Corridas a la carrera

Viaje en coche haciendo realidad nuestras fantasías sexuelaes de exhibicionismo placentero.

Relatos eroticos

Iba con mi pareja de fin de semana. Nuestro destino, como en otras ocasiones, era una cabaña cerca de la nieve, al aire libre.

El viaje en coche duraba unas 2 horas. Para nosotros no es mucho tiempo porque estamos acostumbrados a estas escapadas. Ponemos música, hablamos, incluso el copiloto ve alguna peli en el DVD portatil. Durante el viaje empezamos a hablar de nuestras fantasías eróticas, de aquellas cosas que nos dan morbo y nos ponen cachondos. Una de esas cosas es esa sensación de sentirse observado, de pensar que mientras nos desnudamos o follamos como locos alguien nos pueda estar observando.

Empezamos a recordar situaciones pasadas. Aquellas donde mi chica se quitaba la camisa y el sujetador mientras yo conducía y enseñaba sus grandes y sabrosas tetas a todo aquel conductor que se fijaba. A mí me pone muy cachondo verla excitada, y esa vez ella se excitó muchísimo, hasta llegar a correrse.

A medida que recordábamos aquella situación y hablábamos de ello nos poníamos más cachondos. Empezaron a brillarnos a ambos los ojos... En ese momento ya no pude resisitrme más y empecé a acariciar la tetas de mi chica. Son unas tetas grandes y bien formadas, con un gran pezón como a mí me gusta.

Tiene unos pezones agradecidos, que se ponen duros al sentir el placer de un buen masaje. Mi novia es una chica muy sexy. Es rubia, ojos enormes y una cara de angel que ofrece unos labios carnosos y sinuosos formando una boca sumamente apetecible, creada para chupar y saborear el nectar del placer. Posee un cuerpo voluptuoso de generosas formas que incitan a follarla salvajemente.

Es además, una amante cualificada, que sabe dar placer y le encanta convertirse en una auténtica puta cuando folla, experimentando todos los placeres posibles y asumiendo el papel de una perra viciosa, una muñeca hinchable o una estrella del gang band.

Mientras endurecía sus pezones con mi experto masaje le iba liberando sus sabrosas tetas de ese instrumento molesto que en mi opinión sólo sirve de algo como preámbulo de una gran follada, si se trata de una pieza de encaje negro o de color sugerente. Mi chica se iba poniendo cada vez más cachonda. El sujetador ya había quedado en el asiento de atrás, y la blusa de seda, ya desabrochada, dejaba intuir sus enormes y duros pezones pidiendo a gritos que los liberaran.

La excitación me hacía conducir con más torpeza. Rebajé la velocidad y sentí una gran presión en mi entrepierna, ya que sentía cómo mi polla estaba a punto de explotar, sumamente dura y seguramente mojada.

Definitivamente, mi chica se quitó la blusa dejando al aire su estupendo pecho, libre al fin y ofreciendo la mejor versión de una gran excitación. Empezó a acariciarse la teta derecha, que yo no alcanzaba, mientras con la izquierda se metía la mano en su short, ya desabrochado, buscando mojar sus dedos en su apetitosa vagina. Esa gran sonrisa de placer que tanto me gusta besar bebiendo esa suculenta miel, tan dulce para mis labios y lengua insaciables. En seguida puso a tono su clítoris con unos habiles y expertos masajes circulares.

Cada vez íbamos más despacio con el coche. Los que nos adelantaban lo hacían de forma pausada y mirando hacia nosotros intrigados, ya que desde atrás se podía adivinar fácilmente la fiesta que había en nuestro coche.

Mi chica cada vez se ponía más caliente, contorneaba su cuerpo al ritmo de la música (perreo por supuesto) y de sus caricias, cada vez más rápidas y decididas. Cada vez que un coche nos adelantaba le brillaban los ojos, miraba con lujuria al conductor y con una sonrisa perversa pasaba su lengua lentamente por sus labios ofreciendo una imagen de puta lujuriosa total.

Mi pantalón estaba a punto de reventar. Mi polla ya no podía estar más mojada y triste a la vez, al sentirse ajena a aquella fiesta de sexo.

Mientras nos adelantaba una furgoneta, mi chica pegó un brinco, comenzó a experimentar unos espasmos violentos de placer y gimió como una puta viciosa.

El de la furgoneta pegó un volantazo que casi hace que choquemos. No podía apartar los los ojos de mi novia y su boca no se cerraba. Menudo susto.

A pesar de haberse corrido, mi novia no quedó satisfecha. Como buena samaritana fue en ayuda de mi polla. Empezó a frotar mi entrepierna por encima de mi pantalón, dándose cuenta de que no podía aguantar mucho más con ella así. Pero eso le excita, le gusta ser malvada y hacerme sufrir hasta que le suplique que me la saque y me la chupe.

Ella seguía sin blusa. Le excita que le observen. Finalmente se apiadó de mí, y ante mis súplicas, me desabrochó la cremallera del pantalón.

No llevaba slip, por lo que mi polla salió airosa y resplandeciente por la abertura, buscando esa mano amiga que le diera calor. Estaba tiesa y el glande brillaba debido a lo mojado que estaba. No tengo una polla grande pero a mi chica le gusta, ya que está, dice, muy bien formada. La muy zorra babeaba de placer.

Sabe cómo tratar a una polla. La empezó a acariciar suavemente por la punta limpiandola con sus dedos hasta dejarla casi seca. Se llevó los dedos a su sabrosa boca y empezó a saborearlos con ansiedad mientras sus ojos le brillaban de lujuria. Mientras adelantamos a un camión, pude observar cómo el hombretón podía vernos desde arriba, tanto las tetas de mi novia, sumamente excitadas, así como su hábil maniobra sobre mi polla liberada.

Mi chica empezó a acariciar mi pene de arriba a abajo, con suavidad, estirando la piel de manera que el glande quedase bien a la vista. Con una mano sacó mis huevos del pantalón y los agarró fuertemente como si quiesiera quedárselos. Seguía acariciando ahora más fuerte mi polla por el tronco, describiendo círculos. Cuando mi polla se puso más tiesa que nunca se agachó y sin dejarme de agarrar los huevos, estirando hacia abajo la piel más todavía, metió la polla en su boca de golpe y hasta el fondo, hasta que casi le da una harcada. Yo apenas podía conducir. Iba muy despacio y observaba que tanto desde los coches de atrás como los que se decidían a adelantar no había nada más que amplias sonrisas maliciosas.

Mi chica se había acostado sobre mi polla, de manera que pude meterle la mano en su culo y acariciar su ano mientras me saboreaba. Sabe comer muy bien una polla. La saborea con ternura y a veces lo compagina con una presión fuerte como si quisiera tragarla. Cada vez que saboreaba algo de semen que se escapaba, gemía de placer. Mi dedo exploraba su ano, lo metía todo lo dentro que podía, mientras ella se volvía loca moviendo la cabeza en todos los sentidos buscando el extasis de ambos y saboreando cada fluido que notaba.

Estuvimos así hasta que llegamos a León. Habíamos entrado ya en la ciudad. Pero la excitación eran tanta que no quisimos dejarlo. Aparqué el coche donde pude, era una calle transitada. Todos los que se fijasen podían observar lo que haciamos. Nos daba igual. De hecho nos excitaba más. Mientras mi chica daba las últimas mamadas y bebía la leche caliente que manaba de mi polla observé cómo desde el edificio de enfrente una pareja nos observaba mientras empezaba a besarse...mmm, seguroque ellos empezarían otra orgía privada, pero eso es otra historia.