Cristina

Seducido por una alumna.

CRISTINA

Aspiro un poco melancólico mirando por la ventana. Siempre me gusta observar la ciudad a estas horas de madrugada. Es algo mágico ver las calles de Madrid como se quedan sin todo el bullicio del día. De vez en cuando pasa un coche que quiere escabullirse como si él mismo se diera cuenta que se ha equivocado de momento y está distorsionando la visión.

Siento como algo se mueve a mi espalda y la veo reflejada en el cristal de la ventana. Aún todavía después de esta noche siento una punzada de deseo al verla tan apacible en brazos de Morfeo, y me pregunto -¿Cómo he llegado a esto?- y como intentando dar con la respuesta me vuelvo a observar a Cristina, y ahí está con la cama revuelta tumbada boca arriba y con una sonrisa de satisfacción y de placidez que da el sueño.

Mis ojos la recorren viendo, sus pies pequeños y bonitos, sus piernas bien torneadas en las que se nota su afición por el deporte, su pubis que al verlo hace que sienta como surge un intento de erección pero por esta noche no parece que sea posible más. La sigo recorriendo con la mirada, su plano vientre, sus pechos no muy abundantes peor bien formados que aún ahora durmiendo se les ve tersos y con esos pezones rosados que ahora están relajados pero cuando se tersan... desvío la mirada rápidamente antes de que mi cuerpo reaccione por su cuenta y me quedo observando su cara ahora dulce y relajada, ligeramente tapada por su lisa mata morena, labios gruesos, sensuales que ahora sonríen para nadie, ojos que aunque ahora descansan los tengo grabados, grandes azabaches, pero más que sus ojos lo que me marcó con su marca fue su mirada, inocente y juguetona alguna vez y otras imperante y poderosa que no parece que tenga las 20 primaveras que tiene.

-Yo a mis 38 años y casado ¿Cómo he llegado hasta aquí?- Me vuelvo a preguntar.

Aún recuerdo la primera vez que la vi, cuando pasando lista en mi clase G1 de derecho civil dije su nombre y vi a una chiquilla levantando la mano. Cuando la miré a los ojos me quedé por un momento paralizado por su sonrisa, un instante que pareció eterno, un segundo que cambió mi vida, pues vi como aumentaba su sonrisa al notar el efecto que me causó. Pues aunque mi mente no quisiera mi cuerpo reaccionó al engancharse nuestras miradas. Luego cuando acabó la clase se acercó a mí, y la vi venir con sus vaqueros ajustados y un jersey marcando sus curvas, simplemente para hacerme un par de preguntas sin importancia. Ella mirándome pícaramente a los ojos y con esa sonrisa que disuelve cualquier problema.

Durante el curso, siguió viniendo a hacerme consultas sobre mi asignatura todas las semanas, yo intenté quitármela de la cabeza, pero me estaba convirtiendo un adicto, un adicto a sus visitas, a ver su cuerpo y a su olor. Y ella siempre venía impresionante a verme, aumentando este estado de adicción, esta enfermedad.

De repente, falto su visita semanal y eso hizo que yo empezara a pensar que la había hecho, cual era el problema. Era increíble! Estaba dándole vueltas a que una alumna no viniera a consultarme algo!. Le quité importancia, y lo deje seguir. A la semana siguiente igual, no vino -¿Por qué?- me preguntaba en mi interior, aunque yo no quería reconocerlo. La seguía viendo en mis clases y eso hacía que creciera mi ansiedad. Ahora me di cuenta que lo único que estaba haciendo era darme sedal, que fácil tuvo controlarme con sus 20 años.

Después de un mes sin que viniera, surgió mi oportunidad de volver hablar con ella. Fue en la cena de navidad de su clase, que como yo me llevaba bien con ellos me invitaron a ir. Cuando llegué ya estaba ella, estaba impresionante, una minifalda que cuando se movía, dejaba entre ver el liguero de sus medias y una blusa negra semitransparente que insinuaba su sujetador negro y todo ello lo acompañaba con unas botas de ante hasta las rodillas y con un tacón que haría que yo me rompiera las piernas si intentara andar con ellas.

Se sentó algo alejada de mí y yo no pude evitar mirarla continuamente mientras conversaba con el resto de los alumnos. Ella parecía que me ignoraba, estaba tan impresionante cuando se reía..., pero yo notaba que a veces me observaba, como cuando se observa una presa, estaba al acecho. Ahora me doy cuenta como jugó conmigo.

Cuando se acabo la cena yo debería haberme ido para así dejarles a gusto, pero no podía. Así que seguí con ellos hasta la discoteca que fueron. Me tomé un par de copas, mientras observaba como bailaba. De repente cambiaron la música a algo más suave y ella siguió bailando, pero ahora mientras bailaba me miraba, eso me hizo tensarme y a la vez sentirme alegre y excitado, como un perrito cuando le mira su amo. No pude apartar la vista de su mirada, y mi corazón parecía querer salirse del pecho, y mi polla quería salirse también de los pantalones. Siguió así toda la canción hasta que acabo y luego se acercó a mí sonriendo, inocente, como si no pasara nada.

-¿Qué bien bailas?- Le dije

-Gracias.

Ahora la notaba distante, fría. No sabía que le pasaba, pero me estaba volviendo loco. Ahora ya sé que buscaba....

-¿Te pasa algo conmigo? – Le pregunté, ya no aguantaba más esa frialdad.

  • No. ¿Por qué?-

Aunque me decía que no, veía reproche en su mirada. Yo ya empezaba a estar perdido, no aguantaba esa mirada de reproche. Quería cambiarla al precio que fuera.

-¿Puedo hacer algo por ti? Te veo mal-

-¿Qué estarías dispuesto a hacer por mí?- dijo mientras sonreía maliciosamente.

-Lo que quieras- me escuché decirle. Ahí fue cuando me di cuenta que estaba perdido y me di cuenta que no podría negarle nada.

-Bésame- dijo de repente mientras me miraba a los ojos.

Mi corazón y mi polla querían estallar a la vez. Pero la poca conciencia que me quedaba hizo que dudara, pues estaban todos mis alumnos en la discoteca y además estaba casado.

-Te he dicho que me beses- me repitió mirándome duramente, y al instante yo tenía mis labios en los suyos, sintiendo como de mi polla salía un poco de semen solamente al sentir sus carnosos labios en los míos y acto seguido ya no pensé, sentí como devoraba su boca, buscando saciarme, buscando saciarla.

De repente me separó de un pequeño empujón. Me quedé atónito, estaba atacadísimo, e intenté volver a besarla, me rechazó. -¿Qué pasa?- pregunté extrañado. –No me vuelvas a hacer que te repita las cosas. Vamos!- Me dijo, más que decirme me ordenó y me agarró la mano. Yo como un tonto la seguí, mientras notaba como me miraban el resto de los alumnos, incluso pude ver alguna sonrisa. Pero yo solo pensaba en Cristina y ¿por qué se había enfadado? Quería que estuviera contenta conmigo.

Me llevo hasta un hostal a la vuelta y pidió las llaves al conserje. Que gracioso, en esos momentos con la excitación que tenía no me di cuenta de lo preparado que lo tenía, ya tenía la habitación cogida, estaba muy segura de sí mismo. Subimos hasta la habitación, abrió la puerta, entramos y se sentó en la cama. Ahí la tenía sentada con su minifalda, sus botas y sonriendo maliciosamente mientras me atrapaba con el poder de sus ojos. Estaba perdido, estaba loco por esa mujer y ella sin duda lo sabía e iba a aprovecharse de ello.

Poco a poco fue separando las piernas para dejarme ver un poco su ropa interior, yo no podía apartar la vista de ese coño, tenía que comerlo como fuera. Ella soltó una carcajada, como si solo fuera un juego entre niños.

-¿A que esperas? Vamos, ¿ tampoco te vas a atrever ahora?

Era eso, en ese momento me di cuenta, había estado jugando conmigo para que me lanzara y yo evidentemente no quería al ser mi alumna y estar casado. Pero había obtenido su trofeo y estaba contenta. Su mirada cambió, ya no me ordenaba, ahora que me tenía en su poder, me deseaba y ese cambio fue el último aliciente.

Me acerque a ella y suavemente fui quitándole las botas, a la vez que acariciaba esas piernas que tantas veces en mis fantasías había tenido entre mis manos.

-Por fin... - la oí gemir.

Yo también sentía lo mismo, esto lo había deseado desde que la vi por primera vez, pero mis tabúes me lo habían impedido.

Le quité las botas y me encontré con sus bonitos pies entre mis manos enfundados en sus medias negras, en esos momentos deseaba besar, lamer, comerme cualquier parte de su cuerpo. Empecé a lamer sus pies a metérmelos en la boca, jugar con mi lengua y sus dedos, mientras ella gemía. Yo miraba a su cara, me encantaba ver como disfrutaba. Miré a sus braguitas y vi como se iban mojando. Me lancé a subir, lamiendo sus piernas, despacio acercándome a sus muslos, sentía como se le aceleraba la respiración al llegar a ellos, así que decidí entretenerme. Me estaba controlando, porque mi polla pedía a gritos entrar en su cueva, pero ya que estaba arruinando mi vida, mi matrimonio, iba a hacerlo bien, disfrutando al máximo.

Le subí la minifalda y me acerqué a su entrepierna lamiéndole los laterales, alrededor de sus braguitas negras.

-Me encanta...- suspiraba.

Notaba la humedad, me llegaba el olor de su flujo. Sabía que estaba a cien pero no quería ir rápido, seguí rodeando su coñito con mi lengua, despacio, disfrutando de cada suspiro que daba, de los movimientos de su cadera buscando con su coño mi lengua. Le aparté un poco su braguita, dejando ante mí el manjar deseado, rosado, húmedo, se lo abrí con las manos.

-Cómemelo ya! Por Dios!- Me suplicó.

Lo conseguí, ahora era yo el que dominaba la situación, o eso creía. Entonces metí la lengua de golpe entre sus pliegues y se lo lamí de arriba abajo, despacio, metiendo la lengua lo más a dentro que pude.

-Siiiiiii....- gritó.

Y pude notar como se convulsionaba su cuerpo, como se corría en mi boca mientras yo seguía lamiendo despacio y ella me presionaba la cabeza contra su coño.

-Cómetelo todo! Cómetelo todo!- suspiraba.

Si ella pensaba que con eso valdría, se equivocaba. Yo seguí comiéndoselo aunque había terminado. Pero me centré en su clítoris. Vi como poco a poco se volvía excitarse. Hasta que sentí que me empujaba contra el suelo.

-No seas egoísta, yo también quiero mi parte.- Me dijo mientras me miraba libidinosamente. Una mirada que derretiría a cualquiera.

Se tiró encima mío y más que desabrocharme el pantalón me lo arrancó y dejo libre mi polla apuntándole a la cara. La miró, sonrió, se paso la lengua por los labios.

-Esta es para mí.- dijo.

-Si toda para ti, cómetela- respondí.

Sin esperar, empezó a lamer, despacio, primero los huevos y luego por toda la verga, hasta que llegó a la cabeza y se la metió en la boca. Tuve que hacer un gran esfuerzo para no correrme en ese momento, algo de semen se me escapó y creo que le gustó. Estuvo un buen rato jugando con su lengua y mi glande, movimientos circulares, luego se la metía entera en la boca, no podía más, me iba hacer acabar y no quería. Tuve que arrancarle la cabeza de mi pene, estaba disfrutando con su juguete y no quería dejarlo.

-Para...- Conseguí jadear cuando le separaba la cabeza – te voy a follar putita- le dije.

Se quitó la minifalda y las bragas, mientras yo me quitaba los pantalones, y se sentó en la cama.

-Ven aquí mi cabrón- me dijo mientras me miraba mi polla apuntándola.

La ensarté de un golpe, y sentí la calidez y humedad de su coñito en toda mi polla, encajaba perfectamente entre sus carnes y esa sensación hizo que repitiera, que volviera a salir y volviera a entrar despacio, despacio al principio disfrutando de la sensación de cómo se amoldaba su vagina a mi polla. Era delicioso y fui acelerando el ritmo. Ella estaba disfrutando de mis embestidas mientras me susurraba –dame más cabrón!- susurro que fue subiendo el volumen mientras veía como se iba excitando cada vez más. Estaba cerca de correrme cuando entrelazó sus piernas a mi espalda y empezó a moverse como una posesa, estaba cerca de correrse pero yo ya no pude más y me corrí.

-Esto es lo que querías zorra!- le gritaba.

-Siii...toda mía!- mientras seguía moviéndose, absorbiéndome todo mi semen y sacando tal cantidad de mí que empezaba a rebosar por su coño mientras yo seguía bombeando.

Cuando acabé de correrme, había sido el orgasmo de mi vida, me mareé un poco del esfuerzo y el orgasmo que había tenido. Pero vi que ella no había acabado y seguía masturbándose con la mano, era impresionante como estaba allí con las medias puestas con el coño expuesto hacia mí, con el sujetador puesto y la blusa puesta aunque subida por encima de sus pechos, mientras intentaba llegar como una desesperada. No se como pero, es algo increíble para mí, pero mi cuerpo reaccionó y mi polla se endureció un poco. Para mí era un logro ya hacía muchos años que no pasaba de uno por noche.

Me acerqué para ayudarla a llegar como fuera, me puse a su lado y mientras me empezaba a comer sus pechos duros y tersos que traspasaban el sujetador, con una mano le masajeaba el clítoris. Estaba a cien.

-Muérdemelos!- me suplicaba

Y obedecí empecé a morderle los pezones, primero suave y notaba como se aceleraba y luego cada vez más fuerte. Ya no decía nada solo emitía gemidos.

-Para... para- jadeó y me quitó a un lado.

Me miró suspirando y me dijo – Te voy a dar algo que seguro tu mujer no te ha dado nunca- Esas palabras y esa mirada rompió todas mis barreras físicas y consiguió que definitivamente mi polla se levantara como un asta. Se volvió poca bajo y comprendí cuando presentó ante mí su precioso culo.

-Es todo tuyo- Me dijo.

No lo hice esperar, me lancé con la lengua a por él, y empecé a lamerlo con ansiedad. Metiendo la lengua hasta donde me llegaba, mientras ella disfrutaba me ayudaba moviéndolo. Noté en el sabor que se había preparado pues parecía que tenía una especie de crema. Y me volví a dar cuenta lo inocente que era, pues lo tenía todo planeado. Eso me hizo coger fuerzas, pues a la vez de excitado me enfureció sentirme un títere. Cogí mi polla y sin más dilaciones empecé a metersela por el culo, era estrecho y notaba la dificultad que tenía al entrar.

-Toma zorra! Era esto lo que querías!- La grité.

-ahhhh!- gritaba ella.

Le estaba doliendo, pero conseguí que entrará y empecé a moverme despacio. Estaba muy estrecho y me iba a correr pronto, poco a poco notaba menos resistencia, pero yo me iba. Le metí dos dedos en su coño y de repente todo cambió. Empezó a moverse como una loca, mientras no paraba decir –empuja cabronazo- con voz ronca. Se estaba corriendo y parecía que tenía uno de sus mejores orgasmos, -me estás destrozando!- seguía diciendo mientras notaba como perdía dominio sobre su cuerpo y yo sobre el mío.

-Yaaaa!...- suspiré yo

Empecé a correrme dentro de su culo, fue increíble notar en mis dedos los impulsos de mi polla mezclado con su corrida y me corrí dentro de su culo. Tenía razón una noche como esa no me la había dado mi mujer nunca. Seguimos los dos un rato con los estertores finales de nuestras respectivas corridas y nos dejamos caer sobre la cama. Nos abrazamos despacio, mientras la besaba y dejamos que nos invadiera el sueño.

Y ahora ya veis estoy aquí observándola y preguntándome el porqué. Pero está claro porqué, volvería a hacerlo. Sin duda alguna esto es un punto inflexión, un antes y un después en mi vida. Esta niña de 20 años ha derribado todos mis principios, me tiene bajo su control y conseguirá de mí lo que quiera y realmente... yo también estoy deseando que lo consiga.

FIN

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