Corrompiendo a mi madre (2)

Ella quedó un poco bloqueada en ese momento. Desde luego, no se esperaba esa reacción mía de bajarme los pantalones, y la descolocó. Así que tenté a la suerte. Pasé mi mano por detrás de su cabeza, hasta su nuca, y la empujé suavemente, llevando su cara a mi entrepierna.

Habían pasado un par de días desde la aventura en el local de intercambio, y mi madre, estaba esquiva conmigo. Desde entonces apenas habíamos intercambiado los saludos pertinentes al cruzarnos por casa, y poco más.

Aunque yo ya la miraba con otros ojos. Esa mujer seguía siendo mi madre, si, pero a mis ojos también era un objeto de deseo. Me excitó mucho hacerle las fotos desnuda, y mucho más verla follar con aquel tipo, mientras yo me follaba a su mujer. La había visto follando, y ella me había visto a mi.

Tenía todas las fotos que le había hecho ese día, y no podía más que masturbarme con ellas. Me excitaba el recuerdo de su cara desencajada, gimiendo de placer. Verla a cuatro patas, mientras aquel hombre la penetraba por detrás El recuerdo de sus pechos asomando por el escote, o bailando al son de las acometidas salvajes. Su coñito, bien arreglado. Si. Era una mujer atractiva pese a sus 55 años. Y yo ahora deseaba tenerla.

Ella llegó a casa casi a la hora de cenar. Yo ya llevaba un buen rato en casa, había puesto la mesa, y preparado una ensalada templada con gambas para cenar, así que en cuanto entró por la puerta, me dirigí a ella

  • Mamá, creo que tenemos que hablar. ¿No crees?
  • Si, creo que si – respondió – Veo que has hecho la cena. Dame unos minutos que me ponga cómoda, cenamos y hablamos. ¿Te parece?
  • Perfecto. No tengas prisa.

Abrí una botellita de vino para acompañar la ensalada. Un rosado de navarra, suave de sabor, y un poco fresquito. Un poco de vino nos iría bien.

No tardó mucho en bajar de su cuarto. Se había refrescado un poco, y cambiado el formal atuendo de trabajo por una cómoda bata de seda azul, como solía hacer para estar en casa.

Pero ese día, a diferencia de todos los demás, yo la miraba con otros ojos. La miraba con deseo. Observaba sus movimientos, su escote, tratando de ver algo que por descuido pudiera enseñarme. Que le voy a hacer... me excitaba sobremanera.

Comenzamos hablando sobre temas banales, yo le pregunté por su trabajo, ella por mis estudios, y así fuimos rompiendo un poco el hielo. Derribando ese muro invisible que se había levantado entre nosotros.

Hasta que de pronto, ella entró de lleno al tema.

  • Lo siento – dijo – lo de la otra noche no debería haber pasado. No estuvo bien. Soy tu madre, y me cuesta asimilar que tu me hayas visto en esa situación. Tu eres joven, impulsivo, y a veces llevas las cosas más allá de lo que es necesario. Y esa noche te pasaste. Pero tampoco yo hice nada por pararlo. Y se supone que yo he de tener más sentido común que tu.
  • No le des más vueltas – repliqué – Lo hecho, hecho está, y no podemos cambiarlo. Para mi no supuso un trauma verte en esa situación. Ni pienso que por haber hecho eso eres una mujer fácil, puta o irresponsable. Solo una mujer que necesitaba dar un cambio a su vida y lo ha dado. Y me siento orgulloso que hayas sido tan valiente, y te atrevieses a dar ese paso.

Ella se sonrojó. Quizás no es esperaba escuchar eso de mi boca. Se pensaba que yo me había hecho en mi mente una imagen totalmente opuesta a la que realmente tengo de ella.

  • Dime.. ¿disfrutaste con Paco?
  • Si. si que disfruté, si. Hacia tiempo que no me sentía tan deseada por un hombre, y hacía tiempo, mucho tiempo, que no me hacían el amor de esa manera. Era un volcán, era fuerza, intensidad. Si. Realmente si, disfruté.
  • Bien bien... aunque quizás Paco no disfrutó contigo todo lo que debiera

El vino había corrido con alegría, y creo que ambos nos sentíamos menos cohibidos.

  • ¿Tu crees? - replicó - ¿Crees que hubo cosas que no le gustaron?
  • Si. creo que en general le encantaste. Pero en algo has fallado.
  • ¿Si? ¿En qué? - me replicó - ¿Que crees que fue lo que ha podido no gustarle?
  • Mamá... eres una mujer inteligente. Me sorprenda que no lo sepas. O quizás es que no quieres decírmelo, por pudor, aunque sabes perfectamente de que te hablo.
  • El sexo oral – dijo de repente – lo se. Es algo que por ciertos motivos, nunca he practicado. A tu padre no le gustaba, y con las parejas que tuve, no tenía la aun la suficiente confianza como para hacer eso con ellos.
  • Pues habrá que ponerle remedio, ¿no crees? Es una lastima que una mujer como tu, hermosa y fogosa, tenga una carencia tan grande en ese sentido.

Ya habíamos terminado de cenar, la mesa estaba recogida, los platos en el lavavajillas, y nosotros, nos servimos el vino que quedaba en la botella, y fuimos a tomar las copas al salón, a charlar cómodamente en el sofá

  • Ay hijo, no empieces. Que te doy la mano, y no es que cojas el brazo. Coges el cuerpo entero.
  • Pero mamá... no es eso. Yo tan solo pretendo ayudarte. De la misma forma que en mi adolescencia tu me ayudaste a mi, a tener sexo seguro, y a conocer un poco a las mujeres. Ahora, creo que es hora de devolverte esa formación.

  • ¿Y cómo lo harías? Dime – preguntó – ¿que idea loca vas a proponerme esta vez?

  • Sencillo. Me he tomado la libertad de grabar un DVD esta tarde. A título meramente de enseñarte ciertas cosas. Que tu las veas, y tomes nota de ellas

No le di tiempo a responder. Acto seguido me levanté, cogí un DVD que estaba sobre el reproductor, lo puse en el lector, cogí el mando, y volví a sentarme a su lado.

  • Verás... esto es como un deportista de élite. Tiene que trabajar su técnica, sobre todo aquellos puntos donde flaquea un poco.

Entonces le dí al play y el aparato comenzó a reproducir. Ella me miraba. Esa mirada tenía una mezcla de curiosidad y miedo. Temor a lo desconocido, y pudor por tratar estos temas con su hijo.

Y de pronto comenzó. Se veía una mujer arrodillada frente a un hombre, este, con su pene erecto fuera del pantalón, y la mujer comenzó a llevárselo a su boca. Mi madre lo miraba estupefacta. Creo que se esperaba cualquier cosa menos eso. Incluso se violentó un poco

  • Hijo, por favor – gritó - ¿Crees que es normal que me pongas algo así? Soy tu madre, ¿recuerdas?
  • Perfectamente, madre – respondí- Si no lo recordara, no lo pondría. Es tu gran fallo, tu handicap, y debes trabajarlo y mejorarlo. Y nada mejor que verlo para saber como se hace.

Estaba incómoda. Tanto que la situación empezó a asustarla, y trató de levantarse, pero yo se lo impedí cogiéndola del brazo y tirando de ella hacia el sofá de nuevo.

  • ¿Donde vas? - increpé – Si te vas, si lo evitas, nunca aprenderás. Siéntate y observa.

Dudó un poco, pero accedió. Se sentó de nuevo, y clavó la vista en la pantalla. No decía nada. Tan solo miraba. Yo había grabado un DVD bastante variado, y los primero 40 minutos del mismo era sexo oral. Poco a poco vi como se iba relajando, como se calmaba. Y pasado un tiempo prudencial, vi como el temor se volvía excitación. Vi como sus pezones se habían erizado, y se marcaban en la seda de su bata.

Cuando el último video de felaciones estaba prácticamente terminado, apagué el DVD y me dirigí a ella

  • Bien mamá , ¿Que te ha parecido? ¿Has visto algo que te halla llamado la atención? Dime... ¿Que crees que puedes aprender de esto?
  • No se – respondió – Sinceramente no lo se. He visto cosas distintas, totalmente diferentes a lo que yo hago, pero no se si seré capaz de llevarlas a la práctica.
  • Poco a poco mami, poco a poco -le respondí -
  • Ya ya.. si te entiendo – respondido – pero con un desconocido no es la mejor forma de practicar el sexo oral. En un tiempo, si vuelvo a tener pareja medianamente estable, lo haré
  • Entonces, madre, si no practicas sexo oral, poco van a durarte las parejas.
  • ¿Y entonces? ¿Que quieres que haga
  • Sencillo madre,,, practicar y dejarte llevar.

Acto seguido cogí mi pantalón por la cintura, abrí los vaqueros de un tirón, y en un momento los tenía en el suelo, arrastrando en su caída mi calzoncillo

  • Ya has tenido la teórica . Dije – ahora, es el turno de la práctica
  • Hijo por favor, vale ya.

Ella miraba mi polla. No era una megapolla de actor porno, como las que acababa de ver en la pantalla, pero con sus 21 centímetros y su buen grosor, era una buena polla.

  • Lo estás deseando. Hazlo. Deja que te enseñe. Ven.

Ella quedó un poco bloqueada en ese momento. Desde luego, no se esperaba esa reacción mía de bajarme los pantalones, y la descolocó. Así que tenté a la suerte. Pasé mi mano por detrás de su cabeza, hasta su nuca, y la empujé suavemente, llevando su cara a mi entrepierna.

  • Ves Rosa, no es tan difícil – en ese momento, preferí llamarla por su nombre. Haberla llamado madre podría hacer que se hubiera asustado -

Con la otra mano, cogí mi polla y la llevé hacía su boca. Ella mantenía los labios cerrados, y yo comencé a acariciarlos con mi capullo. Pese a todo, ella no hacía el intento de levantar su cabeza.

  • Venga Rosa, se buena, saca tu lengua, abre tus labios.

Tímidamente sus labios se abrieron un poco. Lo justo para dejar asomar un trozo de lengua, que enseguida comencé a rozar con mi glande.

  • ¿Ves? No pasa nada.. Ahora, deja de estar inerte y comienza a hacerlo tu... demuéstrame lo que has aprendido.

Entonces, solté su nuca y mi polla, dejé mis manos al lado de mi cuerpo mientras le daba a ella total libertad. Tímidamente su lengua asomó un poquito más de su boca, y comenzó a lamer la parte de arriba de mi polla. Luego, su mano cogió mi pene, y comenzó a masturbarlo suavemente, mientras su boca se abría un poquito más para que sus labios acogieran un trozo de mi glande en su boca.

Ciertamente, se le notaba un poco torpe, pero creo que nada que no pudiera arreglarse.

  • Abre más la boca, y cómete un poquito más de mi polla, venga -

Y ella lo intentaba, aunque entonces abría demasiado la boca, y mi polla apenas sentía la caricia de sus labios, solo la humedad de su boca

  • No tanto Rosa, no tanto... no la abras tanto.. solo lo justo para que puedas comerte la polla sin hacer daño.. que tus labios apenas rocen mi polla. Y una vez en tu boca, deja que la lengua choque con mi glande... acaricialo con ella. Venga.. hazlo, practica.

Poco a poco mi polla entraba más en su boca, sus labios iban cogiendo la medida del ancho de mi pene y cada vez las caricias eran más placenteras, y cada vez su lengua era más activa cuando mi pene entraba en su boca. Que demonios, estaba haciéndome una mamada cojonuda.

  • Ahora hacia abajo... venga. Sácate la polla de la boca, saca tu lengua, y lame toda mi polla, del capullo a la base... venga... y sigue luego por el escroto. Besa y acaricia con suavidad mis huevos... venga, hazlo, sigue así

Y lo intentaba... pero no funcionaba. La presión de su lengua era demasiado fuerte, y eso hacía que no hubiera caricias, sino puro roce.

  • No, no, no, no – corregí – Así no. más suave con la lengua. Sin apretar mucho, pero sin quedarte corta tampoco... venga, inténtalo

Pero no, no había forma. La presión que ejercía con su boca era o bien demasiado fuerte, o tan sumamente escasa que no producía nada de nada.

  • La fuerza, caray. Modula la fuerza..
  • No se que me quieres decir – respondió abriendo la boca por primera vez desde que empezó a comerse mi pene – No le veo el por qué a más o menos fuerza..
  • ¿No? ¿No ves diferencia? Bien bien.. para, y levantate. Ven, arrodillate aquí, frente a mi.

No se por qué, pero ella seguía mis instrucciones. Yo separé mis piernas para dejarle hueco. Y ella se arrodilló allí. Frente a mi.

  • A esto me refiero -

Entonces, abrí su bata y la retiré hacia atrás, dejando sus pechos al aire, y sin añadir nada más, dirigí mi mano derecha a su pecho izquierdo, y lo acaricié con fuerza

  • ¿Te ha gustado la caricia?
  • No.. al contrario – respondió – Me has hecho un poco de daño.

Entonces, repetí la maniobra... pero esta vez muchísimo más suave. Mis dedos se deslizaban por su pecho, rodeando su copa, formando círculos cada vez más pequeños hasta el llegar al pezón.

Estaba totalmente excitado. Allí la tenía frente a mi, medio desnuda, después de chuparme la polla, y dejando que le acariara los pechos, los cuales, respondían a las caricias recibidas, pues sus pezones crecían y se endurecían por momentos.

  • ¿Ves a que me refiero con la modulación? - Dije – Como puedes ver, tus pezones no reaccionan de la misma forma a una suave caricia que a un magreo brusco... aunque a veces hacerlo un poco brusco, también es excitante. Ahora, venga, ven, intentalo de nuevo

Y poniendo de nuevo mi mano en su cabeza, la atraje hacia mi. No opuso resistencia. Vi la excitación en sus ojos, el deseo, y pronto su lengua estuvo de nuevo en mi polla. Me senté casi en el borde el sofá, y abrí aun más mis piernas. Y ella... lo había cogido. Ahora su lengua recorría toda mi polla con suavidad. Con la fuerza justa. Metía mi capullo en su boca, lo acariciaba con la lengua, todo en su justa medida. Si. Realmente ahora me estaba haciendo una señora mamada. De nuevo su lengua por mi polla, hasta el escroto. Comenzó a lamerlo suavemente, ahora estaba a cuatro patas para poder alcanzar mejor mis huevos. Estuvo un rato lamiéndolos, para luego meterlos en su boca, primero uno y luego el otro. Dios, estaba a punto de correrme, cuando ella dejó mis huevos y volvió a mi polla. La masturbaba suavemente con una mano, mientas la metía en su boca. Cada vez más adentro. Cada vez más profunda. Se había convertido en una máquina de tragar. Y yo ya no podía más. Volví a sujetar su cabeza, la apretaba contra mi entrepierna...

  • Rosa – le dije casi entre gemidos – ahora vas a tomar el postre

Y sin decir nada más, sujetando su cabeza, me corrí en su boca. Fue una corrida larga, abundante. Vi como el semen se escapaba por la comisura de sus labios. Tenía la boca encharcada, y no pudo tragarlo todo.

Aun seguía excitado. Ella se había cerrado la bata, y se puso en pie, dándome la espalda

  • ¿Donde vas? - pregunté
  • Al baño, tengo que lavarme.
  • Espera, esto aún no ha acabado.

Me miró sorprendida. No esperaba esa respuesta. Todavía estaba excitada, y que demonios, acababa de hacerme una soberana mamada, así que tendría que compensarla.

Me puse en pie y fui a su lado. Me miraba entre asustada, avergonzada y deseosa. No sabía muy bien lo que esperaba, estaba muy cachonda, pero yo seguía siendo su hijo. Sin decir nada solté de nuevo su bata, la deslicé y cayó al suelo. Entonces cogí sus bragas, eran negras, de raso y encaje, tiré de ellas hacia abajo y se las quité. Se quedó frente a mi totalmente desnuda.

  • Yo ha recibido mi dosis de placer, ahora te toca a ti.

La empujé un poco hacía atrás. Estaba casi pegada a la mesa del comedor. Cuando chocó con ella, empujé hacia atrás sus hombros, haciendo que se tumbara boca arriba sobre ella. Separé sus piernas, y sin mediar palabra hundí mi cabeza entre ellas. Estaba caliente, caliente y húmeda. Le di un par de lametones a los labios exteriores de su coño, y ya pude oír unos leves jadeos. Entonces, con los dedos, abrí sus labios vaginales, y comencé a lamer su clítoris. Los leves jadeos se convirtieron en leves gemidos, y de leves, según mi lengua aumentaba de intensidad, pasaron a ser intensos. Su coño chorreaba como una fuente, y mi polla estaba otra vez dura como una roca. Así que me puse en pie, entre sus piernas, con mi mano izquierda acaricié suavemente sus pechos, mientras que con la derecha guiaba mi polla dentro de su coño.

Estaba caliente y húmedo. Apenas hizo falta esfuerzo para poder meter toda la polla en el.

  • Para, para, por favor – Dijo
  • ¿Ahora? - contesté – ni lo sueñes. Si no querías esto, haberlo pensado antes

Quiso revolverse, pero me tumbé sobre ella, sujetándola con mis brazos. Apenas podía moverse, mientras la seguía penetrando. Acerqué mi boca a su oído y le susurré

  • Relájate y disfruta. Quiero oír como te corres.

Noté como la resistencia de su cuerpo menguaba. Estaba sobre ella, y comencé a follarla con más intensidad. Penetraciones rápidas y profundas. Y su respiración se aceleró. Veía como su cara reflejaba el placer. Se mordía los labios mientras emitía gemidos profundos. Sentí como su vagina se cerraba un poco sobre mi pene, como se iba tensando, preludio de un cercano orgasmo, así que mantuve la intensidad mientas acariciaba sus pechos. Mi mano saltaba de uno a otro, a veces con suavidad, otras más bruscamente, y así fue, que cuando tenía el pezón derecho entre mis dedos, recibiendo un suave pellizco, comenzó a jadear cada vez más fuerte, para luego correrse casi entre gritos.

Tuvo un orgasmo largo. Señal que había disfrutado con mi clase de hoy, y yo también estaba a punto, así que pese a su orgasmo, seguí penetrándola un poquito más, apenas un par de minutos, que me bastaron para volver a correrme copiosamente, esta vez, dentro de su coño.

Cuando me hube corrido, me quedé tumbado sobre ella, mirándola a los ojos

  • ¿No estuvo tan mal, verdad? - pregunté
  • No lo se – contestó – mal no estuvo, pero no creo que sea correcto.

  • No pienses en eso, piensa en el placer. Solo en el placer que acabas de recibir.

Cerró los ojos y suspiró. Entonces yo me puse en pie, y tirando de sus manos la ayudé a incorporarse. Y dejé que fuera al baño. Eso si, después de la ducha, la esperaba en el sofá. No quería estar otros cuantos días sin hablarle, así que preferí abordar el tema en caliente.

  • Te espero en el sofá, ¿vale?. Cuando termines de asearte, vente a el.

Asintió con la cabeza, y sin decir nada, recogió su bata y sus bragas, y se fue a su cuarto de baño.

Yo volví a ponerme los bóxer, encendí un pitillo y serví un par de gin-tonic. Me dio tiempo a un par de pitillos y a medio gin-tonic antes de que ella saliese del baño, de nuevo vestida con su bata azul. Le indiqué que se sentara junto a mi, y le alcancé su bebida. No dijo que no, también ella encendió un cigarro, y dio un largo trago a su copa. No se si por sed, o por mitigar un poco los nervios y la vergüenza que sentía con una dosis de alcohol.

Estuvimos un rato hablando sobre lo que había pasado. Cuando le dije que me había comido la polla como una verdadera experta en la materia, sus labios esbozaron una leve sonrisa, y sus ojos mostraron agradecimiento.

  • No volverá a pasar. - me dijo-
  • Quien sabe, madre, quien sabe – respondí
  • Yo lo sé – añadió -

  • Dime, ¿ha sido muy complicado comer bien una polla? Porque lo has hecho de miedo.

  • No – respondió – bueno, no se, me cogiste un poco desprevenida. Después de ver esos videos, tan solo hice lo que recordaba de ellos. Nada más
  • No importa. Lo que realmente importa – añadí – es que ya has encontrado el camino. Ya sabes como hacer para que un hombre disfrute del sexo oral contigo.
  • No se. Quizás no me atreva a hacerlo con otra persona. Al menos de esta forma.
  • Ya veremos, madre, ya veremos.... ahora tendrás que ligar un poquito, para saber si estas clase te ha sido útil o no... y también para seguir practicando el arte de la felación.
  • No me atrevo – dijo – si el otro día, pero porque iba contigo, me sentía segura, había bebido algo más de la cuenta y tu lo hiciste todo. Pero yo sola es otro cantar. Soy tímida con los hombres
  • Nada nada... mañana lo arreglaremos entonces. No hagas planes para la noche, si no tienes, y recibirás una nueva lección.
  • Hijo no. Esto se acabó. Soy tu madre y no me siento cómoda compartiendo mi vida sexual contigo. Y mucho menos, acostándome contigo.
  • Tampoco hace falta que lo veas así – añadí – tu disfrutas, yo disfruto, y además, has aprendido algo nuevo. Y que coño, estas muy buena aun. Tienes unas tetas capaces de hacer perder la razón a cualquier hombre. Así que habrá que quitarte esos complejos. Ahora ya es tarde, y mañana la noche igual es larga. Será mejor que nos vayamos a dormir

Y sin añadir nada más. Cogí su cuello, acerqué su cara a la miá, y la besé en los labios.

  • Hasta mañana, madre. Descansa

No me respondió. Tan solo se fue camino a su cuarto, entró en el, y cerró la puerta

  • continuará-