Creo en los cuernos

De la más pura teoría a la más pragmática de las prácticas.

Creo en los cuernos

Estábamos en Flamingo. Habíamos ido como muchas noches, Miranda y yo, pero esta noche nos habíamos llevado a su madre. Estábamos veraneando. Su madre es muy joven pues la tuvo con 17 años y ahora con mi esposa en 26, ella tiene 43 y está tremenda ahora que se ha quedado viuda.

Tengo que vigilar por que las dos se llevan las miradas más lascivas de la boîte. Estamos sentados yo al centro y mis dos acompañantas a cada lado. Todavía discutíamos el tema de después de la cena.

-No, tú no eres celoso, eres un “moderno compañero”, jeje- me decía mi mujer con la ironía propia de una esposa vigilada siempre por su celoso marido.

-No lo entiendes. Todos tenemos alguna aberración, deseo inapropiado, nada común, inaceptable, fantasía y, a pesar de ser consecuentemente dignos y respetuosos, en nuestro fuero interno deseamos pensar en momentos fuera de normas, contrario a lo acostumbrado, antinatural y totalmente rechazable.

-Y eso, cómo se come?, -pregunta mi suegra.

-Depende del mundo en que nos movemos, sea el profesional, el social, el familiar, el sexual...

-En cada uno de ellos tienes estos prohibidos deseos?

-Pues sí, pero de diferente intensidad. Igual me encandila pensar que el presidente de nuestra empresa la palme y me ocupe yo de todo, que ver a mi vecina desnuda y yo pajeándome como un mono.

-Sí?, veamos cariño –se puso erguida Miranda- y ahora y aquí qué te haría “pajearte como un mono”?

Mi suegra se puso tensa, aquello le encantaba, estaba fuera del control de su marido fallecido recientemente, el viejo posesivo y violento al que le temía y con razón. Yo pensé que era la ocasión para sacar mis secretas filias, la cena de los tres con el consabido vino exquisito que la acompañó, el chupito que siempre les hacía tomar a madre e hija y el gintonic que estaba a medias en la mesa, me daban ánimos para destaparme sin prejuicios, ya era hora!

-Aquí y de todos los contextos posibles que antes he mencionado, solo uno, el sexual, puede utilizarse.

-Bueno, pues y cuál sería lo de hacerte cambiar de principios? –siguió apretándome mi esposa.

-Aquí es una boîte, es un lugar donde venimos a pasarlo bien si vamos acompañados y si no intentamos acompañarnos cuanto antes mejor, el tiempo va en nuestra contra y cada minuto desaparece una oportunidad. Aunque quedan bien, bien, cuatro o cinco horas para que esto decaiga, es pronto. Bueno, voy a responderte cariño: mira, mi secreta filia y tan secreta es todo lo contraria a mi clásica manera de ser y que tú conoces muy bien, sería que te ligara un hombre y te sedujera ante mí.

-Y... conmigo no tienes ninguna de estas filias que dices?

-Tú, mi queridísima suegra, mi filia es la clásica de follarte de cualquier forma y a lo bestia, pues eres la milf perfecta por tu carácter y sobre todo, por tú cuerpo perfecto.

Las dos se habían metido tanto en el diálogo tan diferente a todos los diálogos de los últimos tiempos, que estaban como absortas y solo pendientes de mis definiciones y conclusiones acerca de los intensos y secretos ocultos sentimientos. No por ello dejaron de acosarme de manera continua y Miranda tomó la palabra, al estar mi suegra con mirada medio perdida medio concentrada en mi entrepierna, a saber qué estaría pensando después de mi descarada exposición.

-Así que Marcos, a mí me tiene que entrar un hombre y seducirme y tú disimulando?

-Como entenderás mi amor, un hombre que está absolutamente enamorado de su mujer como yo, en su mente está regalarle siempre lo mejor para ella, hacerla feliz, demostrarle su cariño no con palabras ya tan poco válidas como ese “adiós cariño, te quiero” y la respuesta clásica “y yo a ti”, que vemos y oímos todos los días en el cine. No. Sé que hay hombres muy buenos en el sexo, que siempre hay uno mejor, más experto, más capaz, más provisto de lo que en sexo es básico. El miembro.

“espera –intercepté el gesto de que me iba a interrumpir mi esposa- sigo, luego tú defines o preguntas. Vale?

“no solo el miembro, verás, la experiencia es otro punto y muy importante. Tenemos pocos años; nosotros empezamos a follar hace año y medio. Antes de ti yo era una calamidad y solo tuve dos ocasiones que mejor no haberlas tenido y tú eras virgen. Por ello nos falta experiencia y más a ti que a mí. Con ello qué quiero dar a entender en mi filia?, que el hombre que te seduzca ha de ser maduro, ha de tener tanta o más experiencia que miembro, pues el estar “de vuelta” como vulgarmente se dice, es lo mejor para el acto sexual, tanto en intensidad física de la hembra, como en disfrutar entregándose mentalmente al macho.

Me quedé callado, no sé si me había pasado pero allí estaban las dos mujeres de mi actual vida, mirándose, mirándome y con la boca entreabierta tomándose el resto de sus bebidas.

Yo me quedé algo teatralmente seguro y altivo, como demostrando mi seguridad que en modo alguno tenía, pero sabía fingir en cualquier ocasión lo que hiciera falta. Me levanté y les dije que iba al baño.

Pensé todo lo que había dicho y se me puso tiesa la polla. Repasé los detalles y las expresiones y recordé lo buena que estaba mi esposa en comparación a las mujeres de todas las edades que vi mientras me dirigía al aseo de hombres. Su espectacular tipo con pechos exagerados, cintura de gimnasta y culo y piernas perfectas, sumado a una cara de belleza clásica tipo Ava Gardner, -“el animal más bello del mundo”, dijo Frank Sinatra-, hacían una hermosa hembra de las que más.

Estaba meando y me sonreí al pensar también que nunca ocurriría lo que había comentado, ni con respecto a mi suegra ni con Miranda, ambas demasiado absorbidas por las vidas que llevábamos todos. Yo queriendo iniciar una familia y mi suegra totalmente dominada por mentalidad que veía no cambiaba a pesar de ser libre ya sin el odioso de mi suegro.

El club aquel eran todo recovecos, era muy grande, altos y bajos niveles donde las mesas y los clientes se reunían, se movían y se desplazaban tanto a las pistas de baile como a las diferentes zonas de la boîte. Era de las más famosas del momento y no eras de la jet-set ni vip, si no te veían por aquellos antros, aquello era un hormiguero sin pausa desde las once de la noche hasta las seis de la madrugada. Eran las doce y media.

Regresaba a mi mesa cuando en paralelo un hombre se movía en la misma dirección, pero sorteando menos mesas y escalones que yo. De forma que llegó antes tan cerca de donde estaban mi mujer y mi suegra esperándome, que casi tuve que hacer cola detrás suyo. Pero es que se detuvo y sin decir nada levantó los brazos de forma algo grotesca para decir en voz alta

-Pero Mercedes! Hola... cómo estás...

Mi suegra que no me había visto llegar ni tampoco por estarme tapando el hombre aquel delante de mí, se lo miró y gritó, consiguiendo pasar por encima de la música

-Miguel!

Ante aquella intromisión en mi redil de hembras, me giré de forma que otro paseante me cubrió de inmediato y deje de estar a la vista de ellas. Caminé cuatro pasos y me situé encima de la zona de nuestra mesa, en un cruce de caminos y sin molestar a nadie, pero me intrigaba saber quién era aquel hombre que yo no conocía a pesar ya de convivir con mi suegra los dos últimos años de vacaciones.

Se abrazaron Mercedes y el tal Miguel, y luego ella le presentó a su hija, mi esposa, y el Miguel la abrazó y le estampó dos besos en sus mejillas dejando rastros de salivación.

Casi oía lo que se decían y supe que se trataba de un hombre separado, de 64 años y presidente de un grupo metalúrgico, con fama de mujeriego, cosa que hizo reírse a todos. El viejo, pues así me lo parecía a mí, se excusó ante tal calificativo pero mi suegra le pegó una palmada en su rodilla con un sí, sí, que confirmaba la fama.

El tío se había sentado en mi sitio y estaba ufano por tener a dos beldades a su lado y enseguida pasó de atender a mi suegra para dedicarle dos miradas de soslayo y de inmediato unos piropos a mi esposa que oí perfectamente, pues yo estaba en la dirección en que hablaba casi al oído de Miranda.

-Uf cariño... de tal palo tal astilla...estás preciosa, -y se gira para decirle a mi suegra –vaya hija que tienes... veo que te hace la competencia... es guapísima!

Aquello que gusta a cualquier mujer a la mía mucho más y pensé que se le hincharía el clítoris, como he comprobado yo muchas veces. Estaba sintiendo una mezcla de curiosidad y excitación con aquel Miguel, como personaje real de mi teoría de la filia secreta que les acababa de exponer a mis dos mujeres hacía tan pocos minutos.

Miguel se estuvo dedicando mucho más a Miranda y tan solo intercalaba comentarios dejando su cara al centro para las dos, pero volviendo a girarla hacía la de mi mujer para seguir con un semi cuchicheo que hacía que Miranda tanto riera como se quedara estupefacta al oír según qué. Yo no me enteraba de nada pues ya el viejo había bajado la voz completamente y hacía más íntima la conversación.

Mercedes se levantó, no debió querer ponerse borde con su amigo, aunque lo mereciera por la forma en que la trataba al no dedicarle su atención y les dijo

-Voy a bailar!

Mi suegra era así, fuera del entorno de su matrimonio siempre había estado procaz y animosa en todo y no me extrañó que se fuera sola a la pista central a menearse delante de los que la llenaban a tope. Entonces me quedé algo dubitativo, por un lado no había duda que el viejo Miguel, separado y de bastante buen ver, estaba seduciendo a mi esposa de forma descarada como permitía un lugar como aquél y mi suegra, la milf tan deseada por todos iba a moverse sensualmente delante de mil pervertidos por la ocasión.

Pensé que porqué no hacer mi fantasía realidad y dejar que mi mujer se deje seducir y además por el macho perfecto: muy maduro, agradable y con fama. Si lo pudiera ver, si hay final, me la pelaría con muchas ganas y hasta les animaría a no parar.

Por otro lado estaba mi suegra con tantas pajas mías en su haber desde que empecé la relación con Miranda, que me la ponía dura el solo pensar que esta noche me dejara seducirla a mí, a su yerno. Y me decidí por irme a la pista.

La alegría de su cara que puso mi querida suegra me hizo sentirme muy afortunado. Me abrazó y me dijo

-Has pasado por la mesa?

-No, -le contesté para ver qué me decía.

-Pues es que no se ha quedado sola Miranda...

-Ah no, y con quién está?

-Pues con el sueño de tu fantasía...

El ruido de la música y los encontronazos de los muchos que nos rodeaban hicieron que le dijera, previendo tenerla más para mí.

-Vamos a la otra pista, esta menos llena...

La tercera pista era grande también pero con espacios integrados de plantas y decoraciones en toda ella, que la hacían parecer muchas pistas a la vez. Eso facilitaba el disimular verse entre parejas, la música era lenta y todo estaba hecho como para que las parejas acabaran de confirmarse que follarían a continuación. Si no buscabas a nadie y nadie te buscaba, era ideal. Las mesas eran todas situadas en los oscuros espacios más cubiertos por vegetación espesa y no veías casi nada excepto piernas o más si la posición y el vestido se vislumbraban en la noche. Mercedes iba con una traje corto, que le llegaba justo a medio muslo, de tirantes y muy holgado. Mi mujer el mismo pero más corto justo le tapaba el tanga. Las dos sin sostenes.

Nos pusimos en un lado y la abracé para comenzar a bailar el lento que sonaba y nos permitió seguir la conversación.

-Me decías que Miranda estaba con el protagonista de mis fantasías?

-Sí, ha sido gracioso pero le he presentado a un viejo amigo mucho más mayor que yo, tiene 64 años ahora y se llama Miguel, que me pretendió estando casada y me folló dos o tres veces delante de tu suegro hace más de veinte años. Qué, te vale para tu esposa esta noche...

Me quedé cortado pues me había seguido, sin saberlo, mis propias intenciones y no supe si confesarle mi verdad o disimular. En eso estaba cuando por un giro de la pieza que sonaba, giré las piernas y mi polla ya sin bajarse desde hacía rato, le entró entre las piernas. Al notarla mi suegra remató

-Y si continuas con esto entre las piernas, quieres cumplir también tu otra fantasía y tenerme a mí esta noche...? porque Miguel, si la dejas, se follará a Miranda, eso tenlo por seguro y tú disfrutarás como un enano, solo falto yo... por eso te propongo lo que te propongo...

Comenzamos a bailar sin contestar yo pero cada vez la apretaba más contra mí y a la tercera canción le subí la barbilla y la besé en la boca despacio, sintiendo sus morruditos labios apretarse con los míos, abrir su boca y darme su gruesa y salivosa lengua a la cual recibí con honores acariciándola con la mía y pasándole suficiente salivación para que la saboreara, estaba claro, me la iba a follar.

-Ummmm...

Gemía mi suegra de 43años ante el morreo de vicio que le estaba dando su yerno de 28 que soy yo. Ya llevábamos media hora así, yo con un empalme del quince y mi suegra apretando mi polla refregándola con su falda levantada por lo que era su tanga la que ya se rozaba con mi erecta polla.

-Sabes, una vez te vi cuando de mañana fuiste al baño en casa, de recién casados y saliste sacudiéndote la polla antes de guardártela en el pijama y me dejaste con muchas ganas, mucho tiempo, jeje.

-Igual estaba pensando en ti...

-Anda mira quién entra en la pista por allí...

El viejo Miguel traía abrazada por la cintura a mi esposa Miranda que tenía su brazo derecho en la cintura de él. Los dos se pusieron en la pista, sin mirar a nadie ni escoger mesa. El viejo le subió los brazos de ella al cuello de él, la ciñó por la cintura y se apretaron mirándose despacio siguiendo la melodía. Al poco el viejo acercó su cara a la de mi mujer y la besó lentamente. Mi esposa esperó unos instantes pero sin más que hacer, se apretó al cuello de su recién desconocido y viejo y le comió a boca con ganas, debía de llevar rato aguantando las ganas de ofrecerse a aquel seductor tan experto, tal y como le había descrito yo mismo poco antes.

Primero seguíamos los movimientos del baile sin acercarnos a la pareja. La madre dejaba a la hija para que el mismo que se la folló lo hiciera también con su hija y además con el beneplácito de su marido. Por mi parte mi erección no bajaba y nada quería interferir con Miranda pues tenía que aceptar mis propias palabras y que se consumara la infidelidad, cosa que me tenía súper cachondo y mi situación me volvería un cornudo consentidor que lo disfrutaría profundamente, no sé si una sola vez o más que se dieran.

Bastantes piezas después ya el vestido de Miranda lo tenía recogido a la cintura y Miguel se estaba dando un banquete mamándole las ubres alternando con unos morreos de profesional por los gemidos que oíamos cada vez más cerca, que profería mi esposa al ser magreada y besada por aquel viejo.

Mercedes, mi suegra, me había sacado la polla, la polla de sus sueños me dijo y me la estaba pelando muy despacio, sin provocar mi máxima excitación, me quería reservar para que la follara bien follada y que hoy, me dijo, riendo sin disimulo, estaba ovulando!, aún le duraba su vida fértil, era grande el momento.

Ninguna de las dos parejas nos habíamos sentado ni usado baños ni nos habíamos separado en nuestros abrazos y magreos. Mi boca estaba casi irritada por la de Mercedes y por sus dientes que me mordían en los espasmos que le daban mis magreos en su vulva gorda y salida, para luego llevarme mis dedos a mi boca y chuparlos con frenesí. Ella lucía su salido culo ya sin que el corto vestido se lo tapara por lo que se lo quité y lo tiré cerca del rincón más próximo, igual que mi esposa que ya se lo había quitado y tirado al piso en el rincón que estaban solos bailando.

Entonces se me ocurrió forzar el encuentro. Forcé el desplazamiento de nosotros hacia ellos dos, de forma que lo hice sin despegarme de la boca de Mercedes para que ella no se diera cuenta y cuando noté por los roces y gemidos de mi esposa ante los guarros besos que se daba con el viejo Miguel, que estábamos a punto de casi tocarnos, aproveché que la melodía paró y miré de reojo a mi lado.

Aprecié por el punto ciego que separaron sus bocas y sus roces y nos miraron, al notar la proximidad de otra pareja que les quitaba su intimidad. El experto de Miguel no quería seguramente estorbos que distrajeran el buen momento que tenía y lo que le esperaba muy cerca de donde estábamos, pues el recurso para follar era de todos conocido y solo faltaba bajar, seis escalones para llegar a la arena de la playa, pues estaba esta pista de baile creada expresamente para facilitar el “buen fin” de la noche.

Entonces fue el momento que esperaba, despacio, sin girarme, con un tremendo morreo que le di a mi suegra. Miranda y Miguel nos estaban mirando durante el mismo, que hice fuera el más guarro de la noche. Mercedes no se había percatado aún.

-Mamá!, Marcos! –gritó Miranda

Nos sorprendimos, yo falsamente, Mercedes de verdad y soltó

-Miranda!, Miguel!

Nos quedamos los cuatro mirándonos de arriba abajo. Las dos mujeres sin el vestido y mi mujer sin tanga, solo con sus sandalias y su madre solo con el tanga, pero muy subido de un lado, dejando ver su chocho y su ano. Yo con mi polla fuera del  bermudas y el viejo igual, solo que lucía un mayor tamaño que yo de polla y toda mojada de saliva. No sé en qué momento mi mujer se la mamó al viejo, con los recovecos y amagos de aquella pista era posible que hubieran hecho un intermedio.

Nos estábamos mirando los cuatro, Miranda me miraba descaradamente sin ningún disimulo pues sabía mi fantasía y me la estaba cumpliendo y el viejo no sabía quién era yo.

-Mira Miguel, este es Marcos, mi marido...

Yo abracé a mi desnuda suegra, le di un pico y empecé a bajar los escalones hacia la playa. Vi como el viejo comprendió y se bajó detrás de mí llevando casi en volandas a mi esposa.

Nos echamos en una zona seca y protegida pero con resplandor de las luces de la discoteca y codo con codo, yo me empecé a follar a mi queridísima suegra, hembra deseada por muchos y mi esposa se la follaba el viejo con un ímpetu y fuerza encomiables. Miranda me miraba siempre que podía por la posición en que el viejo la tenía y nos sonreíamos gozando del momento. Así durante una buena hora que hizo que nos las folláramos a las dos dos veces cada uno y al no tener preservativos, ambos nos corrimos dentro. Yo recordaba que Miranda hacía más de una semana había tenido su periodo y debía de estar sino ovulando, cerca. Para un cornudo que preñen a su esposa es el summum de su excitación. De Mercedes sí sabía que la estaba preñando.

Cuando acabamos Miguel se quedó postrado e indemne, recuperándose. Mercedes se quedó medio dormida. Yo casi igual pero aún tuve fuerzas de flaqueza para acercarme a Miranda. Me abrazó, me morreó sin cuidado y me dijo

-Quieres acabar tu fantasía tomándote el semen de tu corneador, que llena mi sexo hasta el fondo?

Me moví lo justo para quedarnos en posición invertida de forma que mi esposa se puso a mamarme la polla que se había follado a su madre y yo sorbía con fuerza grumos y más grumos del semen del viejo que le salían a mi esposa a borbotones. Se me puso dura otra vez, no sé ni cómo fue, pero Miranda se giró y me dijo

-Dame por el culo Marcos, que el viejo de tu fantasía, me ha dicho que mañana me lo abrirá y la tiene más gruesa que tú...