Cosquillas en vacaciones (2)
Cosquillear los pies de Morena me deleitó, pero yo quería más y más...
Después de la noche que disfruté con los pies de Morena, había aun alguien que me movía el tapete... Debora. Ella como ya lo sabemos ( si no lo sabes, actualízate con "Cosquillas en vacaciones") era como de 26-27 años. Lo que me guardé es que ella es una mujer alta, como de 1.80 , trigueña, y con muy bonita cara y cuerpo. Su culo es impresionante, sus piernas gruesas, y sus pies... para qué les digo. Suculentos. Ella es muy buena amiga de Morena, pero a la mañana siguiente (del relato anterior) noté sus piernas gruesas y atléticas cuando se levantó, a pesar dela pijama que usó para dormir. No dejaba de admirar sus pies, y mucho menos cómo movía los deditos tan delgaditos y suculentos que tenía, ¡cómo me dieron ganas de tocarlos¡
Esa mañana precisamente, se paró a la cocina , pues al parecer tenía hambre . bueno, siendo una mujer tan alta, no me asombró que fuera de buen apetito. Como yo era el único que se había parado (un tanto por ella y otro tanto porque Morena seguía soltándome rodillazos en el pecho) me dijo -¿quieres desayunar? Yo asentí que tenía un poco de hambre, y sin dudarlo ella preparó algo delicioso de desayunar. Quería aprovechar la oportunidad para acercarme a esos pies deliciosos, pero el aroma del desayuno levantó a todos y prohibió que tuviera la intimidad necesaria para llevar a cabo mis fechorías...ñaca, ñaca.
Ese mismo día hombres y mujeres rompimos el hielo completamente y salimos juntos a la playa. Con morena me la pasé platicando como si nada "extraoficial" hubiera pasado, pero de alguna manera (no sé si gracias a la hora del desayuno o porque se dio cuenta de lo ocurrido con Morena) Debora avivó su plática conmigo. Ella es una chica que no aparenta su edad, pareciera como de 20, desinhibida, y curiosamente compartimos los mismos gustos musicales. En la playa todo fueron risas y diversión entre todos, pero de pronto llovió y por lo mismo las chicas quisieron regresar al bungalow. Ya estando ahí, Morena quiso continuar con sus clases para flotar y se metió a la piscina que estaba cerca. Yo la seguí, pues detesto la sensación de la arena en los calzones, y su amiga Debora no se hizo del rogar.
Ya estando en la piscina se metieron mis amigos, pero al rato se salieron argumentando que tenían hambre. Yo también tenía, pero quería ver si había oportunidad de tocar y cosquillear los pies de Debora. Morena pataleaba por toda la piscina, y curiosamente se fue de nuevo al chapoteadero de junto (quizás pensando que yo seguiría el juego del día anterior) y sí lo hice, pero solo cosquilleé sus pies morenos, pues también noté que ella no rozó de nuevo mis genitales. Un poco cansado y hambriento, me salí del chapoteadero, cuando Debora me dijo:-¿me ayudas a buscar mi sujetador? No lo encuentro- y era cierto, el sujetador que tenía en su larga cabellera debía de estar en el fondo de la piscina.
Yo, sin hacerme del rogar me lancé de nuevo al agua... y la ayudé a buscarlo. No apareció, pero como yo también uso sujetadores de cuando en cuando, le dije: -no te preocupes, yo traigo unos de sobra- eso pareció tranquilizarla, la verdad no sé por qué, pues un sujetador no es nada... pero el pretexto fue excelente, pues los dos quedamos solos en la piscina y ella era muy buena nadadora. Sabía flotar demasiado bien, y de repente sacó del agua su par de pies. Noté como sus delicadas plantas estaban ya arrugadas por el agua. Sin contenerme ni reprimirme, tomé uno de ellos (no alcancé a cachar el otro) y lo sostuve. Ella, sabiendo flotar, siguió el juego.
Le pregunté...-¿tienes cosquillas?- al momento que le sobaba la planta del , y ella me regaló una sonrisa que aún me excita: -sí, soy cosquilluda, ji,ji, pero con el agua ya no tengo tanta sensibilidad- y era cierto, pues sus risas eran como de una niña pequeña que disfruta cuando su tío o su papá le cosquillea su piecito. Yo seguí cosquilleando ese pie del número 26, según me confesó a base de cosquillas, y ella reía...ju,ju,ju, pero no se resistía. Gracias a Dios el agua tapaba mi erección, y fue mayor cuando le pregunté...-¿en dónde tienes más cosquillas? Ella me respondió: -¡ahí¡, ja, ja, ja, ja,¡ en mis arcos¡¡¡
Me imaginé que quizá fuera del agua sus pies recobrarían sus sensibilidad común y ella sería aún más vulnerable, así que luego de un laaaargo rato de cosquillas me calé, espere a que se pasara mi erección y me salí de la piscina. Ella salió al poco. Mientras yo me excitaba con esa chulada de mujer, mis amigos durmieron una siesta, y ahora que estábamos afuera, tenían ganas de salir a la calle a dar la vuelta. Yo obviamente me hice el cansado y no los acompañé, pero Morena sí. Las otras dos chicas ya se habían dormido, así que sólo quedamos despiertos Debora y yo, aunque ella ya tenía sueño.
Se acomodó en su cama, y yo me auto-invité a sentarme, junto a sus pies. Éstos ya estaban secos, yo siguiendo el juego le cosquilleé una planta sobre la sábana, y le pregunté:-¿dónde está el otro?- -aquí- respondió ella, mientras botaba la sábana con los pies. Ya juntos, en silencio, noté que tenía un lunar en la planta del pie izquierdo, justo sobre el arco, justo sobre su zona más sensible. Le hice más cosquillas, incluso olí sus pies, pero ella ya no reía a carcajadas, más bien parecía relajarle y ayudarle al sueño, pues me dijo: - por qué me haces cosquillitas? yo, me quedé frío, y le dije...-no lo sé, ¿no te gusta?- ella contestó-no, no me molesta, me relaja...se sienten rico- y así siguió el juego, hasta le olí sus pies, y ella sonriendo me preguntó:-¿por qué me los hueles? ¡huelen mal?- pero no olían mal, olían a chancla. Debora disfrutó mis cosquillas hasta que se quedó dormida y yo, caballerosamente le tapé sus pies con la sábana nuevamente. Tenía ganas de besarlos, pero me contuve, quería esperar a que estuviera rotundamente dormida para no correr riesgos.
Pero en eso, llegaron los otros, y Morena con ellos. Ella, al verme a los pies de debora debió sospechar algo, pero no me lo dijo, pues hasta volví a dormir a sus pies, esta vez sí dormí, y no pude lamérselos. Pensaba lamer sus pies y los de debora, pero a la otra noche cambiamos de bungalow y los varones y las chicas quedamos separados por una fría pared de concreto.
Bueno, eso pasó en esas vacaciones, que han sido las mejores de mi vida. ¡saludos ¡ y esperen más relatos del autor anónimo, pues hay muuuuuuuuchos más.