Cristian y Nicole
Una joven chica llega a la ciudad y en su trabajo conoce un hombre maduro al cual se entregara sin sospechar el lazo que los une...
Toda historia tiene un principio y está también lo tiene. Me mude de mi pueblo a la ciudad debido al inicio de mi universidad. A mis 18 años era una chica bastante tímida, jamás había tenido novio ni nada por el estilo, pero mi piel morena clara, mi cabello castaño y ojos de color gris resaltaban en mi sumándole mis curvas siempre atraía muchas miradas. Dividía mi tiempo entre el trabajo y los estudios. Conseguí un trabajo de medio tiempo en una cafetería, de un ambiente bastante relajado.
Todas las tardes después de salir de la universidad me dirigía al trabajo, y sin faltar todas las tardes se presentaba un caballero, de una cabellera negra con algunos vestigios de canas, piel blanca, ojos grises como los míos, una mirada que entorpecía los sentidos. Mis compañeros me comentaban que siempre venía a la misma hora, cosa que luego comprobaría, acompañaba su lectura con la diversidad de café que servíamos, cada día uno diferente, sentado en uno de los sofás individuales y con un libro para pasar el tiempo, duraba alrededor de una hora o dos, a veces comía uno que otro postre y luego se retiraba, siempre con un trato muy cordial.
Ese hombre poseía un aura misteriosa que me atraía, pero como era muy tímida me limitaba a saludarlo y a traerle su café, por coincidencias de la vida casi en todas las ocasiones era yo quien lo atendía. Y así fue transcurriendo el tiempo, mi intriga y ganas de conocerlo se hacían más grandes pero no sabía cómo llegar a él. La vida da mucha vueltas y a veces confabula a nuestro favor, en mi caso fue un día de mucha lluvia en el cual salía de mi universidad, me estaba empapando por completo mientras caminaba a la parada para coger el bus e ir al trabajo.
La lluvia arreciaba a cada paso, un carro negro se detuvo a mi lado, la puerta se abrió y lo vi con una mirada fija y una sonrisa que demostraba ternura. Me hizo señas para que subiera, dude en hacerlo pero con su mirada insistía que lo hiciera. Al final me decidí a subirme al automóvil. Me dio algo de pena pues moje todo el asiento, el caballero no decía ni una sola palabra mientras seguía conduciendo, observe mis alrededores varios libros en la parte trasera, documentos y un maletín.
-Disculpe el desorden, no acostumbro a llevar tener invitados.
-Discúlpeme… he mojado todo el asiento…
-No se preocupe señorita –su tono cortes embriagaba mis sentidos- ¿Hacia dónde se dirige?
-A mi piso… -respondí tímidamente mientras unas gotas de agua bajaban por mi rostro-
-Dígame con gusto la llevare
-No señor como cree perdone la molestia, con que me acerque a la próxima parada del bus
-Ni lo piense déjeme tener ese detalle, siempre es muy puntual al atenderme
Sonreí con mis mejillas algo coloradas, me di cuenta de que lo empapada que estaba y mis senos resaltaban sobre mi camisa, mis pezones duros también se marcaban. Me acomode lo mejor que pude, el viaje a mi piso fue silencioso alguna que otra mirada, estaba con ese caballero que me entorpecía por completo, algo en su esencia me envolvía, observe los alrededores, el interior del coche era pulcro con un caos ordenado de documentos, carpetas y varios libros.
El trayecto solo duraría un cuarto de hora cuando llegamos al edificio, nos detuvimos y le ofrecí una taza de café, al ya tener unos cuantos meses en mi trabajo dominaba alguno que otro, una variedad de té en mi despensa fue otro ofrecimiento. Luego de insistir un rato acepto mi invitación, el piso no era gran cosa reducido en tamaño, barato eso sí y práctico lo más importante. La cocina, una mesa para comer, una estantería con algunos libros que había ido coleccionando con el tiempo, una pequeña habitación y el baño. “Nada lujoso pero práctico” me repetía constantemente.
Su mirada posaba sobre mi cuerpo y una sonrisa se dibujó en sus labios, entramos rápido mientras la lluvia volvía a arreciar me moví con gracia en cuanto sentí el calor de mi hogar, un cambio de vestimenta bastante oportuno en cuanto llegue, al regresar su mirada se paseaba por mis libros, una recopilación de libros de la universidad, calculo, matemáticas, algebra y física. Por otro lado mis gustos personales, historias de fantasía, ciencia ficción, alguno que otro de romance, magia, lenguas, tomos de animes dividía mis ingresos reducidos para lo indispensable y con ayuda de mi madre pagaba todas las cuentas y algo de dinero me quedaba para esos lujos.
-Buena colección –acertó a decir mientras yo ponía en marcha el café-
-Gracias ha sido de tiempo, espero tener muchos más, pero no adquiero uno nuevo hasta terminar de leer otro
-Todo lo contrario a mí, siempre compro y me cuesta terminar uno… Disculpe no se su nombre
-Oh perdóneme –me dirigí a su lado y le tendí la mano- Mucho gusto Nicole, pero me dicen Niki y por favor tutéame no me van los formalismos
-Mucho gusto Niki –apretó mi mano sutilmente- Cristian
La conversación se limitó a libros, gustos en común mientras nos conocíamos más, una que otra mirada fugaz donde nuestros ojos brillaban y se unían por segundos interminables, el ruido de la lluvia tornaba el ambiente agradable, mítico o quizás… Todo eran ensoñaciones de mi joven mente. Transcurrió casi una hora en esa situación
-Lo lamento me tengo que retirar ya es tarde… -miraba su reloj mientras me decía esas palabras-
-Oh discúlpame te he entretenido de más… Tu familia debe de estar esperándote…
-Jajaja, no que va, soy soltero –me dedico una sonrisa-
Unas cuantas palabras más y nos despedimos, no existió algún contacto físico pero todo mi cuerpo se estremecía con su presencia, antes de darme cuenta me encontraba jadeante en mi habitación con mis dedos recorriendo mi intimidad, sudorosa, mojada, anhelante. Luego de un potente orgasmo me avergoncé de mi misma, de haberme excitado, de haberme masturbado solo por la presencia de ese hombre que con solo su presencia me desestabilizaba.
Los días siguientes transcurrieron como si nada, la misma rutina, atender a Cristian como si nada, uno que otro saludo, una que otra mirada. Pero nada más… Todo lo vivido, aquella mágica hora parecía un lejano sueño, me llegue a cuestionar la veracidad del acontecimiento ¿Habría sido producto de mi imaginación? No, claro que no todo había sucedido, pero no era nada… Solo un favor, de un caballero que se compadeció de su mesera y le dio un aventón.
Noche del viernes, pleno verano, hacia unos meses de aquel suceso. Estaba en el periodo vacacional, pero eso solo significaba una cosa, trabajar de tiempo completo. Esa semana no había venido… Eso me desanimaba pero no había nada que yo pudiera hacer, cubrí a una compañera y me quede hasta tarde, ya la noche era dueña y señora, una noche clara y brillante de luna llena. Cerramos y me despedí de la otra chica, calle solitaria algo de temor recorrió mi cuerpo al dirigirme a la parada esperando el último bus del día.
Palpitaciones. Miedo. Fueron las sensaciones que me embargaron cuando sentí las luces de un carro acercarse lentamente y detenerse a mi lado, suspire ese coche ya lo conocía el reluciente negro y la puerta abriéndose una invitación que yo sin duda no podía rechazar, ni un hola solo recorrimos el camino. Hacía meses que no estaba en ese asiento y seguimos el camino, el silencio… Lo miraba de reojo apuesto como siempre vestido de manera elegante, sus ojos resaltaban gris intenso. Mi intimidad depilada palpitaba, gritaba, no podía contener el deseo que por el sentía, un llamado que hacía mi sangre vibrar. Nos detuvimos en un restaurant, me mire de arriba a abajo no vestía para la ocasión
-No te preocupes no es un lugar nada formal, debes tener hambre
Su sonrisa cálida, me hizo olvidar todo. Una cena encantadora, restaurante italiano, una de las mejores pastas que he probado acompañadas por un delicioso vino tinto. Luego de esa cena silenciosa y deliciosa nos dirigimos a mi piso, mi corazón latía mientras me seguía al subir las escaleras. No sabía que sucedería ¿Mantendría esa cortesía, ese silencio? Mi piel se erizo, entramos y se sentó en el sofá me tendió la mano y se la sujete, atrayéndome hacia él y sentándome en sus piernas.
Me sonroje en grande y sacudí un poco mi cabello que cubría mi rostro, su mano retiro esos mechones y acaricio mi rostro perdiéndome en su aroma. Acerco sus labios a los míos y nos fundimos en un intenso beso, mi inexperiencia se hizo notar, luego de separarnos me levante de manera abrupta, cubrí mi rostro con mis manos, sentí miedo en mi cuerpo, excitación por la situación e impotencia.
-No temas –digo mientras sus manos rodeaban mi cuerpo-
-Sería mi primera vez… -susurré-
-Yo te cuidaré, no dejo de pensar en ti, no temas… Te quiero niña, no te puedo sacar de mi mente un instante, llevo meses luchando con esto, trate de separarme de ti pero se me es imposible, me has embrujado…
-Apenas se su nombre
-Déjate llevar Nicole
Fue lo único que necesito decir para que cayera rendida a sus pies. Sus manos me atrajeron hacia su cuerpo, temblaba, me entregaba a un hombre que solo conocía de vista, con el cual no había tenido más que conversaciones triviales. Mordió mi cuello y me desvanecí en el placer, sus experimentadas manos no perdían el tiempo se paseaban por todo mi cuerpo arrancándome uno que otro gemido leve. Me sonroje aún más cuando me llevo a la cama en voladas.
-Serás mi princesa
Sus palabras hacían que los escalofríos recorrieran mi piel, dejándome extasiada mis ojos se clavaron en sus manos cuando desabotonaba mi pantalón y desaparecía del camino. Mi instinto natural fue cerrar mis piernas pero con una suave firmeza las abrió, se coló entre ellas su boca buscando desesperada la mía y sus manos aprisionando las mías contra el colchón. A la perfección podía sentir su miembro rozando descaradamente con mi cuevita empapada, sus manos se perdieron debajo de mi blusa y sostén algo más brusco los quito del camino.
Ahí estaba yo, prácticamente desnuda salvo la fina tela de mi braguita blanca. Cerré los ojos apenada cuando se deshacía de mis medias solo la braga quedo, sobre mí nuevamente me beso apasionadamente forzándome a no cerrar las piernas debido a su ocupación entre ellas. Me susurraba palabras inentendibles al oído, las cuales me hacían vibrar, estremecer y mojarme aún más. Su boca incansable se dirigió a mis pezones y un gritito de sorpresa fue mi reacción cuando su lengua se deleitaba con ellos, jadeante, expectante, completamente fuera de mí.
Su lengua recorría mis aureolas, mordiendo suavemente mis pezones arrancándome cada vez sonidos más fuertes, más intensos y desinhibidos. Su mirada conecto con la mía, esa intensidad cargada de deseo solo lograba descolocarme más. La manera tan excitante en como devoraba mis senos mi cuerpo doblegándose ante los placeres desconocidos. Se separó de mis pezones, los hilillos de saliva conectaban su boca con mis pezoncitos que se encontraban duros como diamantes.
Sus manos sujetaron mis pezones presionándolos y su boca fue bajando hacia mi intimidad, se detuvo en mi ombligo con unas lamidas que me hicieron perder los sentidos por un instante. Se hundió entre mis piernas su nariz aspiraba mi aroma y su lengua se posó sobre la tela empapándolas más, una mezcla de su saliva y de mis flujos. Cerré de nuevo mis para perderme en el placer, para sentir su lengua luchando contra aquella tela para adentrarse en lo más profundo, donde nadie antes había llegado.
De un jalón arraso con la tela que nos dividía, ahora si me encontraba completamente expuesta, completamente entregada a sus deseos. Un choque eléctrico ataco todo mi cuerpo al sentir por primera vez su lengua en mi empapada rajita. Y sus dedos dirigiéndose a mi botoncito. Lamidas, chupadas, mordisquitos. Imparable, sin dejar un espacio sin profanar adentrándose más y más. Mi mirada perdida atinaba a ver sus maniobras experimentadas, esos dedos maduros acariciando mi más preciado tesoro, atentando con robarlo y poseer ese derecho, un paso que había evitado hacia mi madurez se concretaba en ese instante.
No tardaría mucho en sentir uno de los orgasmos más intensos de toda mi vida. Espasmos incontrolables al igual que una marea de jugos expulsados a gran velocidad de mi virginal rajita. Mi corazón acelerado y los temblores en mis piernas testigos de aquella intensidad. Ver ese rostro serio, intenso, bañado por mis flujos me hizo desviar la mirada. Se separó un momento, aprecie su porte varonil, adulto, deseable. Y su ropa fue cayendo lentamente al piso, era visto que no llevaba ninguna prisa y que disfrutaría ese momento. Solo quedo en bóxer el cual marcaba un prominente paquete con una parte humedecida gracias al preseminal.
Sus dedos volvieron a atacar sin piedad mi rajita, apretando mi botoncito y acariciando por el exterior. Su cara pegada a la mía robándome un beso con sabor a mí. En medio de ese beso un dedo invasor se adentró en mi cuevita tomándome por sorpresa, mi cuerpo se tensó, mi rostro se arrugo un poco y me queje pero su lengua luchaba con la mía y no dio para más. Muchas sensaciones me invadían y no podía evitar quejarme ante esa presencia que se abría paso por mi estrecho conducto.
-Auu… D-Duele…
-Ya mi niña, ya… Que estrecha –asintió a decir con una voz ronca por el placer-
Su mano libre se paseaba entre mi rostro y una de mis tetitas, al igual que su boca seguía ese mismo recorrido. Mi cuerpo se relajó de nueva cuenta, el movimiento era suave, nada demasiado profundo no quería romper mi himen eso sería trabajo de su miembro. Una sensación de excitación a un nuevo nivel me invadió cuando se separó de mí y se deshizo de esa última prenda de vestir. Ante mis ojos erguida como mástil un miembro de considerable tamaño y grosor, bastante grande diría yo, lo suficiente para preguntarme como me entraría todo eso en mí.
Me acerque como quien tantea el terreno y con cuidado toque su miembro con mis manos, una polla palpitante, completamente rasurada. Para ese entonces si bien era virgen no era una ilusa en las artes del sexo, mi boca me pedía a gritos saborear ese manjar. Ni lenta ni perezosa mi lengua comenzó un torpe recorrido por toda esa envergadura. Me desate por completo si bien no era conocedora de cómo hacerlo solo lo había visto en videos me deje llevar por mis instintos y fui deleitándome con ese nuevo sabor.
Mi boca se sentía completamente invadida por el miembro, me costaba un poco respirar y me atragante con unas cuantas arcadas, Cristian acaricio mi cabello una señal de aprobación, me relaje más y continúe disfrutando de ese momento. Poco a poco más de la mitad de su polla se encontraba dentro de mi boca con cuidado de no usar mis dientes lo miraba fijamente y veía como esa seria expresión se iba transformando en esa expresión de placer acompañada de uno que otro gruñido sonoro, no sería la mejor mamada que le fuesen dado pero el morbo de la situación incrementaba todas las sensaciones.
Alejo su verga de mis labios y me acomodó en la cama y su miembro se aproximó sin prisas hacia mi rajita. Mi cuerpo temblaba pero sus manos me tranquilizaban transmitían hacia mí una calma, una protección que nunca antes había sentido. Rozaba la punta de miembro en mi entrada, lo hizo durante largo rato intentando hacerse paso pero debido a lo estrecho de mi conducto le costó abrirse camino. Un gritito acompañado de una punzada de dolor cuando por fin logro entrar la cabeza. Sus manos apresaron a las mías y dejo caer parte de su peso sobre mí para que no me moviera, se adentraba hasta que se topó con la tela de mi inocencia y tras un fuerte impulso me clavo todo su miembro. Un sentido grito recorrió las paredes de mi piso y el dolor se hizo dueño de la situación
Tras varios quejidos mi cuerpo que estaba completamente tenso se fue relajando un poco dejándose sentir, las lágrimas que recorrían mis mejillas eran bebidas por sus dulces besos y cuando ya me sentía calmada sus movimientos lentos se desarrollaron, me quejaba cada tanto pero la maestría con la cual llevaba la situación arrancaron mis primeros gemidos provocados por una verga. Mientras más me abandonaba el dolor y me invadía el placer su miembro se iba apoderando de cada milímetro que pudiese conquistar.
Coloco mis piernas sobre sus hombros y el movimiento insaciable dejo caer las gotas de sudor de su frente sobre mi plano abdomen. Una sucesión de orgasmos acompañaron mi cuerpo, que estaba disfrutando al máximo aquella experiencia. Podía sentir a la perfección el roce por mi estrechura y mis oídos se embebecían con mis gemidos y sus gruñidos.
Llevo uno su pulgar a mi labio y se adentró en mi boca. Solo lo lamí, eso acallaba algo a mis gemidos. Nuestros ojos grises brillaban con la intensidad de la plata, luego nos fundimos en un beso y nuestros dedos se entrelazaron cuando sus embestidas crecían en potencia y de un instante a otro fue inundada mi cuevita con unos potentes chorros calientes. Unos segundos recuperándonos hasta que fue perdiendo potencia. Cuando retiro su miembro lo pude ver una mezcla de sangre, flujos y su semen. Tomo mi braguita y se limpió con ella para luego limpiarme a mí.
-Estas son mías –sonrió triunfante- Tu eres mía.
Se tumbó a mi lado, no sabía que actuar o decir, nos miramos y me busco, me cubrí con sus brazos y me lleno de besos, estaba agotada y al poco tiempo perdí el conocimiento fundiéndome en el mundo de los sueños. Cuando me desperté ya era de mañana, me encontraba sola y desnuda, me incorpore y palpe mi almejita más abierta y sobretodo sensible. Por un segundo me odie ¡se había ido! Pensé. Solo me había usado, me encogí en la cama cuando un ruido procedente de la cocina y el olor a desayuno me regreso a la realidad. Me quede observándolo, hasta que se acercó a mí y tapo mi desnudez con su camisa
-Vamos no andes así que puedes coger un resfriado…
-Y-Yo pensé que te habías ido…
-Niki esto apenas acaba de empezar, eres mía, ahora siéntate que el desayuno se enfría
Mire el reloj de reojo ¡Las clases! Devore todo porque de verdad tenía mucha hambre, y me metí a la ducha como águila a toda velocidad, como siempre Cristian se movía con gracia y sobretodo con calma. Me dio una acercada a la universidad, ese día mí cabeza estaba sumergida en pensamientos, no esperaba que eso fuese a trascender pero mi vida dio un vuelco desde aquella primera vez…
Desde ese día siempre me esperaba a la salida del trabajo, empezamos a alternar entre su piso y el mío, yo disfrutaba de su colección de libros, nuestro tiempo libre se fue haciendo mutuo. Descubrí que era ingeniero civil y de joven había viajado a muchos lugares, para alguien como yo que paso casi toda su vida en su pueblo me fascinaban su aventuras, me comento de sus amores, un par que significaron algo para él.
Una pasión que se convirtió en amor, los meses fueron transcurriendo y la cotidianidad de ser pareja, dejar mi trabajo para centrarme en los estudios gracias a su ayuda, decidir vivir juntos. Todo iba de maravilla… Hasta que un día mi madre vino de visita para conocer a ese caballero que me había conquistado. La recibí sola con un café, cuando Cristian llego del trabajo, la taza cayó al piso rompiéndose y ella armo un escándalo diciendo que no podíamos ser pareja, lo que yo no sabía es que él había trabajado por unos meses en unas obras del pueblo… Lo que yo no sabía es que ese hombre al cual yo le había entregado mi virginidad, del cual estaba perdidamente enamorada era mi padre…