Cristina

Hay empresas en las que vale la pena trabajar...

CRISTINA

Esa noche no esperaba verla y desde luego no en aquel bar. Yo estaba con una chica que había conocido hace pocos días y era la primera vez que salíamos los dos solos. Después de pedir unas copas ella se excusó y fue al servicio y yo me dedique a observar la fauna del bar. Entonces la vi. Cristina. Nuestras empresas tenían asuntos de trabajo en común y, junto con otras personas, nos habíamos reunido varias veces. Siempre me había llamado la atención su mirada, como clavaba los ojos cuando demostraba interés por algo o se estaba tratando algún tema especialmente delicado. Era correcta y amena pero siempre mantenía las distancias, toda una profesional seria y eficiente. Por eso me sorprendió verla allí, fuera del ambiente donde siempre coincidíamos. Su aspecto también era diferente. No lleva esa ropa seria y políticamente correcta que acostumbraba. Lucía un vestido de tirantes con un generoso escote de pico que mostraba sus hombros, rectos y fuertes. Su pelo engominado y peinado hacia atrás permitía ver su cara con más nitidez y daba una luz a su rostro que la sentaba especialmente bien. Estaba acompañada por mas gente, en especial por dos hombres que se acercaban y la rodeaban la cintura con el brazo mientras ella reía coqueta. Sin duda era la misma mujer de las reuniones, pero el vestido y como la caída de la tela dibujaba su forma su cuerpo, sus curvas y sus caderas, su actitud mucho más relajada y su risa espontánea por un momento me hizo dudar.

Nuestras miradas apenas se cruzaron un segundo y antes de que pudiéramos hacer cualquier gesto de reconocimiento mi acompañante se interpuso en mi campo de visión.

Al rato comenzamos a besarnos y pese a todo ella seguía rondando mi mente.

¿vamos a mi casa? – sugirió mi acompañante

Claro – respondí, y mientras me daba la vuelta pude lanzar una última mirada a Cristina. Seguía coqueteando, pero parecía que ya había ganador, uno de los chicos había desaparecido y el restante cada vez estaba más cerca. Sin más me dirigí a la salida de la mano de mi amiga.

No volví a pensar en ella hasta el domingo por la noche, cuando me metí en la cama. Había sido un buen fin de semana y la visita a casa de mi amiga fue bastante agradable. Cuando comencé a repasar mentalmente todo lo que debía hacer al día siguiente ella volvió a mi mente. Por la tarde teníamos una reunión, bueno, nosotros dos y cuatro personas más. Pero el hecho de saber que iba a tener delante a la mujer que vi el sábado me hizo sentir extrañamente excitado. Casi sin darme cuenta surgió una incipiente erección y mi mano de forma automática comenzó a jugar con mi pene mientras pensaba en ella

La reunión del lunes era en las oficinas de su empresa. Mientras esperábamos al resto de los asistentes comencé a charlar sobre banalidades con un compañero, haciendo tiempo. Ella me saludo con un "buenas tardes" y un apretón de manos. Cuando por fin estuvimos todos, ella misma nos condujo a la sala de juntas, se quedó en la puerta cediendo el paso a todo el mundo. Yo iba el último de la fila.

¿Lo pasaste bien el sábado? – preguntó con voz queda y una sonrisa que hizo que un estremecimiento recorriera mi columna. Sin esperar respuesta se giró y cerró la puerta detrás de mí.

Todo discurrió con normalidad. Ella llevaba una chaqueta oscura a juego con una falda que la llegaba a las rodillas, ajustada pero sin ser muy provocativa, aunque se podían adivinar unos muslos fuertes y bien formados. Por la chaqueta asomaba una camiseta blanca de cuello redondo, sobre la cual lucía un colgante con forma de espiral que combinaba con los pendientes de sus orejas, estaba vez medio ocultas por el pelo suelto pero perfectamente peinado. Me costó centrarme en el trabajo, su pregunta y especialmente su sonrisa me habían descolocado.

Una vez finalizada la reunión debido sobretodo a la imperiosa necesidad de mi jefe de acudir al estadio a ver el partido, cosa que pareció lógica a los demás asistentes, mi jefe me ordenó quedarme hasta que estuviera terminado el borrador del asunto que estábamos tratando

Al fin y al cabo a ti no te gusta el fútbol – señaló

García, ud. se queda a esperar con él – dijo el jefe de Cristina. El tal García no pudo disimular su cara de decepción, sin duda el también tenía esperanzas de ver el partido.

¿algún problema?

Ehhh…no – respondió García

Creo que el señor González no es el único interesado en el fútbol – indicó Cristina – Yo puedo terminar el borrador – concluyó.

Una risa de complicidad surgió entre el resto de los hombres de la sala. Y García sin hacerse de rogar desapareció por la puerta dirigiendo a Cristina una mirada de agradecimiento.

Bien, no me has respondido – me dijo ella cuando nos quedamos solos - ¿qué tal lo pasaste?

Bastante bien – respondí, sintiéndome nervioso como un niño al que han pillado en una travesura. ¿Y tú?

Al menos también como tu – dijo en una carcajada – aunque mi amigo seguro que lo paso mejor que tu – concluyó.

No supe que responder ni como tomar el comentario.

¿Sabes? – continuó – me hubiera gustado que fueras tú – dijo mientras se acercaba a mí y desabrochaba el botón de su chaqueta.

Quizás el próximo día – acerté a responder

¿Y porqué no hoy?- replicó acercándose más a mi.

Su chaqueta abierta dejaba ver la camiseta blanca era fina y se adivinaba el encaje del sujetador, así como sus pezones que empujaban la tela dibujándose contra ella.

Porque no – respondí y siguiendo un impulso la rodeé con el brazo por la cintura y me incline para besarla.

Su boca parecía estar esperándome ansiosa, me recibió su lengua que busco la mía con ansía, yo devolví el beso con tanta o más intensidad. Sus labios se cerraban sobre los míos mi lengua jugaba en su boca, bailando con la suya. Poco a poco fue bajando el ritmo y el beso fue más largo, sostenido, mientras nos comíamos la boca y su saliva y la mía se mezclaban. Mis manos pasaron de su cintura a sus caderas y de ahí a su culo. Lo agarré con fuerza, clavando mis dedos. Era redondo, firme y no podía parar de acariciarlo mientras la atraía hacia mí fundiendo nuestros cuerpos igual que nuestras bocas. El empuje hacia atrás y sin separarnos un milímetro se apoyó en la mesa. Mi boca bajo por su cuello, lamiéndolo, besándolo, mientras mis manos recorrían sus muslos por encima de la falda. Mi boca continúo bajando por su pecho, besando su escote siguiendo el borde del cuello de su camiseta hasta que me lance a por sus pezones, ahora más abultados, e intente chuparlos a través de la ropa. Sus gemidos ahogados me indicaban que la gusta lo que estaba haciendo así que continúe.

Así…- salio de su boca confundido en un jadeo – cómeme las tetas ordenó mientras se subía la camiseta.

Mis manos bajaron las copas de su sujetador y por fin pude tener en mi boca esos pezones…duros, hinchados. Oscuros y erectos los atrapé entre mis labios y los chupé con fuerza, tirando de ellos, mojándolos con mi saliva, rozándolos con mis dientes.

sigue, mas fuerte – susurró con voz medio ronca

Lo estaba deseando y me lance como un loco, mi boca iba de uno a otro de sus pechos como si quisiera devorar sus tetas, sus pezones duros en un único mordisco. Mis manos mientras comenzaron a subir su falda. Sus muslos eran como había intuido el otro día gracias a su vestido. Sin medias, su piel era suave, estaba tibia y fresca a la vez. Si el tacto pudiera sentirlo diría que era una piel dulce bajo las yemas de mis dedos.

Conseguí arrebujar la falda en su cintura mientras mis manos recorrían sus muslos una y otra vez, subiendo y bajando, rodeándolos sin que mi boca se distrajera un segundo de sus pechos, eran grandes pero no demasiado y sus pezones parecían a punto de explotar cuando los tenía en mi boca. Un negro triangulo de tela apareció al final de sus muslos un tanga negro, semitransparente, ocultaba su pubis.

Quiero tu boca en mi coñito – ordeno con voz clara y firme

No espere más, mi boca bajo por su vientre mientras me arrodillaba y ella se recostaba en la mesa. Me detuve un momento en su ombligo pero unas manos me empujaron hacia abajo, ansiosas.

Vamos – volvió a ordenar

De rodillas entre sus muslos pude contemplar sus ingles, sus muslos, que comencé a besar inmediatamente, la sensación en mi boca coincidió con la de mis manos…suave, dulce

Separó un poco más sus piernas y mi lengua subió hasta done terminaban sus muslos. Parte de la tela del tanga había desaparecido engullida por los labios de su vagina y no pude resistirme a lamer. Toda mi lengua subió desde su culito hasta su pubis, apretando, y por fin pude sentir en mi boca el calor que emanaba, el olor, el sabor….

Arqueó su espalda, levantando sus caderas contra mi cara mientras sus manos me sujetaban la cabeza y un gemido largo y profundo surgió de su garganta.

Me desabroché el pantalón tenía la polla durísima, hinchada y necesitaba liberarla.

¿Estas cachondo eh? – pregunto con una voz tremendamente incitante. Y sin esperar respuesta agarro mis manos y las colocó sobre sus pechos. Yo no quería perder el tiempo y seguí lamiendo a la vez que mis manos masajeaban sus pechos, fuerte, pellizcando sus pezones a la vez. Sus dedos se interpusieron entre mi boca y la tela, la retiró y por fin tuve en mis labios su coño. Empapado, abierto, chorreando flujos que no dude en beber y lamer.

Come – volvió a hablar – y no pares.

Movía mi lengua sin parar, recorriendo cada pliegue de los labios de su coño, cada mas más húmedo, mas suave con un sabor y un olor que me excitaban más y más. Atrape su clítoris entre mis labios, lo chupe, lo froté con la punta de mi lengua, haciendo que sus jadeos subieran en ritmo e intensidad. Mi lengua se deslizo hasta su culito…lo lamí suavemente, sus flujos lo habían inundado todo, y subió hasta introducirse dentro de ella. Mi boca se lleno. Pero yo quería más y moví mi lengua en su interior, haciendo círculos mientras ella movía las caderas cada vez más fuerte. Comenzó a masturbarse, su mano justo delante de mis ojos acarició su clítoris. Mi boca cada vez estaba más llena de sus flujos y comencé a follarla con la lengua que entraba y salía sin parar haciendo que sus jadeos se convirtieran en un único y prolongado gemido. Agarro una de las manos que tenia en su pecho y la llevo a su boca, mordiéndome el canto de la palma con fuerza, ahogando un grito, su otra mano seguía entre sus piernas moviéndose sin parar, atrapó mi cabeza entre sus muslos y sentí como explotó….porque fue una explosión sus flujos se desbordaron en mi boca y yo intente lamer cada gota mientras sentía las convulsiones de los músculos de su coño… Cuando paro sus piernas se relajaron liberando mi cabeza y bese sus dedos, su clítoris su pubis mientras se dejaba caer de espaldas en la mesa. Me incorporé con mi polla tremendamente dura, me dolía, y solo pensaba en penetrarla en sentir lo que habían intuido y boca y me lengua. Mi capullo estaba rojo, hinchado y una gotita blanca asomo en la punta. Cuando sintió como rozaba los labios de su coñito con ella puso una mano en mi pecho.

No – dijo – ahora no.

Yo no podía creerlo, lo único que tenía en mi cabeza era follarla, llenar su coño con mi polla hasta corrernos.

¿No serás tan cabrona de dejarme así? – pregunté

Puedo ser así de cabrona y mucho más de lo que imaginas – respondió. Ahora guárdate eso y llévame a casa.

Se incorporó, se quito el tanga y recompuso su falda y su camiseta, volvió a abrochar su chaqueta, se peino con la mano y con el tanga limpio los restos de sus flujos que había por toda mi cara, lo metió en mi bolso y agarrando mi polla volvió a subirme la cremallera. Creí correrme cuando sentí su mano, pero aguanté.

Vamos – ordenó dándome la espalda.

En parking del edificio me sugirió que fuéramos en mi coche. Yo no había dicho ni palabra en el trayecto. Solo pensaba en contener mi erección y en evitar arrancarla la ropa y follarla allí mismo.

Cristina…-comencé a decir cuando nos sentamos en el coche.

¿Así que no te gustan las cabronas? – pregunto sin dejarme seguir.

No – respondí

Eso está bien, porque más bien yo soy algo putilla – contesto riendo.

Su comentario me dejo atónito y tras un par de segundos arranque el coche sin decir palabra. Cuando salimos del subterráneo me indicó su dirección. Yo no sabía que pensar hasta que sentí su mano en mi muslo.

¿Alguna vez te han follado de verdad? – preguntó - porque hoy es tu día de suerte.

Su mano bajo mi cremallera y devolvió la libertad a mi pene, que tras sentir su mano recuperó la dureza de hacía unos minutos. Comenzó a acariciarme, yo intenté volver a colar la mano bajo su falda pero ella me lo impidió.

Sólo conduce – indicó mientras se inclinaba por debajo de mi brazo.

Joder- exclamé cuando sentí su lengua sobre mi capullo

Eso luego – dijo entre risas – ahora voy a hacerte la mejor mamada de tu vida.

Poco a poco fue engullendo toda mi polla, me costaba centrarme en la carretera, sus labios rodearon el tronco de mi pene y creí sentir el fondo de su garganta. Su saliva resbalaba cada vez que su cabeza subía y bajaba a la vez que su lengua no paraba de acariciarme. Mis manos se clavaron con fuerza en el volante, sabía que no aguantaría mucho sin correrme, era demasiada excitación, todavía tenia su sabor en la boca y no paraba de pensar en su coñito…en como había quedado de mojado, de abierto, como reclamando mi polla. Todo ello sumado al calor de su boca, el moviendo de su lengua….

Voy a correrme – puede decir.

Ella se retiró, se volvió a sentar y su mano sustituyó a su boca. Comenzó a masturbarme. Mi polla estaba lubricada con su saliva y la mano subía y bajaba cada vez más rápido, más fuerte. Sentía las venas de mi polla como si fueran a reventar. El coche dio un trompicón cuando eyaculé en su mano, mientras ella no dejaba de moverla, exprimiendo hasta la última gota. Cuando termine deseé parar, cerrar los ojos y recostarme para disfrutar del momento.

Ella soltó una pequeña risa. Mi miró con una gran sonrisa y unos ojos de gata que casi me hipnotizaron

Espero que tengas mas de esto – dijo mientras lamía una gota de mi semen de la punta de su dedo – porque hoy quiero mucho…y todavía no tienes ni idea de lo que soy capaz.

Creo que empiezo a sospecharlo – respondí y fui yo quien rió.

Aparca. Aquí es. – fue su respuesta.

Una vez en el ascensor no pude evitar volver a besarla. Comencé a dibujar sus labios con mi lengua, se entreabrieron y mi lengua buscó la suya, estaba tan excitado que casi babeaba, fue beso largo, húmedo, profundo que ella me devolvió mientras volvía a agarrar su culo con mis manos, levantándola en el aire. El ascensor paro y seguimos besándonos con la puerta abierta, sentía su pecho contra el mío y ella tuvo que notar como mi polla volvía a endurecerse.

¿Seguimos dentro? – sugirió

Yo solo asentí y la seguí hasta la puerta de su casa, mientras abría me coloque detrás de ella y mis manos recorrieron su cuerpo, desabrochando una vez mas su chaqueta, acariciando sus pechos por encima de la ropa.

Me condujo por el pasillo y me señaló una puerta – lávate – ordenó.

El agua modero un poco mi erección mientras eliminaba los restos de la corrida del coche. Salí en ropa interior del baño y siguiendo la luz que se adivinaba en el pasillo llegué hasta su habitación.

Ella estaba desnuda, de pie en la habitación, y por fin pude ver su cuerpo. Estaba bien formado, con pechos rotundos, muslos firmes. No era un cuerpo delicado, era un cuerpo que me apetecía agarrar, acariciar, morder, besar….pero lo que más me excitó fue su mirada.

¿Todavía vestido? – pregunto con un brillo en los ojos que me hizo desear tumbarla en el suelo y follarla.

No espere más y me quede desnudo delante de ella.

Te he dicho que te iba a follar, así que túmbate en la cama

Obediente me tumbe sobre la colcha. Ella se acerco y se sentó en la cama junto a mí. Su mano acarició mi vientre, subió hasta mi pecho y recorriendo mi cuello llegó hasta mi boca, lamí la punta de sus dedos cuando rozaron mis labios y coloqué mi mano en su muslo.

No – dijo con voz autoritaria – te voy follar, así que estate quieto.

Retiré mi mano y el continúo su juego su mano recorrió todo mi cuerpo, sentir su mano entre mis mulos, apenas rozando mis testículos provoco que mi polla volviera a estar totalmente dura.

¿Ves? – te gusta

Claro, me encanta que me follen – respondí – y estoy deseando que lo hagas

Sin decir nada se tumbó sobre mí y comenzó a besarme, su boca hizo el mismo recorrido que su mano un par de minutos antes. Cuando sentí su aliento en mi polla y al instante el roce de su lengua coloque mi mano sobre su cabeza y acaricie su pelo.

¿Te he dicho que me toques?

Me quede mudo.

No vuelvas a hacerlo - amenazo

Tu mandas – respondí

Lo sé – dijo – y su mirada volvió a parecerme tan excitante que apenas pude contenerme.

Volvió a deslizarse sobre mi, su vientre aplastaba mi polla, sus muslos rozaban los míos y sentía sus pezones clavarse en mi pecho. Comenzó a mover las caderas. Sus mulos se deslizaban arriba y abajo por mi pierna, haciéndome sentir ese calor y esa humedad que deseaba sentir en mi boca, que deseaba hacer explotar. Se coloco sobre mi vientre, al levantar la cabeza la vi, dominándome, la suave piel de sus mulos rozaba mis costados y su coñito estaba mas y mas mojado. Repitió el movimiento deslizándose por mi pecho. Yo agrava las sábanas con fuerza, quería sentirla bajo mis manos, sentir como su coñito se abría al paso de mi polla, agarrar sus caderas y que folláramos como bestias, pero su amenaza seguía retumbando en mi cabeza y me controle

El olor de su sexo llegaba a mi nariz, sentía el calor que despedía en mis labios cuando se colocó a horcajadas sobre mi cabeza, con su coñito abierto y brillante a un par de centímetros de mi boca. Despacio bajo hasta sentarse sobre mi cara, recibí sus flujos en mis labios, mi lengua comenzó a moverse arriba y abajo mientras sus caderas hacían círculos, pasado su coño por mi cara. Mis manos se lanzaron a sus caderas como si tuvieran vida propia y la sujete fuerte, quería que mi lengua saboreara todo aquello que me inundaba.

Te advertí – dijo separándose.

De la mesilla sacó dos pañuelos y ató mis manos al cabecero, no opuse ninguna resistencia, estaba deseando que me follara, que hiciera conmigo lo que quisiera de una vez.

Cuando estuve atado volvió a tumbarse sobre mí.

¿y ahora que hago contigo?

Lo que quieras – pude responder

¿Y si me quedo quieta y dormida sobre ti?

Entonces no serias una putilla, serías toda una puta. Pero se que estas demasiado caliente para hacerlo.

Si….- respondió tras unos segundos – pero será a mi modo.

Se deslizo de nuevo hacia abajo. Esta vez no sentí su roce ni su aliento. Sentí su boca que engullía mi polla y como comenzaba a comerme la polla. Su lengua acariciaba mi capullo, mientras su boca se movía sin parar subiendo y bajando. Yo cerré los ojos y me concentre en disfrutar. Su boca no paraba, su mano acariciaba mis huevos y el único ruido que se oía en la habitación era el de su boca húmeda en la que desaparecía mi polla una y otra vez.

¿Quieres correrte otra vez? – preguntó

Si- jadee

En ese momento ella dejo de jugar con mi polla. Se paro en seco, haciendo que levantará la cabeza y mirará a sus ojos buscando una explicación.

Te dije que seria a mi modo – fue su única respuesta.

Se levantó y se fue de la habitación. Yo no podía creérmelo. Estaba excitado como hacía tiempo pero solo podía forcejear con unos pañuelos que me mantenían preso. Después de un par de minutos que me parecieron eternos volvió fumándose un cigarro, todavía desnuda y con esa mirada. De nuevo se sentó a mi lado.

¿Vas a portarte bien?

Si, no volverá a pasar, pero no me dejes así

Su malo desapareció entre sus mulos y sus dedos surgieron brillantes, empapados.

¿ves? Yo también estoy muy cachonda, así que haz caso y disfrutaremos los dos – dijo mientras pasaba sus dedos por mis labios para que yo los lamiera.

Mientras cerraba los ojos para saborear sus flujos ella se puso de pie en la cama, con las piernas abiertas y poco a poco fue flexionándolas. Cuando estaba en cuclillas con su coñito justo encima de mi polla se detuvo.

¿Qué quieres? – preguntó

Que me folles.

¿Qué quieres? – volvió a preguntar con una sonrisa en los labios

Que me folles como una puta – casi grite

Sin que hubiera terminado la frase se dejo caer y toda mi polla entro en ella, que jadeó mientras yo arqueaba la espalda y me concentraba en no correrme en ese mismo momento. No se detuvo y comenzó a moverse de forma salvaje. Subía y bajaba sin parar, haciendo que mi polla entrará y saliera de ella una y otra vez. Notaba como los músculos de su vagina atrapaban mi polla y como resbalaba hasta casi salir cuando se incorporaba. Jadeaba, gemía, casi chillaba mientras me montaba sin parar. Para mi sorpresa sentí las contracciones de su vagina que anunciado que iba a correrse. Sentí la explosión de su interior, sus músculos cerrándose sobre mi polla y como ella cesaba su movimiento. Se dejó caer sobre mí, dándome un beso en los labios.

Yo quería más, se lo suplique.

sigue por favor

Sin responder movió sus caderas liberando mi polla y comenzó a deslizarse una vez más sobre mi cuerpo. Ahora podía sentir sus flujos sobre mi piel mientras frotaba su coño contra mi y cuando estuvo una vez sobre mi cara no tuvo que decir nada. Comencé a lamer, a chupar, mi lengua entraba y salía de su coño totalmente abierto, intentaba atrapar su clítoris con mis labios mientras sus flujos resbalaban por mi barbilla. Busqué cada gota entre los pliegues de sus labios con la punta de mi lengua pero cada vez estaba más y más húmeda.

¿Lo quieres? – fue lo único que dijo entre sus jadeos – separándose un par de centímetros de boca

Si, quiero que te corras en mi boca.

¿Crees que soy lo bastante zorra para eso?

Mi respuesta fue levantar mi cabeza y volver a penetrarla con mi lengua, sus manos agarraron mi pelo y sacudió mi cabeza mientras yo lamía como un loco, comiéndome su coño que seguía chorreando. Cuando conseguí atrapar su clítoris lo sentí hinchado, muy caliente y como cada vez que mi lengua lo daba un pequeño golpe ella soltaba un pequeño grito. Sabía lo que iba a pasar y lo deseaba. No pensaba en mi polla a punto de reventar, con el capullo casi morado, notaba como si las venas me fueran a explotar pero solo quería sentir su calor en mi boca, sentir como se corría de nuevo. No tardo mucho. Aplastando mi cabeza contra el colchón sentí en mi lengua lo que había sentido en mi polla. Su orgasmo, pero esta vez inundo mi boca.

Poco a poco sus músculos se relajaron y sin decir nada se sentó al borde de la cama. Al cabo de unos segundos se incorporó y volvió a desaparecer. Esta vez tardo poco. Volvió con otro cigarro y esta vez me ofreció una calada.

¿Tú también querrás correrte no? – preguntó.

Cuando tu quieras – respondí

Veo que has aprendido – dijo con una sonrisa y se inclino para darme un beso muy suave en los labios.

¿Quieres ver como me follas? – aunque mas que una pregunta era una oferta.

Se sentó sobre mi vientre dándome la espalda y movió sus caderas suavemente adelante y atrás. Mi polla quedo atrapada entre sus muslos. Sentía su coño abierto, todavía húmedo y como se restregaba contra mi polla. Pensé que me correría sin entrar en ella. Pero con un moviendo de su cuerpo mi pene volvió a entrar hasta el fondo de su coño.

Sabía que esta vez no aguantaría mucho pero ella también volvía a estar muy excitada.

Levanté mi cabeza y vi su culo moviéndose y como mi polla era tragada una y otra vez por su coño. El ritmo fue aumentando lentamente a la vez que nuestros gemidos, ya no pensaba controlarme, solo quería correrme, que ella sintiera mi polla llenándola. El movimiento de sus caderas ya era imparable y yo notaba que estaba a punto de explotar.

Me voy a correr – dije

Hazlo

La visión de su cuerpo, de su espalda de sus caderas, de su culo, de su coño abierto en el que mi polla entraba y salía sin parar fue todo lo que necesite. Me corrí con un grito animal. Mientras imaginaba mi semen saliendo a borbotones de mi polla ella seguía moviéndose. Estaba claro que no pensaba parar hasta tener otro orgasmo. No tardó mucho, a los pocos instantes volví a sentir su coño temblando cuando un largo gemido escapo de su boca.

Por unos instantes nos quedamos quietos, jadeando. Mi polla salió de ella acompañada de mi semen y sus flujos y tumbándose junto a mí me desato. Inclinándome sobre ella la abrace y hundí mi cara en su pelo lamiendo una gotita de sudor que resbalaba tras su oreja.

Te había follado así antes – preguntó

Si – respondí en una carcajada – pero nunca tan bien – continúe cuando se incorporó para mirarme a la cara.

Al poco nos quedamos dormidos.

Cuando desperté ella seguía allí, tumbada bocabajo a mi lado, desnuda. La habitación olía a sudor, a tabaco, a sexo. Me deslice fuera de la cama y me dirigí hacia el baño, me lave y bebí agua.

Al volver ella seguía en la misma postura. Su piel reflejaba suavemente la luz que se filtraba por las rendijas de las persianas.

Sin poder evitarlo me acerqué y comencé a acariciar su culito, al poco estaba inclinado besándolo.

Mmmmm… buenos días – dijo desperezándose.

Chisssst… - fue toda mi respuesta

Acariciaba sus caderas, su piel era tan suave como recordaba y sentía en mis labios. Ella se removió en la cama, hundiendo su cara en la almohada. Mi lengua se deslizó entre sus nalgas, bajando hacia su coñito. Separó sus piernas instintivamente y mi lengua pudo profundizar un poco más. Mis manos acariciaban sus costados y subían por su espalda mientras mi lengua continuaba moviéndose. Poco a poco note como volvía a excitarse un ligero escalofrío la recorrió cuando me lengua paso nuevamente sobre su culito. Hundí mi cara un poco más y mi lengua se movió por el espacio que había entre su culito y su coño. Sus caderas empezaban a moverse en pequeños círculos pero yo la sujete con mis manos para que mi lengua pudiera seguir jugando.

Mi polla comenzaba a ponerse dura una vez más y me tumbe sobre ella acomodándola entre sus nalgas. Me movía despacio, deslizándola entre sus nalgas húmedas por mi saliva.

Hoy seré yo quien mande – susurre en su oído.

Ni siquiera respondió.

Volví a arrodillarme entre sus muslos y mi lengua encontró esta vez el coñito mucho más húmedo y decidí saborearlo lentamente. A la vez que mi mano se deslizaba bajo su pubis. Mi dedo pulgar comenzó a describir pequeños círculos sobre su clítoris muy suave, hasta que note mi mano mojada y comencé a apretar un poco más. Mi lengua jugaba en su culito. Arrebuje la colcha y la coloqué bajo su vientre. Ahora estaba totalmente a mi disposición. Mi lengua podía recorrer libremente sus nalgas, su culito, su coño, llegar hasta tu clítoris. Seguí haciéndolo hasta que el ritmo de sus caderas fue mas fuerte, sus gemidos más altos y sus flujos volvía a manar hacia mi boca. Empecé a usar mis dedos. Los pase por su coño hasta que estuvieron mojados. Y sin avisar mi dedo índice entró en ella. Su gemido fue instantáneo. Lo moví en su interior mientras ella empujaba su culito contra mí como si quisiera que llegara más y más dentro.

¿Te gusta? – pregunté

¿No ves como chorreo? Estoy cachonda como una perra.

Pues así te follare.

Saqué el dedo de su coñito y lo llevo hacia su culito, mi lengua lo había dilatado lo suficiente como para que la punta de mi índice pudiera entrar y lubricado por sus flujos como estaba no tardo en deslizarse dentro lentamente.

Eres un cabrón – me soltó

Y más que lo voy a ser….

Mi dedo ya estaba dentro de su culo y mi lengua seguía recogiendo su humedad. Lentamente lo deslice fuera y volví a introducirlo, esta vez casi sin resistencia. Repetí el movimiento una y otra vez.

¿Me vas a follar de una puta vez? – volvió a hablar

Ahora mando yo – dije, y di un azote en su culo que la hizo soltar un grito.

Estaba desando follarla, pero quería prolongar el juego un poco más. Me puse de rodillas detrás de ella y pase mi polla, ya totalmente dura, por su culo. Frote mi capullo contra su culo, contra su coño.

Vamos cabrón, follame – el tono de su voz denotaba su excitación su ansía y no hizo sino excitarme más y prolongar el juego otro poco.

Su mano apareció entre los muslos y comenzó a masturbarse.

No – dije retirando su mano.

Mi polla volvió a recorrerla. Ya no podía esperar más. Quería follarla. Sin más la penetré. De golpe. Hasta el fondo, hasta que mis huevos chocaron contra su culo. Su coño pareció abrirse de golpe y luego cerrarse con fuerza sobre mi polla. La saque casi del todo y volví a embestirla de golpe, otra vez hasta el fondo. Ella boqueaba como sin aliento y repetí una vez más. Esta vez agarre sus caderas clavando mis dedos con fuerza y continúe mi movimiento, entrando y saliendo.

Así cabrón, más fuerte – grito

¿Te gusta putita? – y sin esperar respuesta volví a llenarla de golpe.

Sus palabras, sus jadeos, el movimiento de su culo me excitaba de una forma casi animal y seguí sin parar. Ella se incorporó a cuatro patas.

¿te gusta follarte a tu perra eh? – jadeó

Tanto, que no pienso parar hasta que te corras con mi polla dentro de ti

Y era verdad, no pensaba parar, quería más y más no parar hasta llenarla otra vez con mi leche. Sus gritos me indicaban su nivel de excitación, parejo al mío, y continúe embistiendo con más fuerza, volví a dar un azote en su culo y deslicé mis manos bajo su cuerpo para agarrar sus tetas, inclinándome sobre ella. El ruido de que se oía de mis embestidas, de mi cuerpo al chocar con el suyo, el de su coño empapado del que mi polla entraba y salía sin parar se mezclaba con nuestros gritos.

  • Vamos, lléname, me voy a correr estoy cachonda perdida– me dijo.

Me deje llevar y un estremecimiento recorrió mi cuerpo cuando eyaculé y sentí como su coño se contraía y un grito ronco salía de su garganta