Cosquillas en la vulva
Infidelidad, todo pecado tiene precio. Marta lo tuvo que pagar... con cosquillas.
Este relato me ocurrió después de "cosquillas en la posada". Resulta que yo acababa de terminar con mi novia (sí, la morenita ) y me sentía algo melancólico, así que seguido me iba a fiestas con mis amigos. En una ocasión por azares del destino caí en casa de una chica que ofreció una pequeña fiesta para conocer gente. ella vivía en un pequeño depa que rentaba en la azotea de una casa. llegué con mis amigos, y me la presentaron. Su nobre era Marta, y en realidad era una chica como de mi edad, no muy alta, güerita, de cara y sonrisa simpática,que traía un traje azul completo que usaba para trabajar (trabajaba en una fábrica, mientras estudiaba). no platicamos mucho, y con el tiempo y las copas, la gente comenzó a bailar, y más tarde pasaron a retirarse. Yo, en cambio, me tomé unas cervezas y me disponía a irme, cuando ella me llamó. Platicamos muy a gusto, y me comentó que tenía novio, pero que vivía lejos de la ciudad, y sólo lo veía los domingos, pero que le daba gusto conocer gente nueva. al parecer le agradé, pues sentí cierta malicia en su mirada, y con el calor de la plática, me invitó al día siguiente a su casa, cuando no hubiera nadie que interrumpiera nuestra plática...
Yo sentí que ella extrañaba a su novio y que necesitaba un hombre de fin de semana, pero como no tenía nada que hacer, y acababa de terminar mal con mi novia, decidí tomar la invitación. Llegué puntual ese sábado, y ella no tenía su oberol de fábrica, sino más bien un pantalón ajustado y una blusa escotada que dejaba ver sus encantos, ¡al fín podía ver su figura, y aunque era una niña chaparrita, su cuerpo no estaba nada mal.
-Hola_ le dije. -me da gusto verte-
-a mí también! pero llegaste muy puntual, yo quería preparar algo de comer, pues no tengo nada listo. ¿tienes hambre?-
-no, no te preocupes, gracias-
-pues pásate, ponte cómodo, pero no veas el tiradero que tengo.-
entré de nuevo a su depa, y noté que llevaba unos zapatos abiertos que dejaban ver sus empeines güeritos, al igual que sus talones, y sus gluteos se marcaban demasiado con ese pantalón que traía puesto. sin quererlo, me excité y se hizo un poco notable, porque ella con mirada maliciosa volteó a ofrecerme un refresco y vió el bulto que había en mi pantalón, mientras sonreía y finjía no haber visto nada.
-Me da gusto pasar el fin de semana contigo, pues por aquí no conozco a nadie-
-ya lo creo- le dije, mientras trataba de ocultar mi erección con un cojín que tenía en su sillón.-
-bueno, ya... sin rodeos, me he dado de que te gusté.-
-y cómo lo sabes? -dije, tratando de hacerme el tonto.
-se siente...-me dijo, mientras se sentaba a mi lado. -además, está bien, porque tú también me agradas, por eso te invité solo a que vinieras.-
-y no te importa tener novio?- le dije, sin saber que podría afectar el resultado del encuentro.-
-pues...francamente no. él no está aquí, y capaz que también se porta mal cuando no nos vemos. Tú estás aquí y es lo que importa.-
diciendo esto, se acercó más a mí, y casi se me acomoda encima. Me dió un beso suave en los labios, y puso su mano en mi pecho.
¡qué zorra! pensé en mis adentros. Esta mujer tiene corazón de condominio, y merecería que la castiguen o que su pobre novio la abandone.
-quieres ponerte más cómodo?- me preguntó, mientras me abrazaba.
-creo que vas muy rápido- le dije.
entonces ella subió sus piernas sobre las mías, y noté lo cortitas que eran. en verdad esta chica era muy bajita, pero sus piernas estaban carnosas, y su pantalón de licra dejaba ver sus pantorrillas , que francamente me dieron ganas de morder.
No es que ella me desagradara, al contrario, una parte de mí sí quería fornicar con ella, por otra me decía que esta niña era una cualquiera, con pocos sentimientos y que... merecía su castigo, así que decidi divertirme con ella...
lentamente, acaricié sus piernas, y ella puso una cara de satisfacción.
-veo que no pudiste resistirte a mis encantos- dijo con una sonrisa perversa, dejando ver sus enormes dientes.
lentamente, le descalcé los pies, y pude ver unas patitas deliciosas, como del 2y medio, blancas y con uñas como lunas en la punta desus deditos regordetes. Una cosa que noté, fué que sus pies despedían un olor un tanto desagradable, pero que me excitó, y tal excitación creció aun más al rozar sus dedos...
-oh! veo que ya comenzaste a desvestirme travieso, je, je, je-
todavía no terminaba de decirlo, cuando comencé a cosquillear sus plantas de los pies.
-Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, eres tremendo, no me hagas así que siento muchas cosquillas, ja, ja, ja, ja,!-
se aventó hacia atrás, y en realidad tenía muchas cosquillas pues sus risas pronto se convirtieron en carcajadas y eran bastante fuertes.
duró un rato el jueguito, hasta que finalmente terminé acariciando levemente sus plantas de los pues con mi uña, mientras ella trataba de controlar su risa, pero al parecer le exitó un poco, pues en ningun momento retiró sus pies de mis manos. excitadísimo yo, y con las manos oliendo a pies, decidí explorar sus piernas gruesas, y levanté la pierna de su pantalón, dejando ver una pantorrilla perfectamente depilada.
-oye... eso está mucho mejor... aunque todavía me haces cosquillas-
mordí su pierna, y sus corvas, mientras ella reía suavemente, pues también ahí era muy sensible, finalmente lamí sus rodillas y fué ahí cuando me dijo
-por qué no nos vamos a mi cuarto?-
corrío descalza hasta él, y abrió la puerta. entramos, me lancé sobre ella, muerto de la excitación, y nos desvestimos, quedando únicamente en calzones. tomé sus pechos, eran bastante grandes, y percibí su aroma a sudor (se ve que no se había bañado, de ahí lo apestoso de sus pies) lamí su vientre, su espalda, y su cuello, mientras ella continuaba el juego sexual en el que nos habíamos involucrado.
Ninguno de los 2 sentía nada por el otro. Simplemente satisfacíamos nuestras necesidades biológicas de una manera poco recatada, pero lo importante es que mi plan iba a la perfección, pues ella aún pensaba que iba a hacer su santa voluntad. Conforme pasaba el tiempo, las caricias se hacían más eróticas, ella se excitaba cada vez más mientras mordía sus lóbulos de las orejas, su cuello, besaba sus senos, y lamía sus ingles, hasta que se despojó de sus calzones como toda una dama y me dijo
-ya no puedo más! Quiero hacerlo.-
-muy bien, acuéstate y ábrete de piernas- le dije vulgarmente pero al hacerlo me excité aun más. Ella flojita y cooperando, accedió y aunque su cuarto estaba oscuro, pude presenciar con delicia la escena: ella estaba acostadita sobre una colchonetita a un lado de su cama. Al lado estaban sus prendas y ella sonreía con lujuria mientras esperaba que yo me subiera a su cuerpo y la penetrara, hasta podía ver los velllitos de su pubis, y la plantas de sus pies rosaditos que esperaban inquietamente mientras los movía con nerviosismo. Me le acerqué, me subí sobre ella y rocé mi miembro erecto sobre su vulva, mientras yo sentía que mis calzones estaban mojados . besé su ombligo con delicadeza, y olí su vagina. Era un olor fuerte, pero embriagante, sus ingles estaban calientes y tomé fuertemente sus piernas y las besé, seguí hasta sus pies, y de repente... comencé a hacerle cosquillas en las plantas con delicadeza, muy traviesamente.
-ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja, no sigas, que me vas a quitar lo cachonda! Ji,ji,ji, en mis piecitos noooo!-
ella se retorcía, y no podía escapar pues yo estaba sentado casi sobre ella y no podía liberarse, ni siquiera podía cerrrar sus piernas jugosas fácilmente, así que la cosquillé más violentamente y sentí como latigueó su cuerpo, mientras cosquilleaba sus muslos a la par de sus pies
-NOOOOooo!!! Ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja, no me hagas esto, por favor, ¿qué te hice? Jaaaaaaaaaaa!
Mientras hacía esto, ví su vaginita y comencé a cosquillearla ligeramente con mi dedo húmedo. Su risa se volvió muda, como si se convulsionara pero ya no reia a carcajadas, más bien reía para ella sola, pero yo proseguí mi tormento...
Cosquilleaba sus ingles y su vagina, alternaba con sus muslos, y ella seguía con sus convulsiones, y con su risa muda, como si estuviera en trance. Lentamente comencé a subir, a su ombligo e introduje mi dedo en su vagina.
-ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja, así nooooo!!! Me vas a matar, jjaaaaajaaaaaajaaaaa!-
así que noté que su vagina también era cosquillosa, pero no tanto como sus pies. Volví a bajar y cosquilleé sus plantas (acomodé un cojín largo entres sus piernas para que no pudiera cerrarlas ) y sus carcajadas se volvieron violentas de nuevo. Para deleitarme, le hice cosquillitas con la lengua en sus senos, y sus pezones, que estaban hirviendo y a punto de reventar. Con sus manos trataba de evitar que la cosquilleara, pero no podía defenderse mucho, pues comencé a hacerle cosquillas en las axilas y sus fuerzas se diezmaron, así que solamente logró asir mi pene erecto e intentó cosquillearlo también, lo cual me excitó muchísimo, pero doblé el castigo, pues con mis pies cosquilleaba también los de ella, mientras con las manos continuaba cosquilleando sus axilas, sus senos y luego regresé a su vagina.
-jaaaaaaaaaaajaaaaaaaaaaaajaaaaaaaaaajaaaaaaaaa! Malvado! Te aprovechas de mí, ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,-
-no, no me aprovecho de ti- le dije, casi con un hilo de voz, pues yo me encontraba exageradamente excitado.- tú eres la que querías saciar tu apetito sexual conmigo, pero te falló, así que cuchi, cuchi cuchi!!!
-nooooo, ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,!!! Por favor, ya nooo!!!
Paré las leves pero tormentosas cosquillas que le hacían mis dedos del pie a sus plantas, y sus risas se suavizaron de nuevo, pues otra vez reía calladamente, mientras agotada, trataba de defenderse sin resultado. Cuado intentaba levantar su torso del suelo, cosquilleaba su vagina, que ya chorreaba líquido, y así la risa le impedía lograr su cometido. Noté que ella sudaba, producto de las brutales cosquillas que le hacía a su cuerpo desnudo, pareciera como si recién hubiera salido del agua. Me apiadé de ella un momento, y le dejé tomar aliento, mientras le acariciaba sus muslos y sus senos, como "!premio" por soportar tal tormento. Las caricias se hicieron más y más eróticas, hasta que escuché algunos gemidos provenientes de la oscuridad de su cuarto. Su vagina estaba completamente empapada, y ella me devolvió el gesto acariciando mi pene y mi espalda. Las ganas de fornicar con ella estaban a punto de estallar, pero me dí cuenta que no podía rebajarme a su nivel. Así que reanudé el cosquilleo en su vaginita y en su ingle, y la reacción fue tan violenta, que se revolcó mientras reía. Ahora ella estaba boca abajo, y ni tardo ni perezoso me monté de nuevo sobre de ella y seguí cosquilleándola, esta vez en sus corvas.
-jajajajajajajajajaaj!!! Ahí se siente rico, ji,ji,ji,ji,ji,ji,ji, -
noté que le gustaba esa sensación, así que volví a sus plantas, mientras sus carcajadas se ahogaban en una almohada que ella tenía debajo. Subí y cosquilleé sus glúteos con mi lengua, y subían y bajaban rápidamente, queriendo escapar de ella, hasta que tomé un objeto suave que hallé en la oscuridad (a encender la luz me dí cuenta de que era un listón) y le hice muchas cosquillas en su ano.
-Nooooo! Para,ja,j,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja, ahí noooo!!! Jaaaaaaajaaaaaaaaaajaaaaaaajaaaaaaaaajaaaaaa, no puedo más, ja,ja,ja,ja,
que bien! Pensé . también su ano es muy sensible, y como era elicioso escuchar sus carcajadas, con una mano cosquilleaba su vagina y con un dedo su ano, mientras con la boca mordía sus glúteos.
-ju,ju,ju,ju,ju, ¡mejor métemela, pero ya para las cosquillas, ja,ja,ja,ja,!-
su espalda también era muy cosquillosa, sobre todo encima de las pompis, donde están los riñones. De pronto noté que empezó a toser, producto de la saliva que chorreaba de su boca y paré el castigo, mientras cariñosamente le daba palmaditas en la espalda.
-cof, cof,cof! por favor, ya no puedo más!.- dijo ella.- siento rico en mi vagina y detrás de mis piernas, pero me matas, ya me duele mucho mi estómago. Para las cosquillas y te haré lo que quieras.-
-y así lo hice. Sólo la cosquilleé suavemente, en sus ingles, mientras ella me hacía un delicioso sexo oral, que hasta la fecha ha sido el mejor de mi vida. De mi miembro chorreaba bastante semen, y ella lo tomó entre sus manos.
-vaya, se ve que tiene mucho tiempo que no te venías, ¿eh?- Me dijo con una sonrisa, mientras jugueteaba su dedo con mi pene, justo bajo la cabeza. -Tú no tienes cosquillas?-
-no. le dije. pero me fascina hacerlas-
-ya me di cuenta, travieso!- me dijo mientras rascaba la planta de mi pie, pero no me provocó nada.
-¿y tampoco tienes aquí? Comentó mientras rozaba con su dedo mi pene y mis testículos.
-no, bueno, no lo sé. Se siente muy rico-
seguimos platicando toda la tarde, desnudos, como amigos, acariciando nuestros genitales. rato después la masturbé yo a ella, no sin antes hacerle más cosquillas. Ella me volvió a masturbar, y así continuamos el juego.
Después de un par de sábados más que pasamos así, ella recapacitó y se sintió mal por engañar a su novio. Dejamos de frecuentarnos así no sin antes confesarme que iba a practicar las cosquillas con su novio , y meses después regresó a su ciudad. Sí la extrañé mucho, pero era lo mejor, pues a mi punto de ver, la infidelidad debe castigarse... con cosquillas.