Cristina y Marcos

Final

Aquella mañana había notado un escalofrío al bajarse del coche, Marcos se había comportado de una manera extraña, percibía que algo tenía que pasar, era culpa suya y lo sabía; la palabra compartir había quedado arrancada de sus vidas, tan cerca y a la vez tan lejos.

-  ¿Estas bien, preciosa? .- preguntó Juan acariciando sus piernas.

  • Si...vigila tus manos.- contestó algo tosca. Juan se comportaba como si ella fuera de su propiedad.- no es el momento ni el lugar.- si no fuera porque estaban a punto de firmar la construcción de la nueva sede del partido, se hubiera levantado de la mesa, se daba cuenta que su cuerpo, o mejor, su mente estaba saturada, no podría aguantar mucho tiempo más, miró hacia la barra donde Roberto estaba pidiendo unas botellas de agua, cada vez que lo observaba se sentía dividida en dos; por un lado estaba aquel deseo de seguir junto a él, y por otro estaba su marido; amor y lujuria, dos palabras que los separaba, los convertía en antagónicos, "te juro que yo nunca haré nada que te dañe", sus propias palabras le escozierón como una herida abierta; Pedro , Inés, Roberto, Carlos, Juan, Antonio...sé detuvo al no poder recordar todos los nombres. Juan volvió a acariciar sus piernas, y de pronto, tres estallidos, nunca había oído el ruido que hace una pistola al disparar, eran como tres petardos de feria, igual que aquellos que le compraba su abuelo Nicolás, el ruido hueco que hace un cuerpo al caer al suelo sin vida, la mano de Juan se detuvo, congelada, tan fría como el cuerpo de Roberto, un encapuchado se tropezó con una silla y haciendo un quiebro como si de un torero se tratara consiguió mantener el equilibrio, no tuvo tiempo de fijarse en él, solo veía a Roberto inerte, Juan se levantó con el rostro blanco, mientras que ella no podía mover ni un solo músculo, incrédula miraba el bullicio que se estaba formando alrededor del muerto, ni siquiera se dio cuenta de la desaparición de su acompañante; habían asesinado a Roberto, y Juan no quería estar presente cuando llegara la policía y los medios.

" Despertaba el día,

y , a su albor primero,

con sus mil ruidos despertaba el pueblo.

Ante aquel contraste de vida y misterio,

De luces de tinieblas,

Yo pensé un momento:

¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!

Rima LXXIII.

Gustavo Adolfo Bécquer.

Aquel domingo marcaba el fin y el principio de nuestra vida, o por lo menos eso esperaba. Al abrir los ojos me descubrí solo en la cama, ninguno de los dos había podido conciliar el sueño, quizás ella por perder a su amante y yo por haberlo asesinado, no, no me sentía orgulloso ni nada que se le pareciera, me sentía sucio, vacío, y sé que una parte de mí sería enterrada ese mismo día junto a Roberto.

Me levanté y siguiendo el ruido de la ducha entré en el lavabo, el ruido del agua casi tapaba los sollozos de Cristina.

-  ¿estás bien?. - pregunté sintiéndome estúpido.

Se detuvieron los sollozos, durante unos segundos nos invadió el silencio sólo roto por el agua de la ducha, veía su silueta apoyada en las baldosas mirando al techo.

-  ....Sí.- y de nuevo el silencio, ninguno de los dos tenía palabras que encajaran en ese momento, ningún pésame le di, ni ella lo exigió, lo sucedido había quedado en un punto muerto, quizás la frontera entre ambos.

  • Voy a preparar algo para desayunar.

-  Si, yo solo tomaré café, no tengo hambre.

Preparé el café esperando a que apareciera, llevábamos dos días sin estar juntos, necesitaba sentirla de nuevo, el viernes se pasó el día en comisaría declarando, una agente le mostró un montón de fotografías, pero le fue imposible reconocer al encapuchado, luego vino la parte más difícil, los inspectores querían saber quién era la persona que les acompañaba, el camarero había declarado que iban tres personas, así que Cristina tuvo que dar un nombre sabiendo que podría crear un terremoto político, pero no le quedaba otra, sobre las ocho de la tarde dejaron que se fuera a descansar; _ estaré en casa de mis padres, mañana nos vemos_ y así pasó el sábado, yo decidí ir a ver a mis padres, necesitaba estar con ellos, sentir como su abrigo tapaba aquel frío que cubría de remordimiento mi cuerpo.

El color negro cubría su cuerpo, camisa, pantalón y zapatos, su pelo recogido en una perfecta coleta, apenas maquillaje, solo para cubrir sus ojeras, y la afasia nos contagió dejándonos sin palabras, ella con su dolor y yo con mi desazón.

-  ¿Te importa si voy al cementerio en el coche de mis padres? .- sus palabras salieron en un fino hilo de voz, como temiendo que se rompieran en cualquier momento.

-  No, claro que no,¿cómo está Esther? .- dije acariciando su fría mano.

-  Mal, ¿cómo quieres que esté?.- sé que intentó sonreír, pero lo no lo consiguió.

-  Es normal.- el corazón se me encogía de verla de aquella manera; había provocado tanto dolor, ¿qué pensarían mis padres?, un año mintiendo a las personas que más quería; si, Roberto era historia, ¿pero a qué precio?, llevaba dos días comiéndome la cabeza con una pregunta,¿realmente era culpable?, sentía asco de mí mismo.

-  Si, ¡Dios!, ¿quién es capaz de matar a sangre fría?, pobre Roberto, ni...nisiquiera lo vio llegar.

-  Hay mucho loco suelto.- el nudo del estómago amenazaba con expulsar el café.


Al la semana apareció la UCO en la empresa, un chivatazo había puesto a la guardia civil sobre la pista de las comisiones ilegales, la empresa quedó intervenida, los ordenadores fueron cargados en varias furgonetas y puestas a disposición judicial , pero no se quedó todo en eso, un sábado a las seis de la tarde se presentaron en casa, Cristina se dejó caer en el sofá sin decir nada, simplemente revisaba su teléfono mientras los agentes se llevaban los ordenadores, por suerte no revisaron el falso techo del hueco de la escalera, allí estaban una parte de las comisiones de Cristina, la otra estaba en el Azahar;  me sentía más pobre teniendo dinero que cuando no lo tenía, las comisiones podían variar, cien mil, doscientos mil, pero ¿para qué?, teníamos que ir con cuidado, según ella, no podríamos cambiar nuestra vida de un día para otro.

Los cincuenta mil euros habían producido una catarata de sucesos que jamás hubiera imaginado, a los pocos días saltó la noticia de las dimisiones de altos cargos políticos, la red se extendía desde el sur al norte, y del este al oeste del país, el nombre de la empresa apareció en todos los medios de comunicación; y como decía mi abuela; "a perro flaco no le faltan pulgas", los grandes proyectos emigraron a Sevilla, nadie quería trabajar con los apestados, hubo un despido masivo y lo que había sido una de los mejores estudios de arquitectura quedó enterrado en la historia.

De nuevo volvíamos a estar sin trabajo, aunque nuestra situación económica no tenía nada que ver con la de un año antes.


Es cuestión de palabras, y, no obstante,

Ni tú ni yo jamás ,

después de lo pasado, convendremos en quién la culpa está.

¡Lástima que el amor un diccionario

No tenga dónde hallar,

cuándo el orgullo es simplemente orgullo

Y cuando es dignidad!

Gustavo Adolfo Bécquer

¿Y nosotros?, nosotros, qué bonita palabra, Cristina se sumergió en la oscuridad del silencio, era como si la muerte de Roberto la hubiera cubierto con un manto de grises, no, aquella no era la Cristina que soñé, que amaba. Pasaron dos meses donde nuestros cuerpos se movían como fantasmas en pena, hasta que decidí romper con todo, explotar aquel globo cargado de dolor.

-  Tendríamos que hablar.- le dije aquella fría mañana de finales de agosto.

-  ¿de qué Marcos? .- dijo levantando la vista del eterno libro, sé que no lo leía, solo lo usaba de excusa para no entablar una conversación.

-  De ti y de mi.

-  ¡De ti y de mi!.- dijo abriendo sus preciosos ojos negros.- estamos juntos¿no es lo que querías?, se acabaron los fines de semana, por fin somos un matrimonio ¡ Normal!.- Cristina abrió los brazos exagerando los gestos.

-  No te entiendo Cristina, ¿qué se supone que somos?, ¿tan mal estas por...?.- no quise pronunciar el nombre de Roberto.

  • Roberto...di su nombre, no va ha pasar nada, él ya no está, no hará sombra sobre tu triste figura.- sus palabras estaban cargadas de odio.

-  Si, supongo que sí, aunque vayas marcada como mercancía, creía que me querías, ¿dónde quedó aquello de siempre juntos, Cristina?. ¿Cómo pudiste?.

-  En eso tienes razón, puesto que nunca estuvimos juntos, igual me equivoqué, he hecho muchas locuras Marcos, ahora veo que demasiadas, no, no me comporté bien contigo, pero siempre fui sincera, cuando volvimos a estar juntos te dije cuál era la situación, quién era yo, y tú lo aceptaste.¿ o es mentira?.

-  Lo acepté por qué te quiero. Aunque me pregunto porque te quiero, y lo que más me duele es saber porque tú, te casaste conmigo, reconoce por lo menos que no me has querido, reconócelo ¡hostia!, ¿cada vez que follabas con un extraño, te acordabas de mí?, no me jodas; y lo peor es que te quiero.

-  Te quiero...te quiero, ¡joder!, es que todo lo relacionas con amor, pero claro, dentro del amor incluyes lo que tú quieres, podríamos haber disfrutado juntos, te necesitaba y lo único que hiciste fue salir corriendo,¡ah!, eso sí, cuánto te quiero Cristina.- cada palabra sonaba más alta que la anterior, Cristina parecía una fiera enjaulada y yo sentía como mis músculos se tensaban, ¿me estaba reprochando que saliera corriendo?

-  Y según tu, amor es follar con desconocidos porque a mi mujer le venga de gusto.¿no?.

-  ¿te has preguntado alguna vez cómo me sentía yo?, ¿ qué es lo que deseaba?.

-  ¿y yo?, pero qué más da.

-  Ahora es cuando te sientes ofendido, si, confieso que me he comportado como una puta, tienes toda la razón y no tengo excusa, pero te sigo queriendo, sé que llevaré esa mancha, pero esa es la Cristina que tienes delante, Roberto ... Roberto siempre estará presente en nuestra vida. Estoy cansada, me voy a acostar un rato, perdona, no tengo la cabeza para hablar de esto ahora, lo siento.

-  ¡ahora huyes tú!

-  No huyo, solo que te conozco, y se que si seguimos no acabaremos bien, solo es eso.- vi a una triste Cristina abandonar el salón, hacía tiempo que sus ojos no brillaban, su sonrisa se había quedado dormida en algún cajón de su alma, el día que falleció  Roberto también morimos nosotros, incluso pensé que Cristina estaba enamorada de su cuñado, que no solo era sexo.

-  ¿si todavía nos quieren en Barcelona, te vendrías conmigo? .- Cristina miró a través de mi, buscando la respuesta fuera de las paredes que nos envolvían.

-  no te prometo nada Marcos.

-  ósea no.

-  Te repito lo mismo, no te prometo nada.

-  Lo he entendido.


Yo voy por un camino, ella por otro;

pero al pensar en nuestro mutuo amor,

yo digo aún : ¿por qué callé aquel día?

Y ella dirá; ¿por qué no lloré yo?

Gustavo Adolfo Bécquer

Cristina llegó de casa de sus padres, llevaba un mes sintiéndose rara, sus pechos parecían arder y los sentía más sensibles, su cabeza no dejaba de darle vueltas a la idea de Marcos, podían abandonar Granada y comenzar de nuevo; ¿sería eso posible?, ¿con qué ojos la miraría cada vez que viera su cuerpo?había huellas que nunca se borrarán, no podría mirarlo a los ojos, todo había empezado mal, no lo supo ver, dentro de ella aún estaba aquel deseo que la llevó a perderse en aquella montaña rusa.

Dejó que el agua llenara la bañera, Marcos aún no había llegado de casa de sus padres, necesitaba relajarse antes de enfrentarse otra noche, no, ya no eran los mismos, las velas de sus vidas se habían apagado dejándolos a oscuras. Se desnudó mirándose en el espejo, se acarició los pechos cerrando los ojos, aquellas manos la llevaron al inicio, poco a poco se sumergió en la bañera, cerró los ojos acariciando su vientre;  era imposible.


Volví a hablar con el estudio de Barcelona, después de excusarse y mostrarles los proyectos de los dos conseguí que pudiéramos entrar a formar parte de su plantilla, lo único que no sería en Barcelona, pues allí ya tenían la plantilla completa, pero que nos guardaban sitio en Girona, cuando recibí la noticia sentí como si mis pulmones volvieran a respirar aire fresco, así que una noche me propuse decírselo a Cristina, teníamos diez días para presentarnos.

No resultaba fácil decirles que me iba, que dejaría que los recuerdos no me afectaran, que me permitieran comenzar de nuevo, lo deseaba tanto que mi ceguera me impedía ver la realidad; jamás podría empezar, ni ella ni yo éramos los mismos, tanta culpa tenía ella por meternos en aquel viaje sin maletas como yo de permitirlo, habían quedado tantas grietas entre nosotros que sería imposible volver a recomponer lo que un día fue.

-  ¿cuándo te vas? .- preguntó mi madre sin dejar de sacar las habas de su vaina.- así era ella, hacía mucho tiempo que había creado aquella coraza impermeable.

-  Nos vamos.- remarqué.- espero que pronto, una, dos semanas, cuanto antes mejor.

-  Y ella, ¿cómo está? .-  "ella", parecía que le quemaba su nombre.

-  ...Bien...¿porque lo dices?

  • Bueno, después de la muerte de su cuñado y su....

  • ¡María! .- fue la primera vez que oí a mi padre gritarle a mi madre.

  • ¡ ¿Que Pedro?!, ya va siendo hora que abra los ojos, si media Granada lo sabe y la otra se hace la tonta.- le dijo con rabia al mismo tiempo que rompía una vaina por la mitad.

  • ¿Qué es lo que quiere decir madre? .- quise cerrar los ojos, cubrirme el rostro con una fina sábana, como cuando eres crío y tienes miedo a la oscuridad de la noche, no quería oír las palabras que salieran de su boca.

-  Lo de Roberto y ella.

  • ¡Dios!, ya te has quedado tranquila.- mi padre se levantó de su sillón y antes de que abandonara la cocina descubrí alguna lágrima en sus ojos.

-  ¿Me dirás que no lo sabes?.

  • ¿Qué dices?,

-  ¿Desde cuando llevas cuernos, hijo?.- la mirada de mi madre era tan dura como ella, no dejó que el temblor de sus manos resquebrajaron su coraza.- siempre te dije que no somos como ellos, y ahora lo has comprobado.   - mi mundo estalló en mil pedazos, mi hogar había dejado de ser aquel espacio donde sentirse a salvo, donde las puertas me resguardaban del mundo real.

  • ....Eso...eso es mentira madre...- las palabras salieron cortadas por la falsedad de las mismas, pero no podía reconocerlo aún sabiendo que no se las creería.

  • No hay más ciego que el que no quiere ver, y tú llevas mucho tiempo sin querer verlo o quizás sí, tanto estudio y tanto tiempo malgastado,¿para qué?, esos dos estaban liados hacía mucho tiempo, eso lo sabes tú igual que todo el mundo, lo mismo que lo de los políticos esos, ¿de dónde te crees que sale todo ese dinero?,¿de trabajar?, pero que ciego que estas, espero que te vayas a Barcelona o donde coño quieras, eso te irá bien a ti y a nosotros, porque tu ceguera no sólo te a dañado a ti...- en ese momento las lágrimas inundaron los ojos de mi madre, estaba tan paralizado por sus palabras que era incapaz de mover mi cuerpo, todo aquello caía como una catarata de agua helada.- hace medio año que tu padre ya no baja al bar a jugar a las cartas,¿y sabes porque?. - se detuvo con la rabia instalada en sus ojos, me retaba a contestar.- por los cotilleos que tiene que escuchar a sus espaldas cada vez que entra en el bar, a mí me da igual, yo los mando a la mierda, cosas peores tuvimos que pasar , pero tu padre no es como yo, a él le afectan y eso...eso nunca te lo podré perdonar, así que haz las maletas y vete; nos harás un favor a todos.  - Lo último que vi,fue a mi madre lavándose las manos; aquella escena podría llegar a parecerse a Poncio Pilato, dando su sentencia.

Salí de casa como un proscrito, la brisa recorrió mi cuerpo provocando un escalofrío en mi tullido cuerpo, miré hacia la Alhambra buscando un consuelo a las palabras de mi madre " a mí me da igual, yo los mando a la mierda, cosas peores tuvimos que pasar en la posguerra, pero tu padre no es como yo, a él le afectan y eso...eso nunca te lo podré perdonar", nunca había pensado en ellos, _ maldito imbecil _ le chillé a la noche, ¿cómo pude dejar que todo aquello sucediera?, ¿amor?, ¿y dónde se suponía que quedaba el amor por mis padres?;  "hace medio año que tu padre ya no baja al bar a jugar a las cartas", los ignoré, estaba tan preocupado por mi causa, que los olvidé, ellos me lo habían dado todo, y yo se lo pagaba de aquella manera, mis ojos se llenaron de lágrimas.

-  ¡Marcos!...¡Marcos!

Me giré reconociendo la voz de Paco, no era el mejor momento para hablar con él, venía caminando deprisa, me pasé el antebrazo intentando disimular el rojo de mis ojos, aún siendo él, sentía un poco de vergüenza el hecho de que me viera llorar; cretino, después de lo que les había hecho a mis padres, ¿sentía vergüenza que me vieran llorar?; ¡Patético!, nuevamente chillé.

-  Hola Paco,¿qué tal estás? .- fría frase y más frío nuestro abrazo, cosa que me hizo recelar de aquel encuentro.

-  ... Bien... estaba en el bar y te he visto...- lo conocía y sabía que había algo más, pero no estaba para charlas íntimas.

  • Me alegro, te dejo, estoy muy cansado y tengo ganas de llegar a casa.- le dije abrazándolo de nuevo.

-  Si..si claro.

-  Adiós, llámame y hablamos.

Sé que intente sonreír, pero mi alma impidió realizar aquella mueca, la sonrisa estaba tan congelada como mi alma, eso, sí la tenía, porque a cada segundo que pasaba iba creyendo que la había vendido, igual que a ellos, mis padres, a parte de Cristina era lo que más quería, y sin embargo, por no perder a mi mujer, me daba la sensación de haberlos perdido a todos, hubiera sido más fácil, haber pagado al Chino para que me matara a mi.

-  Necesito hablar contigo.- parecía desesperado, era como si algo lo estuviera comiendo por dentro.

-  ¿Ahora?, ¿qué pasa Paco?

-  Deja que te invite a una cerveza, solo te pido cinco minutos.

  • Me estás preocupando.- loco de mi, pensé que serían deudas o que se habría metido en algún lío de drogas, no es que fuera un traficante ni nada de eso, pero siempre se sacaba algún extra pasando costo o María, - coca no Marcos- me había dicho intentando suavizar el pecado.

-  Por favor.

Nos sentamos en el bar repleto de parroquianos jugando a las cartas; "hace medio año que tu padre ya no baja al bar a jugar a las cartas", no pude dejar de pensar en mi padre, y noté su vacío en cualquier mesa de aquellas, por suerte pasamos desapercibidos, entre las cartas y el Granada jugando en la televisión nadie percibió nuestra llegada, el único que levantó la mirada fue Curro, el dueño, Paco levantó la mano en señal de victoria indicando que era dos cervezas.

-  Dime.- le dije viendo como vaciaba medio botellín de un trago, yo simplemente jugaba con la etiqueta del botellín, la cerveza estaba de más, mi estómago no soportaría más acidez.

-  ...Mañana me voy a Jaén...

  • ¡Hostia!

  • Si, me ha salido trabajo, es una mierda, pero tu padre ya no está para trabajar, bueno, alguna chapuza, pero con eso no llegó a final de més,¡ojo!, no quiero decir que me pague poco, no, sabes lo agradecido que estoy con tu familia, siempre me han tratado como a un hijo.- sus palabras cada vez me ponían más nervioso, no entendía la tristeza, si se iba de Granada, vale, pero se marchaba porque había conseguido trabajo, ¿qué había de tragedia en todo aquello?

-  Vale, pues muy bien¿no?, supongo que mi padre se apañará, si estás preocupado....

-  No, no es eso, te tengo que confesar...-  Paco se acabó el botellín y volvió a levantar la mano pidiendo otra.

  • ¡Joder Paco!, ¿qué coño está pasando?.

  • Es sobre...- continuó con cara de temor-. Es sobre Cristina.- lo dejo caer como una bomba de profundidad, me miró buscando las palabras adecuadas, aquellas que solo lastimarian el casco de mi barco.- una noche en Córdoba , haber, los tres íbamos muy cargados, ya me entiendes.  -El casco comenzaba a agrietarse, y el agua comenzaba a cubrir mis pies.

-  No, ¿Cristina, los tres?, de qué coño estás hablando.- sentía el frío del botellín intentando apagar el fuego que comenzaba a quemar en mi interior.

-  Gema, Cristina y yo, bueno, eso.- sus ojos se posaron en su botellín, no tenía el valor de mirarme a los ojos, y los motores del barco se pararon, ya no tenía salida, un triste flotador sería el que impidiera que me hundiera con el barco.

-  ¡¡DÍMELO!!!.- el golpe sobre la mesa provocó el silencio en el bar, dejando que solo se oyera al comentarista del partido de fútbol.

  • Lo siento, Marcos...lo siento.

  • Dime lo que hiciste, pronuncia las putas palabras hijo de puta.- sé que éramos el centro de atención, podía sentir las miradas clavadas en mi, ¿pero que le importa a un muerto lo que digan de él?

-  Joder Marcos, te juro que lo siento, de verdad...

-  ¿Qué sientes?, ¿haberte follado a mi mujer o no habérmelo dicho?

-  ...te lo iba a decir...solo que...

  • ¿Cuándo?, eres un puto cobarde.

-  ¡No!, aquí estoy, tarde, pero aquí estoy...mira, no te miento, desde aquel día no he podido quitarte de mi cabeza, siempre me decía, mañana se lo cuento, así un día y otro, luego pasó lo de tu cuñado, y bueno....

  • ¿ Y bueno?, pues nada, ya puedes descansar, has hecho la obra del día, mira, ve-te a la mi- er-da,¿lo has entendido hijo de puta?, vete a la mierda, ojalá te mates un día con el coche, te prometo que mearé cada domingo en tu tumba.

-  lo entiendo, y me lo merezco, yo solo pido que te vaya bien, te lo mereces, siempre fuiste un buen amigo.

-  Si, y así me lo has pagado.

Salí del bar con el cuerpo hecho trozos, me habían destripado y dejado mis vísperas para los buitres, ya ni la Alhambra podía ayudarme, ¿qué más podía pasarme?, cada vez veía mejor la idea de que el Chino me hubiera ejecutado, y ahora tenía que volver a casa, mirarle a la cara y decirle que me había arruinado la vida, que aquello no se parecía en nada a lo que un día, maldito el día, que acepté aquella locura, no, ese día no podía volver a casa, necesitaba que la campana me indicara un descanso en mi rincón, necesitaba que me pincharan los párpados para poder ver el final del túnel, y solo había una persona que pudiera darme cobijo y paz aquella noche.

-  Hola Lola.

-  Hola cariño, ¿estás bien?, hace mucho que no me llamas.

-  ...Si, ¿puedo estar contigo esta noche?

  • Ya sabes que si, hoy he hecho fiesta en el trabajo, la puta crisis.- Lola, la puta, era un millón de veces más feliz que yo.- ¿dónde nos vemos?.

-  ¿En tu casa?

-  Vale ven, ya sabes el camino, te espero con sábanas limpias.

Lola no sabía que lo que menos quería hacer era follar, no, aquella noche lo único que quería era sentirme abrazado por unos brazos, sentir el calor de un cuerpo y dejarme caer en los brazos de Morfeo. Y así fue, nada más que me vio, comprendió que no era sexo lo que buscaba, dormimos abrazados durante toda la noche, no preguntó sólo esperó a que fuera yo el que encontrará el momento para hablar, al otro día me encontré con el desayuno en la mesa, una casa ajena, unas tazas desconocidas me daban más calor que mi propia casa, si, aquella mañana hicimos el amor, solo el amor y lloramos juntos, hasta que las lágrimas se secaron, entonces y solo entonces estuve preparado para afrontar mi nuevo futuro, y no necesitaba pagar a nadie.

-  ¿conoces algún cargo de la policía?.- pregunté acariciando su pecho.

-  ...Si...- contestó extrañada. - ¿qué estás pensando?....conozco a mucha gente, es lo que tiene ser puta.- contestó sonriendo.

  • Necesito tu ayuda, ¿me ayudarás?

  • Si, ¿y sabes por qué?.- preguntó abrazando mi cuerpo.- tú eres la única persona que me has respetado. Y también porque eres guapo.- dijo con sorna.

Estuve seis días con Lola, al segundo día recibí una llamada de Cristina, no lo cogí, a la media hora otra, tampoco quise cogerla, hasta que al final me mandó un mensaje.

  • Dónde estás?me tienes preocupada.

  • tranquila cariño, estoy bien, he estado ocupado, por cierto, recuerdos de Lola.

El aire fresco había llenado mis pulmones, ya no existía otra salida.


Dices que tienes corazón y sólo

lo dices porque sientes sus latidos

Eso no es corazón...; es una máquina

que al compás que se mueve hace ruido.

Aquel domingo llegué a las ocho de la noche, la encontré en la terraza junto a Gema, ¡oh!, la gran Gema, pero ya no era el mismo;"Gema, Cristina y yo, bueno, eso."

-  ¿Dónde has estado?

-  Gema, podrías hacer el puto favor de largarte, tengo cosas que hablar con mi mujer.

-  ¡Marcos! .- gritó Cristina.

-  ¡¿Qué?!, ¿no puedo tener una conversación con mi querida mujer?

Sentí los ojos de Gema cargados de odio, pero ya no podían hacerme más daño.

-  ¿Me vas a decir lo que pasa?

-  Después, me voy a duchar.

-  Si, dúchate, hueles a puta barata.- sus palabras salieron escupidas de sus labios, no me giré, más que nada para que no viera mi sonrisa.

-  Bueno, ¿qué pasa? .- preguntó cuándo aparecí con una cerveza en la mano, quería disfrutar ese momento, una vez comenzará a hablar se declararía el infierno, miré a la Alhambra y esta vez noté que me sonrió.

-  He hablado con Paco.

-  ¿Y? .- dijo encogiéndose de hombros, por muy dura que se quisiera hacer, la conocía tan bien que podía ver sus nervios ante mi comentario.

-  Supongo que se te olvidó lo de no acostarse con Paco, otra cosa más.

  • ....Paco...fue una noche, nos lo encontramos y pasó, no lo buscaba, pero sí, ocurrió.

  • ¿En ningún momento pensaste que eso me dolería?, esa línea no la debiste pasar.- cada palabra rasgaba mi garganta, quería chillar, pero no quise derrumbarme ante ella, no se lo merecía.

-  ...lo siento y me arrepiento de lo que hice, pero dejemos el pasado.- se levantó para abrazarme, sentí el calor de su cuerpo recorriendo mi alma, de nuevo olí su perfume, sentí sus manos acariciando mi espalda. - todo aquello se quedó en el pasado Marcos, me volví loca, jamás tuvo que pasar.

  • Es verdad, no debió de haber pasado.- la besé en los labios intentando llevar aquel recuerdo para el resto de mi vida, pero lo único que sentí sería parecido a lo que Judas sintió al besara a Jesucristo.- esta tarde cojo un avión a Barcelona.- Cristina detuvo sus manos y separando su cuerpo del mío.

-  ¿te vas?.

-  Si, cuando me instale, buscaré un abogado para los papeles del divorcio.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, se las hubiera querido secar, pero ella no estuvo para hacer lo mismo con las mías, aún sintiendo cómo se partía mi corazón, deje que llorara, que esta vez fueran suyas la lágrimas.

-  Aún estamos a tiempo de...

-  No, ya no hay marcha atrás, lo siento, pero lo de Paco no te lo podré perdonar en la vida. Ya has cruzado la última línea, no hay nada que pueda hacerme quedar a tu lado; lo siento, pero ya eres pasado.

Aquel día salí por última vez de mi casa, nada más arrancar mi coche vi las sirenas de la guardia civil, no tardaron en encontrar el dinero, según oí en los informativos, hubo un chivatazo, por supuesto que Cristina ignoraba de dónde había salido todo el dinero, pero no fueron las únicas sirenas que se oyeron, Antonio estaba arreglando las plantas cuando las vio traspasar las puertas del Azahar, Don Rafael tendría que dar muchas explicaciones, por suerte nadie echaría en falta los doscientos mil euros que faltaban. Esa semana a Gema le robaron el móvil, en el cual había varios vídeos entre los cuales salía Cristina con tres jóvenes y Gema follando en la casa de Gema, por casualidad aquellos vídeos llegaron a varios medios; casualidades de la vida.


-  ¿Estás seguro de lo que haces?

-  Por supuesto.- le dije a Lola abrazándola.

Barcelona nos esperaba, tampoco tenía prisa por llegar, quería pasar unos días con Lola en la costa, atrás quedaba Granada.


Dos años después Lola y yo nos establecimos en París, ella me había confesado que siempre soñó con tener un local de ambiente liberal, así que le ayude económicamente a abrirlo en el corazón de la ciudad, mientras yo comencé en un nuevo estudio de arquitectura. Con Lola viví lo que jamás viví con Cristina, una pareja abierta, pero ni ella ni yo cruzamos las líneas rojas.

Supongo que os preguntaréis, que sucedió con Cristina, se por mis padres que tuvo una niña a los seis meses de irme, según les contó Antonio le puso Esther como su hermana, estuvo tres años de juicio, desconozco el veredicto, mi suegro se vio también afectado, pues muchas de las empresas que componían la trama que Roberto había formado, aparecía él como tesorero, fue investigado durante años, pero como decía mi madre; "hay dos justicias, la de los ricos y la de los otros".

Fin.

Bueno, hasta aquí hemos llegado, quiero agradecerle con mil besos y abrazos a Cristina (estrelladelasnieves o Sigrid), sin ella jamás hubiera vuelto a escribir, tú me sacaste de las tinieblas. Un besazo MAESTRA.