Córrete como una Puta
Fui aumentando la velocidad, presionando más mi lengua contra ella, movía las caderas y yo estaba deseosa de que terminara en mi boca, de poder tragármelo todo.
Llevaba estudiando toda la tarde, faltaba aún un buen rato para la cena y estaba saturada. Tenía, además, un impulso incontrolado por mirar el reloj deseando que ya fuesen las nueve. Con la condición de haber estado estudiado ambas toda la tarde Ro vendría a cenar y pasar el fin de semana a casa.
Ella es una chica realmente atractiva, tez muy blanca que me vuelve loca acariciar y un pelo castaño claro que resalta a la perfección.
Acababa de empezar a cocinar cuando sonó el timbre, supuse que habría llegado antes de lo previsto y que con tal de hacerlo sorpresa no me llamó para avisar. Sonreí al imaginarla en el portal y le abrí la puerta.
Al entrar en el piso me abrazo de esa manera que solo ella sabe hacer, y lo acompañó de un beso tan apasionado que me bastó para encender mi imaginación en lo que vendría esta noche. Cerré la puerta y la invité a pasar a la cocina, así hablábamos mientras yo preparaba la comida. Le propuse abrir una botella de vino mientras tanto y aceptó, aunque realmente sabia que sería yo quien la bebiera, pues ella no suele beber.
La conversación era irrelevante, empezamos hablando de muchas cosas. En un momento se paró para ayudarme con la comida, y al acercarse a mi me abrazó por detrás empezando a besar mi cuello. Yo, que estaba apoyada mirando la encimera. A causa de la presión ,paré lo que hacía para perderme en aquella sensación. La dejé hacer y me apreté más a ella. No pude evitar que se me escapasen unos gemidos. Viendo que había conseguido ponerme de caliente como a ella le gusta y bien mojada, siguió con el juego. Colocó sus manos en mis muslos acariciándolos pero presionando con fuerza, el ritmo de los besos había cambiado, ahora me mordía y se acercaba a la oreja, mi debilidad. Cuando no pude soportarlo más me giré para empezar a comerle la boca de forma desesperada. Mis manos buscan tocar su cuerpo, apoderarme de él. La temperatura no paraba de subir, una de sus piernas apretaba entre las mías, sintiendo presión sobre mi humedad. Tenía ganas de sentirla, moría de ganas de ella... Entonces la separé de mi y hice que se sentara en la mesa que había detrás nuestro, me coloqué entre sus piernas abiertas , la acerqué a mí y moviéndome para rozar sobre su pantalón su clítoris empecé a saborear su cuello, volver a sus labios, morderlos, acariciar sus pechos, su cintura, pasar mis manos por encima de su pantalón… Sin hacer nada, solo quería calentarla. Ese era nuestro juego, calentarnos hasta que alguna no pueda más y pida que la folle. La sangre me hervía, y estaba empapadísima, moría de ganas de comprobar si ella también. Sin dejar de besarla se paró y le quité lo más rápido posible los pantalones, y las bragas color negro que llevaba, abrí sus piernas y empecé a acariciar sus labios comprobando que estaba caliente. Caliente como una puta. Pasé a arrodillarme y abrirle las piernas, quería saborear enteros sus jugos, jugar con su clítoris, hacerla gemir más y más. Jugaba con mi lengua. Al echar la vista arriba podía comprobar cómo tiraba la cabeza para atrás y disfrutaba. Fui aumentando la velocidad, el ritmo, presionando más mi lengua contra ella, bajó sus manos agarrándome la cabeza, llevándome más a ella, movía las caderas y yo estaba deseosa de que terminara en mi boca, de poder tragármelo todo. Los gemidos ahora eran gritos y con esa voz de que puta caliente que pone me llamaba zorra mientras yo hacía más fuerza para que se corriera ya.
- Córrete en mi boca- le dije mientras me separaba un segundo – quiero tu corrida.
Con un grito que me anunciaba que estaba llegando me cogió la cabeza con toda la fuerza posible.
- Aquí tienes puta, abre la boca, trágatelo todo- decía mientras separaba las piernas.
Yo oía sus últimos gemidos y me disponía a saborear todos sus jugos. Sin haber acabado aún y con toda la cara empapada por ella me levantó del brazo y me puso contra la encimera. Quedando yo apoyada allí y ella detrás mío. Se apretó bien a mí y mientras metía una de sus manos en mi pantalón, la otra se metía por la camiseta pasando por la cintura buscando el pecho. Me desnudó muy rápido, y volviendo a colocarme en la misma posición metió su mano entre mis piernas por detrás. Se tiró para delante quedando al lado de mi oreja y me susurró.
- Estas empapada como una zorra… ¿quieres que te folle?- dijo casi arañando mi piel.
No contesté.
- Quieres que te folle, p-u-t-a- dijo, pronunciando fuerte la última palabra.
- Si- apenas alcancé a gemir, pues su mano no cesaba de rozar contra mi clítoris, y vacilar en la entrada de mi vagina.
Entonces se separó de mi oreja y mientras su mano arañaba mi espalda de arriba abajo, lentamente, entró de golpe sus dedos en mí, y los dejó ahí, quietos. Al sentirla dentro pero son movimiento mis caderas se movieron queriendo que siga, que me follara fuerte, duro y rápido. Quitó sus dedos de golpe y los volvió a meter, ahora más fuerte todavía.
- Me pone ver esa cara de puta… ver que necesitas ser follada.-
Dicho esto empezó a mover sus dedos dentro de mí, rozando mis paredes con fuerza, entrando todo lo posible. Mis gemidos eran cada vez más fuertes y mis ganas insaciables. Los metía fuerte, rápido, rozando todo en mi interior, moviéndolos, haciendo que me temblaran las piernas. Mientras me follaba notaba también su cuerpo, como se rozaba contra mí, rozaba su clítoris contra mi buscando correrse.
- Así puta de mierda- mientras me agarraba del cabello echándome para atrás y me metía cuatro dedos hasta mis entrañas- voy a meterte toda la mano voy a hacer que te corres toda la noche si me da la gana porque me encanta follarte, ver como gimes, quiero hacerte gritar.- dijo mientras se tiró otra vez para delante buscando morder mi oreja, mi cuerpo, mi espalda.
No paraba el ritmo, cada vez más duro, ya no controlaba los gemidos que ahora eran gritos. Me moría de placer y de ganas de que no parase en toda la noche. Mis nalgas estaban cada vez más húmedas de frotar su coño contra mí.
Sentí como me pegaba en las nalgas y me llevaba al límite de la calentura. Pasó su mano por delante, agarrándome los pechos, apretándolos con fuerza mientras yo ya gritaba desesperadamente al ver que me iba a correr.
- Avísame cuando te vayas a correr- dijo
No pude aguantar mucho más el ritmo de su follada brutal, y pronuncié las palabras “me corro, joderrr….” Mientras sentía como descargaba de mi en su mano que aun estaba dentro mío. En todos esos segundo eternos de placer extremo ella no me había soltado, ni había parado de follarme. Paró cuando sintió mi corrida, soltó mis pechos, cogiéndome de la cintura me giro mirándola, aun con su mano dentro de mi, empezó a comerme la boca. Rozaba con su pulgar i clítoris, muy flojo. Finalmente sacó su mano llena de flujo y me la acercó a la boca. No dudé un segundo en empezar a lamer mi corrida de sus dedos.
- Me encanta que te pruebes, ver cómo te corres como una zorra, una puta guarra que es lo que eres. Lame.
Lamí cada dedo hasta estar limpio, me encantaba ese sabor, sabor a haber sido follada por ella.
El fin de semana recién había comenzado, y estaba ansiosa de que me siga follando toda la puta noche.