¿Crees que he sido un buen cornudo? (1)

Paso a detallar los pormenores de mi relación con mi ex-novia, durante la cual me puso unos buenos cuernos en varias ocasiones....

¿CREES QUE HE SIDO UN BUEN CORNUDO? (1ª parte)

Paso a detallar los pormenores de mi relación con mi ex-novia, durante la cual me puso unos buenos cuernos en varias ocasiones, historia que he ido reconstruyendo a posteriori con lo que me contaron después de dejar la relación, detalles y hechos que recuerdo que en su momento no le di importancia, deducciones lógicas y confidencias que, en mi ceguera, no quise creer. Aun siendo una historia real, en cada episodio he añadido una parte de fantasía en aquello que no me llega los datos (basándome, como digo, en deducciones o en mis propios deseos de cómo se desarrollaron los hechos). Sólo escribir estas lineas me produce una fuerte erección y moriría porque ella me confirmara sus infidelidades de entonces con todos sus detalles. Sólo siento que lo que me entusiasma ahora, entonces no lo hubiera descubierto, para poder disfrutar con plenitud el hecho que compartiera a mi chica con otros. Juzga tu mismo la historia que te cuento.

  1. Inicio de la relación

Empezamos a salir un verano en que, llamémosle Paula, entró a trabajar en el restaurante de costa de mi familia como camarera, con 17 años y yo con 21. Era un bellezón, todavía recuerdo lo bien que le sentaba la falda negra con la camisa blanca de camarera que dejaba entrever su busto y sus largas piernas. Se interesó por mí, y claro, yo tonteé con ella, hasta que acabamos liándonos. Como que me lo planteé como un lio de verano, lo dejamos durante el invierno pero para el verano siguiente lo retomamos para ya no dejarlo, aunque nos veíamos solo los fines de semana. Al segundo año empezó a presionarme para que nos fuéramos a vivir juntos, pues en casa tenía muchos problemas con el tirano de su padre.

Acabó convenciéndome lo que me hizo cometer uno de los errores más grandes de mi vida, pues no había acabado de estudiar y ella apenas había empezado, lo que complicó enormemente mi vida, pues me tuve que poner a trabajar en un trabajo mal pagado y que no me dejaba mucho tiempo para acabar mis estudios, mientras ella dejó de trabajar para dedicarse a estudiar de lleno mientras yo la mantenía. La escasez de dinero me obligaba a trabajar también los fines de semana en el restaurante familiar. Todo ello complicaba mucho nuestra convivencia, pues no teníamos mucho tiempo para nosotros, lo que empeoró el hecho que el negocio y la relación con mi familia tuviera problemas graves que me obligaban a no dejar de acudir los fines de semana y puentes a hacerme cargo del negocio y afrontar los conflictos familiares. Todo ello sin poder dejar mi trabajo, pues tenía que mantener a Paula y las cargas de nuestra casa.

Los problemas fueron creciendo y fueron superándome, de forma pasábamos fases de fuertes crisis en la pareja, lo que al cabo del tercer año de convivencia la situación era insostenible. En esas crisis, las relaciones sexuales se distanciaban, lo que siempre me recriminaba, así como las salidas nocturnas y los viajes, en parte por la falta de dinero y en parte por mi apatía frente a todo lo que tenía que enfrentarme, lo que también me echaba en cara: que era muy joven para quedarse en casa, que yo si había tenido tiempo para disfrutar y ella no, etc. Empezó a salir de noche por su cuenta con la gente de la universidad, a salir con éstos o su familia los fines de semana mientras yo trabajaba o me iba a dormir, lo que dejé hacer con tal de sacudirme la presión. En esas circunstancias, ocurrió lo que tenía que ocurrir.

  1. Paula

Guapa, rubia, piel clara, ojos azules, 1,72m y buenas curvas. Tenía un hermoso trasero que me volvía loco (y que tuve oportunidad varias veces de taladrar, cosa que le gustaba bastante), una rajita muy hermosa coronada por una mata rubia y unos pechos deliciosos, no demasiado grandes pero con una graciosa forma de pera, que apuntaban hacia arriba y coronados por una gran aureola que me encantaba lamer y succionar hasta que el pezón se volvía duro. Tuve que oír muchas veces a amigos y a no tan amigos comentarios del tipo "vaya suerte tienes de tener una novia tan buenorra" o "un bombón así es para compartirlo". Aunque yo tenía algo de experiencia, poco más o menos, aprendimos del sexo juntos y, al menos al principio, éramos muy fogosos.

No es que aparentara ser una comehombres, al contrario, parecía muy cortada, pero cuando se le sabía encontrar el interruptor que arrancaba su líbido, perdía la vergüenza y el autocontrol y se convertía en una fiera lujuriosa. Cuando salíamos de noche y se tomaba tres copas, también se "soltaba" y se dejaba ir con pasmosa facilidad; aún recuerdo cuando en el grupo de amigos amplio (algunos-as eran cercanos y otros-as eran eventuales) en que nos movíamos, teníamos la confianza de, en broma, "achucharnos" bastante y meternos mano, sobre todo al culo, pues bien, cuando se ponía un poco borracha, ella era la más activa en esos juegos, magreando culos a chicos y a chicas, lo que le convertía en el principal blanco de manos ajenas, que recibía con entusiasmo. Después de salidas nocturnas con alcohol de por medio, siempre volvía a casa muy cachonda, como si le actuara de afrodisíaco, y era cuando teníamos las sesiones de sexo más apasionadas (en más de una ocasión, no podía esperar, en el mismo coche prácticamente me violaba), quizá otros la calentaban para beneficiarme yo.

  1. Sexo con Paula

Si bien no era en apariencia, como digo, una "loba", aunque tenía físico para serlo, es decir, podía vestirse provocativamente, con minifaldas, escote generoso y demás, y deslumbrarlos a todos, su encanto residía en su apariencia de chica normal, aunque evidentemente guapa y, como se dice vulgarmente, una "tia buena". Ese encanto se desbordaba cuando bebía un poco, y muchas veces pude observar miradas de lujuria cuando, por decirlo así, se "soltaba la melena" y le salía su lado más provocativo y sexy. En ocasiones así en que corría el alcohol y yo no estuviera, en que podía ser más vulnerable, junto al hecho que en determinadas fases no frecuentábamos sexualmente, sospecho que fue presa fácil de experimentados oportunistas para llevarla a la cama, porque el sexo le gustaba, y mucho, ya que en ciertas ocasiones me dijo que yo le había convertido en una adicta al sexo, para después tenerla desaprovechada.

Era bastante habitual que ella tomara la iniciativa cuando estábamos en la cama, acosándome y tocándome mientras empezaba a excitarse. Hubo una temporada en que le gustaba desnudarme y empezar a tocarme mi picha para bajar luego al perineo y simular una masturbación femenina allí donde debería haber una vulva mientras me morreaba con autoridad, moviendo la lengua con agresividad tumbada sobre mí. Yo la dejaba hacer abriendo mis piernas para que llegara con más comodidad ya que, para qué engañarnos, también me ponía a mil. Mi colaboración y a la vez mi pasividad la volvía fuera de sí y pasaba a situarse encima de mí simulando una follada estilo misionero, cosa que hacía con verdadera pasión: golpeaba con fuerza su monte de venus contra mi entrepierna y me daba pequeños pellizcos por debajo del trasero, lo que aprovechaba yo para rodear sus caderas con mis piernas. Para encenderla más aún cogía con mis manos su culo y ayudaba con las embestidas, como queriendo que me metiera su imaginario falo más hondo aún. Luego hacía como que me escapaba dándome la vuelta, al tiempo que ella me volvía a capturar, me sujetaba las caderas para seguir con la follada estilo perro, me azotaba al culo y me decía obscenidades al oído. Cuando no podía más, me volvía a dar la vuelta para ensartarse mi polla, que con tres sacudidas llegábamos al orgasmo.

Debo añadir que todos aquellos que la debieron probar, quedarían muy satisfechos, pues además de tener una gozada de cuerpo, era fácil de excitar, respondía con gusto a los preliminares, una vez arrancada era muy fogosa, exteriorizaba el placer con claridad, con movimientos y gemidos, cuando era penetrada, y además era multiorgásmica y le gustaba el sexo anal. Lo tenía todo para volver loco a un hombre.

4 ¿Era virgen?

En teoría me correspondió a mí el honor de desvirgarla, pero según recuerdo, la primera vez que lo hicimos, ya a partir del segundo verano (el primero no pasamos de besos y tocamientos) , no sangró, cosa que no me extrañó ni me molestó en su momento. Entonces, si en teoría según me contó una de sus hermanas no salió con nadie entre ambos periodos, ¿quién se la folló antes que yo?. Paso a relatar mi teoría:

  1. ¿Mi primer corneador?

Con ella trabajaba en el restaurante un camarero que rondaría los 40 y poco años, un poco fondón pero bastante resultón con las tías, en parte porque se mimetizaba bien con el resto de jóvenes. Que yo presenciara, pese a estar casado, se llevó al catre, con el rollo de "somos compañeros de trabajo y vamos a tomarnos unas copas en grupo al acabar el turno", a un par de camareras jóvenes, una de ellas no llegaba a los 18 años. Parece ser que con su labia era infalible y ellas parecía no importarle que estuviera casado, más al contrario, sus comentarios iban por la línea que estaban bastante satisfechas con él (incluso una de ellas, con la que tenía bastante confianza, me dijo que estaba bastante bien dotado). Salíamos todos después del trabajo a tomar unas copas, pero siempre acababa perdiéndose con la elegida, acabando casi siempre en un piso que tenía cerrado, mientras su mujer dormía en casa.

Paula tenía una confianza con este tío bastante extraña, siempre estaban cuchicheando y rozándose mientras hacían comentarios picantones, sobre todo ese primer año que tuvimos de transición entre el primer verano y el que retomamos la relación. Recuerdo que en ese momento, él se lo tomó muy mal y siempre le aconsejaba que no siguiera con la relación, lo que yo achaqué a los celos, aunque no le di más importancia. Tras el enfado inicial, después de un tiempo, volvieron a sus confianzas anteriores y era bastante usual que quedaran por las tardes ellos solos, en teoría para ver la hija pequeña de aquél, o para ayudarle con algunas compras. Yo lo veía todo como una buena amistad sin más implicaciones y nunca puse objeciones a que se vieran fuera del trabajo.

Al año siguiente ocurrió algo sorprendente: quiso dejar precipitadamente el trabajo en plena temporada, a lo que cuando le pedí explicaciones, me dijo que el individuo en cuestión le había llevado al dichoso piso con engaños y había intentado propasarse con ella, además de que llevaba un tiempo acosándola para acostarse con él. ¿Llevaba un tiempo asustada por el acoso y sólo un día antes estaban bromeando y tonteando como dos tortolitos?. Lo que creo es que ese primer año se las había ingeniado para liarla de manera que consiguió follársela antes que yo, lo que interrumpí temporalmente cuando retomamos la relación. Cuando follamos por primera vez, nunca pareció que fuera virgen (no sólo porque no sangrara) y se comportó como una zorra experimentada; ¡me la chupó sin pedírselo! y al poco tiempo me sorprendió pidiéndome que se la metiera por detrás, gozando como una leona, su flor trasera parecía un estuche que me recibió con holgura. Aquél primer año, tuvo a aquél cabrón acechándola y engatusándola después de que yo la dejara (para salir con otras) hasta conseguir lo que quería, que no era sino joderse aquél virguito que yo dejé libre, regalándole los oídos con palabras que sólo algunos cerdos afortunados saben pronunciar para follarse las tontas facilonas, que dicho sea de paso, apenas tenía 18 años.

Imagino la situación en la que caería fácilmente en sus redes la primera vez, dejándose llevar al picadero de madrugada, quizá bastante borracha, sin sospechar que aquella inocente amistad escondía un plan bien urdido para follársela, quizá aprovecharía el sopor producido por el alcohol para intentar algún acercamiento mil veces practicado, con luz indirecta, música suave y con un masaje aparentemente inocuo (el tío se las daba de experto en el tema), tocándole sus puntos flacos y susurrando las tonterías que ellas desean oír y seguir con un ataque fulminante. Ni siquiera quiero pensar que le echara algo en la bebida para allanar el camino, se dejaría llevar seguramente por despecho, argumento que seguramente él aprovecharía para culminar sus planes: le diría que yo no la merecería, que no valía la pena, que habría muchos hombres dispuestos a todo por ella, etc..

Quizá los planes de ella no habían sido así, es decir, había reservado su virgo para el amor de su vida, para un momento especial o algo así, pero sin saber cómo, aquella primera vez había llegado a la encrucijada con un amigo que tantas veces le había apoyado, posiblemente se sentiría cómoda, quizá algo excitada cuando empezaría a dejarse llevar con sus besos y medidos tocamientos una vez repuesta de la sorpresa inicial, pero el alcohol facilitó mucho las cosas, perdería la noción del momento en que había perdido el sostén o la falda o desde qué momento él estaba hurgando por dentro de su jersey provocándole esa sensación tan deliciosa al juguetear con sus pezones mientras le besaba el cuello y se sorprendería oírse a sí misma suspirando mientras él se apresuraba a bajar a su ya húmeda entrepierna. De improviso, sin saber cómo, se vería ya sin bragas y a él maniobrando para situarse sobre ella dispuesto a penetrarla, para que, salvado el dolor inicial, gozaría sin duda de aquella caliente barra de carne que se abría paso en su interior mientras, él, bombeando, se sabría triunfante del trabajo bien hecho y no estaría dispuesto a dejar soltar su presa una vez visto que ella se dejaba engatusar para ser follada con tanta facilidad.

A ella, seguramente le produciría algunos remordimientos para volver a caer una y otra vez, dejándose follar, primero por despecho o por curiosidad, y luego, porqué no, por vicio. Quizá debería agradecerle que me abriera el camino por la puerta de atrás que tantas veces disfruté taladrando ¿Le costaría mucho convencerla? Seguramente aprovecharía el momento de máxima excitación al follarla al estilo perro para, con los jugos que destilaría su rosadito coño, lubricarle el ano. Ella se negaría sin mucha convicción al sentir la cabeza del pollón abrirse paso, pero, salvado el dolor inicial, ella misma, tal como hacía conmigo, se lo ensartartaba entero y culeaba con desvergüenza pidiendo más. ¿Aprovecharía también para darle unos azotes a ese culo malcriado?

Luego de que retomáramos nuestra relación, sin duda, después de un tiempo, volvería a caer en sus garras en esas tardes que estaban solos, colocándome una y otra vez unos hermosos cuernos, quizá obligada pon la amenaza de contármelo, (pero cuando estuviera él y su poblado bigote encima de ella metiéndole su gorda salchicha, ella maullaría con más ardor, si cabe), hasta que él forzaría demasiado las cosas, quizá queriendo llegar a más que una simple relación física, obligándola a dejar tierra por medio para no complicarlo todo más aún, él estaría sin duda "encoñado" con ella, lo normal, después de haber probado semejante hembra.

  1. Otro depredador maduro

Ese segundo verano, antes de volver con Paula, tuve un lío fugaz con una francesa pelirroja que estaba de vacaciones y que frecuentaba también un empresario de unos cuarenta y muchos, un auténtico crápula que le metía los cuernos a la resignada de su mujer siempre que podía y sin ningún pudor, intentándolo sin vergüenza con todas las chicas menores de 30 que se ponían a tiro y ayudándose de su fachada (conducía un deportivo) y su labia. Al parecer le "robé" la susodicha pelirroja, pues en ese momento se la estaba "trabajando", por decir así, le hice el relevo, ya que ésta era una auténtica puta, y pasaba de uno a otro. Es relevante decir que este individuo era buen amigo del otro, de forma que habían ido de "cacería" más de una vez.

Pues bien, resulta que también le estropeé otro "plan", pues un poco antes de volver con Paula, ¡Había conseguido llevarla a cenar un par de veces!. Ella misma me lo confesó, como un hecho inocente, como si las intenciones de semejante individuo lo fueran. Evidentemente, la llevó a cenar fuera de la ciudad, pero lo que no me explico es cómo una chica de 18 años accede a ser cortejada de esa manera, sin imaginarse a qué debía conducir aquello de forma matemática, ¿O sí lo sabía y se dejó llevar?. ¿Sólo salieron dos veces o repitieron más, con lo que ello conlleva? ¿Se la "pasó" uno al otro, como una especie de préstamo, recomendado por su facilidad para abrirse de piernas? No estoy convencido que llegara a algo sexual, pero la duda queda ahí. Quizá al menos preparó el terreno para más adelante y, como mínimo, sacaría unos sobeteos a sus deliciosas peras aprovechando el aturdimiento del vino, o quizá el tío se comportó como el profesional que era y logró llevársela al picadero que también tenía para conseguir follársela. El pájaro también daba el perfil de usar alguna dosis de rohipnol o alguna droga similar, para follarla con facilidad, aunque pensar eso es querer quitarle méritos. Unos días más tarde, coincidí con él y, medio en broma, me dijo literalmente que le había "jodido" el verano, pensé en ese momento que sólo lo decía por la pelirroja.

(continuará)