Criadita - el patrón se le encama (4)
- puedes explicarme lo que sea, yo las he vivido de todos colores y nada me sorprenderá.
|Comedor del personal doméstico de casa de los señores Astorga, 15:00|
Angula come junto al resto de sus compañeros pero parece aún no verse con fuerzas para decirles tanto a sus compañeros como a madame Coleta que supuéstamente abandonará la hacienda y volverá con su familia en breve. Llegó, después de tener un especial conocimiento con el señor Policarpo, veterinario de la villa, a una hora correcta a la hacienda. No desgastó pues tiempo innecesario en su viaje hacia la villa o como mínimo los breves morreos que se dio con el señor Policarpo no llegaron a ocupar un tiempo que pareceríale a madame Coleta sospechoso de investigación. Pero lo que lleva escondido en el corazón la muchacha sí le parece preciso de aclarar. Y más si esto trata acerca de una decisión en la que se enfrentan los deseos de sus padres; que trabajara en el servicio doméstico de la hacienda de los Astorga. O sus verdaderos y los que cree más sensatos deseos; aprender la ciencia de la veterinaria y dedicar su ansiosa cabecita a investir una que será admirada veterinaria, quizá la única con faldas y pololo de la región.
La decisión parece facilísima de tomar, hasta un niño de 5 años decidiríala en menos de 5 segundos. Pero para una muchacha cercana a las dos decenas de años es siempre más difícil. Pues esta muchacha piensa muchas más cosas que el niño de 5 años, hablamos en este caso de Angula; una muchacha que piensa lo que quizá piensan dos o tres docenas de niños de 5 años.
-Hey, te veo muy callada.
Una desconocida voz junto a un codo que impacta contra sus costillas rapta a Angula de sus marginales navegares neuronales. Es Jenara, una de sus nuevas compañeras de trabajo en la que ya se había fijado. Pero asaltándola de forma repentina su voz mientras se siente tan confusa Angula, le parece una voz que no ha oído en la vida.
-Angula: ey hola.
-Jenara: ¿qué te pasa? se te ve embobada como si no supieses hablar. ¿Eres tímida o tonta? Ja ja ja.
-Angula: ja ja ja.
-Jenara: no te lo tomes mal, ya sé que no eres tonta porque alguna vez te he oído hablar con madame Coleta o alguien otro y pareces una poetisa. Las he conocido tontas, pero no te preocupes porque no hubiérales hecho a ninguna la broma que te hice.
La compañera que le ha hecho la broma es Jenara, una entre muchacha y mujer un poco más grande que ella pero que vese en su cara que de ella puede aprender muchas cosas que tal aprendió sin ayuda alguna.
-Coleta: tranquila, ya te creo, pero la verdad es que un poco tonta sí que soy. Almenos estos días porque llevo muchas cosas en la cabeza y no llego a aclararme cosas que un día hubiéranme parecido de sentido común.
-Jenara: no te angusties, eres muy joven y todas tenéis la cabeza llena de murciélagos. Verás como un día huyen sin dejar rastro.
-Angula: no lo veo tan fácil, si yo te contara....
-Jenara: ey.. pues.
Dice la llamada Jenara acercándose al rostro de Angula para inspirarle confianza.
-Jenara: puedes explicarme lo que sea, yo las he vivido de todos colores, nada me sorprenderá.
Angula mira un poco asustada la que cerca de ella se ha vuelto más grande cara de Jenara pero el propósito de esta parece tener éxito.
-Angula: uhmm... es que no sé..
-Jenara: claro querida, puedes explicarme lo que sea. Yo llevo ya unos cuantos años trabajando aquí y sé muchas cosas que tú por supuesto ignoras, puedo ayudarte o aclararte alguna cosa que no entiendas.
-Angula: mm, bueno pero, es que aquí me da corte ¿podemos hablar en algún sitio?
-Jenara: sí, supongo que como ya sabes el reglamento de la hacienda nos permite hacer dos salidas semanales de 4 horas máximo. Podemos esta tarde irnos a pasear por el valle y ahí encontraremos algo.
-Angula: vale, es verdad, ya lo sé. Le pediré a madame Coleta que nos dé la tarde libre.
-Jenara: tú pide por ti, que yo pediré por mi.
-Angula: de acuerdo, así será.
-Jenara: pues nos encontramos a las 4 en el huerto sur. De allí tomamos el camino y nos iremos a un sitio tranquilísimo.
-Angula: de ac...
Las dos jóvenes hablan alguna que otra trivialidad, en la comunitaria mesa que no permite de mucho más sin bajar la voz. Y en acabado cada una se retira a un sitio diferente, la mayoría a retomar sus tareas. Pero la primera en solicitar el permiso es Jenara. Esta le pide a madame Coleta lo que le ofrece el reglamento y sin mucho papeleo madame Coleta le dice que tiene la tarde libre. Angula se espera un poco a pedirle, dudando si es aconsejable después de la advertente frase que le dijo Jenara; "tú pide por ti, que yo pediré por mi" Pero en diez precavidos minutos le pide a madame lo mismo que le pidió Jenara pero sin que lo parezca. Otros 5 minutos le son necesarios para recoger algo que pudiera serle necesario en la salida e ipso facto se encuentra con Jenara en la cara sur de la hacienda.
-Jenara: vamos.
Las dos muchachas se encaminan hacia su tarde sin temor alguno, pues aún siendo bellas los caballos o jabalíes que abundan por la campiña no suelen agredir sexualmente a las mujeres, por muy jóvenes u hermosas que sean. Cuando se han alejado unas pocas cuadras los discretos contares de Angula empiezan a pedir libertad. Siguen caminando hacia su destino que sólo conoce Jenara, pero Angula empieza a contar.
-Angula: anteayer fue, por la noche.
-Jenara: uhmm, ¿te encontraste con alguien esa noche?
-Angula: sí, bueno me encontré, fue él que me encontró. Se metió en mi recámara mientras yo dormía y bueno... pero no me hizo nada. O sea, bueno, algo sí, pero no me cogió.
-Jenara: ¿quien fue?
-Angula: el señor Adauco, se metió en mi cama por sorpresa y quizá me hubiera forzado. De hecho estuvo a punto de hacerlo, pero no sé cómo fueron las cosas que al final nos acabamos besando, y me gustó.
-Jenara: bien, eso está bien. El señor Adauco lo sé yo que arrastra algunos pecados con chicas del servicio pero esta vez parece que no fue pecado sangre.
-Angula: pues al principio sí, usó la fuerza y casi que me viola, pero no sé como lo hice si hablando o así, pero se calmó y platicamos un rato y al final nos besamos, pero con mi consentimiento.
-Jenara: fenomenal, muchas de otras antecesoras a ti hubieran rezado el que se te ha a ti dedicado trato, pero esta vez parece que el señor Adauco ha puesto juicio y no se ha propasado.
-Angula: nos hemos encontrado dos veces, una esta primera en mi habitación y otra en la cocina. Mientras yo fregaba los platos me sorprendió por detrás y nos besamos, y me chupó los pechos y tal, pero entonces apareció Gregorio, el encargado de las cuadras, y casi nos pilla.
-Jenara: bien, ¿y dices que te gustó?
-Angula: sí, ya te digo que el primer día, cuando se metió en mi cama, estuvo a punto de hacerse odiado por mi pa los restos. Pero los sucesos que han seguido están percatados de un agradable tono.
-Jenara: ya, pero, algo no concuerda. ¿Por qué te veía tan preocupada en el comedor? No creo que esas cosas sean para inquietarse.
-Angula: bien es que, hay algo más..
-Jenara: vale, lo suponía que hay algo más, pero ¿qué es ese algo?
-Angula: es que... ha sido hoy mismo..
-Jenara: ¿hoy has tenido un encuentro con él que no te ha sido bien parecido?
-Angula: no, con él no, es que he conocido otra persona. Esta mañana he ido a la villa, para diversos encargos.
-Jenara: ah sí, es verdad que esta mañana has ido a la villa.
-Angula: sí, y ha sido en casa del señor veterinario.
-Jenara: ¿el veterinario? pero si ese señor tiene como 70 años, como va a poder ese señor hacerte algo?
-Angula: no me ha forzado, ni lo ha intentado tan sólo. Sólo nos hemos besado.. pero es que.. eso no es lo más importante...
-Jenara: ¿lo más importante? si no te ha forzado pero sí te ha besado.. qué es más importante?
-Angula: es que me voy a vivir con él.
Jenara resta un instante impasible, dijole antes a su nueva compañera que nada le sorprendería, pero sí ha esto sorprendídola y es que nunca una compañera de trabajo ha sido invitada por el señor Policarpo a irse a vivir a la villa.
-Angula: no sé qué fue primero, si cuando nos besamos o cuando me lo dijo. Pero yo me iré a vivir con él y aprenderé su ciencia, de veterinaria. Y seré o trataré de ser un día la veterinaria de la villa.
-Jenara: uhmm, interesante de verdad, querida Angula. No contádome has la típica historieta de mobbing sexual sino que parece que puedes optar ahora de ser una vulgar empleada doméstica a ser veterinaria.
-Angula: sí, así es. Bueno, supongo, espero, es que no veo nada claro.
-Jenara: ¿cómo que no ves nada claro? pero qué bobadas dices? Sabes lo que haría yo si alguien me ofreciera de hacerme veterinaria en la villa? por muchos años que tuviera?
-Angula: si no son los años, eso tanto me da, pero es que... el señor Adauco fue el primero que me besó y... y ahora yo me iba a ir a la casa de otro, a traición, sin tan sólo decirle adiós...
-Jenara: ya...... empiezo a comprender tu preocupación...
Mientras charlaban las dos chavalas han ido haciendo ruta y han llegado a donde tenía pensado Jenara. Se trata de una vieja caseta junto a un pozo abandonado que servía de suministro a un marginal huerto del que alguien vivió hace muchos años. Jenara es la primera que con un salto se sienta en el borde del pozo, Angula hace lo mismo y cuando se ven cómodas las chicas siguen conversando esa que se está intensificando en confianza conversación.
-Jenara: tienes razón pero no tienes razón en preocuparte. Si yo fuera tú mandaba a Adauco a tomar viento, pero en este caso esta sería mi decisión. Pero si pienso un poco, y pienso como pensaría de tener ahora tus años... quizá haría lo mismo, es una bobada pero quizá, quizá pensaría lo mismo que tú y con razón, aunque no consiguiera decidirme en nada...
-Angula: es eso, lo reconozco... quiero mucho a Adauco porque fue mi primer beso, y fue muy bueno conmigo. Pero lo que me ofrece Policarpo es inmenso y me maldeciría el resto de mi vida de no aprovechar esta oportunidad.
Las dos muchachas quedan un instante calladas después de la trágica cita de Angula, esta resta impávida mirando el suelo y Jenara contempla el que tiene conocido alrededor suyo. Mira el descuidado suelo que una vez dio que beneficio agrícola anual. Mira la ruinosa caseta de pertrechos que quizá dentro de 2000 años sea catalogada como patrimonio de la humanidad, por su valor prehistórico. Y mira el flasheante techo cubierto de follaje que unas veces deja pasar la luz y otras la negra silueta de sus ramas. En esta silueta Jenara aprecia algo.
-Jenara: mira chica, ese de ahí es un pino piñonero y tiene unas gordas piñas. Podríamos tomar unas cuantas y tostarlas en casa.
-Angula: oh sí, por qué no.. vamos a subirnos.
-Jenara: venga va, yo me subo y tú me las vas recogiendo del suelo.
Con alguna que otra dificultad pero también con una experimentada técnica, Jenara se sube al pino piñonero. Tiene la mujer unas fuertes piernas que se abrazan al rudo tronco mientras sus brazos la van subiendo. Ahora con la ayuda de una rama y ahora simplemente abrazando el gordo tronco. Angula se mira a su nueva amiga un poco sorprendida pues creía que todas las mujeres ni que sea un poco mayores que ella, eran unas aburridas. Pero la situación está marcada de cierta contrariedad al estar una veintiañera recogiendo del suelo las piñas que una treintañera lanza desde el árbol. Pero aún en la ociosa recogida de piñas la mente de Angula no cesa su preocupación, y es que le dijo a Policarpo que mañana mismo dejaría la hacienda para trasladarse a su casa, y no tiene las cosas nada claras, ni tan sólo claro si irá a visitarla el señor Adauco esta noche a su recámara. Angula se mira ilusionada a su nueva amiga mientras esta le lanza piñas desde el cielo. Ilusionada porque, que le dé esta la respuesta que ignora ella.. ¿qué hacer? quedarse en la hacienda o ir a la villa a casa del veterinario? Angula va recogiendo paciéntemente las piñas y a la vez cargando valor para exigirle un consejo a Jenara por muy arriesgado que sea. Cuando esta ha lanzado las suficientes piñas para hacer dificultosa su llevada a casa, baja y entre las dos tratan de hacer un saco con la ayuda de un pañuelo. Entonces Angula dispara.
-Angula: ¿qué hago? me quedo en la hacienda o me voy a casa del señor veterinario?
-Jenara: uhmmm.
Dice Jenara mientras no cesa de ensacar.
-Jenara: dices que, quieres mucho a Adauco porque te dio el primer beso.
-Angula: sí, nunca me lo habían dado y fue muy bonito. Lo quiero mucho porque me gustó y a veces me he recreado pensando en que me está besando.
-Jenara: pero en el futuro preferirías más ser veterinaria que empleada doméstica. Ridiez, como cualquiera de nosotras ¿no?
-Angula: sí, por supuesto. Si yo fuera veterinaria... no lo haría símplemente por los lujos que ello comportaría. Sino porque sería una compleja pasión a la que entregar mis sueños de triunfo. No sería empleada doméstica sino que tendría, mis propios empleados, je je.
-Jenara: bien pues.. la respuesta me parece sencillísima.
-Angula: ¡¿sencilla? jopá, pues no sé cómo ves tan fácil algo que a mi me lleva aflijido el corazón todo el día.
-Jenara: se trata de... esta noche segúramente Adauco vendrá a tu recámara.
-Angula: sí, eso es lo que me da miedo. Porque no sabré qué decirle, si le quiero o no.
-Jenara: sí que le quieres.
-Angula: pero yo me quiero ir a la villa con el señor Policarpo, entonces Adauco se sentiría mal, si le parece que quiero estar con él y al día siguiente desaparezco.
-Jenara: ¿si desapareces? qué problema hay en eso?
-Angula: que yo quiero mucho a Angulo, pero no me gustaría enamorarlo y largarme al día siguiente, y dejarlo sólo como si no me importara.
-Jenara: je je je , querida Angula... ¿sabes lo que le importa a Adauco que una de sus empleadas se vaya de la hacienda después de gozar de ella.
-Angula: ¿gozar de ella?
-Jenara: sí, Angula, gozar de ella.
-Angula: .. ... . . ¿qué, qué quieres decir?
-Jenara: que tú puedes pasar esta noche con él, puede ser y será maravilloso, te hará el amor por primera vez. Pero mañana puedes irte, sin aviso alguno, a casa de Policarpo. ¿Tú crees que se deprimirá mucho Adauco después de haverte cogido esta noche?
-Angula: uhmm, o sea que, yo podría coger esta noche con él, y..
-Jenara: sí, y mañana irte a casa de Policarpo. Y te aseguro que Adauco estará contento. Serás una más de las empleadas domésticas que ha estrenado sólo que no te seguirá cogiendo la segunda y tercera vez. Pero la primera vez es la más importante para algunos hombres y si quieres agradecerle de alguna manera ese querer que le tienes, con una vez será suficiente.
-Angula: ostia... uy perdón, digo... no es tan mala idea. Si esta noche viene a mi cámara, lo hacemos y...
-Jenara: mañana te vas, y tan contentos. Te aseguro que Adauco sentirate agradecido etérnamente, aunque no te vuelva a ver en la vida. Y mañana te vas a casa de Policarpo y allí aprendes de la veterinaria y... de otras cosas aprenderás... estoy segura de ello.
-Angula: vale, pues eso haré, ¡Gracias Jenara!
Angula suelta el saco de piñas que sostenían entre las dos y se lanza a abrazar a su amiga. El saco no puede hacer más que abrirse por un lado y todas las piñas caen al suelo.
-bbbbrrrraaaaaaassssssss-
-Angula: gracias.. gracias... gracias.....
El disminuyente tono de las gracias que no cesa de soltar Angula revela el goce que siente por soltarlas. De verdad se siente agradecida la muchacha por havérle sido revelado algo que su juvenil estupidez no le habría permitido vislumbrar. Cuando ha terminado su agradecimiento, las muchachas vuelven a recoger las piñas y alegres como niñas regresan abrazadas a la hacienda.