me agarró la cabeza y me la clavó hasta la garganta follándome la boca con rudeza... cuando mis lágrimas ya recorrían mis mejillas arruinando mi maquillaje, me la sacó de la boca y me dio otra papelina, me di la vuelta para esnifarla sobre el retrete mientras sentía como me levantaba la falda y me quitaba el tanga... y sobre aquel retrete a cuatro patas me empotró como sólo él me empotraba, dándome una y otra vez, fuerte, con ritmo constante y sin descanso... mientras yo gemía y jadeaba como una loca olvidándome de todo, sumida en una atmósfera de placer, inhibición y excitación producida por la mezcla del placer del sexo y del estímulo de la droga.

Ya había tenido dos orgasmos previos, y con el tercero sentí como él también se vaciaba en mi interior con ambos gritando en aquel servicio como si fuéramos animales... me incorporé besando su boca y me empecé a recomponer como pude la falda... entonces miré arriba y la vi asomada sobre la pared que nos separaba del cubículo de al lado –

¡CRISTINA!

– tenía los ojos abiertos como platos cuando nuestras miradas se encontraron.

Cristina salió corriendo dando tumbos de aquel pub mientras yo, sin el tanga, corría tras ella intentando al mismo tiempo alcanzarla y que no se me subiera la falda... afortunadamente la falta de taxis en la parada me permitió llegar a su lado... un silencio sepulcral presidió nuestro recorrido en el taxi hasta llegar a mi casa, ni me hablaba, ni me miraba... al llegar a mi casa, rápidamente enfiló las escaleras para irse a su habitación.

  • Espera Cristina... tenemos que hablar – le dije asustada por su actitud.

  • ¿De qué quieres hablar Gema? – me dijo girándose con su voz pastosa y con lágrimas en los ojos.

  • Pero... ¿por qué lloras? – dije desconcertada por sus lágrimas.

  • Lloro por ti Gema... lloro por mi mejor amiga, que parece que se ha esfumado – dijo con rabia.

  • Tenemos que hablar de lo que ha pasado – dije con voz temblorosa.

  • No hay nada de lo que hablar... ¡LO HE VISTO TODO! – gritó volviendo a subir los peldaños de la escalera.

  • ¡ESPERA! – grité – ¡PERDÓNAME!... se ha aprovechado de mí viendo que estaba borracha.

  • ¡BASTA DE MENTIRAS! – gritó girándose y mirándome con los ojos inyectados en sangre – deja de mentirme de una puta vez... ¿borracha?... ¡ESTABAS Y ESTÁS DROGADA!... ¿de verdad quieres hablar ahora?... pero... ¡QUIERO LA VERDAD! – dijo bajando decidida la escalera a pesar de su borrachera y sentándose en el sofá.

Me temblaban las piernas y estaba muy nerviosa ante aquella conversación... ¿tanto sabía de mi vida a pesar de que yo había intentado por todos los medios ocultárselo?... ¿hasta dónde sabía?... ¿sabía que estaba arruinada?... ¿sabía que era puta?... Granada era una ciudad pequeña y aunque nadie hablase abiertamente de lo que pasaba de puertas adentro en determinados círculos de la sociedad... cuando alguien susurraba en la intimidad un secreto a un amigo, se podía llegar a escuchar todo perfectamente... aquella no era una conversación para que tuviéramos yo drogada y ella medio borracha, pero así había surgido... me senté a su lado...

  • Sinceridad absoluta Cristina... confesándonos todo como cuando éramos niñas y sin callarnos nada... ¡PROMETIDO! – dije levantando mi mano derecha como si estuviera en un juicio.

  • ¿Por qué odias a mi marido Gema? – me preguntó sin mencionar su nombre... no me lo esperaba para nada... empezó pegando bien fuerte y dando donde más me dolía.

  • Yo no odio a... – comencé titubeante.

  • ¡GEMA!... – me interrumpió levantándose – me has prometido que ibas a ser sincera... si me vas a hacer perder el tiempo con tus mentiras, me voy a casa con Marcos – me dijo con una seguridad en sí misma, que por un momento hasta dudé de que estuviera borracha.

  • Pero... ¿Marcos no estaba...? – dije confundida.

  • Marcos está en casa Gema... – me interrumpió – te mentí el otro día por teléfono... es más, ha sido idea suya que yo viniera este fin de semana sola para estar contigo... hay rumores Gema... hay rumores de que haces muchas cosas que no deberías hacer y encima cobras por ellas... yo quería que él estuviese aquí sentado y me acompañase mientras hablábamos de esto, pero me dijo que sería mejor si yo venía sola... que con él delante no serías sincera – dijo dejándome planchada.

  • Ese el problema Cristina... nunca estamos solas como cuando éramos inseparables... tú eras mi ángel de la guarda, mi seguro para no hacer locuras... y de repente un día, desapareciste de mi vida por su culpa... desde entonces todo ha ido cuesta abajo... drogas, sexo, dinero despilfarrado... estoy casi arruinada –

(y la única opción que me ha quedado ha sido empezar a trabajar de puta... puta de lujo... pero, al fin y al cabo, puta)

– pensé para mí sin atreverme a decirlo en voz alta.

  • ¿Y por qué no me llamaste y me lo contaste?... nosotros te habríamos ayudado Gema... eres mi mejor amiga, me da rabia – me dijo agarrando mi mano entre las suyas y volviendo a sentarse.

  • ¿Nosotros?... jajajaja... no me hagas reír Cristina... si no tenéis donde caeros muertos... si no fuera por tu padre no tendríais ni casa propia... Marcos es un sin sangre, un fracasado...

  • ¡GEMA!... ¡ESO NO TE LO VOY A CONSENTIR! – me gritó fuera de sí – tal vez haya sido error mío pasar por alto todas tus

pullitas

y tus intentos de humillación hacia él durante todo este tiempo... pero lo que no te voy a consentir, es que encima me lo digas claro y a la cara.

  • ¿Y no es cierto?... ¡que eres una Sánchez JODER!... a ver si te enteras de una puta vez que tu sitio no está en una oficina trabajando de sol a sol para poder llegar a fin de mes, porque el fracasado de tu marido no gana lo suficiente para que podáis vivir – dije con rabia.

  • ¡GEMA!... ¡la próxima vez que insultes a Marcos me voy! – me dijo amenazante.

  • Perdona... – dije con un hilo de voz.

  • No conoces a Marcos para nada... pero claro, tampoco puedo culparte... ¿cómo podrías? – preguntó mirando al techo – nunca le has dado la más mínima oportunidad de ser él mismo contigo... Marcos no es para nada la persona insegura que parece cuando estamos contigo... le pasa lo mismo cuando estamos con mi familia... está a la defensiva porque no sabe cómo reaccionaré yo si te ataca del mismo modo que tú le atacas a él... nunca ha querido que yo tenga que elegir entre él y mi mejor amiga o entre él y mi familia... nunca ha querido ponerme en ese compromiso.

  • Cristina... yo... – no sabía que decir.

  • No sabes lo que me entristece cuando veo que le miráis todos por encima del hombro... Marcos es lo mejor que me ha pasado en la vida y nadie lo entiende, ¡NADIE!... salvo mi madre – me dijo con lágrimas empezando a caer por sus mejillas – soy yo la quiere trabajar y no quiere ser una

mujer florero

como acabas de dar a entender, diciendo que me apellido Sánchez... soy yo la que quiere trabajar de arquitecta y la que no ha encontrado nada mejor que esa mierda de empresa en la que trabajo... yo soy la fracasada en nuestra relación Gema... ¿LO ENTIENDES? – gritó.

  • Pero tienes la empresa familiar Cristina... ¿no puedes trabajar allí? – pregunté.

  • ¿Para que todos me vean como la enchufada?... en eso tuvo razón Marcos cuando acabamos la carrera y se lo propuse, me dijo que hiciese lo que quisiera pero que él no quería ser el enchufado de la empresa, que si algún día trabajaba en la empresa familiar sería porque se lo había ganado... a mí la verdad no me hubiese importado, pero pensándolo después con calma y detenidamente me di cuenta de que tenía razón y ahora por orgullo quiero ganármelo... no quiero irme mañana mismo a la empresa familiar llorando y suplicando para que me den un trabajo, porque como tú lo has dicho, sea una Sánchez... poder podría... pero así no.

  • No lo entiendo... ¿eso te hace una fracasada? – dije pensativa.

  • Marcos podría trabajar donde quisiese, cuando buscábamos trabajo antes de casarnos le hicieron ofertas de las mejores empresas de arquitectura de España... Sevilla, Madrid, Barcelona, San Sebastián, Bilbao... algunas con salarios de más del triple de lo que nos ofrecían en la empresa familiar, siendo como todos creéis un don nadie... y las rechazó todas por mí... porque yo también pudiera cumplir mi sueño de trabajar como arquitecta, aunque sea en esa mierda de empresa... ¡la única de la que me llamaron!... ¡LA ÚNICA GEMA!... ¡LA ÚNICA!

  • Vale... es un tío cojonudo... pero tampoco hace falta que me lo vendas que yo no lo quiero para nada – dije indignada... ¿cómo podía estar tan ciega?

  • No te lo vendo Gema... nunca lo haría y te aseguro que no lo cambiaría por nada ni por nadie – tras unos instantes vacilante – pero a lo mejor te lo prestaría – me dijo meneando la cabeza, como pensando, con una sonrisa nerviosa que me confirmaba, que a pesar de la seriedad con la que parecía llevar nuestra charla, sí estaba bastante achispada – ojalá encontraras un hombre con él Gema, te haría mucho bien... dices que yo era tú ángel... ¡AHORA ÉL ES EL MÍO!

¿Estaba loca?... ¿para qué quería yo alguien como Marcos?... ¿para trabajar de sol a sol para apenas poder llegar a fin de mes?... NO, NO, NO... esa clase de hombre no era para mí... NO GRACIAS... y tampoco era un hombre para ella... nosotras éramos mucho mejores y nos merecíamos algo mucho mejor que el imbécil de Marcos.

  • Vale Cristina... le daré una oportunidad a Marcos – y con un abrazo sellamos una paz ficticia, al menos en el tema de Marcos... ten a tu amigo cerca y a tu enemigo aún más cerca... pensé para mí.

  • Si no te importa, me voy a dormir... estoy muy cansada – y con una risa floja añadió – y también bastante borracha... hacía tiempo que no bebía tanto como esta noche.

Cristina se fue a la cama y yo no sabía qué hacer... colocada y sin que me follaran hasta hacerme desfallecer, iba a ser imposible que consiguiera dormirme fácilmente aquella noche, así que di vueltas por la casa sin rumbo fijo intentando no hacer demasiado ruido... un par de horas más tarde subía a mi habitación y observé la puerta entreabierta de la habitación donde dormía Cristina.

  • ¿Cristina?... ¿estás dormida? – entré y me senté a su lado en la cama – ¿Cristina? – volví a llamarla agarrándola suavemente del brazo.

  • ¿Qué pasa Gema?... déjame dormir – dijo dando media vuelta en la cama – estoy muy cansada, bastante borracha y me duele mucho la cabeza... mañana hablamos.

  • Cristina... no puedo dormir, todavía estoy colocada... ¿te puedo hacer una pregunta?

  • Gema... ¿ahora?... ¿no podemos hablar mañana? – me dijo colocando bien la almohada.

  • ¿Qué has querido decir con eso de prestar a Marcos? – pregunté.

  • Ay Gema déjame dormir... sólo es una fantasía... nada importante... buenas noches Gema.

  • ¿Qué fantasía? – pregunté curiosa... ¿no todo eran flores en el paraíso?

  • Gema... quiero dormir... de verdad... no insistas...

  • Venga Cristina... tú has dicho que hoy era el día de la verdad y de las confesiones... como cuando éramos niñas y sin callarnos nada de nada... ¡habla! – dije ansiosa e intrigada por aquellas palabras.

  • Está bien... te lo cuento y me dejas dormir... Marcos y yo hacemos el amor casi todos los días y siempre consigue arrancarme uno o dos orgasmos muy placenteros... es muy delicado, muy cariñoso, muy dulce, muy mimoso...

  • ¿Pero?... porque hay un pero... – interrumpí, pero sólo buscando que siguiera hablando.

  • Pero en ocasiones siento como si en ese momento de más excitación entre ambos, le faltara un puntito de maldad conmigo... un pellizco, un azote, un mordisco, un insulto... no sé, algo... creo que me quiere demasiado y siento como si tuviera miedo a lastimarme o a hacerme daño... quisiera que alguna vez también tomara y no preguntara... que me... pues eso...

  • Vamos que te follara como a una perra... que por un momento se olvidara de que te quiere y en lugar de hacerte el amor, te follara como a una puta barata – completé su frase, porque no sabía si iba a dormirse o le daba vergüenza decirlo en voz alta.

  • Eso mismo Gema... que me haga el amor como lo hace porque es maravilloso, pero desearía también que alguna vez me folle como te han follado hoy a ti en ese baño... ahora vete Gema... déjame dormir – dijo tapando la cabeza con la manta.

Y con una sonrisa de satisfacción y triunfo abandoné aquella habitación, tras años buscando un resquicio ya tenía algo para empezar el trabajo... una grieta para intentar plantar la semilla de la discordia en el matrimonio de mi amiga... Cristina en realidad no quería compartir a Marcos conmigo como me había dicho en el sofá, ni probablemente con nadie... quería que Marcos fuera un hombre más dominante en la cama y pensaba que yo podría enseñárselo, por eso me había dicho lo de prestármelo... me había visto en aquel servicio y quería experimentar algo así... pero yo no iba a enseñar a Marcos a nada, yo quería sustituirlo y ya sabía cómo intentarlo... conocía docenas de hombres dominantes en la cama, sólo había un problema, que todos eran tan basura como Marcos.

Tenía ya la idea de qué hacer y cómo... sólo tenía que buscar al hombre perfecto para mi objetivo... y también me faltaba encontrar lo más difícil, una manera de intentar vendérselo a Cristina...