Creando y cumpliendo nuevas fantasías
Una noche de sábado con cerveza, bailes, complicidad y,por fin, sexo
Ese sábado la noche pintaba bien desde el principio.
Luis venía a buscarme a las 23:30 y sabía que aparte de pasarlo bien tendríamos sexo antes de volver a separarnos.
Él es más que un amigo, es un chico con el que tengo una complicidad que no me esperaba. Nos conocimos bailando salsa y de repente un día de borrachera acabé en su cama, llevándome mucho más placer del que imaginaba.
Vino a buscarme a casa, sabe muy bien donde vivo; sobre todo por las veces que me ha traído después de un buen polvo, aunque también ha venido a buscarlo en alguna ocasión.
Ahora, que hay más confianza, me ha reconocido que él lo buscó, que me buscó intencionadamente y yo me dejé encontrar con bastante facilidad. Al ver nuestra conexión hemos hecho lo posible por repetir y compartir placer las veces que nos ha apetecido; en su piso, el mío, su coche o incluso un conservatorio de música…pero eso es otro relato. A la vez que íbamos follando fuimos hablando de nuestras experiencias, pretendientes, anécdotas sexuales…
Tenemos una relación libre y respetuosa, nos animamos a experimentar con otras personas tanto como nos apetezca, y nos reímos muchísimo. Siempre aclarando que no buscamos romanticismo ni más compromiso.
Volviendo a esa noche, tomamos la primera cerveza en un bar de música latina, cómo no, y nos encontramos con un amigo mío, también de salsa, que actualmente es mi confesor en temas de relaciones y me encargo de contarle con detalle cada novedad íntima que me va surgiendo. Por lo tanto sabe muy bien quién es Luis. Él iba con un amigo al que no conocíamos, y que encajó con nosotros enseguida.
Estuvimos un rato los cuatro, entre salsa, merengue y bachata…con muy buen ambiente, pero yo quería un poco de intimidad con Luis. Así que nos despedimos y cambiamos de lugar.
En nuestro segundo bar fuimos hasta el fondo, no creo que fuese casualidad porque en esos rincones donde la intimidad casi se respira nos sentimos a gusto, y seguimos sumando cervezas y mucho calor…
Ambos partimos de una temperatura elevada así que con poco que suba nos ponemos a tono. Entre baile y baile un bocadito en la oreja, un lametón en el cuello, muchas miradas cómplices y bailes que ya empezaban a ser muy pegados. Al son de uno de esos bailes fui girando y me fijé en dos chicos que tenía justo detrás. 1.75, atléticos, camiseta negra y vaqueros, de facciones muy parecidas, tal vez hermanos, y sobre todo increíblemente atractivos.
Le pregunté a Luis cuánto tiempo llevaban esos dos tan cerca de mí y con su sonrisa de zorro (me conoce lo suficiente para saber con qué intención lo pregunto) me dijo que acababan de llegar. En cuanto la siguiente canción lo permitió, o casi me lo ordenó, volví a dar una vuelta para verlos otra vez. Miré directamente a los ojos de ambos y respondieron rápido y con picardía. Ahora tuve tiempo de fijarme mejor: uno de ellos con una mezcla entre gorro y pañuelo negro en la cabeza, barbita de pocos días, pendiente de madera, muy sexy. El otro con la cabeza rapada, ojos muy vivos, sin barba, y con un tatuaje en el tríceps…Dos tentaciones. Les tanteé un poco más con miradas a las que siempre correspondieron rápido y cada vez más intensamente.
Al mismo tiempo no dejé de vacilar con Luis, de besarle, morderle y bailar tan cerca como para sentir el calor de su entrepierna. Seguimos pasándolo bien, ahora a costa de mi fantasía, de conocer a esos dos y quién sabe si irnos los cuatro a algún sitio, más tranquilos. Le sonreí como anticipando mi siguiente movimiento, me acerqué al de barbita y le pregunté con la boca tan cerca de su oído como pude, rozándole con los labios el lóbulo de la oreja… “En el supuesto caso de que os invitase a un chupito, ¿de qué lo querríais?”, “Sorpréndenos”. Y pedí 4 chupitos muy dulces, como a mi me gustan, para brindar con mis 3 chicos por esa noche. Fue un brindis de uno en uno para disfrutar de una profunda mirada con cada uno de ellos, deteniéndome como si tratara de leer en sus ojos. Así me supieron aún más dulces. Me lo agradecieron y seguí a lo mío con Luis.
Me lo pasé tan bien al ver cómo se desorientaban porque sabía que nos habían estado observando y que seguramente creerían que éramos pareja. Oía cómo hablaban entre ellos, sobre qué hacer, si acercarse y preguntarme esto o lo otro. Pero no se decidían así que me acerqué a ellos otra vez con la excusa de saber sus nombres y me dijeron que eran gemelos. ¡Gemelos! Hasta ese momento no se me había pasado por la cabeza esa fantasía pero de repente me apetecía muchísimo. Eran Jandro (el de la barbita) y Santi (el del tatuaje).
Les presenté a Luis y les hablé de la relación que tenemos, que follamos de vez en cuando, nos llevamos bien y somos capaces de estar por ahí de fiesta fuera de la cama.
Después Luis salió a fumar, lo que ellos aprovecharon para soltarse un poco. Les había encantado mi acercamiento, que hubiese tomado la iniciativa y que fuera así de atrevida. Simplemente les dije la verdad; hago lo que me apetece y en ese momento me apetecía muchísimo acercarme a ellos y conocerles. Jandro, un poquito más tímido, salió a fumar con Luis y Santi se quedó conmigo. Fue su momento, se vio cómodo, sin competencia, y fue llevándome hacia una pared, arrinconándome. Creo que iba a comprobar que yo no fuese de farol y que no les estuviera calentando para irme después con Luis. Así que mientras él me hablaba cada vez más cerca, mirándome fijamente, mirando también mis labios, poniéndome el brazo en la espalda, dejando caer la mano hasta mi nalga tuve que callarle. No atendí a nada de la conversación, solo estaba pensando en que ya estaba dentro de mi fantasía así que le callé con un beso. Le agarré para acercarlo más a mí y jugamos con nuestras lenguas. Otra vez se sorprendió, aunque esta vez no tanto, tal vez esperaba que le diera el tiempo suficiente para que él tomara las riendas ahora pero yo no pude contenerme. Al poco entraron mis otros dos cómplices, me acerqué a Jandro y le dije que no me importaba seguir llevando la iniciativa con él, que si así lo quería simplemente tenía que pedirlo.
Me encanta jugar ese doble papel al mismo tiempo, con uno puedo relajarme y no sentirme obligada a dar los pasos tan rápido pero disfruto con la parte de depredadora que me despierta el otro.
Luis se estaba divirtiendo, le veía a gusto, sino la situación no habría sido tan morbosa y le hablé de que había posibilidades de irnos los cuatro; antes ya habíamos fantaseado con sexo en grupo.
Seguimos hablando, porque además de ser tremendamente atractivos los gemelos eran encantadores, y nos contaron que su gran afición es la espeleología y, de vez en cuando, la escalada. Les iba muchísimo ese rollo y a mí me estaba calentando por momentos. Me los imaginaba metidos en una cueva, subidos en una pared, sudando y con esa confianza entre hermanos y me encantó imaginarlos con esa misma confianza, sudando, pero en la cama conmigo. Entonces los cuatro cambiamos de bar, y de vez en cuando me acercaba a Jandro, le tocaba el culo, se lo agarraba con ganas, y le ponía su mano en el mío. Seguía hablándole muy cerca de la oreja, no se porqué con él me apetecía mucho susurrar, y cada vez que podía me acercaba y le rozaba, o le lamía el lóbulo…
Santi cada vez que tenía oportunidad venía a buscar su huequito para comerme la boca y decirme que tenía muchas ganas de que nos fuéramos.
Creo que fue ahí cuando empezamos a organizarnos sobre cuántos nos íbamos a ir y a dónde. Mira qué suerte, que ellos, que no eran de la ciudad, habían venido en furgoneta (con cama atrás) y la tenían aparcada cerca de donde estábamos. Bueno, dónde ya estaba claro, ahora había que concretar quiénes nos íbamos. Luis no tenía el día para grupo, así que me animó a cumplir mi fantasía. No le apetecía compartirme, le apetecía más un uno a uno. Le insistí, si de verdad no le apetecía no quise presionarle, se muy bien que esas cosas tienen que apetecer, así que se despidió y nos quedamos los tres.
Ahora yo iba hacia la calle donde tenían aparcada la furgo, con Santi rodeándome la cintura y con la mano en el culo, besándome el cuello de vez en cuando a la vez que caminábamos y yo agarré de la mano a Jandro, lo atraje hacia mí y le acaricié, le besé por primera vez en toda la noche, parecía haberse estado conteniendo y lo sentí muy ardiente. Entre ellos surgió la conversación de si estarían a gusto, la sacó Santi claro, y Jandro dijo que sí, tienen confianza, y aunque no lo han hecho antes estaba muy excitado y le apetecía tanto como para comprobar qué pasaba. Pero de repente, con la excusa de ir a mear desapareció, esperamos un rato pero nada. Como Santi tenía las llaves recorrimos la poca distancia que quedaba hasta la furgoneta y entramos. Supusimos que se estaba tomando su tiempo, estaba un poco cortado, recién divorciado y un poco más dormido en sus facetas sexuales, pero yo confiaba en que despertaría antes de que acabara la noche.
Entramos, era muy acogedora, puso la calefacción aunque realmente creo que nosotros teníamos calor de sobra, y me ayudó a quitarme el vestido que tanto juego había dado toda la noche. A ellos les había encantado pero ya era momento de quitármelo. Me quedé desnuda, me dio la vuelta para mirarme el culo porque le obsesionan y el mío le tentaba especialmente. Me azotó, me mordió, se chupó dos dedos y los metió, dilatándolo, disfrutando de la vista y esa sensación de un buen culo apretado. Yo quería verle a él así que le desnudé, estaba para comérselo, y la tenía durísima, preparada para mí. Estuvimos retozando en esa cama, besándonos y manoseándonos. Tenía una actitud con un toque incluso romántico que no me esperaba, después de todo él había sido el más vivo, y ahora estaba muy atento, pendiente de si me dolía, se disculpó por haberme quedado solo con él. Me puso boca arriba y bajó hasta poder lamerme el clítoris, me metió la lengua en esa cueva donde aún no habían entrado ni disfrutado juntos. Yo agarrada a las sábanas, sacándolas de su sitio, juntando el clítoris a su boca para aumentar la presión y sentir ese roce que tanto me gusta. Con una mano se ayudaba para masajearme, y con la otra introdujo de nuevo dos dedos en mi culo, que yo se que es lo que más le apetecía. Así que después de un rato me puse a cuatro patas delante de él para que pudiera disfrutar de mi trasero. Me metió dos dedos, tres, me lo comió, mordisqueó, azotó y cuando no aguantó más me la metió. Me la clavó y sentí que se estaba deshaciendo de gusto. Cada vez más fuerte, diciéndome que si me dolía le pidiera que parara pero ese dolor que estaba provocándome era muy placentero. En ese momento se abrió la puerta de la furgoneta y apareció Jandro, dispuesto a darlo todo, empapado porque llovía, le atraje hacia mí quitándole la chaqueta. Me dijo que me iba a hacer ver el cielo, que me follaría hasta estar agotados y le dije que quería verlo además de oírlo. Vino y empezó a comerme el cuello, siguió bajando y se recreó en mis pechos, y siguió bajando…mmm de nuevo ese roce en el clítoris que hace que me retuerza de gusto. Santi me puso su polla en la cara y la metí en mi boca, chupándole con toda la coordinación que el placer me deja tener cuando a mí también me están chupando. Quise que Jandro estuviera dentro de mí, y por supuesto estaba deseando correrme, así que le puse boca arriba, a horcajadas sobre él y empecé a moverme. Resultó que él, siendo más tímido, era salvaje y bastante más animal en la cama, me decía todo lo que quería oir, con un tono soez, mucho más sucio. Me la clavaba muy fuerte sin importarle si me hacía daño o no. Santi dejaba su polla totalmente a mi disposición, la lamí entera, una y otra vez, se la comía a la vez que mi cadera aceleraba el ritmo y sentía a Jandro con una erección enorme. Pero Santi también despertó a su animal y, sujetándome por el pelo, me marcó los movimientos para meterla en la boca más y más dentro. Los tres estábamos disfrutando. Mientras seguía bailando sobre Jandro tuve q sacarme la polla de Santi para gemir casi a gritos, restregándome bien, hasta estallar entre mis dos gemelos en un largo e intensísimo orgasmo. Después seguí mamándole pero durante poco tiempo porque la tenía a punto y un par de succiones bastaron para que se corriera en mi boca y salpicara mis pechos. Ahora podía aumentar mucho más el ritmo al gusto de Jandro que me sujetaba fuerte de las caderas para sacarla y meterla a su antojo, más rápido, más duro. Resbalábamos entre nosotros por el sudor pero él concentrado en mí y en su placer no paraba, y siguió follándome un rato más hasta que sus movimientos fueron más incontrolados y mucho más tensos, casi me dolía el punto donde sus manos se perdían en mi cadera justo antes de correrse dentro de mí.
Estuvimos un rato los tres echados en la cama, repasando toda la noche. Me lo había pasado de miedo.
Ya eran las 08:00. Me vestí, les besé y me fui dejando en esa furgoneta una nueva fantasía cumplida con mucha más pasión que la que mi cabeza podría haber creado.