Corridas en lugares públicos
A mi mujer y a mi, hace años, nos encantaba el sexo en lugares públicos. Os cuento algunas experiencias de lo más morbosas.
Mi mujer y yo hemos alcanzado un nivel de “madurez” sexual muy grande, o yo lo veo así. Tenemos sexo sin límites, ya hace años practicamos el sexo anal, mutuo…de hecho me folla más mi culo que yo el de ella. Sé que no es lo habitual, pero a nosotros nos gusta mucho.
Es curioso pensar en los inicios, cuando éramos novios, de nuestra vida sexual juntos. Empezamos a salir no siendo unos niños, ambos pasados los 30 años, con vidas sexuales activas previamente, y, desde el principio, tuvimos relaciones muy intensas. Estos días me estaba acordando de algunas de las situaciones más morbosas que tuve durante los primeros meses de relación, no ya el sexo en casa, que era continuo, sino situaciones de mucho morbo que tuvimos.
Recuerdo una vez, en las primeras semanas de relación, en un parking. Habíamos salido a cenar algo, un día de semana, y volvíamos a buscar el coche en un parking público, en el centro de la ciudad. No había muchos coches, y, la verdad, es que veníamos cachondos los dos de las provocaciones mutuas durante la cena. De camino al coche yo le iba sobando el culo, llevaba un vestido ceñido y se veía muy apetitoso. Nos fuimos dando morreos, parando detrás de alguna columna, metiéndonos mano… y al llegar al coche estábamos los dos como perros en celo.
Cariño, quiero comerte la polla.
Me parece bien, vamos a casa y me la comes toda.
No me has entendido, quiero comértela ahora mismo, en el coche.
¿cómo?, pero si puede pasar alguien.
No te preocupes, a mi no se me verá, jeje
Lógicamente no podía resistirme a esa proposición. No había gente, desde que habíamos llegado al parking no había pasado nadie, el coche estaba cerca de una pared, con poca luz, y gracias a los cristales tintados no se veía nada desde detrás.
Nos subimos, yo en el lado del conductor y María en el lado del copiloto.
Echa el asiento más atrás, me dijo mientras me tocaba el paquete, que ya empezaba a abultar, y me daba besos en la cara y cuello.
Joder, sí que estás caliente!
Sí, quiero chupártela ahora mismo… pero cuando lleguemos a casa me tienes que follar! Así que solo lo hago si después respondes!
No te preocupes, yo te follo todo lo que tú quieras.
María era, y lo sigue siendo, capaz de ponérmela dura aunque me haya corrido hace poco, o de sacarme leche varias veces en un día. Es super morbosa y guarra en la cama, con lo que es imposible que no te la ponga dura.
Me eché para atrás mientras ella ya me desabrochaba el cinturón y los pantalones. Le ayudé a bajármelos, y el calzoncillo también, todo hasta los tobillos, con lo que mi polla, morcillona, le quedó a su merced.
No dijo nada y se la metió en la boca, entera, hasta el fondo, y empezó a chupármela despacio, apretando los labios al retirarse. Cuando llegó a mi capullo lo chupó, como si fuese una fresa… yo di un respingo, no me lo esperaba…pero qué placer!
¿qué pasa cariño?, ¿no te gusta lo que hago?, me dijo con voz maliciosa mientras lamía mi capullo con su lengua.
No cariño, me encantaaaa, la sorpresa de sentir tu boca en mi polla.
Uhmmm, me encanta este postre que me has dado… viene relleno de leche caliente?
Si, toda la que tu quieras. ¿y qué vas a hacer con la leche cuando llegue?, le pregunté. Aunque ya sabía la respuesta.
Me la voy a tragar toda mi amor, no se puede desperdiciar un manjar tan rico…
Y volvió a chupar. Me la estuvo chupando unos minutos, no muchos, ya que se ayudaba de una mano para pajearme la base de la polla mientras se la tragaba entera.
No duré mucho. A su excelentes habilidades orales se juntó el morbo de la situación. La avisé, pero no dejó de chupar, acelerando el ritmo de su mano.
Recuerdo que miré el retrovisor otra vez por si había alguien en el parking, nadie, y me dejé llevar. Cerré los ojos y me concentré en mi semen saliendo de mi polla, derramándose en su boca. Bufé bajo, no quería hacer mucho ruido, pero me estremecí de arriba abajo mientras me corría con fuerza. Sentía su boca cerrarse en mi capullo, su mano subiendo y bajando…hasta que paré de moverme, ella paró de mover su mano y la oí tragar.
Qué rico postre mi amor, te has corrido mucho! Qué rico!
Yo no respondí, estaba intentando asimilar la experiencia, en una posición extraña, pantalones en los tobillos, polla dura llena de saliva…y María sonriendo viciosa y triunfante.
Nos fuimos a casa, ella estaba encantada con la experiencia… y follamos claro, cumplí con lo prometido. Me la puso dura enseguida y me corrí por segunda vez esa noche.
Esto lo repetimos varias veces, con algunas variaciones, pero durante un tiempo se convirtió en una práctica común nuestra.
Algunos días ella me comía la polla hasta que yo me corría, otro días yo le comía el coño en el asiento de atrás hasta que estaba a punto de correrse y quería que se la metiese. Podía ser que follásemos en el propio asiento o, alguna vez lo llegamos a hacer fuera del coche.
Recuerdo un día en el que se lo estuve comiendo a fondo, gemía como una loba en celo, sus fluidos manchaban la cazadora que había puesto en el asiento para que no mojase la tapicería (mi mujer lubrica mucho…es una delicia beber su “néctar”).
Cabrón! Quiero que me folles!
Claro! Dije yo ya desabrochándome los pantalones, la tenía durísima y me apretaba en los pantalones. Se la iba a meter hasta el fondo.
No, no, aquí hoy no, quiero que me folles en casa. Vámonos!
Joder, se nos va a bajar el calentón!
Jeje, no lo creo, con lo cachonda que me tienes no voy a dejar que te escapes.
Ok pues, nos fuimos cada uno a nuestro asiento y salimos del parking. Nuestra casa estaba más o menos a unos 10 minutos en coche a estas horas (debía ser la 1 o 2 de la mañana).
Eh!, no te cierres los pantalones!
¿cómo?, ¿qué quieres hacer?
Chupártela mientras vamos a casa, así te mantengo duro!
Y así fuimos, yo conduciendo, con los pantalones abiertos y ella chupándome la polla mientras. Fui despacio, no quería distraerme demasiado no vaya que tuviésemos un accidente.
La posición no era muy cómoda, los pantalones y el calzoncillo me apretaban los huevos, tenía menos movilidad en la piernas con los pedales por la posición de María… pero mereció la pena. Me la estuvo comiendo con calma, parándose en mi capullo con su lengua… me la mantuvo bien dura sí.
Cuando llegamos a casa, para aparcar le pedí que se separara hasta que terminé de dejar el coche en su sitio, en la segunda planta del parking. No había nadie y estaba bastante oscuro. Le cogí por la cabeza y la atraje de nuevo a mi rabo.
Sigue chupando María, lo haces muy bien.
Soltó una risita y se metió mi polla en la boca de nuevo y siguió dándome placer un rato hasta que se irguió.
Vamos a follar que tengo el chocho chorreando.
Salimos del coche, yo cogiéndome los pantalones. Ella salió por su lado, junto a la pared. Yo fui por detrás del coche y me puse detrás de ella. Le cogí el culo, levantándole el vestido.
Te la voy a meter aquí mismo.
¿cómo?, no!, ¿y si aparece algún vecino?
No hay nadie, está oscuro y lo veremos sin problemas desde aquí… y tu coñito pide guerra.
Joder, eres muy malo, me tienes cachonda…
Ya le había apartado el tanga y tenía mi polla entre sus piernas, solo la tuve que empujar un poco hacia adelante para que pudiese meterle el rabo, que entró suavemente, estaba muy mojada. Se la metí hasta el fondo despacio, una vez dentro del todo empecé a moverme despacio, entrando y saliendo.
Estuvimos follando unos minutos así, yo dándole caña, agarrándola por las caderas, ella agarrada al asiento y la puerta, los dos gimiendo bajito, mirando por si venía alguien.
Me salí, ya quería subir a casa y terminar el polvo.
Vamos, ya te he dado un aperitivo, terminemos en casa.
Si, ha estado muy bien, pero ahora mismo quiero que me folles en la cama.
Me cerré el pantalón como pude, mal, tenía la polla super dura. Una vez en el ascensor nos morreamos como locos, ella me agarraba la polla por encima del pantalón y yo le sobaba el culo, estábamos en celo.
Ya en casa nos quitamos la ropa rápido y a follar en cama.
Este tipo de polvos iniciados en el coche fue común durante un tiempo, incluso recuerdo un día, en verano, que follamos al aire libre, durante un viaje que hicimos a una casa rural, a la vuelta por la noche paramos en un pequeño camino pegado a la carretera y, haciendo algo parecido al garaje, tuvimos sexo oral, follamos como locos y recuerdo bien la corrida al aire libre, con mi polla entre sus tetas y soltando mi semen sobre ellas, su cuello y cara…tremendo.
Otros sitios donde hemos tenido sexo han sido algunos probadores de tiendas. Normalmente eran pajas o mamadas por su parte en las que me quería sacar la leche rápidamente (yo me dejaba llevar) y la recibía en su boca y se la tragaba. Rápido y limpio.
Pero la que más recuerdo fue un día, en un probador de una tienda un día por la mañana, era un fin de semana de agosto, hacía calor. María se quería probar pantalones vaqueros. La tienda estaba bastante vacía y los probadores eran grandes y de puerta entera. Cabíamos los dos sin problemas.
Ella se fue probando pantalones, todos le quedaban bien, le hacían un culito riquísimo!. Cada vez que se quitaba uno, yo, sentado en el banco del probador, le sobaba el culo con mis manos. Siempre que puede lleva tanga, con lo que puedo apreciar su piel sin problemas. Todo iba según lo habitual, ella sonría pícaramente cada vez que le tocaba el culo y me decía que parase sin ninguna convicción… hasta que se probó unos pantalones cortes vaqueros blancos. Muy cortos, tanto que le dejaban medio culo fuera. Estaba tremenda. Ya no le dejé que se sacase el pantalón, me lancé a por el culo que le salía, ya no solo a tocarlo sino a besarlo y morderlo. Se dejó hacer, ya la había puesto cachonda antes con mis tocamientos y ahora se veía super sexi con esos minúsculos pantalones y le gustaba que se lo demostrase.
Le bajé los pantalones y seguí mordiendo su culo. Me vuelve loco su culo, ella lo sabe, y le encanta que juegue con él. Le aparté el tanga y metí mi cara entre sus nalgas y empecé a lamerle ese agujero que tanto me pone.
Ooohh, ¿qué haces?
Comerte el culo, le susurré. ¿algún problema con ello?
No…sigue.
Seguí lamiéndole el culo, agarrándola de las piernas para ayudarla a mantener el equilibrio. Ella respiraba fuerte, conteniendo los gemidos. También empecé a tocarle el clítoris en un momento dado, que ya estaba empezando a hincharse. Lo recibió de buen agrado.
Cabrón, me dijo en voz baja. Vas a darme placer ahora.
Y se dio la vuelta, se sacó el pantalón y se acercó a mi boca, apartando el tanga, poniéndome el coño en los labios para que se lo chupase. Me agarró de la cabeza para que no me escapase sin hacer mi tarea.
Mientras se lo comía todo, con mi lengua le recorría el clítoris y los labios. Con la mano derecha le metí un par de dedos en el chocho, que ya lo tenía muy mojado, y empecé un folleteo lento. Ella se estremecía, hacía esfuerzos por no gritar (en casa ya estaría gimiendo como una perra), hasta que le metí un dedo por el culo. Soltó un gritito/gemido, bajito, pero se tapó la boca. Supongo que fue solamente la sorpresa, porque volvió a agarrarme la cabeza para que no parara de comerle todo, y no parara de follarla con mis dedos.
La estuve follando con 2 dedos en el coño y uno en el culo, que me recibió sin problemas, lo tenía bien acostumbrado a que se la metiese por detrás de manera habitual.
No duró mucho.
Sigue, sigue, me voy a correr cabrón… dijo entre dientes, susurrando, intentando no hacer ruido.
Y se vino en mi boca, noté las convulsiones de su cuerpo un segundo antes, sus manos apretándome la cabeza y sus fluidos caer en mi boca mientras bufaba con la boca cerrada, aguantando el grito que le habría gustado soltar. Maravilloso.
Saqué mis dedos cuando dejó de moverse, despacio. Me apartó de su coñito cuando ella quiso, disfrutando unos segundo más de mi boca y lengua. Se apoyó en la pared, disfrutando del momento, sonriendo.
Se acercó al bolso, sacó unos klénexx y se limpió las piernas y la vagina de los restos de fluidos corporales. Me dio otro a mi para que me limpiase.
Todo esto supongo que era un tema de fogosidad de la juventud, jeje, y la verdad es que hemos ido experimentando con el sexo cada vez más, pero en la tranquilidad de nuestra casa.
En lugares públicos ha seguido habiendo tocamientos mutuos, pero con el tiempo menos sexo hasta el final. La excepción más reciente, hace unos meses, fue en un cine. Aprovechando que había un partido Madrid-Barcelona de fútbol, nos fuimos a ver una peli y estar tranquilos. La sala estaba casi vacía, debíamos ser 4 ó 5. Todos sentados unas filas delante de nosotros. La peli, la verdad, me interesaba poco, pero estábamos acurrucados como cuando éramos novios. La película tenía unas cuantas escenas de sexo, actrices buenorras…y yo me puse cachondo enseguida, acariciándole la pierna a mi mujer con calma, moviendo mi mano hacia sus muslos… ella, lejos de pararme, abrió las piernas invitándome a que siguiese. Le fui acariciando suavemente hasta que mi mano casi llegaba a su entrepierna.
Sonriendo se acercó a mi:
¿qué te pasa?, ¿te ha puesto cachondo la peli?
No es muy buena la verdad, pero las escenas de sexo me han recordado que hace días que no tenemos tú y yo.
Jeje, viciosillo.
Y dicho esto, me lamió la oreja, metiéndome su lengua dentro…
Seguro que ya la tienes dura, ¿a que si?
Joder, claro, tenía razón. Con el toqueteo a su pierna y entrepierna, a pesar ser por encima del pantalón, notaba su coñito caliente en mi mano. Y esto me la había puesto durísima ya.
¿por qué no me la chupas?, le dije.
No, no te la voy a chupar en el cine, ¡hay demasiada luz!
¿y si te tapo con mi abrigo mientras me la comes?
No, me vas a tocar tú a mí, a ver si eres capaz de hacer que me corra acariciándome por encima del pantalón.
Joder, qué cabrona! Pero qué cachondo me tenía ya solo con la idea. Así que me puse a ello. Con mi mano derecha entre sus piernas empecé a acariciarla, presionando un poco para que pudiese llegar el roce a través de la ropa. La postura no era muy cómoda, pero no me importó realmente, solo me importaba su reacción.
A los pocos segundos noté cómo su cuerpo se relajaba y se disponía a disfrutar. Noté cómo se calentaba la zona de su coño, a pesar del pantalón, unos vaqueros, no muy gruesos, pude sentir el incremento de temperatura. Yo tenía mis ojos en la pantalla, ella también la miraba fijamente, con una media sonrisa pícara, la que pone cuando nos ponemos a ello. Claramente no estaba haciéndole caso a lo que pasaba en la película, estaba más concentrada en mi mano.
Empezó a hacer efecto mi masaje vaginal, pequeño movimiento de caderas, respiración acelerándose.
Tu coñito está muy caliente, ¿no crees?, le susurré al oído.
Cállate y sigue, me respondió.
Seguí acariciándola, hasta que me paró. Se desabrochó el pantalón para que pudiese meter mi mano dentro. Metí mi mano como pude, ella maniobraba para hacerme espacio, hasta que tuve mis dedos sobre su clítoris y coño. No tenía mucho sitio para moverme, pero seguro que me las arreglaba para hacer que tuviera un orgasmo.
Seguí acariciando su entrepierna, cambiando el ritmo y la presión según iba respondiendo, notando lo que le gustaba. Pasó un buen rato cuando noté que empezaba a respirar más agitadamente, suspirar, ya estaba cerca, notaba sus fluidos salir de su coñito, mojándome los dedos, y mojándose ella.
Quiero que mojes tus bragas cuando te corras, le volví a susurrar al oído…y metí mi lengua como ella me había hecho antes.
Tanga, idiota, llevo tanga… y ya lo tengo empapado. Me dijo con voz entrecortada y sonrisita… le faltaba poco ya.
En un momento, me agarró el brazó con una mano:
No te pares… me dijo.
Y, mientras se mordía el labio para no gritar, tuvo un orgasmo largo, moviendo sus caderas, apretando mi brazo con fuerza y gimiendo con la boca cerrada, intentando no hacer ruido. Solo yo pude oírla cómo se corría.
Para, para, me dijo cuando había terminado, con la voz agitada.
¿te gusta la película cariño?, le dije mientras sacaba mi mano, despacio, de su entrepierna.
Tenía los dedos totalmente mojados de sus fluidos. Me los acerqué a la boca, disfrutando del maravilloso olor de sus fluidos del amor, y me los lamí encantado. Ya que no podía disfrutar de ellos en mi boca y en la cara mientras le chupaba el coño, eso no me lo iba a perder.
Sí, no me he enterado de lo que ha pasado en los últimos minutos, pero bien, me está gustando. Me dijo con una sonrisa mientras se le calmaba la respiración.
¿y qué tal tu tanga?, ¿muy mojado?
Joder, estoy chorreando, tengo las piernas mojadas… y tú eres un guarro! Lamiendo mi corrida. Y se rió, le encantaba hacerme esa broma siempre. A ella le gusta tragarse mi semen, pero nunca termina de entender que me encanta que me riegue la cara con su corrida.
Jeje, me encanta!
Ahora voy a estar mojada hasta que lleguemos a casa. Eres un cabrón. Todo esto lo dijo con su sonrisita.
Ahora me la vas a chupar tú a mi. Mira cómo la tengo! Le dije agarrándome la polla por encima del pantalón. La tenía superdura, me iba a explotar el pantalón, y estaba muy cachondo, quería correrme en su boca. Si me lo pedía me la follaba allí mismo.
No te la voy a chupar, ya te lo dije, pero sí te haré una paja para que descargues… y como agradecimiento a los servicios prestados.
Me vale!
Empecé a desabrocharme el pantalón, pero ella me paró.
Quieto, déjame a mí, no quiero que te saques la polla, podrían vernos y dejaría todo pringado.
¿cómo, pero si no me cabe en el pantalón?
Ya, pero déjame a mi. Te voy a hacer una paja y te vas a correr en tus calzoncillos, y vas a ir pringado hasta que lleguemos a casa. Lo mismo que yo.
Joder, sí que eres rencorosa, le dije. Pero me importaba poco en ese momento, solo quería su mano en mi polla.
Me desabrochó el pantalón, y con dificultad logró meter su mano en mi calzoncillo y alcanzar mi polla, que tenía super dura metida en el lado izquierdo de la pernera.
De lo cachondo que estaba, durante toda la operación manual que le había hecho, no había dejado de soltar líquido preseminal, con lo que la tenía ya bastante empapada. Notaba la humedad en mi entrepierna.
¿qué es esto que tienes aquí?, ¿ya te has corrido?.
No, lo cachondo que me tienes hace que mi polla… ya sabes.
Uhmmm, sí, eres un cerdo. Y sacó su mano mojada y me la pasó por los labios. Yo saqué la lengua para lamerle los dedos y saborear mis fluidos…me encanta.
Lo dicho, eres un cerdo cariño.
Y volvió a meter su mano dentro. Se hizo sitio como pudo, yo me recoloqué para que tuviese el máximo espacio posible para moverse y yo estar cómodo. Lo conseguí, más o menos.
Ella empezó a mover su mano, medio agarrada a mi polla, despacio. Yo decidí que no iba a dejarme llevar sin más, me correría en un minuto, seguro. Quería disfrutarlo todo lo que pudiese. Ella se apoyó en mi para estar lo más cómoda posible también. Yo puse el abrigo por encima, para que no se viese todo el panorama si alguno de los que teníamos más adelante se daba la vuelta… y a disfrutar.
Su mano se movía despacio, rozándome el capullo con sus dedos cuando bajaba, extendiendo el líquido preseminal que soltaba mi polla por toda mi entrepierna. No era una paja al uso, no había sitio suficiente para que me la cogiese bien. Igualmente me estaba empapando.
¿te vas a correr?, ¿en tus pantalones?
Uhmm, sí, sigue y te doy mi leche.
Jeje, quiero que lo sueltes todo ya.
Sí, sigue haciéndome la paja, no pares.
Continuó con la paja un buen rato, yo estaba relajado, pero aguantándome, no quería terminar todavía. Me estaba costando, me apretaba mucho el pantalón y el calzoncillo, mi rabo estaba gordísimo, el roce me ponía más caliente.
Notaba que María cambiaba de “agarre”, la postura era incómoda, se estaba cansando, así que decidí terminar. Estaba muy muy cachondo, la corrida iba a ser espectacular, menudo estropicio!
María, me voy a correr como sigas a sí.
Venga cariño, dámelo todo!
Oh, sí, ahora te lo doy.
Y me concentré en su mano y mi polla, cerré los ojos y me dejé ir. Noté cómo llegaba la corrida, el momento en el que te das cuenta de que ya no la puedes parar, aunque quieras, que tu semen va a salir a borbotones.
Y exploté, sintiendo mi semen mojándome la polla, caliente, muy caliente. La corrida duró bastante, intenté no pensar en la leche que me corría por la entrepierna, dejé que fluyera, ya me preocuparía de eso después.
Me corrí en silencio, intentando no gemir, supongo que lo conseguí, no vi luego que nadie nos mirase con cara extraña.
Cuando terminé de moverme, María sacó la mano despacio:
Menuda corrida! Mira cómo me has puesto la mano! Me dijo sonriendo.
Me enseñó su mano, con varios dedos blancos de mi semen. Me los acercó a la boca.
Límpiame los dedos cariño, no dejes nada.
Y se los lamí, metí los dedos en mi boca y chupé mi semen como me había pedido. Caliente y ácido, cómo muchas otras veces. Menudo morbo me dan estas cosas con ellas.
Me gusta ver cómo te tragas tu propio semen, me pone cachonda ver que eres tan cerdo.
Ya lo sé, le dije sonriendo y relamiéndome.
Cuando lleguemos a casa te voy a dar por el culo, me dijo ella.
Ya veremos quién se la mete a quién zorrita, que tu culo también estará deseoso de recibirme, seguro.
Sonrió sin decir nada y seguimos viendo la película. Yo me abroché el pantalón como pude, tenía la polla muy dura todavía… y estaba todo pringado. Menuda guarrada acabábamos de hacer.
Cuando acabó la película nos levantamos de últimos y salimos del cine. Con los abrigos, si teníamos manchas en los pantalones no se veían. Se hacía bastante incómodo andar con todos los restos pegoteados encima. Nos fuimos a casa. Al llegar nos duchamos y tuvimos sexo, anal, los dos. Me la folle por el culo mientras tenía un dildo en el mío, que me había metido ella antes, algo que me encanta hacer, a ella también. Nos corrimos otra vez, esta vez sin cortarnos en gemidos y guarradas.
He tenido más experiencias de sexo en lugares públicos, pero, digamos, más convencional.