Corrompiendo a Sophie
Leander y las poetisas están estableciendo una nueva vida en Mileto. Por su parte Galatea seduce a Sophie para que se deslice también por el tórrido mundo del sexo salvaje.
La academia de Safo 10: Corrompiendo a Sophie.
El sol había salido por el horizonte y el despertar no podía haber sido más grato para Leander. Sus dos mujeres habían retirado las sabanas y estaban devorando su pene como leonas. En ese instante Sophie mamaba con intensidad su polla hasta alcanzar la mitad de su portentoso miembro. Claramente hacia esfuerzos por introducírselo más adentro, mientras Galatea relamía sus testículos proporcionándole una excitación adicional que le resultaba imposible ya de soportar.
- ¡Jodeeeeeeeeeeeeer! ¡Ya no puedo más! ¡Bendita afrodita!¡Me vengoooooooo!
En ese instante la tensión sexual llego a su punto culminante en forma de cuatros chorros de esperma que se depositaban copiosamente en la boca de la joven Sophie. Esta miraba a su amado mientras este temblaba y gemía sin parar. Por su parte Leander creía estar rozando el Olimpo mientras sus amantes se esforzaban denodadamente en hacerle gozar hasta unos límites que creía imposibles que un hombre pudiese sentir. El clímax se calmo y el pescador trataba de calmar su respiración tras ese trance de goce. Por su parte Sophie parecía relamerse de la esencia depositaba en su boca.
- ¡Eh! – protestó Galatea- Comparte el desayuno de las campeonas.
Sophie atendió a su ruego y se dispuso a besarla dando lugar a que sus lenguas disfrutasen del semen para luego deglutirlo con disfrute, y con algarabía por parte del espartano.
- ¡Venga! Ya es cumplido tu labor de macho proveedor. Ahora es hora de que te vayas, que si no volverás a llegar tarde a faenar. A vestirte, se ha dicho- comento Galatea a Leander. Dándole un azote a su trasero.
- Si, cierto. Que como vuelva a llegar tarde me dejan en tierra.
Leander se vistió a toda prisa con sus ropas de trabajo y calzándose casi dando trompicones abandono ese cálido hogar que en cierta forma lamentaba abandonar.
Sophie se dio cuenta de que había quedado un resto debajo de su labio, se relamió y lo saboreo gustosamente.
- ¡Anda mira la mojigata!- comentó divertida Galatea – hace tres semanas cuando se corrió en tu boca por primera vez te dio hasta asco, y ahora te lo tragas sin dilación.
Sophie se rio a carcajada limpia.
- Es que viendo la carita de cordero degollado que te ponía cuando se lo hacías tú. Pues no había más remedio que yo hiciese lo mismo. – respondió sonriendo Sophie. – pero me tienes que enseñar a metérmela entera. No sé cómo lo haces. A mí me dan arcadas.
- ¿Así que quieres que se te corra en la garganta? Egoísta, lo quieres todo para ti.
- ¡Eh! No te quejes que tú se los hiciste eso ayer y me dejaste sedienta.
- Bueno no te preocupes que te daré clases. Hablando de clases, aún falta hora y media para comenzar las nuestras. Chupar pollas me pone cachonda, ¿Te apetece que te coma el coño?
- Pues sí, tengo el coñito mojado.
- Hablando de coñitos. De hoy no te escapas.
- ¿Escaparme de qué?
- Hoy te lo rasuro.
- ¡Bufff! ¿No te sientes un poco …?
- ¿Indefensa, sometida, ofrecida, puta? Es que de eso se trata perfectamente. De poner berraco a Leander.
- Bueno, vale, me has convencido.
- Venga, al cuarto de baño.
Sophie se sentó en una silla y abrió las piernas. Galatea remojo con abundante jabón en sus partes intimas y con una cuchilla repasó su monte de Venus hasta dejarlo impoluto como el de un bebe.
- Con esto, te declaro oficialmente esclava de Leander.
- ¿Así que se trata de eso? Tú y Leander vais a terminar por corromperme del todo.- se quejo Sophie
- Venga, no seas quejica. Que se que te gusta. Vamos al dormitorio que te lo he dejado precioso. Me voy a dar un manjar de almeja.
Las dos mujeres subieron a la planta superior donde volvieron a retozar. Las mujeres comenzaron con una tranquila sesión de besos. Disfrutando delicadamente del calor que emitían recorriendo pausadamente con sus manos el cuerpo de la otra. Galatea deseaba tomar la iniciativa con ella, como era muy habitual. Sophie ya se había acostumbrado al hecho de ser pasiva con la profesora. Leander se comportaba dulce con ella, con delicadeza, pero con Galatea tenía una amante más impulsiva que parecía querer arrancarle el placer de cuajo.
Con ello Galatea se coloco encima de ella a recorrer con su lengua todo el cuerpo de su joven amante. Mentalmente quería colocar a Sophie como su esclava particular aunque no confesaba esos pensamientos. Últimamente no se cortaba en sobar con sus manos y su boca los pechos de su rubia amante mientras su mano buscaba el clítoris de Sophie para estimularle. Lo encontró su sexo como dijo muy mojado. Sería fácil llevarla al orgasmo. No quiso demorarse más y bajo se cabeza a la entrepierna donde su lengua buscó la perlita para martillearla sin descanso con resultado de unos deliciosos jadeos por parte de su partenaire.
Pero hoy quería ser más intensa así que dos de sus dedos se dispuso a penetrarla buscando su punto G que sabía a la perfección su localización. Adicionalmente como estaba haciendo en las últimas semanas con los dedos de la otra mano empezó a penetrar su ano. Primero con uno de los dedos para luego meterle otro. Eso fue más que suficiente que estallo en un sonoro orgasmo derramando fluidos que los recolecto como si tuviera hambre.
- ¡Uhmmm! Antes leche, ahora miel. Que desayuno más completo.
- Galatea, no me quejo porque me gusta. Pero ¿A qué se debe que siempre me penetres por el culo?
- Te estoy preparando.
- ¿Prepararme para qué?
- Pues para que Leander termine por poseerte y te marque también por detrás.
- ¡Ah! Es eso. Me da miedo Galatea. Cuando te lo hace a ti parece que pierde los estribos. Es como si te estuviera violando.
- ¿Te refieres a como me utilizo Leander el Sábado? No te preocupes que te lo hará suavemente
- ¿Utilizarte? No termino de acostumbrarme a que te tome así de duro.
- No lo hace siempre, solo cuando me ofrezco. Aunque temía que lo hiciese delante de tuya. Ya te digo que la primera vez tendremos cuidado. ¿Y si lo intentamos esta noche?
- ¿Esta noche?
- Si, esta misma noche, no lo demoremos más. Te he dilatado tu culito durante un par de semanas, creo que lo albergarás sin problemas. Venga ofréceselo, verás cómo se te pone más cariñoso que un gatito.
- Si he visto lo afectivo que se pone contigo cuando le permites que te tome por detrás. Pero, prométeme que no me dolerá.
- Sophie, no te puedo mentir. Te va a doler algo, pero el esfuerzo merecerá la pena. Además sé como lo vamos a hacer. Estoy segura que te vas a correr más fuerte que nunca.
~ ~ ~ ~
El mar estaba algo embravecido pero a pesar de las dificultades Leander y sus compañeros tuvieron un día productivo y cada vez que lanzaban las redes obtenían resultados satisfactorios. Por su parte Sophie instruía a los alumnos más jóvenes a aprender el abecedario mientras que Galatea con su grupo de alumnos más mayores los iniciaba en el concepto de la métrica de los versos y ensayaba con ellos los más simples, los del arte menor. Con bisílabos hasta los octosílabos. Algunos de los alumnos les costaba más seguir pero había una alumna que empezaba a demostrar unas buenas dotes. Galatea guardaba esperanzas de sacar en ella una buena poetisa tal como Safo hizo con ella tiempo atrás.
La tarde termino y las dos mujeres volvieron a su hogar.
- ¡Venga Sophie! No hay tiempo. Vamos al cuarto de baño. Que te tengo que preparar.
- ¿Prepararme?
- Si, venga. Y quítate la ropa.
Galatea cogió el frasco de aceite y lo llevo al aseo. Mientras su pupila se desnudo aún sin comprender de qué iba el tema.
- Abre un poco las piernas y echa el cuerpo un poco hacia adelante. Apoyate en la pared.
- Vale, ¿Pero el aceite para qué es?
- Ahora lo verás
Sophie obedeció y vio como su maestra se colocó tras ella. Se llevo una sorpresa al notar como su amada empezaba a lamerle directamente su sexo. Pero además hacia algo nuevo, también subía la lengua más arriba y se entretenía en lamerle concienzudamente su ano. La lengua parecía querer penetrarla ya que hacia fuerza y Galatea tenía su cabeza metida en las nalgas de la joven.
- ¡Oh si! Hazme eso, si, me gusta , si
- Pues esto no es nada. Solo es el principio
Galatea divertida paso a hacer lo que pretendía. Mojo sus dedos con aceite y con suavidad fue introduciéndolos en el ano de su amante. Después de varias semanas dilatándola este los absorbió como hambriento.
- ¡Como me aprietas los dedos! Lo tienes muy estrecho. Eso es bueno, a Leander le vas a encantar.
- Si, Galatea, si. Fóllame el culito. Déjamelo listo para la polla de Leander. ¡Sigue! ¡No pares!
La lengua volvió a estimular la vagina mientras seguía la dilatación y lubricado del culito. No tardo mucho en producirse el inevitable segundo orgasmo del día para la rubia. Galatea se sentía más orgullosa que nunca y veía como sus dos seres más queridos caían presas fácilmente a sus caricias.
- ¡He llegado! – se oyó una voz.
- ¡Es Leander! Menos mal hemos terminado justo a tiempo. Voy a untarme mi culito también porque tú no serás la única que probará las delicias del sexo anal. Yo también quiero. Ve a recibirle- inquirió Galatea.
- ¡Pero si estoy desnuda!
- ¿Y qué?
Sophie fue en busca del soldado que alucinado vio como Sophie le recibía como vino al mundo. Fue directamente a besarle entusiasmada.
- Vaya, ¿Cómo estás hoy tan ardiente?
- Hoy estoy cachonda pérdida. Y no puedo esperar más para que me poseas.
- ¿Y Galatea?
- Ahora viene
- Por cierto. ¿Y tus pelitos?
- Ha sido mi maestra. Hoy me ha afeitado. A partir de hoy nuestros chochetes estarán limpios como una mañana de primavera.
- ¡Jo! Tengo la sensación de que me espera una buena está noche
- Ni te lo imaginas
- Vamos tortolitos. Arriba, a follar se ha dicho- dijo Galatea que apareció también en cueros.
Los tres subieron a la habitación y tal como habían previsto las poetisas se colocaron en 69. Galatea encima y Sophie debajo. Leander entendió que debía esperar ya que deseaban estimularse ellas mismas.
- Leander, no te alejes. Ponte detrás de mí.
- ¿Y eso?
- Mi culito. Quiero que me folles el culito mientras Sophie me come el coño.
Leander casi salta de alegría ante la proposición. La postura implicaba que tendría que penetrarla abriendo un poco las piernas. El espartano estaba sobrexcitado y la penetro con vigor, solo unas pocas embestidas y la incrusto hasta el fondo. El ano de Galatea se estaba volviendo elástico permitiendo sodomizaciones más fuertes sin que generasen daño. Por su parte Sophie disfrutaba de practicar el sexo oral y ver un primer plano de cómo el agujero oscuro y más estrecho era mancillado a voluntad por el afortunado general. La imagen le resultaba excitante y a la vez gozaba como Galatea se esmeraba en hacerla gozar con su cabeza en su sexo.
La escena era terriblemente morbosa y provoco estragos en la psique de Leander que no pudo evitar correrse primero. El tibio esperma fue la sensación que impulso el suyo a Galatea. Los jadeos de los dos y la imagen de un ligero chorro de leche saliendo del culito provocaron la llegada del de Sophie.
Leander se retira suavemente su pene, al salir Sophie ve agradecida como su miembro no ha perdido ni un ápice de su rigidez. El momento es de una gran excitación y el cuerpo de Leander le permite más.
Tal como estaba planeado las mujeres se giran y el 69 se invierte. Ahora es Sophie la que está encima.
- No te demores Leander. Ahora me toca a mí.
- ¿A ti? ¿Por … el ... culo?
- Si, a partir de hoy eres dueño de dos esclavas
Leander se congratula de su buena estrella y el ofrecimiento endurece aún más el miembro. Conocedor de que era virgen por detrás provocará una entrada muy suave. Se sorprende que el ano de la joven no ofrezca más resistencia y lo nota como grasiento. Sospecha que ha sido cosa de la profesora que la ha preparado para que el pene se deslice sin problemas. Sophie se queja levemente pero se sorprende que solo sienta ligeras molestias y agradece la gentileza de Leander a la hora de poseerla con cuidado.
Por su parte Leander como ha eyaculado recientemente puede permitirse aguantar más y se lo toma con más calma. En su mente se hace a la idea de que está disfrutando de un nuevo terreno conquistado y se deleita de cada centímetro en la toma de la virginidad de Sophie. Es claramente nueva en esto ya que es un orificio muy estrecho que aprieta deliciosamente su miembro. Trata de bloquear un poco el morbo de la situación pero el esfuerzo se hace muy cuesta arriba.
Sophie ya no siente molestias y el hecho de disfrutar al mismo tiempo de las delicias de Lesbos y de ofrecer el exquisito placer del sexo anal que está disfrutando ya plenamente le lleva vertiginosamente al climax. Galatea está realizando un buen trabajo en que el placer domine las sensaciones en su alumna y no se concentre en las molestias. El resultado es fulminante y Sophie grita un potente orgasmo. Leander percibe como unas sacudidas del ano sobre su miembro que es como si fuera masturbado a conciencia por el acto reflejo de los músculos del recto. Se para un momento del vaivén para evitar correrse. Quiere hacer gozar más a Sophie. Cuando el tembleque termina vuelve a impulsarse y bramar como un descosido. Galatea es consciente que su hombre ya no aguantará mucho más así que penetra con sus dedos la vagina de Sophie para estimularla a conciencia. Sophie entra en una vorágine orgásmica que parece una cascada continua de placer. Cree que si eso continúa enloquecerá. Pero los apretones que involuntariamente está provocando sobre el pene de Leander hace que este claudique. Su polla aumenta al máximo de grosor y toma vida propia vibrando como los estertores previos a la erupción de un volcán. La lava blanca sale disparada al recto de la joven que lo recibe agradecida. Es conocedora por Galatea que acaba de ser marcada por su último orificio. Es ya completamente de Leander. A su servicio. Las fuerzas del espartano flaquean y sus piernas no responden cayendo con lo poco de conciencia que le queda con suavidad sobre la espalda de la más joven de las de Mitiline. “Bendita sea Afrodita” piensa en sus adentros. Tras unos pocos segundos recupera un poco el poder sobre su cuerpo y se vuelve a levantar retirando cuidadosamente su pene del ano. Ahora su polla esta flácida y satisfecha. Galatea la coge con su mano desde abajo para mamarla con suavidad y limpiarla con su boca. Ve como la esencia de su amado sale a borbotones del culo de su amada y aproxima su lengua a recogerla ávidamente.
Leander se tumba en la cama destrozado, las mujeres deshacen el 69 y Sophie va a besar al hombre que le acaba de romper su culo. Se besan apasionadamente, mientras Galatea se entretiene a darle un suave placer oral al pene del pescador extrayéndole las últimas gotas almacenadas. Los tres se acuestan con las mujeres enrollando con sus brazos el exhausto cuerpo de Leander.
~ ~ ~ ~
La mañana hace acto de presencia con los sonidos del cantar de los gallos. Pero además alguien está sonando a la puerta. Y es muy insistente. Leander maldice internamente al intruso. Esta estropeando su mamada matutina. Las mujeres también se despiertan. Leander se viste y a regañadientes se acerca.
- ¿Quién coño llama a estas horas de la mañana?- grita enfurecido
- Soy Anaxagoras. Abre, es urgente.
- ¿Anaxagoras? – pregunta extrañado
Leander abre la puerta y confirma que es el filósofo. Las poetisas también aparecen vestidas descuidadamente.
- Leander. Tengo malas noticias. Terribles noticias para ti.
- ¿Qué pasa? ¿Por qué pones esa mala cara?
- Hoy han llegado un barco del continente europeo. Y me han llegado noticias funestas. Al parecer Lisandro se ha hecho con el poder en Esparta.
- Anaxagoras. Siento decirte que lo que le pase a mi ciudad natal ya no me interesa. Quiero formar una nueva vida aquí.
- Pues esto te va a interesar. Al parecer una cosa que está haciendo es tomar represalias con todos los leales a Parsimonias.
- ¡Mis padres!
Anaxagoras asintió.
- ¡Maldito hijo de puta!
Leander se giro y subió corriendo a la habitación de la planta superior. Las de Mitilene le siguieron. Buscando entre uno de los armarios saco a toda prisa ropa y dinero metiéndolo en un saco.
- ¿Qué haces Leander? – pregunto Galatea, preocupado
- ¿Qué qué hago? Está muy claro. Voy a coger el primer barco que salga en dirección a Esparta. – dijo mientras cogía su espada corta.
- Te acompaño.
- Ni hablar. Esto no es negociable. Tú no vas.
- Ni de coña Leander. Alguien tiene que vigilar tu espalda. Ya conozco como se las gastan allí para saber que necesitas a alguien.
- Que no, y no hay más que hablar.
- Óyeme bien espartano. Si no voy en tu barco iré en otro y no me lo vas a impedir.
- Maldita sea lo cabezona que eres.- se resigno Leander.
- Como buena mujer de Lesbos.
- Pues si tú vas, yo también
- Ni hablar Sophie, tú te quedas. – reclamo Galatea
- Siento decirte por si lo has olvidado que yo también soy de Lesbos así que no me lo vas a impedir. Además. Se de alguien allí que te quiere ver muerta. Así que yo me encargaré de vigilar tu espalda.
- Sophie tengo que protegerte.
- Y yo a ti y a Leander.
- Bueno, vale. Iremos los tres. Venga. Empaquemos y vayamos rápido a puerto. – sentencio Galatea.
Continuará …