Crisis de los 40- 2°Parte (6)
Fin de semana con ¿amigos?
CAPÍTULO 7- MARTA
Después de los saludos de rigor, algo fríos en el caso de Clara y mío, y nulos en el de Luis y mío, montamos en los coches y nos dirigimos hacia el camping.
Al llegar allí, nos registramos y fuimos a las casetas que nos habían asignado.
Eran cabañas para 4 personas cada una. Tenían un porche con una mesa y sillas de plástico. Al entrar en la casa te encontrabas con una cocina office (comedor y cocina, todo unido). En el pequeño comedor había un sofá cama plegado, donde podían dormir dos personas más si lo abrías. Si entrabas por un micro pasillo te encontrabas con 2 habitaciones, una con cama de matrimonio y la otra con 2 camas individuales casi pegadas. Al principio del pasillito había un baño minúsculo donde todo (ducha, retrete y lavabo) estaba estratégicamente colocado cual Tetris. La cocina disponía de platos, vasos, cubertería, sartenes y cacerolas. La casita, sobre ser muy pequeña, era completísima y no necesitaríamos nada más que lo que allí teníamos.
Repartimos la comida entre las dos casas y, una vez terminado el reparto de los enseres, nos dispusimos a repartirnos las personas. Un trago amargo por el que tendríamos que pasar.
En mi mente estaba la posibilidad, cuasi segura, de que Clara durmiera con Luis.
- Bueno, ¿cómo nos vamos a repartir en las cabañas?- dijo Sofía con tono burlón.- ¿Os parece bien echarlo a suertes?.
- No es mala idea, pero cada cual con su pareja, a ver si me va a tocar con los tres chicos.- dijo Rosa.
- Por mi perfecto.- dijo Clara- yo con Luis, Rosa con Pablo, Marta con Fer y Sofía con Paula. Esas serán las parejas. ¿Estáis de acuerdo?.
La idea de que Clara se postulara abiertamente como la pareja de Luis me hervía la sangre. Miré a Luis para ver su reacción y no hacía ningún gesto aprobativo ni de desagrado. La neutralidad de Luis era otro factor que me enfurecía. ¿Tan ciego estaba que no veía como esa bruja le volvía a hechizar?. No podía creer que se dejara llevar por la mujer que le traicionó vilmente.
Tenía que demostrar que ya no me importaba nada de lo que Luis pudiera hacer, aunque fuera un truco mal llevado.
- Por mí perfecto. Si no es con Fer, no duermo con nadie más.
- ¡Estupendo entonces! Voy a preparar cuatro papeles para sortear las cabañas.
Sofía rebuscó en su bolso una libreta y un bolígrafo. Arrancó una hoja y la dividió en cuatro partes. En cada parte anotó el nombre de cada pareja y plegó 2 veces cada papel. Los depositó dentro de la gorra de Pablo y procedió a hacer el sorteo.
- A ver, vamos a proceder a efectuar el sorteo de dos maravillosas cabañas en el camping Campero, en primera línea de playa y con todas las comodidades de una casa moderna.
Todos reían la forma de presentar el sorteo de Sofía, como si fuera un programa de televisión. Todos menos Luis y yo. Ahí si que noté que la situación empezaba a incomodarle.
Sofía prosiguió con el sorteo.
- La primera pareja que saqué de la gorra, ira a la cabaña número 5, la segunda a la número 6, la tercera a la 5 y la cuarta a la 6, las primeras parejas de cada cabaña tendrán la cama de matrimonio y las segundas se conformaran con las 2 camas individuales. A no ser que los ocupantes de la cabaña decida cambiar la habitación, ¿entendido?.
Todos afirmamos y estuvimos de acuerdo con las reglas del sorteo. Sofía metió la mano en la gorra y desplegó el primer papel.
- Y en la cama de matrimonio de la cabaña número 5 se alojarán……. Sofía, o sea yo, y Pauli.
Todos aplaudimos y sonreímos. Sofía volvió a introducir la mano para sacar otro papel.
- La pareja que disfrutará de la comodidad de la cama de matrimonio de la cabaña número 6 es……. Marta y Fer.
Esta vez los aplausos fueron más tímidos. Solo Paula, Sofía y Clara aplaudieron. El resto nos mantuvimos en silencio, sobre todo Luis, cuya cara era un poema.
Por tercera vez, Sofía metió la mano en la gorra.
- La pareja que tendrá el honor de compartir cabaña con las chicas mas sexys de todo el camping en la cabaña número 5 es…… Rosa y Pablo. Con lo cual, Clara y Luis compartirán cabaña con Marta y Fer.
Pero, ¿cómo era posible que tuviera tan mala suerte?. No sólo tenía que convivir durante un fin de semana largo con Clara y Luis, sino que además teníamos que compartir cabaña. La idea de poder oír como lo hacían por la noche me revolvía las tripas, saber que en la habitación contigua se encontraba mi ex pareja junto a su ex mujer me causaba nauseas.
Y Luis no hacía mejor cara que yo. Su piel se tornó como la leche y le susurraba algo al oído a Clara que esta recibía asintiendo con la cabeza.
Clara carraspeó un par de veces y nos dijo.
- ¿Y porqué no nos ponemos las chicas juntas y los chicos en la otra? Así podremos hacer noche de chicas.
¡Era una gran idea!
No sólo evitaría estar en la misma cabaña con Luis y Clara de pareja, sino que también evitaba estar en la misma habitación que Fer. Todavía no estaba segura de pasar a mayores con él, y menos cuando en la habitación de enfrente estaba mi ex novio.
El único inconveniente sería tener que compartir cabaña con Clara, pero merecía la pena el cambio.
Desconocía la estrategia de Clara para solicitar ese cambio. No sabía si lo que Luis le había dicho al oído había tenido algo que ver para que ella solicitara el cambio de compañero pero, por extraño que pareciera, esa demanda me pareció estupenda así que accedí a su petición.
- A mi me parece bien. Así nos contamos chismorreos. Si los demás estáis de acuerdo, claro.
La única que puso alguna pega fue Sofía que argumentaba que ella quería dormir en la cama de matrimonio. Le dijimos que sin problema y entonces accedió.
Los chicos no pusieron trabas al cambio. A Fer le daba igual, Pablo hacia lo que quería Rosa y a Luis parecía que el cambio le había hecho recuperar el color de cara.
Así que una vez hecho el reparto de casas y sorteado mi primer susto, nos instalamos en las cabañas y nos fuimos a dar un paseo por la playa antes de preparar algo para comer.
Durante el paseo los chicos parecían haberse acoplado. Luis y Pablo ya se conocían y entre ellos había buena sintonía. Fer se unió al dúo sin problemas. Tenía un don para integrarse con la gente. Los tres chicos caminaban detrás de nosotras y se les oía reír y gastar bromas entre ellos.
Lo de las chicas era diferente. El ambiente era cordial entre nosotras, pero la situación entre Clara y yo condicionaba las relaciones entre nosotras. Íbamos todas juntas y reíamos con las tonterías que hacían Paula y Sofía, pero habían temas que todas sabíamos que no debíamos tocar.
Paseábamos por el paseo marítimo y en esas vimos un bar con una terraza, ideal para disfrutar de una cervecita tomando el sol. Nos sentamos y pedimos a la camarera. El calorcito del medio día era reconfortante y estábamos muy a gusto. Nos tomamos un par de cervezas hablando de banalidades y contando anécdotas graciosas de nuestro día a día.
Aunque estábamos muy cómodos en esa terracita, teníamos que ir a preparar la comida y volvimos a sortear los cocineros.
Paula sacó una baraja del bolso y cada uno eligió una carta sin verla. Las 4 cartas con el número más bajo tendría que ir a cocinar para el resto que se quedarían un rato más disfrutando de la brisa marina.
Los afortunados para ir a cocinar fuimos: Sofía, Pablo, Luis y yo.
Otra vez la diosa fortuna me sonreía. Por lo menos esta vez tendría a Pablo para ayudarme a espantar a Luis.
Llegamos a la cabaña y nos pusimos a preparar la comida. No os penséis que preparamos un menú de restaurante, la comida consistía en una ensalada de lechuga y tomate, y macarrones con tomate, con lo que en 15 minutos ya lo habíamos preparado todo y estábamos esperando a que hirviera el agua para poner la pasta a cocer. Mientras esperábamos, me salí al porche de la casita para mirar un poco mi teléfono mientras me daba el sol.
Luis salió detrás de mí sin darme cuenta.
- ¿Cómo estás Marta? Hacía tiempo que no nos veíamos.
- ¿Qué quieres Luis?, ¿a qué has venido? ¿Quieres que vea lo feliz que eres con Clara?, pues ya veo que te va muy bien con tu amorcito.
Ataqué a Luis desde el principio, no quería darle la oportunidad de que se riera de mi.
- No, te equivocas, yo….
No le dejé continuar.
- Te equivocas tú, Luis. Yo he venido a pasármelo bien y no voy a permitir que tú y Clara me estropeéis el puente.
- Lo siento Marta.
Luis dio media vuelta y se metió dentro de la casa. No replicó, no intentó rebatir mis argumentos, hasta se diría que parecía sentir un poco de bochorno por la situación. No podía entender cual era su intención al venir al viaje sabiendo la situación tan extraña que provocaría. Sabía que ni él ni yo nos encontraríamos cómodos en esa situación. Sabía que serían unos días tensos y que no podríamos terminar de disfrutar. Pero yo lo iba a intentar. Iba a desprenderme de todo el rencor acumulado y a pasármelo lo mejor posible junto a mis amigas de universidad.
Desde ese momento, no prestaría más atención a Luis y a Clara. Todas mis energías las utilizaría para divertirme, y ¡vaya si lo hice!. Lo pasé en grande el resto del día.
Por la tarde, después de comer, hicimos una siesta de media horita para despojarnos el cansancio del madrugón. Cuando se despertó Pablo, que fue el primero, nos avisó al resto a ritmo de cacerolada. Conforme se despertaba el siguiente, cogía otro cacharro y empezaba a aporrearlo. Así hasta que se despertó la última, Rosa.
Aprovechamos el resto de horas de sol para dar un paseo por una montaña que estaba a 10 minutos, andando, del camping. Sentirte integrada en la naturaleza es algo que siempre me ha gustado. Ver como los pájaros pían en los árboles, como saltan las ardillas de una rama a otra, ver alguna que otra liebre…. Eso si era disfrutar.
Pero como todo en esta vida, lo bueno se acaba.
Cuando llegamos a las cabañas, Luis se metió dentro de la suya y Clara detrás de él. Estuvieron mucho rato encerrados en una habitación y los comentarios de todos los presentes no se hicieron esperar.
- Parece que estos dos no quieren perder el tiempo- dijo Paula.
- Ya te digo. Les ha faltado desnudarse antes de entrar.- se burló Rosa.
- No creo que sea eso que insinuáis.- los defendió Sofía.- Estoy hablando por mensajes con Clara así que, no creo que esté metida en faena y hablando conmigo.
- Clara es capaz de eso y de más, te lo aseguro.- dije yo muy molesta.
- Que no es eso.- dijo Sofía.
- ¡Venga! Una apuesta. Si están haciendo algo, digamos, sexual o cariñoso, tú prepararás la cena. Pero, si por el contrario, sólo están hablando, la preparamos Fer y yo.- dije yo retándola.
- ¡Trato hecho!. Que buena me va a saber la tortilla de patatas esta noche.
Entramos todos dentro de la casa donde estaban Clara y Luis como si fuéramos ladrones. Nadie quería hacer el menor ruido para no estropear la apuesta.
Sofía se adelantó a todos y se colocó en la puerta de la habitación que tenía la cama de matrimonio. Se giró hacia nosotros y realizó una cuenta con los dedos y moviendo los labios sin hablar.
Todos estábamos expectantes por saber que sucedía al otro lado de la puerta. Para el resto de amigos no era más que un juego pero para mí era mucho más. Si se confirmaba que estaban enrollándose o habían llegado a mayores, mí humillación sería máxima. Aunque ya no estuviera con Luis, aunque ahora estuviera con Fer. Ese acto en esa habitación, de estar dándose, sería un ataque directo hacia mi persona.
Al llegar a tres, Sofía toco con los nudillos en la puerta y, dos segundos después abrió lentamente. La tensión se podía tocar en ese momento. Sofía permanecía callada mirando hacia dentro de la habitación. Desde mi posición pude escuchar una especie de gemidos muy delicados, casi como un susurro.
No pude soportarlo más, mi impaciencia y mi cabreo hicieron que me acercara a Sofía y que de un empujón abriera la puerta de par en par.
La pareja se sorprendió al oír el golpe de la puerta contra la pared, y miraron hacia la entrada.
Desde mi posición pude ver a Clara arrodillada en el suelo con las manos en las rodillas de Luis, y Luis sentado en el borde de la cama. ¡Llorando!
No era un llanto desconsolado, era un lloro casi imperceptible. Sus ojos estaban rojos y la nariz le moqueaba fruto de las lágrimas.
Luis se levantó de golpe al ver que habíamos entrado y se fue al baño pidiéndonos disculpas.
Me quede paralizada. Lo que en un principio pensaba que iba a descubrir, una escena sexual, resultó ser todo lo contrario. La gente empezó a salir del pequeño pasillo, entre risas, y yo me quedé helada.
¿Qué sería lo que le había causado ese estado a Luis? ¿Acaso mis duras palabras del mediodía le habían provocado ese llanto?
Cuando pude reaccionar salí de la casa y me uní al grupo. Pablo estaba hablando con Fer cuando llegué.
- Lo que te digo Fer, a mí me gusta sin cebolla. Y, voy a ser bueno, el allioli (esa es la palabra correcta ya que proviene de los dos ingredientes que lo conforman en lengua valenciana, ajo y aceite. Por favor no le llaméis alioli porque, aunque creo que está admitida, no es correcta) lo hago yo que me sale delicioso.
Todos reían con las bromas que se contaban después de lo que para ellos había sido una anécdota más.
Comenzamos a pelar patatas entre todos y en ese momento aparecieron Clara, Sofía y Luis. Habían pasado 15 minutos desde el incidente, y a Luis se le notaba recuperado y más relajado.
- Disculpad chicos, un mal día. No me lo tengáis en cuenta.
- ¡Que dices hombre! – saltó Fer- un hombre tiene derecho a llorar también. Toma una birra y disfruta a partir de ahora.
La tensión se disipó rápido y, entre las cervezas preparando la cena, el vino cenando y las copas de después, cuando recogimos la mesa, la cuadrilla llevaba una considerable borrachera.
Empezamos una partida de cartas, pero pronto dejamos de jugar porque Sofía propuso un juego de adolescentes tan inocente como letal, la botella.
Imagino que sabréis en que consiste, se hace un círculo entre los participantes y se gira una botella en el centro. Las personas que estén en los dos extremos de esta se tienen que besar.
Todos aceptamos el juego en cierta forma cegados por el alcohol. Sofía giró la botella y le tocó besarse a Luis y a Pablo. Estos se negaron a besarse y, tras una etílica discusión, acordamos que si no besabas tenías que beber una copa de golpe.
Ellos bebieron, como muchos otros. En las primeras 15 rondas no se vio ni un beso, solamente se veían vasos vaciados de un trago.
Llegó un momento en el que les tocó besarse a Fer y a Paula. En esta ocasión, y llevados por el alcohol, decidieron no beber. Se besaron con aparente efusividad ficticia durante 5 segundos, que fueron los que se estipularon antes de empezar.
La siguiente jugada emparejó a Rosa con Sofía y decidieron besarse también.
El juego empezaba a desmadrarse, y la gente cada vez tenía menos miedo. La siguiente jugada emparejó a Clara con Luis.
Luis quería beber pero Clara no le dejó y lo agarró de la cabeza hasta que se dieron un beso. Veía como sus labios estaban abiertos y como Clara metía la lengua dentro de la boca de Luis. Ese beso me hizo acordarme del beso que presencié el día de la boda. Y, no se si fueron celos o rabia, pero un calor repentino me inundó por completo.
El beso terminó cuando quiso Clara. Me miró con cara de póker y, después de los vítores de los demás amigos, continuamos tirando.
Las rondas de besos continuaban. Ya sólo bebíamos por gusto, no por castigo. Clara estaba muy mimosa con Luis desde el beso, y sus muestras de cariño hacia él eran constantes. Sin querer empecé a ponerme muy furiosa y estaba pensando dejar de jugar cuando la botella se paró entre Fer y yo.
- Ahora vais a saber lo que es un beso.
Y acto seguido, cegada por los celos, me levanté e hice levantarse a Fer. Me cogí a su cuello y nos dimos un beso de película. Las lenguas bailaban y los labios no estaban quietos. Estuvimos un buen rato besándonos y yo me dejé llevar.
No se como sucedió, pero cuando me di cuenta, Fer me había llevado a la habitación de las dos camas. Cerró la puerta y me quitó la camiseta. Desabrochó el cierre del sujetador y mis dos tetas quedaron descubiertas ante él.
- ¡No sabes las ganas que tenía de hacer esto!
Se agachó para chupar un pezón y, mientras yo gemía tímidamente y le cogía del pelo, Fer empezó a quitarme los pantalones.
En un momento estábamos los dos desnudos y listos para la acción. Fer me tumbó en la cama y colocó su cabeza entre mis piernas. Su lengua empezó a serpentear por mis muslos internos hasta llegar a mis labios vaginales.
Con delicadeza y mucho oficio, comenzó a dar lametazos en mi clítoris mientras introducía un dedo dentro de mi sexo.
Me encontraba muy excitada y necesitaba desahogarme para liberar tensión.
- ¡Haz que me corra! Por favor.
No hacía ni tres minutos que Fer había empezado el cunnilingus y yo ya alcancé mi primer orgasmo. Me vi obligada a contener mis gemidos para no dar el espectáculo. Fue una maravilla.
Acto seguido Fer se subió en la cama y, con su pene a punto de reventar, empezó a penetrarme. Lo hacía lentamente, como queriendo que notara lo cachondo que estaba. Cuando la tuvo toda dentro, empezó un vaivén que me llevó de nuevo al clímax. Dos veces en apenas 10 minutos. Este hombre era un experto en dar placer.
Continuó con las embestidas hasta que, tras haberme corrido una vez más, me pidió que me pusiera en la postura del perrito. Lo hice inmediatamente presa del deseo. Fer se ensalivó la mano y metió un dedo en mi ano. Esa práctica era novedosa para mí y no estaba preparada para realizarla en ese momento. Se necesita paciencia y tiempo para desvirgar un culo.
- No Fer, soy virgen por ahí.
- Esta bien. Pero prométeme que lo intentaremos otro día.
- Seguro que sí, pero hoy no, por favor.
Fer accedió a mi sugerencia y embocó su polla hacia mi coño. La metió muy fuerte y empezó un mete saca frenético que culminó con su corrida unos minutos más tarde. Nos tumbamos en las camas y descansamos hasta que nuestras respiraciones se calmaron.
Había pasado más de una hora entre el polvo y el descanso. No se oía a nadie en la casa y, por la hora que era, imaginé que estarían durmiendo.
Me vestí y salí de la habitación para asearme en el baño. Me limpie bien toda la zona y después salí del baño y fui a la cocina a beber agua.
En el comedor estaban durmiendo Sofía y Paula y fuera, en el porche, estaba Luis mirando hacia el mar.
En ese momento me di cuenta de lo que acabábamos de hacer Fer y yo. No era nada malo el hecho en si, lo malo era el modo de hacerlo. Todo lo que yo había censurado de Luis y Clara por la tarde, lo acababa de hacer con Fer.
En ese momento y por primera vez en esos meses, sentí algo de lástima por Luis. Parecía derrotado, sin ganas de nada más que de mirar hacia el horizonte, pero en paz. Estaba tranquilo, sin una pizca de ira.
No se como pero mi cuerpo caminó, casi por inercia, hasta él. Me coloqué a su lado y le puse mi mano en su hombro.