Crisis de los 40- 2°Parte (7)

En el portal de Luis

CAPÍTULO 8- SOFÍA

Nunca me ha caído bien Luis. No entendía como Clara estaba enamorada de ese hombre tan insulso. Era un pelele en manos de mi amiga. Siempre sirviéndole y atento a sus deseos. ¿No tenía sangre? Imagino que en la intimidad no sería de esa manera, pero su actitud cuando estábamos presentes las amigas, era vomitiva.

Y aún me cayó peor cuando Clara me dijo que Luis la había dejado y se veía con Marta. Me pereció un ser despreciable.

Pero me faltaban detalles de esa ruptura, y no los conocí hasta el día de la boda.

Ese día estaba muy contenta de ver casar a mi amiga Rosa. Desde que nos conocimos, siempre tuve la sensación de que Rosa era la más noble de nosotras, y Pablo le complementaba a la perfección.

La alegría duró lo que tardé en ver a una persona conocida por mí, Fernando Rodríguez.

Fer, para los amigos, fue novio mío poco más de un año antes de la boda, y con el que no terminé de una forma muy amistosa.

Nuestra historia empezó muy bien, hombre guapo y amable que te ayuda con las bolsas en el supermercado. Cuando las guardamos en mi coche, me propuso ir a tomar un café y en ese café me enamoró. Realmente, no se si me enamoró o me engatusó porque lo que en un principio era una relación intensa pasó a ser, después de los primeros polvos, en una relación más distante. Hasta que se convirtió, en un par de meses, en una relación de dominación e infidelidades por su parte.

Y es que Fernando era muy mujeriego. Tanto, que llegó a engañarme en el mismo día hasta con 3 mujeres distintas. Y pensareis, ¿cómo lo sabes?. Pues lo se porque cuando empecé a investigar y a seguirle a escondidas, descubrí que tenía todo un negocio con las mujeres.

La mayoría eran mujeres adineradas de edades entre 50 y 60 años recién divorciadas y con ganas de marcha. Fer era un experto en seducirlas y llevárselas a la cama. Una vez encoñadas, las mujeres hacían cualquier cosa con tal de conseguir su ración semanal de macho.

Los regalos iban desde un reloj, un traje o una comida en un restaurante de lujo, hasta un apartamento o un coche de renting de alta gama. Era lo que se dice, “un vividor follador”.

Ni que decir tiene que cuando me enteré de todo, lo dejé e intenté desmontarle el chiringuito, pero las mujeres estaban ciegas con ese hombre que, dicho sea de paso, no era ninguna maravilla en la cama.

Yo ya sabía que Clara traería a un hombre a la boda pero, cuando vi quién era, el alma se me calló a los pies.

Él se sorprendió al verme pero, como buen actor, supo reponerse y hacer como que no me conocía.

No podía ser que Clara hubiera caído en las garras de ese “gigolo” barato. No era su prototipo de mujer influenciable, Clara no disponía de una cuenta corriente abultada. A duras penas si llegaba a final de mes. Tenía que decírselo, no podía arruinar la vida de mi amiga.

La boda la pasé pendiente de cada movimiento de ese aprovechado. Vi como se arrimaba a Luis, probablemente sabiendo que era el exmarido de Clara e intentando averiguar su patrimonio.

Ya en el baile vi como Luis se separó de nosotros y salió al jardín. Enseguida, Clara salió tras de él. Yo miraba a Fer y entonces descubrí su jugada. Su intención no era engatusar a Clara, sino conquistar a Marta.

No caí hasta ese momento, pero todo el rato la seguía con la mirada y le acompañaba en cada copa que ella tomaba. Este cambió de guion tenía más sentido. No es que Marta fuera millonaria, pero gracias a su trabajo bien remunerado, había conseguido comprarse un par de pisos a un precio muy bajo para reformarlos y alquilarlos, ganando así un extra en su ya abultada nómina.

Fernando debió averiguar de alguna manera el patrimonio de Marta y estaba decidido a exprimirla.

Cuando Marta apareció con la cara desencajada diciéndome que se iba con Fer a casa, sabía que algo no iba bien. Ya os he contado que Luis no era de mi agrado, pero entre él y Fer, no había color. Intenté pararla pero no quiso escucharme.

Enseguida apareció Luis buscando a Marta para irse a casa. La buscaba desesperadamente y cuando me preguntó y le dije que se había ido a casa con Fer, la cara le cambió de preocupación a desesperación.

Rápidamente desapareció del salón y yo busqué a Clara para contarle la verdad sobre Fernando.

-          Clara, ¿qué ha pasado?

-          He besado a Luis y me ha rechazado.

-          Pues Marta se ha ido con Fer a su casa. Dime Clara, ¿de qué conocéis a Fer?

-          En la despedida de Rosa, él defendió a Marta de un baboso que trató de propasarse.

-          ¿Te acuerdas de aquél chico con el que salí hace un año?

-          ¿Ese hombre del que no me quisiste enseñar ni una foto por si intentaba robártelo?

-          El mismo. Ese hombre era Fer. Lo que no sabes es porque lo dejé.

-          ¿Cuál fue el motivo?

-          Te llevo a casa y te lo cuento por el camino.

Al final, Paula también se vino con nosotras. Durante el camino a sus casas les expliqué quien era Fer y su negocio con las mujeres. Clara alucinaba. Ella también me explicó porque Luis dio por finiquitada la relación entre ellos. Desconocía que Clara le hubiera puesto los cuernos a Luis varias veces y ahora comprendía porque hizo lo que hizo con ella. La historia se volvía a repetir para Luis si mis sospechas eran ciertas, y entendía que ese hombre estuviera preocupado. Clara me contó también que Fer estuvo, desde que le conocieron, interesado en Marta, pero que desde que le invitó a la boda, estaba muy pesado en saber cosas sobre ella. Quería saber donde vivía, en que trabajaba, que coche llevaba y cosas por el estilo. Estaba claro que Fer investigó a Marta desde que supo que tendría posibilidades de volver a verla.

Tenía que parar todo esto. Tenía que hacer algo para impedir que ese hombre desollara a mi amiga. Dejé a las chicas en sus casas y me dirigí a casa de Luis.

Llegué al portal y llamé a su casa. Nadie contestó pero el portal estaba abierto y decidí subir para volver a llamar a su puerta. Llamé una, dos y mil veces pero Luis no estaba. Cuando estaba a punto de darme por vencida, oí a alguien subir por las escaleras.

Era Luis.

Esperé a que llegara a su piso y le abordé.

-          Hola Luis. Te estaba esperando.

CAPÍTULO 9- LUIS

Sofía estaba plantada frente a mí. Me estaba esperando. No tenía muchas ganas de hablar, y menos con una mujer que no me tragaba.

Imaginaba que me soltaría el típico discurso sobre la fidelidad y el compromiso mío hacia Marta o …¡yo que se que querría!.

-          Sofía de verdad te lo digo, no es un buen momento. Estoy muy disgustado por cosas que me han pasado hoy.

-          ¿Por el beso a Clara? No te preocupes por eso. Déjame entrar y hablemos, por favor.

¿Qué podía hacer?. O, mejor dicho, ¿qué fuerzas tenía para impedir que entrara?. Realmente me vendría bien estar ocupado y no pensar en nada. Mañana iría a hablar con Marta e intentaría arreglar las cosas, y quizás Sofía me diera alguna idea para encauzar la conversación con Marta.

Abrí la puerta y le indiqué con la mano que entrara primero. La conduje al salón y le pregunté si quería tomar algo. Dos poleos con menta preparé para asentar el estómago después de tanta copa.

-          Pues tu dirás Sofía.

-          ¿Has ido a casa de Marta?

-          Si, vengo de allí.

-          ¿Has hablado con ella?

-          No. No me he atrevido a llamar a su casa. No sabía que decir.

-          Has hecho lo correcto Luis. Podrías haber encontrado algo que no te mereces.

-          ¿El qué?

-          A Marta y a Fer, juntos.

-          Y, ¿cómo lo sabes?

-          No lo sé, pero lo supongo. Yo estuve un par de meses saliendo con Fer y me bastó ese periodo tan corto de tiempo para descubrir la alimaña que era ese hombre. Es una especie de gigoló que se aprovecha de las mujeres y les saca dinero y regalos a cambio de sexo. No se que es lo que sabe de Marta, pero estoy segura que intentará sacarle todo el dinero que pueda.

-          No puede ser, parece un hombre muy amable.

-          De eso se trata Luis, de aparentar lo que no es. Se que Marta te quiere a ti, la conozco. Te lo ha demostrado durante este tiempo. Yo pensaba que estabais liados y por eso dejaste a Clara, pero hoy me ha contado ella cual fue el motivo real por el que la dejaste. Marta estuvo a tu lado en los peores momentos de tu vida y, dudo mucho que, ahora no quiera recoger lo sembrado.

-          Y, ¿qué pretendes que hagamos?

-          Mañana ve y habla con ella. Explícale lo que sientes, porque tú la quieres, ¿no?

-          Hoy más que nunca.

-          Entonces hay que solucionar esto. Descansa, y mañana cuando hables con Marta me llamas. Quiero saber como termina esto.

CAPÍTULO 10- SOFÍA

Me despedí de Luis preocupada por mi amiga. Luis era un buen hombre, me lo había demostrado esta noche y, tras lo que había descubierto sobre él y Clara, comprobé que estaba equivocada en la manera de juzgarlo.

A la mañana siguiente me despertó el sonido de mi teléfono. Era Clara.

-          Dime Clara.

-          Hola Sofía. Me ha llamado Luis, dice que no tiene tu número.

-          ¡Es verdad! Quedamos en que me llamaría pero no le di mi número de teléfono. ¿Qué te ha dicho?

-          Nada bueno. Ha ido a casa de Marta y, por lo visto, ha pasado la noche con Fer. Ella dice que no han hecho nada pero le ha pedido a Luis que la deje tranquila. Que ya no quiere continuar con él.

-          ¡Mierda! Está bien. Llámale y veniros cuanto antes a mi casa, hay que trazar un plan para que ese desgraciado no desplume a Marta.

Una hora más tarde, Clara y Luis llamaban a mi puerta. Les hice pasar y preparé café y unas pastas para tomar mientras hablábamos. Cuando estuvo todo listo, abordé el tema.

-          Vamos a ver, esto hay que atajarlo antes de que sea demasiado tarde. He tenido una idea, tenéis que darle celos a Marta.

-          No creo que eso funcione- dijo Luis- lo mejor sería decirle quien es Fer.

-          ¡Si claro!- dije yo- ¿se lo dices tú, o prefieres que sea tu ex, la que le ha robado dos hombres según ella? O yo, la única amiga que ha estado del lado de Clara en todo este entuerto. No Luis, eso no funcionaría, conozco a Marta y se que nos mandaría a la mierda a las primeras de cambio. La cosa está en que Marta se dé cuenta de lo que siente por ti cuando te vea con Clara otra vez y, entonces, hacerle ver que tú la amas a ella.

-          ¡Esa es una idea malísima!- dijo Luis- no participaré en esta pantomima, prefiero recuperar a Marta de otro modo, no con engaños.

Luis se fue enfadado y no lo volví a ver hasta dos semanas antes del puente. Estaba desesperado porque no conseguía hablar con Marta y me pidió ayuda. Le hablé de mi plan inicial, pero mejorado, y él aceptó de mala gana. No tenía más opción que esa.

Mi plan, ahora, consistía en ir todos juntos de viaje en el puente, y hacer como que Luis estaba con Clara. Marta, al verlos, debía enloquecer de celos y renunciar a Fer para ganarse a Luis.

No me costó mucho convencer a las chicas para irnos juntas. Con ayuda de Clara logré que Marta picara el anzuelo, en ella pude ver un atisbo de celos al enterarse que Luis acompañaría a nuestra amiga.

Como imaginé, Marta quiso contraatacar a Clara y a Luis llevando al viaje a Fer. Al encontrarnos en la gasolinera pude apreciar la sangre fría de ese hombre. Hablaba al oído de Marta como si fuera su conciencia, manejándola a su antojo. Por lo visto no tenía miedo a ser descubierto por mí. Me miraba con aires de superioridad y sabedor de que estaba ganando en su juego.

Cuando llegamos al camping y guardamos la compra, les convencí para jugarnos las habitaciones a suertes. Lo que sólo yo sabía era que la suerte hay que buscarla. Amañé el sorteo para que Luis y Marta estuvieran en la misma casa.

Mientras yo disfrutaba de mi plan maestro, el resto de implicados parecía no disfrutar con el “azar”. Clara sacó cara por todos y propuso dormir chicas en una casa y chicos en otra. Todos aceptaron pero yo no entendía como Clara, con la que tenía un pacto, rompía mi estrategia.

Tenía que hacer algo y volví a hacer trampa en el sorteo de la preparación de la comida. Ahora no tenían escapatoria. Estarían juntos para poder hablar si así lo querían, mientras yo entretenía a Pablo.

Y así sucedió. Luis, por mediación mía, salió al porche de la casa, donde estaba Marta, para hablar con ella. Estuvieron un rato hablando y Luis entró con mala cara.

-          ¿Cómo ha ido Luis?

-          Mal. No quiere hablar conmigo. Esto ha sido un error. No debería haber venido, os voy a cortar la diversión a todos.

-          ¡No digas chorradas!. De aquí sales tú del brazo de Marta, ya verás.

Realmente me daba pena Luis. No había tenido suerte con Clara y ahora Marta le daba la espalda por culpa del maldito Fernando.

Por la tarde dimos un paseo y, mientras los chicos nos miraban los culos, nosotras nos dedicábamos a parlotear del pasado. En varias ocasiones intenté retrasarme del grupo junto con Marta para pedirle que escuchara a Luis, que se alejara de Fer o yo que sé lo que le hubiera pedido, pero no me dio opción. Parecía no querer saber nada de nadie. Estaba en su mundo y no se le podía molestar.

Al volver del paseo, Luis iba hablando con Clara. Discutían sobre algún tema. Llegamos a las cabañas y se metieron dentro de una de las habitaciones. Yo le mandé un mensaje a Clara.

“¿Qué pasa Clara?”

“Luis se quiere ir a casa”

“No puede ser, se arruinará mi plan”

“Y, ¿qué quieres que te diga, Sofí?”

El grupo empezó a criticar a la pareja, alegando un encuentro sexual. Yo los defendí como pude hasta que surgió el tema de la apuesta. Todos nos dirigimos a la puerta de la habitación y yo llamé tímidamente para advertirlos. Abrí la puerta y vi a Luis llorando y a Clara arrodillada frente a él. La imagen de Luis me partió el alma. Ese hombre estaba roto de dolor y el estar allí, con su amor platónico, hacia que su herida no dejara de sangrar.

Noté un empujón y Marta abrió la puerta de forma violenta. Se quedó petrificada al ver la escena. No era lo que ella había imaginado, sino todo lo contrario. Luis se levantó rápidamente y se fue al baño. El resto del grupo salió al ver que allí no había nada que poder chismorrear. Yo me quedé junto a Clara hasta que Luis apareció con los ojos rojos.

-          ¿Qué pasa Luis?- dije yo

-          Me quiero ir, no pinto nada. No estoy a gusto.

-          No puedes irte ahora. Mi plan esta funcionando. Marta estaba muerta de celos. No sabes la rabia que le ha dado al veros entrar.

-          Este plan es estúpido, Sofía. ¿Crees que Marta vendrá a mis brazos por ver como me divierto con Clara? No tiene ni pies ni cabeza.

-          ¡Que sí! Confía en mi. Tengo otro plan. Si este no funciona, te vas cuando quieras.

-          Vale, ¿en qué consiste?

-          Jugaremos a la botella esta noche, y Clara y tú os besareis. Después haré que Fer bese a Marta. Y la jugada maestra será que luego te bese a ti.

-          ¡Dios Marta! Que planes mas disparatados.

-          Funcionará, Luis. Funcionará.

Pero no funcionó.

Marta, desbocada por el alcohol y la ira, besó a Fer como si le fuera la vida en ello. Todos nos quedamos asombrados al ver como nuestra amiga se desinhibía de una manera casi surrealista. Fer aprovechó el espectáculo para arrastrar a Marta por el pasillo de la casa mientras el resto del grupo no dejábamos de observar sus movimientos sin poder hacer ni decir nada.

La puerta del cuarto se cerró y, sólo entonces, volvimos a la realidad. Marta estaba a punto de dejarse embaucar por Fer. Estaba a punto de tirar su vida al retrete. Y nadie podría evitarlo.

Desde el cuarto empezaron a oírse los ruidos propios de una pareja copulando. Todos nos miramos a la cara, avergonzados. Los primeros en levantarse y salir de la casa fueron Rosa y Pablo, seguidos por Paula y por mí.

Clara se levantó y se dirigió a Luis tocándole el hombro.

-          Vamos Luis. Será mejor que pasemos la noche en la otra casa.

-          Ya voy. No tardo.

-          No te hagas más daño Luis. Descansa y mañana hablaremos con Marta. Seguro que es fruto del alcohol.

Clara salió con nosotras y Luis se quedó allí sentado, oyendo los gemidos de Marta y sufriendo, como un masoquista ama el dolor.

A la mañana siguiente me desperté temprano. Serían las 10 de la mañana y oí a alguien trastear en la cocina. Era Marta preparándose un café. Cuando salió al porche, me levanté y salí para hablar con ella.

El sol ya brillaba fuertemente y una brisa salada golpeaba en mi cara. Marta miraba el horizonte, un barco atravesaba la línea de lado a lado. Me situé al lado de Marta y hablé.

-          Buenos días Marta, ¿cómo has dormido?

-          Buenos días. Pues no he pegado ojo. Lo he estropeado todo.

Sorprendentemente, Marta comenzó a llorar.

-          ¿Por qué lo hiciste entonces?

-          No lo sé. Estoy bien con Fer, pero no quería hacerle daño a Luis. Lo de esta noche ha sido cruel.

-          Todo se solucionará. Cuando se despierte Luis lo hablamos.

En ese momento salió Clara de la casa y vino hacia nosotras con paso ligero.

-          Chicas, Luis se ha ido.

-          ¡¿Cómo?!- dijimos Marta y yo.

-          Me ha mandado un mensaje. Dice que volvía a casa en tren. Me ha dejado las llaves de su coche para que podamos volver.

-          Hay que ir a la estación- dijo Marta

-          ¡No!- le paré yo- Déjale que descanse. Todo esto ha sido muy duro para él. Ya lo hablaremos al volver. Trataremos de pasar lo que nos queda lo mejor posible por el resto del grupo.

CONTINUARÁ...