Criadita - el patrón se le encama (3)

-¡ay va! vete a comprar el pan pendeja. Que vas a llegar que va a ser pan de ayer.

-Madame.Coleta: repíteme lo que te he pedido.

-Angula: tres hogazas de pan de 5 kilos cada una y este Cántaro lleno de leche, y que pase por casa del señor veterinario que me dará unas tabletas para los cochinos.

-Coleta: ¡y, ¡qué más te he dicho! ¿No te he dicho que traigas también el correo de la hacienda?

-Angula: oh sí, perdone pero una no es una hoja de papel en la que escribir puédase sin temor a olvido, sino que una es tan humana como fuéralo Eva la primera humana de la historia.

-Coleta: claro hija, claro, no me enojo. Es más, veo que eres astuta y observadora y no te será necesario más tiempo de aprendizaje que el que necesitaría cualquier jovenzuela en la primera labor de su vida.

-Angula: gracias por su comprensión madame Coleta. Agradezco las que han sido suyas tan humildes palabras pero que procedentes de usted toman el valor de las que más tengo que atender órdenes. No dude que tengo propuesto dar no lo que se me pida sino de lo que sea capaz, y el trabajo no será para mi un contratiempo sino en lo que pretendo invertir mis, que no pudieran ser invertidos en otras causas, ímpetus.

-Coleta: bueno hija, no hace falta que lo recites tan bien. Lástima que las mujeres no seamos buscadas para regentar iglesias porque estoy segura que serías muy buena Sacerdote.

-Angula: curioso que lo advierta usted porque fue de bien pequeña una de mis pasiones ser sacerdote. Pasión que sostuve hasta el día en que me hice sabedora de que a la único que podía llegar es a monja de clausura. Pero no creo que para realizarme en mis valores morales tenga que ostentar un santo ropaje sino que seré tan capaz de extender mi fe con la simple ayuda de mi plátic..

-Coleta: ¡ay va! vete a comprar el pan pendeja. Que vas a llegar que ya va a ser pan de ayer.

Ha vístose Angula un poco interrumpida en su que tanto le gusta académico discurso, pero no es la primera vez que alguien le manda a tomar viento ante sus pesadas palabras por lo que no le da más importancia y con la bolsa en una mano y un cántaro en la otra se dirije a la villa. En 30 minutos de pedregoso sendero llega al centro de la villa donde tantos encargos tiene que realizar. Lo primero que hace es adquirir la leche antes de que esta se acabe. Después y justo al lado carga con las pesadas hogazas de pan y tiéneselas que ingeniar para cargar no con una, ni con dos, sino con tres hogazas de pan de 5 kilos cada una. Resoplando de agotamiento pide clemencia al panadero de una forma bastante disimulada.

-Angula: perdóneme señor hornero, pero es que tengo que hacer un par más de recados en la villa. ¿Podría usted guardarme la carga y pasarela a recoger más tarde?

-Panadero: claro hija, cruel y malvado sería yo de no concederte este que me es gratuïto favor. Puedes dejar tus enseres aquí y tuyos volverán a ser si vuelves a recogerlos antes del mediodía, en que cerrado estará.

-Angula: oh gracias.

-tumb- -tumb-

Producen un seco e informe ruído las hogazas al tocar el suelo, y es que la escasa fuerza de Angula no ha dado para hacerlo con demasiado cuido. Sí ahora que se ha visto descargada de los 5x3 kilos puede depositar tras del mostrador de la panadería, donde le ha sido indicado, el cántaro de leche fresca.

-Angula: gracias mil señor panadero, hasta luego.

-Panadero: hasta luego pequeña.

Angula procede de otra villa cercana pero algún urbano conocimiento tenía sobre la que ahora le hospeda. Por lo que no necesita de indicación alguna como si fuera una extranjera. Recoje el correo de la estación y con un ligero puñado de cartas se encamina hacia el veterinario.

-toc- -toc-

La puerta de casa del señor veterinario de abre apareciendo un hombre de edad más bien avanzada y vestido cual ciudadano.

-Angula: bueno días señor veterinario, mi nombre es Angula y soy reciente empleada de la hacienda de la familia Astorga, situada en.. sabe usted de quien le hablo?

-Veterinario: oh sí, la hacienda de Adauco, claro que sí. ¿Vienes a recoger las tabletas?

-Angula: pues sí, este es el primer día que se me encargan los menesteres de la villa y uno de ellos ha sido este, pasar a recogerle unas tabletas que necesitan los cochinos.

-Veterinario: vale, pues adelante hija. Mi nombre, para que lo sepas de aquí en adelante, es Policarpo. Señor Policarpo te agradecería.

-Angula: claro, señor Policarpo. No se moleste usted pero con ese nombre no me atrevería a tutearle. Cosa que por supuesto no hubiera hecho ni que dijérame que se llama Paco, pues la diferencia que edad que tengo con usted me obliga, por respeto y por educación a entregarle con mi simple palabra mi devoción y obediencia.

El "señor" Policarpo se queda un instante estupefacto al oír de una vulgar criada unas que parecen extraídas de universitaria enciclopedia palabras. Pero consigue reponerse de la brutal impresión y otorga a la muchacha lo que ha sídole pedido.

-Policarpo: ven pequeña, que tengo los medicamentos ahí detrás. Seguido por la joven el señor Policarpo toma un camino a través de diversas puertas de la que sólo él conoce casa. Finalmente llegan a un elegante armario tapizado con un inmenso mapa del mundo. Separado en diversos trozos que formarían, de despegarse, el globo terráqueo.

-ñeeeeeec-

La puerta del armario chirría al ser descendida dando visión a un infinito montón de cajitas y botellines cuyo contenido y finalidad sólo será conocido por ese hombre con nombre tan serio que tiene Angula al lado.

-Policarpo: a ver si las encuentro.. creo que me quedaba una cajita..

Platica sólo el señor Policarpo mientras presuntamente algo trata de encontrar entre el miliar de cajas y botellas. Mientras el veterinario busca dentro del botiquín, Angula se recrea observando la exquisita decoración de la, como mínimo zona profesional, vivienda del señor Policarpo. Hay colgados de diversas paredes algunos cuadros que hácenla parecer una cara galería de arte, y todo el mobiliario está construído en caras y oscuras maderas. Además de incontables reflejos plateados y dorados por todos lados reveladores de que tales metales forman parte del espejo, cajita, bastón, la pluma que asoma por la levita del señor Policarpo...

-Policarpo: míralas, aquí están, las encontré.

Parécelas haber encontrado el señor veterinario, las tabletas que necesitan los cochinos de la hacienda. Alargando la mano se las entrega a Angula.

-Angula: gracias señor Policarpo. Y disculpe, pero me he fijado que dispone usted además de una magnífica decoración, unas obras pictóricas que si no me equivoco están catalogadas entre las mejores de su época. ¿O son pictografías sin valor alguno, dígame usted.

-Policarpo: ¿pictografías? eso es una foto del cuadro ¿verdad? uhmm, no, no es una foto del cuadro lo que tengo. Si permítole estar colgado de mis paredes es porque tienen la autenticidad necesaria para que nadie pueda tan sólo dudar de su autor. Una pictografía sería tan sólo algo aparente, y como mi trabajo no lo es tampoco pueden serlo mis gustos. No puedo aparentar ser veterinario cual si aparentara tener valiosos cuadros. Se morirían de la misma manera los por mi cochinos tratados como los aprecios que pudiera yo mismo otorgar a una foto de cuadro.

-Angula: uhmm, es maravilloso escucharle y es que no sólo aparenta tener conocimientos de veterinaria sino que de letras parece usted también ser. La literatura es mi más grande pasión, quizá al no tener ninguna más, condenada como estoy a los quehaceres de una hortelana hacienda. Siempre quise y aún siento el impulso de dedicar mi vida al estudio de la lengua, pero la carencia de plata existente en mi hogar familiar me lo impidió sin escapatoria y por ello me he dedicado a la femenina tradición del empleo doméstico.

-Policarpo: uhmm, pareces darlo todo por perdido muy rápidamente. Hay una popular frase que dice "querer es poder" y yo creo que si tú quisieras aún podrías realizar todas estas pasiones que tienes y llegar a ser una mujer distinguida entre muchos hombres vulgares.

-Angula: ¿créelo usted? pero cómo podría sin los suministros necesarios para dedicar mi tiempo a estudiar y no a ganar dinero para el pan de cada día? Me gusta mucho estudiar pero hay otra cosa que me gusta mucho y es estar viva, y sin pan que poner en mi plato no tendría esa sangre en las venas que me permitiera aprender cosas de los libros.

-Policarpo: uhmmm, a ver, no hables tan rápido pequeña. Déjame verte.

-Angula: ¿cómo?

Angula se queda estupefacta ante tal pueril mensaje perdido en una que ella creía sabia conversación. Observa como el veterinario da una vuelta tras otra a su alrededor y le va observando algo que no es necesario escucharle hablar para "apreciar" .. porque cree Angula que eso está haciendo el veterinario, apreciando con la vista lo que no necesita de oído para juzgar.

-Policarpo: uhmm, sí, se te ve capaz de triunfar con el uso de tu mente. Yo sería capaz de hospedarte y tú podrías dedicar tu vida al estudio de diversas cosas que yo mismo te procuraré, para quizá ser dentro de unos años mi sustituta. La que entonces se llamaría veterinaria de la villa.

-Angula: oh, sería fabuloso. Despedir mi horrenda ocupación de empleada doméstica y llegar a ser un día algo más valioso incluso que el patrón que ahora mismo me reina.

-Policarpo: pues podemos hacerlo. Sólo tienes que abandonar tu puesto en la hacienda de los Astorga y trasladarte a vivir aquí. Ah, y una cosa muy importante y es que no debes decirle a Adauco a donde vas. De primero le dices que te vuelves con tu familia, o cualquier otra cosa, pero no debes decirle que te vienes a vivir aquí. Más adelante tarde o temprano lo sabrá que eres la veterinaria, pero es cuestión de que no lo sepa de pronto porque eres muy buena chica y se enojaría de haberle sido robada tan buena empleada cual un mágico fichaje futbolero.

-Angula: de acuerdo, sabré hacerlo y no habrá problema. Mañana mismo le comunicaré mi decisión de volver con mi familia y pasado mañana como máximo llamaré a vuestra puerta para quedarme a vivir.

-Policarpo: bien, y hay otra cosa que debo decirte.

-Angula: ¿sí? dígame.

Sin mediar palabra el señor Policarpo avanza un amplio paso y tomando a la muchacha de la cintura le da un asombrante beso, asombrante no por su intensidad sino por la sorpresa que asalta a la muchacha cuando se esperaba otra de las sabias palabras del recién conocido veterinario.

-Policarpo: muac, muac, muac.

-Angula: . . . . muac . . . .

Cuando el añejo veterinario termina su sorpresa y se separa, Angula se lo mira alterada en cuerpo y alma.

-Angula: uhmm, señor Policarpo, no me esperaba esto de usted.

El señor Veterinario le pellizca un pecho a la vez que le dice.

-Policarpo: siendo esta hogaza de pan que eres, esto te lo puedes esperar de cualquiera.

-Angula: sí bueno, más o menos tengo cuidado y trato de que no sea asaltada mi honra. Pero no me lo esperaba de usted tras esta total falta de coqueteo conversación que hemos tenido. Aunque no se apene porque no me he irritado por ello y no veo por qué tuviéramos que romper esos grandes planes que tenemos acerca del desarrollo de mi vida y del servicio médico veterinario de la villa.. .

-Policarpo: vale vale, nada que me digas puede sorprenderme. Hagamos lo dicho, ten cuidado con esa que tan bien tratas honra y mañana anuncias tu despedida de la hacienda de los Astorga. Sin que nadie se haga sabedor de ello te trasladas aquí con tus humildes pertenencias y tu estudio empezará cuando te hayas acomodado suficientemente. Tardarás un tiempo pero vas a ser la veterinaria antes de lo que te piensas.

-Angula: gracias, gracias señor Policarpo. Me ha ofrecido usted un futuro diferente al tenebroso empleo doméstico femenino. Le estoy muy agradecida y verá como no se equivoca conmigo sacrificando su biblioteca para mi aprendizaje. De ahora en adelante seguiré planeando mi vida pero usando diferentes trazos. Van a ser los trazos de los pesados libros de medicina en vez de los más pesados trabajos que hubiéranseme otorgado quizá hasta el fin de mis días. Días que habría terminado quizá en un sucio lecho y con una sucia descendencia de la que quizá se me habría surtido sin el sacramento del matrimonio. De ahora en adelante y casi segura de no estar en equívoco usted pasa a ser mi patrón.

Decía esto la muchacha mientras en gesto de agradecimiento tenía tomado al señor veterinario de los hombros. El agradecimiento de Angula se extrema y a la vez que lo abraza es ahora ella que posa sus labios en los de su futuro profesor.

-Angula: muac, gracias, muac, gracias, muac.

Policarpo no es pillado tan de sorpresa como fuelo antes su futura alumna y recibe la lengua de su muchacha con abundante de su acogedora saliva.

-Policarpo: muac, muac.

Angula desea entregarse plenamente a su "salvador" pero su virginal timidez le impide hacer mucho más que abrazar con brazos y pechos a aquel al que, ahora, tanto aprecia. Mas el señor Policarpo está dotado de veterana honradez y no abusa a la que podría haber poseído en este mismo momento mujer. Sabe que la esencia de karma de la muchacha le será entregada de una manera mucho más cómoda estirada en las sábanas de su misma alcoba, por lo que se conforma con gozar del fresco sabor de la joven y vivaracha lengua en su boca. En acabado el beso, el comportamiento de agradecimiento y bondad de la muchacha no se detiene y no cesan sus algarabías y glorias hasta que se despide en la puerta de su casa con un "hasta mañana" señor Policarpo.