Crisis de los 40 (8)

Final del relato.

CAPÍTULO 16- LUIS

El día siguiente del malentendido en casa era Miércoles y tenía cita con Marta.

No sabía si asistir a la cita semanal, pero necesitaba una explicación a todo lo que estaba ocurriendo y aparte tenía mis llaves del coche ya que salí del vehículo tan rápido que no pude ni quitarlas.

A la hora prevista estaba esperando a Marta en la cafetería con una infusión en la mesa. Marta apareció 10 minutos más tarde y, tras pedir al camarero, se sentó frente a mi.

MARTA- Dime, ¿qué te encontraste? ¿Estás bien?

YO- No encontré nada. Solamente estaba Clara.

MARTA- ¡No puede ser! Yo vi entrar a Carlos en el portal de tu casa. Era él, estoy segura.

YO- ¿Qué pretendes Marta? ¿Porqué haces esto?. Yo te consideraba mi amiga. No creo que me haya portado mal contigo para que me vuelvas loco con tus teorías sabiendo por lo que he pasado.

Marta empezó a llorar desconsoladamente. No parecía fingir el llanto, pero en la mente de una mujer retorcida todo podía ser posible. No paraba de hipar y sonarse la nariz. Quería hablar pero no le salían las palabras.

Estuve casi 5 minutos esperando que se tranquilizara pero, lejos de calmarse, sus ojos cada vez estaban más hinchados de tanto llorar. Era una situación absurda.

YO-Mira Marta, si no te importa, me voy a ir a casa. Estoy cansado de jugar a polis y cacos. Necesito aclarar mis ideas. Para mí ha sido un placer poder compartir mis Miércoles contigo. En serio te digo que te consideré una persona muy especial para mi, y por eso me duele más tu actitud. Adiós Marta.

Justo en el momento en el que me levantaba de la mesa para marcharme del local, Marta me cogió del brazo y me pidió que me sentara.

MARTA- Dame una oportunidad de explicarte todo. No quiero que te vayas pensando que soy mala persona.

YO- Está bien. Habla.

MARTA- A ver, por donde empiezo. Ya sabes que nunca quise que Clara te engañara, me parece un acto miserable y sucio. Cuando me enteré, traté de enseñarle el camino para recuperarte y que vieras la mujer tan ardiente que tienes en casa. Luego pensé que le controlabas demasiado y pensé que, si salía a correr conmigo, os vendría bien para distanciaros y poder apreciar a la otra persona. La única condición que pusiste fue que quedáramos para hablar un día a la semana y, aunque no me caías muy bien, acepté. Por el bienestar de Clara y por vuestro matrimonio. Ahora bien, lo que no esperaba era que las reuniones semanales terminaran siendo lo mejor de la semana para mí. Estaba deseando reunirme contigo cada Miércoles y, cuando nos despedíamos, contaba los días para volver a estar contigo. Y al final pasó lo que no quería que pasara, me he enamorado de ti. Hasta la médula. No hago otra cosa que pensar en ti, en como es posible que tu mujer te haya podido engañar de una forma tan cruel. Cuando Clara empezó a salir a correr con los dos tipos me alegré. Sabía que no podría resistirse a follar con alguno de ellos y, egoístamente, eso me daba alguna esperanza para que te enamoraras de mí y te alejaras de Clara. Por eso empecé a seguir a Clara, para certificar mi victoria. Pero ayer, cuando vi entrar a Carlos en el portal de tu casa me sentí mal. No te mereces el dolor que te está causando mi amiga. Y Clara es mi amiga, aunque me parezca una mujer despreciable ahora. Tengo que defenderla. Intenté evitarlo, créeme. Llamé a tu casa para que tu mujer no volviera a cometer un error, pero no funcionó, y lo único que se me ocurrió fue llamarte a ti para que llegaras antes de que consumara su infidelidad para así tener alguna posibilidad de no estropear lo vuestro. Pero llegaste tarde y ahora no me crees. No sé lo que pasó en tu casa, no estaba dentro para verlo. Ni tampoco tengo pruebas que lo certifiquen, pero te aseguro que si Carlos fue a tu casa, no era para tomar un café con Clara. Lo siento por todo. Nunca olvidaré los momentos tan divertidos que hemos pasado.

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Volvía hacia casa muy contrariado. No sabía si Marta mentía o decía la verdad.

Si era cierto que Marta siempre se había caracterizado por decir la verdad, doliera o no. Y ahora decía que me amaba. Que yo le había llegado al corazón. Yo, un hombre del montón, sin nada a destacar salvo la desfachatez de intentar ser honesto en estos tiempos de engaños y mentiras. Yo, que no destaco ni por físico ni por guapo.

La mente me iba a mil por hora. Si de verdad me amaba, ¿qué había de cierto en lo que me dijo que sucedió el día anterior? ¿qué motivaciones podía tener para mentir?.

Lo mejor era llegar a casa y preguntarle a Clara por ese tal Carlos.

Que mi mujer me volviera a mentir diciéndome que salía a correr sola, cuando en realidad lo hacía con otras personas, me enfadaba un poco. Yo trataba de confiar en ella y, para poder lograrlo, Clara tenía que ser sincera conmigo. No creo que la mejor manera de convencer a tu esposo de que eres fiel sea ocultándole cosas. Eso sólo lo empeora.

Por otro lado, el hecho de que saliera a correr con otro hombre me molestaba, pero no me divorciaría si se descubre que sólo ha sido salir a correr, sin más.

Llegué a casa temprano. La conversación con Marta no había tenido la duración que yo estimé. Creía que empezaríamos una batalla dialéctica para lograr vislumbrar quién se quedaba con Clara. Pero no fue así, la conversación no trascurrió por esos cauces y duró mucho menos de lo que yo creía.

Entré a casa con intención de hablar con Clara para salir de dudas de una maldita vez.

YO- ¡Clara, ya estoy en casa!

Al saludar desde el recibidor pude escuchar varios ruidos en el dormitorio.

CLARA- ¡Ya voy Luis! ¡Espérame ahí!

YO- ¿Te pasa algo Clara?

Me acercaba hacia la habitación cuando mi mujer salió de ella con una toalla sobre el cuerpo.

Su pelo revuelto y los colores de cara me indicaron que algo había pasado en esa habitación.

YO- ¿Qué hacías?

CLARA- Nada, me iba a dar una ducha.

YO- ¿Y ese pelo y la cara roja? ¿Has salido a correr?

CLARA- Si, eso es. He salido a dar una vuelta aprovechando que no estabas, y acabo de llegar.

Ya no podía aguantarme más. Le había dado la opción de reconocerlo. Nuestro matrimonio estaba acabado desde el mismo momento en que la vi salir del dormitorio, pero al menos, hubiera terminado la relación con algo de dignidad.

Me aparté de su lado y fui a entrar en el dormitorio. Clara se puso delante y me cortó el paso. Yo la empuje hacia un lado y entré dentro.

El olor a sexo que me llegó al abrir la puerta fue horrible. Un nauseabundo olor a sudor mezclado con el olor a los fluidos propios del acto.

Me vino una arcada por el olor y por los nervios.

La cama estaba hecha. Y digo hecha porque estaba todo en su sitio, pero estaba claro que en ese colchón dos personas habían estado pasándoselo en grande.

La ropa de Clara estaba tirada en el suelo pero no había ropa de otra persona.

CLARA- Te lo puedo explicar.

YO- Venga, empieza.

Clara se quedó pensativa, como no sabiendo que decir. No se esperaba que yo llegara a casa y viera lo que había visto y olido.

CLARA- Si….pues…es que….

YO- ¡Venga!

CLARA- Que me apetecía mucho follar y como no estabas pues eso, que me he tenido que aliviar yo.

Sus mentiras me cabreaban más aún. No solamente le había pillado sino que me lo quería ocultar.

YO- ¡¿Tú te crees que yo me chupo el dedo?! Puede parecer que no me entero de lo que haces pero soy consciente de todo.

CLARA- ¿Cómo dices?

YO- ¡Que estoy harto de ti y de tus mentiras! Harto de que me engañes sistemáticamente. Yo lo dejo pasar para ver si por fin te das cuenta que conmigo no te faltará de nada. Pero veo que no aprendes de tus errores.

CLARA- ¿Pero de qué hablas Luis? Yo te quiero.

YO- No Clara, tú no me quieres. El que quiere a una persona no le engaña con otra y, si lo hace y alega ser un desliz, no lo vuelve a hacer más.

CLARA- Yo no lo he….

No la dejé terminar. Estaba cansado de escuchar escusas.

YO- No mientas más. ¿Te crees que no sabia que salías con otro hombre a correr? ¿Y te crees que no me di cuenta ayer de las rojeces de tus tetas y tu culo cuando te secabas? ¿Te crees que no me di cuenta que tu coño estaba húmedo e hinchado porque acababas de pegar un polvo? ¡Y que polvo debió ser, porque dos horas después no pude ni rozarte el coño de lo sensible y escocido que lo tenias! ¿y te crees que no se que te acabo de pillar mientras tu amante te folla en mi cama? ¿De verdad te crees que soy tan tonto y estúpido Clara? Dime, ¿lo crees de verdad?.

Clara comenzó a llorar desconsoladamente. Si no fuera porque mi amor por ella estaba definitivamente roto, me hubiera sentido muy mal por haberla hecho llorar. Pero ahora no. Me daba igual lo que le pasara.

CLARA- Luis, por favor, perdóname. No se que me pasa. No lo puedo controlar, necesito ayuda. Ayúdame a superar lo que me pasa. No me dejes. Si lo haces no podré salir adelante. Me moriré sin ti.

Las suplicas de Clara ya no tenían efecto sobre mí, ya no volvería jamás a querer a esa mujer.

YO- Ya intenté ayudarte. Intenté superar lo que me hiciste, pero no lo haré dos veces. Por cierto, dile a tu amante que salga del baño, quiero decirle una cosa.

CLARA- No, Luis. No me hagas pasar más vergüenza de la que tengo. No me humilles.

YO- El humillado soy yo, no te olvides. Yo soy el cornudo. ¡Sal Carlos!

Grité lo más fuerte que pude pero el desgraciado no se movía de donde estaba escondido.

YO- ¡Que salgas, coño! ¡Sal o entro a por ti!.

Se abrió la puerta y del baño salió un hombre de nuestra edad con cara de corderito y en calzoncillos. Era una imagen patética de un hombre que se suponía que tenía muchos huevos para follarse a una mujer casada pero ningún valor para enfrentar la situación con su marido.

YO- ¿Tú eres Carlos?

CARLOS- Si. Lo siento, no sabia que estaba casada…

YO- ¡Cállate ya y no seas más patético de lo que eres! A partir de ahora puedes disfrutar de mi exmujer siempre que te venga en gana. Es toda para ti. Clara, quiero el divorcio.

CLARA- No Luis, no. Por favor. Cambiaré. No me dejes.

YO- Ahora se que nunca cambiarás. Estaba dispuesto a perdonarte y tú, desagradecida, me vuelves a engañar. Has tirado a la basura nuestra vida, una vida de amor y complicidad por… ¿por qué?¿por unos polvos?. Yo podía haberte dado lo que me hubieras pedido. ¡TODO!. Hubiera hecho cualquier cosa para que fueras feliz, cualquier cosa menos aceptar ser un cornudo. Estás enferma Clara, necesitas ayuda, pero no mía, ayuda de un profesional.

Oyendo las súplicas de Clara salí de mi casa sin un destino claro.

Lo normal seria irme al motel otra vez pero una idea se cruzó en mi mente.

Cogí el teléfono y marqué.

YO- Ya está claro…… Si, ¿puedo ir a tu casa ahora?.... Gracias por todo.

CAPÍTULO 17- MARTA

Aquél Miércoles, después de descubrir como Carlos entraba a casa de Clara y Luis, estaba pletórica. Pensaba que Luis vendría llorando a mi casa para que yo lo consolara. Pero nada más lejos de la realidad, Luis ni siquiera me llamó para informarme de lo que sucedió en su casa.

No quería ser yo la que le llamara. No quería descubrir mis cartas hasta saber que es lo que sucedería con ese matrimonio.

Tampoco podía llamar a Clara porque se suponía que yo no sabía que Luis los había descubierto.

Si finalmente decidían divorciarse, tendría que estar preparada para intentar atraer a Luis a mi. Tendría que hacerlo muy sutilmente. No podía invitarle a casa para tomar algo y atacarle como hacía con otros hombres. Luis no era de ese tipo de hombres. Tendría que ser poco a poco, arrastrarle hasta mi telaraña como si de una mosca se tratara. Imagino que pasaría bastante tiempo hasta que Luis estuviera preparado para empezar otra relación, y cuando eso sucediera, yo tendría que estar la primera de la fila. Esperándolo pacientemente. No tenía prisa. Amaba a Luis como nunca había amado a nadie y ni siquiera nos habíamos besado.

Si por el contrario, Luis decidiera seguir con Clara, yo me apartaría definitivamente de ellos. No podría soportar ver como Clara maltrataba psicológicamente a la persona que quería. Al final acabaría por explotar contra mi amiga y me quedaría retratada.

La mañana pasó sin sobresaltos. Terminé de trabajar y comí algo en un restaurante cercano a casa.

A las 6 tenía la cita habitual con Luis y no sabía si acudiría o no. Hasta el último momento no me decidí a asistir.

Llegué algo tarde con la intención de que Luis ya estuviera esperándome. Si no hubiera aparecido, no hubiera hecho el ridículo esperándolo.

Nada más entrar a la cafetería lo vi sentado en la mesa de siempre. Su semblante era serio. Parecía furioso.

Entré y, tras pedir al camarero, le pregunté por el día anterior.

Para mi sorpresa, Luis no encontró a Carlos con Clara. Me acusó de querer destruir su matrimonio y de ser una arpía.

No podía parar de llorar. El hombre al que amaba me odiaba. Tenía que contarle lo que sentía. Era mi última baza para que abriera los ojos.

Me armé de valor y le comenté la verdad sobre como quise controlar a Clara para que no le engañara y que siguiera con él. Y también le conté que estaba enamorada de él, que lo quería con locura.

Luis se quedó callado unos largos segundos. Parecía que ordenaba las ideas de su cabeza. Y empezó a hablar.

LUIS- Ya sé que Clara me ha vuelto a engañar. Como te he dicho, ayer no había nadie en casa. Pero la conozco bien y se que acababa de follar. Y con bastante violencia. Tenía marcas en el cuerpo. Probé a tocarle para ver su reacción y tenía la zona íntima muy hinchada. Por la noche intenté hacer el amor con ella y obtuve la prueba definitiva, sólo al rozarla le hice daño. Tenía la vulva al rojo vivo.

YO- No se que decir. Lo siento mucho.

LUIS- No. El que lo siente soy yo. Me aferré a una mentira. Mi matrimonio estaba muerto desde el día que os vi en el pub junto con esos chicos y no lo quise entender. Eres la única persona que me ha hecho olvidar la mierda de vida que estoy viviendo. Ya no amo a Clara. Todo lo que sentía por ella se ha esfumado. Estos días que hemos quedado has calado muy hondo en mi. Lo que siento por ti va más allá de la amistad, pero no puedo darte lo que me pides. Aún estoy casado y necesito acabar mi relación primero y después no se que pasará. No te quiero engañar.

YO- Lo entiendo. Estaré esperando a que me des una oportunidad, si crees que la merezco. No te preocupes por mí, estaré bien.

Al terminar la conversación con Luis me sentí vacía. Vacía, pero feliz. Yo hice todo lo que estuvo en mi mano por esa pareja y, especialmente, por Luis. No esperaba que Luis viniera a mis brazos al primer asalto y su alegato me pareció muy sensato. Esperaría, no podía hacer otra cosa que ser paciente.

Llegué a casa y me preparé una ensalada para cenar. No tenía ganas de nada más que de comer algo y acostarme en la cama.

Mientras me lavaba los dientes para posteriormente irme a descansar sonó mi teléfono.

YO- Dime Luis…….¿Estaba con Carlos?.... Si, por supuesto.

No podía creerlo, ¡Luis había pillado a Clara con Carlos!.

Esa insensata había vuelto a engañar a Luis. A mi Luis. Era inaudito la estupidez de esa mujer. Había decidido arruinar su matrimonio ella solita.

Al poco rato llegó Luis. Venía con la cara desencajada y sofocado.

Al cerrar la puerta de casa se abrazó a mi y comenzó a llorar.

Es muy duro ver llorar a un buen hombre, y más si es al que quieres. No pude hacer otra cosa que consolarle. Estuvimos abrazados más de una hora sin decirnos una sola palabra. Solamente abrazados.

Pasado ese tiempo, Luis me comentó todo lo sucedido en su casa.

No tenía a donde ir y le ofrecí mi casa para quedarse el tiempo que necesitara.

Y no, esa noche no hicimos el amor. Ni follamos. Estuvimos toda la noche hablando de nosotros, de nuestras vidas pasadas y futuras. Y lo digo de verdad, nunca había disfrutado tanto con un hombre como ese día con Luis.

EPÍLOGO- CLARA

Estaba entrando en la consulta de la psicóloga Susana*, la doctora que trataba mi problema.

SUSANA- Buenas tardes Marta. La última sesión la dejamos en la tarde que Luis te descubrió con Carlos. Sigue contando.

CLARA- Cuando Carlos y yo entramos en el dormitorio ya estábamos descontrolados. Yo me sentía mal por romper mis votos matrimoniales pero necesitaba sexo y necesitaba dolor también. Sólo así podría resarcirme del daño que le causaba constantemente a mi marido. Carlos sabía darme las dos cosas. No paró de golpearme, de forzarme y de hacerme alcanzar orgasmos. Cada orgasmo que alcanzaba necesitaba más dolor, y cuanto más daño me hacía Carlos, más rápido me volvía a correr. Estaba enganchada al daño físico, lo necesitaba para sentirme feliz. Cuando más descontrolados estábamos llego mi marido y Carlos se encerró en el baño para no ser descubierto. Yo me puse una toalla para simular que me iba a duchar, pero Luis debió sospechar algo porque, inmediatamente se dirigió al dormitorio. Cuando entró, y vio y olió el resultado de una batalla carnal, se me vino el mundo encima. Traté de contarle una patraña para engañarle, pero era demasiado tarde. Luis hizo salir a Carlos del baño y lo descubrió todo. Me dejó. Era lo que yo merecía. No tenía perdón ni disculpa. Y mi mundo se hizo añicos. Lo he perdido para siempre y no podré rehacer mi vida nunca más. He estado tentada de quitarme la vida varias veces. Sin Luis no se vivir.

SUSANA- Bueno, Clara. Tu problema es que necesitabas un cambio. Pero los cambios pueden darse de muchas maneras. Podrías haber hablado con tu marido para someteros a situaciones más morbosas y excitantes, pero juntos. Un amante no te garantiza una mejora anímica, en la mayoría de los casos genera más estrés al tener que llevar una doble vida. Por otro lado, al necesitar un cambio, pensaste que lo ideal era volver a tu vida de adolescente, donde tu primer novio te trataba con rudeza, y eso es lo que buscaste. Al final, creaste un círculo vicioso: necesitabas sentirte deseada, cuando lo lograbas te sentías culpable y te sentías obligada a sentir dolor para mitigar tu culpa y, al hacerlo, te gustaba, queriendo cada vez más las infidelidades y la violencia. Tú amas a Luis y todo lo que necesitabas era a él y no eras consciente de lo que tenías en casa.

YO- Ahora lo entiendo todo. Podríamos haber hecho cosas que nos hicieran la vida excitante. Ahora es tarde. Sé que Luis está con mi amiga Marta, el otro día los vi paseando juntos. Lo he perdido para siempre.

SUSANA- En mi opinión, Clara, para siempre puede ser mucho tiempo, ¿no crees?

FIN

*Susana: guiño al gran ZivPaulo. Espero de corazón que te encuentres bien y puedas seguir deleitándonos de tus formidables relatos. Un abrazo señor.