Crisis y castigo.

Cuando crees que has sorteado la crisis economica, otros problemas entran en tu vida y la destrozan, claro que en mi caso, echar la culpa a la crisis es un modo de evadirse de la realidad.

Todo fue culpa de la crisis, hasta entonces vivía bien, me había casado y había criado una familia. Me llamo Luis, y tengo 48 años, nada especial en el físico, pero bueno, supongo que como la mayoría a mi edad, además, trabajar en el campo suele pasar factura. Me case joven, con 21 con Laura, mi mujer, educada muy a la antigua por su madre, pero agradable y muy comprensiva era la compañera con la que había criado a mis dos hijas, que andaban en la universidad, María de Erasmus en Holanda y Carmen en Madrid, así que desde hacía una año la casa se había quedado vacía salvo contados periodos de vacaciones en que casi todo volvía a la normalidad.

Después de 27 años de matrimonio la rutina y quiero pensar que el amor seguía manteniéndonos juntos, y, aunque en el terreno sexual no había mucho que rascar, todo lo demás era normal, nos complementábamos bien.

Vivíamos en una casa de pueblo grande a las afueras de la aldea que Laura heredo de sus padres, y que poco a poco fuimos acondicionando, tenía muchas habitaciones pero solo usábamos una parte.

Mi mujer dada su educación siempre vestía de forma recatada, ni en las ocasiones en las que las mujeres suelen enseñar más de la cuenta, ella se propasaba. Decía a sus amigas que lo que hay que ver se ve en casa, lo malo es que yo tampoco veía mucho, en fin.

Como dije antes, nos casamos jóvenes  y el motivo de la premura fue que se quedó embarazada de María, el método de la marcha atrás y de los días “verdes” no funcionó muy bien y tuvimos que cumplir con el deseo de las familias, así que en un par de meses pase de soltero a casado con familia,  pero no me quejo.

Pese a los dos embarazos Laura sigue teniendo un buen tipo, siempre se le adivinan unos exuberantes pechos debajo de sus cerrados suéteres y las faldas nunca dejan de ver sus rodillas, y su otro uniforme, las batas, que suelen ser su habitual forma de vestir en casa.

Y vuelta a la crisis. A nosotros no nos afectó mucho, yo trabajo en el campo, y aunque los ingresos habían bajado algo, seguía manteniendo sin ningún problema a la familia, además de la ayuda de mi mujer, que suele coser en casa. Pero alrededor las cosas no han ido igual, muchos amigos y familiares han caído en sus redes.

Y hace unos meses recibí una llamada.

Luis - ¿sí?

Fer - hola hermanito – Fer es Fernando, mi hermano mayor, con el que la familia siempre utilizo ese diminutivo.

Luis – hola, que tal, ¿Cómo va todo? – pregunta retórica, claro, se había separado y andaba en paro ya muchos meses.

Fer – pues a pedirte un favor, ¿me podrías alquilar una habitación?

Luis – pero ¿Qué ha pasado?

Fer – pues que no encuentro trabajo, y ya no puedo pagar el alquiler, me echan la semana que viene del piso, y me veo en la calle

Luis – joder, si claro

Fer – y tu mujer ¿no dirá nada?

Luis – hombre, no creo, la familia es la familia, y esto es una necesidad

Fer – ya, pero como no le caigo muy bien

Luis – no te preocupes

Fer – vale, pues ya me dices

Cuando colgó, pensé en que realmente no le caía bien, siempre decía que era un putero, que antes se gastaba el dinero en bares que en la familia,  y no me equivocaba porque cuando se lo dije la conversación no fue placida

Laura – no me hace gracia

Luis – ya, pero esta sin trabajo, aquí puede ganarse un dinerillo en el campo

Laura – a saber que hará luego con el dinero, irse de putas seguro

Luis – Laura, venga, será solo hasta que saque un poco la cabeza, ya sabes que a él, el pueblo no le gusta

Laura – y a mí no me gusta el, empate

Luis – entonces que le digo

Laura – bueno, pero a la primera barrabasada se larga

Y la conversación acabo ahí, porque Laura murmurando desapareció en la cocina.

A las dos semanas Fer se instalaba en una habitación que había usado de vez en cuando alguna amiga de las niñas, y al día siguiente después de mucho insistir conseguí levantarlo a las seis para ir a trabajar. Después de andar un par de horas limpiando un campo, paramos a comer algo.

Fer – joder que cansado estoy

Luis – la poca costumbre

Fer – y que tal Laura, ¿te ha puesto morros?

Luis – no mucho

Fer – pues la cara de ayer cuando llegue no era de mucha alegría

Luis – ya se le pasara

Fer – eso sí, sigue teniendo un culo de infarto, ¿se lo petas a menudo?

Luis – que bruto eres

Fer – joder, solo de pensarlo se me pone dura – dijo mientras se sobaba el más que evidente bulto en el pantalón

Luis – venga déjalo

Fer – ¿te acuerdas de las pajas que nos hacíamos pensando en ella cuando erais novios?

Luis – de aquello hace mucho

Fer – ya, pero a ti te gustaba, te corrías en los calzoncillos sin tocarte cuando me la meneabas

Aquello era cierto, dormíamos en la misma cama, y más de una noche me pedía que le contara que habíamos hecho mientras lo pajeaba.

Fer se bajó la bragueta y comenzó a pajearse delante de mí, y volví a ver aquella polla. Mientras la mía no pasaba de los 14 y era delgada, la suya era gorda y venosa coronada con un cabezón imponente, y en erección sobrepasaba los 22.  Evidentemente en el reparto de genes no había sido agraciado.

Fer – venga, joder, que no te cuesta nada – y se puso de pie a mi lado, mi mano temblorosa la agarro como antaño y comenzó a moverla suavemente.

Fer- ostias aun te acuerdas como me gusta, joder, joder.

Cuatro chorros de leche salieron disparados al suelo, y luego dos más pequeños que gotearon lentamente a sus pies.  No tardó mucho en volver a subirse los pantalones guardándosela sin limpiar.

Fer – ostias, que ganas tenia, sigues teniendo la misma mano de putita

Luis – Fer

Fer – ahora me dirás que no te gusta

Luis – si pero no es lo mismo

Fer – venga, vamos a ver si acabamos con este puto campo

A las tres aparecimos en casa para comer, y después de la frialdad de la comida, deje a mi mujer fregando y me fui a dormir la siesta, mientras Fer salía a fumarse un cigarro antes de tumbarse un rato. No tardo mi mujer en entras para tumbarse a mi lado.

Laura – estas despierto

Luis – si

Laura – tengo que decirte algo

Luis – si es de Fer, ya lo sé, no te gusta pero

Laura – me ha tocado el culo

Luis – como –dije girándome y prestándole atención

Laura – estaba fregando y se acercó por detrás

Luis – mujer, habrá sido sin querer

Laura – me puso toda la mano encima y apretó, no fue sin querer

Luis – y que le dijiste

Laura – nada, no quise discutir con el después de los tres vasos de vino que se había bebido

Luis – venga, no pasa nada, igual fue cosa del vino

Laura - ¿lo disculpas?

Luis – no, pero

Laura – esto es el colmo

Laura se giró y no dijo nada más.

Luis -  hablare con él, no te preocupes

Nos levantamos unas dos horas después y Laura se fue a comprar al súper, y yo me dirigí a la habitación de Fer, y como no lo encontré desnudo y fumando tranquilamente.

Fer – que pasa hermanito

Luis – deberías cortarte un poco, no deberías andar desnudo

Fer  - yo siempre me acuesto desnudo, ya lo sabes

Luis – si pero no es tu casa, esta Laura, no sé, además está muy cabreada, dice que le has tocado el culo

Fer – joder si, lo siento, pero la vi ahí fregando y mi mano se fue sola, mira solo de recordarlo se me ha puesto tiesa, anda hazme una pajilla

Luis – no Fer, venga

Fer – venga será solo un momento, tu mujer no está que la he oído salir

Sabía que su polla me atraía y jugaba con eso, así que me senté, y comencé a movérsela

Fer – que bueno, sí, no ves cómo se me ha puesto cuando le he tocado el culo, además la muy zorra no ha dicho nada, seguro que ha mojado las bragas, y luego se ha hecho  la santa.

Notaba el hormigueo de mi pene  dentro del pantalón, y sabía lo que significaba, de un momento a otro comenzaría a escupir semen  sin ni siquiera ponerse erecto.

Fer – además me ha parecido ver sus pezones tiesos, estaría ardiendo, seguro que se imaginaba mi manaza en otro sitio  debajo de su falda.

Me corrí en mis pantalones a chorro mientras su pene explotaba con sus gritos, berreando como un cerdo

Fer – uf, que gusto voy a darme una ducha, no has perdido tu mano hermanita, y creo que también tendrías que darte una ducha fría – dijo riéndose y señalando mi entrepierna – lo que no entiendo es como lograste hacer dos niñas tan preciosas.

Como siempre que pasaba aquello me marche avergonzado, pero en cuanto me metí en la ducha una erección terrible apareció y tuve que calmarla con otra paja. Ya había olvidado aquella sensación, y había vuelto con toda su crudeza. Cuando comencé a salir con Laura, las pajas de Fer iban aderezadas con las burradas que Fer me contaba que le haría si fuera su novia, y aquellos juegos no acababan más que en semen y más semen, el suyo vertido en mis manos y mi boca y el mío en mis calzoncillos.

Al día siguiente volvimos a madrugar, pero a media mañana Fer se dio un golpe con una rama en una pierna, lo que le produjo una herida.

Luis – será mejor que vayamos a casa y te la cures

Fer – no te preocupes, me acerco yo en un momento que no estamos lejos

Mi hermano se fue caminando, pero conforme se alejaba, iba creciendo un temor en mi interior, y en cuanto lo perdí de vista fui detrás de él. Casi le alcanzo cuando entraba en la casa y yo entre por la puerta de atrás, cuando pude asomarme al salón, allí estaba sentado en el sillón y mi mujer entraba desde la cocina con el botiquín.

Fer – joder como escuece

Laura – a ver, bájate un poco el pantalón – cosa que Fer hizo por completo, el bulto del pantalón era evidente pero Laura no dijo nada. Llevaba un slip pequeño, por lo que su miembro se marcaba perfectamente. Y como a 10 cm bajando por la pierna estaba la herida que sangraba un poco.

Fer – creía que solo era una rozadura, pero sangra y me escuece un montón

Laura – no te quejes

Laura se sentó a su lado abriendo el botiquín, y sacando lo necesario. Fer levanto los brazos y los dejo caer pegadas al respaldo. Laura se giró hacia él y pude ver su mano casi rozando su culo. El slip casi ya no podía mantener la evidente erección, y Laura no debía ser ajena a ella pero poso una de sus manos sobre la herida con el algodón impregnado de betadine, la otra descansaba sobre la pierna para apoyarse.

Fer – que manos más suaves

Laura seguía con la herida sin decir nada, mientras Fer andaba tirado hacia atrás con los ojos cerrados, pero cuando mire hacia su mano me quede helado, su mano ya reposaba en su culo sin ningún tipo de reparo. Sus dedos recorrían la falda a la altura de la nalga y de vez en cuando la apretaban sin disimulo.

Fer – que bien lo haces cuñada

Laura se incorporó para coger más algodón sentándose sobre la mano. Su cara estaba roja, y se le notaba la respiración agitada, su pecho la delataba. Al volver a girarse siguió limpiando, el bulto ya tenía vida propia, palpitaba sin ningún rubor a centímetros de la mano de mi esposa y era imposible que no lo viera.

Mi mujer solo había conocido mi miembro así que aquello suponía algo nuevo, sus manos se notaban nerviosas y el algodón resbalo de sus dedos quedándose en el hueco entre las piernas y los testículos de Fer.

Intento cogerlo pero se coló y ella metió la mano tocándolos, arrancando un gemido de Fer

Fer – espera yo lo cojo

Pero en vez de eso cogió la mano de Laura y la poso encima de su herramienta

Laura – esto no está bien

Fer – venga sigue un poquito, no pasa nada

El llevaba la mano de Laura arriba y abajo mientras su otra mano no dejaba de sobar ahora ya descaradamente el trasero de mi mujer.  No tardo en llevar la mano dentro del slip aunque el movimiento libero el monstruo de mi hermano que se mostró en todo su esplendor. Ella lo miraba mientras su mano subía y bajaba acariciando el tronco.

Fer – ahora tu sola cuñada – y Fer soltó la mano mientras Laura seguía embobada con el movimiento.

Fer – joder que gusto sigue que ya estoy casi, sigue, más rápido más

Laura acelero el ritmo y sin darse casi cuenta dos chorros impactaron en su jersey y un tercero en su falda, en medio de los bufidos de mi hermano. Casi al mismo tiempo mi pene descargo su parte, pero está en mi interior. Menos mal que los pantalones oscuros y el sudor no permitían adivinar la vergüenza que portaba en mí.

Fer – joder que bueno, que mano tienes

Laura pareció salir del estado en el que se encontraba y desapareció subiendo por las escaleras, seguramente a intentan ocultar el estropicio que había provocado Fer. Yo como pude me escabullí y me fui de nuevo al campo. No tardo mucho Fer en volver comentando lo bien que le había curado mi mujer, que era una joya, y demás lisonjas, mientras yo aún intentaba asumir lo vivido.

Después de la jornada, ya en la siesta Laura volvió a hablarme.

Laura – cariño, Fer debería irse.

Luis – ¿te ha vuelto a tocar el culo?

Laura – no – me mentía en la cara – pero cuando vino a curarse se bajó los pantalones y estaba, ya sabes.

Luis – ¿Cómo estaba? – dije mientras el hormigueo de mi polla iba creciendo

Laura – empalmado

Luis – ¿y qué hiciste?

Laura – hacerme la loca, y acabar rápido – sí que acabo rápido, se la meneo, rapidito

Luis – vaya, lo siento, pero Fer es así, no se lo tomes en cuenta

Laura – es que es incomodo

Luis – lo sé, pero si se va de aquí se queda en la calle, no sé, tendremos que aguantar un poco

Laura – bien

Se giró como el día anterior pero esta vez  junto su culo a mi cuerpo. Mi mano rozo su culo y su gemido de aprobación vino seguido por su bajada de bragas. Mi polla se puso tiesa al instante y busque con deseo la entrada de su sexo. El calentón que tendría debía de ser evidente y pude comprobarlo cuando la punta roza su sexo, estaba inundado. Aquello me puso bruto y de un movimiento se la aloje dentro arrancando un bufido de aprobación.

A continuación comencé a moverme despacio, si forzaba eyacularía enseguida, así que me recree, su respiración agitada era evidencia que estaba a punto de caramelo, y más aún cuando fue ella misma quien acelero el ritmo deseando mi final, que no tardo en producirse, eyaculando en sus entrañas.

Nos quedamos así abrazados, cayendo en un profundo sueño sin olvidar que aquel calentón se lo había provocado mi hermano.

Al día siguiente, cuando fui a despertar a mi hermano, me dijo que le dolía la pierna, y si no me importaba se quedaría descansando,  lo cual me mosqueo, pero no le dije nada. Desayune con Laura y sali por la puerta, pero dando un rodeo volví a entrar por detrás.

Cuando entre Fer aún seguía en su cuarto así que entre en una habitación y espere. No tardo en salir y dirigirse a la cocina donde Laura andaba en el fregadero. Aquella mañana se había puesto una falda gris y una camisa blanca. Fer se acercó por detrás y su mano se posó en su culo.

Fer – Laurita, podías hacerme lo de ayer

Laura – venga Fer, no estuvo bien – pero ni se inmuto, seguía con las manos en los platos mientras mi hermano le magreaba el culo con descaro

Fer – venga que te cuesta

Laura – Fer, por favor

Fer se bajó el pantalón del pijama y apoyo su paquete contra la nalga libre de mi mujer.

Laura – no está bien – dijo y con su mano intento apartar a Fer topando con el slip de Fer que aprovecho para poner la suya  y evitar su escapatoria.

Fer – así cuñadita, venga muévela como ayer

Esta vez Fer no tuvo que guiarla, la mano de Laura de movía arriba y abajo por encima del slip, recorriendo todo el contorno del tronco, pero ella seguía cara al fregadero, y podía ver como sus ojos estaban cerrados, como no queriendo darse cuenta de lo que hacía.

Mi hermano asentía con monosílabos a las caricias de Laura y su mano había ido subiendo la falda hasta encontrar las bragas blancas y grandes que siempre usaba mi mujer. Pero no se entretuvo en ellas y la deslizo por dentro del elástico. Junto con ese movimiento la otra mano bajo un poco el slip y la mano de Laura agarro su miembro para no para con el tratamiento. En ese momento giro su cabeza hacia la puerta y me escondí latiéndome el corazón a mil.

Fer – que culo tienes cuñada, joder, como me gusta tocártelo, y a ti también te gusta cabrona que te lo noto, seguro que mi hermanito no te lo toca tan a fondo – le dijo a Laura que  volvía a estar colorada y se la veía descompuesta pero no se movía ni lo rechazaba.

Vi como la mano de mi hermano se hundía cada vez más hasta que Laura emitió un gemido sordo y supuse que sus dedos habrían llegado a ese lugar que solo yo conocía, cosa que certifique al momento.

Fer – joder Laura, como estas me cago en la puta, si no fueras la mujer de mi hermano te follaba aquí mismo.

Laura – eso no, por favor – dijo Laura quedándose paralizada

Fer – tú sigue ostias

El grito le hizo ponerse en marcha otra vez mientras veía como la respiración de Laura se agitaba, y sus piernas parecían flaquear, se estaba corriendo en las manos de Fer sin ninguna vergüenza.

Fer – venga dale un poco más fuerte que ya casi estoy – y diciendo eso su otra mano amaso el pecho más cercano, provocando otro gemido, más sonoro aun que el anterior.

Fer – si ostias, ya me viene, joder  - y su polla comenzó a soltar semen que se estrellaba en el mueble mientras su mano aprisionaba  su pecho.

Fer  - uf Laurita, gracias – dijo retirándose, sus manos la liberaron mientras Laura seguía como ensimismada frente al fregadero – bueno, voy a vestirme y me iré a ayudar a Luis. Espere en mi escondite hasta que hoy los pasos de Fer alejarse por la otra puerta y me dirigí  a la salida, con mi carga habitual de semen en el pantalón.

Debía terminar con aquello, cada vez se ponía más peligroso, así que fui meditando como decírselo mientras me dirigía al campo de trabajo de ese día. Fer apareció a la media hora, diciéndome que se sentía mejor.

Luis – oye Fer tengo que decirte algo

Fer – que, ¿has disfrutado viendo como tu señora me la cascaba?

Luis – ¿me has visto?

Fer – claro, sabía que no te irías cuando sabias que me quedaba con tu mujer a solas, además ya te vi ayer.

Luis – joder, bueno, bien pero esto no puede continuar

Fer  - bueno, pues vamos a tu casa y le explicamos a tu mujer que antes que ella, eras tú quien me pajeaba

Aquello me dejo helado, mi hermano me chantajeaba sin ningún tipo de rubor, y en mi cara

Fer – además, has visto dos veces como Laura me hacia una paja y tú te has dedicado a mirar como una maricona, corriéndote en los pantalones, y ella no ha dicho ni mu, así que ahora no te hagas el mártir.

Luis – ya Fer, pero

Fer – ni pero ni ostias

Luis – vale Fer, no te enfades

No dijimos más hasta que paramos a tomar algo a media mañana, nos sentamos apoyados en un muro a la sombra de unos árboles.

Fer – joder que tetas más duras tiene la cabrona

Luis – por favor, Fer

Fer – y sabes, le he tocado el coño debajo de esas bragotas que gasta y no veas como chorreaba, seguro que lleva toda la mañana haciéndose pajas, la muy puta. Joder, mira cómo se me ha puesto al recordarlo.

Fer se la había sacado y se la meneaba sin ningún pudor y no tardo en cogerme la mano y llevármela a su polla.

Luis – joder Fer

Pero mi mano asía su rabo con fuerza.

Fer – sabes, me acuerdo de esos días en los que la mano no me bastaba y te pedía que me la mamaras, joder como chupabas, dime, ¿te has comido otras?

Luis – no eso no

Fer – no me lo creo maricona

Luis – bueno una vez, hubo una temporada que iba al gimnasio y allí un tío vio como le miraba la polla y me la ofreció.

Fer – y no pudiste resistir la tentación

Luis – pero solo fue un tío

Fer – ah, un tío, o sea que se la mamaste muchas veces

Me había colado

Luis – bueno si

Fer – venga mámamela

Luis – aquí, podrían vernos

Pero Fer no tenía intención de pasar la ocasión así que su mano se posó en mi nuca llevándome a su nabo sumisamente.  De repente me vi transportado a mi juventud, cuando bajo las sabanas era el instrumento de placer de mi hermano, pero quitando el lugar la situación era muy parecida, yo mamando y Fer hablando de mi mujer.

Fer – joder que culo tiene la cabrona, y además el coño chorreando, se ha corrido como una cerda en mis manos, menuda guarra tienes en casa, y ni se ha movido mientras me la beneficiaba, mira como me ha puesto que no hace ni dos horas que me he corrido y estoy a reventar, joder con la Laurita de los cojones como me pone.

Fer – sigue cabrón sigue – y me hecho mano al paquete y no pude aguantarme, me volví a dejar parte de mi hombría en mi ropa interior, gimiendo ahogadamente – que tú ya te has corrido mamón.

Presiono mi cabeza contra su polla y dos chorros de semen regaron mi garganta que trague como pude.

Fer –uff, que bueno.

Fer me aparto y se levantó como si nada

Fer – venga hermanito que aún quedan cosas que hacer.

La mañana transcurrió sin más sobresaltos. En cuanto llegue a casa me fui directo a la ducha, metiéndome con ropa para poder eliminar el semen que llevaba acumulado, lo que luego me hizo llevarme la bronca de Laura.

Laura – ¿pero cómo vienes con eso chorreando?

Luis – perdona, deje la cortinilla un poco abierta y el agua a cabo en la ropa

Laura – ainss, que desastre eres – dijo arrancándome la ropa delas manos y echándola a la lavadora.

Comimos y yo me retire a dormir la siesta, y Fer hizo lo mismo, pero me quede observando en las escaleras por si ocurría algo. Oía el trasiego de platos en la cocina, cuando paro vi a Laura me fui rápido a la habitación, y me tire en la cama haciéndome el dormido. Ella entro y me llamo pero no respondí, y oía como cerraba la puerta y se alejaba, no tarde en ir sobre sus pasos siguiéndola a la habitación de mi hermano.  Cuando llegue oí a mi hermano reírse

Fer – has venido a por más cuñadita

Laura – no Fer, esto no está bien y lo sabes

Al asomarme pude ver a ver tumbado en la cama con una sábana encima y mi mujer sentada en el borde girada hacia él.

Fer – si no hemos hecho nada malo

Laura – te he hecho dos . . .

Fer – si, dos pajotes, y que

Laura – y me has tocado mi cosa

Fer - ¿tu cosa? No, te he metido mano en tu coño, que por cierto, lo tenías chorreando, y te has corrido con mis atenciones, o ¿me lo vas a negar?

Laura – esto debe parar

Fer  - bueno, pues me haces una buena mamada y es lo último, mañana mismo me largo

Laura - estás loco y se levantó haciendo que yo saliera corriendo a las escaleras.

Laura entro en el salón y se quedó pensativa apoyada en el marco de la puerta, su cara reflejaba una pelea que se debatía en su interior, tenía la vana esperanza de que se dirigiera a la escalera y volviera a mí, pero como en cámara lenta se dio la vuelta desapareciendo por la puerta.

Cuando volví estaba otra vez sentada en la cama

Laura – pero nunca más

Fer – bien,  pero quítate la ropa

Laura – no, eso no

Fer – pues lárgate

Laura se quedó quieta, su respiración descontrolada, se unía a una letanía de negaciones, y mientras bajo de la liviana sabana despuntaba el pene de mi hermano preparado para terminar de romper cualquier rastro de cordura en nuestra casa.

Pude observar como algo hacia Laura, y aunque no lo veía, aunque quedo claro enseguida, andaba desabotonando su camisa.

Fer – ves, no es para tanto - dejo caer la camisa por su espalda mostrando tu sujetador, y después paso a su falda, bajando la cremallera y levantándose para dejarla caer a sus pies.

Fer – mmm cunada, que buena estas ostias

Laura – la ropa interior no, por favor

Fer  - sabes – dijo incorporándose y sentándose al lado de mi mujer con su polla totalmente tiesa – si fueras mi mujer esa mierda de bragas – puso sus manos en el lateral y lo rasgo – no te iban a durar ni un día – se levantó y sentándose al otro lado repitió la acción – y esas tetas necesitan liberarse – y con una mano libero el sujetador que el mismo arranco su cuerpo y lo arrojó al suelo. No tardo en manoseárselas a conciencia mientras Laura se dejaba hacer pasivamente.

Fer – y ese coño ibas a llevarlo sin un pelo, zorra estrecha y recatada, ¿sabes cómo te llamaban de joven? – Le dijo mientras su mano se perdía entre sus muslos y mi mujer abría la boja jadeando discretamente – la monja, con tus modelitos tan fuera de sitio, y al final acabaste con el marica de mi hermano.

Laura – y si Luis se despierta

Fer – cierra la puerta, si llama le diré que me ha parecido oír como salías.

Me aparte como pude en el quicio de la puerta, pero Laura se limitó a cerrarla echando el pestillo. Creí que se había cerrado la posibilidad de parar aquello, claro que podía llamar a la puerta y pararlo pero oí a Laura suplicar.

Laura – que vas a hacer

Fer – túmbate y calla

Volvió el silencio, y entonces se me ocurrió que quizás por la ventana del patio podría ver qué pasaba, así que con sigilo sali afuera y con precaución me asome. Por una suerte de la que después me entere que no era tal la ventana estaba de par en par y la cortina dejaba un resquicio que me dejaba ver la cama completamente y oírlos sin problemas.

Laura – que vas a hacer

Fer – te voy a afeitar ese coño peludo y mal cuidado que llevas, que me voy a ir mañana pero no me quiero quedar sin pegarte una buena comida.

Laura – dios, no, Luis se dará cuenta

Fer  - pues le dices que te lo afeitaste para él, a los tíos les gusta

Y Fer comenzó a derramar espuma de afeitar sobre el sexo  de Laura y después a esparcirlo con su manaza, Laura había quedado sentada al borde de la cama con las piernas abiertas y con sus manos tapaba su cara.

Laura – no por favor – repetía mientras su cuerpo no movía ni un musculo

Fer  desoyó sus peticiones y con su navaja comenzó su tarea que no le llevo mucho tiempo,  por lo que se ve no era la primera vez que lo hacía y cuando hubo terminado de eliminar toda la espuma volvió a embadurnarla para terminar la tarea con un desechable.

Fer – venga, ves al baño y límpiate

Laura se incorporó mirándose su entrepierna y llevándose un sonoro cachete salió de su trance desapareciendo desnuda en el baño. Nada más cerrar la puerta Fer me hizo una seña y se dirigió a la puerta. Y hacia allí me encamine.

Fer – entra y metete en el armario – me dijo susurrando

Luis – Fer, por favor déjala

Fer – mira mariconazo, tú ya te lo has pasado bien, y te aseguro que te lo vas a pasar mejor así que metete ahí dentro y matate a pajas mientras me meriendo a tu mujer.

Podía haber hablado, avisando a mi mujer de mi presencia y aquello no habría pasado de ahí pero en cambio me introduje en el armario, y desde su oscuridad vi como Fer volvía a cerrar la puerta y se sentaba en la cama.

Se hizo el silencio en el cuarto de baño y al poco salió Laura

Laura – esto me pica, por favor Fer

Fer – ven, ponte como antes, te pondré crema

Laura - esto no está bien - dijo volviéndose a tumbar

Fer como era su costumbre la ignoro y sacando un tubo de crema de su neceser la esparció cerca de su sexo arrancando un suspiro ella

Laura – esta frio

Fer – ya verás cómo te calma

Fer comenzó a esparcirlo lentamente por el pubis y los laterales de su sexo, acariciando deliberadamente su raja visiblemente mojada

Fer – vaya cuñadita no te has secado bien, esto esta mojado

Sus dedos separaron sus labios y comenzó a rozar su clítoris, mientras Laura comenzaba a jadear. Intercalaba sus caricias explicitas en su sexo con el tratamiento de la crema, hasta que esta dejo de ser visible.

Entonces Fer se arrodillo entre las piernas de Laura e hinco su boca en la entrepierna. Esta se llevó las manos a la boca intentando acallar su placer que se hacía incontenible.  Una de sus manos fue a la cabeza de Fer intentando apartarla

Laura – no sigas por favor, no

Pero Fer redoblo su intensidad y el cuerpo de Laura reflejo su placer tensándose para recibir un explosivo orgasmo, casi inaudible pero evidente por sus espasmos. Las manos de mi mujer se agarraban ahora a la cama, mientras su boca buscaba respiración desesperadamente.

Laura – dios, uf, no, otro

Su cabeza con los ojos cerrados parecía intentar negar que aquello no se producía, pero su cuerpo no expresaba lo mismo, sus caderas atrapaban a su odiado cuñado, el cual subió sus manos y asió los deseados pechos que tantas veces había soñado amasar y ante mi segunda corrida los trataba con fuerza, marcando sus dedos en ellos y arrancando más jadeos de su entregada cuñada.

Laura se corrió de nuevo entre convulsiones y Fer aprovecho para salir y colocarse a su lado, mientras era su mano quien mantenía atareado al sexo de Laura. Introdujo dos dedos en su encharcada gruta y comenzó a moverlos, llenado la habitación de un ruido acuoso característico.

Fer – ¿con tu marido chorreas tanto? O él no te pone como yo

Laura no decía nada, su cara roja expresaba no sé si su vergüenza o su placer o ambas cosas,  pero miraba a Fer como negando o implorando que parara.

Fer – ¿en tu triste vida no te has corrido tanto, verdad? Cuantos llevas

Laura – por favor Fer

Fer – ¿cuantos zorra? – dijo elevando la voz

Laura – no grites, tres, oh dios, tres

Fer – pues vamos a por el cuarto – y comenzó a martillear el coño con su mano a un ritmo infernal lo cual acerco lo inevitable, Laura comenzó a gemir y su cuerpo estalló en un nuevo clímax ante la mirada lasciva de mi hermano.

Fer saco la mano del chorreante sexo de Laura, y se tumbó a su lado, y ella poco a poco fue tranquilizando la respiración.

Fer – vete

Laura se quedó sorprendida ante aquella orden

Laura – ¿pero no quieres que te la chupe?

Fer – no, quiero follarte, pero como no vas a querer, vete

Laura se quedó quieta pensando dios sabe que, y aquello no pasó inadvertido a Fer

Fer – claro que si eras tan puta como para no salir corriendo con mi oferta, es que estas deseando que te la clave hasta el fondo.

Laura se giró dando la espalda a Fer, claro que su movimiento, que para ella era intentar no seguir el juego y poner distancia a las palabras que escuchaba, para Fer era una puerta abierta a sus intenciones.

Fer – ¿cuánto te folla el marica de tu marido? ¿Una? ¿Dos veces al mes? ¿Ninguna?

Laura – lo hacemos, además el trabajo mucho y

Fer – ya, o sea que estas más caliente que una perra en celo – y mientras decía esto su mano se introdujo entre sus muslos entreabriéndolos, y con su pierna levantada su polla se acomodó apoyándose en la húmeda raja de mi mujer que volvía a cerrar los ojos.

Fer – claro que las mujeres decentes como tú, no necesitan follar mucho, ¿no? O mejor dicho, no lo hacen porque para lo que disfrutan no se meten en líos. Dime, ¿te corres cuando tu marido te folla?

Laura – alguna vez – dijo de forma débil y dificultada por la respiración

Fer – o sea, de uvas a peras, normal con el pichacorta que tienes arriba, venga encájatela en el coño y veras como disfrutas – y ante mi sorpresa la mano de Laura no dudo en baja a su sexo y cogiendo aquel pene que la martirizaba lo llevo a su entrada, y la cabeza desapareció dentro de él acompañada de un gemido.

Fer  soltó la pierna y dedico su mano al pecho de Laura sobándolo  mientras su boca se perdía en el cuello

Fer – venga, aprieta ese culo y métetela hasta los huevos – y el cuerpo de mi esposa no solo comenzó a tirarse para atrás para contactar con el cuerpo de Fer, sino que comenzó a moverse, y cada vez con más recorrido, se lo estaba follando y no tarde en oír el golpeteo de las nalgas al chocar con mi hermano.

Esta vez los gemidos eran más fuertes y continuos por lo que supuse que el placer la estaba dominando

Fer – ¿has tenido una polla tan adentro?

Laura -  no, dios, no – dijo entre jadeos, mientras Fer se pegaba más a ella, pasándole la mano por debajo del cuello para atrapar su otro pecho, y cuando la tuvo totalmente agarrada fue Fer el que comenzó a moverse con embestidas rítmicas y secas que parecieran romperla por los quejidos.

Fer – joder cunada, que coño tienes, el capullo de mi hermano no te usa como debe, me estas empapando los huevos con tanto flujo.

Laura intentaba ahogar sus gemidos ya incontrolados enterrando su cara en el colchón

Fer – seguro que si te viera el cornudo de mi hermano se mataba a pajas viendo cómo te corres de gusto con otra polla, toma cuñada, toma

El ritmo de Fer era infernal, y los gemidos de Laura, ya eran descontrolados, ni si quiera mantenía el nivel ahogado del principio, y el sonido inundaba toda la habitación. El bramar de mi hermano anuncio su corrida que certifico con vario golpes secos que terminaron con su tranca en lo más hondo de mi mujer.

Fer – toma leche, sí. Que gusto llenarte, uf

Laura era un trapo encima de la cama, y Fer la uso como si tal cosa fuera así, sacando la polla  pringosa de su coño y restregándola por su culo para limpiarla, y después perderse en el cuarto de baño sin evitar dedicarme una sonrisa al pasar.

Aquello ya no tenía remedio, mi mujer yacía llena de semen en la cama de mi hermano y yo lleno de semen, mío claro, dentro de su armario, mi mano descansaba pringosa en mis calzoncillos junto a mi flácida polla con tres corridas que me habían dejado humillado en mi propia casa. Claro que aquella humillación solo era el resultado de mi debilidad ante mi hermano, y tampoco podía decir que no la hubiera deseado.

Cuando por fin salió mi hermano del baño, mi mujer andaba aun tirada boca abajo en la cama, y Fer andaba guerrero, con su pene nuevamente tieso. Se dirigió a la mesita y saco un bote de lubricante, del cual derramo parte en su polla y el resto entre las nalgas de Laura que gimió al sentir en contacto.

Fer se puso encima de ella y situando su polla en su ano, comenzó a jugar con él, presionándolo. Laura pareció espabilar e intento salir de aquello pero ver se puso encilla de ella inmovilizándola mientras seguía con su empeño.

Laura – no quieto, por ahí no, Fer, dios

Fer – te voy a follar el culo, o si no llamo ahora a tu marido y le explicas lo de tu coño lleno de leche

Aquello hizo para a Laura dejándola a merced de aquella barrena que con la inestimable ayuda del lubricante comenzaba a enterrarse en su interior, entre los gruñidos de placer de mi hermano.

Fer – así, zorra, dios que culo más estrechito tienes, que gozada – exclamaba Fer mientras comenzaba a moverse adelante y atrás, penetrando cada vez más en el virgen territorio de mi esposa, que abría la boca, tratando de asumir la tremenda invasión que sufría por la puerta de atrás.

El golpeteo del cuerpo de Fer sobre Laura comenzó a ser audible, certificando que su polla taladraba en toda su extensión el culo de Laura, que emitía cortos gemidos en cada embestida.

Fer – así cuñada así, gime mientras te rompo ese culo de perra que tienes, joder, que gusto – dijo redoblando las embestidas que acompasaba con la tremenda paja que intentaba calmar mi erección.

Laura – dios Fer, dios, que me haces, si – mascullaba mientras sus manos intentaban soldarse a la cama y aguantar los tremendos envites en su trasero, y todo aquello con evidentes signos de placer que le hacían levantar el culo para recibir mejor su tortura.

Fer – así putita, así, levanta ese culito, que te lo voy a destrozar a pollazos, que el inútil de tu marido ni te lo ha estrenado ¿no?

Laura -  el no, nunca, dios – y su cuerpo comenzó a estremecerse exteriorizando el tremendo orgasmo que la invadía en su interior

Fer – venga, así, córrete que te lleno el culo de leche, dios – dijo apretándose y soltando su carga caliente dentro de Laura, que gimió intensamente en ese instante, sintiendo como el semen de su hermano le quemaba por dentro. Yo por mi parte casi me caigo al sentir como la punta de mi pene se armaba con un placer extremo antes de escupir dos escasos chorros en mí ya rezumante calzoncillo, ahogando con mi mano el gemido que solté.

Cuando Fer se salió de dentro de ella quedo a su lado casi cubriéndola y me hizo un gesto para que saliera, así que sigilosamente, me dirigí a la puerta y abriendo el pestillo salí de la habitación para ir rápidamente para darme una ducha. Cuando termine me volví a meter en la cama y no tarde en oír como Laura entraba en la alcoba y también se perdía en una ducha. Cuando termino, note como entraba sigilosamente en la cama. Y nos quedamos dormidos.

Laura – venga, no te piensas levantar, son casi las siete, y hoy tienes la cena de la asociación.

Gire la cabeza y comprobé que había caído reventado en la cama. Y las imágenes de lo vivido esa tarde se agolparon en mi cabeza ante la presencia de la protagonista. Claro que ahora andaba en modo casto, con su pantalón de pijama y una camiseta, tapando su ropa interior, ya repuesta.

Claro que debajo de eso su coño depilado aun estaría regado por goterones de semen en su interior, y su culo se repondría de la invasión al que había sido sometido.

Y estaba la dichosa cena.

Luis – que tarde, si, ya voy

A las 8 y media ya estaba arreglado y mi hermano aún no había hecho acto de aparición, así que dándole un protocolario beso en la mejilla a Laura anunciándole que no llegaría tarde, sobre las 11, porque no me apetecía soportar el rollo posterior de actas y tesorería que solía comenzar con el café.

Laura – eso es que te haces viejo, antes te los tragabas todo

Si, y ahora te lo tragas todo tu, pensé, pero me encamine hacia la puerta sin que ningún sonido saliera de mi boca.

Salí hacia el pueblo con mi coche, pero no tarde en para en la cuneta y llamar al restaurante para decir que no me encontraba bien y que no acudiría. Y con premura me dispuse a volver a la casa. Al entrar por el patio posterior vi las ventanas de mi hermano abiertas y a mi mujer haciendo su cama mientras se oía el sonido de la ducha.

Cuando termino su tarea la vi sentarse en la cama recién hecha como esperando a que saliera. Cosa que ocurrió unos minutos después totalmente desnudo.

Fer – vaya cuñada, que sorpresa, ¿y mi hermanito?

Luisa – está en la cena de la asociación, es el último viernes de cada mes

Fer – ya –dijo con desdén intuyendo que yo andaría cerca, y sin cortarse un pelo agarro a luisa de su pelo y llevo su polla semierecta a la comisura de sus labios – venga chúpamela que con tanto folleteo no la has catado.

Y esta vez no se produjo, ningún no, ningún rechazo, luisa abrió la boca y recibió su polla, iniciando un torpe movimiento de succión que arranco la risa de Fer.

Fer – pocas has tenido en la boca, atrápala con los labios y utiliza tu lengua – el cambio pareció gustarle ya que comenzó a gemir suavemente, aprobando el trabajo que mi mujer le ofreció de forma totalmente entregada. – muy bien putilla, al final aprenderás a hacer feliz a un hombre.

Mi mano no dejaba de manosear mi polla mientras veía como la boca de mi mujer recorría la tranca de mi hermano, cosa que nunca había hecho a mí, porque según ella era asqueroso, y allí estaba comiéndosela sin ningún reparo. Y no solo eso,  si no que no dudaba en seguir las indicaciones de Fer que le hacía acariciarle los huevos o poner su mano en su culo para sincronizar sus movimientos.

Fer – uf, para cabrona, que no quiero correrme aun, desnúdate túmbate en la cama

Laura se puso de pie y se quitó la camiseta que la cubría dejando a la vista un sujetador que había visto guardado en el cajón, pero nunca puesto, de un chillón color rojo, que provoco una exclamación de Fer, y más cuando la falda cayo el suelo y el tanga a juego quedo a la vista.

Fer – esto ya es otra cosa cuñada, venga, túmbate y déjatelo puesto que estas para comerte y repetir

Laura se tumbó en el centro de la cama, y Fer a su lado la hizo ladearse hacia la ventana que yo ocupaba, así que me retire un poco, pero pude ver cómo le pasaba un brazo por debajo del cuello mientras el otro  retiraba un poco el tanga y luego asía su cadera para embestirla sin ningún tipo de delicadeza.

Fer, como por la tarde la tenía totalmente atrapada mientras mi mujer gemía ahogadamente, y Fer acerco a su boca mascullando algo que no podía oír. Laura giraba la cabeza como negando, pero Fer insistía y seguía con sus embates.  Comenzó entonces a palmear con fuerza su nalga, mientras seguía con su letanía. Y Laura con los ojos cerrados comenzó a gemir más fuerte, mientras su cuerpo intentaba escapar de lo inevitable, pero solo pude ver como se retorcía mientras gritaba que se corría.

Fer – así me gusta, grita –mientras seguía castigando su nalga con su mano.

Cuando se tranquilizó, Fer se deshizo de la ropa interior y volteándola boca arriba y en posición de misionero comenzó a bombearla de nuevo. Veía sus pechos aplastados por el cuerpo de mi hermano, y como el culo de él se apretaba con cada envite, pero las piernas de ella no tardaron en atraparlo mientras sus gritos pidiendo más eran más que audibles. Suponía que Fer la había incitado con sus frases susurradas.

Laura – así fóllame, así

El ritmo era de locos y Fer no tardo en anunciar que se corría cosa que ella acompaño con movimientos secos sincronizándose con él y acabaron gritando mientras se desplomaban sudorosos.

Fer se dejó car a su lado y las piernas abiertas de mi mujer dejaron a la vista su coño rezumando la leche que acababa de depositar en su interior mi hermano.

Fer – como follas zorra

Laura – no me digas eso – dijo aun agitada, y cuando la mano de Fer entro en su raja pringosa

Fer – eres una zorra, cuñada, con las piernas abiertas, el coño lleno de leche y no de tu marido, y suspirando mientras te tocan el coño, y ahora me dirás que eres una fiel y entregada esposa

Laura volvía a gemir con las atenciones de la mano de Fer, que recorría su intimidad sin freno.

Fer – seguro que el cornudo de tu marido se mataría a pajas viéndote ahora

Laura – no digas eso, dios, que me haces – dijo mientras su cuerpo se tensaba y su garganta expresaba sonoramente su placer

Fer – es un cornudo y un pajillero, ¿quieres que te lo demuestre? – La mano de Fer aumentaba el ritmo al igual que la mía y los gritos de Laura eran escandalosos – te voy a follar delante de el para que vea la puta que tiene en casa, y como le abre el coño al primero que la soba, mira cómo te chorrea en coño de pensarlo.

Laura – no, dios, uf, me

Laura se corría sin remedio mientras la mano que la martirizaba chapoteaba a toda velocidad dentro de su coño

Fer – así, córrete, que esta noche te correrás en la cara de tu marido mientras de follo – le decía mientras  los dedos de su mano machacaban sin piedad cada recoveco  de su sensible sexo – así vas a gritas esta noche, más fuerte, venga

Los gemidos de Laura se convertían en gritos mientras su cuerpo buscaba embestirse con la mano que le hurgaba en su interior, hasta que se derrumbó  sin fuerzas desmadejada en la cama y bajo la risa de Fer, que seguía dedicándole lindezas.

Entre tanto dos regueros de semen resbalaban pared abajo junto a la ventana, fruto de mis cuernos cada vez más evidentes y claros.

La excitación, con todo lo que había dicho y hecho mi hermano, me había llevado a no pensar que podría llevar a cabo lo que mi esposa había oído, pensando en que ella nunca entraría en ese juego, claro que cualquiera que la conociera, tampoco entendería él porque estaba sudada y desmadejada encima de una cama que no era la suya, y  con su sexo rezumando fluidos sexuales de dos sexos diferentes.

Fer marcho a la ducha dejando a Laura desfallecida, pero poco a poco fue recuperando el control, como pudo se sentó en el borde de la cama y lentamente, como si estuviera en una nube, se fue poniendo la ropa que andaba tirada alrededor de la cama.

Cuando salió Fer ella fue a decirle algo, pero el sin más le enterró de nuevo la polla en la boca

Fer – cállate, y escucha, esta noche cuando venga el gilipollas de tu marido vamos a está viendo la tele y quiero lleves un pijama corto con la parte de arriba tipo camisa, ¿tienes?

Laura – fghdg – dijo asintiendo

Fer – y sin ropa interior, y ahora lárgate y deja mi polla un rato, que eres una glotona – y saco su miembro mientras levantaba a Laura por el hombro y la dirigía a la puerta

Laura – pero Fer, por favor, montara un escandalo

Fer – es lo que querías, si monta un escándalo, me voy, si no

Laura – lo montara

Fer- bueno, pues me iré

Laura se encamino a nuestro cuarto mientras Fer se vestía y yo desaparecía hacia mi coche. Cundo entre en él pensaba en todo lo vivido y que esta noche debería sacar a mi hermano de nuestras vidas,  pero mi polla totalmente tiesa de nuevo se resistía a entrar en razón regodeándose con la visión de mi esposa tomada ante mis ojos.

Fui tranquilizándome y deje pasar el tiempo, hasta aproximadamente las once y media, que arranque y encamine el coche hacia casa, al entrar salude, y  mi esposa salió a recibirme, cosa que casi nunca hacía. Se había puesto un pijama de verano bastante casto aunque el evidente movimiento de su pecho mostraba sin dudas la falta de sustentación interior, con lo que había hecho caso a mi hermano, al menos en lo que se refería a la parte superior de su anatomía.

Laura – que tal la cena – me pregunto después de darme el beso de rigor

Luis – pues el aburrimiento de siempre, ¿que hacéis?

Laura – viendo una peli de policías, no ha empezado hace mucho

Luis – uf, casi mejor nos vamos a dormir

Laura – venga, la vemos un ratito

Luis – bueno – dije entrando en el comedor donde Fer ocupaba un extremo del sofá – pero voy a quitarme esto – y señalando la ropa me fui a cambiar.

Fer – que pasa hermanito, ¿qué tal la farra?

Luis – aburrida –y me dirigí a la habitación a cambiarme mientras Laura se sentaba en medio del sofá.

Cuando baje andaban en la misma postura pero advertí que los dos primeros botones de la camisa de Laura andaban sin abotonar. Pero me senté en el lado que quedaba libre. El salón andaba a oscuras iluminado por el resplandor de la tele donde una persecución se desarrollaba a toda velocidad. La sabana que solíamos utilizar viendo la tele cubría nuestras piernas y mi evidente erección dentro del liviano pantalón de pijama. No había mucho sitio con los tres pegados en el sofá así que mi mujer cogió mi brazo y se apoyó en mí, pero de reojo vi un bulto moviéndose sobre la pierna de mi mujer  y no tardó en llegar entre sus piernas.

El brazo de Laura se aferraba a mí mientras mi hermano sin ningún rubor abría las piernas de ella y su mano se enterraba en su sexo, mientras él seguía como si nada observando y comentando la película.

Laura – Luis, por favor, Luis – susurraba mientras cerraba los ojos ante la situación. La sabana había bajado a mitad de sus piernas y podía ver como la mano de Fer hurgaba dentro del pantaloncito del pijama. Fue entonces cuando se acercó a su oído y le hablo.

Fer – lo ves ya te dije que era un pajillero, retira la manta de su regazo y lo veras

Laura bajo la manta a cámara lenta, y mascullo algo cuando vio el lamparón húmedo que asomaba en mi pantalón, además claro de la risa de Fer. Y lo malo es que no pude mirarla a la cara, me había corrido como siempre, sabiendo que mi esposa era asaltada en  mis narices.

Fer – ven aquí preciosa – dijo cogiéndola de la cintura y atrayéndola hacia él. Laura quedo cara hacia mí y mientras una mano castigaba su coño la otra se perdis dentro de su camisa magreando sus tetas sin ningún tipo de vergüenza – así zorrita, estas chorreando viendo como el cornudo de tu marido se corre mientras te magreo, y ya verás cuando te folle, no va a tener sitio en el calzoncillo para tanta corrida.

Laura se retorcía por el tratamiento y no tardo en gemir sonoramente, mientras me miraba. La mano de Fer desabrochó del todo su camisa y sus pechos quedaron expuestos a mí vista con los pezones tremendamente enhiestos.

Fer – anda quítate el pantaloncito, que tu marido como tienes el coño

Luisa – no, por favor Fer

Fer – venga, ya has visto como moja los pantalones el cornudin

Luisa tardo un poco pero sus manos fueron al elástico y con un tirón lo hizo bajar hasta sus rodillas, dejándolo caer después, su sexo depilado y mojado quedo ante mi vista mientras ella miraba para otro lado con sus ojos cerrados. Pero su aparente vergüenza no evitaba que sus gemidos cada vez fueran más evidentes.

Fer – no te preocupes, tu maridito te ha visto hacerme todo, desde la primera paja, así que no te cortes

Luisa abrió los ojos, mirándome con sorpresa o indignación, o las dos cosas, y aquello pareció que le arranco el velo del pudor ante mí.

Laura – te gusta mi – hizo una pausa – coño, Fer

Fer – si cuñadita – respondió riéndose mi hermano – me encanta tu coño, y follármelo mas, ven, móntate en mi polla que te lo voy a rellenar con mi leche

Fer ya andaba con su tranca en la mano y Laura no tardo en arrodillarse poniendo sus piernas alrededor de él, si sentándose de golpe, gritando mientras lo hacia

Luisa – dios que polla, me rompes

Fer – así, zorra, así, muévete

Laura comenzó a subir y bajar gritando en cada movimiento, mientras las manos de Fer sobaban su culo ese que desde siempre deseo. Claro que tanto cuando vi como su cuerpo comenzaba a temblar supe que se corría y sus gritos desgarradores solo fueron la confirmación.

Fer – pero que cabrona, te has corrido y me has mojado hasta los huevos, venga, sigue moviéndote – dijo mientras sus manos agarraban su culo y la hacían moverse adelante y atrás. De vez en cuando restallaba su mano contra sus blancas nalgas y aquello reactivaba sus movimientos.

Fer – si, si, más fuerte que ya me llega, dios – dijo acompañándolo con un bramido que resonó en  toda la habitación, certificando su corrida, su nueva corrida en el coño de mi exhausta mujer.

Fer – joder hermanito, vaya puta tienes en casa, hoy me ha dejado seco, creo que voy a dormir y apartándola a un lado se fue a su habitación.

Laura tardo un tiempo en recuperarse y tranquilizarse, pero no dijo ni palabra, ni si quiera cuando se levantó desnuda como estaba para irse a la habitación, desde donde oí el ruido de la ducha.  Yo me quede sin saber qué hacer, con mi mano presionando mi polla arrugada y pringosa dentro de mi pijama, y tremendamente cansado por el tren de orgasmos que había soportado, y me quede dormido.

El frio me despertó, cuando abrí los ojos tiritaba, me había quedado dormido tal como estaba, la luz ya entraba por las ventanas y el reloj decía que eran las 7, y como pude salí del estado de letargo comenzando a subir las escaleras, y subiendo comencé a despertar y a oír los gemidos de mi esposa, y venían de nuestra habitación, subí lentamente temiéndome lo peor y al llegar a la puerta mis temores se hicieron realidad. Mi mujer en medio de nuestra cama recibía a cuatro patas la polla de mi hermano entre grandes muestras de placer, y fue la última vez que les vi follar.

El juego al que había jugado había acabado por quemarme a mí, y la relación con mi mujer, que ese mismo día me pido que me fuera de casa, a vivir en una casita anexa, donde en su día vivieron sus padres, y en unos meses comenzaron los trámites de separación.

Aún recuerdo el día que vino a que le firmara los papeles, con una mini, zapatos de tacón y suéter de tirantes con los pezones luchando por salir de él.

Al abrir la puerta y verla así casi me corro.

Laura – hola Luis, es para que me firmes esto, ya sabes, lo que te comente ayer

Luis – ah, sí, pasa, y te los firmo

Laura se sentó en un sofá cruzando las piernas, exhibiéndolas en toda su plenitud, mientras yo me sentaba en la mesa para firmar con comodidad.

Laura – sabes que la culpa es tuya, pero bueno, ahora ya no tiene remedio. ¿Te gusta mi nuevo look? Fer me dijo que me visitera así que seguro que te gustaba, además no llevo ropa interior, me dijo que así disfrutarías mas

Mientras firmaba, y de reojo le comía las piernas imaginando su sexo depilado entre ellas, mi polla se relajaba después de descargar por su cuenta, como se había vuelto normal cada vez que veía los modelitos y el cuerpo de mi mujer, perdón, mi exmujer.

Y la crisis, también me afecto a mí, llevándose muchas cosas por delante, peor no me quejare, porque somos muchos quienes la padecemos, y ya saben lo que dicen “Mal de muchos . . .”