Crimen casi perfecto
La víctima: mi propio hermano menor.
MICRORELATOS (10)
CRIMEN CASI PERFECTO.
Todo lo había ideado en forma meticulosa y por más que repasé el plan hasta el hartazgo, debo reconocer sin embargo que se me escapó un pequeño detalle.
Quién hubiera pensado?
Tenía todo muy claro en la mente: el preciso momento, el lugar adecuado, el arma a utilizar y hasta la coartada perfecta para que nadie sospechara de mí. No dejé absolutamente nada librado al azar y aún así, no pude prever ese pequeño detalle que fue mi perdición.
El plan era sencillo. Tan fácil que cualquier estúpido lo podría haber ejecutado sin ningún inconveniente y hubiera salido totalmente indemne de cualquier sospecha.
La víctima: mi propio hermano menor.
El móvil: un odio que se acrecentó hasta grados insostenibles, producto de una envidia que me nubló la razón tras haberme endurecido el corazón.
El crimen: el asesinato.
Es increíble cómo actúa la mente humana!
Cuando te sientes desplazado por tu hermano en la predilección de los demás, sueles hasta pensar en soluciones tan drásticas como éstas; y una vez que lo decides, no hay forma de volver marcha atrás.
Ya tenía todos los naipes jugados sobre la mesa y decidí que ése era el día adecuado.
Había planeado la salida en esa mañana soleada. Todo iría a transcurrir como tantas otras jornadas anteriores, pero en esa oportunidad un final trágico sería el broche de oro para ese paseo.
"Vamos al campo, hermano?"
Tenía la certeza que no se iba a resistir a semejante invitación.
Nadie nos vio salir juntos, ni tampoco vimos a persona alguna en el camino. Una vez que llegamos al lugar indicado y apenas me aseguré de que no hubieran testigos en los alrededores, decidí que ése era el momento oportuno para ejecutar mi plan. No pude resistirme a dudar tan sólo un instante, tan sólo porque él confiaba en mí... pero ya tenía mi decisión tomada y nada me haría cambiar de opinión... así que apenas se distrajo unos segundos, lo ultimé por la espalda como un cobarde.
Había matado a mi hermano a sangre fría, y por más que no dejé ninguna huella y me deshice del arma homicida al igual que del cadáver, comencé a sospechar que tal vez, y sólo tal vez, había dejado un pequeño cabo suelto sin atar en mi plan perfecto, aunque aún no podía imaginarme cuál sería.
Puedo asegurar que la envidia inmensa que había estado inundando todo mi ser, que me corroía por dentro y que me llevó a cometer semejante acto, impedía que me sintiera culpable, por lo que no tenía ningún remordimiento en absoluto y, por supuesto, tampoco era eso lo que me incomodaba.
Sin embargo, estaba seguro que todo mi esfuerzo por parecer inocente, había sido totalmente en vano.
Finalmente tuve la real certeza de que mi plan había fracasado en forma completa, apenas la voz punzante, poderosa y autoritaria, me taladró el cerebro:
"CAÍN, DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?"
FIN DE ESTE RELATO VERÍDICO.
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