Corredor maduro

Todos los días salgo a correr, de pronto un día un hombre maduro comenzó a correr también, al principio no tenía condición, pero después se fue poniendo muy bien, tan bien que se me empezó antojar

Siempre salgo a correr a un parque lineal cerca de mi casa, soy una chica morena de 24 años, buen cuerpo, muy bien proporcionado, mido 1.54 muy pequeña, con una cara de niña, siempre al correr veo a las mismas personas, de vez en cuando vemos chicos y chicas ir a correr y abandonar el ejercicio, un lunes un hombre maduro comenzó a ir, al principio no le hice caso pues se veía grande y algo pasado de peso, pensé que sería uno más que a la semana dejaría de ir, por cuestiones de trabajo modifique mi hora de correr a una hora más temprano, soy asistente de directivo de una corporación importante en mi ciudad y mi jefe estaba por cerrar un buen trato lo que requeriría más tiempo en la oficina, ir más temprano y salir más tarde.

Cómo me gusta verme bien, simplemente reduje mi hora de sueño y seguir corriendo, se vino la cuarentena y tuvimos que hacer homeoffice lo que me permitió dormir un poco más, regresé a mi hora habitual a correr, en cuanto vía a ese hombre maduro mis pezones se erizaron tanto, estaba tan bueno, tan guapo, en una ocasión coincidi con una amiga, le pregunté por el maduro y ella solo se rió.

Es el hombre que te parecía feo, aquel que pensabas que iba a dejar de hacer ejercicio, menciono ella. No podía creer lo que veian mis ojos, ese hombre maduro se había puesto guapísimo, más delgado y tonificado parecía otra persona, coincidimos a partir de ahí todos los días, comencé a coquetear con él, empecé a investigar la hora de llegada al parque, dónde vivía, me di cuenta que su casa estaba exageradamente cerca así que un día decidí llevar a cabo un plan para disfrutar de ese maduro.

Era un jueves, decidi esperarlo cerca de su casa, fingir una caida, lo ví salir de su casa dispuesto a correr, el me vio sentada a la orilla del parque, se notaba que no sabía si acercarse o no, le hice señas para que me ayudará.

  • Que te paso?

  • Al parecer me torci el tobillo y tengo algunos golpes en el cuerpo, podrías ayudarme, no traje mi celular para llamar a alguien y venga por mi, por favor - lo que deseaba era que me llevará a su casa, tenía miedo que tal que era casado o con hijos y yo ahí calenturienta buscando aventura, pero decidí arriesgarme.

Al llegar a su casa me di cuenta que vivía solo, me contó que se había divorciado, que sus hijos eran grandes, incluso su hijo mayor tenía mi edad, al ser mayores decidieron vivir con su madre, el se quedó solo, por eso regreso a correr y al gimnasio, trabajaba de forma independiente vendiendo casas, por lo que su horario de trabajo era muy flexible, al iniciar la cuarentena se dió unas vacaciones, el hombre estaba guapísimo, tenía 47 años, piel blanca cabello oscuro pero ya con canas visibles que lo hacían lucir tan sexy, ya tenía un cuerpazo, entre más lo veía más se me antojaba, ese día me fui con un shorts ligero y una blusa de tirantes, se que el me veía el cuerpo, siempre lo hacía al verme. Fingi que nadie me contestaba en casa y le pedí una crema para desinflamar, le pedí ayuda para ponerme la crema.

Me senté en la mesita frente al sillón más grande que tenía, el se sentó frente a mi y comenzó a ponerme la crema, le dije que estaba incómoda, así que prácticamente abrí mis piernas frente a él, al tener piel blanca su cara se puso roja, el continuo poniendome crema, tratando de no verme, comencé a gemir fingiendo sentir dolor, se le notaba acalorado, su pene se le veía erecto, el trataba de disimular y yo decidí ser tan descaradamente posible.

  • Me duele también acá - señale mi pecho, el me miró y yo decidí quitarme la blusa - notas el golpe? - el dijo que si, aunque obviamente ahí no había nada - podrías por favor ponerme crema ahi también, mis brazos me duelen por la caída - le dije acercándome lo más posible a él, se notaba claramente que su pene estaba por estallar. Comenzó a ponerme crema, le pedí me quitará el bra, el lo hizo y verme así fue el detonante

Se abalanzó sobre mis pechos, los succionó, los lamió enteros, los mordió, yo jadeaba y gozaba como loca, me arranco prácticamente el short, se quitó la ropa, en un instante me miró, contempló mi cuerpo, luego hizo algo que jamás imaginé, me tomo del cabello, me levanto como si no pesará nada y me tiró al sillón, me abrió las piernas y comenzó a hacerme sexo oral, su lengua paseaba por toda mi vagina, le tomé del cabello pero me quito las manos, con una sola de sus manos me las tomo y con la otra tocaba mi vientre, mi estómago y mis pechos, de pronto me soltó y me volteo, me puso en cuatro y continuo haciéndome sexo oral pero en esta ocasión también lamía mi ano, se sentía delicioso. Estaba por llegar al orgasmo cuando se detuvo.

  • No putita, no te vas a venir todavía - me levanto me inco y saco su verga, no era grande pero si era muy gruesa, sin que me diera tiempo la puso en mi boca - cómetela toda - me dijo, abrí mi boca, me hizo que me la metiera toda, me hizo lamerle los huevos y todo su pene, duramos unos cuantos minutos así cuando la saco de pronto de mi boca, me levanto me volvió a tirar al sillón y sin decirme nada me abrió las piernas y me la metió de golpe. Sentí dolor y placer al mismo tiempo, su verga dentro de mi se sentía deliciosa, el estaba tan fogoso, era tan rudo conmigo, yo genia como loca, de pronto me tomo los pechos con sus manos, se acercó a besarme el cuello, bajo su boca a uno de mis pechos y me mordió el pezón sin dejar de metermela tan duro, de pronto se salió, se sentó en el sillón.

  • Súbete zorrita - me ordenó y yo sin pensarlo dos veces lo hice, me tomo las nalgas y yo quise meterla poco a poco, pero el me jalo y me hizo caer encima metiéndomela toda, sentí tanto placer, el me tomo del cuello me acerco a él, me beso, un beso brusco, ardiente me mordió el labio inferior, pellizacaba mis pezones, mis nalgas mientras me hacía cabalgarlo sin piedad. De pronto se levantó y sin sacarmela me llevo a una habitación, me la saco de golpe, luego me tiró a la cama, me puso en cuatro, me dió unas cuantas nalgadas y me la metió de golpe, me cogia tan rudo, me la metía toda sin piedad, me nalgeaba, me tomaba de los pechos, me mordía las espalda, se sentía delicioso, que me vine, el se dió cuenta, siguió sin piedad taladrando mi vagina, de pronto paro, me volteo de forma brusca, me levanto las piernas, las puso en sus hombros y me la volvió a meter, mientras hacia eso con una mano tomaba uno de.mis pechos y pellizcaba mi pezón y con la otra, con su pulgar tocaba mi clítoris, me hizo venirme de nuevo, de pronto lo escuché gruñir, me había llenado de semen, se había venido. Se recostó a un lado mío, los dos quedamos solo jadeando.

  • Gracias, tenía muchas ganas de ti desde el primer día que te vi, por eso seguí corriendo y haciendo ejercicio, además tenía ya más de dos años de no tener sexo, desde que me separé de mi esposa, disculpa si fui muy tosco, pero comprenderás que masturbarse y hacerlo no es igual.

  • No te preocupes, en realidad me gustó cómo me trataste, me acabo de dar cuenta que me gusta el sexo rudo. Espero que se repita.

  • Claro que sí - me dijo guiñándome el ojo - ya no tienes que fingir caídas

Nos quedamos ahí riéndonos, jamás pensé que un hombre 23 años mayor que yo, me haría gozar de esta manera