Cristina y Marcos: El Preso Número 9

Relato homenaje a estrelladelasnieves y a Bajolassábanas (Paralaalegría), autores de la gran serie “Marcos y Cristina”, y publicado con la autorización expresa de estos dos magníficos autores, Cristina y Marcos. Cristina y Marcos: El Preso Número 9, final alternativo. Una historia que transcurre hasta 10 años después y en donde hacen cameos otros personajes muy queridos.

Cristina  y Marcos: El Preso Número 9, final alternativo

Relato homenaje a estrelladelasnieves y a Bajolassábanas (Paralaalegría), autores de la gran serie “Marcos y Cristina”, Y  publicado con  la autorización expresa de estos dos magníficos autores, Cristina y Marcos.

Una historia que transcurre 10 años después y en donde hacen cameos otros personajes muy queridos.


El Preso Número 9

Aun hoy día me acuerdo de Cristina, mi dulce y querida Cristina, mi niña… mi amor. A la que quise y quiero con locura todavía. La última vez que hablé con ella pude ver el miedo en sus ojos, el terror que estremecía su cuerpo cuando me acercaba a ella para regalarle una tierna caricia. Vi desprecio en el rechazo que le producía mis manos, hubo odio en sus palabras y desdén en su mirada.

Me alejé de ella, no pude soportar sus dudas o el poner trabas para quedarse a solas conmigo. Y no le faltaba razón. Obré mal, quise recuperar mi honor y volver a parecer un hombre, y no el patético pelele en el que me había convertido. No, ella no tuvo la culpa de mi transformación en un maúro y en un farfolla sin una  mihílla de dignidad ¿Por qué lo hice? Eso me preguntaba siempre a diario.

La radio del coche oscilaba al ritmo suave de un  trágico bolero el día que aparqué en el único sitio que encartó que había libre frente a la Jefatura Superior de  Policía en Granada.

Al preso número nueve

ya lo van a confesar

En la entrada lo esperaba Alberto Jurado Vázquez que lo saludó estrechándole efusivamente la mano.

—¿Estás seguro de lo que quieres hacer, Marcos? Mira que en cuanto entres por esa puerta —dijo mirando la cabina de entrada donde el goleó del  Policía Nacional miraba de reojo —no hay vuelta atrás.

—Sí, Alberto, tal como te dije por teléfono, quiero quitarme este regomello de encima cuanto antes. Es algo que debí hacer hace tiempo.

está rezando en la celda

con el cura del penal

Entré junto a mi abogado que vino expresamente de Madrid para oficiar el acto. A “El Puertas” me lo recomendó Julián al que conocí  haciendo el Máster  de Construcción y Tecnología de los Edificios Históricos en la Universidad Politécnica de Madrid. Regentaba un garito al que me aficioné las noches de los viernes, por su buena música y porque era el único lugar en el que me ponían una “mirno” sin preguntar ¿qué polla es eso?

Recuerdo que fue Julián quien me llamó tras enterarse del asesinato de mi cuñado Roberto. Yo le expliqué por encima la situación, obviando mi participación en los hechos. Le referí los chanchullos que se traía mi cuñado con los políticos de la Junta de Andalucía, y sobre el blanqueo constante de dinero negro. Añadí que si esos líos salían a la luz posiblemente necesitaríamos un abogado, incluyendo así en la conversación a Cristina, y advirtiendo eso sí, que nos gustaría que no fuese de Granada, temiendo que la sombra de la larga mano de don  Rafael Sánchez me atrapara.

—Yo solo confiaría en El Puertas —me dijo. Y así fue como esa misma semana me presenté en el despacho que compartía con sus  otros socios, Álvaro e Isabel. En principio iba a ser Isabel quien llevara mi caso, pero recién comenzaba con un tratamiento contra un extraño cáncer de mama, por lo que fue el mismo Albert quien preparó toda la documentación entre tercios de Mahou para él y de mi adorada Alhambra verde para mí.

porque antes de amanecer

la vida le han de quitar

—Vamos para adentro —Me indicó Albert. —¿Conoces al inspector que lleva el caso de Robert&Company? —me extrañó que lo nombrara con el nombre de la compañía de mi cuñado.

—Me ha interrogado un par de veces, pero me ha parecido una persona íntegra y honesta —y recordé la presión que ejercía en cada interrogatorio, pues creo que ya sospechaba que en la muerte de mi cuñado podía estar implicado un sicario.

El Inspector Carmelo López me vio desde la cristalera que cercaba su despacho y su rostro se iluminó con una sonrisa. No esperó a que llegáramos, fue él quien salió diligente a recibirnos.

porque mató a su mujer

y a un amigo desleal

Fue verlo por los pasillos de la comisaría y el Inspector Carmelo López supo que ese día habría caza mayor en la Jefatura Superior de Policía. Tuvo la impresión  de que Marcos se entregaba por fin, aliviando meses en la investigación y dolores de cabeza, pues él desde el principio sospechó del yerno que le quedaba vivo al señor Sánchez.

El Inspector se frotaba las manos por el éxito, pero no contaba con la participación del abogado madrileño que venía dispuesto a hacer un trato con la fiscalía.

—Quid pro quo —le dijo el abogado al policía— Mi cliente entregará documentación confidencial y sensible relativa al caso “Arquitectura”  a cambio de una condena pactada con el fiscal aceptado su culpabilidad antes del juicio y renunciando a pedir su absolución.

El acuerdo se llevó en la más estricta intimidad, aunque  eso no evitó que los diarios IDEAL y Granada Hoy sacaran en sus portadas la detención del yerno de don Rafael Sánchez, acusado de haber contratado a un sicario para asesinar al conocido arquitecto granadino.

Dice así al confesor:

Los maté, sí señor,

Reconocer al fin mi culpa antes el Inspector López, fue un alivio y una liberación. Con mi confesión me quité de encima ese laillazo que me carcomía cada día.

—Contraté al Chino por 50.000 euros, un dinero que le sustraje a mi esposa de una de sus tantas comisiones ¿Los motivos? Ya usted me lo dejo caer, Inspector, en sus interrogatorios anteriores… las constantes infidelidades de mi mujer con su propio cuñado y con numerosos cargos públicos de la Junta.

—Marcos ¿Usted sólo quiso asesinar a Roberto o también contrató al sicario para que matara a su esposa?

—¿A mi esposa? No,  a ella nunca. Cristina debía salir indemne del atentado —dije yo, a sabiendas de que el Chino quiso hacerme un último regalo: Disparar a la cabeza de Cristina, para liberarme completamente de su embrujo. Fue una suerte que la pistola se encasquillara cuando el malnacido apuntó a mi mujer.

La bala no salió nunca de la recámara posiblemente por utilizar munición en mal estado.  No le mentí al inspector, yo nunca mataría a mi mujer, o al menos eso pensaba hasta que vi las imágenes de aquel maldito 23 de mayo, donde se me activaron todas las alarmas a ver como quien yo creía que era mi mejor amigo, al que quería como a un hermano, entraba en mi casa y le estampaba un beso a Cristina que la dejaba sin respiración, los 15 minutos de espera mientras estaban  en la cocina, y el remate vomitivo en el sofá, cuando Paco incrustaba su enorme polla en el coño de mi mujer llenándola de carne y de tanta leche que para sacarla de su interior iba a necesitar un chupacharcos.

Cristina había traspasado las tres líneas rojas que le pedí encarecidamente que respetara. Me había humillado públicamente, había tenido relaciones sexuales sin preservativo y lo más terrible para mí, y lo que más me había dolido: Había follado con mi amigo Paco.

y si vuelvo a nacer

—Para mí estás muerta —fue el escueto mensaje que le dejó a la que hasta aquel momento era su mujer, aquella que siempre afirmaba que  quería a Marcos con locura.

yo los vuelvo a matar

Un SMS similar envié  al que  fuera mi amigo del alma. Luego bloqueé los teléfonos y nunca más volví a tener contacto con el gitano ni con Cristina. Ella sí intentó en varias ocasiones contactar conmigo, primero personalmente, alegando que nuestro amor no podía desmoronarse así de la noche a la mañana, posteriormente a través de terceras personas, a las que yo despachaba con una única frase: Cristina para mí ha muerto.

Pese al acuerdo, me cayeron 15 años y 6 meses de condena en la Prisión de Albolote por cómplice de asesinato y estafa empresarial.

El preso número nueve

era un hombre muy cabal

De las 1008 celdas que tiene la prisión, a Marcos lo recluyeron en la 999, nunca supo con qué intención se la adjudicaron, pero empezaron a llamarlo el Preso número 9, pues se corrió el rumor que había matado a su mujer y a su amante cuñado. De vez en cuando alguien le cantaba la canción cuando pasaba cerca.

Desde la ventana de su celda podía ver la torre de control de la cárcel. Como arquitecto se interesó por su peculiar arquitectura, pues está basada en el panóptico, un tipo de arquitectura carcelaria que estudió en el Master de la Politécnica, y que fue ideada por el filósofo Jeremy Bentham a fines del siglo XVIII. El objetivo de la estructura panóptica es permitir a su guardián, guarnecido en una torre central, observar a todos los prisioneros, recluidos en celdas individuales alrededor de la torre, sin que estos puedan saber si son observados. El efecto más importante del panóptico es inducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantizaría el funcionamiento automático del poder, sin que ese poder se esté ejerciendo de manera efectiva en cada momento, puesto que el prisionero no puede saber cuándo se le vigila y cuándo no. Marcos sabía que lo vigilaban pero no le importó.

iba en la noche del duelo

muy contento en su jacal

No puedo decir que mi estancia en la cárcel fuera un paseo de placer, tuve mis desencuentros con algunos presos, algo muy común en una prisión tan poblada como la de Albolote. Las riñas y las reyertas estaban a la orden del día. Albert me avisó que esto pudiera pasar, pidiéndome insistentemente que tuviera mucho cuidado, pues sospechaba que el Chino, al que  hice huir de la justicia española tras el chivatazo, pudiera intentar algo contra mí.

Y efectivamente, el Chino lo intentó. Él tenía ese apodo, no por ser oriundo de China, pues ya que ni tan siquiera era oriental; le apodaban así por los pequeños ojos achinados que tenía ¡Y mira que era feo el joío!

Por los estamentos de la propia prisión supe  que alguien me había enviado un paquete con muy malas intenciones, que explosionaron en un tubo de hormigón que tiene la cárcel  como medida de seguridad y que está diseñado para poder examinar y, en su caso estallar paquetes sospechosos de contener sustancias explosivas. Se trata de un tubo cilíndrico de hormigón con un interior acerado, y abierto por la parte superior, con el fin de que, en caso de tener que explosionar algún paquete o carta, la onda expansiva salga por arriba, evitando así causar daños o efectos colaterales no deseados.

—Illo, menuo ehplotío pegó el paquete —me dijo el funcionario de prisiones que vino a darme la “grata” noticia.

pero al mirar a su amor

en brazos de su rival

En Albolote coincidieron Cristina y Marcos durante casi 3 años. Aunque ella estaba en el Módulo de Mujeres, no llegaron a verse nunca. Eso sí, Cristina lo intentó en varias ocasiones, incluso le hizo llegar una propuesta de hacer un vis a vis, algo que Marcos rechazó con su característico “Cristina para mí está muerta” a lo que de vez en cuanto añadía “y enterrada”.

Sin embargo supo que ella sí logró verse con algunos presidarios del mismo pabellón en el que cumplía condena Marcos. Pudo percibir los murmullos y los codazos cuando salía al patio. Las burlas las sentía en sus carnes y los comentarios obscenos taladraron sus oídos, pero su determinación en eliminar de su vida a la mujer que lo fue todo para él, era superior a las chanzas y mofas que le dirigían algunos presidiarios.

Por suerte El Moi, uno de los cabecillas de aquel módulo, se interesó por Marcos y cambió totalmente su situación dentro de la cárcel, y aunque Marcos siempre pensaba de El Moi estaba ehnoclao y había que tener cuidado con él pues le daba más miedo estar a su vera que sólo en el patio. Pero conocía muy bien que el Moi aborrecía las infidelidades. Gracias a ese hecho, el Moi lo acogió sin problemas bajo su protección al enterarse de los cuernos que le había puesto Cristina. Desde entonces, la vida en prisión fue más llevadera, incluso tuvo tiempo de hacer un nuevo máster a distancia sobre Ejecución de Obras de Rehabilitación y Restauración.

También durante 6 años coincidió en a cárcel con don Rafael Sánchez, su suegro o lo que ahora fuera, pues todavía no había firmado los papeles del divorcio, aunque El Puertas le había dejado un documento muy favorable a sus intereses. Para él, Cristina estaría muerta, pero fue tanto su amor que era incapaz de hacer sangre con ella.

Con su ex-suegro concurrió en varias ocasiones, pero procuraba no verlo ni en el patio, en el comedor, ni en el economato. Ninguno de los dos se tragaban, y sin hablarlo llegaron a un pacto tácito para no tener que verse ni tratarse en la prisión. Marcos sospechaba del odio de don Rafael hacia su persona venía ya desde antes de que se casara con Cristina. Él, empresario de clase ilustre tuvo que tratar con un vulgar monigote con la que la estúpida de su hija se había encaprichado, por eso hizo lo posible por zascandilear ese intolerable matrimonio que nunca obtuvo sus bendiciones. De hecho, se alegraba tanto que Roberto se llevara a Cristina todos los fines de semana y la rellenara como a un pavo con su enorme verga. Lo que no le gustó fue que la prostituyera entres sus contactos políticos, si llega a saberlo, quién sabe si no hubiera sido él quien hubiera matado a su yerno favorito. Pero el mequetrefe de Marcos se merecía esos cuernos y más, y se alegraba sobre todo, con el hecho de tenerlo relegado a un triste rincón en Robert&Company, humillándolo así diariamente. Esos pensamientos resarcía la traición que cometió el pelele, traición por la que estaba cumpliendo condena.

sintió en su pecho un dolor.

y no se pudo aguantar

Yo procuraba no encontrarme con mi suegro, (ex suegro, coño que no me acostumbro), y no porque le tuviera miedo, allí en la cárcel, yo era intocable gracias al Moi. Tampoco me arrepentía de haber traicionado a la familia Sánchez, se lo merecían. Al principio don Rafael, se paseaba con los pabellones con  altanería, arrogancia y toda la malafondinga con la que su madre lo había parido, orgulloso de lo que representaba su apellido en Granada. La última vez que lo vi, estaba demacrado, había desmejorado bastante y caminaba ennortao sin ningún rumbo concreto, la condena se le estaba haciendo muy larga, aunque hacía meses que ya no dormía en prisión.

Me alegré sinceramente cuando El Moi me dijo que en varios días Don Rafael salía de la cárcel.

—Mira payo —me dijo el Moi— no seas engurruñío… invítame a un café en el economato y te cuento argo sobre el malafollá de tu suegro. Te aseguro que lo que te voy a decir no es ninguna bocaná.

Por 0,21 € que costaba el café, me contó que al ilustre don Rafael, por las noches se le acercaban “las hermanas” y durante un par de años fue la muñequita hinchable para unos cuantos degenerados ávidos por probar su boca y su fofo trasero. Conocer esto me entristeció bastante, ninguna persona por muy mala que fuese se merecía un trato tan deleznable.

—Don Rafael tocó unos cuantos hilos sensibles y dejó de tener protección en el trullo —concluyó el Moi. —Así se ha quedao el pobre, con bulanicos en la cabeza como la monja de la copla de Carlo Cano.

Al sonar el clarín

se formó el pelotón

Cuando Marcos había cumplido una cuarta parte de su condena, Alberto Jurado comenzó a  solicitar el Tercer Grado para su defendido, pero no se lo concedieron hasta que Marcos cumplió casi la mitad de la condena, apenas unos meses más tarde de que Don Rafael Sánchez saliera definitivamente de la cárcel. Este Tercer Grado supuso un cambio importante en su rutina diaria.

Marcos parecía un chavea con juguete nuevo en el flamante régimen de semilibertad. No tardó mucho en encontrar trabajo en un pequeño estudio de arquitectura, donde después de más de 8 años, por fin pudo dedicarse a dibujar planos y disfrutar verdaderamente de lo que le gustaba, crear proyectos, diseñar edificios y construirlos. Volvió a sentirse feliz, ese era el trabajo que le gustaba y lo hacía sentirse realizado, prefería ese trabajo mil veces al que realizaba para su cuñado y estaba dispuesto a hacerlo aunque no ganara ni un chavico.

y rumbo al paredón

se oyó al preso decir:

El 15 de abril de 2019 me pusieron la pulserita, un dispositivo telemático que controla los movimientos.  Pude ir a dormir a casa de mis padres. Ellos, felices de no tener que volver a verme tras el cristal durante 40 minutos en sus visitas semanales; tampoco ya los tendrían que cachear ni registrar hasta la saciedad en los vis a vis familiares, que fue la modalidad que siempre elegí, pues era de los pocos que nunca solicitó un vis a vis íntimo con una mujer, me consideraba viudo y necesitaba mi periodo de duelo para superar la muerte de Cristina.

Entré en la casa y saludé a mis padres con un abrazo y muchos besos. Me arrepentía tanto de haberlo hecho sufrir de aquella manera, primero por la vergüenza que pasaron cuando media Granada me consideraban el Cornudo Oficial del Reino y después el tener que soportar el escándalo que supuso el declararme culpable de haber encargado la muerte de Roberto a un sicario y los 15 años y 6 meses que me cayeron.  Pero los padres lo perdonan todo y este crimen también me lo perdonaron.

Ese día, 15 de abril, todas las televisiones retrasmitían un incendio que me impactó y me dolió en lo más profundo del alma. La Catedral de  Notre Dame ardía como estopa. Aquel día que comenzó siendo feliz estaba terminando siendo un desastre. En mi cuarto comencé a preparar un diseño de rehabilitación de mi admirada catedral francesa en el que fui trabajando durante todos los días que tuve que llevar la pulsera en el tobillo. En el proyecto se basaba principalmente  en la Aguja, la torre que se hundió 96 metros más abajo en el suelo, y que fue todo un símbolo de que el templo más icónico de Francia se estaba desmoronando.

¡Padre no me arrepiento

ni me da miedo la eternidad!

Marco consiguió la libertad definitiva tras cumplir 9 años y cuatro meses de condena, con reducción efectiva por buena conducta, por los estudios realizados en prisión y por los trabajos efectuados. Una labor documentada que había dejado preparada su abogado Albert, al  que no le dio tiempo saborear su éxito, pues la madrugada del 5 de octubre murió en circunstancias extrañas durante un enfrentamiento con la policía.

—Va por ti, Alberto Jurado Vázquez, alias El  Puertas. Gracias por todo.

Albert estuvo presente en todo momento mientras que Marcos fue cruzando puerta tras puerta o reja tras reja hacia su libertad.

En la salida lo esperaba Pedro y María, sus padres. Pedro que había traído la furgoneta en la que todavía figuraba el nombre de su empresa, a pesar de estar ya dada de baja y él, jubilado. Curiosamente, Marcos, echó de menos a su amigo Paco, en otra circunstancia hubiera estado allí para darle un abrazo. Se extrañó aquel recuerdo, pues era la primera vez en 10 años que pensaba en el que fuera un día su gran amigo.

Pedro lo abrazó a su hijo sin decir ni una palabra, no hacía falta, él lo comprendía, ya había pasado todo y la vida le daba otra oportunidad para resarcirse y de enmendar errores. Aquel hombre estaba orgulloso de su hijo, en el fondo pensaba que  había hecho lo que tenía de hacer, como en aquella copla de Los Paquiros que tanto le gustaba y que escuchaba en un obsoleto tocadiscos monofone.

Yo sé que allá en el cielo

el Ser  Supremo me ha de juzgar.

No sé ni cómo me atreví a entrar en aquella casa, llevaba varios meses dándole vueltas y una tarde me decidí.  Toqué al timbre con la mala suerte de que quien abrió la puerta fue don Rafael Sánchez, en lugar de su esposa con la que seguro hubiera sido más fácil.

—¡Cuchi! —exclamó — ¿A quién tenemos aquí? ¡Y tiene la caradura de presentarse en mi casa después de lo que me hizo!

—Don Rafael, solo vengo para saber dónde está Cristina, me gustaría conocer que ha sido de ella.

—¿Otavía sigues encoñado con mi hija después de lo que te hizo? Pues ¿sabes? Yo me alegraba un montón cada viernes cuando se iba con Roberto a ponerte los cuernos con los políticos a los que les sacábamos los cuartos. No veas la de cuernos retorcidos que te puso y como disfrutábamos Roberto y yo comentándolo cuando veníais a casa.

—No he venido a recordar aquello, sólo quiero saber el paradero de Cristina y me marcho.

—No lo sé, y aunque lo supiera, no te lo diría nunca. Lo único que te mereces es que te coja y te tire por esa arqueta a los darros. Así que vete de mi casa antes que haga una tontería, que ahora no tienes al Moi para que te defienda.

—Yo sé defenderme sólo, no necesito a ningún Moi.

—¿Tú sólo? ¡Ja! Si no llega a ser por Cristina que  estuvo pagando al Moi para que te defendiera, tú no sales vivo de Albolote.

—¿Qué Cristina pagaba a quién?  —pregunté yo incrédulo.

—Al Moi ¿pero te creías que el Moi te acogió en su regazo porque era Teresa de Calcuta? No, él siempre te defendió por los buenos dineros que mi hija le enviaba a su familia todos los meses. Para eso Cristina se reunió con él en un vis a vis, para alcanzar un acuerdo por tu protección, imbécil y ni siquiera tuvo que acostarse con él. Ella buscó tu preptección en la cárcel desde el principio, algo que no hizo mi hija conmigo, fitetú.

Aquella confesión me dejó noqueado, Cristina estuvo pagando al Moi mi protección y nunca sospeché de aquello ¿Cómo era posible?

—Entonces, Don Rafael —balbuceé todavía grogui por la información— ahora sí que necesito hablar con ella.

—¡Qué no sé nada de mi hija, ni quiero saber! Después de salir de la cárcel, no consiguió rehacer su vida y se fue a Barcelona con aquella puta a la que tú frecuentabas, y con eso cerré todo vínculo con ella.

Y sin esperar más, me dio con la puerta en las narices, dejándome guarnío por la tensión acumulada en nuestra breve conversación en la que al menos había sacado algunas conclusiones ¿Lola? ¿Cristina estaba con Lola en Barcelona? Me sentía aturdido y tambaleante pero con la firme determinación de buscar a Cristina; aunque trabajara de puta y Paco fuese su proxeneta, la tenía que encontrar.

Con miedo aún de encontrarme con algún conocido del Chino, me dirigí a la calle Elvira y giré para la izquierda, hacia el lugar donde tuvimos nuestro primer encuentro con Lola. Allí pregunté por ella. La mayoría de las chicas eran nuevas y no la conocían. Pero una mujer entrada en años, con unos labios pintados con un rojo intenso me pidió 50 euros por decirme lo que sabía de Lola.

—A Lola le diagnosticaron cáncer de colon en estadio 4, estaba fatal con la quimio, había perdido el pelo y estaba demacrá. Comenzaron a ayudarla desde la parroquia y sobre todo desde Cáritas, que era de donde sacaba la poca comida que podía tragar.

Entonces una tarde apareció una chica, pensamos que sería su hija porque  se la llevó a tratarla a Barcelona. Desde entonces no hemos tenido noticias de ella.

Voy a seguir sus pasos,

voy a buscarlos al más allá.

Marcos fue a Barcelona, justo antes de que el Gobierno declarara el Estado de Alarma, pues ya el coronavirus había sido detectado en diversos puntos de España. No fue difícil encontrar el lugar donde trabajaba, era la misma empresa que les ofreció trabajo antes de que aceptaran trabajar con Roberto. Cuando llegó all lugar se encontró que Cristina se había marchado de Barcelona con rumbo desconocido, nadie sabía a donde se había dirigido tras dejar el trabajo, justo después de enterrar a Lola, que no superó la terrible enfermedad que padecía.

Localizó la tumba de Lola en Granada. Se informó que todo fue pagado al contado por Cristina, entierro y traslado desde Barcelona incluido. Tras ser incinerada, fue depositada en un columbario del cementerio de San José, donde Marcos depositó un ramo de flores mientras le brotaban lágrimas en los ojos. El llanto era por su amiga Lola y por saber que Cristina lo había hecho todo por él. Había acogido a una Lola desahuciada y se la llevó a Barcelona para buscar un tratamiento alternativo. Cristina no había dejado sola a Lola, porque él hubiera hecho lo mismo, y se imaginó que su ella lo seguía queriéndolo con locura.

Durante el confinamiento terminó el proyecto sobre la Aguja de Notre Dame y lo presentó a un concurso de proyectos de rehabilitación en París. Unas semanas más tarde, un correo electrónico avisaba de que su proyecto había sido elegido para la restauración de la mítica torre de Nuestra Señora de París. El proyecto estaría supervisado por  Architecture Limoncé  Interprise, empresa francesa que se encargaba de todo lo relacionado con la Catedral quemada

También a Granada llegó por aquellos días la noticia de que el Chino había muerto en Colombia en un enfrentamiento con la policía de Medellín. Al parecer trabajaba para un cartel de la droga y fue sorprendido cuando preparaba varios cientos de kilos de coca listos para ser trasladado a Europa y Estados Unidos. En el enfrentamiento murieron más policías que narcotraficantes, debido a la capacidad armamentística de estos últimos. Con la muerte del Chino, Marco se vio un poco más libre y con más capacidad para buscar a Cristina.

Mientras tanto, buscó a Paco, supo que trabajaba en  la embotelladora de Aceites Lafuente en Jaén, y le hizo llegar un mensaje de que había salido de la cárcel. Quedaron en verse en noviembre, pero el cierre perimetral de las provincias andaluzas lo impidió en aquel momento. Tuvo que aprovechar la revisión de una obra de una nave en una fábrica de aceitunas de mesa en Baeza, propiedad del mismo grupo empresarial con el que trabajaba Paco,  para volver a quedar con el gitano. El encuentro fue bien, se tomaron varias cervezas Alhambra Especial, pues en aquel bar no tenían la 1925, brindaron por el futuro y Paco deseó que encontrara a Cristina. Pese al buen rollo que hubo entre trago y trago, Marcos supo que aquella amistad se había desmoronado por completo. Nunca volvería a ser lo mismo.

En Marzo de 2021 se encontró a Gema una tarde por Granada. Si a alguien le había sentado mal estos diez años transcurridos, fue a ella. Parecía la sombra de lo que fue. Estaba esquelética y había perdido todo su atractivo, por no quedarle, ni le quedaba culo, aquel culo que tanto le gustaba a Marcos y que disfrutó viéndolo en la Playa de Cantarriján. Ella se mostró esquiva con él, aunque reconoció que hacía mucho tiempo que no sabía nada de Cristina, desde lo de Albolote no se habían vuelto a escribir ni a llamar por teléfono. No sabía que se llevó a Lola a Barcelona con ella, fue algo que le sorprendió muchísimo.

No fue hasta abril cuando pudo viajar para coordinar  con Madame Limoncé la ejecución del proyecto. Previamente se habían comunicado a través del email, ella era la encargada de supervisar los bocetos. En Paris, la empresa le ofreció a Marcos la posibilidad de vacunase con Pfizer, a lo que accedió no sin reparo.

Quedó con Madame Limoncé para una primera entrevista el miércoles 14 de abril, casi en el el segundo aniversario del incendio de la Catedral parisina. Se alegró de que por fin fuera a conocer a la misteriosa empresaria francesa.

Ay, ayayayay

No me pudo pillar en peor momento ¡Con la de trabajo que tenía atrasado! Encima me habían encargado entrevistar al español que había ganado el concurso sobre la Aguja. No tuve tiempo de mirar su currículum, cuando lo vi entrar titubeante con su barba espesa sin recortar, que sin embargo no le sentaba mal del todo, y su larga melena suelta, que hubiera agradecido que se recogiera en una coleta.  Tuve que reconocer que el chico estaba bueno, como ya me habían avisado mis compañeras féminas, las cuales ya había echado a suertes quien se lo quedaba para comenzar a practicar el “francés” con él. Estaba delgado, aunque tras la camisa que llevaba puesta sin chaqueta, se le veía musculoso, se notaba que hacía ejercicio. Él se quedó boquiabierto mirándome fijamente sin pestañear y sin decir nada, como si le hubiera comido la lengua el gato.

—Venga vamos, siéntese,  que aquí lo tenemos todo muy espercojao contra el dichoso COVID19.

Me pareció que el español se echaba a reír al escucharme hablar.

—¿Le ha hecho gracia mi acento? —pregunté algo mosqueada, pues supuse que aquel hombre sería de Despeñaperros para arriba y se reía de mi forma de hablar.

—Para nada, Madame Limoncé, me ha gustado escuchar lo de “espercojao”, una expresión muy granaína.

—Vale, pero me parece que te has confundido, Yo soy Cristina Sánchez, Madame Limoncé es mi jefa y me ha pedido que te reciba yo para hacer más fluida nuestra colaboración a través del español.

—Entonces… ¿No estás casada? —me sorprendió con esa pregunta y por la sonrisa de oreja a oreja que se reflejaba en su cara.

—No, no lo estoy, ni tampoco estoy interesada en relación alguna —corté yo con mi más autóctona malafollá granaína.

—Me alegra saberlo —me respondió con una amplia sonrisa, —…Cristina.

El modo de pronunciar  mi nombre me puso la piel de gallina, la marera de alargar las vocales fue la forma que tuve de reconocerlo, ahora fumaba y se le había quedado la voz más ronca por eso tardé en reconocerlo. Me fijé en sus ojos tras la barba y la melena, y allí descubrí a Marcos, mi Marcos,  mi amor… mi vida. No sé cómo salté de la silla donde estaba sentada y me abracé a él, llorando.

—¡Marcos, eres tú! —y ni me importó que pareciera una estúpida señalando lo obvio. Él no me rechazó y me alegró que buscara mis labios para besarme. Fue un beso intenso, prolongado y pasional, donde dejábamos relegados 10 años de ausencias.

Frente a nosotros se abría unas nuevas expectativas, y no estaba dispuesta a renunciar al amor de mi vida por un sexo que no había echado en falta desde la última vez que follé con él, días antes de que confesara su participación en el asesinato de mi cuñado Roberto.

La vida nos daba  una nueva oportunidad y esta vez, llevábamos la lección aprendida y la íbamos a aprovechar.

Tras aquellos días de entrevistas y presentaciones de su proyecto, Marcos se vino a mi apartamento en pleno centro de París, ubicado cerca del Palacio de la Ópera y la Galería Lafayette. Estuvo hasta primero de Mayo. Recuperamos tiempo perdido en el sexo y hablamos de nuestras historias por separado. Le conté de Lola y como intenté hacerle más agradable sus últimos días. Marcos ya sabía que no tenía ningún contacto con Gema y me sorprendió que él hubiera ido a ver a Paco. Nos quedaron muchas cosas en el tintero, pero ya tendríamos tiempo de conocerlas y de contarnoslas. Por de pronto, Marcos se tendría que mudar a París para la ejecución de su proyecto ganador y yo le invité a vivir conmigo.

Aproveché a que él  tenía que volver a Granada a por sus cosas, para acompañarlo a la que fuera nuestra ciudad. La encontré preciosa, radiante de colores y repleta de flores. Desde el Mirador de San Nicolás, la majestuosidad de La Alhambra me produzco un rapto como a Stendhal. La mano de Marcos, me devolvió al mundo de los vivos.

Bajamos al Paseo de los Tristes y caminamos cogidos de la mano acompañados por  el suave murmullo del río Darro. Volví a Granada, volví a mi hogar, renacida.

—Estoy pensando que  todavía estamos a tiempo de ser padres —dije mirando a los preciosos ojos de Marcos. Como respuesta me dio el más sabroso de los besos.

Fin.

Aime (22 Mayo de 2021)

Los dos ríos de Granada, bajan de la nieve al trigo

Federico García Lorca

*Transcripción del bolero “El Preso Número 9”  según la versión cantada por Alci Acosta

Diccionario granaíno

Maúro: bobo, atontado.

Farfollas: persona presuntuosa, enterá o que habla sin base

Mihilla : unidad de medida universal. Aplíquese a multitud de magnitudes, tales como tiempo, peso, espacio, capacidad, etc. Es la unidad básica del sistema métrico granaíno.

Encartar : palabra muy usada en el granaíno que se emplea para indicar si algo viene bien o no.

Goleó: persona entrometida, cotilla o excesivamente curiosa – dicho también “goleor/a”.

Regomello : sensación de preocupación por alguna persona o situación.

Mirno : Cerveza Alhambra Reserva 1925

Polla : Vocablo estrella del granaíno, con acepciones y usos muy numerosos:

1.- Cuando no se quiere decir lo que se hace ni contestar claramente “¿Qué haces?” — na, el pollas.

2.- Interjección que denota molestia o hastío. Ejemplo: “Y la polla er tío, déjame en paz”.

3.- Como expresión de incredulidad. “¡Vamos, es que esto es la polla!”

4.- Como expresión de enfado o indignación. “Cuidao con la polla”, que aunque parece una advertencia, no lo es. Es enfado, y del gordo.

Chupacharcos: desatascador.

Laillazo : Estar cansado hasta la extenuación.

Joío : Jodido.

Ehplotío : Explosión

Illo : Vocativo abreviación de "chiquillo" (también se puede usar  quillo/a). Puede variar su uso en función de las repeticiones siendo "illo" para llamar, "illo, illo" para llamar la atención especialmente, o "illo, illo, illo" para expresar peligro inminente.

Malafollá : Dícese de una cualidad inmaterial e inherente a todo granaíno. Viene a ser como una mezcla de sarcasmo y simpatía y lominmitico se usa para referirse al mal genio o mal humor como para describir a una persona sin gracia alguna.

Malafondinga : término semejante a malafollá pero en negativo.

Ennortao : abstraido, distraido.

Ehnoclao : situación en la que se queda el que se da un fuerte viaje en la parte posterior de la cabeza.

Engurruñío: tacaño.

Bulanico: Vilano. Apéndice de pelos o filamentos que rodea a una semilla para que la disperse el viento.

Bocaná : tontería.

Chavea : niño.

Chavico: base del sistema monetario granaíno. Su nombre proviene del ochavo, antigua moneda española de cobre con peso de un octavo de onza, aunque después pasó a llamarse así a la perra gorda y ahora a cualquier moneda de poco valor, de esas que uno a veces ni se agacha a recogerlas si se caen

Cuchi : Sinónimo granaíno de caramba.

Otavía : Todavía.

Darro: Alcantarillado, desagüe. Además del nombre del río, se usaba para indicar dónde tirar o arrojar las aguas sucias.

Fitetú : Fíjate.

Guarnío: agotado.

Espercojao : muy limpio, como los chorros del oro. Limpieza.

Lominmitico : tan parecido que es igual.