Cougars Bar

Una mujer hace todo lo posible por seducir a su hijo y recibe la ayuda de una pareja incestuosa que la guiarán por el buen camino.

Cougar’s

Seguramente pensaran que soy una demente cuando les cuente lo que pasó hace poco tiempo, yo misma me consideraba una loca antes de que todo ocurriera como ocurrió. Pero déjenme contarles desde el principio como me convencí de que el incesto es lo más hermoso que existe en esta vida. Después si lo desean pueden juzgarme.

Mi nombre es Delia, actualmente tengo 45 años y vivo sola con mi hijo Armando de 25 años. Vivimos solos desde hace ya 3 años que me divorcié de mi marido, él me cambio por una mujer mucho más joven que yo. El problema es que en estos 3 años que llevo viviendo sola con mi hijo ha nacido en mí una terrible obsesión por los hombres jóvenes. Es como si me quisiera vengar de la traición de mi marido haciendo lo mismo que él me hizo a mi primero. He tenido una muy buena cantidad de amantes que no rebasan los 30 años e incluso he estado con chicos de hasta 16 años y me ha producido un enorme placer. Pero en los últimos meses fui incapaz de entregarme a ningún amante pues poco a poco se ha ido metiendo en mi cabeza la idea de entregarle mi cuerpo a mi propio hijo Armando. Cuando lo veo mi cuerpo sufre un escalofrío al pensar en poder estar entre sus brazos y acariciar su pecho musculoso. Mi deseo me provoca que mi vagina se humedezca cada vez que pienso en él, haciéndome imposible vivir una vida normal.

Sin embargo siempre creí que ese deseo era una locura que debía de quitar de mi mente si no quería terminar en un manicomio. Eso fue hasta que conocí por internet a Estrella. Una amiga que conocí en el Facebook mientras buscaba a alguien para platicar sobre el tema del incesto.

Estrella es todo lo que yo anhelo ser, pues a sus 53 años lleva una relación amorosa y sexual que ha durado 15 años con su hijo Mauricio que actualmente tiene 35 años de edad. Cuando me relató como su hijo la hizo suya cuando él tenía apenas 20 años y ella 38 me excité al grado de masturbarme frenéticamente luego de verlos follando al otro lado de la webcam. Ahora Estrella es la esposa de su hijo y su esclava sexual, Mauricio es un verdadero toro semental que mide 2.00 mts y debe pesar por lo menos 110 kilos de puro musculo. Estrella en cambio es una mujercita menudita de menos de 1.70 y que no debe rebasar los 75 kilos. Verlos haciendo el amor a través del monitor fue súper excitante, pero no me esperaba lo que seguiría en los próximos días y que me llevarían a vivir en ese mundo mágico y hermoso del incesto.

Estrella me aseguraba que el incesto entre madre e hijo era de lo más natural y que debía de ser fomentado. Al grado de que Mauricio con un poco de ayuda del dinero que le mandaba su padre ya se había convertido en un joven empresario y construyó un antro dedicado exclusivamente a mujeres como yo; maduras, fogosas y experimentadas que quisieran conocer y tener sexo con jóvenes enérgicos. El antro se llamaba Cougar’s y estaba situado en una zona muy exclusiva, pero a la vez lo suficientemente discreta como para no llamar demasiado la atención. Estrella y Mauricio pusieron tanto interés en mi caso que me propusieron conocerme en persona para platicar y planear la forma de seducir a mi propio hijo. Lo que seguiría sería una montaña rusa de sexo, placer y perversión deliciosa.

Día 1 (Domingo)

El primer día fue un domingo y me invitaron a tomar un café, en una cafetería que por cierto también es propiedad de Mauricio. Lo que me sorprendió más fue que Mauricio no le ponía tanta atención a su madre como me ponía a mí. A pesar de eso Estrella parecía disfrutar de lo lindo mientras veía a su hijo insinuándome propuestas de lo más indecorosas. Cosa que por supuesto me prendió de una manera indescriptible, solo de imaginarme atravesada por ese toro en brama igual que como había visto a mi amiga a través de la pantalla me ponía a mil por hora, por lo que obviamente pronto accedí a jugar el juego que Mauricio me proponía. Sin hacer escalas fuimos directamente del café a casa de Estrella a hacer un menage a trois delicioso. El centro de atención esa tarde fui yo; tanto Estrella como Mauricio me prestaban el 100% de su atención y yo estaba extasiada entre esos dos amantes incestuosos que me invitaban a su mundo fantástico.

Me dejó asombrada la cantidad de juguetes sexuales que tenían a su disposición, así como la lencería y otras prendas sexys que Estrella me presumió y que usó conmigo también. Mauricio me penetró en una docena de posiciones diferentes y estrella no dejaba de tocarme y besarme de mil formas distintas. Mi trasero tampoco se salvó de las embestidas de Mauricio y al final Estrella se puso un consolador con arnés para hacerme una doble penetración. Se nos hizo de noche y ellos seguían dándome placer como si fueran máquinas, no bien se venía Mauricio en cuestión de minutos el semental ya estaba nuevamente asaltándome frenéticamente. Al final mis piernas ya no me respondían, Mauricio me llevó casi cargando a su auto para llevarme a casa y cuando me dejó en la puerta las piernas aún me temblaban.

Me habían cogido salvajemente esa noche y era algo que quería que se repitiera indefinidamente, pero quería a mi hijo en esa experiencia, ahora que había visto cómo vivían Estrella y su hijo, deseaba ser parte de eso también y haría todo lo que fuera necesario para lograrlo. Sí, ya había cruzado la línea, si esto es una locura yo estaba loca de atar.

Día 2 (Lunes)

Estrella me dio varios consejos esa noche para seducir a mi hijo y poco a poco los llevaría a cabo y al pie de la letra. Lo primero que hice el lunes en la tarde llegando del trabajo fue irme directo a mi recamara, ahí me cambie y me puse ropa más ligera. Salí y después de cenar con mi hijo le pedí un masaje de pies. Al principio él estaba sorprendido de mi petición, pero le dije que había tenido un día terriblemente pesado y en verdad necesitaba su ayuda, así que él accedió y se puso en posición, yo me senté en el sillón individual de la sala y él se puso de rodillas frente a mí. Me descalzó y me untó crema en los pies, en cuanto empezó a acariciarlos y a masajearlos yo empecé a estremecerme, casi no podía contener mi excitación, pero debía hacerlo para no espantarlo. Cuando pasó masajeando unos minutos en cada pie le pregunté si sería mucho pedir que siguiera con mi pantorrilla a lo que él accedió de inmediato, se notaba que él también estaba un poco emocionado ya que el estupor del principio había desaparecido y ahora estaba más entusiasta que antes. No tuve que rogar demasiado para pedirle que me acariciara un poco los muslos, lo que hizo con gran diligencia. No fue mucho tiempo el que pasó cuando yo estaba totalmente empapada, con las piernas abiertas y mi hijo tocándomelas, no pude evitar tener un orgasmo, fue cuando le di las gracias por su amabilidad conmigo y me fui a acostar, me fui a mi recamara  y tomé un dildo que Estrella me regaló para masturbarme frenéticamente esa noche, lo mejor es que me imaginaba a mi propio hijo haciendo lo mismo en ese momento, haciéndose una rica paja en honor de su madre que tanto lo amaba.

Día 3 (Martes)

Al día siguiente desperté totalmente desnuda, toda la noche tuve sueños eróticos, estaba completamente empapada entre las piernas y súper ansiosa por tener a mi hijo en la cama follándome duro. Lo primero que hice fue masturbarme nuevamente en honor a mi hijo, acto seguido me dispuse a seguir con el plan y me metí a bañar justo antes de que Armando despertara.

Así como salí de la regadera fui a mi recamara y en lugar de vestirme como normalmente lo hacía me puse mi bata de dormir sin nada de ropa debajo y esperé unos minutos a que Armando bajara a la cocina a desayunar.

Comencé a prepararle el desayuno en bata, cada que podía me agachaba para que el me pudiera ver bien y notara que no traía nada puesto debajo. Como estaba de espaldas no podía ver su cara, pero me imaginaba que me estaría viendo con mucha lujuria. Después de eso le lleve su plato a la mesa de la cocina. Me senté frente a él y discretamente deje que la bata se me hiciera a un lado  para enseñarle uno de mis senos. Mi excitación era enorme, así que mis pezones estaban bien erectos, si de por si se me notaba por debajo de la bata dejándolos al descubierto era más que evidente.

Ahora sí podía ver la cara de mi hijo, el pobre no probaba bocado pues sus ojos estaban fijos en mi pezón que se asomaba por entre los pliegues de mi bata, yo sonreía satisfecha al ver su cara y su boca abierta casi hasta el suelo. Me encantaba porque sentía que me miraba como a una mujer cualquiera y no como a su madre. Eso era lo que yo necesitaba según Estrella. Después de un rato por fin reaccionó y me dijo que tenía una “bubi” de fuera. Yo fingí estar sorprendida y le dije que por las prisas ni me había podido vestir después de la ducha. Era una pésima mentirosa, pero eso no importaba. La misión estaba cumplida.

Eso fue por la mañana, regresando de trabajar, ya casi de noche, le volví a pedir a Armando un masaje, pero esta vez no en los pies, sino en la espalda. Esta vez el reaccionó de inmediato, no le tuve que dar explicaciones, al instante se puso de pie y aceptó ayudarme. Lo llevé a mi recamara y me recosté boca abajo sin blusa y sin sostén. A diferencia del día anterior pude notar que mi hijo estaba casi ansioso por comenzar, y al momento de empezar el masaje pude sentir sus manos hirviendo en mi espalda. Fue una sensación de emoción y lujuria extremas. Me imaginaba que su verga debía estar a punto de estallar debajo de su pantalón y hubiera dado lo que fuera por tenerlo dentro de mí en ese momento y así aliviar la presión que debía tener en ese momento tocando la espalda de su madre y deseando follarla. Lo sabía, estaba cien por ciento segura que mi hijo me deseaba tanto como yo a él. Pero Estrella me había advertido que el momento llegaría solo, que no debía desesperarme ni dar un paso en falso. Mientras pensaba todo esto, las manos de mi hijo bajaban cada vez más por mi espalda. Decidí ayudarlo y me desabroché el pantalón para dejar un poco de mi trasero al descubierto. Armando entendió de inmediato el mensaje y bajó sus manos aún más hasta acariciarme la parte donde nacen mis glúteos. No sé cómo pude resistir pedirle que bajara más las manos y me acariciara el culo y el coño. Pero me contuve, sabía que el premio estaba lejos pero era casi seguro. Después de una media hora mi hijo terminó de masajearme, yo deseaba más, pero no debía ser golosa, ya habría tiempo para gozar no solo con sus manos sino con todo su cuerpo después. Me di vuelta dejando mis senos descubiertos al aire para que el los viera y le di las gracias. Él salió algo nervioso de la recamara, pero alcancé a ver muy bien como tenía su verga bien erecta. Nuevamente me acosté mojada y me masturbe aún más fuerte que antes pensando en lo que haríamos cuando fuéramos amantes mi hijo y yo.

Día 4 (Miércoles)

Como mi precioso hijo no tomaba la iniciativa era hora de castigarlo un poquito para ver si así se ponía más atento con su madre necesitada de cariño. Ya que darle puerta no funcionaba era hora de darle celos.

Estaba en el trabajo cuando llegó a mí un paquete.  Era una caja de cartón sin adornos, solo con una tarjeta que decía:

“No lo abras hasta que llegues a tu casa.

Úsalo esta noche, paso por ti a las 11 P.M.

Atte. Mauricio

P.D. No se te olvide modelárselo a tu hijo”.

Un escalofrío de emoción recorrió mi espina dorsal cuando vi la tarjeta. Mi ángel de la guarda me sonreía y me enviaba una invitación a salir esta noche. Estrella y su hijo no se había olvidado de mí por lo que pude ver y me daba mucha felicidad contar con su apoyo.

Llegué a mi casa como bala y de inmediato me di una ducha, saliendo del baño entré a mi habitación y me puse el atuendo que Mauricio me había regalado. No había olvidado ningún detalle por lo que pude averiguar. Una tanga negra de hilo dental, unas medias de red y un liguero negro, un sostén negro de encaje, un mini vestido gris obscuro metalizado, exageradamente escotado al frente y atrás y totalmente entallado. Y cuando digo mini vestido me refiero a que era increíblemente corto y dejaba muy poco a la imaginación. También incluyó en el paquete algo de joyería como aretes, pulseras y una gargantilla todos con joyas preciosas y por si fuera poco un perfume delicioso y unos zapatos de tacón de aguja negros.

Estaba lista, vestida, perfumada y maquillada. Era la hora del espectáculo. Llamé a Armando a la habitación y le modelé mi atuendo, le pregunté que le parecía y él me miraba estupefacto. En lugar de elogiarme sus celos comenzaron a actuar. Me preguntó que para que era el vestido y si iba a salir a algún lado. Le dije que efectivamente pensaba salir esta noche con un amigo que conocí en internet y le pedí que me deseara suerte. Él me veía asombrado al ver a su madre vestida prácticamente como una prostituta lista para salir así con un tipo casi desconocido. Más aún cuando se daba cuenta de que yo disfrutaba verlo así. Abrí los brazos y le pedí un abrazo para que me deseara buena suerte. Armando estaba atónito pero no se resistió al abrazo. Lo apreté fuertemente contra mi pecho y pude sentir claramente su verga dura, erecta rozando mi entrepierna, también sentí como temblaba, tal vez de emoción, tal vez de miedo o incluso de rabia. El deseaba hacerme suya, estaba segura de eso y disfrutaba mucho este juego.

Mauricio no podía ser más puntual. A las 10:55 ya estaba en la puerta de la casa tocando el claxon. No me atreví a dejarlo pasar, salí de inmediato y me fui con él en su auto, un Lotus Elise amarillo. Él venía muy elegante y bajó del auto a recibirme con un beso. Yo me preguntaba si Armando estaría espiando por la ventana, al pensar que así sería yo misma besé a Mauricio con más pasión y pude sentir sus manos acariciando mis nalgas que ya de por si se alcanzaban a ver un poco con ese vestido tan corto y seguramente ahora estarían completamente a la vista con sus caricias tan candentes.

No fuimos a cenar, ni a bailar, ni a ningún lado más que a su departamento. Aparte de la casa donde vivía con Estrella tenía este departamento para él solo y así poder llevar a sus conquistas sin que su madre estuviera completamente al tanto. Esta vez seguramente Estrella sabía con quién iba a pasar la noche pero no quería intervenir. En cierto modo me preocupaba que no estuviera presente porque eso solo significaba que tendría que lidiar con este semental yo sola. Sería una noche larga pero muy placentera.

Día 5 (Jueves)

Afortunadamente me llevé una muda de ropa al departamento de Mauricio, o hubiera tenido que ir vestida como ramera al trabajo pues amanecí entre los brazos de Mauricio totalmente rendida por la noche de pasión que había pasado a su lado. No me había equivocado, yo sola contra ese semental era poca pieza y había terminado medio desmayada después de tan tremenda cogida.

Mauricio me llevó hasta mi oficina y al dejarme me dijo que me iría a visitar por la noche, así que debía estar preparada para recibirlo. Me dio una segunda caja igual llena de ropa y accesorios que tendría que usar hoy en la noche.

El día en el trabajo se me hizo eterno, me moría por hurgar en la caja y ver que sorpresas me había dado mi querido amigo y ponérmelas para que Armando me las viera puestas. Saliendo de trabajar me fui volando en taxi a mi casa, mi ansiedad era tanta que sentía un hormigueo en el estómago y entre las piernas.

Llegué y me fui directo a la recamara a descubrir lo que Mauricio me tenía preparado. Esta vez el atuendo era más conservador, Pude ver que no había incluido ropa interior, solo unas zapatillas plateadas y un vestido rojo muy bonito y mucho más largo y discreto que el de la noche anterior. Esta vez no había joyería ni perfume, lo que me desilusionó un poco, tendría que usar lo mismo de la noche anterior. Supuse que por no haber incluido ropa interior eso significaba que no debía de usar ninguna, la tela del vestido era muy delgada así que se notaría bastante que lo usaba sin nada debajo.

Esta vez Mauricio llegó a las 9:00 P.M. pero a diferencia de la noche anterior no tocó el claxon, sino que tocó el timbre de la puerta. Me puse pálida como fantasma al oír el timbre. Salí de inmediato a abrir y recibí a Mauricio con un abrazo y un beso muy cachondo, sus manos de Mauricio recorrían mis nalgas que no tenían nada encima más que el vestido que me había regalado, pasaba sus dedos entre mis nalgas acariciándome el ano que tanto había maltratado la noche anterior.

De repente noté que detrás de mí estaba Armando viendo como me entregaba a ese hombre en la puerta de la casa sin el más mínimo pudor. Me debo de haber puesto más roja que una granada, pero Mauricio no se inmutó, al ver que me quedaba paralizada él tomó la iniciativa y se presentó con mi hijo, diciendo que era mi novio y que íbamos a pasar un rato juntos en casa si a él no le molestaba. Mi Armandito solo hizo una mueca y dijo que estaba bien para acto seguido subir a su recamara.

Le pregunté a Mauricio que haríamos y él solo me pidió que lo llevara a mi recamara. Mientras lo hacía ya comenzaba a quitarme la ropa, yo temblaba y sudaba de los nervios, me iba a follar en la casa, justo al lado de la habitación de mi hijo, él podría escuchar todo desde su habitación, yo sabía lo que tenía que hacer, gemir y gritar de placer para que él se enterara de lo fogosa que era su madre cuando tenía un joven macho entre las piernas, si esto no detonaba la bomba del incesto en mi casa, nada lo haría.

Estaba tan cachonda que no tarde en entregarme a Mauricio, me ponía en docenas de posiciones diferentes mientras que yo hacía todo el ruido que podía, pedía más y más, en ocasiones le llamaba bebé a Mauricio, bebito lindo, hijito, de mil formas que pudieran identificar mi deseo incestuoso, mi fantasía siendo realizada.

Según yo mi hijo estaría simplemente escuchando desde su habitación mis quejidos de placer, no podía estar más equivocada, no solo estaba escuchando sino que estaba viéndome a través de la puerta que Mauricio había dejado convenientemente entreabierta. Lo pude ver de reojo cuando Mauricio me tenía de a perrito. No quise verlo a los ojos, me daba mucha vergüenza, pero al final sabía que sería mejor si lo hacía, si lo retaba a mantenerme la mirada mientras mi macho me atravesaba. Lo hice, volteé a mirarlo y nuestros ojos se encontraron por un segundo. Armando no resistió y salió volando de ahí de vuelta a su cuarto, ni siquiera tuvo la sutileza de cerrar su puerta sin hacer ruido. Dio un portazo, no sé si por el miedo o por el coraje. Pero yo estaba satisfecha, ahora Armando ya sabía lo puta y golosa que era su madre y lo mucho que disfrutaba el sexo con hombres menores. No paré de gritar toda la noche mientras Mauricio me poseía de mil maneras hasta que ambos quedamos rendidos.

Al irse Mauricio me dejo otra caja con ropa, me dijo que la usaríamos mañana, que sería nuestro gran día.

Día 6 (Viernes)

El atuendo para el viernes era de lo más elegante y erótico a la vez. Tenía un nuevo juego de liguero y ropa interior negra y roja de encaje; un vestido de sirena negro, con la sorpresa de que por la espalda estaba totalmente descubierto hasta donde terminaba mi trasero, es decir que mi trasero completo quedaba totalmente a la vista del público, lo que me escandalizó un poco; No podían faltar las zapatillas negras de punta de aguja y plataforma, más joyería y un nuevo perfume, todo pintaba para una noche maravillosa.

Mauricio llegó a la casa a eso de las 10:00 P.M. Nuevamente llegó tocando el timbre de la casa por lo que imaginé que volveríamos a follar en casa como la noche anterior. No podía estar más equivocada.

Me dijo que iríamos al Cougar’s, su famoso antro exclusivo para mujeres maduras y hombres jóvenes. Armando estaba presente y Mauricio me dijo que si quería mi hijo podía acompañarnos, pues Estrella nos acompañaba esa noche y no quería que hiciera mal tercio. Armando aceptó a regañadientes, yo creo que movido por el deseo de desquitarse de Mauricio y tener una oportunidad de follarse a su mamá de él como él lo había hecho conmigo.

Estrella ya venía en el coche con Mauricio, que esta vez traía un Mercedes Benz para que cupiéramos los cuatro. Si yo pensé que me veía despampanante con mi vestido Estrella lo admito, me opacó cuando bajo del auto para saludarnos. Traía un vestido largo, súper escotado, plateado que se transparentaba por completo, se podía ver sin mucho esfuerzo que no traía nada de ropa interior.

Armando estaba que echaba baba cuando Estrella lo saludo. Mauricio me sentó a mí en el asiento del copiloto y mando a su madre y a mi hijo a la parte de atrás. Mauricio no se anduvo por las ramas, apenas arrancó el auto se sacó la verga del pantalón y me puso a mamársela. Mi hijo estaba atrás viendo todo el espectáculo, yo estaba que me moría de nervios pero debía obedecer, él sabía mejor que nadie lo que se requería para que esta noche todo saliera como lo había planeado.

Estaba dando cabeza a Mauricio mientras mi hijo estaba atrás en el auto, al levantar un poco la cabeza pude notar que Estrella no se había quedado atrás y que también chupaba la verga de mi hijo, en su carita se notaba lo excitado que estaba, aun así al voltear a verlo nuestras miradas se cruzaron, mi hijo se estaba viniendo en la boca de Estrella pero me veía fijamente a mí a los ojos. Se veía con la imagen de su madre en la mente y lo estaba disfrutando. Mauricio no tardo en venirse también en mi boca, el terminar levante la mirada y vi a mi hijo con la boca llena de leche. No pude evitar sonreírle y el me devolvió la sonrisa. Yo estaba feliz y excitada, ya no habría marcha atrás esa noche.

Llegamos al Cougar’s. El lugar era de otro mundo, estaba escondido discretamente en un callejón, para que no cualquiera pudiera encontrarlo, de hecho solo se accedía a él con invitación. El valet parking nos recogió el auto y entramos por una puerta pequeña que solo tenía un pequeño letrero de neón rosa con el nombre del lugar. Armando y Estrella entraron primero, él tenía su mano directamente sobre el trasero de mi amiga, sujetándolo con fuerza, de inmediato los cadeneros dejaron pasar a Estrella sabiendo que era la madre del dueño del lugar y después a Mauricio que me llevaba de la cintura. Una vez pasando el vestíbulo las cosas adquirían un tono todo menos discreto. Había unas 20 mesas en el lugar y una gran pista de baile al centro, aunque la música que estaba en ese momento era más bien para relajarse y platicar acompañados de una copa. Había más de la mitad de las mesas ocupadas, la mayoría por parejas y una que otra con un grupito de cuatro personas a lo mucho. A nosotros nos ubicaron en una mesa reservada en el entresol. Al otro lado de donde nos sentamos había unos cubículos cubiertos con cortinas que no tardaría en descubrir de qué se trataban.

Estuvimos tomando unos tragos y platicando cada quien con su pareja, podía escuchar que Estrella hablaba con mi hijo de sexo, de sus posiciones favoritas, su parte del cuerpo femenino preferida y cosas así. Él estaba encantado con mi amiga, el alcohol lo había puesto muy parlanchín y ponía atención a cada palabra. De repente Mauricio llamó a un mesero y le hizo una seña, en poco tiempo el tono de la música aumentó de velocidad y Mauricio me sacó a bailar. Estrella y Armando se nos unieron en la pista de baile. No me podía mover mucho con el vestido, pero no me hacía mucha falta. Mauricio bailaba muy pegadito y lentamente conmigo, con sus manos sobre mi trasero que estaba prácticamente al descubierto. Después de un par de canciones cambiamos de pareja. Armando me tomaba de la cintura pero yo deseaba que me tomara del trasero igual que Mauricio, que sintiera mi piel como se estremecía entre sus manos. Poco a poco iba bajando las manos, yo cerraba los ojos deseando que se diera prisa antes de que terminara la canción, pero no fue así. Al terminar la música Mauricio me tomó y me llevó con él, pero no a nuestra mesa sino a uno de los cubículos al otro lado del entresol. Eran pequeños cuartos aislados con un gran sillón ideal para hacer el amor. No hice preguntas, Mauricio me quito poco a poco el vestido y me sentó en sus piernas. Hicimos el amor locamente, entre el alcohol y la música yo me sentía transportada a otro mundo, solo quería tener sexo y me entregué a él como si fuera la primera o la última vez que me hacían el amor.

Al lado de nuestro cubículo mi hijo estaba haciendo lo mismo con la mamá de Mauricio, ellos seguían cada paso que dábamos nosotros, me imaginaba estar en su lugar, con mi hijo amado penetrándome, sentía como me mojaba aún más al tener esos pensamientos. Después de un rato Mauricio había terminado ya conmigo, estaba cansada, pero deseosa de más. Sin embargo me dijo que me vistiera y que me preparara para lo mejor de la noche.

Salimos, Estrella y mi hijo ya estaban en la mesa y nos recibieron con una sonrisa de satisfacción. Estrella elogió los dotes de mi hijo como si elogiara su bonita letra o cualquier cosa de lo más normal, ambos nos sonrojamos con el comentario, y justo antes de sentarnos Mauricio propuso reacomodarnos cada quien con su respectiva madre o hijo. Así pues me quede sentada al lado de Armando mientras que Estrella se sentó con Mauricio. Al principio era raro pero mis amigos rompieron el hielo primero y empezaron a acariciarse y besarse frente a nosotros. Mi hijo estaba claramente turbado al ver eso por primera vez, yo volteaba a verlo pero él no apartaba la vista de la pareja incestuosa, quería decirle que siguiera el ejemplo, pero las palabras no me salían de la boca. Sentía un calor insoportable en las mejillas y en mi vientre, mis pezones erectos y mi entrepierna mojada y con una comezón terrible, necesitaba a mi hijo ahora, pero tenía que ser paciente. Estrella y su hijo no dijeron una palabra y se fueron de regreso a los cubículos. Armando y yo nos quedamos sin poder vernos uno al otro, la media hora que se tardaron mis amigos en regresar a la mesa se me hizo la más incómoda y eterna de toda mi vida. No podía ver a mi hijo a los ojos y mucho menos hablarle, era como si estuviera desnuda en medio de una plaza pública, sudaba copiosamente, hasta me temblaba la mano cuando levantaba mi copa. Un mesero se nos acercó para preguntarnos si necesitábamos algo. Quise decirle que sí, que quería irme a un cubículo, pero me quedé callada, Armando le dijo que no, que no necesitábamos nada.

Mauricio y su mamá regresaron por fin, nos debieron de notar claramente turbados porque Mauricio en lugar de sentarse le pidió a Armando que lo acompañara al baño, Estrella se sentó a mi lado y me dijo que no había porque preocuparse, que todo estaba saliendo como lo había planeado y que me hiciera a la idea de que entre más tiempo pasara para que mi hijo me hiciera suya, más placer experimentaría.

Nuestros hijos regresaron después de unos 15 minutos, Armando se veía claramente nervioso, pero contento, de inmediato invitó a Estrella a un cubículo y Mauricio me invitó a mi nuevamente, yo creí que simplemente las cosas no se darían esa noche pero me equivoqué. Al llegar a los cubículos Mauricio tomó a su madre y se metió con ella, y mi hijo me tomó a mí de la mano y me llevó a mí a nuestro cubículo. Yo sentía que flotaba, de repente creí que me desmayaría de la emoción, veía borroso y me zumbaban los oídos. Pero en cuanto mi hijo me tomó de la cintura y me besó los labios regresé a la tierra como un meteoro. Él me hizo una pregunta, que si de verdad estaba segura de querer esto, le dije que sí, que definitivamente era lo que quería más que nada en el mundo, demostrarle mi amor de madre y de mujer al mismo tiempo. Entonces yo le pregunté si para él estaba bien tomar a su madre y me contestó que sí, que lo perdonara por no haberlo hecho antes pero que solo con el ejemplo de Estrella y Mauricio había podido saber que lo que él deseaba no era nada malo.

No dijimos ni una palabra más, nuestras manos se enredaban con la ropa, jadeábamos y sudábamos como locos tratando de salir de una camisa de fuerza, al final logré despojarme del vestido y él de su ropa, de inmediato me puse de rodillas para mamarle su verga a mi hijo. La chupaba como si fuera ambrosía, como si fuera lo último que me fuera a meter a la boca, quería que mi hijo supiera cuanto lo amaba y mi boca se encargaría de hacérselo sentir. Sus manos tomaban mi cabello, me acariciaban y yo gozaba como nunca comiéndome a mi hijo. Pero quería sentir aún más. Así que me levante y me recosté sobre el sillón con las piernas abiertas. Quería a mi hijo adentro de mí, quería que volviera al lugar por donde había salido, que volver a tener aunque fuera solo una parte de él dentro de mí y no podía esperar más, ni él tampoco afortunadamente, se abalanzó sobre mí y me penetró al instante, su rico pene estaba entre mis piernas y me estaba follando con todas su enjundia, creía que me iba a partir en dos, que me moriría en ese momento de puro placer.

Perdí por completo la cuenta del tiempo, pudieron ser segundo u horas las que mi hijo me penetró, igual el placer fue infinito, no paraba de pedir más y más, tuve un orgasmo tras otro, nada me podía hacer más feliz de lo que estaba en ese momento. Al fin pude sentir a mi hijo viniéndose dentro de mí, al sentirlo comencé a llorar de placer y felicidad, mi fantasía más alocada se estaba convirtiendo en realidad, entregarme a mi hijo ya no era motivo de mis masturbaciones sino una realidad. Esa noche, gracias a mis amigos Estrella y Mauricio, comenzó una nueva etapa de mi vida, donde ya nunca me sentiría sola.